Cazarabet conversa con...   Aránzazu Montaner Satorres, autora de “Pous de gel de Fraga. Tres segles d’història” (Institut d’Estudis del Baix Cinca)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aránzazu Montaner Satorres ha fet un estudi i una investigació minuciosa sobre els pous de gel a Fraga, just a la Franja...en altres llocs aquests depòsits són coneguts com a “neveres”...

Bon estudi que aplega a nosaltres amb un llibre editat per l´Institut d´Estudis del Baix Cinca amb el patrocini del Instituto de Estudios Altoaragoneses.

Forma part de  la col·lecció Gallica Flavia nº 13.

 

 

 

El que diu Temps de Franja sobre el llibre:

https://tempsdefranja.org/cultura/pous-de-gel-de-fraga-nova-publicacio-de-liebc/

“Amb motiu de la celebració del Dia del Llibre, l’Institut d’Estudis del Baix Cinca va presentar, divendres 21 d’abril a les 20:00 hores, en el Palau Montcada de Fraga,  una nova publicació titulada Pous de gel de Fraga. Tres segles d’història, estudi sobre els tres pous de gel que successivament abastiren la població fragatina, a càrrec d’Aránzazu Montaner Satorres, com a resultat d’una beca Amanda Llebot per a projectes de recerca que convoca anualment l’entitat.

L’autora de la investigació, llicenciada en Història per la Universitat de Saragossa i resident actualment d’aquesta ciutat, va explicar que la descoberta, l’any 2020, del pou de gel del Cegonyer —que inicialment es va creure que es tractava d’una bassa— va constituir la darrera peça del trencaclosques que se li va plantejar en 1994, quan, ocupant-se de la recatalogació dels jaciments arqueològics del terme municipal per encàrrec de l’Ajuntament de Fraga, es va assabentar de l’existència d’un suposat aljub (construcció destinada a recollir l’aigua de pluja) a Torre Rausa, prop de Miralsot (pedania de Fraga). A pesar que l’estructura havia estat catalogada com aljub, son jaio matern la va posar sobre la bona pista i, esperonada per professors que havia tingut a la universitat, l’Arancha va escorcollar l’arxiu municipal a la recerca de la dada que confirmés que l’aljub de Torre Rausa era en realitat un pou de gel. No va aconseguir aquesta dada però va trobar notícia d’altres dos pous que havien abastit de gel la població fragatina. Amb el temps va localitzar el pou més modern (va funcionar dels segles XVII a XIX), prop de la cruïlla de la carretera a Saragossa amb la d’Osca i actualment cegat, i no va poder ubicar el tercer (el segon cronològicament) fins a la descoberta del pou de gel del Cegonyer, que va defensar des d’un primer moment que no es tractava d’una bassa, sinó d’una estructura destinada a emmagatzemar gel.

L’estudi emmarca l’existència d’aquests tres pous en el comerç del gel des del 1600 fins a les primeres dècades del segle XX, en què deixa de trobar-se’n referències en la documentació, i mostra que més que per emmagatzemar neu (d’ús excepcional) servien per conservar el gel produït en basses o badines properes habilitades per a tal fi.

El pou de gel del Cegonyer de Fraga, qualificat com Bé d’interès cultural, està en procés de rehabilitació i quedarà a la vista sota una coberta de vidre. La intervenció ha suposat la reurbanització del Cegonyer, el desplaçament de l’estàtua de La Fragatina i la peatonalització del conjunt urbà.”

 

 

 

Cazarabet conversa con Aránzazu Montaner Satorres:

 

-Amiga, ¿qué es lo que te ha llevado a escribir este libro? ¿qué te ha hecho escribir sobre los pozos de nieve... como enseñarlos, explicarlos...?

