Cazarabet conversa con... Javier Enériz Olaechea, autor de “De la República a Franco.
Navarra 1931-1945” (Pamiela)
Pamiela nos
acerca desde este ensayo de Javier Enériz Olaechea a la
Navarra desde el año de la instauración de la II República hasta 1945, lo que
podíamos definir como el final de la primera etapa dura del franquismo,
viviendo plenamente en la autarquía.
Lo que nos
dice la sinopsis del libro: ¿Nunca te has preguntado qué es lo que pudo pasar
en Navarra entre 1931 y 1936 para que llegara algo tan anhelado como la
República, cargada de esperanza e ilusiones, y, tan solo cinco años después,
todo terminara en un golpe de Estado, en una represión despiadada y cruel en la
que salieron a la luz los peores instintos de los verdugos, y en una de las
peores guerras conocidas por la humanidad hasta hoy? En estas páginas se
recogen cronológicamente los principales hechos que sucedieron entre la
proclamación de la II República y los primeros años de la Dictadura tras la
guerra. En Navarra se pueden resumir esos años como de expectativas de cambios
sociales, turbulencia política durante la República, algunos enfrentamientos y,
finalmente, un doble golpe, por un lado, militar, y por otro, requeté, que
triunfó en nuestra tierra desde el minuto uno. Esta rebelión contó con miles de
voluntarios navarros armados y con el apoyo y el aliento de la mayor parte de
la sociedad, embebida de fervor religioso y ansias de limpieza ideológica. La
represión en Navarra fue tan brutal al principio como prolongada en los años
siguientes, lo que causó miles de víctimas en una población de dimensiones
reducidas. Entre caídos en el frente (no solo voluntarios y movilizados por
reemplazo, sino también muchos otros obligados a elegir entre la cuneta o el
combate), asesinados en retaguardia (tanto por unos como por otros), personas
que no pudieron sobrevivir en campos de concentración y batallones tras
concluir la guerra, etc., el número de navarros muertos alcanzó una cifra
realmente insoportable. La sociedad navarra pagó muy cara la aventura del
alzamiento, el fervor de la represión y las ansias de guerra.
El autor,
Javier Enériz: 1959 Iruñea (Nafarroa,
Euskal Herria)
Licenciado en
Derecho por la Universidad de Navarra y Doctor en Derecho por la Universidad
del País Vasco. Desde 1986 es funcionario del Gobierno de Navarra por
oposición, donde ha desempeñado diversos puestos de responsabilidad. Ha sido
profesor asociado de la Universidad Pública de Navarra durante varios años,
impartiendo la asignatura de Derecho constitucional, y hoy es colaborador
honorífico. En el año 2007 el Parlamento de Navarra le nombró Defensor del
Pueblo de Navarra, cargo en el que ha permanecido hasta marzo de 2022. También
ha sido miembro del Consejo de Transparencia de Navarra. Actualmente, es vocal
del Tribunal Administrativo de Navarra. Es autor de un elevado número de
artículos y libros especializados en Derecho público. Entre las materias que ha
tratado están el Derecho administrativo, el Derecho constitucional, la Unión
Europea, los derechos de los ciudadanos, la protección de datos personales, el
urbanismo, la función pública, la Administración local… Su inquietud por
conocer mejor la historia de Navarra le ha llevado a escribir sobre el régimen
foral, la Ley paccionada de 1841, la Transición en Navarra, el Derecho civil de
Navarra, y ahora sobre los vascones y los orígenes de los reinos de Pamplona y
de Navarra.
Cazarabet
conversa con Javier Enériz:
(Fotografía
de José Luis Larrión)
-Amigo Javier, ¿qué es lo que te
llevó a investigar sobre el período histórico contemporáneo que abarca de la
proclamación de la República en Navarra al año 1936, año en el que empieza la
guerra de España con el Golpe de Estado?
-Fundamentalmente,
me llevó a ello saber qué es lo que realmente había pasado en el periodo que va
de 1931 a 1936 con la República en Navarra y cómo lo que se inició como una
época de ilusión y esperanza tras una dictadura militar terminó con un golpe de
estado, una represión terrible de más de tres mil muertos, una guerra de miles
y miles de muertos, exiliados y prisioneros, y otra dictadura militar, esta de
cuarenta años nada menos. Sobre lo que aconteció entre 1931 y 1936 en Navarra
solo se sabe en el reducido ámbito de los historiadores. Para el resto, es un
periodo “cero”, un gran agujero negro.
