Cazarabet conversa con... Alfonso
Casas Ologaray, autor de “Lugares de la guerra.
Teruel” (Prames)
Alfonso Casas Ologaray
se acerca a Teruel como escenario de escenarios en la guerra de España.
El autor visita de manera minuciosa más
de cien lugares que vieron y vivieron la guerra en tierras turolenses.
El libro se encuentra dentro de la
colección Temas de Prames.
La sinopsis del libro:
Lugares de la guerra es un
inventario de los vestigios más destacados y representativos de la Guerra Civil
en la provincia de Teruel. Un inventario que nace de un trabajo de campo
centrado en la búsqueda de los restos de la contienda, precedido de una ardua
labor de investigación y de documentación, que ha permitido al autor conocer
los acontecimientos que sucedieron en cada uno de esos lugares, contribuyendo a
entender cada uno de aquellos episodios en su contexto.
El autor, Alfonso Casas Ologaray: es historiador y licenciado en derecho. Decano
del Colegio de Abogados de Teruel y presidente del Consejo de Colegios de
Abogados de Aragón, es autor de diversas monografías y artículos sobre la
Batalla de Teruel, entre las que destaca Lugares de la guerra. 35
itinerarios por la Batalla de Teruel (Ediciones Tirwal, 2004).
Cazarabet conversa con Alfonso Casas
Ologaray:
--Alfonso,
¿nos puedes comentar el porqué de este libro que se adentra en los diferentes
lugares y escenarios de la guerra aquí en toda la provincia de Teruel?
-El libro es fruto del conocimiento adquirido a lo
largo de 35 años de recorrer los escenarios de la Guerra Civil en la provincia
de Teruel, contrastando la información contenida en las diferentes fuentes
historiográficas, como la documentación militar y los testimonios de la época,
con los escenarios naturales y los vestigios que todavía se conservan en la
actualidad.
-¿Cómo te planteaste el trabajo, teniendo en cuenta que le das
desde diferentes perspectivas y miradas un buen repaso a toda la provincia de
Teruel?
-La provincia de Teruel fue un escenario principal y
destacado de la Guerra Civil desde que se produce la sublevación militar, en
julio de 1936, hasta que tienen lugar las ofensivas de Aragón y de Valencia,
después de la batalla de Teruel. De esta manera, la mitad oriental que había
permanecido en territorio leal a la República sirve como punto de partida para
las diversas maniobras llevadas a cabo por las columnas de milicias, primero, y
del constituido Ejército Popular, después, sobre la mitad occidental que había
quedado en poder de los sublevados, territorio que, a su vez, servirá de base
para lanzar las ofensivas del Ejército franquista en dirección a Cataluña y
Valencia, lo que supondría la conquista del territorio republicano a mediados
de 1938.
--¿Nos puedes hablar de la estructura del libro?
-El
libro se articula en 101 capítulos, siguiendo un relato cronológico, desde la
sublevación militar y las primeras semanas de la contienda hasta la ofensiva
franquista sobre Valencia y las operaciones en el Alto Tajo, territorios
residuales que permanecerán bajo el control de la República hasta el final de
la guerra. Fuera de este periodo, se dedica un capítulo a los maquis o
guerrilleros antifranquistas, en la posguerra, cuya presencia fue tan destacada
en las abruptas serranías de la provincia, y otro capítulo a la represión
franquista en la posguerra. El último capítulo está dedicado a las películas
sobre la Guerra Civil que han sido rodadas en tierras turolenses.
-Una estructura que tiene a ver
mucho con un amplio y minucioso reportaje de prensa con fotos—como una especie
de libro-guía con fichas de los diferentes lugares de la guerra de Teruel---,
una presentación que hace fácil y atractiva la lectura. - ¿Se podría definir,
más bien, como una guía de campo?
-Es un libro de consulta que sirve
para adquirir un conocimiento general de la guerra en la provincia y que se puede
leer cómodamente en un sillón, pero, a su vez, es un libro que está pensado
para visitar los escenarios de la guerra, que invita a salir al campo para
conocer los lugares reseñados en cada capítulo y también, como excusa, para
conocer nuestro entorno y la rica variedad de paisajes que alberga nuestro
territorio. En ese sentido, también puede considerarse una guía de campo,
puesto que contiene toda la información georreferenciada que se necesita para
localizar los lugares, las fotografías actuales que resultan útiles para
identificar los restos y el relato de los acontecimientos que allí sucedieron.
Todo ello acompañado de un importante aparato gráfico con imágenes de la época.
-¿Qué criterios de elección has seguido para poner unos
lugares y no otros?
