Cazarabet conversa con...   José Ignacio López Susín, autor de “Una vida para el Derecho. Joaquín Martón y Gavín, jurista y político aragonés” (Rolde de Estudios Aragoneses)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

José Ignacio López Susín le da un repaso a la vida de Joaquín Martón y Gavín como jurista y político aragonés.

Edita el libro Rolde de Estudios Aragoneses que dice sobre el libro: “José Ignacio López Susín recupera a Joaquín Martón y Gavín, destacado jurista e influyente hombre público en la política y la sociedad de la Restauración en Aragón. Una vida para el Derecho ha sido editado por Rolde de Estudios Aragoneses, con la colaboración del Colegio de Abogados de Zaragoza”.

La sinopsis del libro:

Joaquín Martón y Gavín (Biescas, 1835 – Barcelona, 1905) fue un personaje singular. Dedicó su vida al derecho y a la política. En el ámbito jurídico destacó pronto publicando con apenas 30 años unos manuales de derecho aragonés que han sido considerados como los más extensos, reflexivos e influyentes del siglo XIX. Su obra fue fundamental para que Tilander localizase el original del Vidal Mayor. Fue el verdadero factótum del Congreso de Jurisconsultos Aragoneses. Llegó a ser decano del Colegio de Abogados de Zaragoza y, además de juez en Zaragoza, presidente de la Audiencia de Barcelona y magistrado en Granada y Madrid…

Su vida pública también tuvo un largo recorrido, desde presidente de la Diputación de Zaragoza, diputado en Cortes, vocal de la Junta de la Caja de Ahorros, impulsor del ferrocarril de Canfranc, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zaragoza, gobernador civil de varias provincias… así como presidente del Ateneo zaragozano o impulsor de la creación del primer establecimiento psiquiátrico en Aragón.

En palabras de su autor, José Ignacio López Susín (estudioso del Derecho y la diversidad lingüística aragonesa y persona de larga trayectoria en la gestión y política cultural), el libro trata de «saldar esa pequeña deuda que la sociedad aragonesa tenía (sin saberlo) con Martón. La investigación llevada a cabo nos ha permitido reconstruir una vida inquieta e intensa de un aragonés consciente y orgulloso de nuestro pasado, que pretendió hacer accesible el derecho foral para quienes tenían que aplicarlo y no encontraban en sus estudios formales el camino para ello, algo que no llegó hasta 2018».

El autor: José Ignacio López Susín (Zaragoza, 1956) es licenciado en Derecho y funcionario de la Administración de Justicia.

Ha sido director del Área de Cultura de la Diputación de Zaragoza (1999-2003) y del Área de Educación, Acción Social y Juventud del Ayuntamiento de Zaragoza

(2003-2007) y actualmente es director general de Política Lingüística del Gobierno de Aragón (2015). Fue miembro del Consejo Superior de las Lenguas de Aragón.

Ha sido presidente de Rolde de Estudios Aragoneses, y formó parte desde sus inicios del Consejo de Redacción de Rolde. Revista de Cultura Aragonesa.

Entre otros trabajos, ha publicado Antropónimos aragoneses. Nombres aragoneses de persona (coautor, 1989), Bocabulario de Plasenzia (Sotonera) (coautor, 2000), El régimen jurídico del multilingüismo en Aragón (2000), Gente de Leyes. El Derecho aragonés y sus protagonistas (2004), El diccionario aragonés, colección de voces para su formación, 1902 (2009), Manuel Díaz Rozas: Apuntes de Lengua Chesa (editor, 2013), Estudios sobre el Estatuto jurídico de las lenguas de España (coautor, 2006), Estatuto Jurídico de las Lenguas propias de Aragón (2011, con José Luis Soro), y Formularios de escrituras notariales en castellano y aragonés según el Código de Derecho Foral de Aragón (2015 y 2017, con Javier Mazana y Miguel Martínez Tomey), además de colaborador habitual en revistas especializadas como Revista de Llengua i Dret.

Ha coordinado o editado otras obras como José Aced. Memorias de un aragonesista (1997, con J. L. Melero y C. Serrano); Rolde de Estudios Aragoneses (1977-2002). Pasar haciendo caminos (2002, con J.L. Melero y A. Peiró) e Historia de la Autonomía de Aragón (2003, con C. Serrano).

 

 

 

 

Cazarabet conversa con José Ignacio López Susín:

-Amigo José Ignacio, ¿qué es lo que te ha llevado a investigar y estudiar la figura de Joaquín Martón y Gavín… este jurista y político aragonés del siglo XIX?; no sé, también nos puedas explicar si hubo algún incentivo que te ha hecho investigar sobre la figura de este jurista que marcó tiempo y ritmo en su época, ¿no?

- Martón es una figura que me interesó desde que, en 2004, publiqué Gente de leyes. El derecho aragonés y sus protagonistas, en la “Biblioteca Aragonesa de Cultura” que dirigió Eloy Fernández Clemente.

