Cazarabet conversa con... Bernardo
Fuster, autor de “Si mañana no regreso, quémalo todo” (El Garaje)
Desde Ediciones
El Garaje nos llega esta novela que nos “recolocará” en nuestro hoy y ahora…
La sinopsis
del libro: En el verano del 1951 un hombre se despierta en un banco del parque
del Retiro de Madrid. Ha perdido totalmente la memoria, ni siquiera sabe su
nombre, desconoce dónde está, cómo ha llegado hasta allí. Su interés por saber
quién es y la suerte de un encuentro casual, le dará la posibilidad de vivir
una experiencia única.
A través de
los distintos personajes, Bernardo Fuster nos muestra una España que se mueve
entre la represión y la esperanza, entre los que añoran el tiempo de los
paredones y los que, a la sombra del miedo, buscan un mundo mejor.
Una novela
libertaria e irreverente en la que lo real y lo posible, la rebeldía y la
sumisión, se entrecruzan en un relato sorprendente que tiene puntos de
referencia con su anterior novela “Si me ves no se lo digas a nadie”, aunque su
lectura es totalmente independiente...
El autor,
Bernardo Fuster: (Madrid 1951), músico y compositor, ha alternado su profesión
con la faceta de escritor. Exiliado en 1975 por estar implicado en la
resistencia contra la dictadura y bajo el nombre de Pedro Faura, grabó dos
discos. Ya en España, crea junto a Luis Mendo el grupo Suburbano, tras formar
parte durante un año del grupo de teatro Tábano.
Como músico
es autor de canciones tan populares como “La puerta de Alcalá”, “Arde París”,
“Makinavaja” o “Me cago en su Excelencia” entre otras.
Ha compuesto
música para películas y series de Luis García Berlanga, Fernando Trueba,
Ricardo Franco, Gonzalo Suárez y Adolfo Aristarain entre otros.
Ha publicado
“Los Hermanos de la Costa. Piratería libertaria en el Caribe” (El Garaje Ed.) y
“El contador de abejas muertas” (Varasek Ed.). “Si me ves, no se lo digas a
nadie” (El Garaje Ed.).
Cazarabet
conversa con Bernardo Fuster:
-Amigo, ¿qué te ha
llevado a escribir esta obra narrativa?
-Cuando
terminé de escribir la anterior novela “Si me ves, no se lo digas a nadie” me
quedé con las ganas de recuperar a uno de los personajes. Incluso pensé en
publicar un pequeño añadido que pudiese aparecer en las ediciones posteriores,
pero a medida que le iba dando vueltas a como recupera a ese personaje, o al
menos darle un epilogo adecuado, descubrí que allí había otra novela y me puse
a ello. Lo primero que hice fue buscar donde y como elaborar la trama en la que
poner a este personaje, siempre acorde con mi idea de denunciar a la dictadura
franquista, a la intolerancia religiosa y defender la dignidad de la rebeldía.
-
¿Es una “continuación” hasta cierto modo de “Si me ves no se lo digas a nadie”?
no pasa nada, también si no has leído la primera parte y te pones con ésta,
¿verdad?
-No
pasa nada, es una continuación en tanto en cuanto se repite un personaje, pero
se pueden leer independientemente. Es más, en la última lectura quite alguna
referencia a la anterior novela para que no interfiriese en esta. Tan solo es
un personaje el que se repite y la novela ocurre en lugares distintos y en
tiempos distintos. Si que hay continuidad en tanto en cuanto que en ambas
historias aparece el anticlericalismo, la clandestinidad, la rebelión frente a
las dictaduras y el humor. Son elementos que están presentes siempre, de una u
otra forma, en todo lo que escribo.
-¿Hay mucho trecho a
correr y muchas diferencias—con todas sus dimensiones--desde el
pentagrama en el que, además, hay que compaginar las notas musicales
----con todas sus cosas--- con la letra a el folio
en blanco?
-Si
te refieres a la diferencia entre hacer una canción o escribir una novela, sí.
Hay un abismo entre ambas. Son técnicas distintas. La canción exige un ritmo,
estás limitado a un numero de estrofas, suelen estar en primera persona y lo
más importante, tienes que llegar a la emoción compartida en un espacio breve.
