Cazarabet conversa con...   Pedro Bosqued, autor de “Para cenar, aire” (Pregunta)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Editorial Pregunta edita una obra narrativa que tal como “presenta” la propia editorial:” se trata de la primera novela de Pedro Bosqued, una historia delicada y sugerente sobre la soledad y lo fortuito de algunos encuentros”.

Ya veis, una propuesta sutil, persuasiva, sugerente para leer con la tranquilidad del momento y de la ocasión….

El autor tiene una narrativa, una prosa casi o sin el casi, poética… que embellece el escenario o escenarios hasta la saciedad.

Un poco más de este libro:

¿Y si lo fortuito cabe en un cajón de sastre del que no hay llave? Fabien cree que a estas alturas de la vida ya tiene hecho el traje a su medida. Jon y Gabriel llevan otra vestimenta y el armario vital que le dejó Lucrecia a Fabien no incluía el manual de instrucciones del cajón de sastre. Cuando lo que parece fortuito no es seguro que lo sea, las decisiones buscan la cerradura donde encajar la llave.

Lo que se dice, y no es poco, de esta novela:

«Sólo el gran Pedro Bosqued, Bernardo Bertolucci y yo hemos estado de verdad en Sabbioneta. Ni que decir tiene que Bosqued es alguien altamente imprevisible, como ya se pudo observar en su libro sobre ciudades menores de Italia y como el lector comprobará aquí también en esta repentina novela de aparente aire fortuito». Enrique Vila-Matas

«Se trata de uno de esos libros de viajes donde lo visitado sirve de excusa —al modo de Sebald o Magris— para hilvanar digresiones a través de un viaje intimista y secreto». Ignacio Ferrando sobre Pieles de Italia.

El autor, Pedro Bosqued: Pedro Bosqued (Zaragoza, 1970) es escritor. Formó parte de la I promoción del Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores. Algunos libros leídos después impartió clases de Escritura Creativa y Relato Breve en dicha Escuela. Crítico literario del suplemento ‘Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón desde hace casi una década. Es autor del libro Pieles de Italia. Un recorrido por las pequeñas ciudades italianas (Confluencias, 2015), de la novela Para cenar, aire (Pregunta, 2020) y del poemario Polonio (Olifante, 2023).

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Pedro Bosqued:

-Amigo, ¿qué te ha llevado a escribir esta obra narrativa?

-Mostrar, como sucede en muchas novelas, comportamientos humanos que son mejor comprendidos mediante la ficción que con la realidad.

-¿Lo inesperado de lo que tenemos detrás de la puerta con la vida y nosotros como tripulantes es algo que te motivó con Para cenar, aire?. Pones al espectador también en la nave de tránsito, ¿no?, junto con los personajes vamos a donde ellos van…

-Sí, sin duda. Uno de los motivos, inconscientes o conscientes, de vivir, es convivir con lo inesperado y más con lo inesperado que uno mismo realiza. Los personajes toman decisiones inesperadas, que pueden no concordar con lo que han hecho antes o en situaciones parejas anteriores y que, por eso, quiebran la línea de pensamiento de los que les rodean. Ese misterio incomprensible hay que intentar llevarla a una línea que no sea demasiado sin sentido, y encontrar una explicación medianamente racional, ayuda a hacer la vida más asequible sino para su comprensión total, sí para poder digerir lo que en principio no lo era. En cuanto a la segunda parte de la pregunta; así es, ubicar al espectador/lector en un lugar que vea de forma parecida a los personajes, hace que puedan percibir las cosas sin una distancia de seguridad o de forma tan alejada que se vean obligados a ser jueces a otra altura, ya sea superior o inferior. Comprender el pensamiento de los personajes, sus motivos y sus motivaciones provocan que el lector lo vea como algo posible, nada prefabricado y sin ningún objetivo predeterminado.

-En todo este viaje de contar historias, como esta, con bastantes personajes, me atrevería a llamar “coral” tú te ves, te observas o te reservas el derecho de verte reflejado dentro de ella… un poco aquí, un poco allá, un tanto desdibujado…

-Es imposible que no haya nada dentro de un texto que no pertenezca al autor del texto. Un escritor no puede alejar absolutamente todo de lo que es, lo que no quita que al saber que nada de la ficción le pertenece, y menos cuando ya se publica; piense que algo es suyo. Pero no es cierto, porque es la propia deriva de los personajes, aunque no se disparan por sí solos, lo que acaba transformando la manera de pensar del autor. Solo al experimentarlo, se comprueba.

