Cazarabet conversa con...   Luis Monferrer-Catalán, autor de “Los mensajes del fuego. Trilogía ‘Montañeses de Peñagolosa’ (III)” (BubbleBooks)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nos acercamos a la trilogía Montañeses de Peñagolosa

Lo hacemos desde su tercer tomo “Los mensajes del fuego”.

La trilogía viene desde la pluma de Luis Monferrer -Catalán y es editado por la editorial Bubble Books.

 

 

La sinopsis de la trilogía:

 

La primera parte de la trilogía es La cuerda de la historia.

Con este volumen —y con la trilogía entera— queremos mostrar el devenir histórico, el nervio moral y la dureza esencial de la que están hechas las vidas de los montañeses de Peñagolosa —una gente esforzada viviendo en un territorio agreste, tanto tiempo abandonado de la mano de Dios y de los hombres. El mundo sabe poco de las historias y las andanzas de estos montañeses; pero como sucede en tantos otros lugares, las odiseas de sus vidas también constituyen una materia literaria sensacional, más valiosa que el oro o los diamantes.

A la vez, también queremos destacar los hitos esenciales de su historia colectiva, para que sus propios habitantes, y los descendientes, puedan comprenderse mejor a ellos mismos, siendo una comunidad castellanohablante, con una personalidad singular, enclavada en la frontera oeste de la Comunidad Valenciana. Desde antiguo, sus habitantes han colaborado lealmente en la construcción de nuestra prosperidad colectiva, y siempre fueron a defender nuestra nación donde fue menester. Sin embargo, en el siglo XX, la recia cuerda de la historia, que a tantos hombres y mujeres unió siempre, se adelgazó peligrosamente cuando sus habitantes quedaron diezmados a causa de la emigración.

Las páginas de este volumen contienen un variado ramo de flores, tan hermosas como delicadas —pues eso son las historias y las peripecias aquí recogidas—. A través de ellas, los lectores podrán apreciar una imagen novedosa y desconocida que estas historias configuran todas juntas, como si fuera un mosaico de la vida de estos pueblos xérrat (montañeses). Y ésta es, ciertamente, una tarea muy primordial que nunca se había llevado a cabo en la literatura española hasta ahora.

 

Índice

Fustes de columnas .

Presentación .

1. Prolegómenos .

1.1. Sobre cuerdas y gentes .

1.2. Yo, Dolores,…

1.3. Las raices de los arboles .

1.4. En el corazon de la montana .

1.5. Leyendo icebergs .

2. Paisajes de Peñagolosa .

2.1. Atrapados en la boira.

2.2. Al principio fueron las aguas .

2.3. El pico de Penagolosa .

2.4. El barranco el Carbo .

2.5. El puente de Cedraman . .

2.6. La rocha la Cadena .

2.7. Frio, viento y arabogas, nieve y hielo . .

3. La cuerda de la Historia .

3.1. Mirando a través de la boira .

3.2. El palacio de Sayyid Abu Zayd en Argelita .

3.3. Torrebuceit [en Torrejoncillo del Rey (Cuenca)] .

3.4. La frontera noroeste de Shaq al-Andalus y sus castillos (s. xiii) .

3.5. Ibn Al-Abbar, un alfaquí descendiente de Ünda .

3.6. El señorío de la Tinença d’Alcalatén (1233) .

3.7. Los refundadores de Villahermosa (1242) .

3.8. La baronía de Arenós (ca. 1245) .

3.9. Las cartas pueblas de Pulchravista (Vistabella) y de Al-Zenata .

3.10. Las cartas pueblas para población hispanomusulmana: el caso de Tales .

3.11. Fernan Ximénez de Arenós, con los almogávares en Bizancio (1302) .

3.12. Habitantes del Castillo de Villamalefa y de Villahermosa (ss. xiv-xv) .

3.13. D. Alfonso de Aragón, duque de Gandía y señor de la baronía de Arenós,

en el Compromiso de Caspe (1412) .

3.14. El ducado de Villahermosa (1476) .

4. Aquí, nuestra tierra, y nuestro mundo .

4.1. El Territorio de los Xérrat o Xúrrat (montañeses) .

4.2. Las venas del territorio .

4.3. Largos dedos de piedra .

4.4. Pequenos paraisos terrenales .

4.5. La Ruta de la Seda en los pueblos montañeses .

4.6. El Camino de los Nevateros .

4.7. Los condes de Aranda y sus señoríos de Castellón (s. xv-XVIII) .

4.8. La expulsión de los moriscos castellonenses (1609) .

4.9. La Real Fábrica de Loza del conde de Aranda en Alcora .

4.10. El ducado de Híjar y sus señoríos de Castellón (s. xviii-XIX) .

4.11. El fin del antiguo régimen para los montañeses de Peñagolosa .

5. Un siglo de guerras carlistas (xix) .

5.1. El nacimiento del mundo moderno .

5.2. Fray Asencio Nebot: El líder guerrillero que plantó cara a las tropas

de Napoleón (1810-13) .

5.3. Una bofetada que valió un reino, y… tres guerras civiles . .

5.4. Lucena, o el valor de la libertad .

5.5. Galería de retratos (Algunos lideres de partidas carlistas) .

5.6. El intento carlista de matar a los habitantes de Cortes .

5.7. La matanza de Villahermosa (1838) .

5.8. Otra vez los carlistas en Cortes, 35 años después .

5.9. La derrota de los carlistas en Cortes y Villahermosa (1874) .

5.10. Tras el fin de la Tercera Guerra Carlista (Hambre, miedo, exilio

y deportaciones) .