-En 1994 el Ayuntamiento de Fraga me concedió un premio de investigación para recatalogar los yacimientos arqueológicos del Municipio. Entre ellos se encontraba el de Torre Rausa. Consultada la bibliografía existente para este yacimiento, varios autores hacen constar la existencia de un aljibe. Al no encontrarlo decidí consultar con mi abuelo materno, habitante de la cercana población de Miralsot y agricultor y pastor. Este me dijo que lo que todos pensaban que era un aljibe o depósito de agua no era tal, sino que era un “Pou de Gel” según sus propias palabras. Me hizo dudar que eso fuera cierto, puesto que la altura máxima del municipio de Fraga no llega a los 300 metros sobre el nivel del mar y creía que era difícil que se pudiese empozar hielo. Pero consulté con mi antiguo profesor de Instituto y arqueólogo Félix Montón, que me aconsejó ponerme en contacto con Pedro Ayuso en el Museo de Huesca y enseñarle las fotografías que había tomado. Ayuso estaba iniciando en ese momento el inventario de las Neveras y Pozos de hielo de la Provincia de Huesca. Le mostré las fotografías y me confirmó que en el yacimiento de Torre Rausa había un Pozo de hielo. Me indicó la necesidad de documentar en el Archivo de Fraga la existencia de dicho Pozo. Desgraciadamente no hallé casi información del Pozo de Torre Rausa pero a cambio logré documentar otros dos de propiedad municipal que se edificaron a lo largo del siglo XVII. Y estos documentos son los que han servido de base para realizar mi trabajo de investigación sobre Los Pous de Gel de Fraga, que gracias al IEBC- IEA han culminado en la publicación de un libro.

-Porque, coméntanos Aranza ¿cómo son los pozos de hielo de Fraga?

-Los pozos de hielo son unas construcciones de arquitectura popular. Se realizaban en piedra unida por una argamasa de mortero de cal. Eran, en la mayoría de las ocasiones, estructuras cilíndricas excavadas en el terreno y cubiertas por una cúpula. Esta podía ser por aproximación de hiladas o una cúpula neta, en ocasiones reforzada por uno o varios arcos. En la superficie solo sobresalía la zona de la cúpula y una pequeña parte del cuerpo del pozo. Esto se hacía para mantener una temperatura constante y que el hielo se pudiese mantener en su interior el mayor tiempo posible. Los dos Pozos de hielo de Fraga se adaptaban a estas características. Además, en el cuerpo del pozo se abría una puerta o “porteta” por donde se introducía o se sacaba el hielo. Como no se ha conservado la cúpula en ninguno de los dos casos no sabemos con certeza si tenía una apertura cenital, pero es lo más probable y en el del Cegonyer se ha constatado la presencia de un desagüe que llevaba fuera las aguas generadas por el deshielo del producto almacenado. En la documentación del Archivo constan las características constructivas del segundo Pozo de hielo situado en el secano, pero desafortunadamente no lo podemos comprobar, puesto que encima de él se ha construido una nave industrial.

-¿Qué características tienen..?, sobre todo si hay diferencias o características diferentes con los pozos de nieve o neveras de otros lares

-Primero, no hay unas diferencias esenciales entre las características de las Neveras y los Pozos de hielo. Constructivamente eran muy similares. La diferencia fundamental en que unas se llenaban con nieve y otros con hielo. Tampoco existe una diferencia acusada con las construcciones de otras zonas del País. Es un fenómeno constructivo que abarca gran parte de los países del Mediterráneo de ambas orillas y también en otros países europeos se encuentran este tipo de construcciones. Es un fenómeno ampliamente extendido y que coincide con la denominada “Pequeña Edad del hielo”. Un suceso climatológico que se extiende entre 1550 y 1850 y que deparó inviernos más fríos y lluviosos que pudieron facilitar la mayor abundancia de nieve y hielo.

-Aranza, ¿cómo están construidos?

-Como he dicho con anterioridad, este tipo de estructuras eran de piedra. En la mayoría de los casos el cuerpo del pozo se excavaba en el terreno habilitado para tal fin y luego se forraba la superficie con sillares o sillarejos de piedra. En ocasiones la cúpula podía ser de ladrillo, pero lo más común es que fuese de piedra. En el fondo del pozo se construía un desagüe que servía para evacuar el agua que generaba el deshielo del producto almacenado. A una cierta altura se construía un enrejado de madera sobre el que se apilaban las capas de hielo, esto contribuía a que el agua no entrase en contacto con el hielo. Podían tener una entrada, que se cerraba con una puerta de madera y un agujero cenital. En estos casos la tipología puede variar de un pozo a otro. Sobre la entrada se solía encastrar una polea que permitía mediante una cuerda y un canasto extraer el hielo del pozo cuando era necesario. Para bajar al pozo se podía utilizar una escalera móvil de madera o encastrar los escalones en mechinales habilitados en el muro.

-¿Dónde se localizan mayoritariamente?, ¿en lugares estratégicos?

