Miguel Perdiguer

Con la cámara a cuestas

 

 

 

 

 

Textos del catálogo

 

-      Presentación

-      Un siglo capturando el Bajo Aragón. Eva Defior Grávalos

-      El alma de Miguel Perdiguer. Pedro J. Bel

-      Imágenes de buen tempero. Ramón Mur

 

 

 

 

 

 

 

Presentación

 

Esta exposición pretende ser un homenaje a Miguel Perdiguer como fotógrafo testimonio de un siglo de vida en el Bajo Aragón. A sus muy bien llevados y celebrados ciento un años, es momento para dedicar una mirada a su extensa obra.

 

Abordar una exposición de Miguel Perdiguer no es una tarea fácil. Selecciona un pequeño conjunto de obras fotográficas de un archivo muy superior a las cien mil y que resulten representativas de su variada y amplia visión, solamente ha sido posible gracias a la colaboración del propio autor y de un grupo de personas vinculadas a dos entidades culturales del Bajo Aragón, el Museo de Mas de las Matas y la Fundación Quílez Llisterri.

Nuestro agradecimiento a Eva Defior, Ramón Mur y Darío Vidal por los textos que dan la introducción a este catálogo.

 

El Museo Cabré es la primera etapa de un viaje por las seis comarcas del Bajo Aragón en un itinerario diseñado para dar a conocer la obra de Miguel Perdiguer. No podemos dejar de mostrar nuestra gratitud a Carmen Portolés, directora del Museo por su acogida y al Gobierno de Aragón por su colaboración, así como al resto de entidades e instituciones locales que también colaboran en la cesión de espacios y financiación.

 

El catálogo contiene la selección de obras que estarán presentes en las distintas exposiciones. No es posible incluir el total de más de B0 fotografías en cada sede por problemas de espacio; pero todas se mostrarán en alguna ocasión.

 

 

 

 

 

Un siglo capturando el Bajo Aragón

Eva Defior Grávalos

 

La mirada del fotógrafo Miguel Perdiguer contiene el rigor de la persona de ciencia, la ternura de quien ama a su tierra y el poso del que ha lidiado con una centuria de experiencias. Su mirada no es de aficionado, aunque él se defina así con humildad. Hace mucho que no lo es. Por eso requería una urgente exposición para sacar a la luz parte de su inconmensurable archivo fotográfico. La mirada de Miguel es la sabiduría de la experiencia, la técnica de la vida, la que otorga más de un siglo de periplo vital. Su condición de médico probablemente se refleja también en sus fotografías, llenas de verdad sin adulterar ni artificios. La manera en la que captura el mundo delante del objetivo es auténtica. Sus paisajes y retratos pertenecen a unos tiempos ajenos a la postverdad. Estas instantáneas recuerdan con una sencillez lúcida lo que hemos sido como sociedad bajoaragonesa, como familia, como tierra que ha crecido pero a la vez que mantiene sus ritos, tradiciones y paisajes inmóviles.

 

El archivo fotográfico de Miguel Perdiguer, cultivado con esmero y cuidadoso orden, es la memoria visual de nuestra historia reciente. Entre las fotografías 'Baño en un balde de agua', 'Fútbol en Alcañiz', 'Pastor de Andorra' y 'Zapatos de vagabundo' hay un enorme recorrido vital propio y ajeno que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos. Resulta inevitable sentir el paso del tiempo al observar los juegos de luces en sus fotografías de reflejos, huellas y nieblas. Sin embargo, a la vez, el blanco y negro le lleva a uno a dudar de si las imágenes estarán tomadas ayer, o hace cincuenta años. No hemos cambiado tanto. "Partida de guiñote", "Niños a la salida de Escolapios" u "Otoño en Alcañiz" son la certeza de que el paso del tiempo no existe para las buenas fotografías ni, por supuesto, para un buen fotógrafo como nuestro querido inmortalizador santoleano cuya vitalidad centenaria sigue siendo la instantánea en la que todos nos querríamos reflejar.

