Cazarabet conversa con...   Diego Arribas, sobre la exposición y catálogo “Espacios de imagen” de Miguel Calatayud

 

 

 

 

 

 

 

Miguel Calatayud expone en su Aspe natal.

La exposición tiene por título “Espacios de imagen” y nos llega a nosotros gracias a la generosidad del propio Calatayud que nos ha hecho llegar un catálogo de esta exposición.

En la Sala Virtual de Exposiciones de Cazarabet tenemos una muestra de la obra gráfica de Miguel Calatayud con el título “Imágenes compartidas”.

http://www.elmasino.com/museo/artesplasticas/exposiciones/calatayud/index.htm

Para hablarnos de la obra y de la personalidad de Calatayud hemos elegido a Diego Arribas, buen conocedor de toda su trayectoria, quien también tiene presencia en la Sala Virtual.

http://www.cazarabet.com/exposiciones/diegoarribas/index.htm

Recientemente ha publicado una muy interesante reseña sobre Calatayud en AACA, la revista digital de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte:

http://www.aacadigital.com/contenido.php?idarticulo=2087

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Diego Arribas, artista y profesor

-Diego, si nos tuvieses que presentar a Miguel cómo lo harías, desde el punto de vista artístico...

-Pues así, a bote pronto, un esteta, un mago del lenguaje gráfico.

-Y desde el punto de vista humano, ¿qué nos podrías decir? porque si artísticamente a mí me parece un genio, como “ser humano” casi te diría que está a la par o más que un genio porque un artista cuando ha tenido éxito, ha sido feliz haciendo lo que le gusta y ha sabido transmitir ese amor a sus alumnos y alumnas y de la manera que lo ha hecho es que, también a su manera se es un “pequeño genio en lo humano”, manteniéndose, además con esa humildad y ese buen hacer en el trato humano...

Vaya! Veo que lo conoces bien. En efecto, en su humildad, Miguel Calatayud tiene la misma grandeza épica que sus personajes. Es un tipo afable, siempre sonriente y un gran conversador con el que se te pasan las horas volando. Puedes hablar con él de cualquier tema y lo enriquecerá con datos y curiosidades fruto de las horas que ha dedicado a documentarse para sus historias. Miguel es uno más dentro de su círculo de amigos a los que adora y le adoran.

-Volvamos al plano artístico, ¿qué tiene de diferente y diferencial sus dibujos, carteles...?

-Miguel es un gran comunicador. Sus dibujos, carteles o portadas se construyen desde una erudición gráfica presente en sus obras fruto de muchos años de lecturas, de análisis de otros referentes del dibujo y de una incansable búsqueda de nuevos registros narrativos. El atractivo de su trabajo, lo que lo hace tan reconocible, es un alambicado proceso de integración de todos esos elementos pasados por el tamiz de su mirada mediterránea.

-Esa estética con esas líneas tan definidas, claras, casi esmeradas son como, además, “adelantadas a su tiempo”, ¿no?...

-Bueno, el primer referente de Calatayud fue el ilustrador Heinz Edelmann, el creador de la animación de la película El submarino amarillo de Los Beatles. Estamos hablando de 1968, y la estética pop del que fue uno de los primeros largometrajes de animación constituyó una revolución en el ámbito de la ilustración. Miguel dedica un homenaje explícito a este ilustrador checo en su primera gran obra: Peter Petrake (1970). Una influencia que continuará en su segundo álbum, Los doce trabajos de Hércules (1972), en el que Calatayud convierte este conjunto de episodios de la mitología griega en un relato impregnado de estética pop. Para este proyecto desplegó un riguroso trabajo de documentación previa, empapándose de la cultura clásica, así como de los registros de imágenes disponibles de aquel periodo, desde la épica de los relieves del friso del Partenón hasta las escenas de la vida cotidiana reflejados en la cerámica griega. En ese sentido, sí, Calatayud se adelanta a su tiempo con sus obras llenas de color y psicodelia en aquella España pazguata y gris.

-¿Es Calatayud un hombre vanguardista, artísticamente hablando, desde el minuto cero de su expresión artística?

-Aunque el término vanguardia resulta algo difuso en este siglo XXI, podríamos decir que sí. Además de crear unos guiones muy elaborados, sus historias siempre están ambientadas en entornos cargados de diseño, en los que la arquitectura tiene un papel relevante, ya sea siguiendo los principios formalistas de la Bauhaus o la estética modernista del art-decó, pero también el diseño de moda en los atuendos de los personajes, el diseño industrial, los vehículos o las aeronaves. Calatayud presta una esmerada atención a todos esos detalles. Es el caso de sus obras La Pista Atlántica (1983) o El Proyecto Cíclope (1985), por citar dos de sus obras.