5.11. Dos bandoleros carlistas .

5.12. Montañeses en la Guerra de Cuba (1895-1898) .

5.13. El tio Ricardo, soldado en la Guerra de Cuba (1976) .

6. Tirando de la lengua: ‘el Mijarense’ .

6.1. Los nombres de la gente .

6.2. Las antiguas palabras .

6.3. Los topónimos .

6.4. El presbítero don Andrés Monzó Nogués, estudioso de El Mijarense .

6.5. El Mijarense (El habla de los montañeses castellonenses del Alto Mijares

y del Alto Palancia) .

7. Bibliografía .

 

 

La segunda parte, Historias de desolación y muerte .

Las historias de este volumen están inspiradas en hechos, poco conocidos, acaecidos a los montañeses de los pueblos y lugares de Peñagolosa. Puede decirse que este volumen contiene un eco literario de pasadas violencias del siglo XX. A veces, sus páginas contienen tanta carga de amargura y desolación que hubiera sido preferible no tener que escribirlas nunca. La desolación es lo que queda más repetidamente pintado en las páginas de este volumen, pues es lo que más perplejidad nos produce cuando aflora la parte más enigmática y desconcertante de la condición humana. Asimismo, por sus páginas también se pasea libremente la Muerte, jugando a la cluca con sus guiños, y llamando caprichosamente a unos y a otros con el índice. Y es que, en nuestra nación, durante demasiado tiempo, muchas voces estuvieron dispuestas a entonar ese irracional cántico fúnebre de ‘¡Viva la Muerte de nuestros compatriotas ‘enemigos’!’, sin ningún asomo de piedad.

Índice

Yo, Dolores . 

El espejo junto al camino (Introducción) . 

1. Estampas y aguafuertes de los montañeses del siglo xx .

1.1. Enterrando muertos en Marruecos (1921) .

1.2. Aguafuertes de la Guerra Civil (1936-1939) .

1.3. Nueva Rusia (1936-38) .

1.4. Solidaridad (1937) .

1.5. ‘Teme a tu proχimo…’ (1936-38) .

1.6. Una garrafica d’aguardiente (1936-38) .

1.7. ‘Diles si qui’en que los pasemos al otro la’u…’ (1938) .

1.8. Campos de ababoles en mayo (1938) .

1.9. En el fragor de la batalla de Levante (Entre el 23 de abril y julio de 1938) .

1.10. El veneno de las palabras (jun. 1938) .

1.11. En el frente de Lucena (1938) .

1.12. !Viva la revolucion! (1936-1938) .

1.13. ‘Por las calles fluia el miedo como rafagas de viento…’ (1938-1940) .

1.14. Las lagrimas que derramaron sus ojos… (1938-40) .

1.15. Tiempos revueltos (1939) .

1.16. Un carrete de hilo (1939) .

1.17. Dona Soledad .

1.18. ‘No hay ‘tutia(.Que hemos hecho pa’ merecer esto?) .

1.19. Ante El Paredon de Espana .

1.20. ‘La marea de la vida t’arrastra ‘ande quiere’ (ca. 1950) .

2. La odisea de Silvano Benages, hasta hallar la calma en las brumas

de Albión .

3. Viaje onírico al mundo de los muertos (Epílogo) .

Bibliografía .

 

 

La tercera parte de la trilogía es Los mensajes del fuego.

Este tercer volumen de la trilogía recrea situaciones y vivencias acaecidas en el siglo XX a los montañeses de Peñagolosa. Son historias de gente, a veces anónima, que nunca antes habían sido recogidas en las páginas de la literatura canónica española. Y éste es un punto esencial que las define. En ellas se da voz a distintos componentes de un grupo humano de ‘olvidados’; pues, hasta ahora, prácticamente ningún escritor los había puesto nunca en el centro de sus historias. En ellas, el fuego aparece de diversas maneras, enviando secretos mensajes sobre lo que se proponen hacer, o lo que aguarda a los personajes en sus pequeñas odiseas, adquiriendo así una variada gama de valores, como corresponde a los múltiples escenarios donde se desarrolla la acción de cada una de ellas. Asimismo, un buen número de historias aborda lances acaecidos entre los montañeses y los maquis —visitantes enigmáticos llegados en la década de 1940, hasta comienzos de la década de 1950—. Su presencia en los montes de Peñagolosa causó gran inquietud y consternación a los habitantes de este territorio, , pues para muchos fue origen de múltiples incidentes y violencias, de miedo, riesgo de muerte, robos, detenciones, castigos, sentencias de cárcel, y emigraciones y abandonos de sus hogares… En definitiva, este volumen –y toda la trilogía— tratan de temas bastante desconocidos para el público en general, cosa que –así lo creemos–, aún acrecienta más la originalidad e interés de estas obras, y convierte a toda la trilogía en una publicación realmente novedosa.

Índice

Yo, Dolores…

Fuego y humo (Introducción) .

1. Los mensajes del fuego (sobre los montañeses de Peñagolosa del siglo xx) .

1.1. La mula de Troya (ca. 1910) .

1.2. Ciudadanos bienhechores (1927) .

1.3. ‘El Curro.

1.4. Venganzas de los vencedores .

1.5. Al estraperlo . 

1.6. La lengua de las hogueras (ca. 1944) . 

1.7. El tio Trinitario .

1.8. El badajo de la campana . 

1.9. Entre dos fuegos . 

1.10. La huida de Romualdo . 

1.11. El tren en llamas (1946) .

1.12. En la Central Electrica de Puertomingalvo (1947) .

1.13. Hortensia… (1948) . 

1.14. El cantaro roto (1951) . 

1.15. El destierro de Dona Maria . 

1.16. ‘La Pirenaica’ .