-Lo fundamental es que estuviesen construidos cerca de un curso de agua más o menos constante y que en las cercanías hubiese terreno suficiente para construir unas balsas donde almacenar el agua para que durante la noche de los fríos meses de invierno se pudiese convertir en hielo. Este hielo se cortaba con unas sierras especiales y era conducido a la boca del pozo donde con unas mazas de madera se convertía en trozos muy pequeños.

En el caso de Fraga da la casualidad de que los dos pozos están instalados en las cercanías de la Carretera Real que unía Barcelona con Madrid y todo el trasiego de mercancías que ello suponía

-Nos explicas como de manera diferente los pozos de hielo del Cegonyer y los del Secà, ¿tan diferentes eran, en qué?

-El pozo del Cegonyer era el más antiguo, se mandó construir entre junio de 1615 y febrero de 1616.El del Secá se pensó en construir en 1666, pero hasta 1674 no deben reunir el dinero necesario y por eso se retrasa. La explicación que dan los miembros del Concejo para construir el segundo pozo es que el del Cegonyer está a trasmano y que no tiene balsas de aprovisionamiento de hielo en las cercanías La verdad es que estructuralmente no deben ser muy diferentes. Si es cierto que el del Secà es más pequeño de tamaño. Posiblemente porque el del Cegonyer era demasiado grande para las necesidades de la población de Fraga y era muy caro de llenar. La diferencia fundamental es que el pozo del Secà tenía suficiente terreno en las cercanías como para construir las “balsetas” necesarias para el aprovisionamiento de hielo. Dichas balsas se encontraban a menos de cien metros del pozo. Tenían la ventaja de que para llenarlas contaban con un curso de agua estable. La acequia mayor, posiblemente de época musulmana, es la que riega toda la huerta vieja de Fraga y la que daba la fuerza motriz a los dos molinos harineros. Gracias a ella se podían llenar las “balsetas” de una forma cómoda y rápida

-¿De quiénes eran los pozos de hielo, cumplían con las necesidades de la gente?

-Podemos dividir los Pozos de hielo entre públicos y privados. Los privados podían ser de particulares que los explotaban comercialmente. Estos particulares en muchos casos eran nobles y por tanto podemos hablar de pozos de hielo señoriales. En otros casos son las diversas órdenes religiosas y conventos los que se construyen sus pozos en terrenos propios y generalmente eran para autoconsumo. La excepción son los tres pozos que hay en la finca de recreo de Getsemaní en Zurita (Huesca) que pertenecían a los Padres Escolapios. Buena parte de su producción estaba destinada a la venta, supongo que para complementar sus ingresos. Todavía no se ha realizado un estudio exhaustivo de la documentación que han generado estos pozos y su comercio. En cuanto a los pozos públicos, generalmente, los costeaban los municipios y pertenecían a los diversos Concejos y Ayuntamientos. En Fraga tenemos el pozo de Torre Rausa que era de propiedad señorial y los Pozos del Cegoyer y del Secá que son mandados construir por el Concejo y por tanto son de propiedad pública. Los pozos de Fraga cumplían con las necesidades de la gente de la población y de los forasteros que acudían a la Villa o viajaban por la Carretera Real. Solo los años que no había suficiente hielo o nieve y por tanto no se podía empozar, era necesario comprar hielo fuera de la población con el consiguiente encarecimiento del producto.

-Aranza, amiga, coméntanos, ¿cómo era su gestión?

-En el caso de los Pozos de Fraga, en una mayoría de los casos, los realiza el Concejo de la Villa o el Ayuntamiento de la Ciudad. Esta paga por el hielo que se lleva a empozar y también a los peones que realizan la tarea, así como a las personas asignada para controlar el llenado del pozo. Hay veces que también les paga la alimentación durante los días de empoce. Esta actividad se lleva a cabo entre los meses de diciembre, enero y febrero. Posteriormente se cierra el pozo y no se vuelve a abrir hasta los meses de mayo o junio Mientras el Concejo saca a pública subasta, a la candela, la explotación del hielo acumulado en los pozos. Aparece uno o varios postores que acceden a hacerse cargo del Abasto del hielo para la población. Generalmente se otorgaba al que más daba y debía depositar fianzas o acudir con fiadores para llevarse el abasto. Los Ayuntamientos trataban de incluir los gastos de empoce que se habían ocasionado y a su vez obtener un beneficio. El tomador del Abasto se encargaba, a su costa, de contratar a los peones que extraían el hilo del pozo y lo trasladaban a una tienda situada en la cercanía de la Plaza de San Pedro. También debía pagar el alquiler de dicha tienda y el sueldo de la persona encargada de la venta al por menor. Una vez terminada la temporada de venta, que como muy tarde era para Todos los Santos, el tomador del Abasto debía encargar la limpieza del pozo de hielo y entregarlo al Ayuntamiento para que este pudiese volver a llenarlo.

