Cazarabet conversa con... Javier
Barreiro, autor del prólogo del libro “Jotas para una guerra. Historia de la “Jota
Aragonesa” durante la Guerra Civil Española” (Dobleuve),
de Blas Vicente y César Rubio
Blas Vicente y
César Rubio, nos escriben sobre la historia de historias de la “Jota Aragonesa”
durante la Guerra Civil Española.
El libro es
editado por Dobleuve ediciones y el prólogo es de
Javier Barreiro.
La sinopsis del
libro, aquello que nos explica Dobleuve:
Con este libro
pretendemos, por un lado, sacar a la luz la actividad jotera durante la Guerra
Civil Española, tema inédito hasta la fecha, sólo abordado de forma superflua
por otros autores; por otro, queremos incidir en la idea de que la jota no fue
patrimonio de ninguno de los bandos. Precisamente por el carácter universal de
la Jota, fue tanto un arma propagandística como una expresión espontánea de quien
la interpretaba.
¡LA JOTA NO SABE
DE IDEOLOGÍAS! Con esta premisa, hemos conseguido recopilar numerosas coplas
que, aunque cantadas con similares acordes, diferían en cuanto a letra, según
en qué trinchera se cantasen. Y es que, como dirá Javier Barreiro, “En la
Guerra Civil se cantaban jotas en las trincheras de ambos bandos. Había jotas
revolucionarias y del otro patriotismo”.
El miedo del
soldado en la trinchera, la incertidumbre del preso en la cárcel, el llanto de
una madre por su hijo caído, la alegría del vencedor, la nostalgia del
exiliado... son algunos de los temas recurrentes de estas coplas. Pero es
cierto que los versos acababan encajando un mensaje con tendencia republicana o
nacional, según las ideas de quien los escribiese, los cantase o los fuera a
escuchar. Diferentes visiones para un único vehículo de expresión: DOS ESPAÑAS
y UNA sola JOTA.
El estudio de las
coplas no es ajeno al de sus intérpretes. Los hemos estudiado en profundidad y,
hemos encontrado unos que, si bien comenzaron cantando siendo afines a la
república, terminaron cantando coplas de las llamadas “patrióticas”. Hay que
hacer constar, que la mayoría de coplas de jota que han llegado a nuestros
días, cantadas durante el conflicto, nos llegan por transmisión oral, desconociéndose
el autor. Por el mismo motivo, no quedaron grabadas por ningún medio. Otras, en
cambio, si fueron recogidas. En el libro se presentan las coplas de ambos
casos, enmarcándolas en su correspondiente periodo histórico y repasando la
trayectoria artística, durante el conflicto, de las figuras joteras del
momento.
Los autores de
este libro son: Blas Vicente y César Rubio…nosotros nos tomamos la libertad de
entrevistar a Javier Barreiro quien realizó el prólogo del mismo y quien es
reconocido por ser “uno de los mayores entendidos” en la materia.
Cazarabet
conversa con Javier Barreiro:
-Javier, ¿cómo es que hay tan pocos
libros, aparte de “los cancioneros” con sus notas y letras, que traten sobre la
jota, en este caso la jota aragonesa?
-Aragón se ha
quejado siempre de ciertas versiones de lo aragonés que lo aproximan a lo
zafio, obtuso y obcecado pero éstas son mucho más
infrecuentes que las enaltecedoras. He escrito en varias ocasiones cómo, desde
el siglo XIX Aragón ha sido la región más querida y admirada en España y los
aragoneses presentados como gentes agradables y de fiar. Antonio Beltrán en el
segundo tomo de su Introducción al
folklore aragonés, enumera un montón de testimonios. En cambio, fueron
algunos literatos aragoneses los que, con afán satírico, difundieron un
costumbrismo de chascarrillo en el que la brutalidad y cortedad de entendederas
eran patrimonio de nuestros paisanos rurales. Pero lo fundamental es que,
mientras en la década de 1880 Antonio Machado y Álvarez “Demófilo”
publicaba Cantes flamencos y sus estudios sobre el folklore andaluz
y abría un camino que ha deparado miles de libros sobre dicho folklore firmados
por estudiosos de cualquier procedencia, la bibliografía de la jota es
escasísima y, salvo muy pocas excepciones, parcial y de ínfima calidad. Claro
que nadie se ha preocupado de guardar sus documentos, editar a sus artistas y
darle el vuelo que merecería. La primera empresa con cierto fundamento es la
creación de la Fonoteca de la Jota y responde a iniciativas personales más que
institucionales. La Universidad de Zaragoza ha estado no lejos sino totalmente
ausente. Quizá, la no existencia en Aragón de los estudios antropológicos
durante mucho tiempo haya pesado en ello. Y, de todos modos, algunos de los
trabajos interesantes han surgido de esos hontanares: Ricardo del Arco, Marius
Schneider, Arcadio Larrea, José Subirá… El caso es que la jota aragonesa, “la huerfanica”, como la denominó García-Arista, sigue estando
falta de investigadores.
