Cazarabet conversa con...   César Rina, coordinador del dossier sobre Arturo Barea en el número 147 de la revista “Turia” (Instituto de Estudios Turolenses)

 

 

 

 

 

 

 

Nos acercamos, de nuevo, a esta revista cultural turolense que esta vez se acerca, muy de cerca, al escritor pacense Arturo Barea, todo un referente destacadísimo de la literatura en la diáspora.

El presente número de Turia presenta un extraordinario análisis monográfico acerca de este escritor siempre un tanto o un mucho olvidado por la literatura en castellano...

Autor, entre otras, de la memorable, La forja de un rebelde exponente de la literatura realista, sentida, vívida y expulsada en una perfecta simbiosis entre la mente, el alma y los dedos que escribieron o teclearon esta trilogía formada por La forja, La ruta y La llama. Pero Barea fue más y entre sus escritos podemos destacar: Lorca: el poeta y su pueblo; Unamuno—un ensayo--; La raíz rota; El centro de la pista o Valor y miedo

Un escritor que en sus títulos delataba mucho de lo que quería decirnos dentro...

Con La forja de un rebelde escribe una obra testimonial pletórica desde todos los sentidos y sensibilidades lectores.

Además, la revista presenta los mismos rincones de siempre, delicados y muy alentadores. En este nº 147 podemos encontrar:

Un espectacular monográfico dedicado a Arturo Barea es el principal contenido del nuevo número de TURIA. Catorce autores contribuyen, con casi 200 páginas de textos inéditos, a redescubrir a uno de los protagonistas de las letras españolas del siglo XX.  También te invitamos a leer artículos inéditos acerca de Enrique Vila-Matas y Antonio Pereira, o sobre el renacer de la literatura vinculada a la naturaleza y sobre la novela negra y los tópicos que la lastran. La mejor narrativa en español está presente con Gonzalo Hidalgo Bayal, Susana Martín Gijón, Cristina Sánchez-Andrade, Isabel González e Inma Chacón.

No hay que perderse la nutrida y plural sección de poesía que incluye inéditos de Marieke Lucas Rijnevald, el autor más joven en ganar el prestigioso Premio Booker Internacional. Otros poetas que también publican textos originales son Álvaro Valverde, Basilio Sánchez, Ben Clark, José Antonio Zambrano, Luis Bagué Quílez, Efi Cubero y Azahara Palomeque. Por último, una lectura atenta requieren las conversaciones exclusivas con Eduardo Mendoza y Brenda Navarro.

El historiador César Rina coordina el monográfico, El Cartapacio,  que se acerca a la figura del escritor pacense, Arturo Barea.

 

“Puedo hablar de lo que he vivido”. El desastre español según Arturo Barea. Por César Rina Simón

https://conversacionsobrehistoria.info/2023/07/08/puedo-hablar-de-lo-que-he-vivido-el-desastre-espanol-segun-arturo-barea/

 

 

 

 

Cazarabet conversa con César Rina:

 

-César, ¿cómo ha sido colaborar y coordinar con Turia para dar a conocer y engrandecer a la figura de Arturo Barea este escritor pacense y hacerlo, a la vez, con otras plumas, en concreto 14, que han aportado sus visiones particulares, y desde diferentes perspectivas que nos acercan al hombre y a su obra?

-La colaboración con Turia ha sido una muy buena experiencia, es un buque insignia de la cultura en lengua española, si no me equivoco creo que este año cumplen cuatro décadas. A poco que se conozca la trayectoria de otras revistas análogas se puede comprender lo extraordinario de esta publicación, y realizada desde los márgenes –al menos en términos demográficos- del país. Esto es muy importante ya que demuestra que se pueden hacer productos de calidad sin pasar por el centro y por los círculos restringidos de siempre.

La coordinación me la propuso el director de Turia, Raúl Carlos Maícas, a través de Luis Sáez Delgado, director de la Editora Regional de Extremadura, ya que la Junta de Extremadura participa en la edición de este número. Durante más de un año hemos trabajado de forma conjunta para aunar las voces de los principales especialistas en Arturo Barea, pero también dar cabida a ensayos más frescos que abordan aspectos de su vida y obras menos transitadas. Os reconozco que como historiador he intentado que otros colegas del oficio enriquezcan el corpus de ensayos sobre Barea, que generalmente se restringen al ámbito de la literatura. Su obra, y especialmente la trilogía La forja de un rebelde, es un testimonio y una interpretación de la historia contemporánea de España sin parangón, debería ser mucho más transitada por la historiografía.