-Un trabajo
que dentro de la historia es solamente un lustro, de 1931 a 1936, pero que son
tan intensos que… lo que quiero decir es que, seguramente, nos dará mucha
información del por qué se llegó a la República y cómo, en Navarra se vivió
ésta hasta que desembocó, todo, en la Guerra de España.
-Sí. Abordo
el trabajo siguiendo la cronología y destacando los hechos principales. Así se
ve cómo se entremezcla todo: la llegada de la República, las primeras
conspiraciones, la comisión gestora de la Diputación, los enfrentamientos
religiosos, la ilusión por el estatuto vasco que casi todos apoyan, la demanda
de reforma agraria, la Constitución republicana, la Sanjurjada…
La sensación es, como apuntas, de una gran velocidad e intensidad. Los
acontecimientos se suceden con tal rapidez y con tantos quiebros que estás en
uno y ya te han metido en el siguiente. Fue una época de un cambio increíble.
-¿Hay o hubo algún incentivo qué te ha hecho
investigar sobre este período histórico en la historia reciente?---es una
pregunta parecida a la primera, pero se trata más de “motivaciones”—
-Sí, muchos.
Acercarme a conocer mejor lo que había oído a mis padres y tíos contarme sobre
los días de julio de 1936, la movilización requeté, el frente militar en el
norte, el derribo del puente de Endarlatsa, la caída
de Irún y Donostia, el bombardeo de la Diputación y de Lesaka…
Y conocer mejor la represión sobre miles de navarros y navarras, los “motivos”
del por qué el alzamiento, la respuesta del Gobierno del Frente Popular, pero
todo ello siempre con una perspectiva desde Navarra.
-Desde fuera,
Navarra ---Nafarroa— siempre se ha prejuiciado o visto como tierra más bien
conservadora, una de las cunas del carlismo, ¿no?, ¿qué nos puedes decir?
-Que
efectivamente así lo fue. Aquella Navarra y la de hoy difieren muchísimo.
Pamplona tenía 42.000 habitantes, Tudela 12.000, toda Navarra 350.000. La
sociedad era rural, agrícola, muy muy católica, solo muy pocos pueblos tenían
alguna industria, la propiedad de la tierra estaba en manos de latifundistas,
las únicas salidas para el sustento eran la agricultura, emigrar, ir al
seminario… La mujer era subsidiaria del marido, del padre, en definitiva, del
hombre. Navarra era una tierra pobre, emigrante, con una influencia de la
Iglesia católica, de tradición carlista (había perdido la Primera y la Tercera
Guerra Carlista). Entre siete u ocho de cada diez navarros o navarras eran
ideológicamente de derechas y católicos, y la mayor parte de ellos tradicionalistas.
En 1936, el candidato del Frente Popular más votado (de ANV) sacó 35.000 votos
en Navarra, el del Bloque de Derechas obtuvo 83.000 y el del PNV 14.800.
-¿Cómo recibe una sociedad como esta que a mí
hasta me ha parecido conforme he ido leyendo algunas cosas de ella, como muy
bipolar, ¿no? -¿Cómo vive los primeros tiempos en los
que, digamos, tiene un perfil “bastante más progresista” con Niceto Alcalá
Zamora como presidente; como Azaña como ministro y con otros que venían de la
Institución Libre de Enseñanza ¿cómo se vive, digamos, el cambio?
-Inicialmente,
la derecha navarra más moderada recibe la República resignada y a la espera de
ver cómo funciona. Pide calma. Reconoce que la dictadura de Alfonso XIII ha
llegado a su fin, que este les ha abandonado y que la República es imparable.
Los republicanos y los socialistas han ganado las elecciones en las capitales
de España y en los principales núcleos industriales y urbanos.