1.17.‘Vamos a hacer las paces…’ .

1.18. En la ‘Batalla del Barro’ (Valencia, oct. 1957) .

1.19. Las medallas de los heroes .

1.20. Soldado en la soledad de las dunas del Sahara (1966) .

2. El largo sueño de un pueblo bajo las aguas .

3. Cantata para un niño de Olba .

Material utilizado para documentación .

 

El autor:

Luis Monferrer-Catalán [Villahermosa (Castellón), 1954] se licenció en Filología Inglesa (Univ. de Barcelona, 1980), y se doctoró en 1991 con la tesis titulada: La producción intelectual de los exiliados españoles en Gran Bretaña (1936-1977). Ha sido Catedrático de Inglés en Institutos de Barcelona, y Profesor Asociado de Inglés en la Facultad de Odontología (Bellvitge, Barcelona).

Ha investigado el legado del exilio republicano en Gran Bretaña. Es coautor de La voz de los náufragos. [La narrativa republicana de 1936-39] (De la Torre, 1997), y autor de Odisea en Albión. [Los exiliados republicanos en Gran Bretaña] (De la Torre, 2007).

Ha editado escritos de varios exiliados, como Joaquín Pérez Navarro: Yo luché por la revolución social del pueblo español (1999) —edic. inglesa: One Man's War in Spain: Trickery, Treachery and Thievery (Christie Books, 2013)—; de Luis Portillo, Fragmentos de un mosaico roto. [Narrativa breve y otros escritos de un republicano español, exiliado y muerto en Inglaterra] (Renacimiento, 2021) y los escritos de colaboración con los programas de la BBC del poeta exiliado catalán Domènec Perramon (inédito). Ha colaborado asimismo en el Diccionario bio-bibliográfico del exilio de 1939, (4 vols.) (Renacimiento, 2017), y ha presentado diversas comunicaciones y ponencias en congresos sobre el exilio de 1939. Es asimismo autor del volumen titulado Reflexiones en tiempos convulsos (2022).

A Villahermosa ha dedicado varios volúmenes, como Villahermosa: historia de un pueblo de frontera entre Valencia y Aragón (2007), Villahermosa: una mirada al fin de una época (2010), o Brasas entre la ceniza. [Literatura popular de tradición oral de Villahermosa] (2017). También ha escrito narrativa y cuentos, como la trilogía Montañeses de Peñagolosa (2023) y ha presentado comunicaciones en congresos sobre aspectos culturales y lingüísticos del Alto Mijares (Castellón).

Actualmente investiga sobre aspectos del legado colonial español. Entre otras obras, ha preparado, junto con M.ª Dolores Martín, la reedición de este poemario titulado Romancero Saharauí, de Julio Martín Alcántara, y trabaja en la producción de obra literaria propia.

 

 

 

Cazarabet conversa con Luis Monferrer-Catalán:

— En primer lugar, destaquemos que el pasado mes de agosto de 2023 se terminó el trabajo de publicación de la trilogía, titulada genéricamente ‘Montañeses de Peñagolosa’. ¿Qué títulos la componen? ¿Puedes presentar brevemente cada uno de los libros? 

— Efectivamente, así fue: preparamos la edición entre febrero y agosto (hicimos muchas revisiones del texto). El primer volumen se titula La cuerda de la historia; el segundo, Historias de desolación y muerte; y el tercero, Los mensajes del fuego.  En el primero realizo una revisión histórica de los hitos culturales e históricos más relevantes acaecidos en el Alto Mijares y Peñagolosa —que es un territorio de frontera entre Valencia y Aragón—, desde la prehistoria hasta el final del siglo XIX. El contenido de los otros dos volúmenes se circunscribe al siglo XX.

— ¿Por qué una trilogía? Eso es mucho trabajo…

— Pues porque al final fue mucha la información reunida durante el proceso de documentación. (Y… aún queda más material para otros volúmenes futuros…). Toda esa información no se podía incluir en un solo volumen, claro... El trabajo sí que ha sido ingente, de años, pero cuando ya has publicado otros libros antes, todo es más fácil y te vuelves más eficaz en la redacción y manejo de la información. Antes ya publiqué otra trilogía: Villahermosa: una mirada al fin de una época [1][1], que ya fue un primer intento de ir adentrándome en el conocimiento de la historia cultural de los habitantes de estos pueblos montañeses.

— ¿Cuándo empezaste a trabajar en ‘Montañeses…’?

— En realidad ya hace muchos años que he estado leyendo e investigando sobre cuestiones relacionadas con la cultura de los pueblos del Alto Mijares y Peñagolosa —desde 1976 o así—; pero a este proyecto concreto de la trilogía me dediqué mucho desde 2018, y especialmente por el tiempo aquel de la pandemia del Covid-19, hasta agosto de 2023.

— Temáticamente, tú dedicas estos volúmenes a ámbitos muy diferentes, pero relacionados con un tronco en común: el espacio geográfico (el lugar) y el factor humano. ¿Cuál es el contenido central de dicha trilogía?

— La trilogía entera trata de aspectos relacionados con la historia y la experiencia vital de la gente de los pueblos de los alrededores de Peñagolosa. Precisando más, son los habitantes de esos pueblos de la frontera, tanto del oeste de Castellón, como del este de Teruel —habitantes de pueblos turolenses como Puertomingalvo, Olba, o de los alrededores de los ríos Villahermosa y Mijares, es decir de la comarca del Alto Mijares castellonense, y también de otros pueblos de la vertiente este y sureste de Peñagolosa, como Vistabella, Lucena, Useras, Alcora, Argelita, etc.