Son como un disparo concentrado de sentimientos. En la novela, no hay límite de párrafos y
dispongo de distintos personajes y situaciones para alcanzar el objetivo,
incluso el ritmo es distinto. Al final hay una coincidencia. Tanto en la
canción como en la novela siempre me he plateado un mismo objetivo: reivindicar
la memoria, denunciar el silencio y el miedo, recordar y poner en su lugar a
los lucharon por las libertades y la solidaridad.
-Vas
al grano, amigo Bernardo…porque narras en primera persona el cómo se despierta
un señor en el Parque de El Retiro mermado de su memoria, desaliñado totalmente
como un mendigo…con la angustia pueril de no conocerse, ni reconocerse,
comprobando que otros sí lo hacen… Con “esa especie de amnesia”, ¿a quién
querías desnudar de las ataduras de su destino pasado y presente?
-Tanto
en la primera novela como en esta, y también en la que cerrará la trilogía de
Niceto Buyo, el protagonista, utilizo la formula del diario. Son en un caso una
periodista y en esta última un amnésico, los que se manifiestan a través de su
diario. No se trata tanto de desnudar ataduras, sino de identificarme con
ellos. Vestirme con sus opiniones, penas, esperanzas… O si quieres, de
reivindicar esas ataduras del personaje conmigo mismo. Me siento atado a ellos,
en su pasado, su presente y por lo tanto en su destino. Me siento plenamente
identificados con Mercedes García Paz en la primera novela y con Niceto Buyo en
la segunda. Yo soy ellos. A veces me pregunto ante un momento histórico o un
hecho puntual, que habría hecho yo de estar allí. En la novela intentó
desarrollar esa idea a través de los personajes, tanto de mercedes como de
Niceto. Cuento lo que yo habría hecho o mejor dicho,
lo que me habría gustado hacer. Intento reflejar a través de ellos mi visión
del mundo, mis ideas, mi compromiso.
-En
los primeros párrafos me recuerdas la naturalidad explícita de Stefan Zweig con
esa mezcla retratista—lo de las manos en la primera página es que me ha venido
a la cabeza un relato en la que Stefan Zweig pone a las manos entre un hombre y
una mujer--- o casi como de cronista, de Barea…no me gustan las
“comparaciones”, pero no lo he podido evitar
-Has
dado en el clavo. Soy un gran admirador de la obra de Stefan Zweig. De todas
sus novelas, pero en especial de “El mundo de ayer”. La frase con la que cierra
esa biografía me ha marcado desde que la leí …” toda sombra es, al fin y al
cabo, hija de la luz, y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la
guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo ese ha vivido de verdad”. El
protagonista de mi novela puede presumir de cumplir esta sentencia tan acertada
del escritor austriaco. Me siento influenciado por él, pero también por Kafka o
por la forma en la que coloca historias dentro de la historia el mismísimo
Cervantes. En cuanto a las manos de Niceto, cuando se las mira para
reencontrarse consigo mismo, está realizando, quizá inconscientemente, un gesto
natural, las manos lo dicen todo. Toda la vida cabe en el cuenco de unas manos.
Borges lo describió con maestría.
-En esta novela utilizas la memoria como un
elemento instrumental, ¿no?
-Si,
la memoria es a todos los niveles la seña de identidad más clara de que dispone
el ser humano. Individualmente, somos porque hemos sido. No hay presente sin
memoria. La memoria colectiva es la seña de identidad de los pueblos. Es su
cultura. Un pueblo sin memoria es un pueblo sin cultura. Sin memoria ni cultura
solo queda la indiferencia, el vacío, y la indiferencia es el germen de la
esclavitud. Llámala hoy en día como quieras, pero en definitiva la desmemoria
es sumisión y por lo tanto esclavitud.
-En tus creaciones, Bernardo,
¿qué papel quieres darles a los personajes; prioritario frente a la trama y al
escenario?
-Los
personajes en esta novela son los protagonistas. Niceto cae en un escenario que
es totalmente desconocido y se adapta a él. En esa adaptación surge la trama,
algo que él no tiene ni idea por donde van a salir las cosas. Yo busqué ese
escenario porque en él me permitía desarrollar el personaje con total libertad.
