Cazarabet conversa con...   Carlos Suárez, autor de “Viático” (Mira)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una novela trepidante, negra y exigente si te esperas una lectura plácida... apártala para otro tiempo porque te pega fuerte y es para “gustos fuertes” ... el autor no tiene ni guarda contemplaciones, tampoco va con tapujos. Sabe lo que quiere contar y lo cuenta.

Carlos Suárez, periodista y director adjunto de Canal 24 horas los fines de semana, nos sumergirá en un ejercicio lector más que entretenido y se nota su pluma acompasada, experimentada y que ha visto y vivido ya mucho mundo...

Forma parte de la colección Sueños de Tinta de Mira Editores.

La sinopsis del libro, según Mira:

“Cierro los ojos, como si solo así pudiera desmentir ese parecido irreal, improbable; convencerme de que es imposible que sea ella, que reaparezca ahora, reencarnada en una Irène Sagnier que hubiera permanecido inmutable en el tiempo, que volviera a la vida, que treinta años después regresara de entre los muertos». Así comienza Viático. Héctor Brey, un pintor que se asoma ya a la vejez, cree reconocer en la calle a una mujer que ha muerto treinta años atrás. A partir de ahí, en una narración que alterna pasado y presente, se irán sucediendo una serie de crímenes en los que las víctimas aparecen mutiladas o evisceradas y con una ficha de cartón de un juego infantil en la boca. Al tiempo que despliega una trama adictiva, Viático ensaya una reflexión sobre el deseo, la culpa, el azar, la enfermedad y la muerte con el más insospechado de los asesinos como protagonista.

El autor, Carlos Suárez: (León, 1961) es periodista y ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en Televisión Española, donde a lo largo de más de treinta años ha sido redactor, editor adjunto y editor
del Canal 24 Horas, y jefe adjunto del área de Sociedad de los Servicios Informativos. Actualmente es editor adjunto de fin de semana del Canal 24 Horas. En los años previos a su incorporación a RTVE, fue redactor del diario La Crónica de León, socio de la empresa de comunicación Item Press y director de la revista Margen y del Grupo Editorial Margen que, entre 1981 y 1982, publicó una docena de títulos, entre ellos Max, de Juan Benet. Anteriormente a Viático, su cuarta novela, ha publicado La muerte zurda (Atodaplana, 2004), Una mujer en Pigalle (colección Roja & Negra, Penguin Random House, 2016) y Vermeil (Eolas Ediciones,2022).

La editorial nos cuenta o nos comenta lo que dice el autor:

 “Sí. Más allá de esos tres personajes, de una víctima elegida al azar, quiero hablar de Dios. Eso es lo que quiero... lo que necesito escribir. Dios como un asesino en serie, un criminal que elige a sus víctimas aleatoriamente, las mata con una crueldad inhumana (...), un personaje que en su perversidad forzara esa similitud, ese parecido. Alguien que martiriza y mata sin piedad alguna, con una violencia ajena a cualquier empatía humana”

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Carlos Suárez:

–Carlos, ¿qué te lleva a escribir este libro, Viático, donde desde un primer momento pones la duda desde una mirada casi decaída y desposeída de la plenitud y juegas con cierto suspense para pasar, casi sin demora, a la muerte, ¿al temor...?

–Escribo por necesidad (esta novela y las tres anteriores), una especie de adicción que hace que en las épocas en las que no tengo un proyecto entre manos sufra algo parecido al síndrome de abstinencia. En el caso de Viático quería escribir sobre el azar y la enfermedad, por qué alguien enferma y muere mientras los demás permanecen sanos y vivos, y contar la historia de la manera más atractiva posible: una novela de crímenes en serie plagada de intriga.

–¿Cómo nos presentarías a Viático? ¿Es un thriller, pero podemos matizarlo con thriller negro, thriller negro y criminal o es mi percepción?