— ¿Podría decirse que es una trilogía muy homogénea?

— ‘Entre los tres volúmenes hay diferencias de orientación. El primero es más de carácter histórico. En él explico los momentos clave del devenir histórico de los pueblos del Alto Mijares —a través de su pertenencia primero a los almohades, luego a la baronía de Arenós y la posterior al ducado de Villahermosa—, que dan como resultado una personalidad cultural diferenciada dentro de la actual Comunidad Valenciana; aunque también contiene historias de ficción. Los otros dos volúmenes se centran en el siglo XX y son obras de ficción literaria, aunque se apoyan mucho en información histórica obtenida sobre la experiencia humana de gente procedente de los pueblos alrededor de Peñagolosa. 

— Además de haber nacido en Villahermosa —ese hermoso pueblo montañés de Castellón—, ¿qué otras razones te han empujado a escribir esta trilogía dedicada a la gente y a la historia de los pueblos alrededor de Peñagolosa’?

— En mi juventud veía que la gente de estos pueblos era muy diferente de la que uno se encontraba en Castellón y en otros pueblos de La Plana: hablaba de manera diferente, tenía unas prácticas culturales diferentes —sorprendentes a veces, como la pasión por el toro embolado, por las jotas…— Era también un grupo humano castellanohablante, a veces despreciado por la gente de los pueblos valencianohablantes  de la costa, y motejados sus habitantes con un término de larga tradición xenófoba —‘los churros’—, que en realidad nadie sabía explicar qué quería decir...

Y cuando ya empezaba a estudiar en la universidad en 1975 y visitaba estos pueblos blancos, de clara impronta cultural musulmana, veía que no había libros describiendo su trayectoria histórica, ni explicando esas características que lo singularizaban. Nadie sabía nada. Eso me provocaba frustración. Tampoco había bibliografía accesible de divulgación para entender la trayectoria a lo largo del tiempo de este grupo humano singular que habitaba en los pueblos de la frontera castellonense con Teruel, en lo que ahora se ha designado como la comarca del Alto Mijares…

Así que, de esas carencias previas fueron surgiendo los objetivos que había que alcanzar: llegar a conocer los rasgos esenciales y la trayectoria histórica de esas gentes, que incluso tenían una lengua singular, llena de arabismos —el Mijarense la etiquetó algún investigador—. Y, como he dicho antes, ya llevo muchos años dándoles vueltas a todas estas cosas.

En definitiva, quería escribir una obra para entendernos a nosotros mismos, a nuestra historia, a nuestra trayectoria cultural y a nuestro devenir histórico; y para que todos los descendientes de estos pueblos, y sus futuros descendientes puedan comprenderse a ellos mismos. Esto lo he intentado con el primer volumen, de carácter más histórico. Los otros dos volúmenes se centran en dos hechos clave del siglo XX, de los que conseguí más información, por ser más recientes, como fueron la Guerra Civil y la llegada de los maquis a la zona.

— ¿Por qué ese título de ‘Montañeses de Peñagolosa’ dado a la trilogía?

— Pues porque al reparar en él me pareció el más adecuado; es la mejor definición que podía encontrar para esta obra. Si bien se mira, le viene como anillo al dedo. Después de muchos años de investigación, he podido saber que, en Marraquech (Marruecos), aún designan como xérrat o xúrrat a los habitantes de la cordillera del Atlas —xérrat es una palabra beréber traída aquí por los hispanomusulmanes, que quiere decir ‘los montañeses’, ‘los habitantes de la montaña’.

Y ahí está ya explicado todo el misterio de esa vieja expresión que a lo largo de los siglos estuvo en la intención xenófoba de los musulmanes y de los valencianos hacia los habitantes de la zona montañosa del interior de la Comunidad Valenciana. Sí; históricamente se trata de una población xérrat  palabra que es simplemente es un gentilicio de origen beréber, que ha perdurado en esta zona desde que aún vivían aquí los hispanomusulmanes—. Y, en realidad, a mí me ha dado el mejor título posible que yo pudiera imaginar, pues, desde antiguo, eso ha sido su población: ‘gente de los pueblos de la montaña’, ‘montañeses’ —y, según los antiguos musulmanes, xérrat o xúrrat (que para cualquier hablante de árabe significa lo mismo).

En cuanto a la mención del pico de Peñagolosa, pues tampoco tiene ningún misterio. En mi infancia, si no estaba boirado (nublado), todos los días veíamos Peñagolosa allá en la distancia, estático, como la afilada proa de un barco naufragando, o como un dios sentado mirando pasar los eones de tiempo. Pero yo también veía que el pico era una referencia para muchas cosas para mucha gente. Luego vi que esa referencia aún era mucho mayor. Gente de muchos pueblos de los alrededores también lo tenían como referencia para el día a día de sus vidas —para anticipar el tiempo de nieve o de frío, o el buen o mal tiempo—. Y es por eso que parecía adquirir una especie de referencia mágica, que se ha ido conservando con el paso del tiempo.

— ¿Qué características tienen en común la gente de estos pueblos a los que tú identificas como ‘montañeses de Peñagolosa’?