El resultado del monográfico es muy novedoso. El lector encontrará aportaciones hasta ahora desconocidas. Hemos abierto muchas puertas y espero que hayamos promovido la lectura de su obra, que a fin de cuentas es el objetivo último de cualquier revista literaria.

 

-Una cosa que es indivisible de la otra… Barea no podía y casi te diría que no sabía dejar la piel de humano a la hora de escribir, ¿verdad? - Me acuerdo mucho de esto remitiéndome a:” Puedo hablar de lo que he vivido”. El desastre español según Arturo Barea.

-Esta metáfora de “dejarse la piel”, o “dejar la piel”, refleja muy bien su actitud ante la vida, ante la escritura y ante sus afinidades políticas. Barea no pasa por el mundo de espaldas. La injusticia le hierbe y le moviliza. Esta intensidad la lleva a su narrativa, que no podemos olvidar que es mayoritariamente autobiográfica.

 

-¿Por qué crees que empieza a escribir tan tarde... para exorcizar esos miedos internos que pueden ser nocivos para la salud, sobre todo para la mental?

-Bueno, él mismo en La Llama, su mujer Ilsa en la novela autobiográfica Telefónica y en unos manuscritos biográficos que recogió Nigel Townson en Palabras recobradas, documentan que empezó a escribir como terapia psicológica para evadirse –él dice también “explicar” y “explicarse”- de los horrores de los bombardeos sobre Madrid, del miedo a la derrota, a la muerte y a la violencia desatada también dentro del bando republicano.

Barea comienza a escribir en el edificio de la Telefónica cuentos de movilización que luego recoge en el libro Valor y miedo, publicado poco antes de la caída de Barcelona. En realidad, más que movilizar, en estos relatos se acerca al abismo de la presumible derrota de la República y pone el foco en los hombres y mujeres anónimos que serán siempre los perdedores de la guerra, gane quien la gane. Cuando marcha al exilio, Barea se pone a recordar su infancia para escribir La Forja. Es decir, con la literatura huye a un territorio conocido, confortable. Se refugia en la memoria de su infancia, en su madre. El resultado es una obra de arte, pero no cabe duda que viene motivada por lo que podríamos denominar una terapia o un refugio psicológico ante el terror que le provocaba la guerra y el exilio.

 

-¿Cómo le influyó el vivir la mayor parte del tiempo en el edificio Telefónica y el trabajar allí en su escritura y en lo que volcaba en ella?

-El día a día en aquel edificio debió ser infernal. Quien mejor lo cuenta es Ilsa en Telefónica, donde además del horror se puede medir la humanidad que trasluce a todos los procesos traumáticos, y cómo en medio del infierno es posible que dos censores –un trabajo poco romántico, la verdad- se enamoren. A esa pulsión vital se agarran y les hace sobrevivir.

 

-TVE llevó a la pantalla La forja de un rebelde, todo un hito para aquella época y todavía ahora mirándolo desde la perspectiva que da el tiempo, ¿no?;¿cómo crees que la trató? —me refiero a la RTVE, la producción y el guion a la obra originaria de Barea—

-La miniserie me gustó, recrea muy bien la época y el personaje y lo hace manteniendo la intensidad de la obra literaria. Podrían reponerla con más frecuencia como hacen con otras series menos interesantes. Prefiero la novela porque la lectura tiene una capacidad evocadora que la hace insustituible. Además del mérito cinematográfico, muchos estudiosos de Barea reconocen que se interesaron por él a partir de esta serie. Es decir, puso a Barea en el foco, en la memoria popular de un país que a finales del siglo XX se construía en la televisión.

 

-¿Qué crees que intentaba Barea con su escritura?

-Esto también lo deja por escrito. Intenta tres cosas, de más personales a más generales. En primer lugar, intenta explicarse, recorrer un pasado que comparte con otros españoles. En segundo lugar, intenta explicar la derrota de las clases subalternas, de las que se siente miembro, como acto de expiación y de conciliación con un pasado que pudo ser y que no fue. Para él la guerra tiene una clara significación clasista. Y en último lugar, pretende explicar todo este proceso al público inglés y europeo, con el propósito de que sus opiniones públicas y sus gobiernos se movilicen contra la dictadura de Franco.

 

-¿Por qué me da que siempre combatía a algún tipo de demonio o demonios?

-Combate demonios de su pasado, las veces que sufrió la humillación de clase, las veces que vio a su madre trabajar como una mula, cuando en el colegio era humillado por ser pobre… son los demonios de la historia de España.