Hace dos o tres años compré uno de sus libros y descubrí en él un vocabulario de las “Observancias”, que no estaba citado en ninguno de los repertorios de léxico aragonés. Esa fue la mecha que encendió la llama para ponerme a trabajar sobre él y, además, su origen tensino que de alguna manera también me vinculaba a él.

-Uno de los objetivos de este libro es darlo un poco más a conocer porque es un poco desconocido y más si ves, miras y compruebas en todo lo que estuvo involucrado, ¿no?

- Sí, es un personaje de gran interés y creo que injustamente olvidado. Un jurista de lo mejor del siglo XIX, factótum del Congreso de Jurisconsultos Aragoneses en el que Joaquín Costa lo denominó “la lengua del Congreso”; autor de los mejores manuales de derecho aragonés de la época, en palabras del profesor Delgado; impulsor del ferrocarril de Canfranc; diputado a Cortes por Jaca; presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza; teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zaragoza; presidente de la Audiencia Territorial de Barcelona; gobernador civil de varias provincias, entre ellas Zaragoza …

-Fue un jurista que marcó camino de manera prematura porque a los 30 años ya escribió varios manuales de derecho aragonés, ¿qué nos puedes decir?

- Durante varios siglos no se enseñó derecho aragonés en nuestra Universidad, a pesar de que era el derecho aplicable, y los abogados salían de la Facultad con esa carencia. Esta situación se trataba de paliar por la Academia Jurídico Práctica Aragonesa, en la que Martón impartía docencia. Mi hipótesis es que esos manuales eran los libros de texto de la Academia, puesto que salieron todos a la vez y además una de las formas de adquisición era por suscripción.

-Estos manuales, ¿qué tenían de diferente y diferencial con respeto a otros?

- Es que prácticamente no había otros. Unos años antes, en 1846, el que fuera entonces presidente de la Academia, Mariano Nougués, en el Discurso de inauguración del curso hacía un repaso de los principales autores que habían estudiado nuestro derecho y ponía como ejemplo el uso del Tyrocinio de Lissa que databa de 1703 y del Manual del Jurisconsulto Aragonés de Juan Francisco López del Plano de 1842, aunque con la prevención de que no constituían un curso completo. Es decir, que los textos de Martón realizados junto con su compañero Santapau (del que se conoce muy poco), vinieron a llenar esa laguna.

-Hoy en día. Hoy por hoy, ¿todavía sus reflexiones como jurista se tienen en cuenta…?

- No tanto sus reflexiones como su magisterio. En su plena madurez como jurista publicó otro manual, en este caso sobre derecho sucesorio, que fue muy aplaudido por Joaquín Costa animándole a publicar la Biblioteca de Escritores Aragoneses que, efectivamente, fue uno de los proyectos más importantes de finales del XIX y que, por esa carta de Costa, debemos entender que fue iniciativa de Martón. También, por las necrológicas que se publicaron a su muerte y algún dato en la prensa hay constancia de que estaba escribiendo algún otro libro sobre nuestro derecho que, por ahora, no ha sido encontrado.

-Su trayectoria como jurista trascendió más allá de la capital del Ebro: Barcelona, Madrid, y hasta La Habana, aunque ahí no llega a tomar posesión… ¿cómo le fue en esos lares?

- Así es, fue presidente de sala de la Audiencia Territorial de Granada, fiscal y magistrado en Madrid y presidente de la Audiencia Territorial de Barcelona (lo que hoy sería el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña), y como dices también se le destinó a La Habana, cuya Audiencia era la de más alto nivel fuera de la Península, del mismo que Madrid. No tenemos muchos datos de estas estancias, parece que en Barcelona no le fue muy bien porque solo estuvo unos meses y, además, hay un telegrama en su expediente personal del secretario de gracia y justicia en el que le dice que una vez firmado su traslado de Barcelona a Madrid, recibe noticias de que quiere renunciar y le pide que se lo confirme de inmediato. No debió hacerlo pues ese nombramiento se hizo eficaz. El traslado suponía un evidente descenso en el escalafón pasando de presidente de una audiencia territorial a magistrado en otra. Sin embargo, cuando se jubila vuelve a Barcelona a residir y allí fallece.

No obstante, si trazamos un cronograma de su vida vemos que es un constante cambio de lugar de residencia (sin contar con sus años jóvenes en los que vivió en Biescas y Jaca): Zaragoza, Madrid, Barcelona, Tarragona, Zamora, Valladolid, Oviedo, Granada … Teniendo en cuenta los medios de comunicación de la época, un continuo ir y venir.