-La provincia fue escenario de muchos
episodios destacados de la Guerra Civil desde el primer momento y durante dos
años, con diferentes alternativas de ambos contendientes y con continuas
rectificaciones de las líneas de frente. Todo ello llevó a la construcción de
infinidad de líneas fortificadas, campamentos para ubicar las tropas y los
servicios que precisaban, empleo de edificios civiles con usos militares, como
puestos de mando, cuarteles, hospitales de guerra, cocinas, talleres, incluso
la creación de aeródromos o de cementerios militares. Por eso, siendo tantos
los vestigios de la guerra, el criterio para estructurar el libro ha sido el de
seleccionar los más idóneos para ilustrar cada episodio, considerando su estado
de conservación, su singularidad y que fueran representativos en un entorno en
el que pudiera haber muchos más restos formando un conjunto.
-Las guerras, con sus batallas y
lugares, guardan y atesoran no pocas historias, me interesan todas, pero las
humanas son especiales y en todo lugar hay historias humanas. Al ir a buscar,
investigar, estudiar sobre el terreno estos lugares, seguramente que todavía
has encontrado testimonios que te han hablado de cómo pasó la guerra, aunque
fuesen testimonios indirectos…
-Así es y, aunque no es la principal
fuente sobre la que se sustenta el libro, el testimonio tiene su importancia en
algunos capítulos. Pero, al margen de su influencia en el relato, la visita a
todos estos lugares, en ocasiones guiada por publicaciones u obras de carácter
técnico militar, y otras contando con la información facilitada por los
habitantes del terreno, me ha dado la oportunidad de hablar con testigos
directos –cada vez más escasos-, o con personas de cierta edad que han
conservado la memoria de sus vecinos como si fuera propio. En ese sentido,
puedo decir que durante estos 35 años he visto una evolución en la actitud de
los testigos, sobre todo en lugares pequeños, que ha ido desde el recelo y la
negativa más absoluta a hablar de la guerra, después de tanto años de silencio,
pasando por una confidencialidad con reservas, hasta querer hablar abiertamente
de aquellos sucesos, sintiéndolos como parte esencial de sus propias vidas y
pensando que alguna importancia tendría cuando había quienes se interesaban por
conocerlos.
-Los escenarios de la guerra en Teruel provincia, ¿qué nos
explican, en particular, del paso de la guerra civil española?
-Como decía, el relato cronológico
que se constituye como el hilo conductor del libro, refieren todos los
acontecimientos que tuvieron lugar en la provincia durante la guerra, que
fueron muchos y muy relevantes. Todo el territorio aragonés quedó dividido,
desde el Pirineo oscense hasta el sur de la provincia de Teruel, pasando por
Zaragoza, como una inmensa línea de frente en el que confluían las fuerzas
sublevadas procedentes de Castilla y Navarra con las fuerzas republicanas que
venían de Cataluña y Valencia. Esa línea, por lo que a la provincia de Teruel
se refiere, se había formado con la llegada de las columnas de milicias, tras
la sublevación, y sufriría alguna rectificación en el entorno de la capital, en
el sector de las cuencas mineras y en la sierra de Albarracín.
Mediado el mes de diciembre de 1937
tendría lugar una de las grandes batallas de la contienda, conocida como la
batalla de Teruel, una ofensiva republicana que llevaría al Ejército Popular a
conquistar la única capital de provincia, que se desarrollaría en medio de unas
temperaturas glaciales, y en la que se enfrentarían dos grandes masas de
maniobra. Tras la batalla, que culminó con la reconquista de la ciudad por las
tropas franquistas, a finales de febrero de 1938. Apenas dos semanas después se
desataría la gran ofensiva de Aragón que llevaría al Ejército sublevado a
ocupar todo el Bajo Aragón y, siguiendo el Maestrazgo, hasta el Mediterráneo,
partiendo en dos el territorio republicano. Ya el 23 de abril se desataría una
nueva ofensiva de los franquistas sobre Valencia, que sólo se vería paralizada
ya en tierras castellonenses con el inicio de la batalla del Ebro.
En ese momento, la República sólo
conservaría una pequeña porción de territorio en la sierra de Javalambre y en
los Montes Universales.
Así pues, nuestra provincia vivió
algunos de los más destacados y decisivos acontecimientos bélicos que tuvieron
lugar entre 1936 y 1938.
-Teruel y sus lugares en la guerra,
¿qué aportaron, de diferente y diferencial, desde tu punto de vista en el
devenir de la guerra?
