Cazarabet conversa con...   Aitor Hevia Carrillo, coordinador de “Un lugar llamado solidaridad. El legado de Kropotkin” (La Neurosis o Las Barricadas)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Neurosis o Las Barricadas editan un libro que desde la coordinación de Aitor Hevia Carrillo y Carlos José Tejón Gutiérrez nos acerca al “legado de Kropotkin”.

 

La sinopsis del libro y algo más:

 

“Un lugar llamado solidaridad. El legado de Kropotkin” es el decimoquinto título de nuestra colección central. En el año 2021 se cumplieron cien años del fallecimiento del sabio ruso Piotr Kropotkin. Con el objetivo de dar a conocer el valioso legado de este pensador anarquista, diversos colectivos organizaron distintas iniciativas, como las jornadas que han servido para dar vida a este libro. Gracias a la colaboración del CSA La Xusticia, del Grupo Anarquista Higinio Carrocera y de la CNT de La Felguera, tomaron forma diversas conferencias cuyo valor podrán apreciar los lectores y lectoras en las páginas que forman este trabajo. Aquí encontraremos textos de reconocidos investigadores y/o activistas, como Jesús Aller Manrique, Yanira Hermida Martín, Noelia Bueno Gómez, Benjamín Rivaya García, Anastasio Ovejero Bernal, Aitor Hevia Carrillo, Sara Cuellas Martín y Héctor C. García. En ellos se abordarán diferentes facetas de Kropotkin como científico y como pensador, pero, sobre todo, se analizará la actualidad de sus ideas y la potencialidad de sus propuestas:

Los medios de comunicación, las instituciones educativas y la industria de la cultura y el entretenimiento han conseguido que todo el mundo considere una verdad indiscutible que el ser humano es malo por naturaleza. Y, sin embargo, parece que la gente disfruta cooperando. ¿No resulta paradójico que seamos seres sociales y, sin embargo, nuestra esencia sea el mal? El debate sobre la naturaleza humana no es nada nuevo, pero cada época aporta importantes matices a este complejo asunto. En el siglo XIX, por ejemplo, los descubrimientos de Darwin sirvieron a muchos pensadores para impulsar teorías que legitimaban la enorme desigualdad del capitalismo industrial. Frente a esta postura, que hemos simplificado enormemente, surge la figura colosal de Kropotkin. Como pensador, puso en jaque las teorías que señalaban la esencia competitiva del ser humano. No obstante, su legado no se circunscribe a esta fundamental aportación, pues destacó como geógrafo, como historiador, como antropólogo y, cómo no, también como revolucionario que probó la dureza de las prisiones de su época. Un lugar llamado solidaridad. El legado de Kropotkin es un conjunto de estudios que nos acerca a la figura del teórico ruso desde diferentes campos del conocimiento. Las distintas aportaciones que componen el presente volumen nos muestran el valor de la herencia de Kropotkin para fortalecer aquellas luchas de nuestro presente (y también del futuro) empeñadas en mandar al basurero de la historia un sistema de dominación que se alimenta de nuestras vidas (y del planeta).

 

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Aitor Hevia Carrillo:

- Amig@s, ¿de dónde sale este libro desde una manera de hacer homenaje al pensador, anarquista---diría que muy humanista en la formación—que era Piotr Kropotkin?

-El libro surge a partir de las diversas charlas y conferencias que se celebraron durante los meses finales de 2021 y comienzos del 2022 en Asturias con motivo del centenario del fallecimiento de Piotr Kropotkin y que se correspondieron con, esencialmente, dos iniciativas: Las de la CNT de La Felguera -inspiradas tras una charla de David Rivas- y las del Grupo Anarquista Higinio Carrocera.

Al haber tanto material decidimos que se podía realizar una muy buena selección de textos que ofreciesen aproximaciones desde diversos campos al pensamiento de Kropotkin y, sobre todo, que completasen el amplio catálogo de publicaciones que con motivo de la efeméride vieron la luz.

 

- Cómo nos presentaríais este libro como una aproximación por parte de librepensadores del presente a Piotr Kropotkin?