-En tus creaciones ¿qué papel quieres darles a los personajes…?, ¿prioritario frente a la trama y al escenario?; personalmente creo que sí porque veo y leo que son los personajes los que se mueven y con ello mueven la narrativa y casi la manera de narrar…

-Los personajes en una novela son básicos, en un cuento prevalece la trama. Y como representantes de las personas, para ser creíbles, deben hacer, moverse, cambiar, permutar, ese movimiento es el que genera en el lector la percepción de que está leyendo una ficción que busca acercar una realidad que está ahí afuera y que muchas veces no se ve. En Para cenar, aire Fabien, el personaje principal, toma dos decisiones diametralmente opuestas ante dos situaciones similares. Esa perplejidad que genera en otros personajes es el motor de la novela, el ¿por qué? que se desarrolla a lo largo de toda la narración. Por su pasado o su carencia o su falta.

-Aunque el escenario, de escenarios, es como la utilización del mismo como elemento de dar u otorgar “sensación de aire fresco”, ¿qué te parece?

-Que es así, en buena medida. La novela está abrigada por la montaña, la naturaleza, la luz diurna, el paseo y el cambio de aires. Para cenar, aire es el título, es la metáfora de no poder comer y mirándolo desde un punto de vista optimista, es así, aire fresco, porque ese aire permuta el obrar de los personajes. Por eso el contenido de la novela se abre, adquiere nuevas interpretaciones, y eso es signo evidente de que la obra tiene y adquiere sentido. Eso reconforta al escritor.

-Amigo, ¿qué pretendías al sumergirnos en este ejercicio narrativo…? Porque, ¿eres de los que piensa que siempre se escribe con alguna intencionalidad?

-Escribir sin intencionalidad suena extraño porque no hay manera de demostrarlo. Otra cosa es que esa intencionalidad sea inconsciente, que sucede en múltiples ocasiones. Puede escribirse sin desear un objetivo, pero al realizar la acción, hay alguna intención, la vea o no el que la ejecuta. Y en esta novela, hay mucho de eso, has interpretado el libro con sagacidad. Intención escondida que el propio personaje no vislumbra pero que eso no significa que no exista.

-¿Son personajes los que muestras y haces desfilar en tu historia los que  han ido cambiando tal como los pensaste en un inicio desde tu imaginación antes de plasmarlo en el papel u ordenador bajo el influjo de la trama o es ,  más bien,  algunos rasgos de la trama los que cambian bajo el influjo, influencia o enamoramiento al que te someten, como escritor, algunos de estos personajes?

-Los personajes son los que mueven la novela, pero no eligen moverla. En este caso, la imprevisibilidad en el comportamiento de los personajes, conforma la trama, pero no la eligen ellos. Es el querer mostrar por parte del escritor lo que lleva a modificar una trama inicial, toda trama está al servicio de lo que quieres mostrar. Aunque cambie durante el proceso, lo que cambia no deja de ser algo que el escritor ha elegido para mostrar. Si luego el lector, ve más cosas o dota a la novela de nuevos significados, fantástico. Significa que lo narrado no estaba cerrado, que permitía interpretarlo al lector, y eso siempre se agradece cuando se lee un texto. Que el lector no sea un mero espectador como en el teatro o el cine. Ese es un poder sibilino de la buena literatura.

-Tu trabajo como crítico literario en el Artes & Letras del Heraldo de Aragón, ¿cómo y de qué manera te han ayudado como narrador? Aunque, quizás, lo que te haya ayudado más haya sido el estar vinculado al Máster de Narrativa de la Escuela de Escritores: primero como “estudiante” y, después, impartiendo clases…

-Las tres cosas han influido de alguna manera, y ninguna para mal. Al contrario. El realizar la crítica literaria permite enseñar el porqué de una buena obra y lo que aporta. Y eso al escribir lo busco, una nueva aportación a lo ya escrito antes. No se hace una reseña para clasificar sino para clarificar al futuro lector del libro qué es lo que se va a encontrar en el mismo e inducirlo a que escoja lo que lea. En cuanto al Máster de Narrativa, único por extensión y carga de trabajo en lengua española, al ser primera promoción, fuimos tanto alumnos como profesores conejillos de indias. Y eso le dotó de un plus, una frescura extrema. Hoy llevan quince promociones con muchos estudiantes que se toman dos años, muchos vienen de América para formarse, y que siga llenándose, habla claro de la calidad y salto para el escritor. En cuanto a ser profesor, ves textos que no esperabas y puedes ver un filón escondido que ni siquiera el alumno percibe a veces. Tener ese olfato, te ayuda a posteriori para perfilar tu trabajo creativo.

-Este trabajo, ¿te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de los aspectos tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que estás sumergido ahora?

-Siempre, es un no parar. Es el síntoma de que se puede seguir creando. Que unas ideas no detengan sino que abran nuevos caminos o líneas de obras. Y cuando se está sumergido en ellas, hay que aguantar la respiración hasta salir a flote, publicar. Mientras, hay que cocinar el texto sin sacarle burbujas, ni de bajo el agua ni de porque hierva el agua.

 

 

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Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

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