-Aunque con la perspectiva y el
conocimiento que tenemos hoy podríamos decir que la derrota de la República
empezó a fraguarse en el otoño de 1937, con la pérdida de los territorios que
conservaba en la cornisa cantábrica, lo cierto es que la ofensiva republicana
de Teruel supuso, al menos durante unas semanas, un gran éxito para las armas
del Ejército Popular, -también propagandístico-, que hizo pensar que el signo
de la guerra podía cambiar. Sin embargo, la alta concentración de efectivos y
de material de guerra por parte del general Franco en el frente de Teruel,
supondría una derrota para el ejército gubernamental del que difícilmente podía
reponerse.
El desgaste sufrido tras dos meses
largos y la merma en efectivos humanos y en material de guerra, que no podía
reponer inmediatamente, al contrario de lo que le sucedía su adversario, por la
nefasta política de No Intervención, llevaría al desplome de todo el frente
aragonés, al avance de las divisiones franquistas hasta Cataluña y al corte del
territorio gubernamental con la llegada de las tropas franquistas al mar. A
partir de ahí vendría la ofensiva sobre Valencia, sólo detenida por la maniobra
republicana en el Ebro. Por tanto, esta provincia fue escenario de algunos de
los episodios más importantes de la contienda.
-Los lugares de la guerra de España
en Teruel, ¿en qué estado crees que están?; ¿somos sabedores del potencial
historiográfico que tenemos en estas tierras?
-Todos los lugares que aparecen en el
libro tienen una historia detrás, pero, evidentemente, buena parte de los
vestigios son fortificaciones que nos sirven para relatar y seguir el curso de
las operaciones militares.
Otros lugares resultan más
impresionantes, más conmovedores, porque tienen un contenido más humano. No es
que los hechos de armas no tengan ese contenido, puesto que todos los
combatientes tenían una identidad propia, unas vivencias, unas ilusiones, que se
vieron truncadas por la guerra, pero esos otros lugares a los que me refiero
fueron testigos pasivos e involuntarios de la contienda. Me refiero a ruinas de
edificios como el convento de Híjar o la cárcel de Capuchinos, en Teruel, las
estaciones de ferrocarril en el valle del Alfambra donde se conservan grafitis
de la época, el cementerio de Villarquemado, en el
que fueron enterrados muchos combatientes de la batalla del Alfambra, o lugares
en los que sucedieron hechos singulares y dramáticos como el bombardeo de
Alcañiz, la muerte de varios corresponsales de guerra extranjeros en Caudé o el
fusilamiento de 46 combatientes de la 84 Brigada Mixta como castigo ordenado
por sus propios mandos.
Algunos lugares sobrecogen porque el
hecho histórico va ligado a entornos naturales o paisajes de una belleza que
impresiona, como sucede en sierras y zonas abruptas de montaña de difícil
acceso, o en lugares áridos y desprovistos de vegetación, en los que los
soldados quedaban expuestos a la vista del enemigo.
-Los lugares de la guerra de España
en Teruel, ¿en qué estado crees que están?; ¿somos sabedores del potencial
historiográfico que tenemos en estas tierras?
-La mayoría de los vestigios de la
guerra se encuentran en un estado de deterioro generalizado. Es cierto que los
restos de fortificaciones son incontables y que muchos de ellos tampoco
revisten un interés especial, por lo que parece lógico que la tarea de
conservación y restauración se lleve a cabo en aquellos que resultan más
vistosos y singulares.
En este sentido, desde hace unos
años las Administraciones locales vienen poniendo más interés en este tipo de
proyectos, de recuperación, de restauración y de consolidación de determinados
restos, complementados con trabajos de cartelería e información a través de las
respectivas páginas web que tienen las entidades locales, incluso en páginas
creadas con este único fin de difundir la historia de la Guerra Civil a nivel
local.
No cabe duda de que el propio
interés por conocer nuestra historia no es incompatible con el interés por
explotar un recurso turístico que, en principio, puede parecer limitado, pero
que podría dar lugar a la creación de colaboraciones entre distintas Administraciones
que acaben conformando una red de rutas, pequeños centros de interpretación,
incluso del tantas veces invocado museo de la Guerra Civil en la ciudad de
Teruel. Todo ello, con un sello de identidad único, podría convertirse en un
recurso el turismo de interior interesado en la historia, la cultura, los
paisajes naturales, la gastronomía…
-¿Se tienen como más en consideración ahora “esos lugares de
la guerra“ que hace ,digamos, treinta años?
-Sin duda. La llegada de la
democracia a nuestro país supuso, entre otras cosas, una revisión de los viejos
relatos que, sobre la Guerra Civil, había impuesto el bando vencedor. En un
determinado momento, la historiografía general de la contienda cedió protagonismo
al trabajo de historiados y estudiosos locales que fueron completando ese
relato con el de los sucesos vividos en su pueblo, en su comarca o en su
provincia. De esa manera fueron aflorando documentos que permanecían guardados
en los archivos locales, fueron empezando a hablar los testigos y, en fecha más
reciente, se ha puesto un mayor empeño en preservar el patrimonio histórico que
se conserva disperso por nuestros campos.