-En este libro se trató de buscar aquellas temáticas que no han sido tan abordadas, como el abolicionismo penal, su filosofía del derecho, la ética -quizás porque su obra quedó precisamente inconclusa con esta cuestión- o la visión antropológica y arqueológica actual de algunos de los postulados sobre los que sustentaba parte de sus teorías, su carrera científica… además de la obligada revisión de aquellos que más nos atrae de Kropotkin (como el apoyo mutuo) y algunas relecturas orientadas a su pensamiento como arma intelectual de lucha en el presente.

Lo que ocurre es que, más allá de la cuestión puramente investigadora de revisitar a un clásico, Kropotkin continúa siendo un pensador cuyas ideas, pasados por el filtro de la modernidad, claro está, siguen siendo un revulsivo y una fuente de inspiración.

 

- ¿Qué tenemos aún hoy que aprender, después de 101 años de su muerte, de la manera de pensar y de hacer de este pensador anarquista ruso?

-La necesidad de luchar por un mundo nuevo, contra la injusticia y la opresión aun sabiendo que el coste de esa lucha puede ser elevado. Kropotkin podría haber llevado una vida cómoda como un reputado geógrafo en Rusia, rodeado de todo tipo de lujos y sin demasiadas preocupaciones en su vida. Sin embargo, elige el camino que el cree justo, y paga con su libertad -y su salud- por esta decisión. No se arrepiente. Era necesario vivir y actuar como un revolucionario. Su ética le guía.

 

- ¿Qué hemos como heredado de él desde los que nos aproximamos al pensamiento anarquista o librepensador de una manera u otra?

-Creo recordar que David Graeber, en su pequeño y maravilloso ensayo Fragmentos de una antropología anarquista, comentaba con cierto tono jocoso que los anarquistas nunca le pusieron nombre ni apellido a su doctrina política porque, al contrario que los marxistas, no creían estar creando nada nuevo, sino, simplemente, descubrir algo que ya existía y se daba de forma natural. De hecho, el legado anarquista, en general, tiende a impregnar nuestra vida aunque a veces parezca algo contradictorio. Movimientos asamblearios, relaciones basadas en la libertad y entre iguales, cooperativismo, modelos éticos y morales no basados en instituciones políticas o religiosas… Lo mismo pasa con las ideas de tal o cual teórico anarquista, que al final su pensamiento y sus ideas se difuminan con sus predecesores y sus continuadores.

En cualquier caso, si algo podemos fijar como el gran legado de Kropotkin es su concepción de la reciprocidad y cooperación basada en una moral que se da de forma natural y no determinista. Es decir, que no necesitamos ni leyes ni religiones para vivir en sociedad. La anarquía no es solo posible, sino que ha existido, y existirá, siempre, ligada a nuestros orígenes y a nuestra esencia.

 

- Una cosa es lo que hayamos “heredado” los que nos aproximamos, de una manera u otra, al anarquismo y a lo librepensador, pero otra es lo que él, Piotr Kropotkin nos dejó como legado, ¿qué destacaríais?

-Su concepción del apoyo mutuo, sin lugar a duda. A este concepto le da dos importantes pátinas. La primera es una fundamentada en la observación empírica a partir de los datos que recoge a nivel tanto biológico como antropológico. Cooperamos, nos apoyamos y nos ayudamos porque está en nuestra naturaleza. Sobrevivimos porque somo seres sociales que tienden a la cooperación.

La segunda capa en la que sustenta este concepto es la histórica. Cada vez que miras al pasado, si realizas una mirada social -esa historia desde abajo de la que autores como E.P. Thompson hablaban- ves cooperación y ayuda mutua entre el pueblo. Es una constante y una fuerza que trata de resistir al envite de los poderes coercitivos.

 

- Para quienes no conocen tanto como los expertos en pensamientos anarquista y librepensador, ¿qué aportó como de diferente y diferencial Piotr Kropotkin desde el ideario anarquista?

-La gran diferencia, creo, de Kropotkin con respecto a otras figuras teóricas del anarquismo fue el tratar de aproximarse hacia la teoría anarquista desde una perspectiva científica. Es decir, tanto la noción de moral y ética como la propia cooperación y ayuda mutua la trata de sustentar desde un aspecto biológico, como algo inherente a nuestra naturaleza. Eso sí, trata de no caer ni en un determinismo ni en visiones románticas a los Rousseau del buen salvaje.