A ello ayuda
que Alcalá Zamora, el presidente del Gobierno provisional, es católico y de
derechas y que su Gobierno pacta con la Iglesia católica el respeto del
Concordato. La Iglesia pide tranquilidad. Pero en mayo todo se viene abajo con
las actuaciones de monárquicos radicales, los enfrentamientos con cenetistas,
la quema de conventos por estos y otros radicales (entre ellos, el hermano de Franco)…
En Navarra el
carlismo jaimista y tradicionalista no ve bien la llegada de la República y
comienza a conspirar contra ella desde el minuto uno y a organizar decurias,
armarse, aparecen las pistolas …
Por el otro
lado, el campo comienza a pedir la reforma agraria, pero esta irá muy lenta
para desesperación de los jornaleros.
El estatuto
vasco que apoya la mayoría de municipios navarros se ve tumbado por las Cortes
republicanas, de mayoría republicana y socialista, que están elaborando la
Constitución. El motivo del rechazo: que la República va a ser laica y la
competencia de las relaciones con la Iglesia va a ser del Estado mientras que
el estatuto vasco atribuye la competencia a la región vasca. El rechazo del
primer estatuto vasco y la aprobación de la Constitución laica hacen que la
derecha navarra vea a la República como su enemiga. La derecha radical
preparará su derrocamiento por la fuerza, la derecha más moderada utilizará el
régimen foral para oponerse y tratar de que no se apliquen en Navarra las
reformas sociales y agrarias.
-En esos cinco años se produce
otro cambio dentro del período de la República, con el bienio negro ¿cómo se
vive esta época?
-Muy mal. El
gobierno republicano-socialista se ha hundido en las elecciones de 1933. Ha
ganado la CEDA, que es una coalición con proximidades fascistas. Inicialmente
gobierna el Partido Radical, que es centralista (1933), que incorpora luego a
la CEDA (octubre de 1934).
El nuevo gobierno cambia la gestora de la
Diputación Foral por una de derechas y permite que una ley especial establezca
para Navarra un régimen diferente al resto para la Diputación, que hará que la
derecha cope la Diputación y permanezca hasta 1940. El gobierno radical
paraliza las reformas sociales, se retrocede en los modestos y lentos avances
conseguidos, el estallido de la huelga general que da inicio a la Revolución de
Asturias de 1934 es sofocado en Navarra pero causa cientos de muertes,
centenares de presos de la Revolución se encierran en el fuerte de San
Cristóbal o Ezkaba en unas condiciones lamentables,
los Fueros no son respetados y se produce la gamazada
del vino, los ayuntamientos de izquierdas son cambiados por otros de derechas
proclives al Gobierno, el que fue gobernador civil de Navarra, Manuel Andrés
Casaus es asesinado, el requeté sigue preparándose para su alzamiento al margen
de todos, surge la Falange Española y su fascismo violento…
-Y, ¿cómo se
recibe la victoria del Frente Popular ---coalición de partidos frente a la
CEDA-- con los cambios que se pretendía hacer hacia el laicismo ---Navarra es una tierra muy religiosa--, con la Reforma Agraria, la
Educativa, la del Ejército…?
-El Gobierno
radical-cedista se hunde por escándalos de corrupción
y se convocan elecciones generales en febrero de 1936, que eran a dos vueltas.
En el Estado, compiten dos grandes bloques: el Frente Popular y el de derechas.
En Navarra, hay un tercero, el PNV (ANV va con el Frente Popular). Conforme
salen los resultados de la primera vuelta, el Frente Popular se echa a la calle
porque ve que va ganando. Franco y otros militares piden que se declare el
estado de guerra. El presidente del Gobierno, Portela-Valladares, propone que
se deje gobernar al Frente Popular y se nombra presidente del Gobierno a Manuel
Azaña.
Algunos
militares (los africanistas, que han luchado en Marruecos, opuestos a los
junteros) y algunos civiles de la CEDA y de derechas se reúnen para preparar un
golpe de estado contra el Gobierno del Frente Popular, pero descubierta la
conspiración se aleja a los militares de Madrid. Franco va a Canarias y Mola,
el director del golpe, va a Pamplona, donde va a poder continuar la trama a sus
anchas con el apoyo que le brinda la atmósfera de derechas de Pamplona,
principalmente el director del Diario de Navarra, Garcilaso, compañero de
informaciones en las batallas de Marruecos.