-También tiene trascendencia su vida como político: ¿cómo lo definirías?, recordemos que fue presidente de la Diputación de Zaragoza y diputado en las Cortes…

- Se inicia en la política como concejal del ayuntamiento de Zaragoza, del que llega a ser Teniente de Alcalde, alcanzando también la Diputación Provincial que preside durante un breve periodo; luego gobernador civil en varias provincias y diputado a Cortes por Jaca, para volver a la política local de nuevo como diputado provincial, hasta que ingresa en la carrera judicial por el “cuarto turno” (es decir, como jurista de prestigio).

Estuvo afiliado primero en el Partido Liberal Monárquico y luego en el Reformista (de Romero de Robledo), que llegó a presidir en Zaragoza.

Sobre esto le dedican unas coplillas jocosas en un periódico zaragozano, lógicamente de sus adversarios políticos:

¡Quién hace caso

de un romerista,

que fue al filiarse

corto de vista,

viéndose claro

el revolcón.

-Pero su acción pública va más allá es vocal de la Caja de Ahorros e impulsor del ferrocarril de Canfranc, presidente del Ateneo zaragozano e impulsor del primer establecimiento psiquiátrico de Aragón… ¿un adelantado a su tiempo o una persona, además, hiperactiva?; ¿veía las necesidades y quería ofrecer soluciones de una manera que casi podríamos interpretar como impulsiva, aunque, seguro, estaban muy pensadas y mesuradas?

- Seguro que sí, yo veo en él un personaje muy inquieto pero no un “veleta”, quiero decir que toda su vida me parece coherente.

Un ejemplo. Desde sus primeros libros de derecho aragonés, vamos a llamar de juventud, hasta su Tratado de sucesiones intestadas, pasan más de 30 años, pero forman parte de una línea de trabajo y de pensamiento, porque al año siguiente (1889) un periódico de Zaragoza cuenta que se había traslado a Barbastro a escribir un tratado de derecho, tal vez el mismo que aún no se ha encontrado y que la prensa de Barcelona decía en su necrológica que había dejado inédito.

-¿Cómo ha sido, José Ignacio, el proceso y la tarea ardua de investigación que, además, tiene mucho a ver con el proceso de documentación?

- Efectivamente, fueron unos meses muy intensos en los que todos los momentos libres los dedicaba a este personaje que, además, no dejaba de sorprenderme cuanto más entraba a conocer su vida y su obra.

En este caso había mucha documentación, especialmente a través de la prensa y de su expediente en el Ministerio de Justicia que se completaban mutuamente.

Ha sido muy gratificante poder ir uniendo las piezas para lo que ha sido de gran utilidad la digitalización de la prensa que se ha llevado a cabo en los últimos años, y la labor de los archiveros que me han facilitado el acceso a diversos archivos, doce en total.

-La investigación, la recopilación de documentación, el contrastar todo ello, el aproximarse a testimonios, más o menos directos, sobre vuestro trabajo… es un trabajo que requiere de tiempo, dedicación, minuciosidad, pero también de mucha gratificación al final cuando lo ves todo… ¿qué nos puedes decir?

- Claro, claro, ir encontrando respuestas a todas las preguntas que te vas haciendo a lo largo de la investigación, piezas sueltas que de repente encajan… también hipótesis que no puedes confirmar porque muchas veces forman parte la vida íntima del personaje. Te voy a poner un ejemplo de Martón. Comienza a estudiar derecho en Zaragoza y el tercer curso lo hace en Barcelona, volviendo a Zaragoza al año siguiente, no sabemos por qué, pero es que en un escrito suyo solicitando el traslado de matrícula dice que lo hizo “interinamente” y habiendo dado “cima al urgente asunto que a ella [Barcelona] le condujo”. ¿Qué fue aquel asunto? Seguramente algo personal. En Barcelona vivía un hermano de su madre… Probablemente nunca lo sabremos… o sí, si aparece algún documento que ahora desconocemos, y esto que es un dato insignificante sería muy grato para el investigador porque cerraría una incógnita en la vida del biografiado.

-¿Y qué metodología de trabajo sueles seguir?  ¿Trabajas sobre un guion de cuestiones y/o preguntas sobre las que ir encontrando respuestas?

- Lo primero es recopilar toda la información posible y, una vez, que la tienes componer un índice ideal, una especie de esquema de lo que puede ser el trabajo, siempre sujeto a cambios o mejoras en función de lo que en la redacción final te vaya surgiendo. Es importante tener un plan de la obra para que todo esté ordenado, al menos en lo que quieres transmitir al lector.

-Amigo, ¿cómo ha sido trabajar con Rolde de Estudios Aragoneses?

- Mi relación con el REA viene de antiguo, no hay que olvidar que fui uno de sus fundadores. En este caso concreto ha sido, como no podía ser de otra manera, muy satisfactoria. Como sus actuales responsables saben soy bastante perfeccionista y eso, en la edición de un libro, supone ver y corregir pruebas hasta que el resultado sea satisfactorio. Estoy muy agradecido por ello, y espero que no sea la última vez.

 

 

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Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

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