 

-¿Cómo crees que le influyó vivir el exilio desde Inglaterra y escribir desde allí ..un país que volvió a sufrir de los bombardeos en la II Guerra Mundial, seguramente que le recordó a él y no poco a los obuses y bombardeos que años antes le sacudieron desde aquel Madrid con el edificio Telefónica donde trabajaba en Trabajos culturales y propagandísticos?

-En Inglaterra encontró la paz y la libertad necesaria para contar su historia y la de España. Es cierto que al poco tiempo de llegar comienzan los bombardeos de la Luftwaffe, pero los Barea no tienen dudas. Esas bombas y las que cayeron sobre Madrid eran las mismas, procedían de la guerra internacional fascista. Esta vez las bombas no detuvieron sus ánimos literarios, también su posición era radicalmente diferente. En Madrid los Barea trabajaban y residían en el edificio más expuesto a los ataques de las tropas franquistas, objetivo de ataques por sus usos militares, gubernamentales y de telecomunicaciones.

 

-Desde la narrativa novelística destaca la trilogía La Forja de un rebelde, pero, después desde el ensayo o el ensayo biográfico, ¿destacarías más el que realiza sobre Lorca o simplemente ha trascendido más que el dedicado a Unamuno?

-Son obras con pretensiones diferentes. La de Unamuno fue un encargo, a modo de manual de estudiantes. Barea se identificaba con la “rebeldía” del filósofo, no así con su ideología, pero el formato es enciclopédico y divulgativo. En cambio, el ensayo de Lorca es más rico en aportaciones, expone ideas que han marcado el acercamiento al poeta de buena parte de los hispanistas. También la identificación con Lorca es mucho mayor, si Barea se siente el “novelista del pueblo”, Lorca sería su poeta.

 

-Un escritor que se pone a escribir tarde, pero que intuyo llevaba el germen de “esa fiebre por lo de volcar con la escritura” todo lo que sentía y se fraguaba por dentro de él, ¿no? ¿Por qué se vuelca tan tarde con la escritura?

-Los biógrafos de Barea han encontrado algunos textos de juventud, premios escolares o algunos escritos durante su estancia en Marruecos. Lee de forma empedernida en su infancia. Es decir, todo apunta a que Barea quiere ser escritor, pero no puede por su posición social. Tiene que trabajar. Lo intenta con la Residencia de Estudiantes, pero la institución es de pago y sólo se la puede permitir la burguesía progresista, como dice, “una aristocracia de izquierdas”. Asiste a algunas tertulias literarias y allí recibirá el mejor consejo para alguien que pretende escribir más allá del “postureo” de los círculos intelectuales. El propio Valle-Inclán, cuenta en Barea en La Ruta, le dijo: “si usted quiere aprender a escribir, quédese en su casa y estudie. (…) usted se imagina que lo estoy insultando, pero se equivoca. No le conozco, pero me merece una opinión mejor que la mayoría de los que están aquí mirándonos como bobos. Y por eso le digo, no venga a estas tertulias (…), de aquí no va a usted a sacar más provecho que, si acaso, un puesto de chupatintas en un periódico y la costumbre de tragarse todos los insultos.”

 

-Un día hablábamos que tiene algo en común, y no poco, con Chaves Nogales, pero su estilo también confronta, mirándolo de cara, con Ramón J Sender con Max Aub, hasta un poco, me recuerda a Baroja...porque nos hablan de ese dolor intrínseco, desde diferentes perspectivas y vivencias, pero que está ahí, impasible, residente y resiliente, como vigilante...

-Con Aub y Sender comparte la experiencia del exilio. Con Chaves Nogales, la maestría en el arte de la crónica. Con Baroja, la claridad de idea. Añadiría Pérez Galdós, que es el narrador que ha leído toda esta generación y al que todos veneran como un santo cultural. Es difícil encontrar paralelismos directos, y más en un autor autodidáctica, que escribe principalmente desde el exilo –y por lo tanto, alejado de las redes literarias-. Pero sí hay un discurso generacional compartido.

 

-Y desde allí él decide volcarse por la causa, la causa republicana a viva voz, colaboró con BBC Radio y con sus obras, primero escritas en castellano, traducidas al inglés por su compañera Ilse y después, con el tiempo, ya traducidas, de nuevo, al castellano...

