Cazarabet conversa con...   Javier Vázquez Ezcurdia, autor de “El vals de la novia ausente” (Mira)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Javier Vázquez Ezcurdia nos sumerge, gracias a Mira Editores, en una historia tan sugerente como el título que le da nombre a la misma….

La sinopsis del libro: Zaragoza, 1912. Mercedes Ibor vuelve a acaparar las portadas de los diarios. Aunque esta vez por un motivo bien diferente al que, hace dos años, hizo que todos en la ciudad la bautizaran como la cupletista detective.

Convertida de nuevo en una fulgurante estrella de las varietés, descubrirá que el éxito nunca llega solo y que la maldad, en ocasiones, se esconde en los lugares más insospechados.

La animación y la frivolidad de los cafés y los teatros de variedades se transforman en el escenario de una ciudad de contrastes, que disfruta del progreso y la expansión de los primeros años del siglo XX, pero que también se construye gracias al trabajo imprescindible de los obreros que alimentan sus fábricas.

Unos malviven en buhardillas y ahogan sus penas en las tabernas. A otros los ciega la codicia de incrementar su fortuna. Y los jóvenes herederos de una aristocracia menguante dilapidan el patrimonio familiar, convirtiendo en una fiesta constante sus salones modernistas. Pero ¿acaso la muerte y el paso del tiempo no son iguales para todos?

Unos gritos alertaron de que algo estaba ocurriendo en la calle. Tras irrumpir en la ceremonia, la mendiga había salido huyendo y, en su carrera, no se había dado cuenta de que un simón cruzaba en ese instante ante la iglesia de San Felipe. El cochero había intentado detenerlo, pero la mujer tropezó cayendo entre las patas de los caballos que, asustados, salieron al galope sin hacer caso al conductor. Un crujido siniestro partió en dos el espinazo de aquella desgraciada cuando una de las ruedas le pasó por encima.

El vals de la novia ausente juega con el concepto del paso del tiempo, en un baile de tres movimientos y un epílogo, igual que si fueran los compases de un vals literario. Una novela coral que, a la manera de las historias clásicas de detectives, combina la intriga policial con el retrato de la sociedad de principios del siglo XX, una documentación rigurosa y una buena dosis de sentido del humor.

A través de sus páginas, el lector visitará lugares como el teatro Pignatelli, la Casa Molins, la joyería Aladrén, el café Moderno, el casino Principal o el hotel Regina, que recuperan así su esplendor y reviven literariamente una Zaragoza desaparecida, que comparte protagonismo con el bullicio de espacios públicos como la calle Cerdán, el paseo de la Independencia, los veladores del Coso o los montes de Torrero.

El autor: A Javier Vázquez le gusta contar historias en la radio, en los libros, a veces en la tele y también en el teatro. Durante quince años ha estado al frente del programa Escúchate en las tardes de Aragón Radio y ha sido reconocido con el Premio de Comunicación del Instituto Aragonés de la Mujer y con el Premio Solidario Grupo Social ONCE.

El vals de la novia ausente es la segunda entrega de la saga de novelas ambientadas a principios del siglo XX que protagoniza la cupletista detective Merceditas Ibor, tras el éxito de Tango para una asesina. Además, es autor del thriller rural contemporáneo Tres ovejas. Como dramaturgo, ha publicado las piezas teatrales Un señor de traje gris, que llegó a representarse en Rusia, e Y si fuera posible amar, que actualiza la historia de los Amantes de Teruel y de cuya ficción sonora fue también director artístico. Su obra Uno más uno fue la ganadora del II Certamen de Microteatro Horeca. También es autor de los libros infantiles Cuatro cuentos rusos y El escondite ultrasecreto.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Javier Vázquez Ezcurdia:

-Javier, de siempre que te ha gustado de contar historias…en la radio, escribiendo… ¿por qué?, ¿de dónde crees que “te sale” esta necesidad?

