Cazarabet conversa con... Antoni Ortolà, autor de “Seductor otoñal con dentadura postiza”
(Mira)
.
Una novela donde
la ironía y el pasárselo bien con unas risas está garantizada tras la pluma del
valenciano Antoni Ortolà.
Estamos ante una
lectura singular porque, más por desgracia que por suerte no estamos muy
acostumbrados a que el mercado editorial ni l@s escritor@s apuesten por la comedia, ni el humor absurdo...y
a veces da ganas sentarte a leer y reír y os puedo asegurar que aquí lo haces
desde el primer párrafo....
Forma parte de la
colección Sueños de Tinta de Mira.
La sinopsis de
este libro: Seductor otoñal con dentadura postiza arranca con el secuestro
fortuito de Cosme por unos delincuentes y su inmediata fuga y persecución, una
mañana durante el verano de 2008, en plena crisis de los cincuenta. El periplo
aventurero, en medio de una guerra entre bandas de malhechores y policías, no
le impedirá continuar con su rutina mujeriega. Los escenarios se van sucediendo
con ritmo trepidante desde Valencia, la ciudad del Sonrisas, hasta Barcelona y Perpignan, a la vez que se incorporan personajes que
acompañarán en perfecta y afinada coreografía a nuestro seductor compulsivo en
un enredo sin tregua
Cosme el
Sonrisas, el protagonista (antihéroe y trasunto de Georgie Dann,
indiscutible rey de las canciones del verano) de esta novela de humor
«explosivo», es soltero de vocación y rentista, y su única ocupación consiste,
desde joven, en seducir mujeres, actividad que le obsesiona hasta el punto de
anotar en un cuaderno —la Libreta de Oro— todos sus ligues, con balance anual
incluido (el Año Discotequero, el Año Triunfal, el de la Crisis, el del Segundo
Renacimiento...)
Algunos trazos
del mismo:
«Transcurrieron
las siguientes jornadas en un estado melancólico. Tomando cafés con leche en
los bares de las esquinas. Observando a los jóvenes. Ellos sí que tenían
suerte. Le dio por ir calculando la edad de cada individuo que se tropezaba por
la calle. Era cierto, él tenía todo el cabello, ni una cana,
pero ¿cómo podía considerarse joven un hombre con dentadura postiza y pastillas
para la tensión? Su carrera de seductor por los suelos. O lo que era casi peor,
de la noche a la mañana, se había convertido en un seductor otoñal, con lo mal
que sonaba. Se le veía pasear por la Alameda cabizbajo, derrotado (...).
Parecía el protagonista de una soberbia historia de amor que acababa de perder
a su amada (...). Eso sí, el tupé impecable».
El autor, Antoni Ortolà; (Bellús, Valencia, 1959),
licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia y funcionario
de Correos, en la actualidad reside en la localidad valenciana de Bèlgida. También actor y autor teatral, ha estrenado con su
grupo de teatro El Raboser cuatro obras de humor
absurdo en valenciano: Cita a cegues en una casa rural;
Un consell de ministres molt
especial; Qui ha deixat prenyà
a la meua dona y Gary Cooper reencarnat.
En su última obra: De què parlen les dones quan no estan els
homes davant, abandona el
humor absurdo para internarse en la alta comedia. En 2016 publicó Paulette, su
primera novela, de corte erótico-romántica. Y en 2021, en Ediciones Ruser, Los disparates nacionales, una peculiar historia de
España en la que el humor nos permite cambiar de óptica, abandonar el contexto
aprehendido y, en la mayoría de las ocasiones, nunca cuestionado.
Lo que nos dice Mira sobre esta pluma:“ Con una prosa fluida y una clara
intención cómica, Antoni Ortolà utiliza hábilmente
múltiples elementos y recursos para que el humor atraviese la novela de
principio a fin, salpicando un capítulo tras otro con esa mezcla «mendoziana» de ironía y parodia. Sabe aprovechar —de un
modo inteligente— todas las posibilidades que el lenguaje ofrece para dibujar
una imagen de la realidad desde una mirada desenfadada. La tensión dramática,
la transgresión y un sentido del humor tan hilarante como sentimental hacen de
esta novela un brillante ejercicio literario.
Cazarabet
conversa con Antoni Ortolà:
-Antoni, ¿qué te llevó a componer la
historia narrativa y delirante que es Seductor Otoñal con dentadura postiza?