-Porque
parece que el papel de la trama siempre es el eje sobre el que gira todo lo
demás---hasta la paciencia, satisfacciones e insatisfacciones del escritor o
escritora--, pero a veces la ósmosis entre personajes y trama es tan fuerte que
interaccionan de una manera por encima de todo y de todas y todos…
-La
trama de mi novela está tejida sobre personajes y situaciones reales, son
individuos que jugaron desde la luz o la sombra, desde la miseria o la
heroicidad, un papel importante en la historia de España. Yo eso no lo puedo
cambiar. En todo caso la interpreto, la juzgo, pero son lo que son. Es Niceto
el que se mete en la trama hasta formar parte de ese plantel de personajes
reales. Niceto intenta sobrevivir, primero y comprometerse y luchar luego, en
una trama que hasta que no adquiere un compromiso real con sus ideas, le es
inhóspita. Cuando entiende lo que está pasando pasa a ser uno más de ellos.
Pasa de amnésico a rebelde. Niceto amnésico es un personaje inventado. Niceto
rebelde ya es un personaje real. Por eso cuando imagino una situación, no miento.
Es real, porque es posible. De hecho, existieron personajes que hoy están en el
olvido que darían fe de lo que digo. Me atrevo a decir sin temor a equivocarme,
aunque no tenga pruebas, de que Niceto existió. Es más, hubo más de un Niceto
cuya historia sigue oculta.
-¿Cuál y cómo es el
papel que le otorgas al escenario en el que se pasean los personajes y se
desarrolla la trama? A mi parecer muy importante por lo que es el escenario y
por sus connotaciones no deja de ser “ese tiempo en blanco y negro de
posguerra”, la trama empieza en el Madrid, todavía en el del racionamiento como
en cualquier lugar del país---esto terminó si no recuerdo mal en 1952.
-Hay
momentos históricos que han pasado al olvido y fueron muy importantes. En esos
años, Franco cambia de aliados, de los nazis pasa a los americanos, Falange se
debilita empujada por el Opus y los tecnócratas, la iglesia firma el
concordato, se desarrolla el estraperlo, la corrupción, se pasa del paredón en
las tapias de los cementerios a las torturas y muerte en las comisarías, acaban
las cartillas de racionamiento, empiezan las primeras huelgas… Son años muy
importantes. Por eso sitúo allí a mi protagonista. Son momentos tan cambiantes
que todo es posible que ocurra. Se está produciendo un salto histórico en el
que todo empieza a cambiar. Es un campo perfecto para que crezca la
imaginación…
-Pero
muchos de esos escenarios que describes y narras ya no están aquí ni con
nosotros….
-Pero
nos han marcado, son memoria…somos hijos de aquello.
-Amigo,
¿qué pretendías al sumergirnos en este ejercicio narrativo…, enseñarnos la
España de los años cincuenta en los que había más privaciones que nada…?
-Había
privaciones, si. He nombrado las cartillas de racionamiento, pero también había
intrigas políticas, espionaje, y en medio de todo, mandando desde los pulpitos
y sacristías, estaba la iglesia. Una institución que ha perseguido la cultura,
y la libertad, imponiendo una educación que todavía nos lastra. No olvidemos
que la iglesia fue quien ganó la guerra. Nuestra guerra fue la de la iglesia
contra los maestros. El oscurantismo, la sumisión, la superchería, la represión
y la penumbra frente a la cultura, la libertad, la ciencia y la luz. Pero más
que mostrar esa España, lo que pretendo es contar que había gente que se
rebelaba, que se jugaba la vida por los demás, que en las situaciones más
adversas siempre hay alguien que enarbole la dignidad, aunque sea haciéndose
pasar por un cura…y para mostrar eso escogí ese momento histórico.
-Se nota que te lo
has pasado muy bien escribiendo, creando e imaginando esta historia, ¿no?
-Si,
por supuesto, además he recurrido a un arma política que me parece muy útil a
la hora de denunciar y que me hace pasar ratos muy divertidos al desarrollarla.
Me refiero al humor. Tanto en esta novela como en la anterior el humor está
presente. El humor te permite desvestir las incongruencias, los dogmas y los
aspectos más rastreros y cutres de la religión y el franquismo. El humor es un
arma y creo que he sabido utilizarla en estos dos textos. Durante los años que
estuve trabajando con Luis García Berlanga en sus tres últimas películas y con
José Luis Cuerda en la serie de Makinavaja, aprendí mucho sobre la utilización
del humor como instrumento de intervención y denuncia. Son dos de mis maestros
y están presentes en cada página.