— Pues son varias las características comunes, o compartidas que les proporcionan una personalidad singular y una unidad de pertenencia cultural —una identidad—: son xérrat: viven en un territorio muy montañoso, áspero y duro (con abundante nieve en invierno), culturalmente cerrado hasta hace pocas décadas, pues sólo tuvo carreteras en el siglo XX; tienen una economía de subsistencia, agrícola y ganadera (ovino y ahora porcino); la pasión por el toro embolado y por la jota; el aprovechamiento minucioso del agua para los pequeños regadíos; son hablantes castellano-aragoneses (no todos); en muchas facetas de la vida diaria se nota la impronta cultural de los hispanomusulmanes o moriscos que vivieron en la zona hasta la expulsión de 1609 —en el habla, en el propio vocabulario y en las exclamaciones automatizadas (Ojalá… si Dios quiere… o ‘nos dé Dios…’), y en los pueblos y casas blancas, jalbegadas con cal, con detalles de azulete en las ventanas (propios de los pueblos otomanos del Mediterráneo)—; en la pastelería (tortas, buñuelos con miel, pastizos…) Podríamos mencionar aún más… 

— Amigo Luis, en toda la trilogía bien se ve un denominador común, que es el ‘factor humano’ …con esos diálogos que todos reconocemos enseguida como muy cercanos, sobre todo los que nos hemos criado en pueblos…

Sí. Eso lo he hecho, lo he elegido muy conscientemente. En los diálogos he hecho un esfuerzo importante por recoger el estilo y la manera de hablar popular de la gente, como forma de dar autenticidad a todo el proyecto, sin ponerles filtros de corrección lingüística. Sí. Eso es algo que se ve repetidamente en múltiples escritores de muy diversos países: de la literatura norteamericana, o en autores de todos los países de la Common Wealth que escriben en inglés… —no olvides que yo he trabajado como catedrático de lengua inglesa en Institutos de Bachillerato y por eso he llegado a su conocimiento—. Incluir ese aspecto de una fuerte oralidad, imitando la lengua hablada, no es deficiencia o descuido. En esto sigo una tradición que ya recorrieron muchos otros autores españoles y de otros países que me precedieron en el tiempo.

— Pero criarse en estos pueblos en torno a la montaña de Peñagolosa —de esos que, sí o sí, en invierno se quedan aislados muchas veces por grandes nevadas—, eso es ‘otra cosa’, ¿no? Por esta y otras circunstancias apuntadas, ¿crees que las gentes de estos pueblos tienen y retienen en su carácter algo especial…?

— Sin duda los seres humanos somos moldeados por el paisaje que nos rodea —el factor ambiental pesa más que el genético en nuestras vidas—. Recuerdo mi infancia en Villahermosa, cuando había grandes nevadas que duraban varios días, y hacía tanto frío que teníamos que permanecer encerrados en casa, junto al fuego, sin poder salir a la calle o ir a la escuela. Desde entonces no me entusiasma la nieve; no tengo buen recuerdo de ella. Hacía mucho frío.

Lo que he visto en estos pueblos, lo que recuerdo es que la gente siempre vivió con lo justo, con mucha precariedad; siempre ha tenido que soportar mucha dureza ambiental para vivir: y el frío o el calor extremos, la nieve, el viento…, trabajos físicos extenuantes… Eso deja una impronta en la personalidad, refuerza la dureza y la resistencia del carácter para poder sobrevivir a las adversidades diarias; sus habitantes siempre han sido gente resistente, diligente, muy esforzada —y en estas décadas del cambio de siglo, también veo que muchos mayores han alcanzado una longevidad casi centenaria.

En todo caso, esa gente —que creo que nadie había tratado antes ampliamente en obras literarias— ha sido la que yo he querido llevar al centro de estas historias; recogiendo sus recuerdos, su visión de las cosas, sus odiseas individuales, su modo singular de hablar y su bagaje lingüístico. Creo que ha valido mucho la pena hacer este esfuerzo. Yo estoy muy satisfecho de haber podido completar este proyecto literario y con el resultado final.

— ¿Crees tú que estos montañeses son gente como más dura, o con ‘un nervio especial’ dado por las circunstancias en las que han vivido siempre?

— No sé cuánto más o menos, pues eso no se puede medir; pero sí que creo que ese estilo de vida al que les obligan (y sobre todo les obligaban en el pasado) sus circunstancias, ha dejado una impronta en su carácter. Y, cuando eso se produce a lo largo de siglos, pues aún es más acentuado.

Sí que puedo decir que, en mi juventud, yo oía a gente de la generación de mis abuelos que decían ellos mismos, hablando por metáfora sobre otros amigos y conocidos, ‘que eran de [madera de] carrasca’ (muy duros y resistentes). Ellos se sentían o se veían a sí mismos como hechos de la madera más recia que hay: la de carrasca (encina).

—A primera vista quizás pudiera pensarse que se trata de libros con un contenido etnográfico. Sin embargo, si bien son unos libros que te acercan a esas tierras, a sus gentes, a su manera de vivir y a su historia, lo haces de manera muy literaria, con esos diálogos llenos de realismo, con esos planteamientos que podrían pasar por testimoniales y novelados…

— Lo que tú describes es la manera como se singulariza mi trabajo. Son obras de ‘ficción literaria’, aunque hay, sí, una fuerte base histórica en el proceso de documentación para poder escribir cualquier capítulo; pero a la vez me libero de la necesidad de la precisión extrema en el uso de los datos históricos, dejándome campo libre para el vuelo libre en la ficción literaria. No hay que olvidar que una obra literaria puede ser algo perfectamente serio. El principal valor de la creación literaria radica en que, mediante la palabra, podemos realizar retratos morales insuperables de personas y de periodos históricos, que no se pueden hacer de ninguna otra manera. Y a eso es a lo que me he dedicado con esta trilogía.

