Cazarabet conversa con... Javier
Lahoz y Nacho Rúa, autor e ilustrador de “Mis 100 del Cine Clásico” (Reino de
Cordelia)
Javier Lahoz se
acerca al séptimo arte escogiendo a cien cares del mismo... cien intérpretes que
marcaron, quizás, la época más dorada de un cine que hacía sonar más allá de la
sala del cine… porque ahora y desde hace muchos años, el cine es otra cosa.
Las excelentes
ilustraciones son de Nacho Rúa. Y el prólogo de Oriol Nolis
Edita siempre con
un gusto exquisito Reino de Cordelia, formando y engrandando el apartado de
Literatura.
Anteriormente
tanto Lahoz como Rúa escribieron Mis 100 del Cine Español.
La sinopsis del
libro: Javier Lahoz y el ilustrador Nacho Rúa vuelven a trazar la historia del
cine con los apuntes gráficos y literarios de un centenar de intérpretes del
cine clásico internacional. Bajo la máscara del glamour surgen amores
tormentosos, adicciones inconfesables y vidas privadas que distaron mucho de la
idea de felicidad que transmitían a través de la pantalla. Sin embargo, crearon
un mundo, el Hollywood de los años 40 y 50, que se convirtió en el único
firmamento de estrellas sobre la Tierra. Toda una costelación con nombres como Bette Davis, Deborah Kerr, Rita Hayworth,
Katharine Hepburn, Joan Crawford, Audrey Hepburn,
Olivia de Havilland, Joan Fontaine, Vivien Leigh, Clark Gable,
Spencer Tracy, Montgomery Clift, Rock Hudson, Marlon Brando y James Dean.
Acercándonos a
Javier Lahoz: (1967) Es diplomado en relaciones sociolaborales y estudioso y
apasionado del cine. Las películas y los libros son sus mejores aliados y a
ellos se entrega siempre que puede. Trabaja desde hace veinte años como librero
en la Librería Central de Zaragoza, ciudad que le vio nacer y en la que a día
de hoy sigue residiendo. Ha publicado en Mira Editores cuatro novelas: Cara
de malo (1997), El plazo de las horas muertas (1999), La larga
espera de María Tudor (2001) y Por donde el placer escapa (2012).
Y al ilustrador,
Nacho Rúa: (1966) Es economista e ilustrador. Le gustan los cómics, los libros
y la pintura, actividades para las que tiene tantas ideas que incluso llegan a
quitarle el sueño. Para recuperarse, se escapa a la playa cuando puede. También
sabe disfrutar del deporte, que practica muy a menudo. Tras formarse en la
escuela de María Ángeles Cañada y en el estudio de Pepe Cerdá, ha publicado
algunos de sus trabajos en las editoriales Alcaraván, Imaginarium
y SM. Ilustra, retrata, caricaturiza y dibuja.
Cazarabet
conversa con Javier Lahoz y también un poco con Nacho Rúa:
-Amigo Javier, ¿cómo ha sido,
coméntanos el porqué de este libro Mis 100 del Cine Clásico?, pero
refiriéndote y mirando a las actrices y los actores...
-El cine clásico forma parte de
mi vida desde siempre. Sus intérpretes acababan entrando en casa como si
formaran parte del mobiliario. Resolvían cualquier situación, se enamoraban,
daban miedo, daban risa, eran acusados injustamente, no sé, de alguna manera
merecían un homenaje de mi parte como respuesta a todo lo que durante décadas
me han dado ellos.
-Además de centrarte en las
actrices y actores lo haces en el Cine Clásico, ¿y eso? Claro, entiendo que el
cine da para tanto que habrá algo más. Al fin y al cabo, antes de escribir este
libro, también con Reino de Cordelia, escribiste Mis 100 del Cine Español.
-Sí, me pareció oportuno
empezar por los españoles por lo que suponía de cercanía. Y así se lo planteé a
Nacho. La mayoría de los españoles pertenecen a la actualidad, son seguidos y
reconocidos, y pienso que nada mejor que un homenaje y un aplauso cuando
todavía lo pueden disfrutar al estar además en su mayoría en activo. Espero que
muchos de ellos hayan podido leer el libro y se hayan sonreído al haberme
referido a algunas de sus anécdotas o a la presencia dibujada por Nacho.