-Las charlas de la BBC son su medio de subsistencia en Inglaterra. En ellas despliega todo su compromiso por la República, su crítica al franquismo y también su admiración por su país de acogida, al que defiende en las campañas en América Latina frente a la propaganda nazi. Las charlas le hacen popular, sobre todo en Suramérica, es la voz española de la BBC… pero principalmente es su medio de vida, su sustento. Las condiciones del exilio, en términos económico, no fueron muy halagüeñas y los Barea pasaron también muchas penurias.

 

-El desgarro del exilio fue otra manera de represión que podría parecer menor, pero que nos privó a todos y a todas ---a los y las exiliadas y a nosotros—de su potencial humano, ¿verdad? ---decimos de Barea como podríamos decir de cualquier potencial humano en la diáspora—

-En 2015 trabajé unos meses en México. Allí, sobre todo en círculos intelectuales del Colegio de México y de la UNAM, me encontré a una generación de hijos y nietos de españoles exiliados que seguían anclados a un país que murió en 1939 y que ya no existe. Esto lo cuenta muy bien Max Aub en La Gallina Ciega o el propio Barea en La raíz rota. Como si se tratara de un jardín de senderos que se bifurcan, el exilio desdobló la percepción de la nación hasta el punto de desmembrarse la sombra del cuerpo que la proyectaba. Para estos exiliados, la España republicana siguió viva en el exilio, desgajada por completo de la España “real” franquista.

 

-Pero en Barea parece que se arrastrase—desde él mismo-- cierto dolor perenne por su existencia, aún antes del exilio... conoció la guerra en Marruecos y el desastre de Annual de 1921 y después la guerra que, aunque no estuviese en la primera línea de guerra, sí que la vivió y la sufrió a su manera... en constante tensión desde el edificio de Telefónica en Madrid donde trabajaba en la faceta cultural y propagandística, ¿qué nos puedes comentar?

-En el segundo volumen de su trilogía, La Ruta, relata su experiencia en la guerra colonial. Es una descripción descarnada de la corrupción política, moral y patriótica de un país en descomposición.  A lo largo de sus páginas, Barea insiste en marcar distancias con la historia oficial de la guerra. El conflicto es una carnicería de las clases populares españolas –y marroquíes- sostenida en el tiempo por los pingües beneficios que reportaba a partir de la escala de oficiales del ejército y por el sistema de ascensos, que encumbró a jóvenes kamikazes como Francisco Franco. Es un alegato pacifista. Según Barea, este conflicto es el germen de la guerra civil española. En sus páginas afronta la doble moral extendida por todos los ámbitos de la sociedad, un país de amantes y pornografía que en el espacio público no paraba de darse golpes en el pecho.

 

-El mundo de las letras perdió la vitalidad de unas plumas que de no vivir la guerra hubiesen vivido y creado con una especie de frescura y vitalidad que se esfumaron para no regresar porque es lo que pasa con la gente que vive el horror de la guerra y teme ya no solo por ellos, también por los suyos, ¿verdad?

-No cabe duda que Barea escribió lo que escribió y lo hizo de esa manera porque irremediablemente lo había “vivido”. Esto no quiere decir que haya que tomar todos los datos que ofrece como ciertos, pero sí el conjunto de su testimonio.

 

-¿Qué destacarías del estilo de Barea; que no esconde ninguna carta, que va  directo al grano, que es directo hasta la raíz—nunca mejor dicho--?

-Ésa es quizá la principal característica de su estilo y por lo que ha sido universalmente celebrado. Barea no pretende contentar a determinados críticos literarios ni a otros escritores consagrados. Escribe para “contar” a un público muy extenso su vida, que fue al mismo tiempo la vida de España. Este estilo directo, crudo, alejado de formalismos y de recursos retóricos, ha motivado que durante mucho tiempo se le considerase un autor menor, importante por su testimonio, pero menor en cuanto a literato. Hoy pocos mantienen esto. Lo cierto es que su obra se sostiene por sí misma y ahí están los lectores para poner en su sitio su calidad.

 

-¿Qué obra de él crees que marca un antes y un después de una manera más determinada, su Trilogía La Forja de un rebelde?

-Sí, sus ensayos, relatos y charlas son meritorios, pero La Forja de un rebelde es un monumento, imprescindible para comprender la historia reciente de España, plenamente integrada en el canon literario español. Está por encima de todos los demás. Añadiría el ensayo sobre Lorca, por su originalidad.

 

-Es un autor que recoge muchas cosas, algunas las calca, de su propia vida...un autor autobiográfico, ¿no?

-Sí, la mayoría de su obra, y sin lugar a dudas, la de mayor mérito, es autobiográfica. Esto también se ha utilizado como argumento para restar dimensión literaria a Barea.