-La novela está
basada en un relato que escribí en 2008, “La
escapada del Sonrisas” se titulaba. Durante la pandemia, encerrado en casa,
aproveché para reescribirla. Me apetecía escribir sobre humor y aventuras, una
historia trepidante, que enlazara una barbaridad tras otra sin tiempo a
reponerse de la anterior, por eso las acciones se superponen.
-¿Por qué Seductor Otoñal con dentadura postiza?
-Si te refieres
al título, necesitaba uno que fuera seductor -como el protagonista-, que atrajera.
Ahí sí, pensando en el hipotético lector. “La
escapada del Sonrisas” era muy anodino. Pero a la vez también quería un
título que no defraudara las expectativas del lector, que reflejara el
contenido. Y así surgió.
-Leo
y compruebo que siempre te has acercado a la comedia… desde el humor del
absurdo a la más directa de De què
parlen les dones quan no están els
homes davant una de tus
cuatro obras de teatro…
-Bueno, son
cinco. La tarea de escribir es muy solitaria. Yo soy un animal social. Me
decidí por el teatro por la ilusión de poder compartir con compañeros y con el
público mis inquietudes literarias. Resulta triste afirmarlo, pero si al tipo
de gente que nos contrata y viene a vernos, le pusiera un drama como La casa de Bernarda Alba por poner un
ejemplo, no me volverían a contratar. El espectador –el que yo trato- quiere
reír, y viene al teatro con esa idea. Ello me hizo decantar por la comedia.
-Este
ejercicio narrativo ha supuesto para ti una especie de reto porque cambias de
género –del que más cultivabas teatro a la novela-… aunque continuas con la
comedia…
-Es al revés, yo
comencé con la narrativa, y mi verdadera vocación es la de novelista. Aproveché
que se me dan bien los diálogos para estrenarme en el teatro y sobre todo por
las razones antedichas.
-Veo
que el teatro forma una parte más que fundamental en ti y que luego impregna o
debe de impregnar a tu narrativa… lo he visto aquí o me lo ha parecido desde un
primer momento… es una narrativa muy como versada encima de las acciones, de
los personajes delirantes, de una trama muy loca, pero que, créeme tiene su
“loca lógica” y de un cambio de escenarios que invita a que, continuamente, te
la imagines como con imágenes… has construido una comedia de humor del absurdo
con mucha acción, una comedia de enredo, ¿estás más o menos de acuerdo en cómo
lo pillo o te agradaría “matizar” o presentarla a nuestr@s
lector@s de otra manera? ; ¿qué nos puedes “matizar”?
-No considero que
sea una comedia de humor absurdo, en todo caso sería de humor descerebrado. Si
vieras mi obra “Un consell
de ministres molt especial” o leyeras mi anterior
libro “Los disparates nacionales” (Ruser), comprobarías la abismal diferencia que existe entre
el absurdo puro y duro y mi novela. Por ponerte un ejemplo que
seguro que conoces, la película de J L Cuerda “Amanece que no es poco”, absurdo total.
Mi narrativa
evidentemente es de humor y de acción. Por honestidad, intento no estafar
ningún vocablo al lector, y con ello me refiero a que trato de que cada frase,
cada palabra, tenga verdadero interés, que haga avanzar la historia, por eso la
trama arranca de inmediato, en la tercera línea ya queda planteado el
conflicto, sin preámbulos soporíferos. Trato también de evitar las descripciones
que siempre resultan aburridas. Prefiero mostrar a contar o explicar, mi estilo
es plástico como el de Tom Wolfe, mi gran maestro, y directo, de ahí la
abundancia de diálogos cuando no hay acción porque es la manera más directa de
mostrar.
La influencia de
la narrativa y el teatro en mí es recíproca, aunque la primera la escriba en
castellano y lo segundo, por tratarse de diálogos, en valenciano, ya que es mi
lengua materna y cotidiana. Y por supuesto nunca dejare las artes escénicas.
-Publicar
una comedia de humor delirante; del absurdo y mezclada con mucha acción dice
mucho de tu narrativa porque las editoriales no están muy dadas a editar novela
con estas características: ¿eras consciente cuando la escribiste?; apostando
por este estilo narrativo… así que deben ver algo muy notable desde el fondo a
la superficie y viceversa, ¿qué nos puedes decir?