-Pues no lo sé. Desde siempre me ha gustado contar historias. De niño jugaba a escribir cuentos, a hacer teatro, a inventar programas de televisión, a montar la subasta del Un, dos, tres con los clics de Famobil… Y fíjate, al final, todo eso se ha convertido en mi oficio.

-Porque, Javier de contar, conversar por las tardes en la radio…acercarnos a historia y a gentes al pasar a plasmarlo negro sobre blanco, ¿qué trecho hay?

-Nunca me he planteado que sean cosas diferentes. La herramienta es la misma: la palabra, y la finalidad, también: comunicar. Es verdad que en la radio el guion «te lo escribe» la propia actualidad, la vida que pasa, mientras que, en una novela, sigues contando la vida, pero con la posibilidad de imaginarla o reinventarla a tu capricho.

-En concreto, ¿qué te ha llevado a escribir El vals de la novia ausente?

-El cariño y la aceptación con la que los lectores recibieron la novela anterior, Tango para una asesina. Empecé a escribir el vals mientras recorría Aragón presentando el tango. En todos los clubes de lectura me preguntaban por el siguiente caso de la protagonista, la Bella Ibor. El interés por el personaje y todo lo que la rodea me empujó a escribir los primeros capítulos cuando aún estaba promocionando el libro anterior.

-No es tu primera novela y es la segunda ambientada en los primeros años del siglo pasado: ¿por qué ese siglo; por qué ese tiempo y esas gentes que desfilan por una especie de gigantesco escenario, como un “cinemascope”?

-Es una época que me seduce mucho y, especialmente, en mi ciudad, Zaragoza, que es la gran protagonista de ambas novelas. El inicio del siglo XX fue un momento de gran transformación para la ciudad, el paso de una Zaragoza más agrícola a otra que apostaba su progreso en las primeras fábricas, el ferrocarril, los nuevos bulevares o la expansión urbanística de la ciudad. Sin olvidar las relaciones sociales, que tenían su reflejo en el día a día de la ciudad: desde las grandes casas modernistas que los industriales y comerciantes se hacían construir para presumir de su nuevo estatus, al bullicio de las calles y los cafés que frecuentaban las clases populares, los grandes teatros o los hoteles en los que se servía el té a las cinco, a la manera inglesa.

Hay que pensar que eran unos años en los que seguía viva la herencia de la Exposición de 1908 que, igual que nos ocurrió a nosotros cien años después, también entonces generó una sensación de alegría compartida y de confianza en todo lo que la ciudad era capaz de hacer.

-Enlazo un poco con la pregunta anterior… ¿tú partes de iniciar tus narrativas/novelas desde una o varias imágenes…desde imaginarte una especie de escenas, un personaje, una cara…la acción en un escenario? Lo pregunto, también porque hay much@s autor@s que lo hacen así, lo de partir de escenas imaginarias, de caras…y tú, además eres dramaturgo…

-Lo primero que busco es una situación que genere un conflicto a los personajes. A partir de ahí, me dejo llevar como si fuera el espectador de una obra de teatro y son ellos, los personajes, los que van actuando en función de la personalidad que yo imagino que tienen. Quizá, por eso, muchos lectores me han dicho que sienten que están viendo una serie desde que se sumergen en la primera página. Y es verdad que, en mi cabeza, de forma inconsciente, estructuro la trama como si se tratara de una ficción audiovisual de época.

Y respecto a mi formación teatral y mi experiencia como dramaturgo, tal vez se nota en que me gusta mucho cuidar el lenguaje y los diálogos para que resulten creíbles en la época y en los personajes. No obstante, volviendo a la pregunta, soy un tanto caótico escribiendo. Puedo tener una idea de lo que quiero que pase en un capítulo pero, muchas veces, los personajes se me rebelan y me llevan por otro camino. De hecho, hay secundarios que han ganado peso en la trama porque así lo han querido. Yo solo me dejo llevar…

-Pero, en realidad, Javier, ¿qué te ha llevado a escribir esta obra narrativa? Porque para ti, ¿qué es para ti la narración?.- -Amigo Javier , ¿qué pretendías al sumergirnos en este ejercicio narrativo…?