-Aranza, ¿Se comercializó con el hielo extraído de los pozos de hielo de Fraga?; ¿cómo lo hicieron?

-El hielo almacenado en los pozos de hielo de Fraga fue, fundamentalmente para el consumo de los habitantes de la población y en todo caso para los forasteros que estuviesen de paso. No se vendió hielo en ninguna ocasión a otras poblaciones. Más bien, en años de escasez, debían recurrir a la compra de hielo foráneo. Había un comercio al por menor que tenía lugar en una o varias tiendas situadas en lo que ahora es el Casco Histórico de Fraga. Los vecinos de la Villa acudían a estas tiendas a abastecerse del hielo que necesitaban. Fue el Concejo el que establecía los precios de venta, que eran mucho más baratos para los lugareños que para los forasteros. Y en ocasiones para los enfermos podía ser gratis. Vemos otro comercio al por mayor que debía realizarse en arrobas y cuyos destinatarios pudieron ser los múltiples traxineros que recorrían la Carretera Real transportando productos comestibles perecederos. Y en este caso el Concejo no fijaba un tope de precios, si no que el tonante del Abasto era libre de fijar el precio de venta

-Claro, que no debieron hacerlo igual en el siglo XVII que en el XX, ¿verdad? Debió haber cambios progresivos a lo largo de los años...

-La verdad es que la forma de llenar los pozos de hielo fue muy similar a lo largo de los tres siglos de funcionamiento de estas estructuras. Es cierto que, en el Siglo XX con la posibilidad de fabricación de hielo industrial con máquinas, los pozos de hielo y su industria entran en declive y no se extienden más allá de las primeras décadas del siglo pasado. Una vez abandonados se llenan de basuras o se convierten en muladares y poco a poco son olvidados por la población. Con la organización administrativa de los Austrias los Concejos son bastante independientes, aunque muy cargados de deudas. Deciden de forma autónoma como y cuando llenar los pozos. Con la llegada de la Administración Borbónica ya no pueden decidir ellos mismos y deben supeditarse a un Intendente que a veces no autoriza los gastos necesarios para el llenado a pesar de ser un servicio muy necesario para la población.

-¿Se conservan vestigios de los pozos de hielo de Fraga?

-Se conservan vestigios de dos de los tres Pozos que hay en el término municipal de Fraga. De Torre Rausa, que es el más antiguo se conserva algo menos de la mitad del cuerpo cilíndrico y la misma cantidad de la cúpula. La parte que no estaba sustentada por el montículo adyacente se ha ido cayendo. Sería necesaria una excavación del terreno cercano y se puede intentar una reconstrucción del Pozo. Pero en este caso está situado en una propiedad particular. Del descubierto en enero de 2020 en el Casco urbano de Fraga se conservan las dos terceras partes del mismo. El cuerpo cilíndrico está completo, pero no así la cúpula y el arco de refuerzo, que debieron desplomarse en un momento dado. También se conserva el caño de entrada al Pozo. Esta estructura está siendo rehabilitada en estos momentos y posiblemente para el verano de este año ya podamos visitar su interior. Respecto al tercer Pozo, el del Secà. Conocemos su ubicación exacta y es del que tenemos mayores vestigios documentales, pero lamentablemente los restos que pudiesen quedar están bajo una nave industrial. También conocemos la ubicación exacta de las Balsetas que surtían de hielo a este Pozo, pero a principios del siglo XX fueron arrendadas para su cultivo y dudo que se hayan conservado vestigios de la forma que tenían.

-Amiga Aranza, ¿qué se está haciendo con ellos; crees que se está haciendo bien en cómo se están poniéndoles valor y qué se debería hacer en un futuro más o menos inmediato?