— ¿Tu manera de hacernos llegar estas historias tiene algo del estilo de Benito Pérez Galdós, o me lo parece a mí?

— Puede tenerlo, aunque no he tomado particularmente a Galdós como modelo. En este sentido, mis referentes han sido más bien escritores británicos, norteamericanos y de países de la Common Wealth, como George Orwell, Mark Twain, Scott Fitzgerald, la escritora chicana Sandra Cisneros y otros más, con cuyas obras he estado más en contacto debido a mi trabajo. De la literatura española me encanta el estilo literario de Manuel Chaves Nogales, o el de Vicente Soto, un exiliado republicano valenciano, muerto en Inglaterra.

— Un trasfondo de violencia y cierto resquemor están muy presentes en varias historias. ¿Puede suceder que en los pueblos y en las comunidades pequeñas esto destaque más que en los grandes núcleos de población?

— El escritor alemán Goethe decía que no hay que ir a mirar a ninguna parte para encontrar la violencia, pues está dentro de nuestra propia cabeza. En los pueblos puede haber violencia, y en las ciudades también. Quizás al tener que convivir con mayor proximidad o contacto visual con algunas personas puede hacer recordar más tiempo algunos hechos… Sí que es posible que el mayor anonimato que proporcionan las ciudades más grandes favorezca que se pueda olvidar más rápido antiguos agravios al perder de vista a los autores.

— Enlazando con la pregunta anterior, ¿puede ser ese el precio a pagar por vivir con mayor tranquilidad —o con la relativa tranquilidad que da un pueblo pequeño—?

— Posiblemente. Dice el refrán que ‘ojos que no ven, corazón que no llora’. En el caso de incidentes violentos, agresiones, etc. en las pequeñas comunidades hay más posibilidades de volver a cruzarte con los autores, de manera que eso te lleva a volver a recordar, a revivir antiguos hechos, y por lo tanto a no poder olvidarlos, y a que su recuerdo perdure más en el tiempo.

— Para la gente de muchos pueblos de la provincia de Castellón, el pico de Peñagolosa es algo más que una simple montaña famosa o destacada –la más alta de Castellón y la segunda más alta de la Comunidad Valenciana—. En esta trilogía parece que se le rinde un homenaje especial. ¿Qué significa para ti? 

— En realidad, al hablar del pico de Peñagolosa, algunas personas parece que tienden a magnificarlo o a mitificarlo, y enseguida se les llena la boca de palabras grandilocuentes. Pero no hace falta ensalzar a Peñagolosa ni mitificarlo más. No ha sido ésta mi pretensión en esta obra. Con esta obra simplemente hago una invitación a admirar su belleza singular. Es lo que es: una montaña prominente con hermosos paisajes a su alrededor, que a la vez constituyen el decorado o el escenario donde se desarrollan las historias incluidas en estos volúmenes.

Lo que yo he querido decir con el título es que esta trilogía trata de gente situada en ese escenario geográfico donde esa montaña ha actuado como un decorado o un punto de referencia en la vida de mucha gente. Para los habitantes de un circuito de quizás más de 50 kilómetros a la redonda, este pico siempre ha sido un referente obvio —pues frecuentemente se preocupaban por mirar para saber si Peñagolosa estaba nevado o no, si estaba despejado o no, si lo cubrían boiras o nubes, si allende su cumbre había manchas rojas en el cielo del crepúsculo… Todos esos indicios les daban información sobre el tiempo que iba a hacer en los siguientes días… Por eso era y es importante para muchos.

— ¿Cómo crees que la gente de estos pueblos y aldeas más cercanas a sus faldas considera al pico y la zona de Peñagolosa? 

— Al menos en el pasado, me parece que para bastante gente tenía sobre todo una idea de ser un lugar mágico-religioso, donde los individuos se sentían como más cerca de la divinidad. Sucede también que, desde la antigüedad, los lugares elevados siempre fueron considerados lugares mágicos —y Peñagolosa tiene ese algo de ‘lugar mágico’ para quizás muchas personas—. No se excluye que en sus bosques y cimas los antepasados prerromanos rezaron al dios céltico Lug (o Lugh). En esa zona fácilmente se mezcla la belleza paisajística y el sentimiento religioso íntimo de mucha gente. Yo incluso diría que es una religiosidad popular muy antigua y genuina, donde se crea la situación para que entren en juego los pactos secretos, hechos a conciencia, entre los individuos y la divinidad (con la fórmula ‘Si salgo con bien de esta hora (= si me ayudas), yo haré X’). Baste recordar las sucesivas peregrinaciones anuales a la iglesia de San Juan, y las infinitas ofrendas que los feligreses han entregado desde siempre en la iglesia del santo para cumplir secretas promesas o pactos hechos con la divinidad en momentos de zozobra vital.

— En las páginas de esta trilogía consigues que los personajes se hagan con la narrativa y que enganchen enseguida al lector… En el binomio escenario-personajes ¿están éstos por encima de todo y llevan la trama como si fuese un ‘juego de trileros’?

— Yo he tardado muchos años en lanzarme a la creación literaria, hasta que me sentí cómodo con la creación de los personajes y con la elaboración de sus diálogos. Los personajes son el centro de las historias. Con esta trilogía ya he entrado a tumba abierta a la creación literaria. Para su organización he creado un personaje de ficción, lo más alejado posible de mí —y eso es Lola, una mujer coordinadora de las entrevistas—, y he dejado que ella y el resto personajes tomaran su propio espacio y tuvieran su propia voz. Lo más sorprendente es que, en todas las historias, los personajes enseguida demandaban una voz propia, y autonomía de acción. Así, yo me sentía cómodo, pues a través de unos personajes podía expresar puntualmente lo que yo pienso; y por boca de otros, lo contrario de lo que yo pienso, o contradecir a cualquier otro.