-Pero Javier, ¿qué nos querías
transmitir con este libro?, y lo pregunto con doble intencionalidad: ¿la de una
cinéfila y también, quizás, la de una persona que, como aquellos alumnos,
desconocían quién es Elizabeth Taylor?
-A veces no hay una
intencionalidad clara en lo que hacemos. Supongo que quería recuperar esas
figuras, jugar con el lenguaje y con mis conocimientos, intentar ser jovial al
recorrer sus filmografías, y presentarlos en sociedad a las nuevas
generaciones. Oriol Nolis nombra aquellos maravillosos libros que escribió Terenci Moix. Si me he acercado mínimamente a la pasión que
él desprendía en sus páginas cada vez que se refería a cualquiera de estas
estrellas me doy por satisfecho.
- ¿Por qué lo haces mirando a los
intérpretes, actrices y actores, que iluminaban las alfombras rojas, y no
a los directores o a los films? ¿Qué te atrae, Javier, de estos actores y
actrices?
-Elegí esta fórmula como podría
haber elegido otra. En realidad, los intérpretes son mucho más reconocibles
para el público. Cuando en aquellos años se emitía en televisión EL EXPRESO DE
SHANGHAI, por poner un ejemplo, nadie decía: “Hoy echan una película de Joseph von Stenberg”. Se decía: “Hoy
echan una película de Marlene Dietrich”. Excepto con Hitchcock era raro que
nombraran al director. Y luego, en lo referente a escribir sobre las películas,
pienso que el público tendría que ser muy incondicional y muy cinéfilo de un
film como para profundizar tanto. Además, yo no sé tanto sobre los rodajes, sé
mucho más sobre las trayectorias de los intérpretes.
- Eran los actores y las
actrices los y las que imprimían ese latido especial que con los años parece se
ha ido disipando… porque parece que ellos y ellas aportaban “aquella alma” que
transformaban aún más al film…
-De inmediato se impuso el Star System, claro. En los
albores del cine pronto se descubrió que unos rostros daban más dinero que
otros. Y que causaban mayor expectación. En las primeras películas no se
trataba de un oficio propiamente dicho. Mucha gente se puso delante de la
cámara en una ocasión o dos. Era novedoso. Un invento sin futuro, como dijo uno
de los Lumiere. Luego ocurrió que el público se
quedaba con las caras y quería repetir. Fascinantes, los años del mudo.
-Y eso que yo soy defensora
acérrima del guion y de la dirección y demás...
-Claro, es que eres lista. Sin
guion no hay película. ¿Cómo era aquello que se decía? Con un buen guion,
pueden fallar los demás elementos, pero siempre habrá una buena base sobre la
que construir. Con un mal guion, no hay nada que hacer, aunque tengas a los más
grandes. Y con respecto a la dirección, pues igualmente estoy de acuerdo. La
misma palabra lo dice, alguien tiene que dirigir para que la cosa funcione.
Alguien tiene que mirar a través de la cámara y poner su esencia a lo que hace aunque sea una historia escrita por otras personas.
-Esto hoy, me refiero a la
interpretación, ¿queda como un poco sepultado detrás de las mejores tecnologías
que condicionan desde la fotografía al sonido pasando por la dirección
artística, el maquillaje, la peluquería… todo, todo, ¿no?, ¿qué nos puedes
decir?
-Pienso que la interpretación
siempre va a ser uno de los platos fuertes de la película, detrás quizás del
guion y de la dirección. La belleza de las imágenes de una película es lo
primero que seduce, la luz, el vestuario, la música, el maquillaje, y son
esenciales, pero si los intérpretes no resultan creíbles, o parecen falsos o
sobreactuados, no creo que pueda funcionar. Tienes que salir del cine con ganas
de imitar a los actores. Y a las actrices, por supuesto. Tienes que salir del
cine queriendo ser ellos. Yo creo que en el cine clásico hay un poco de eso.
-La pregunta, Javier, es
necesaria que te la haga—aunque sea persistente--: ¿qué te ha sido más difícil
de hacer la selección de los 100 nombres entre actores y actrices...? ¿Cómo ha
sido?... Porque, todavía estoy con el libro, pero me leí todos los nombres
sobre los que ibas a escribir y eché de menos a alguno.