-Jota
aragonesa que se remonta, por favor, explícanos… ¿Cómo definirías el arte y
cante folklórico de la jota aragonesa?
No se entendería sin su baile, ¿verdad?
-Son tres
preguntas en una, que trataré de sintetizar. La jota es primero baile y
después, canto. En el terreno de las danzas populares, cuando son antiguas, es
muy difícil fundamentar algo por la ausencia de documentos: historiar la danza
es harto dificultoso pues consiste fundamentalmente en movimiento y éste no es
reproducible hasta la llegada de la cinematografía. Mi creencia es que la jota
procede de antiguas danzas guerreras o medicinales, como he defendido desde mi
primer libro sobre la jota en el año 2000. Tiene que ver tanto con las danzas
de espadas como con la tarantela, como aduje en el artículo “Tarántula, tarantismo, tarantela y jota (https://javierbarreiro.wordpress.com/2015/03/23/tarantismo-tarantela-y-jota-2/).
En cuanto a la definición, lo primero que habría que situarla en el terreno de
lo artístico porque participa de dos de las seis artes clásicas: la música y la
danza. Para definir lo aragonés, deberíamos recurrir a la antropología, con lo
que no sería material para una entrevista sino para una enciclopedia o, al
menos, un monográfico.
-Realizas
el prólogo de Jotas para una guerra.
Historia de la “Jota Aragonesa” durante la Guerra Civil Española…es como
dar repaso a una parte de la historia de la jota aragonesa, ¿no?
-Tanto como para
una historia, no. Sí, para situar la jota en un contexto histórico del que poco
se había hablado y mucho, manipulado. Los años treinta fueron muy buenos para
la jota con grandes cantadores, espectáculos en toda España, gran número de
discos grabados por figuras como José Oto, Felisa Galé,
Camila Gracia, Jacinta Bartolomé… y con la jota presente en obras importantes
para el teatro (Lo que fue de la Dolores),
en la zarzuela (La Dolorosa) y en la
cinematografía (Nobleza baturra).
-La
jota, ¿en qué estado de salud crees que llega a la Guerra Civil?; ¿Y cómo se va
desarrollando en la misma?
-Como digo, su
salud era excelente pero es natural que en cada una de
las zonas en conflicto, además de cantarse las jotas de toda la vida, se privilegien
aquellas que exaltan sus posturas y atacan las del adversario, mientras se
prohíben las de éste. Como es natural, estilísticamente no cambia nada pero la situación provoca que cambie el panorama: En
los dos lados se hacen festivales para animar a la población civil y también a
los soldados en los frentes. Pero se deja de editar discos e incluso se
destruyen gran cantidad de los ya grabados y sus matrices, ya que su material
se utilizaba para fabricar munición.
-Como cualquier manifestación folklórica
y artística, amigo Javier, la jota se integra dentro de los mejores y los
peores momentos que vive una sociedad, ¿no?
-La música tiene
todo que ver con las emociones, así que la jota, que es la música y la danza
del pueblo aragonés, integra emociones positivas y negativas. Se cantan jotas
en los bautizos, en las bodas y en los sepelios, así que es evidente su
potencial emotivo. La jota estaba en la vida cotidiana y, así lo revelan sus
letras. Las de ambos bandos son parecidas y, en muchos casos, las mismas. Sólo
cambian los nombres o las ideas que defienden.
-¿En conflictos anteriores, sean de carácter
social o bélico, la jota pone nombre, guitarra y baile….?