Sin embargo, el modo de hablar de los personajes, aparentemente descuidado y copiando el estilo popular, en realidad encierra mucho trabajo y gran artificio. 

— Estas tierras de los alrededores de Peñagolosa ¿qué tienen de particular por ser ‘tierras fronterizas’ entre Valencia y Aragón? ¿Crees que la frontera les da un carácter especial?

— El aspecto central que cabe destacar aquí es que estas tierras de la frontera conforman el escenario natural donde se sitúan los personajes de mis historias —alter egos de gente real muchos e ellos— y desarrollan su acción individual o colectiva. Por otra parte, anteriormente ya hemos dicho que el medio siempre condiciona o amolda al hombre que vive en él.

En segundo lugar, lo que quería destacar es que siendo las fronteras decisiones totalmente artificiales y/o arbitrarias, en realidad por debajo de la frontera existe un continuum que unifica y da continuidad a los paisajes, tierras y gentes a uno y otro lado de esa frontera artificial.

Los habitantes de frontera son como más mestizos; tienen un pie cultural en cada lado. ¿Les da la frontera un carácter especial a estos pueblos? Esto ya es más difícil de precisar. En realidad, les da un carácter contradictorio. El territorio es un continuum geográfico y cultural, pero a la vez no lo es, pues está cortado o dividido por una frontera artificial y por la pertenencia administrativa a dos provincias distintas, y a dos ámbitos lingüísticos diferentes… Y al revés: formando parte de dos entidades administrativas diferentes, en la realidad geográfica, y en la trayectoria cultural, lingüística e histórica hay una gran similitud… Pura contradicción…

— En algún momento —o en más de uno— de la historia, antes de la globalización, ¿crees que la gente de estos pueblos se ha podido sentir ‘como abandonada’? ¿Ellos cómo lo exteriorizan?

— Por ser un territorio tan agreste, sólo a principios del siglo XX se hicieron unas carreteras mínimas —peligrosísimas—. Muchos de estos pueblos también dispusieron siempre de unos servicios médicos muy precarios, de escuelas pobres y mal dotadas, de tiendas pequeñas, de poca información de prensa…

Sí, quizás hubo gente que, por comparación, del análisis racional de las situaciones pudiera sacar esta conclusión, o tener un sentimiento íntimo de abandono, de que en esos rincones del mundo se hacía muy poco por fomentar su bienestar, cuando la situación de otros ciudadanos era sustancialmente mejor en otras regiones y ciudades. Desde luego, motivos había muchos para sentirse ‘como abandonados’.

— ¿Estos pueblos y estas gentes vivían y viven en un constante viaje Homérico?

— Probablemente, en su sencillez y cordialidad habituales, nadie de los habitantes de este territorio admitiría tener ninguna heroicidad en el tipo de vida que habitualmente se han visto obligados a llevar, sino que manifestaría ser lo habitual y común que todo el mundo hacía. La precariedad y la dureza existencial han sido las coordenadas sobre las que se han sostenido las vidas de la inmensa mayoría de la población.

Pero creo que son los ojos, la mirada de quienes pueden comparar más lo visto en unos y otros lugares con lo que sucedía en estos pueblos, quienes más pueden levantar la voz para valorar y destacar el mérito que ha tenido y tiene la vida de la gente tal como se ha desarrollado en estos pueblos montañeses.

Entendiendo que homérico aquí quiere decir ‘esforzado’ o ‘heroico’; y, en una valoración muy subjetiva, yo me atrevería a decir que sí, que la vida de mucha gente ha sido como un viaje homérico, aunque muchos de ellos no fueran nada conscientes de ello. Pero por eso he querido destacar y poner en valor este aspecto con estas historias.

— Constato que el peso de la historia en los tres volúmenes de la trilogía es muy trascendental… Hay muchas historias duras, de supervivencia, de miedos, silencios, revanchas… Además, se ve que hay mucho trabajo previo de documentación e investigación, ¿cómo ha sido ese proceso?

— Pues ha sido como en todos los grandes proyectos humanos. Detrás de ellos siempre hay muchísimas horas de trabajo que nadie ve. Pero, en realidad, eso forma parte del proceso creador: primero hay que documentarse todo lo posible, con lecturas de todo tipo de documentos, y con entrevistas a muy diversas personas. Pero recuérdese que antes (entre 2007-2017) yo ya había publicado otra trilogía sobre Villahermosa —y eso ya facilita las cosas.

Así, poco a poco se llega a estar en condiciones para empezar la construcción del texto; y luego hay que pulirlo y corregirlo y cambiarlo muchas veces, hasta conseguir una prosa suave, fluida, donde prácticamente sólo se perciba el interés de la historia, y el lector ya no perciba para nada la mano del autor…

— Asimismo, en esta trilogía me da claramente la impresión de que el testimonio oral juega un papel muy, muy primordial como base de tus historias. ¿Qué puedes comentarnos al respecto?

— Sí, como lingüista y profesor de inglés de profesión, el modo singular como habla cada persona siempre ha sido algo me ha interesado mucho, y a lo que he prestado mucho oído y atención. Trasladado todo ese bagaje de información y experiencia al ámbito de la creación literaria, sin duda no hay mejor manera de individualizar a un personaje que a través de su habla. Los personajes hablan y actúan, y estos dos aspectos son los que los definen.