-Acompañar y entretener a cada lector, guiándolo por la Zaragoza de principios del siglo XX y planteándole una trama de enigma policial, mientras disfrutamos juntos del camino. Si además a alguien le sirve para conocer mejor el retrato social de una época, con sus brillos y sus miserias, me daré por más que satisfecho.

-En tus creaciones, Javier, ¿qué papel quieres darles a los personajes, prioritario frente a la trama y al escenario?

-El libro es un todo. La ciudad, Zaragoza como escenario, se convierte en ocasiones en una protagonista más de la novela. Y nada funcionaría sin unos personajes muy definidos que cumplen, cada uno, con su papel. A esto súmale la necesidad de que la trama detectivesca sea honesta con el lector, sin pistas falsas ni trampas finales, y aparece el equilibro entre todos los elementos que me planteas.

-Porque parece que el papel de la trama siempre es el eje sobre el que gira todo lo demás---hasta la paciencia, satisfacciones e insatisfacciones del escritor o escritora--, pero a veces la ósmosis entre personajes y trama es tan fuerte que interaccionan de una manera que hacen que la narrativa transcurra sola…

-En mi caso, esto último es muy cierto. Son los personajes los que habitualmente me dan la mano al escribir y me van guiando por sus vidas y sus sentimientos mientras van apareciendo la trama principal y las subtramas.

-¿Cuál y cómo es el papel que le otorgas al escenario en el que se pasean los personajes y se desarrolla la trama?

-Esto es algo muy importante. Aunque esté narrando una ficción, para mí es primordial darle una sensación de veracidad cotidiana. Creo que es algo que dota de realismo a la novela y a los personajes. Que las calles por las que pasean o los edificios en los que entran estén retratados con fidelidad, que puedan comprar o tomar un té en los mismos lugares en los que lo hicieron sus coetáneos de la Zaragoza de 1912. Quiero que el lector se quede con las ganas de haber habitado esa época y que sienta la misma satisfacción que si hubiera acudido al teatro Pignatelli a aplaudir a la Bella Ibor o a endulzarse con una mistela y unas pastas a la pensión de doña Teresa.

-Se nota que te lo has pasado muy bien escribiendo, creando e imaginando esta historia, ¿no?, además quizás te haya sido un poco más fácil que la primera que transcurría en aquellos primeros albores del siglo XX…

-He disfrutado muchísimo. Es una época que siempre me ha atraído y sobre la que he investigado y me he documentado mucho. Podría decirse que llevaba toda una vida preparándome para escribir estas novelas. Lo cual no quita para que haya un trabajazo tremendo de documentación detrás.

-¿Los personajes que muestras y haces desfilar en tu historia han ido cambiando tal como los pensaste en un inicio bajo el influjo de la trama o es más bien algunos rasgos de la trama los que cambian bajo el influjo, influencia o enamoramiento al que te someten, como escritor, algunos de los personajes…

-Es cierto que los personajes principales venían ya de la novela previa, Tango para una asesina, y que «acudían a este nuevo baile» muy definidos. Sin embargo, he querido recuperar para Mercedes, la protagonista, algunos aspectos que apenas apuntaba en el libro anterior. Obviamente, eso condiciona su relación con el resto de personajes.

Además, también aparecen otros secundarios que han llegado pisando con fuerza y que me han arrastrado, reclamando un protagonismo que inicialmente no tenían. Seguro que quienes hayan leído El vals de la novia ausente entenderán esto que digo si piensan en Felipito Valdenebro, el señor Remón o las tres cacatúas que son las supuestas amigas íntimas de Beatriz Collados.