Los golpistas
quieren quitar al Frente Popular del Gobierno y que siga todo como a la derecha
de entonces le gustaba: opuesta a las reformas religiosas, agrarias, militares,
educativas… La educación debía ser, para ellos, católica y en manos de la
Iglesia. La tierra en manos de latifundistas. El Ejército debía estar dirigido
por la camarilla de los que lucharon en Marruecos. La mujer en casa, criando
hijos, cuidando al marido y rezando.
-Hemos tocado
a la Iglesia y la Iglesia en el Estado Español tenía mucho poder ¿cómo
interfiere esto socialmente y desde la sociedad al estado y al contrario desde
el Estado a lo social?
-La Iglesia
teme a los republicanos de izquierdas, a los socialistas y comunistas y, aunque
no tenga problemas con los republicanos de derechas ni con los nacionalistas
democristianos (como el PNV), prefiere a los monárquicos católicos de la línea
Alfonsina. El cardenal primado Isidoro Gomá se muestra desde 1931 opuesto a la
República y es expulsado de España. El obispo de Barcelona, el navarro Manuel
Irurita, también se opone al Gobierno republicano y autonómico.
La República
defiende un Estado laico, una educación laica, expulsa a los jesuitas de España
porque niegan obediencia al Estado, quiere terminar con los privilegios de la
Iglesia y los republicanos culpan a curas y monjas del retroceso secular de
España en avances sociales (lo que explica las persecuciones, quemas de
conventos y luego fusilamientos…).
La Iglesia
termina oponiéndose a los gobiernos republicanos de izquierda, dirigiendo sus
diatribas contra ellos y oponiéndose a sus reformas, entre ellas, el divorcio.
-Navarra es
tierra del Carlismo con lo que sí querían la monarquía, pero no la monarquía
que venía de la “rama Borbónica” de Alfonso XIII y de su hijo Juan de Borbón,
ellos, los Carlistas, pretendían la saga de Carlos Hugo… ¿cómo “se encaja” esto
en el panorama político, y también social de la Navarra de esos años de
República?
-El carlismo
está en Navarra, provincias vascas y en el resto de España, dividido en
distintas ramas. Pronto se unirá en la Comunión Tradicionalista y hará
acercamientos a los alfonsinos y monárquicos católicos. Pero el carlismo
tradicionalista continuará su senda propia. Como son monárquicos y de derechas,
se oponen a todo lo que sea republicano y constituya un progreso social en los
distintos campos que les interesan: religión, reforma agraria, mujer,
educación… Además, la República les rechazó el estatuto vasco en 1931 y les
impuso a los días la Constitución laica (para ellos, atea) y republicana.
En Navarra el
apego popular por la República es muy bajo, se quedaría en uno de cada tres,
aproximadamente.
-¿Qué pasa en Navarra en aquel año
en el que el Frente Popular gana las elecciones?
-Destacaría
cuatro hechos: el primero, que los carlistas tradicionalistas aceleran los
preparativos para “su” alzamiento contra la República; las armas aumentan en
territorio navarro.
El segundo,
que salen amnistiados todos los miles de presos del penal de Ezkaba.
El tercero,
que jóvenes del Frente Popular, dirigidos por Jesús Monzón, del Partido
Comunista, entran armados en la Diputación Foral con ánimo de que dimita la
gestora elegida conforme a la ley especial del bienio radical-cedista y que se produzcan algunos incidentes. El Gobierno
no quita a estos gestores, que permanecen al frente de la Diputación. La
reacción de la derecha es presentar a los gestores a las elecciones para
compromisarios que han de elegir al Presidente de la
República y la derecha arrasa con casi el 80% de los votos.
El cuarto,
que llega el general Mola a la comandancia de Pamplona.
-Al fin y al
cabo, uno de los arquitectos del Golpe de Estado, por no decir el principal
arquitecto fue Emilio Mola, vinculadísimo a Iruña,
Pamplona…
-Sí, Mola fue
El Director del golpe de julio de 1936 Mola prepara el
golpe sin especiales problemas. El Gobierno de Casares Quiroga sabe que está
tramando algo, pero opta por esperar a que se manifiesten los golpistas para
detenerlos con pruebas. Si lo hace anticipadamente tiene miedo de que otros
militares se revuelvan contra el Gobierno. Además, como responsable de la
seguridad que fue y ministro de Defensa, además de presidente del Gobierno,
está convencido de que el golpe será un fracaso, como lo fue la Sanjurjada (que se cree que vacunó a la República frente a
los golpistas), y que podrá detener a todos los que estén metidos en él. Pero
sobrevalora su capacidad y minusvalora la trama.