–Sí. Viático es formalmente un thriller negro, una novela criminal, con una trama de asesinatos en serie. Sin embargo, de alguna manera, pretende ir más allá –no sé si “trascender” es la palabra adecuada para explicar ese propósito–. En todas las novelas de crímenes hay asesinos y cadáveres, en Viático hay muerte. Utilizo los elementos de la novela negra –el asesino, las víctimas, el móvil, los medios, la oportunidad– para hablar sobre temas que la literatura lleva tratando siglos: la vida, la muerte, el amor, el azar, la soledad, el dolor.

–Bueno, ¿querías atraparnos desde un primer momento a la lectura y sabías que la mejor manera era imprimirle ese ritmo como sin descanso, sin demora...?

–Sí. Ese es el propósito: crear una trama de intriga que enganche al lector de principio a fin. No hay ninguna razón para que una novela sea aburrida. Creo que se equivocan los que piensan que la buena literatura ha de ser necesariamente plúmbea y sesuda. Hay mil modos de contar una historia y siempre puede encontrarse una fórmula que atrape al lector.

–Tienes a tres personajes principales en quienes te hubieses podido centrar porque cada personaje siempre puede ser una mina, pero vas más allá y te metes con Dios y diría más con “el mal”, ¿es así?

–La mayor parte de la novela está narrada por la voz en primera persona de cada uno de los tres personajes principales. Quería hacerlo así: contar la historia desde tres ópticas distintas que van sumándose y urdiendo la trama, entre ellas la mirada del asesino o asesina que comete los crímenes.

No puede obviarse el mal en un relato de crímenes en serie. Luego entra, en la voz de uno de esos personajes, el dilema sobre la (supuesta) responsabilidad de Dios al no impedir, o provocar, el sufrimiento humano.

–¿Desde esa manera se entiende que también lo haces con el bien? porque cuando ves tanta maldad te preguntas dónde está la otra parte del peso para equilibrar la balanza...y al menos dejarlo “en tablas”, casi como mal menor para que no gane el mal, ¿cómo lo ves?

–Bueno, Viático narra también una historia de amor. No todo iban a ser crímenes. Pero temo que los seres humanos (psicópatas aparte) tenemos cierta tendencia natural a rechazar el mal, a condenarlo; a preguntarnos por qué existen el mal, el dolor o la muerte. Por el contrario, nadie cuestiona que existan el amor, la felicidad o la belleza. Simplemente aprovechamos lo que se nos brinda esperando que dure.

También es cierto que solo con personajes adorables y melifluos que son inmensamente felices en su paraíso multicolor es difícil –o yo no sabría– escribir una buena novela.

–¿Tu trabajo –ya eres un veterano que ha pasado por diferentes experiencias– como periodista te ha ayudado en esto?; ¿cómo y de qué manera?

–Llevo 35 años utilizando el lenguaje como instrumento de trabajo, contando cosas. Supongo que eso me habrá ayudado, pero, sobre todo, ha marcado mi manera de escribir. Los periodistas tenemos por deformación profesional cierta reticencia a creer que exista una verdad incontrovertida y única. Sabemos por experiencia que hay versiones de los hechos, no una realidad objetiva. Quizá por eso en mis novelas tiendo a presentar los hechos desde el punto de vista de los personajes y a huir de la figura del narrador omnisciente que todo lo sabe. En la vida real nadie conoce todos los detalles de una historia.

–Fíjate un viático es –y “copio y pego” desde el Diccionario Oxford Languages: “Conjunto de provisiones o dinero que se le da a una persona, especialmente a un funcionario, para realizar un viaje” y/o también: “Extremaunción, sacramento de la eucaristía que se administra a las personas que están próximas a la muerte”. Mira que creo que aquí lo utilizas obedeciendo a las dos definiciones que se tocan en “el viaje” que hay detrás de la extremaunción –desconocido por otra parte–y del viaje implícito y explícito que va a realizar ese funcionario con el dinero que se le ha proporcionado...¿cómo lo ves?.– Ya que estamos de viaje ante la muerte… mira yo veo a la muerte como una parte más de la vida y, a la vez, una parte también dentro del viaje que es la vida y ahí me encanta Caronte, el barquero de Hades, que nos guía con el pago de unas monedas sobre los ojos por las sombras… pero, creo que, de alguna manera, también está entre “los personajes escondidos” de tu trama, ¿qué nos puedes decir?