-Lo que quiero decir que en tus libros y en este libro, seguramente, te ves sugestionado por los personajes, quizás también por las situaciones…pero, me da, conociéndote un poco—desde la lectura, conduciendo el programa de radio en la tarde de Aragón radio en su día…---que te implicas, mucho más en lo humano, en “ese factor humano” …

Por supuesto! Nuestra vida es aquello que construimos con los que nos rodean. Lo más importante siempre son las personas. Para mí lo interesante es contar esas pequeñas grandes historias que hay siempre detrás de todo. Y eso sirve para un programa en la radio, en la tele, sobre un escenario o en una novela. Al final, lo que mueve el mundo son las pasiones, las buenas y las malas; son las que deciden por qué nos comportamos de una forma u otra.

-Amigo, ¿nos puedes hablar del proceso de documentación, búsqueda de fuentes, lectura de libro y demás que hay detrás de este libro porque, aunque cercano, el siglo XX queda o se nos queda lejos y más en aquellos primeros años del siglo XX? Período apasionante, pero muy afanoso y trabajoso que, a veces, incluso nos puede sumergir en cierta ansiedad... ¿Cómo lo llevas?

-Os lo contaba antes. Realmente llevaba toda una vida documentándome sin saberlo para escribir estas novelas. Cuando lo que haces te apasiona, no eres consciente de la cantidad de horas que le dedicas.

Quizá lo más complicado haya sido buscar esas cosas cotidianas de aquella época, que trufan toda la novela, y que construyen esa verdad literaria que mencionaba. Me he pasado horas y horas revisando archivos fotográficos y hemerotecas buscando menús de restaurantes, confiterías, cafés, el recorrido de una línea de tranvía, tejidos…  Y también hay mucho paseo por la ciudad buscando las huellas de la Zaragoza de principios del siglo XX. De hecho, tengo el móvil repleto de fotografías con las localizaciones que iba encontrando y que me servían para comprobar cómo han cambiado algunos espacios.

-Y, ¿ cómo ha sido el día a día de trabajo, tu metodología de trabajo para construir este libro de ensayo / narración?

-Desde el principio tenía claro que el concepto del paso del tiempo iba a ser clave en la novela. Planteo un juego con el tiempo, construyendo las distintas partes de la historia igual que si fueran los tempos de un vals literario. En cuanto empecé con las primeras páginas, me di cuenta de que no era una novela para escribir en los ratos libres que me dejaba el trabajo; así que decidí invertir todas mis vacaciones del verano de 2019 en dar formar al libro. Un mes entero trabajando, entre ocho y diez horas, los siete días de la semana. Terminé el manuscrito inicial a solo un día de reincorporarme a la radio.

Para que os hagáis una idea de lo complejo que fue escribirla, os cuento que los primeros capítulos que aparecieron en la pantalla del ordenador no son los que abren la novela, sino que pasaron a ser el meollo de la historia. Después escribí la resolución de la trama detectivesca y, con todo esa arquitectura previa, comencé a construir el resto de la historia de forma lineal, sabiendo los hitos hacia los que me conducían los personajes.

-Esta novela, ¿te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de los aspectos tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que estás sumergido ahora?

-Me ha encantado investigar sobre el mundo del teatro de variedades de principios del siglo XX y descubrir más y mejor a unos personajes extraordinarios que no conocía en profundidad como Consuelo Vello, Leopoldo Frégoli, Álvaro Retana, Egmont de Bries o Rosita Calvo.

Ahora toca seguir investigando sobre esos mismos años para preparar el nuevo caso de la cupletista detective Merceditas Ibor. Aún no tengo muy claro a dónde me llevarán las pesquisas pero, de momento, ya estoy paseando por París y por Teruel. Al mismo tiempo, estoy terminando de escribir una novela negra contemporánea, en la línea de otro de mis libros anteriores, el thriller rural Tres ovejas, que también ha tenido una gran acogida entre los lectores.

-Amigo, ¿cómo ha sido trabajar con Mira Editores?;¿nos puedes dar alguna pista sobre lo que estás trabajando ahora?

-Un gusto. Trabajar con ellos es trabajar con un equipo muy profesional y que aporta toda su experiencia a cada proyecto, además de un cuidado exquisito al lenguaje. Yo soy un enamorado de las palabras y he encontrado en ellos unos compañeros de viaje estupendos.

 

 

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