-Sí que era
consciente de que el humor está infravalorado en las editoriales y sobre todo
por los críticos, que suelen asociarlo a lo infantil, o a la inconsistencia.
Sabía de las dificultades a la hora de encontrar un editor. Pero me apetecía
tanto…
-La
gente creemos que debemos rodearnos de cosas serias y ahí meto también a la
narración “con de peso, hondas… que nos hagan y den de qué pensar”, yo lo
prefiero las más de las veces… así que mi biblioteca o mis pulsiones como
cinéfila se ven sobrepobladas más por esas tendencias que por comedias como las
que hablamos, pero las comedias cuando las experimentas sea con el instrumento
del teatro, sea con la narrativa, sea con cine… etc.… también te hacen pensar
solo que no partiendo de un tono triste sino que saliendo de una carcajada, una
risa contenida… ¿Se piensa diferente y crees que mejor…?; ¿por qué nos lo
planteas así…?
-Claro que a mí
también me encantan las historias serias y profundas, de hecho, mi novela
favorita es “En busca del tiempo perdido”.
Lo profundo no tiene por qué estar reñido con el humor. Para mí la novela de
humor era un reto. Provocar carcajadas en el cine o en el teatro es
relativamente fácil, lo compruebo en cada actuación de mi grupo de teatro el Raboser, pero en una novela -en un acto de lectura- resulta
muy difícil, tal vez porque al estar solo no te puedes contagiar de la risa de
los demás, ese era el reto, y no sé si lo habré conseguido. La carcajada
siempre es una experiencia explosiva, una emoción. Y la risa de la lectura es
atractiva, diferente, por la rareza. Por otra parte
creo que mi novela también puede dar que pensar. Todos los personajes tienen un
perfil psicológico bien delimitado, hasta los secundarios como el taxista y me
atrevería a afirmar que hasta los más secundarios como el viajero del tren que
exclama “ni que llevara una bomba”. Siento un rechazo atroz hacia los
personajes de cartón piedra que constituyen muchos de los que aparecen en las
novelas negras o de aventuras.
-En el planteamiento de la trama en el
porqué del pseudo secuestro en “el todo” hay un algo o un mucho de cinismo,
¿no?; ¿qué nos puedes decir? Y mucha “sin razón”
-Se trata de un
grupo de narcos, el cinismo y la falta de escrúpulos es total. No hay que
olvidar que la pinta del Sonrisas es de esas que se prestan al cachondeo, de
ahí el resultado, de que aprovechen la ocasión. Hay que tener en cuenta que a
los delincuentes también les gusta la risa y el cachondeo, como a casi todo el
mundo. La invención del Ídolo de piedra
es una labor, un trabajo bien planteado por parte de los narcos para llevar al
Sonrisas al huerto.
-Antoni,
¿qué pretendías con esta narración, con este ejercicio narrativo? Porque, no
sé, me da que pretendías divertirte, pero también divertirnos, ¿no? –Y es que
necesitamos divertirnos y no poco… vamos un poco como “zombis cabread@s” y si me permites, a veces si no lo sacas –que se
debe intentar sacar- “amargad@s2”, ¿no?
-Escribir siempre
es un placer, y el primer objetivo es divertirme yo, pero teniendo en cuenta
que toda ficción escrita va dirigida a un lector, y me importa que el lector se
divierta, cómo no. La gente necesita reír.
-Amigo
Antoni, ¿cómo quieres darle la vuelta al todo desde la nada…?; porque es lo que
propones, ¿no?
-Escribir, como
todo arte, consiste en el “más difícil todavía”. Jamás escribiría una historia
si pensara que la misma la hubiera podido imaginar cualquier otra persona. Me
sentiría un oportunista, un estafador casi.
-Mira,
me da que actúas, como escritor, como poniéndote en la piel de algunos de los
protagonistas: desde el protagonista principal Cosme el Sonrisas y también
desde la de Emiliano y la de Ceferino y suma y sigue… y que cuando estás con ellos
estás con tu piel de escritor… mientras que ellos tienen algo de ti también,
¿verdad?
-El autor al
escribir siempre hace uso de un narrador que no se debe confundir con el autor,
esto es de manual. Yo me meto en la piel del personaje por evitar, como ya he
apuntado, los de cartón piedra. Intento que cada uno, por muy excéntrico que
parezca, se mueva por una coherencia interna. Los personajes de la novela
representan a un tipo humano diferente, desde doña Balbina hasta Cosme padre.