Con ello, ofrecía un marco teórico en el que el ser humano no estaba atado a la necesidad de leyes, porque ya se incluía dentro de nuestro “paquete biológico”, algo así como que el actuar natural del ser humano, o hacia el que tiende de manera instintiva, es el actuar anarquista.

 

- ¿Qué anarquista anterior a Kropotkin le influyó más a éste y a quien influyó éste más?

-Más que figuras concretas, en Kropotkin siempre se ha barajado, y él mismo así lo reconoce en sus memorias, la gran influencia que tuvieron las comunidades de relojeros del Jura. Los círculos de populistas rusos también ejercieron cierta presencia en su pensamiento. Con respecto a su influencia, cierra en gran medida la primera gran hornada de pensadores anarquistas, por lo que todos los posteriores bebieron de él de una u otra manera. De manera más específica, tradicionalmente siempre se ha considerado a Errico Malatesta como un autor que parte en gran medida de la influencia de Kropotkin, aunque con el paso de los años se fue alejando de este, especialmente por su negación de la anarquía bajo el enfoque científico.  

 

- En sí mismo Kropotkin marca un tempo dentro del anarquismo, explicadnos…

-Kropotkin puede ser considerado como, posiblemente, el gran teórico de la primera generación de anarquistas que arranca con Proudhon. No solo acaba sistematizando unos principios anarquistas claros en sus numerosas obras -tanto en su versión más ensayística como en la más divulgativa-, sino que su influencia trasciende los círculos de la clase trabajadora y será, en gran parte también por sus orígenes, una figura que abra el anarquismo a sectores que de manera anterior habría sido bastante difícil que accedieran a las ideas anarquistas.

Así mismo, la puesta en práctica de elementos como ese “montón de Kropotkin” en la Revolución asturiana, hablan claramente de cómo sus postulados se llegaron a llevar a la realidad en cuanto hubo ocasión, antes que los de otros autores o teóricos.

 

- ¿Con qué otra corriente podríamos decir que “chocó” más y con qué otra u otras confluyó más?

-Si hay que hablar de choques, está claro que donde más chocó fue en sus últimos años y a raíz de su posicionamiento en la I Guerra Mundial a favor de Francia y el Reino Unido. Aquí, directamente, tuvo que soportar duras críticas por parte de los movimientos de clase trabajadora en general. De hecho, fue una cuestión que le afectó profundamente y, entre aquellos que fueron a visitarle en sus últimos años de vida, era un tema que no quería abordar porque le alteraba especialmente.

 

- Volvamos al legado de Kropotkin… ¿qué destacaríais del mismo?

-Una vez más tengo que decir su concepción de la cooperación como motor evolutivo y su concepción de la moral y la ética como arraigada en nuestros orígenes. La lectura que hace de Darwin, y desde donde articula las citadas ideas, me parecen de los más estimulante de su pensamiento. Es un defensor de Darwin y sus teorías, pero las matiza con base a sus observaciones y las lleva a un nivel que todavía hoy nos asombra por lo correcto de sus aproximaciones, como por ejemplo llega a decir -y a publicar- Stephen Jay Gould en su momento.

 

- Detestaba la competitividad como “enemiga de lo humano”, luchó contra la desigualdad que generaba y se fabricaba desde el capitalismo… ¿desde qué argumentos lo hizo?

-Desde la ciencia, la observación antropológica y desde la historia, además de sustentarlo todo desde la moral y la ética. Es decir, da una naturalidad a luchar contra la desigualdad y la competitividad.

 

- Pero, además era geógrafo, historiador, antropólogo…qué dejó, teniendo en cuenta que tiene un pensamiento librepensador porque una cosa le influye en la otra, ¿no?, ¿hay una ósmosis constante, no?