 

-Pero él parece que relata tanto más “su entorno” como su propia experiencia...hasta de esta hace un envoltorio, ¿no crees?

-Esto es importante. A diferencia de buena parte de la literatura del “yo” actual, Barea utiliza su vida para hablar del entorno, él no es el protagonista, es la sociedad de la época, las tensiones políticas, la corrupción. Aquí está la clave de su obra. Puede haber muchos diarios de combatientes, pero pocos en los que a partir de una experiencia personal se expliquen procesos colectivos de una forma tan certera.

 

-Amigo César, ¿por quién piensas, teniendo en cuenta su condición de autodidacta, que fue más influido Arturo Barea? ¿Y él a quién dejó huella o ha ido dejando...?

Barea se nutre de su experiencia o, mejor, del recuerdo de ella. Su influencia es principalmente su memoria. Más que el estilo, en su escritura predomina la narración de hechos que recuerda, aunque no tiene por qué reflejar situaciones verdaderas, pues escribe con décadas de diferencia de cuando se produjeron aquellos hechos. Sí creo que fueron importantes sus lecturas de juventud, el realismo social, Zola, los Episodios Nacionales…

 

-Porque parece que Antonio Muñoz Molina, por ejemplo con su La noche de los tiempos… se nota cierta influencia ¿no? ¿qué nos puedes explicar?

-La noche de los tiempos cuenta la historia de Ignacio Abel, un alter ego de Barea en La llama. Muñoz Molina es uno de los autores que con más vehemencia ha defendido el legado literario de Barea, hasta el punto de que él y Elvira Lindo tienen su pesada máquina de escribir. Desde mi punto de vista, se ha identificado de manera un poco torticera a Barea con “la tercera España”. El propio término de por sí es complicado, pues se podría sostener igualmente que hay cuatro o cinco Españas, y viene muy politizado por lecturas un tanto revisionistas de la República y la guerra. De Barea se destaca la denuncia de la violencia en el bando republicano, pero se ignora al mismo tiempo que el escritor defendió en todo momento el proyecto republicano y socialista, también desde el exilio.

 

-En una pregunta anterior quizás no me haya expresado bien. Sus obras primero, desde Inglaterra, fueron publicadas con esa lengua, pero escritas lo eran en castellano y traducidas al inglés ---era su segunda mujer quien se las traducía--- ¿cómo era la relación de Barea con ese hecho?

-A veces se ha dudado de la autoría de algunas obras de Barea, si las escribía directamente o se las dictaba a Ilsa, y si ésta se limitaba a traducir o bien participaba de su creación. Me temo que nos quedaremos con la duda. Diversos testigos de la pareja han constatado que Barea escribía sus borradores y luego se los pasaba a Ilsa, y algunas obras sí vienen firmadas por los dos, lo que invita a pensar que cuando Ilsa no firmaba la obra es porque no había participado de su composición.

 

-Barea traspasa, tiene y retiene desde el punto de vista de la mirada y perspectiva como narrador, cosas de una generación por aquí desde Inclán, quizás un poco de Baroja, a un poco de Galdós, Proust, pero luego es como si se fuese contagiando, puede que, por ser autodidacta, de más miradas, estilos que hizo propios...

-Barea es el resultado de la literatura popular –libros de bajo coste, publicaciones periódicas, novelas por entregas, etc.- y de la importancia de estas publicaciones en la formación de una generación literaria que emergió de las clases populares a comienzos del siglo XX.

 

-De trasfondo, aún en la derrota en todas las derrotas de la vida está la dignidad esa que le hace levantar la cabeza cada vez que experimenta el exilio...o cualquier derrota o cada vez que toma la difícil decisión de huir, aunque sea hacia delante---nadie somos quién para juzgar--....

-Eso es, juzgar los hechos del pasado no tiene mucho sentido. Barea demostró durante toda la guerra su compromiso con la República y se jugó la vida por ello en diversas funciones. Cuando el gobierno se trasladó a Valencia él se quedó en el edificio de la Telefónica, a tiro de las tropas franquistas. Ilsa y él “huyeron” con muchas comillas, pues habían sido relegados de sus funciones por presiones de los comisarios políticos soviéticos. De hecho, la República les invita a salir… Cuando cruzan la frontera, el 22 de febrero de 1938, Barea ya sabe que la República va a ser derrotada, lo ha visto en Madrid, las bombas que caían eran alemanas e italianas. La República no cuenta con apoyos internacionales. De ahí que desde el exilio se esmere en movilizar a la opinión pública internacional contra el fascismo.

 

 

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