Para la primera trilogía de Villahermosa, ya entrevisté a muchas personas; de algunas aún guardaba las grabaciones. Quería trasladar al ámbito de la literatura su visión personal de cómo habían sido ciertas cosas en determinados momentos —y eso resulta que era un punto de vista que nadie había llevado nunca a la literatura en esta parte del mundo.

Además, también fue muy consciente mi opción por mantener una fuerte oralidad, especialmente en el segundo y en el tercer volumen de la trilogía. Quería trasladar a la ficción el bagaje lingüístico de diversos personajes reales que yo había conocido y que me han inspirado.

— Amigo Luis, al emprender la escritura de esta trilogía para acercarnos al conocimiento de las gentes y pueblos de las faldas del Peñagolosa, ¿en qué viaje propio, lleno de recuerdos y de testimonios, te has visto sumergido…? —porque lo tuyo también se puede decir que ha sido un viaje homérico…

— Pues podría decirse que, con esta trilogía, y otras obras publicadas, mi viaje ha ido en varias direcciones. La primera hacia un mayor conocimiento de la trayectoria histórica y de los hitos más destacados en el devenir de la población de esta zona de la frontera entre Valencia y Aragón —que es una población singular, castellanohablante, pero con impronta aragonesa, valenciana y de los moriscos, dentro del actual territorio de la Comunidad Valenciana—. A la vez, también he llevado al centro de la acción literaria como actores principales o sujetos activos de la ficción a un grupo humano que ha estado un tanto olvidado a lo largo de los siglos, que hasta ahora no había sido llevado a la literatura.

En segundo lugar, con mi escritura he querido contribuir a fijar para futuros interesados unos hechos y unas vivencias de gente humilde, que de otro modo se hubieran perdido. Mediante este trabajo, en el futuro será posible su conocimiento a otras generaciones. 

En tercer lugar, este viaje también me ha llevado al Arte —con mayúscula—, a una creación artístico-literaria libérrima, que es donde el ser humano halla felicidad.

Toda esta actividad, también me ha llevado a un mayor conocimiento de la condición humana —lo cual tampoco es una cuestión menor.

— ¿Y qué metodología de trabajo has seguido, teniendo en cuenta que es una trilogía, una obra que estructuras en tres partes?

— Lo de ser una trilogía fue la consecuencia de reunir mucho material, y que no se podía incluir en un único volumen. Pero también reuní tanto material porque quería tener una visión global de cómo había sido la evolución histórica de este grupo humano tratado en la obra a lo largo de 2.500 o 3.000 años, hasta llegar al siglo XX.

Cuando ya lo tienes bastante por la mano, el proceso creativo es cuestión de seguir o de aplicar muy disciplinadamente un método organizativo. Tienes una idea original, un tema o materia sobre la que quieres escribir algo, y empiezas escribiendo las primeras líneas de lo que serán las partes o capítulos del índice —que luego irás ampliando y modificando mil veces—. Empiezas a leer lo que encuentras sobre el tema, y en una libreta, a mano, empiezas a hacer ejercicios de brainstorming anotando lo que sabes o se te ocurre sobre cada uno de los bloques que información o capítulos que vas creando en tu índice. Y poco a poco vas expandiendo ese material, creando secciones y precisando más.

Hay que recordar los buenos consejos de los clásicos. Los romanos decían que un libro / una historia debe enseñar algo nuevo al lector, deleitarle y conmoverle. Espero que los lectores consideren que mis historias cumplen plenamente estas tres condiciones.

También es importante decidir al principio quién va a ser el personaje que cuenta la historia, y con qué registro lingüístico hablará (si culto, popular, informal, argot, violento, educado…) porque es como poner una cámara en sus manos, y toda la película se verá desde su perspectiva y con el color que le pongamos en el filtro lingüístico.

Luego, poco a poco, en tu cabeza se van relacionando unos temas con otros, y van ampliándose. Después te das cuenta de que algunos aspectos rompen la coherencia lógica de la historia, así que hay que cambiarlos de lugar, o eliminarlos, o introducir otras cosas para dar coherencia a la organización global y para que no haya contradicciones.

Y cuando ya alcanzas el tamaño de capítulo que pretendes, entonces llega la hora de pulir el texto de la historia, y corregir la estructura sintáctica de las oraciones, o seleccionar el mejor adjetivo o el verbo más preciso, de cortar oraciones largas con puntos o con comas, hasta conseguir una fluidez en el texto, que a veces es el resultado de corregirlo una y otra vez, y cinco, diez o quince o más veces si hace falta, hasta que lo das por bueno y dices: ‘yo no lo puedo mejorar más’.

— Bien, Luis, pues hemos llegado al final de esta entrevista. Me ha gustado mucho poder mantener esta conversación contigo.

— Muy bien, gracias. Agradezco tu cordialidad. Para mí también ha sido un placer poder dar satisfacción a tu curiosidad e interés por mi trabajo respondiendo a tus preguntas, para que se entienda mejor cuál era el alcance y los objetivos que he pretendido conseguir con esta trilogía sobre los ‘Montañeses de Peñagolosa’.


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Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

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[1][1] Dicha trilogía se compone de los siguientes títulos: 1) Villahermosa: Historia de un pueblo de frontera entre Valencia y Aragón (Ayuntamiento de Villahermosa, 2007); Villahermosa: una mirada al fin de una época (Ayuntamiento de Villahermosa, 2010); y 3) Brasas entre la ceniza (Literatura popular de tradición oral de Villahermosa) (La Moca, 2017). Existe asimismo otro volumen aún no publicado, titulado: Las palabras de un pueblo (Diccionario del habla de Villahermosa entre 1950 -1975) —inédito—.