-Háblanos un poco de aquello que siempre desde el interior del Calatayud humano y permeable con la sociedad ha trasladado a su trabajo como artista...---yo no “entiendo” mucho de arte, pero veo mucho vínculo con la naturaleza y con todos sus habitantes--

-Algunos de los guiones de Calatayud reflejan esa preocupación por la Naturaleza y por las consecuencias de la sobreexplotación de los recursos de nuestro planeta. Pero lejos de hacerlo desde el panfleto o la moralina paternalista, Miguel apela a la conciencia de cada lector desde la fantasía o la poesía. Es el caso de su obra Kembo, un león vegetariano creado al alimón con Carlos Pérez, que a lo largo de sus páginas nos hace reflexionar sobre la forma en la que estamos actuando en nuestro entorno natural y sus repercusiones sociales y medioambientales.

-El uso del color es siempre muy significado, ¿no?, en la trayectoria artística de este artista valenciano….

-El color tiene un papel determinante dentro de sus relatos más allá de la mera función de iluminar el dibujo. Es muy interesante fijarse en cómo ha ido evolucionando el componente cromático de sus obras. De los colores planos del lenguaje pop de la psicodelia de sus primeros trabajos, Miguel ha ido pasando a un tratamiento muy personal del degradado, jugando con el efecto del expandido que caracteriza a sus obras fruto de la aplicación del pincel cargado de agua sobre el papel para modelar el color aplicado previamente. El resultado final son unas atractivas composiciones con una gran riqueza de matices, ya sea de un solo color o de gamas cromáticas sabiamente combinadas.

-Cómo se nota, si es que se nota, que es valenciano si es que se nota en algo... porque siempre se ha dicho que en el artista valenciano hay algo como “de especial”, más que nada en el uso y/o visión de la luz, pero...

-La Comunidad Valenciana destila diseño por todos los rincones de su geografía. No en vano su capital, Valencia, ha sido nombrada Capital Mundial del Diseño durante el pasado 2022. Creo que algo tiene que ver ese espíritu festero que caracteriza a los valencianos que se proyecta en cada una de sus manifestaciones populares: las fallas, los moros y cristianos o las vestas de Semana Santa. Lejos del modelo tradicional de la fiesta de toros, charanga y borrachera, en sus celebraciones el componente artístico tiene un papel importantísimo. Las fallas, por ejemplo, aglutina a un importante número de profesionales de distintas disciplinas que dan color y calor (perdón por el chiste fácil) a esta fiesta internacional. Detrás del diseño y construcción de cada monumento, hay dibujantes, diseñadores, pintores, escultores, arquitectos… Son, además, obras pensadas para su exhibición en la calle, lo que las convierte en intervenciones de arte público efímero cargadas de una ironía ácida y desinhibida. Así, no es difícil contagiarte de ese espíritu creativo y burlón que inunda las calles de la ciudad cada año.

Pero hay muchos más ejemplos fuera de la capital y estoy pensando, seguro que lo conoces, en la señalización de la autovía AP7 que recorre toda la Comunidad Valenciana. Fue creada en 1986 por Paco Bascuñán y su equipo de La Nave y es un ejemplo de cómo el diseño puede hacer atractivo y divertido algo tan funcional e intrascendente como la señalización de una autopista. Lejos de la señalización monótona y uniformada de las carreteras del Estado, la de la Comunidad Valenciana es un canto a la luz, al color y a la singularidad de las localidades por la que discurre, donde los carteles de salida a cada una de ellas son atractivos collages resueltos con una estética moderna que nos invita a desviarnos para conocerlas. Ese espíritu mediterráneo luminoso y chispeante que los impregna es el mismo que está presente en las composiciones de Calatayud.

-Háblanos un poco de sus colaboraciones en cómics como Cairo.

-En la década de los 80, en los últimos compases de la transición democrática, hubo un auténtico boom del cómic. Un aluvión de publicaciones reunió a una pléyade de grandes dibujantes e ilustradores que con un componente estético y narrativo muy profesional revolucionaron el género de la historieta tradicional. Revistas como Cimoc, El Víbora, Cairo o Madriz, vinieron a cubrir el hueco existente de la demanda de un cómic más exigente para adultos. Miguel Calatayud publicó sus trabajos en Cairo, una revista adscrita a la llamada línea clara, que tenía en su nómina a dibujantes como Sento, Daniel Torres, Micharmut Montesol o Mique Beltrán y otros de nivel internacional como Jacques Tardi o Zentner. En esta revista pudimos disfrutar de la publicación por entregas de una de las grandes obras de Calatayud, El Proyecto Cíclope, con una portada memorable en el número especial del verano de 1986.