-Su formación académica, y su inteligencia, era abrumadora. No hay que olvidar nunca sus orígenes, provenía, y se codeaba, con la aristocracia rusa, por lo que tuvo acceso a una educación exquisita. Pero al margen de esto, era una persona muy consciente que, tanto para sus estudios científicos, como para sus proyectos políticos, necesitaba abarcar numerosos campos. Y lo hizo. Y además de una manera más que notable. A modo de ejemplo, aunque su labor antropológica se basa más en emplear las observaciones y trabajos de otros autores, la selección que hace de los mismos es impecable. Encontrarás, por así decirlo, a los imprescindibles -todavía hoy- de los inicios de la antropología. Es decir, que su selección de autores y ejemplos desde los que sustentar su teoría, tuvo un excelente criterio.

 

- ¿Qué le costó el “ser un revolucionario” desde las formas a lo que va más allá de las mismas?

-Le costó una vida llena de privilegios reservada solo a unos pocos y su salud. También un prestigio que habría estado basado en su trayectoria científica. Aunque pasar a la historia como uno de los grandes teóricos revolucionarios tampoco está mal.

 

- Eso que nos dejó Kropotkin ¿nos puede ayudar a afrontar el presente con la lacra del consumismo y neoliberalismo salvaje versus capitalismo desorbitado?

-Claro, obviamente el enfoque de Kropotkin, y de otros teóricos anarquistas, representa un muro de contención teórico e ideológico sobre una dinámica económica profundamente destructiva como la capitalista. En muchas ocasiones conviene volver a los clásicos para repensar algunas de sus ideas, que pueden alumbrar, bajo otro contexto, nuevos enfoques con los que hacer frente a los problemas actuales. Además, con el paso del tiempo incorporamos nuevas preguntas que pueden hacernos comprender el legado de algunos autores de forma distinta y abrir nuevos caminos que no han sido todavía transitados en la lucha por un mundo más justo y sostenible.

 

- Amigos, en la crisis del cambio climático y en la medioambiental, ¿qué podemos aplicar o mejor dicho, qué debemos aplicar del legado de legados de Piotr Kropotkin?

-Kropotkin no trató en sus escritos nada que podamos entender como una emergencia climática. Sin embargo, sí que la insistencia que hace en posicionar algunos debates económicos sobre el consumo más que la producción son una buena base o idea sobre la que trabajar en cuanto a modelos de economía fuera de la lógica del capitalismo. A fin de cuentas, cuando hablamos de emergencia o cambio climático, de lo que estamos hablando es de un sistema económico tremendamente predatorio cuyas necesidades llevarán a la humanidad, y a una amplia gama de la biodiversidad, a un riesgo serio de extinción.

 

- Amigos, ¿ha sido muy difícil coordinar este libro, teniendo en cuenta que participan diferentes plumas que mirar desde diferentes perspectivas y miradas a Kropotkin?

-La verdad es que no. Las autoras y autores que han participado cumplieron tanto con los plazos como con el enfoque de los textos, además de dar unas maravillosas charlas previa. Y la editorial La Neurosis o Las Barricadas trabajó igualmente rápida tanto en las revisiones como maquetaciones, envíos… lo cierto es que ha sido, desde el punto de vista de la coordinación, un “trabajo” muy sencillo.

 

- ¿Qué deberíamos aprender sobre la palabra y el concepto pleno de “solidaridad” de Piotr Kropotkin?

-Más que solidaridad, de Kropotkin debemos quedarnos con la idea de cooperación y ayuda mutua -una vez más-. Si algo puso de relieve es que, como especie, hemos surgido, sobrevivido y prosperado gracias a ayudarnos los unos a los otros. El ser humano, y podemos retrotraer este concepto hasta la aparición del género homo, es un ser social cuyo motor evolutivo no ha sido ni la acumulación ni la transformación de esta u otros elementos como el prestigio en poder coercitivo. Si hay algo patente en nuestra especie y que se repite de manera constante en el registro arqueológico a lo largo del proceso evolutivo, e incluso de los procesos históricos es que, como decía Margaret Mead, la primera señal de civilización no es una herramienta, es un hueso fracturado y curado. La cooperación, los cuidados, la solidaridad… están inscritas en nuestro ADN. Quizás no sería mala idea hacer caso a nuestra naturaleza.

 

 

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