-En la anterior pregunta ya os he contestado, en parte, a esta. El único Pou de Gel que se está recuperando es el del Cegonyer con un proceso de rehabilitación integral. El de Torre Rausa se va deteriorando poco a poco sin que nadie ponga remedio. Respecto a la recuperación del Pou de Gel del Cegonyer creo que se está haciendo bastante bien, aún en contra del criterio de muchos de los habitantes de Fraga que ven como un despilfarro todo el dinero invertido en él. Creen que este dinero se debería haber gastado en la construcción de viviendas sociales. Creo que falta una importante actividad didáctica para dar a conocer que eran y para que servían los Pozos de hielo. Si eran muy importantes para la vida cotidiana de los habitantes de Fraga. La oficina de turismo debería incluirlo en las rutas guiadas que ofrece. Además, siendo un Monumento declarado BIC existe, según la Ley de Patrimonio, la obligación de hacerlo accesible al menos cuatro días al mes. Por tanto, creo que se deberían potenciar sus visitas y el conocimiento e la utilidad que tuvo.

-Amiga, ¿qué has aprendido con la investigación y con estudio en torno al patrimonio arquitectónico y etnológico de los Pozos de Hielo de Fraga?

-Que muchos de los investigadores sobre temas de Fraga no le dieron la importancia histórica que yo creo que si que tienen. La podríamos considerar como una actividad preindustrial que se extiende durante tres siglos y en la que los Concejos y Ayuntamiento de Fraga invierten una cantidad económica significativa para asegurarse la salud y el bienestar de sus habitantes. También vemos que se integra dentro de un marco más amplio que abarcaría todo el arco mediterráneo y Europa al menos y que se relación con la existencia de la denominada “Pequeña Edad del Hielo. Y también he podido observar que existen una serie de rutas comerciales que usan los caminos carreteros y que unen centros de producción de nieve y hielo con los núcleos urbano necesitados de dichos productos. Aquí se abriría un nuevo abanico de investigación intentando establecer, en Aragón, las rutas que llevaba este comercio del hielo

-Por cierto, ¿cómo ha sido esta investigación y qué metodología de trabajo has seguido?

-Tras el descubrimiento del Pozo de Torre Rausa, ha sido un trabajo de investigación en el Archivo Municipal de Fraga con fuentes primarias. Se ha trabajado con los Libros de Actas, Cabreos, Libros del Racional y Libros de Bienes de Propios. Se inscribe un marco temporal entre 1600 y 1900 y se comienza la lectura de los documentos, de los cuales se extrae toda la información posible. Esta primera fase produce más de 400 entradas documentales. Estas fichas se trasladan al ordenador y duermen el sueño de los justos durante más de 20 años, pues no tenía claro cómo abordar el trabajo con todos estos datos documentales. A raíz del hallazgo del Pou de Gel del Cegonyer decido presentarme a la convocatoria de las Becas Amanda Llebot que realiza todos los años el IEBC. Al concederme la citada beca comienzo a reunir la bibliografía existente sobre las neveras y pozos de hielo y voy extrayendo los datos que me proporcionan las fichas de vaciado de los documentos. Respecto al esquema que sigo para este trabajo establezco una división clara. Por una parte, hay una descripción física de los tres pozos y en una segunda parte hay un análisis cronológico de los datos que nos proporciona la investigación de archivo.

-¿Ha sido difícil sacar este trabajo a la luz?

-Han sido muchas horas de investigación en el Archivo Municipal de Fraga. Extraer la información de los documentos me ha ocupado unos seis meses aprovechando todo el horario de apertura del Archivo. Eso implica mañanas, tardes y sábados. Por otra parte, el trabajo de vaciado de la documentación lo inicié en 1997 y ha estado esperando hasta el 2020 en que lo retomé con fuerza. Primero gracias al descubrimiento del Pou de Gel del Cegonyer ese mismo año y luego porque me presenté a la Beca Amanda Llebot del IEBC que me fue concedida y por la cual he terminado este trabajo de investigación. También he contado con la ayuda y colaboración de varios colegas de profesión que hay resuelto las numerosas dudas que hay podido surgir a lo largo de la investigación y redacción del trabajo. Más que difícil, ha resultado laborioso y largo por todas las horas invertidas en tratar de sacar la mayor información posible de las, aproximadamente, 400 entradas documentales que he podido referenciar.

-Aranza, ¿en qué estás trabajando ahora...nos puedes dar alguna pista?

-Me temo que ahora no estoy investigando nada. No sé si en un futuro será posible que retome algún tipo de investigación, ya sea arqueológica o de archivo. Los horarios de los archivos son incompatibles con el trabajo que tengo en la actualidad.

 

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Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

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