-No sé si
entiendo la pregunta. Desde el siglo XIX, que es cuando empezamos a tener documentación
de la jota en Aragón, hay muy poca cosa. Se ha dicho que en Los Sitios se cantó pero lo único que tenemos es una obra Los patriotas de Aragón, estrenada tras
el primer sitio, donde no se habla para nada de la jota aunque se cantan dos
breves himnos en sextinas; Faustino Casamayor en su
diario de los Sitios tampoco se refiere a ella en algún momento… En la Cincomarzada, en cambio, sabemos que algunos de los que más
se caracterizaron en la defensa de la ciudad eran joteros y en las guerras de
Marruecos del siglo XX tenemos abundantes testimonios de cómo los soldados
cantaban en sus horas de relajo y lo más común y característico eran las jotas
y los cantes andaluces. También sabemos de jotas patrióticas con este tema,
pero nada que influya en la historia y el rumbo de la jota. Como señalé, en
ella simplemente se recogen temas eternos y, en ocasiones, temas de
actualidad.
-¿Qué figuras más significativas había en
aquellos años y que quizás trataban de emular los soldados a un lado y otro de
la trinchera?
-Aparte de los
cantadores citados, estaban de moda: “Redondo” de Épila, Francisco Caballero,
que había trabajado en Nobleza baturra,
Cecilio Navarro, Miguel Asso, Joaquín Numancia, Juan
García, Ofelia de Aragón, Gregoria Ciprés, Pascuala Perié…
Unos cayeron en una zona y otros en la opuesta, aunque a la mayoría les tocó en
Zaragoza capital. El turolense Juan García emigró a Buenos Aires y ya no
volvió. Son curiosos los casos de José Iranzo “El Pastor de Andorra” y Jesús
Gracia, que, por sus circunstancias, cayeron alternativamente en uno y otro
bando.
-Después de la guerra, amigo Javier,
¿en qué situación queda la jota?
-Lo más
significativo es que se crea la Escuela Oficial de Jota y que la Sección
Femenina va a tener entre sus funciones recoger y conservar el folklore
popular. Por la situación económica, se van a grabar muchos menos discos que antaño pero la jota sigue con protagonismo en los pueblos,
en los espectáculos y en la radio, dentro de la pésima situación
socio-económica del país. La jota empezará a decaer con la emigración de los
pueblos en los años cincuenta y sesenta y con la imposición de la música
anglosajona.
-Es
lógico pensar que la jota, en aquel momento, ya en el franquismo, digamos que
se autocensurase y tendiese a volverse práctica (lo que, de entrada, me parece
de lo más natural), a tirar de lo que son las jotas populares de siempre o
¿crees que el régimen pudo “apropiarse” de este arte en lo que pudo para
imponer y/o expresar sus valores y que, a la vista de esto, otros sentires se
fuesen apartando un poco de esta manifestación folklórica tan reconocida?
- Efectivamente,
sucedió así. Todo régimen autoritario trata de acercar las aguas a su molino y
los artistas populares, si quieren cantar, no pueden hacerlo en contra de quien
manda. En cambio, en cuanto la censura se fue retirando, los protagonistas de
la canción aragonesa (Labordeta, La Bullonera,
Carbonell y muchos otros) utilizaron tonadas y formas cercanas a la jota para
comunicar sus ideas.
-Amigo
Javier, ¿cómo valoras como especialista en el arte folklórico de la jota, en
perspectiva, este libro, Jotas para una
guerra?
-Un trabajo que
se ocupa de un tema desatendido y que ofrece documentos valiosos para el
conocimiento del mismo. En un horizonte tan estrecho como el del estudio de la
jota cualquier aportación es importante.
-Por
cierto, danos alguna pista, ¿en qué andas trabajando ahora…?
Como siempre, en
demasiadas cosas a la vez: acabo de hacer una edición de la poesía completa de
Joaquín Carbonell y estoy con un nuevo libro sobre la jota, asimismo, trabajo
sobre la fonografía y discografía antiguas y el rescate de escritores y
artistas de la primera mitad del siglo XX. También estoy organizando un
conjunto de cuentos y otro de poemas, pues hace tiempo que no publico
literatura de creación. Por otra parte, los artículos y conferencias me exigen
bastante tiempo, así que no tengo muchas oportunidades para los vicios y hacer
el oso, cosas buenas para el equilibrio psicológico.
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Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)