El Sonrisas es por supuesto el más evidente como tipo humano. El tipo de
seductor vocacional podrá crear aversión o simpatía, pero ha existido toda la
vida, con un sinfín de subtipos, y lo conforman un tanto por cien de hombres, y
de mujeres en su subtipo.
-Pero
la trama te lleva a otros lugares y lares de una manera trepidante que viaja
mucho cambiando de escenario y de escenario geográfico, ¿por qué?
-El cambio de
localidad y de escenario siempre revaloriza la aventura, la hace más
interesante.
-Bueno,
después están los dos tipos peculiares y variopintos –los secuestradores- con
sus acciones y cómo lo hacen todo… con su presa, mira que meterse con la
iglesia, pero ¿en qué estabas pensando… fuiste monaguillo y te dieron cates por
quemar alguna sotana o qué?
-Fui monaguillo,
y me dieron cates, pero no por quemar una sotana. Nada más lejos de mi
intención que ofender a la iglesia ni a nadie. Creo que lo que puedan decir
unos personajes, y más si son delincuentes y van en plan de cachondeo, sobre la
iglesia no puede ofender a nadie.
-La
verdad es que si esta narrativa la pensaste, como
dramaturgo –aunque fuese inconscientemente por “defecto” profesional o por
inercia-, pues te llevaba por muchos escenarios, ¿cómo los piensas y los
vuelcas mezclados con la trama y los personajes a cual más surrealista, ¿no?,
coméntanos por favor…
-Como ya he
apuntado el cambio de escenario hace más atrayente la historia. La novela se
vertebra en las tres ciudades: Valencia, Barcelona y Perpinyan
porque la acción así lo requiere, eso en el plano actual. Hay que recordar que
hay otro retrospectivo donde aparece el pueblo. De haber sido una trama que no
exigiera cambio de escenario posiblemente en lugar de una novela hubiera
escrito una obra de teatro.
-Porque
todo es tan delirante como rápido, fugas, casi volátil… no sé, ¿en qué “te
inspiras”? ¿en la vida misma? Porque ser
observador de la vida ya te da material más que suficiente, ¿verdad?,
coméntanos por favor…
-Claro que me
inspiro en la vida, cómo no. Hasta el punto que tengo que confesar que algunos
de los episodios más estrambóticos de la novela son reales. Las aventuras en el
pueblo durante los veranos de la infancia de Cosme, que no tienen nada que
envidiar a las de una novela picaresca, son reales algunas de ellas. El
personaje de Joseló y lo del bastón bajo el
entarimado que metía a las chicas bajo la falda no es inventado, lo he visto yo
de pequeño en mi pueblo. Y Ricardín el escarabajo
está basado en un personaje real. También tuve unas amigas que cuando salían de
marcha y se cachondeaban de alguien en lugar de darle el teléfono suyo le daban
el del ayuntamiento, que yo cambio por el del tanatorio. Etc.
-Nos
ponemos demasiado serios para una vida que sí es lo que es y no quiero poner
calificativos, pero si lo tomas con sentido del humor, hasta con el humor del
absurdo y salpimentado con no poco cinismo cuentas lo mismo sin joderte el
hígado cosa que agradecerá la Seguridad social, ¿no?
-El sentido del
humor le da otra dimensión a la vida. Es como un cristal ahumado de alegría, todo
lo ves diferente, mucho mejor.
-Y
es que el humor negro es terapéutico y… Te invito a sumar y seguir.
-Todo el humor es
terapéutico. Y tomarse las cosas con humor encima es gratis.
-Pero
supongo que todos los narradores tienen la capacidad de revestirse con “ese
aire cómico”, ¿no? o al contrario: ¿tú te ves
escribiendo una obra teatral escapando de la comedia y caminando hacia el drama
o la tragedia o en una novela poniéndote serio?