-Claro, y yo. Cincuenta hombres
y cincuenta mujeres son muy pocos. Pero está bien que haya nombres que se echen
en falta. Eso es porque el libro se recibe con interés. Si yo viera que a la
gente le dan igual unos nombres que otros, sería una indiferencia imposible de
digerir. Me guie por la afinidad personal y por los conocimientos que conservo
en mi cabeza. Hay intérpretes cuya vida controlo menos. Me apetecía explayarme,
hablar con naturalidad. Que se vea que me encantan. Sí, claro, así a bote
pronto se me ocurre que faltan Charlton Heston, John
Wayne, Tony Curtis, Robert Mitchum, Jean Simmons,
Orson Welles, Harold Lloyd, Gina Lollobrigida, Van Heflin, Lee Remick, Louis Jourdan, Mary Pickford, Esther
Williams, Joanne Woodward…
- ¿Qué te transmitían aquellas
actrices y actores del Cine Clásico que no lo hagan los de hoy?, ¿por qué
crees?
-Cierto misterio e
inaccesibilidad. Creo que la distancia que mantenían con el resto de los
mortales los hacía etéreos, inalcanzables, dioses. Los intérpretes de hoy
tienen que pasar la barrera del tiempo, y entonces veremos. Hay películas que
en su día fueron injustamente tratadas, incomprendidas o incluso ignoradas, y
hoy son imprescindibles. Mira LA NOCHE DEL CAZADOR, la única película dirigida
por Charles Laughton, que es de una actualidad
alucinante. Hay intérpretes que están hoy muy de moda y que pasarán sin pena ni
gloria. Y por el contrario, otros que hoy no cuentan
con ese beneplácito, quizás en adelante sean referentes.
-Javier, aquí la colaboración
con el ilustrador Nacho Rúa es muy atractiva, pero creo que hay mucha más
osmosis de la que parece ¿cómo lo habéis hecho?
-Yo hice una lista de 100 que
luego tuvo alguna modificación. Él iba trabajando a su ritmo eligiendo fotos.
Yo quería que las eligiera él, para que se ajustaran a su modo de trabajar, y
valorara las dificultades de perspectiva, luz, pelos, mirada, esas cosas. Me
gusta que haya algunas diferentes, y que no todas tengan la misma pose, como
ocurre con Kim Novak, de la que siempre se elogió su espalda, y que justamente
es esa la composición del dibujo. Ha habido que repetir alguna, pero más bien
porque la foto pertenecía a una época poco reconocible. Pero yo intentaba no
entrometerme mucho. Esa faceta es suya.
- ¿Qué buscabas, amigo, al
describirnos muy a tu manera particular a estos actores y actrices?,
porque me da que buscabas algo más que “una cara bonita”. Hay en cada uno de
ellos y en ellas esa mirada que transmite un algo que te deja casi sin aliento,
esa manera de moverse que es mucho más de lo que parece en el cine...
Para mí no son caras bonitas.
Son personajes, son historias, son arrebatos, son reflexiones. Una cara bonita
no te deja huella. Sirve para un rato. Al final, lo que vemos, lo que hacemos,
lo que leemos, lo que sentimos, te tiene que construir, te tiene que enriquecer
de alguna manera. Aunque solo sea como diversión. Pero tiene que atraparte,
lograr que sigas despierto sin importar que estés agotado. He buscado contar de
la manera más sincera posible ese bagaje que he interiorizado y me ha reforzado
al ver tanto cine. Las caras bonitas generalmente no tienen ni nombre.
-Te decía anteriormente que he
echado de menos a algunos de los nombres de actrices y actores, pero, a la vez,
me has reconciliado con otros... esto es parte de la magia del cine clásico.
Además, te acuerdas de películas, de los secundarios, de la música, de alguna
escena...
-Sí, he querido que hubiera
también nombres que no fueran los de siempre. Es más, algunos de los más
conocidos yo no los había seleccionado inicialmente. Quiero que el público
descubra, que conozca, que les mire por primera vez a
sabiendas de que habrá muchas más. En la vida lo más bonito es descubrir.
