Cazarabet conversa con... José Ignacio Lacasta-Zabalza, autor de “George Orwell.
Vida y filosofía política” (Prensas de la Universidad de Zaragoza)
José Ignacio Lacasta-Zabalza
edita desde Prensas Universitarias de Zaragoza un libro que se adentra, como a
modo de inspección, la vida y la obra de George Orwell.
Dicen en Prensas
Universitarias: “El interés geopolítico del ideario de Orwell en 1984 tiene
plena actualidad, así como su crítica al estalinismo en la traducción al
ucraniano de Rebelión en la granja. Su biografía es un compendio de la toma de
conciencia anticolonialista, obrerista, antifascista y de crítica del
totalitarismo y del estalinismo”
La sinopsis del
libro: Este libro analiza la vida y la obra de George Orwell (1903-1950). Se
centra en su filosofía política y su itinerario vital: su anticolonialismo,
deducido de su experiencia en Birmania; su conciencia social, plasmada en Sin
blanca en París y Londres y El camino de Wigan Pier; su formación antifascista
en la guerra civil española, como soldado y oficial, así como la relevancia del
papel estratégico de las milicias en la sierra de Alcubierre (el famoso Frente
Orwell). El volumen se cierra con el estudio de la crítica al estalinismo
(Rebelión en la granja) y al totalitarismo universal (1984). Su ideario se
tradujo al idioma ucraniano: Orwell advirtió a sus lectores ucranianos del
peligro del imperialismo ruso.
José Ignacio
Lacasta-Zabalza: (Pamplona/Iruña, 1946) es catedrático emérito de Filosofía del
Derecho de la Universidad de Zaragoza, de la que ha sido profesor desde 1971.
Ha escrito, entre otros libros, Cultura y gramática del Leviatán portugués
(Prensas Universitarias de Zaragoza, 1988), obra finalista del Premio Nacional
de Literatura/Ensayo de 1989. Ha sido también profesor de Doctorado de Derecho
en la Universidad Libre de Bogotá (2014-2018). Ha dedicado especial atención al
pensamiento iberoamericano, como testimonian sus libros Entre la guerra y la
paz, escrito con la profesora colombiana Melba Luz Calle (Editorial
Neogranadina, 2019), y Simón Bolívar (Pamiela, 2019), que estudia la abolición
de la esclavitud y la estirpe constitucional de la cultura política de
Colombia.
Con él ya hemos “conversado”
en otras dos ocasiones:
José
Ignacio Lacasta-Zabalza |
La memoria histórica |
Pamiela |
30/01/2016 |
|
José Ignacio Lacasta Zabalza |
Vuelta del Castillo. Memoria
histórica y familiar |
Pamiela |
10/01/2015 |
Cazarabet
conversa con José Ignacio Lacasta-Zabalza:
-José Ignacio, ¿qué te llamó la
atención de George Orwell, de su obra, de su pensamiento de su personalidad
para dedicarle esta biografía que viaja de su vida a su pensamiento que se deja
ver como pensamiento o filosofía política?
-
Estos días navideños mi hermano Eduardo me ha recordado que en nuestra casa
había un ejemplar en catalán de Homenaje a Cataluña. Con toda
probabilidad eso se debía a mi padre, que dominaba también el idioma catalán
por haber trabajado en su juventud en Barcelona. El caso es que la guerra de
1936, el volumen de Ruedo Ibérico de Hugh Thomas, nos había ocupado en nuestra
familia desde nuestra juventud. Desde una perspectiva de inequívoco
antifranquismo encabezado por nuestros propios padres y hermanos mayores.
El
primer libro de Orwell que leí fue La hija del reverendo, que me gustó
porque parecía un buen relato de Dickens, de los tristes, como Oliver Twist.