-Sí, claro que me
veo escribiendo una historia seria o una tragedia incluso. Mi primera novela “Paulette” es una historia triste. Mi
autor preferido de teatro es Buero Vallejo, que no es cómico precisamente. No
me gustaría que me encasillaran en ningún género, ni me gustan las novelas
etiquetadas. Cuando voy a una librería y leo en los estantes: “Novela
romántica” o “novela negra” o “novela histórica”, etc. Paso de largo. No me
gustan los géneros, repito, ninguno. Cuando un novelista se identifica con un
género y escribe en consecuencia, suele viciarse, se toma una serie de
licencias que hacen perder interés o realismo a su historia. La vida no se
clasifica en géneros, como los buenos escritores: Cela, Delibes, Vargas Llosa…
-Creo
que cada uno de nosotros anda por la vida a su ritmo, con su pulso vital
determinado y luego lo vuelca como lo vuelca y como puede, ¿qué te parece? –De
ahí que estas novelas “rompan” y lleguen, ¿no?
-Las personas
quieren reír, no creo que haya nadie que no desee reír. El problema es que cada
vez, por lo menos en la ficción, le cuesta más reír. Está todo tan visto que
apenas hay cosas que hagan gracia. Por eso a veces oyes a gente que dice: “A mí
no me gustan las películas –o novelas- de humor”. No es que no les gusten, es
que lo que hay en el mercado catalogado como tal no les hace reír. Si les hicieran
reír seguro que no dirían eso.
-Lo
más fácil es romper, pero lo más difícil es hacer que tu narrativa haya
llegado… y no porque tú la hayas escrito o no sino más bien por la apuesta del
editor, en este caso Mira…
-Estoy
completamente de acuerdo. Ya tiene mérito que una editorial confíe en el humor
y se atreva a ofrecerlo al público. De ahí mi enorme agradecimiento a Mira
Editores.
-Aunque siempre hay temas sobre los
que cuesta más ser irónico… ¿qué nos puedes decir de los límites del humor en la
creación artística… los debe de haber cuando la maldad del mundo y de las
personas que lo habitan no tiene límites?
-Pienso que el
humor no tendría que tener límites en la creación artística, ni deberían
existir colectivos intocables, por vulnerables que parezcan. Resulta urgente
que se reeduque a la gente en el sentido del humor, a reírse de sí misma, de lo
contrario todos nos cabrearemos por todo y crearemos una sociedad desquiciada,
agresiva, más triste. Lamentablemente, en los últimos años desde las instituciones
se está fomentando una política contraria al sentido del humor, incitando a
todos los colectivos a que se indignen, que se rebelen ante cualquier chiste
hacia ellos. El tema es grave. Creo que el único límite al humor debería ser el
personal, el que se mete con una persona con la intención de causarle daño.
-¿Cómo es o ha sido el proceso de documentación
para la elaboración de esta novela?
-Me he
documentado bastante, mayormente en cuanto a los lugares donde se desarrolla la
acción, quería que fueran reales. Hice un viaje a Barcelona y Perpinyan in expreso en 2008. Los dos hoteles eran reales
con sus auténticos nombres, yo me hospedé en ellos, desconozco si aún siguen o
han cambiado de nombre. La mayoría de lugares y sus nombres también existían,
como por ejemplo la cafetería donde el Sonrisas conoce a Encarneta,
o el garito donde sus hijos le llevan a la fuerza, o el local de Perpinyan donde Artur le presenta a las amigas. Igualmente
ocurre con las calles que recorren en ambas ciudades, con anterioridad las
pateé yo.
-¿Cómo ha sido la metodología de trabajo, cómo
te lo has montado?, porque la “disciplina” quizás sea otra que la que llevabas
con las obras de teatro, pero coméntanos tú mismo…
-Creo que aquí me
has pillado. Disciplina casi nula, nunca he tenido unas horas fijas o días para
escribir. Lo hacía cuando podía, o me apetecía, o me sentía inspirado. La
suerte es que me encanta escribir y eran numerosos los momentos en que me
apetecía. Aprovecho para resaltar la importancia de la inspiración en la
escritura. Pienso que ésta no se puede forzar, y que es una tontería intentar
escribir cuando no se te ocurre nada, yo nunca lo hago, el resultado suele ser
muy mediocre.
-¿Cómo ha sido Antoni, trabajar con Mira?
-Genial, me ha
encantado. Directamente solo he tratado a Berta y a David, si todo el equipo es
igual debe de ser fantástico estar con ellos. Al poco de tratarlos te hacen
sentir como si los conocieras de toda la vida, te hacen tomar confianza
enseguida y te sientes muy cómodo. Qué gusto tratar con personas así.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)