Esta efervescencia creativa se repitió en otros ámbitos. Había unas ganas locas de superar el oscuro periodo de la dictadura y retomar el componente lúdico y festivo de la cultura que había estado censurado y reprimido. Así, pasamos de la canción protesta de los cantautores al pop y el rock de numerosas bandas de veinteañeros con letras banales e intrascendentes que consumíamos con avidez. Cambiamos la lectura de sesudos artículos sociopolíticos de revistas míticas como Triunfo, El Viejo Topo o Ajoblanco por el tratamiento irreverente de la política en clave de sátira y humor en publicaciones como El Papus o El Jueves. Por último, surgieron cuidadas publicaciones que abordaban el arte y la cultura desde la modernidad, como La Luna de Madrid o El Paseante. El cómic, como hemos visto, completó este nuevo panorama editorial.

-Vuelvo a su trazo que es lo que me parece más diferente y diferencial, ¿no?; ¿qué te parece? alguna cosa del mismo, me refiero al trazo, me recuerda a Picasso con El Guernica o no sé...

-Se ha enmarcado la obra de Miguel Calatayud en la llamada Escuela Valenciana, que agrupa a varios autores bajo el denominador común de la llamada línea clara. Pero esta corriente es tan amplia que sería un reduccionismo identificar a tantos artistas con sensibilidades muy distintas bajo un mismo epígrafe. Creo que el registro gráfico de Calatayud escapa a este estilo que tiene su origen en el autor belga Hergé, creador del célebre personaje Tintín, que forjó una escuela de seguidores como Dick Briel, Theo Van Den Boogard o Swarte. Pero fueron dos dibujantes franceses, Yves Chaland y Serge Clerc, los que abrieron una nueva vía en esta corriente, denominada como estilo atom, que iba a ser, a la postre, la que orientó el camino de muchos de los dibujantes valencianos. Así, la obra de Daniel Torres es especialmente deudora de la estética de Chaland, pero también Sento, Mique Beltrán y Micharmut tienen en sus creaciones la impronta de los dos dibujantes galos. En cuanto al trazo picassiano, si hay un dibujante que evoca los trazos del artista malagueño, ese es Montesol, uno de los dibujantes del underground barcelonés. El caso de Miguel Calatayud es el de una rara avis en aquella época dorada del cómic de los 80 y su estética es tan particular que escapa de la filiación a cualquier estilo.

-Pero él no quiere que se le diga o califique como “nuevo referente de la Nueva Escuela Valenciana”...

-En efecto, tal como digo, el estilo de Calatayud no acaba de encajar en los parámetros estéticos de la línea clara que siguieron sus colegas valencianos, aunque se le adscribe a ella habitualmente. Tampoco en el atom. En sus creaciones incorpora recursos gráfico-plásticos muy personales procedentes de otros ámbitos, como el cine, la publicidad, el cartelismo o la tipografía, obteniendo resultados que hacen de su lenguaje un producto difícil de clasificar en las corrientes al uso. En el dibujo de sus personajes deja patente su conocimiento y dominio de la anatomía, especialmente en los pies y manos, en las que no le falta ni una falange y esa es la prueba del nueve para un buen dibujante. Más que de línea clara yo hablaría de la obra de Miguel como línea fina, en el sentido también de elegante, en la que los recursos narrativos como las líneas cinéticas, las onomatopeyas o la caligrafía de los bocadillos (bien podría registrarla como una tipografía propia) confieren a su obra un sello muy personal.

-Pero Miguel, también marcó su tiempo, como un diapasón debidamente puesto y escondido, en las campañas institucionales y publicitarias, ¿no?

-El trabajo de Calatayud fue un revulsivo en el diseño gráfico. Un campo en el que despliega todo el potencial de sus competencias comunicativas forjadas a lo largo de su dilatada experiencia. Son memorables sus carteles para la Generalitat Valenciana, ExpoJove, la Expo de Sevilla, la Semana Negra de Gijón, las portadas de la cartelera Turia… El lirismo de sus composiciones es un canto al color, a la imaginación y la fantasía, envuelto en una armonía cromática que transmite optimismo y energía.

-Pero él no sé cómo que despega de manera descomunal con “La pista Atlántica” y “Proyecto cíclope”—reeditadas conjuntamente este pasado 2021-- que tenía, además muchos denominadores en común como la ambientación o los protagonistas, pero diría que lo que más era lo que no se ve ni se nota...