Personas, libros, lugares, emociones, miedos, descubrir lo mucho que podemos
hacer cuando llega el momento de hacerlo. Me encantaría que este libro ayudara
a descubrir.
-Tenías claro que para
acercarte a ellos y ellas no lo harías hablándonos de lo que ya sabemos o
podemos saber de inmediato si abrimos un libro de cine, una enciclopedia o la
Wikipedia, el imdb o vamos a buscar el nombre de
alguno de sus films, ¿no?, ¿por qué?
-Pues es que para contar lo que
cuenta la Wikipedia ya está la Wikipedia. Tienes que aportar tu semilla, tu
estilo, tu personalidad y contarlo con tu toque. No quiero contar una
biografía, quiero enlazar mis recuerdos con sus presencias, mis deseos de ver
una película con la satisfacción de haberla conseguido. Ahora eso es pan
comido, pero antes de este despliegue tecnológico que forma parte de nuestro
día a día había que esperar a que la televisión la emitiera o se anunciara en
la filmoteca o en una sala de reestreno. Y luego el vídeo y el dvd, claro. Quiero que un dato lleve a otro, y luego a
otro. Ojalá se despierte la curiosidad de muchas personas.
-Enlazo con la pregunta
anterior, así que describes, desde cada uno de estos 100 rostros, con lo que
ellos y ellas te sugirieron y todavía te sugieren cada vez que ves uno de sus
films, o alguno de ellos más que otro. Eran actrices y actores que ejercían de
correa de transmisión de emociones y emotividades, ¿verdad?
-Ver una misma película en
diferentes momentos, y sobre todo, a diferente edad,
aporta datos novedosos. Está claro que hay películas que han envejecido mal, y
que lo que en un momento dado me sedujo quizás hoy me deja frío o al revés.
Pero sin duda en su mayoría, por eso son clásicos, mantienen su esencia y su
poder de seducción. Soy capaz de encontrar dicha esencia. Soy muy capaz de
rendirme todavía a los encantos de la mayoría.
-Y los hay de todo tipo de
perfil… desde personalidades y maneras de moverse ante la pantalla elegantes a
más rudas… desde delicadas a fuertes…
-Sí, por supuesto. Tiene que
ser un repaso global donde haya una representación y una diversidad que le dé
al libro también miradas distintas. El encasillamiento existe desde que el cine
es cine, y aunque a veces les tocó probar nuevos registros, muchos son
identificables en su tipología. A James Stewart o a Audrey Hepburn nadie les
creería como malvados. Sería como ver a Cary Grant
sucio. Pero eso también es bonito porque les hace ser efectivos. Si alguien
encaja a la perfección haciendo algo en concreto, ¿por qué ha de hacer otra
cosa? Esto de salir de la zona de confort no lo entiendo muy bien. Es factible
para unos pocos que se atrevieron con todo. Creo que esa variedad de perfiles
es una riqueza para el libro. Y para los cinéfilos.
-Hay que ser un cinéfilo muy
particular... de esos que se mete dentro de los personajes, de la trama... para
casi hacernos un “retrato robot” o fotográfico de los actores y actrices, ¿no?
-No. Hay que ver mucho cine. Y
leer mucho sobre cine. Sobre todo esto último. Hay que
leer de lo que sea. Porque leyendo se aprende a mirar, a escuchar, a entender,
a interpretar movimientos, reacciones o silencios. Hay que conocer muchos datos
y jugar con ellos. Darles a los personajes un sitio. Y convertirlo en
narración. Es más fácil de lo que parece. Pero el secreto estriba en tener
pasión por lo que se cuenta.
-No sé, haces como un
acercamiento muy, muy particular, algo que va desde el conocer o intentar
conocer mucho al humano metido a la interpretación, pero también con el viaje
al contrario desde el intérprete metido a actor, ¿no?