A continuación, leí 1984, que estudié, más que leí, porque formaba parte
de la crítica a las utopías que figuraba en el programa de mis oposiciones a
profesor numerario de Filosofía del Derecho en 1982. Y, casualidades de la
vida, en el tercer ejercicio de ese concurso el profesor Elías Díaz, toda una
personalidad intelectual en aquella época, eligió un texto para que lo
comentásemos los concursantes ¡de 1984!
Perdónese
la broma, no voy a decir que le debo aquella plaza de profesor a George Orwell,
pero algo hizo a tal efecto, sin duda.
Luego había un factor moral, de compromiso
político, pues yo era entonces militante del Movimiento Comunista, MC, y me
caía bien, aunque con matices, la crítica de Orwell al PCE/PSUC en Homenaje
a Cataluña. Hoy creo que, como se ve en mi libro, no se han de compartir
algunas tesis orwellianas más bien de un izquierdismo sectario. Por más que el
PCE, su dirección sobre todo, y el “vector soviético” del que habla el
historiador Ángel Viñas, incurrieran en crímenes de guerra (como el de
Paracuellos) y en el uso doloso de la mentira como la identificación de los miembros
del POUM en tanto que agentes de Franco y Hitler.
El
caso es que todo eso me llevó a la edición en 1984 (en la Editorial Revolución,
con ese nombre) del libro colectivo Dentro y fuera de la ballena, donde
figura un artículo intimista e individualista del propio Orwell. Y uno mío
introductorio titulado “Trazos gruesos sobre el pensamiento social de George
Orwell”. De allí, previa autocrítica por mi visión excesivamente positiva de la
Revolución y lo revolucionario, también ha brotado mi libro sobre Orwell.
Por
resumirlo, el antisovietismo orwelliano, como lo recojo en mis comentarios a Homenaje
a Cataluña y Rebelión en la granja, tiene cosas muy positivas como
la crítica al régimen estalinista por totalitario sin eufemismos, pero incluye
despropósitos como considerar al PCE una fuerza (textual)
“contrarrevolucionaria” o sostener que nuestra República en guerra era algo así
como una vicaría de Moscú. También Ángel Viñas y Vicente Rojo han demostrado la
completa independencia y el pluralismo ideológico del Gobierno de Juan Negrín.
Tesis a las que terminó por convertirse el propio George Orwell, quien trató
con Negrín en Londres ya terminada la guerra. Y Negrín dejó un retrato de
nuestro protagonista bien interesante y así mismo comentado en este ensayo.
-Perdona, quizás me esté metiendo en
un buen berenjenal, pero me da que era una persona embriagada por cierto
realismo que se dejaba ir hacia el pesimismo, como “tocado por cierta tentación
nihilista”, ¿qué nos puedes decir?
- Sí, es cierto, su realismo, su conexión con
la realidad, le añade un fondo pesimista a casi toda su obra, que, por citar
dos gráficos ejemplos, no puede terminar peor que en La hija del reverendo
y en 1984.
La
idea de Antonio Gramsci que aconseja “pesimismo en la inteligencia, optimismo
en la voluntad” parece cavilada a propósito para un personaje como Orwell.
Porque no le faltó hasta entusiasmo en la voluntad para enrolarse en las
milicias del POUM en el frente de Huesca o para compartir la vida miserable de
los pobres y vagabundos en París y Londres o para acercarse a los mineros y a
la clase obrera inglesa en su excelente trabajo sociológico El camino de
Wigan Pier.
-Lo
que creo que está más que claro es que era un adelantado total a su época, lo
demuestra ya no solo en esa especie de distopía que es 1984 o en Rebelión en la
granja…
-
Hay que situarse en su época, años treinta y cuarenta del siglo XX, para saber
que iba a contracorriente mediante la crítica a Stalin y su régimen
totalitario. Su percepción de la alianza entre tecnología y regímenes
totalitarios, su oposición a la entrada de los poderes públicos en la vida
privada de las personas, cuando se hace indistinguible lo público de lo
privado, es sencillamente genial y avanza por la penetración tecnológica en el
seno de nuestra privacidad en la denuncia de lo que ocurre en nuestro tiempo.