-¿Cómo ha sido el trabajo de documentación, investigación a
pie de campo o en el escritorio, entrevistas, contactos e imagino kilómetros y
kilómetros…?;¿cómo te lo planteaste y qué metodología de trabajo aplicaste?
-No soy historiador ni pretendo
calificarme como tal, así que no tengo la metodología propia de estos
profesionales. He leído mucho, obras generales, libros testimoniales,
documentación militar que se conserva en los archivos, otros documentos de
época, he hablado con cientos de testigos en los pueblos para conocer cómo se
vivió la guerra en aquellos lugares y los posibles restos que se pudieran
conservar y, a veces, la casualidad me ha hecho tropezarme en los paseos por el
campo con esa especie humana que se encuentra en vías de extinción, el pastor
de ovejas, conocedor como pocos de su entorno. Pero, sobre todo, han sido
muchas horas de caminar por los campos y montes de nuestra provincia, guiado
por la información oral y escrita hasta localizar los restos.
En cualquier caso, conociendo el
desarrollo de la guerra desde el verano de 1936, me desplazaba a las distintas
zonas de la provincia organizando rutas para aprovechar mejor el tiempo. Debo
confesar que este trabajo también me ha servido de excusa para conocer mejor
nuestro territorio y a sus gentes.
-¿Y cómo ha sido o fue ponerle orden a todo?
-Una vez localizados los lugares y
seleccionados los que me eran más útiles para narrar la historia de la guerra
en nuestra provincia, considerando los hechos más destacados en cada zona,
había que seguir un orden cronológico en ese relato.
Así que procuraba ir terminando cada
capítulo antes de pasar al siguiente. Y ahí cobraba mayor importancia la labor
de documentación, procurando obtener la mayor información posible sobre cada
hecho. Al mismo tiempo, trataba de disponer de la fotografía de los vestigios,
aunque el tiempo transcurrido desde que empecé a escribir hasta que entregué el
manuscrito a la editorial, hizo aconsejable que volviera a recorrer la mayor
parte de los lugares para repetir la fotografía y que fuera lo más reciente posible.
En ocasiones, en el curso de la
labor de investigación aparecían informaciones relacionadas con otros
capítulos, lo que me obligaba a revisar lo escrito con anterioridad. Otras
veces, la búsqueda de vestigios en una zona, me sorprendía con el hallazgo de
otros, bien casualmente, bien por los informantes del lugar.
Todo ello, hizo que el libro se fuera
construyendo como un todo, en un conjunto que se iba perfeccionado con los
detalles que se iban incorporando a lo ya escrito al tiempo que seguía
avanzando capítulo a capítulo.
-Este libro tiene mucho de trabajo
de conjunción con la editorial por cómo es la estructura y demás, ¿es así?;
¿cómo ha sido trabajar con Prames?
-El contenido del libro es
importante, no cabe duda, pero también lo es darle forma, y esa es una labor
muy meritoria de PRAMES. Estoy profundamente reconocido al gran trabajo
realizado por todo el equipo de la editorial. La maquetación ha sabido conjugar
el texto con las fotografías actuales de los lugares y con las imágenes de
época, para conseguir una presentación atractiva y cuidada.
Desde que hablé por primera vez con
Rafa sentados en una terraza de la plaza del Torico
supe que estaba hablando con una persona con la profesionalidad y la
sensibilidad necesarias para construir un libro con todo aquel material escrito
y gráfico que le iba a proporcionar. En los meses de mayor intensidad en la
elaboración del libro existió una estrecha relación de trabajo. En cualquier
caso, como digo, todo el mérito del resultado final es de PRAMES y el trabajo
realizado durante tantos años se ha visto culminado con su necesaria
aportación.
-Alfonso, ¿en este momento estás
trabajando con algo relacionado con la Guerra Civil y con Teruel o nos puedes
avanzar algo?
-En este momento tengo próxima la
publicación de un nuevo libro centrado en la batalla de Teruel, que tiene como
línea narrativa el desarrollo de los acontecimientos bélicos, pero que es
distinto porque contiene otros materiales acumulados durante más de treinta
años, con vivencias propias relacionadas de forma indirecta con la guerra, con
numerosos testimonios recogidos o rescatados por mí, y con muchas referencias a
otros hechos que ocurrían simultáneamente en Teruel o en otras partes del
mundo, unas relacionadas con la batalla y otras no.
Tengo un segundo trabajo en estado
avanzado relativo a una fotografía de la guerra, del que no puede decir mucho
más.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)