Cazarabet conversa con...   Álvaro Tena Peralta, autor de “El Mas de Andrés” (autoedición)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Álvaro Tena Peralta escritor de Castellote, pero vecino y afincado en Mas de las Matas, escribe una narración ágil y donde el diálogo está muy, muy presente, entre nosotros… habitantes de estas tierras que conocen la idiosincrasia del tema sobre el que gira la narración las masías y la vida en ellas… así como la migración a las grandes ciudades, lo que ha hecho, a muchos turolenses, vivir entre la atiborrada ciudad de asfalto y su pueblo y, quizás las masía o masías de referencia.

Un libro que entretiene y que nos mejora en el orgullo de pertenecer a una tierra, plagada de masías que encarnan una manera de ser, vivir, estar que nos ha caracterizado, siempre, directa o indirectamente… hayamos o no habitado una masía…

La sinopsis: El Mas de Andrés es tan sólo una historia de gente normal que pretende ser feliz a caballo entre Barcelona y el Maestrazgo turolense.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Álvaro Tena Peralta:

-Álvaro, mediante esta novela, ¿qué nos quieres contar y por qué tienes la necesidad de hacerlo?

-Hola. Sólo es la vida de gente corriente que emigra del campo a la ciudad. Creo que no somos conscientes de todo lo que tuvieron que luchar nuestros abuelos, y en especial nuestras abuelas para que nosotros podamos estar tal como estamos

-Mediante la novela, ¿encuentras un instrumento para contar lo que era la vida en las masías y entretenernos con ello?

-Más que la vida en las masías, es un poco hablar de la vida en general. De cosas cotidianas y otras no tanto, con las que mucha gente puede sentirse identificado.

-Retratar la cotidianidad es mucho más difícil de lo que parece, ¿no?;¿por qué?

-Se hace difícil que lo cotidiano pueda resultar interesante, pero realmente lo es, porque es real. Parece que nos interesan cosas banales que pasan en la otra punta del mundo, famosos, competiciones, pero no le damos valor a aquellos que tenemos tan cerca y que tienen tanto que contarnos…

-¿Le pones ficción a la no ficción?, con esta novela que pretende contar la vida de las masías en un deambular entre la ciudad y la masía….

-Hay que poner ficción para que la lectura se haga entretenida, pero sin salirse de cosas reales. Cosas que nos hagan pensar.

-Álvaro, ¿es ésta una historia de historias sobre el particular mundo de las masías?

-Es una historia que te hace recapacitar sobre la vida. Si estás en el lugar correcto. Si realmente estás siendo feliz. Sea en una ciudad o en una masía.

-¿Cómo de especial e importante era el mundo de las masías y “el vivir en ellas”?

-Las masías era la única forma posible de vida en aquellos lugares, como el Maestrazgo, en los que las tierras cultivables estaban lejos de los núcleos de población. Gracias ellas, los pueblos han seguido vivos.

Una masía es una edificación grande, autosostenible e independiente en medio del campo. Vamos, si lo miras con neutralidad, es lo que muchos llaman chalet, y se pegan media vida ahorrando para tener uno.

-Porque es como “un mundo aparte”, otra forma de vivir y de relacionarse, ¿no?;¿qué supone?

-Supone sobre todo libertad e independencia. En su día era imprescindible porque no tenían medio de transporte rápido. Hoy en día, se puede vivir perfectamente en una y desplazarse al pueblo cuando se desee.

-Además, las relaciones humanas se establecen, también de otra forma y manera, ¿verdad?

-Cuando descubres esa forma de vida, la velocidad vital va a otro ritmo.

-Eso queda muy bien retratado, me refiero a las relaciones sociales, al “uso particular del lenguaje”, al “uso preciso” del mismo…aunque muchas de las historias te hayan venido,” como dadas” por todo lo que has ido oyendo, viviendo más o menos directamente o te hayan contado. En resumen, aquí se ve reflejada la importancia de la comunicación oral, ¿no?

-Prácticamente no me he inventado nada. Lo único que he hecho ha sido hilar las cosas que he oído desde niño en el pueblo, o las cosas que me han pasado a mí o a algún conocido en una historia, haciendo que entre todas cuenten una historia con mucho fondo. Hay cosas que ni recuerdas haber oído y sin embargo, llegado el momento, tu cabeza las recuerda.

-Y de la educación, ¿crees que en las escuelas ¿se les debería enseñar y sumergir más y mejor a los alumnos y a las alumnas en lo que era el día a día en las masías?

-Yo no soy quién para decir cómo hay que educar a los niños. Ya me parece muy importante el avance que hacen en muchos colegios de hacer su propio huerto para que sepan de dónde viene la comida. En cuanto a conocer las masías… Supongo que hay un tiempo para todo. De niño te encanta, de joven la odias y de mayor la redescubres.

-De todas maneras, cuando las personas que habitaban las masías se acercaban a los pueblos de referencia; ¿cómo era la relación que tenían con estos?

-Pues había de todo, pero un poco como ahora. Eran y son vistos por los demás como gente rara sin darse cuente de que nosotros vivimos muchos en un piso de 70 metros oyendo hasta cagar al vecino y ellos en una casa de dos plantas en paz y libertad.

-Hay que decir que los de los pueblos los miraban a los de las masías un poco por encima del hombro, ¿no?

-Totalmente. Como los de las ciudades a los de los pueblos. Antes y ahora.

-Por cierto, Álvaro, que llevamos conversando largo tiempo, pero ¿qué es lo que te llama la atención del particular mundo de las masías para hacer de ese escenario de escenarios --porque es un escenario de escenarios-- el principal protagonista de la historia?