La mayoría de las izquierdas europeas y norteamericanas, no sólo los
comunistas, preferían acomodarse o hacer la vista gorda a lo practicado por el
estalinismo.
De
las muchas cosas que sirven para desvelar los abusos manipuladores en el mundo
de hoy, en 1984 hay una que llama la atención por su vigencia: el uso
sistemático de la mentira como medio de creación de la opinión pública. Herbert
Marcuse en El hombre unidimensional aprendió en los años cincuenta esa
utilización y sugirió que la única novedad con respecto a Orwell era la
aceptación habitual por parte de la sociedad de esas patrañas. Eso, meditación
que se genera a propósito de la guerra del Vietnam, ya en los años sesenta,
anuncia desde luego el mundo de las fake news en el que estamos metidos.
Pensemos
por un momento en una de las consignas de aquellos regímenes desenvueltos en 1984:
la guerra es la paz. Por cierto, ¿estamos en guerra? ¿quién se atreve a
decir que no? ¿o que sí sin matices? ¿qué se pretende desde los USA cuando se
lanzan miles de millones de dólares para armar a Ucrania? En 1984 se
dice que no importa si se gana o no una guerra sino que lo importante, lo
decisivo, es que las sociedades y los Estados vivan en el estado anímico bélico
permanente. Han desaparecido los derechos humanos y todo vale al emplearse
contra el enemigo. Es casi imposible conocer la verdad de esas circunstancias y
el que lo intenta, como el protagonista de la novela, cae en las redes de la
policía del pensamiento que así se llama la policía política.
Un
cuadro tenebroso, pero cuando Trump anima a los suyos al asalto del Capitolio
lo hace en el nombre de una falsedad deliberada y colosal: que ha ganado las
elecciones sin ofrecer prueba ni verificación alguna.
La
tergiversación de la verdad, el uso de la tecnología en la operación
manipuladora, hacen de 1984 una obra de plena actualidad.
-Era un anticolonialista, desde el
sentir y desde el pensamiento que seguramente se hizo grande, tomando como más
forma, desde su experiencia en Birmania—colonia del Imperio Británico--… ¿es
esto más fácil de leer y de entender por personas como tú que habéis tenido
mucha experiencia en “otras colonias” de otros países como es el caso de España
en Colombia…?
- Orwell dimitió de su empleo en la Policía
Imperial de Birmania. Quedó asqueado y así dejó constancia en varios escritos
de la hipocresía incorregible del imperialismo inglés. Digamos que dio un paso
decisivo para la forja de su conciencia de izquierdas. Fue partidario de la
independencia de la India y exaltó la figura de Gandhi.
Con todo, hay una diferencia en el
colonialismo español, pues el inglés sirvió para elevar el nivel de vida de la
población laboriosa británica, en tanto que el español, el famoso oro y la
plata, los Potosís, no cubrieron la función de mejorar a la inmensa mayoría del
pueblo trabajador, que no salió de la pobreza y el analfabetismo hasta bien
mediado el siglo XX (repásese, si no, la historia de Ramón Carandé, Domínguez
Ortiz o Joseph Pérez para corroborar este dato y que los metales preciosos
americanos se usaron para pagar deudas de la Corona, para ornato de la Iglesia
también, pero no para crear empresas productivas).
Con
todo, hay una corriente de narcisismo imperial español, representado por
PP-Vox, que conviene criticar. Se representa así mismo en la grosera actitud de
Felipe VI, pues fue el único Jefe de Estado que permaneció sentado ante el paso
escoltado de la espada de Bolívar durante la toma de posesión del presidente
colombiano Gustavo Petro.
Pero todo esto del imperio español y su
relación con las antiguas colonias bien merece otra reflexión autónoma con
respecto a lo que aquí decimos de Orwell.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)