-En estas dos obras hay un salto cualitativo respecto a su trabajo anterior que de alguna manera le abrió el camino hacia nuevos registros comunicativos. Ambas obras destilan una modernidad exultante. Disfruté muchísimo con ellas y tal vez sea porque Miguel disfrutó creándolas aún más que el lector -ý eso se nota- a juzgar por la riqueza de detalles tanto en el guion de la trama como en el generoso despliegue gráfico de las ilustraciones. Así queda patente en su diseño de los escenarios, los movimientos de los personajes, la arquitectura, los objetos y la tipografía tan atractiva de los textos.

-Enlazo con la pregunta anterior, lo que denota que es además un narrador desde lo gráfico excepcional, ¿no?, pero dinos tú, amigo Diego, que para eso eres el que, aquí, entiende de arte...

-Pues sí, así es. Más que un ilustrador, término que detesta porque le parece que remite a una actividad rutinaria o mecánica, Miguel es un narrador. Un artista que a lo largo de su dilatada trayectoria ha configurado un sofisticado universo gráfico con un tremendo poder de seducción del que es imposible escapar.

-Y otra vez muy adelantado a su tiempo, ¿verdad?, porque sus dibujos o sus narraciones ilustradas son una mirada al futuro entre un poco distópicas, pero también utópica---es como si se resistiese a dejar la ilusión por un giro “hacia lo bueno y positivo” que nos puede esperar, ¿no?

-Sus obras son una continua reivindicación de la fantasía y de la imaginación. Una invitación a adentrarnos en otros mundos más líricos, más amables, más idílicos y por lo tanto utópicos, sí.   Una reivindicación de la joie de vivre , una invitación a dejarnos llevar por el placer a través de la mirada. Algo que en el contexto de crisis permanente en el que vivimos se convierte en revolucionario. Para ello traslada a las páginas un mundo propio cargado de luz, equilibrio y optimismo que abre las puertas a la esperanza.

-Pero, ya para acabar, amigo Diego, al menos por mi parte, te diría que en Calatayud percibo mucho amor por la existencia, por el ánimo...hay miradas limpias, sonrisas ligeras, ánimo, gestos que quieren y aman la vida...

-Bueno, es que Miguel es así, y la personalidad de un artista queda reflejada en su trabajo. Lo que ves, es. Hay en muchas de sus obras un canto a los pequeños placeres cotidianos, a aquello que nos rodea y en ocasiones no sabemos apreciar.  Por ejemplo, es un ejercicio de relax, muy terapéutico, disfrutar de sus colaboraciones con escritores y poetas cuyos textos ha traducido a su universo plástico, como los de Juan Madrid sobre el paisaje, de Julio Camba sobre el comer, de Jordi Botella sobre el viajar o la luminosa poesía de García Lorca. Una mirada a lo cotidiano, a través del dibujo, con efectos balsámicos.

-Por favor si nos quieres añadir algo más sobre tu experiencia con Miguel Calatayud al que, nos avanzabas el otro día, conociste en una exposición de Rosa Torres si no me equivoco en Puertomingalvo...en un verano en el que tú pasaste de “ser admirador” a entablar con él, poco a poco, una relación amigable....

-En ocasiones, la vida te guarda un regalo donde menos te lo esperas. Durante muchos años fui admirador del trabajo de Miguel Calatayud sin tener ninguna referencia personal de él. Ni de dónde era, ni qué edad tenía, ni qué aspecto. Compraba la revista Cairo puntualmente para disfrutar de sus dibujos y punto. En agosto de 2011 -parece que fue ayer- me desplacé a Puertomingalvo para ver la exposición de la pintora Rosa Torres en la sala de exposiciones municipal. En la inauguración, junto a los vecinos de la villa, había un grupo de amigos de Rosa que habían venido desde Valencia. A algunos de ellos ya los conocía: como el catedrático Román de la Calle, el galerista Ángel Garrido o Vicent Mateo. Todavía recuerdo mi reacción cuando Rosa me presentó al resto de la comitiva y llegó a Miguel Calatayud: ¿Miguel Calatayud? ¿Tú eres Miguel Calatayud? ¿El dibujante? ¡Joder! ¡Pero si tengo todos tus comics del Cairo! ¡Me encanta tu trabajo! Como puedes imaginarte, Miguel se partía de la risa. Desde entonces mantenemos una amistad que ha hecho mayor mi admiración por su trabajo y ahora por su personalidad, procurando reunirme con él siempre que es posible. La última vez ha sido la semana pasada, en la inauguración de su exposición Miguel Calatayud. Trànsit Il·lustrat, en el Centre del Carme Cultura Contemporània de Valencia. Un montaje fantástico sobre sus últimos trabajos que puede visitarse hasta el 5 de noviembre y que, por supuesto, recomiendo encarecidamente.

 

 

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