-Creo que no soy tan teórico. Al
final es un anecdotario. Bogart trabajó en muchas ocasiones con Bette Davis; se casó cuatro veces, la última de ellas con
Lauren Bacall, que apenas tenía veinte años y a la que enseñó a silbar; vivió
en una calle sin salida, en un bosque petrificado y más tarde recaló en
Casablanca; fue cura y capitán de barco; se enamoró de la hija de un chófer y
después de una condesa; ganó el óscar tras pasarlo bomba en África, en un
rodaje de leyenda; tuvo un hijo y una hija y a su muerte su viuda introdujo el
silbato que les unió en el ataúd. Ya está, así a bote pronto, se me ocurren
estos episodios, pues me dispongo a jugar con ellos y a redactar un bonito
texto que dibuje su trayectoria. No trato de analizar demasiados entresijos de
su personalidad o de sus habilidades como actor y todo eso.
-Trabajar con Reino de Cordelia
debe de ser algo más que un placer, ¿no? porque es una editorial que gusta del
cine y que lo ama desde la raíz, ¿verdad?, solo hay que mirar lo que va
editando.
-Reino de Cordelia es una gran
editorial. Mima mucho el producto. Saca muy buenos libros de cine, y saca unas
excelentes recuperaciones de clásicos. Y de otros tantos temas, claro. Y cuida
mucho la ilustración. Sus libros tienen mucha personalidad. Es una gran
editorial.
-Además, el gusto con que lo
hace y, creo, la libertad que os da a los que nos hacéis llegar lo que nos
contáis con la narrativa o el trazo es algo muy especial… vale la pena estar
rodeados de editores así, ¿verdad?
-Reincido en lo que acabo de
decir. Es un editor excepcional porque se trabaja con total libertad
pero sobre todo el resultado final es exquisito. No hay más que ver cualquiera
de sus libros. No hay más que ver, sin ir más lejos, los dos libros de cine
escritos por Javier Lahoz e ilustrados por Nacho Rúa.
-Estas dos últimas
preguntas son para Nacho, ¿cómo ha sido trabajar con Javier Lahoz
para este Mis 100 del Cine Clásico en el que nos acercas al cine, mediante tus
dibujos, los de estos rostros de actores y actrices a los que Javier pone su
descripción y tú, tu trazo como dejando ver aquello que sientes, pero teniendo
en cuenta lo que quería transmitir Javier?
-Trabajar con
alguien como Javier que siente esa pasión y posee tantos conocimientos sobre
cine ha sido un privilegio. En todo momento se ha mostrado muy exigente tanto
con los textos como con las ilustraciones. En ese compromiso absoluto con el
proyecto se nota la profesionalidad.
A la hora de
abordar un retrato yo buscaba una serie de fotografías que pensaba que podían
ser las más idóneas para dibujar, fotografías en las que se reconociera con
facilidad al personaje, que tuvieran buena luz, que fueran claras, sin muchas
sombras en el rostro…Luego se las mandaba a Javier quien en función de la edad
o de las películas más significativas me sugería las que consideraba más
representativas. Siempre he trabajado con varias fotografías. Y al final le
enviaba a Javier el resultado. Creo que nos hemos entendido muy bien.
Por otra parte,
resulta inevitable sentir más cariño o simpatía por unos artistas que por otros,
no sé, a mí me cae muy bien Kirk Douglas y me gusta mucho Marilyn, por ejemplo,
y puede que eso también acabe notándose en el dibujo.
-Nacho,
lo que llama más la atención, además de este lenguaje corporal que casi no se
ve porque un dibujo parece algo inmóvil…es la mirada, ¿no? siempre esa
expresividad en torno a la mirada… ¿qué nos puedes decir?
-En el caso de
estos 100 intérpretes se trata de rostros muy especiales, todos son bellos,
tienen fuerza y mucha personalidad, así que gran parte del mérito es de los
protagonistas.
Los retratistas y
los fotógrafos saben bien que la fuerza expresiva de un rostro se encuentra en
la mirada. En una cara lo que se mueve son los ojos y la boca, es donde miramos
de forma inconsciente a alguien cuando hablamos, lo que está situado en el
centro de la cabeza, así que hay que poner especial cuidado en tratar de
dibujar eso con fidelidad y con cierta gracia, atendiendo a los brillos en el
iris, la longitud de las pestañas, el arco de las cejas... Eso sin descuidar la
nariz, la barbilla, la cara, el pelo, en fin, todo.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)