 

 

 

 

 

El alma de Miguel Perdiguer

Pedro J. Bel

 

En la sabiduría popular existe un refrán que dice: "Los ojos son el espejo del alma", porque la mirada refleja nuestro estado de ánimo, nuestros sentimientos y nuestro interés por determinadas personas, objetos, paisajes y situaciones. Don Miguel Perdiguer ha sido pródigo en preservar con su cámara fotográfica la manera que él tiene de contemplar la realidad que lo rodea. Durante su larga trayectoria vital, ha hecho cerca de 200.000 fotografías y este catálogo es una pequeña muestra de cómo es su mundo interior.

 

Contar con la amistad de don Miguel es un privilegio que le agradezco a la vida. Mi relación con él es relativamente reciente y fruto de Ia casualidad. Después de jubilarme, para ocupar mi tiempo libre, me dediqué a buscar información para escribir sobre el episodio de la "Cueva Cambriles" de Ladruñán, ocurrido durante los duros tiempos de la guerra civil. Me interesaba saber si habían detenido en Santolea (pueblo natal de don Miguel) a un sacerdote primo de mi padre y alguien me recomendó que hablara con el doctor Perdiguer. Al nombrarle Santolea, se le iluminó el rostro, y tras hacer varias averiguaciones, me dio el contacto de una mujer que había sido testigo presencial de la detención. Poco después, se ofreció a acompañarme e hicimos juntos varias excursiones en un todoterreno para ver "in situ" el territorio donde se había producido aquel episodio: Mas de las Matas, Castellote, Santolea, Ladruñán, Villarluengo, Cantavieja, Mirambel, Aliaga, Hinojosa y Portalrubio. Recuerdo con gran cariño nuestras largas y jugosas conversaciones, que estaban entreveradas por continuos disparos de su cámara: un barranco, una casa, una cueva, una masía fortificada, una paridera, un rastrojo recién cosechado con los rulos de paja todavía extendidos por el campo... Pese a ello, a mi anciano guía y acompañante, que tiene ahora 101 años y rebosa vitalidad y agudeza, no se le escapaba ningún detalle de nuestra conversación. Durante nuestro recorrido, nos encontramos frecuentemente a gente que lo conocía y lo apreciaba. Recuerdo la fascinación que me causó ver cómo se colaba en sus casas para fotografiar los

cuadros de antepasados de la familia que tenían colgados por las paredes.

 

Fue así como nació nuestra amistad y, desde entonces, don Miguel me ha dado infinidad de fotografías para ilustrar mis publicaciones. Todas esas imágenes, junto a la impagable información que me ha proporcionado desinteresadamente, han añadido un valor incalculable a mis escritos de aficionado. De nuestras conversaciones guardo anécdotas que reflejan su sabiduría, su bondad, su generosidad, su sensibilidad y su perseverancia. Una vez, me contó que siendo niño ya husmeaba en la cámara del fotomatón de Mas de las Matas, metiendo su cabecita por la manga negra del artilugio para mirar a través del objetivo. Cuando tenía catorce años, en una excursión de colegio al castillo de Loarre, un compañero de clase retrató a Miguel ante aquella inmensa fortaleza con una cámara amateur. Impresionado por el resultado, le entró el gusanillo de la fotografía y fue al SEPU para informarse sobre las cámaras y su precio. La Kodak Baby costaba 12,90 pesetas y Miguel se privó de sus caprichos de adolescente hasta que consiguió ahorrar esa cantidad y comprarse su primera cámara. Fue entonces cuando inició el largo y fructífero camino que ha llegado hasta la edición de este catálogo, una pequeña muestra de fotografías que reflejan, en blanco y negro y a todo color, el alma del doctor Miguel Perdiguer.

 

 

 

 

 

Imágenes de buen tempero

Ramón Mur

 

El doctor Miguel Perdiguer, sanador de niños y fotógrafo del sentir -101 años de vida cumplidos con plena lucidez mental-cultiva hortalizas en La Plana de los Santos, a la vera de uno de los caminos que conducen a la Red de Huerta de Alcañiz. Desde los 14 años, cosecha también fotografías en la tierra sazonada de su permanente y despierta atención con la que sale a la calle, cámara en mano, porque como él dice "donde y cuando menos lo esperas aparece una fotografía bonita".