–El título de Viatico y la mención a Caronte en la novela se refieren más esa acepción de “viático” como “eucaristía que se administra a las personas que están próximas a la muerte”. El título es un juego simbólico, en referencia a las piezas de cartón con dibujos infantiles que aparecen en la boca de cada una de las víctimas.

–¿Por qué cargas tanto los escenarios de los asesinatos, las muertes con “ese ambiente gore”?, a mí no me desagrada porque he sido y soy lectora apasionada de “lo negro, criminal, policíaco” y después de leer algunos de los casos del inspector Camille Verhoeven personaje de Pierre Lemaitre –por ponerte el ejemplo de un escritor que reconocemos todos y todas de hoy y ahora– pues a una se le acostumbre el estómago, pero no me negarás que te has quedado descansado y es que me parece que no nos quieres esconder nada cuando se trata casi, casi de preguntarte si Dios existe, ¿verdad o me equivoco con la percepción?

–Reconozco que algunas escenas pueden resultar duras para algún tipo de lector, pero estoy convencido de que ni las escenas en sí ni la crudeza con la que están narradas y descritas son gratuitas. Creo que es proporcional a lo que se cuenta. Es difícil explicar esto sin hacer spoiler, pero digamos que la novela traza cierto paralelismo entre crímenes y enfermedad y que la crudeza descrita es la que corresponde a la enfermedad.

–Enlazo con la pregunta anterior. En este país se escribe mucha novela criminal, también negra… a veces negra y criminal, policíaca… y muestra de ello son los muchos festivales que furulan por la geografía del Estado y que, al parecer, marchan bien porque hay lectores que alimentan ese tipo de novela....a la gente le gusta investigar leyendo y encontrar al asesino o asesina...asesinos o asesinas...¿verdad?, pero normalmente no se describen los escenarios tan explícitamente como lo has hecho tú o como he observado en otras plumas, pero digamos que no es lo más común, ¿por qué crees?, ¿por qué no te has querido callar desde tu escritura?

–No tiene sentido escribir para callarse. Uno escribe lo que cree que debe escribir y la forma de contarlo debe responder al propósito del que se parte. Además, yo utilizo un estilo muy cinematográfico; quiero que el lector vea lo que está sucediendo. Si lo que se narra es el feliz reencuentro de dos enamorados la escena será apasionada o tierna; si es un asesinato el pasaje tendrá que ser necesariamente duro y cruel.

Por cierto, celebro el desdoblamiento por género de la pregunta (“al asesino o asesina”), no solo porque sea igualitario. En el caso de Viático es también recomendable para no revelar el sexo que quien comete los crímenes y mantener la intriga.

–Como lectora o como la televidente que por mucho que lea o mire documentales sobre el holocausto siempre encuentro una nueva vuelta de tuerca ante el horror y la maldad: ¿querías mostrarnos algo así...?, ¿también quieres decirnos y mostrarnos que la maldad en manos de ciertas gentes le puede al bien? aunque este Dios ahí, impasible…

Viático refleja la maldad humana. Al fin y al cabo, es una novela de crímenes y los asesinatos no son precisamente producto de la bondad y la fraternidad. Pero no se recrea en el horror, simplemente lo describe y sí hace alguna referencia, en boca de uno de los personajes, a la supuesta impasibilidad de Dios ante el dolor humano.

–Porque en nosotros hay maldad y capacidad de hacer el bien, pero... ¿quién gana o suele ganar? –para eso están los personajes potentes, pero también los lectores y lectoras nos ponemos en las pieles que describes–

–No creo que se trate de un balance, de una contabilidad entre el bien y el mal, entre las vidas de inmigrantes a la deriva que las ONGs salvan en el Mediterráneo y los millones de niños que mueren de hambre cada año, por poner dos ejemplos. Digamos que cualquier caso de maldad está demás y no debería producirse. Vista la cuestión así, claramente el mal gana.