-Sólo intento darle la importancia que creo que tiene el saber cómo hemos llegado hasta aquí. Y el reflexionar sobre si ahora vivimos mejor. Sí, tenemos más dinero, pero ¿y el tiempo? ¿El compañerismo? ¿El cultivar tus propios alimentos? ¿El amor a los animales? El de verdad, no el tener una mascota. ¿Cuánta gente trabaja toda la vida para al jubilarse hacerse un huerto y un masico? ¿Ahora te das cuenta que eso es la felicidad?

-Porque contando lo que es la vida de las masías estás haciendo además un ejercicio de inmersión etnológica, ¿no?

-Quiero recalcar que se puede vivir mejor de una forma más sencilla. Al final, llevamos una vida sedentaria y después tenemos que ir al gimnasio, o a andar. Estamos todo el día estresados y después vamos a hacer yoga. Queremos comida sana pero la compramos en grandes multinacionales.

-¿Eran más felices aquellas gentes sin tantos “elementos materiales” que los presentes y con una convivencia, entre ellos, más estrecha?

-Cada cuál juzgará, pero pienso que sí. Estaban mucho menos influidos por las modas y los medios de comunicación, para vivir no hace falta tanto. Échale un ojo a todo lo que tienes en casa. ¿De verdad necesitas todo eso? ¿Cuánto hace que no empleas la mayoría de las cosas que tienes? Al final cuando tienes un fin de semana libre te vas al campo a pasear, o a un pueblo pequeño. Te quedas embobado mirando las estrellas o tomando el sol… Todos buscamos lo mismo.

-Eres de Castellote, del Maestrazgo turolense, tierra de masías, masoveros y me imagino que eso te habrá ayudado y no poco a la hora de contar esta historia, ¿es así?

-Sí, claro. Mi padre se crió en una masada, la Torre Miranda. Y mi madre en la Central de Abenfigo. El Mas de Andrés es la primera finca que compré yo cuando me hice agricultor.

-¿Qué querías dejar claro en la novela sí o sí?

-Quería exponer el distinto punto de vista de un hombre y una mujer sobre una vida en común. Todo lo demás fue saliendo sólo a medida que fui escribiendo. Los personajes se adueñaron de la historia e impusieron su propio criterio.

-Porque, a veces, se tiene una visión un poco predeterminada, como un prejuicio, de la gente que se dedica a vivir de las masías y en las masías…los tratan como si fuesen “de menos” y eso….

-No sólo a los de las masías. También a los agricultores, pastores, granjeros… Cuando estudiaba para profesor de autoescuela uno de mis compañeros me dijo al presentarnos que era empresario agrícola. Cuando cogimos confianza le eché la bronca por semejante gilipollez y me respondió que es que si decía que era agricultor, la gente le hacía de menos. Era de Valencia, o sea que pasa en todos los sitios.

-Hay mucho que aprender de ellos y ellas, ¿verdad?

-Mucho. Es una lástima que dejemos perder toda esa información cuando la tenemos de primera mano.

-La mujer, en la masía juega una vida diferente, pero muy acorde con el compás de la naturaleza…

-Es el gran misterio. Casi todo el mundo sabe a qué se dedicaba su abuelo, pero ¿y su abuela?

-Bueno, en realidad todos los habitantes de la masía…porque amanecían con el sol y anochecían o al menos se resguardaban cuando las luces del día se apagaban…al menos la salud en el tema de los biorritmos la tenían mejor cuidada…

-Y la convivencia. Ten en cuenta que en verano hay muchas horas de luz, pero en invierno… Todos junto al fuego y hablando mientras partían almendras o cualquier otra labor.

-Luego, se llevaba una vida muy tranquila y con una comunicación al calor de la hoguera en otoño, invierno, principio de la primavera y al fresco en el verano, ¿no?; como que todos hablaban más entre ellos y eso queda muy reflejado en tu libro que es una novela de diálogo constante…

-Eso es algo que hemos perdido sobre todo en las ciudades. Y lamentablemente, con los móviles irá a peor.

-¿Cómo ha sido, amigo, el proceso de documentación, de investigación para el libro, imagino entrevistas, conversaciones y demás…?

-De la parte de aquí apenas he tenido que investigar nada porque lo conocía todo muy bien. Cerciorarme de alguna información que había oído, localizar alguna cosa con exactitud, pero poco más. La parte de Barcelona sí que me ha costado más y he tenido que recurrir a artículos e investigaciones de todo tipo.

-¿Y cómo es tu metodología de trabajo? ¿cómo te has organizado para escribir esta novela?

-Pues a temporadas. Dependiendo de la faena del campo podía dedicar más o menos tiempo. Había temporadas de trabajos suaves que me permitían ir dándole vueltas a la historia en el campo y otras que el trabajo exigía más y había que estar concentrado en la faena. A temporadas lo dejaba tiempo, después lo retomaba. Normalmente escribía por las noches si tenía tiempo y ganas.

Cuando le enseñé el libro a mi padre lo miró y me dijo: “Pero y esto ¿Cuándo lo has escrito? ¡Si no ha llovido este año!”

-¿Cómo ha sido tu relación con el mundo editorial?

-No ha habido relación. Hice la portada, el lomo y la contraportada y lo llevé junto con la novela a una imprenta para que me imprimiera 5 ejemplares para los de casa. Le pasé uno a Marta Andrés y me hizo el logotipo. Entre todos me corrigieron fallos y me animaron a hacer más y sacarlos a la venta. Le pedí más a la imprenta y me presenté con ellos en la feria de Aguaviva. La gente se volcó y me ha tocado volver a pedir un par de veces.

Ninguna editorial sabe que existe la novela. En la contraportada pone “Ediciones Torre Miranda” pero no existe. Torre Miranda es la masada donde se crió mi padre y lo puse para él.

 

 

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Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

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