 

El pediatra fotógrafo, ya más que centenario, va todos los días al huerto que tiene en La Plana de los Santos, en las proximidades de Valdejudíos, bajo la Ermita de la Encarnación, muy cerca de la Val de Arnal y del Barranco de la Orenga. Solo algún día excepcional de la semana da la espalda a su menester de hortelano. "Los tomates me saldrían más baratos si los comprase pero este quehacer me permite hacer abundante ejercicio porque solo andar es poco; aquí subo, bajo, me inclino ante una pimentonera, acudo a vigilar el riego, ... Es un ejercicio muy variado y completo", afirma.

 

Las instantáneas recogidas en esta exposición han sido escogidas de entre las más de cien mil que forman el archivo personal del doctor Perdiguer. Todas han sido captadas por las cámaras que él domina con mano firme, mente atenta y óptico certero. Son imágenes que han derivado a papel en el laboratorio del doctor, cultivadas con el mismo esmero, cuidado y dedicación que las plantas del huerto de La Plana de los Santos. Son imágenes de buen tempero.

 

Esta muestra fotográfica, organizada por la 'Fundación Quílez Llisterri. Fomento de Arte y Cultura en el Bajo Aragón', se presenta en Calaceite pero es itinerante, tiene como objetivo recorrer diversas poblaciones de la comarca bajoaragonesa. Un propósito muy adecuado para exponer la obra de Perdiguer puesto que él ha recorrido, sin olvidar nunca a su Santolea natal, todos los pueblos de esta tierra. Para fotografiar nuestro sentir de nacidos y vivientes en la Tierra Baja, el doctor fotógrafo ha debido de superar varias veces el millar de kilómetros. Y es ahora cuando estas mismas imágenes, cultivadas por don Miguel, vuelven a recorrer la comarca en la muestra de fotografías, organizada por la 'Fundación Quílez Llisterri'.

 

Perdiguer es el fotógrafo del sentir, de nuestro propio sentir de bajoaragoneses en todas sus manifestaciones. En todas, porque a don Miguel no le gusta captar un solo aspecto de nuestra existencia sino todos. Para reforzar esta intención, afirma: "el arte no está presente solo en una faceta de la vida sino en todas".

 

No se considera Perdiguer más fotógrafo de paisajes que retratista de personas. Él ambiciona meter el mundo entero, al menos el nuestro, en las entrañas de su cámara. La fotografía está en la vida. En cualquier circunstancia, en cualquier ser viviente o materia inerte hay arte, belleza para inmortalizarla en una foto. Perdiguer mira con detención y atención, enseguida ve: una piedra, una flor, el primer plano de un inquieto lagarto. Al instante, descubre una foto. Y ahí reside, a su entender, "el poder que tiene la imagen, la fotografía".

 

Los reyes de España, los de antes como los de ahora, han posado para las cámaras de Perdiguer, igual que Christian Barnard, el primero que practicó con éxito un trasplante de corazón, o el escultor Pablo Serrano, la periodista alcañizana Pilar Narvión, así como el jotero José Iranzo/'Pastor de Andorra', quien por poco no llegó a ser tan longevo como lo es don Miguel.

 

Las fotografías de Perdiguer han ilustrado en numerosas ocasiones a lo largo de su larga vida las páginas de varios periódicos. Existe expuesta en el Centro de Mayores del Santo Ángel de Alcañiz una fotografía de los, Reyes Juan Carlos y Sofía, tomada en 1981 con motivo de la inauguración de esta residencia. Perdiguer entró donde no estaba permitido, sorteando a los servicios de seguridad, y captó la imagen de los monarcas arrodillados sobre sendos reclinatorios. Audacia que tampoco le ha faltado a don Miguel para fotografiar el instante escogido.

 

Imágenes, las de esta exposición, muy bien trabajadas, cultivadas por el alma de un artista. Imágenes de buen tempero, las de Miguel Perdiguer.