 –Lo que pasa es que tú pones a Dios en la ecuación–y a “nuestro Dios cultural”, seamos creyentes o no, quizás agnósticos, pero lo pones con todo el enorme peso que con ello comporta–y yo me pregunto si él también tiene esas mismas facultades… la del bien, la del mal y la de jugar con el bien y el mal, ¿qué nos puedes decir?

–Las referencias a Dios que hacen los personajes en la novela son a ese “Dios cultural” del que hablas, una especie de ente abstracto que podría equivaler al Destino, al azar, a la determinación genética... no al Dios bíblico. La compatibilidad entre la existencia del mal y la omnipotencia de Dios es un dilema teológico o metafísico antiguo. La novela se limita a reflejar la indignación de una de las protagonistas, que ha sufrido una pérdida horrible y no alcanza a comprender el por qué.

–Se nota que, aun con todo lo que tienes que escribir y cómo lo tienes que escribir y asumir, te lo has pasado muy bien,¿no?

–Sí. Escribir, que los personajes vivan en tu cabeza durante meses es una experiencia única, que todo el mundo debería experimentar: la sensación de que deciden por sí mismos, contradice lo que habías planeado para ellos y te “desobedecen”, cobran vida, acaban arrastrándote a que cuentes lo que debería suceder.

–¿Cómo se documenta uno para escribir una novela como la presente?, porque necesitas que te asesoren, te ayuden, también de lecturas y demás...coméntanos

Viático está ambientada en Madrid y en la época actual. En ese sentido fue más fácil que mis dos novelas anteriores, “Una mujer en Pigalle” y “Vermeil”, en las que la acción se sitúa en Francia en los años cuarenta y que sí requirieron un largo trabajo de documentación para reconstruir el momento histórico y los escenarios. Con Viático el mayor problema fueron los términos médicos –diagnósticos y procedimientos clínicos– fundamentales en la trama. Aprovecho la oportunidad para agradecer a Bea Marañón la corrección médica que hizo de la novela.

–¿Y cómo es la metodología de trabajo? ¿cómo te lo has hecho? Te lo pregunto porque trabajas de periodista en TV –Canal 24 horas– y no tiene que ser tan sencillo, ¿verdad?

–Mi metodología de trabajo es simple: escribir muchas horas y eso en mi caso tiene truco. Trabajo en turno de fin de semana: viernes, sábados y domingos. Son más horas de jornada laboral esos días y tiene cierto coste personal, porque acabas perdiéndote reuniones familiares o de amigos que suelen ser en fin de semana. A cambio, me queda libre la semana de lunes a jueves. Ese horario me ha permitido escribir tres novelas en los últimos diez años.

–Amigo, ¿en qué estás trabajando ahora; nos puedes dar alguna pista?

–Estoy escribiendo una nueva novela, probablemente corta, aunque la extensión final uno no la sabe con certeza hasta que la primera redacción está ya muy avanzada. Tiene el título provisional de La impostora. Trata de una mujer que es detenida por suplantar a una baronesa que se parece a ella y viene a ser una reflexión sobre las decisiones –pequeñas o grandes– que acaban cambiando nuestras vidas.

–Carlos, ¿cómo ha sido sacar esta novela a la luz; cómo ha sido trabajar con Mira?

–Ha sido una larga historia con final feliz. Viático iba a salir publicada por una editorial de Sevilla a principios de 2020, pero se cruzó la pandemia y acabó varada allí durante más de dos años hasta que Mira Editores me ofreció publicarla. Luego todo fue sencillo, fácil, gracias sobre todo a Berta Sariñena. Son muy profesionales, cuidadosos, eficientes, rápidos… Todo mi agradecimiento a Mira Editores, que ha hecho posible que Viático llegue a manos de los lectores.

 

 

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