-¿Son los personajes,
los que muestras y haces desfilar en tu historia los
que han ido cambiando tal como los pensaste en un inicio bajo el
influjo de la trama o es más bien algunos rasgos de la trama los que
cambian bajo el influjo, influencia o enamoramiento al que te someten, como
escritor, algunos de los personajes?;el realismo que les imprimes a los
personajes, ¿era para ti una especie de premisa?
-Los
personajes los utilizo yo para armar la historia. No creo en la teoría de que
los personajes adquieren vida propia llegando a influir en la trama final.
Durante el franquismo no cabía la indiferencia, por lo tanto
no puedo dar a estos personajes siniestros que aparecen en algunos pasajes, la
posibilidad de justificarse. En eso soy intransigente. Tomo partido sin
contemplaciones. Otra cosa son los personajes inventados como Niceto y otros.
Estos tienen más libertad y sí que pueden influir en algunos momentos de la
trama, pero siempre es de forma anecdótica. Quiero decir, en definitiva, que
como personajes están ya más o menos determinados desde antes de ponerme a
escribir. Hago una especie de guion previo.
El
realismo que como dices imprimo a los personajes forma parte del estilo que
decidí al ponerme a escribir. Todo lo que cuentan u ocurre es cierto, aunque
algunos pasajes hayan salido de mi imaginación. Son ciertos porque son
totalmente posibles.
-La
elección temporal de los años cincuenta, ¿por qué la escoges?, quizás porque,
precisamente es una época sobre la que quizás y desde dentro se escribió poco…
-Se
escribió poco y como te dije antes, es una etapa de cambio. Es una etapa en la
que se cuece la historia en la trastienda a todos los niveles. Es una etapa
oscura pero lo suficientemente abierta como para que lo imaginado, lo posible y
lo real estén al mismo nivel.
-Amigo, ¿nos puedes
hablar del proceso de documentación, búsqueda de fuentes, lectura de libro y
demás que hay detrás de este libro?, Período apasionante, pero muy afanoso y
trabajoso que, a veces, incluso nos puede sumergir en cierta ansiedad...
-El
trabajo previo de investigación y búsqueda de datos es muy importante. Una vez
tengo el guion hay que armarlo. Es la etapa que más me gusta. Busco en libros,
en hemerotecas, en testimonios, a ser posibles de gente que vivió el entorno en
el que voy a moverme. Incluso en algunos pasajes me baso en experiencias
directas de gente muy cercana a mi o a mi familia. Luego cuando ya estoy
escribiendo surgen de pronto situaciones o nombres que no estaban previstos y
vuelvo a investigar. Ahí, sí que en algún momento esa nueva investigación me ha
llevado a cambiar levemente alguna parte del guion. En algunos casos lo he
resuelto mediante diálogos entre los personajes. Son ellos los que cuentan lo
que acabo de descubrir o completan lo que me faltaba en un principio.
-Este
trabajo, ¿te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de
los aspectos tratados en el mismo?
-Por
supuesto. Una vez terminado e incluso publicado he descubierto cosas que
podrían haber aparecido, aunque solo fuese en un comentario de un personaje…
pero eso me ha pasado siempre con todo lo que hago, ya sea en la escritura como
en la música.
-¿Cómo ha sido
colaborar con Ediciones El Garaje?
-La
colaboración ha sido excelente. Al fin y al cabo, más que mis editores son mis
amigos y en algunos casos mis compañeros de lucha en la resistencia contra el
franquismo.
-Por
cierto, que se me olvidaba, ¿qué hay de positivo y de negativo en perder la
memoria…porque en todo lo bueno hay algo de malo y viceversa…tú si te vieses
sumergido en el viaje de la desmemoria de hoy para mañana, ¿qué harías?
-Dijo
alguien que la imaginación es en muchos casos mala memoria. Estoy de acuerdo.
Ahí tienes el lado bueno de perder memoria. Por otro lado
sin memoria perdemos nuestra identidad. Ese sería el lado malo de la
desmemoria. Yo escojo mantener mi identidad gracias a la memoria y en los
huecos que siempre deja la desmemoria, que sea la imaginación quien complemente
el relato.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)