El golpe
cuenta con más raíces, extensión, financiación y apoyo internacional (de la
Italia fascista de Mussolini y de la Alemania nazi de Hitler) que lo que
piensa. Además, Mola quiere que el golpe se transforme en un movimiento
nacional (el Movimiento) y trata de sumar a los requetés (carlistas armados) a
su causa, aunque estos le dan un dolor de cabeza con sus peticiones de que la
bandera española sea la bicolor, se suprima la República (Mola es republicano
de derechas), el nuevo régimen sea católico (Mola no es tan fervoroso en este
punto), se respeten los Fueros…
¿Se empieza a
respirar esa crispación que fue creciendo hasta el Golpe de Estado porque son
muchos los que mantienen que “se venía venir algo serio”?
En Navarra,
salvo algunos incidentes aislados, hay una tensa calma y nada hace pensar la
catástrofe que se avecina en poco tiempo. Los golpistas preparan su
levantamiento sin llamar en exceso la atención. La tensión se vive en Madrid
con los asesinatos del teniente socialista Castillo y la represalia de sus
compañeros, que matan a Calvo-Sotelo el 12 y 13 de julio.
A pesar de
esos crímenes, los sanfermines de 1936 son vividos muy festivamente, en calma y
sin vaticinar que el día 18, cuando terminen, se preparan dos levantamientos en
uno: el requeté, que se concentra en la plaza del Castillo (entonces plaza de
la República), con miles de jóvenes armados con fusiles, y el militar, que
parte de la comandancia militar (hoy Archivo General) y de los cuarteles de
Estella. Quienes oponen alguna resistencia, más teórica que real, al alzamiento
o manifiestan su disconformidad son eliminados a las primeras de cambio: el
comandante de la Guardia Civil Rodríguez-Medel, disparos y primeros paseos en
Pamplona, Lodosa, Mendavia, Alfaro, Corella, Sangüesa, Azagra, Cascante… Pero
insisto no puede decirse de ningún modo que en Navarra hubiera resistencia al
golpe. Este triunfó desde su inicio y se extendió a toda Navarra, La Rioja y
Gipuzkoa. Las columnas de militares y requetés partieron hacia Irún y el resto
de Gipuzkoa y hacia Madrid, donde se encontraron con la resistencia republicana.
-Y ¿cómo ha
sido el proceso y la tarea ardua de investigación que, además, tiene mucho a
ver con el proceso de documentación? ¿Qué metodología de trabajo has
seguido?
-Ha sido un
proceso de varios años de recopilación de distintas informaciones, a su vez de
distintas fuentes, que he ido consultando, buscando y leyendo.
El libro lo
dividí en cinco partes, en cinco grandes libros, para que tuvieran cierta
autonomía entre ellos: la República, el golpe, la guerra, la represión y la
primera etapa de la dictadura de Franco, todo ello en Navarra o en relación con
Navarra, sin perder de vista el marco general.
Utilizo el
método de quien construye un puzle, que encuentra piezas (datos históricos) y
los coloca en el momento cronológico que le corresponde. Si encuentro una pieza
mejor, cambio la redacción anterior. Pero el hecho tiene que tener una fecha,
si no concreta, sí aproximada. En esta fase, prevalece lo minucioso.
A todo el
conjunto que sale le intento dar una ilación, explicando el contexto más amplio
del hecho concreto y con un lenguaje fácil de entender para el lector o
lectora. Intento que se vean, además de los hechos, los personajes, la
velocidad de los acontecimientos, y que aunque
aparezca lo que ocurrió, quien lo lea pueda hacerse una idea amplia del
momento. Esta es la fase más general o de un barniz sobre la superficie.
Siempre
intento escribir con un prisma ético, de respeto por los valores democráticos y
hacia las víctimas. Metodológicamente, cito la fuente en que me he basado para
que se vea que no me lo he inventado y para que quien quiera pueda acudir a
esta fuente y ampliar el conocimiento o indagar sobre ello.
_____________________________________________________________________
Cazarabet
Mas de las Matas
(Teruel)