Cazarabet conversa con...   Enrique Glofkka Reyes, autor de “Los colmillos largos de la vida” (Ril)

 

 

 

 

 

 

 

 

RIL Editores edita este libro de Enrique Gloffka Reyes, una novela diferente… muy diferente que deberíamos de leer para dignificar la memoria y algo más…

Como lectores y como difusores culturales que realizan preguntas sobre libros y demás…nos conformamos si todas y todos acabamos haciéndonos muchas preguntas y hurgamos, hurgamos hasta llegar a la raíz…sin estar a las órdenes de nadie, por nosotros, por vosotros, por ellos y ellas…a los que arrancaron su voz, simplemente por pensar diferente.

¿Qué son “torturas formales” en un interrogatorio?

La sinopsis del libro:

Un capitán es obligado a participar de las torturas de un grupo de sospechosos mientras mantiene un conflicto moral permanente tanto en el ámbito de su trabajo como en su vida personal: creyente y algo pacato, las tensiones de la vida y la sexualidad se le hacen ajenas.

Aunque esta atrapante novela recorre un fragmento de la historia reciente de Chile (la detención y tortura de un grupo de revolucionarios por parte del Ejército en el norte), en realidad examina la naturaleza humana y, a través de un ritmo vertiginoso, pone en cuestión las certezas, los dogmas y las creencias a las que solemos aferrarnos.

El autor, Enrique Gloffka Reyes, se nos “presenta” él mismo: “Soy Enrique Gloffka Reyes y estoy casado hace 34 años con Patricia y tenemos tres hijos: Nikolas, Katrin, Martina, una hija putativa haitiana, Sarah Dorvilus y una nieta llamada Inna”.

Ingresé a la Escuela Militar de Chile el año 1981 y me retiré del Ejército con el grado de coronel el año 2012. El año 1986 se me otorgó la condecoración «Al Valor» por el rescate de unos pescadores que se ahogaban en el Estrecho de Magallanes (Una condecoración muy escasa). Como militar fui comandante de distintas unidades, como el Grupo de Artillería 5 «Antofagasta», el Batallón de Paracaidistas y en el extranjero tuve el privilegio de mandar el denominado “Batallón Chile” en Haití en el año 2008 (donde conocí a una - en esos años - pequeña Sarah Dorvilus). Actualmente trabajo en el sector privado. He escrito otras novelas como Nou Se Chilyen (2013); La dulce muerte (2015) y Última misión al morro de Arica (2019), todas publicadas por RIL editores y tengo varias más en “alistamiento” para enviarlas a RIL editores”.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Enrique Gloffka Reyes:

-Enrique, ¿qué te llevó a escribir esta novela Los colmillos largos de la vida? Es una especie de homenaje a …

-Era oficial en los años 80 y 90s cuando el General Pinochet era presidente de Chile y comandante en jefe del ejército. Con los años supimos que la información que recibíamos en esa época era filtrada y sesgada. Pero en su momento era incuestionable. También era la información que probablemente queríamos recibir pues justificaba nuestro accionar contra facciones terroristas y la lucha contra el comunismo. En este punto hablo como institución, ya que en lo personal no formé parte de las unidades que se enfrentaron a las células terroristas, era un oficial que estaba en el ejército regular y no en las unidades de inteligencia o antiterroristas.

Hago esta aclaración para dar contexto a mi respuesta. Creo que lo que me llevó a escribir esta novela fue la aceptación de que las torturas formaron parte de esa lucha, y el desprecio por esos métodos que no se condicen con los principios del honor que profesan casi universalmente los soldados. Pero no sólo eso, creo que en ella se refleja una contradicción en el sentido de repudiar la tortura, pero a su vez expresar que para muchos de mis camaradas la lucha fue real, contra terroristas de verdad. Pero insisto que eso no justifica la tortura.    

-Tu narrativa es precisa, sencilla y va directa a la mente del que la leerá, pero también al estómago y al almacén de emociones, ¿eres consciente? Es algo así, por continuar con la pregunta anterior, como “intentar hincar el diente, con unos colmillos largos, a la vida, pero ¿es que no se puede hacer sin “colmillos largos”?

-La verdad no era consciente de las emociones que podría generar en los lectores. El primer lector de mis manuscritos es siempre mi padre, él me dijo que el texto era “impactante”, pensé que lo decía como un cumplido.

Antes de publicar le pido a mis amigos que lean los primeros manuscritos y en esta ocasión todos llegaron a la misma conclusión que era un texto “fuerte”.  Estos amigos son una suerte de editores aficionados, pero buenos lectores. En este caso envié el manuscrito a dos amigos militares y a dos amigas, compañeras de colegio, una de ellas, según me confesó luego de leer el texto, había sido abusada – una patrulla militar le había realizado tocaciones – algo de lo que me enteré cuando conversábamos del texto. Para ella, sin duda, leerlo significó un dolor que tenía olvidado. 

Por otra parte, no creo que se deban tener colmillos largos para “entrarle” a estos temas, pero si algo de coraje y ser capaz de salir de los propios paradigmas. Una persona que me inspiró mucho fue mi padre quien en los 70´era oficial de Carabineros de Chile y vivió el golpe y el gobierno militar o dictadura desde principio a fin. En lo particular y creo que a muchos oficiales les pasaba lo mismo, nos encontrábamos por una parte con una constante denuncia por vulneración de derechos humanos, pero no era lo que a diario veíamos en las calles.

-¿Es una historia de “represión versus remordimientos”?(me refiero, sobre todo a esa represión sexual que puede llegar a incitar conductas incluso salidas de tono que nos pone como humanos en un brete)

-Es una historia de represión, pero también de lucha, es una historia en donde el fin justificaba los medios y se vivía en constante amenaza y en este punto me refiero a ambos bandos.

Es cierto que tiene una lucha evidente entre la represión sexual y los remordimientos. A mí me parece que el protagonista lucha por ser un hombre correcto, pero en el fondo, su esencia parece ser el de un sicópata, y desde el punto de vista militar era un hombre feble y sin carácter.  

-¿Cómo es retratar la vida , en el día a día, de un oficial de “alto rango” del ejército chileno en la época de las torturas, las represalias a conciudadanos y conciudadanos, la usurpación de los derechos humanos, las violaciones, los robos de niños y niñas….?

-Tratar de entrar en las cabezas de los altos mandos es algo que al menos en lo formal no me resulta difícil porque la formación militar es bastante universal, también lo era los mensajes que circulaban. Me consta que era una época de mucho celo en cuanto a la información que corría y no tengo dudas de que muchos oficiales de alto rango desconocían el nivel de las atrocidades que se cometían y, por el contrario, quienes las disponían tenían como justificarlas.

Evaluar hoy lo que sucedió hace más de 30 años es un ejercicio complicado y que siempre estará subordinado a nuestros sesgos. Hoy sabemos lo que sucedió y es fácil formarse el “gran cuadro” de todo. En la época de la novela no había redes sociales, los medios de prensa estaban controlados y los que no eran clandestinos, y cada uno tenía su propia versión de los hechos, había mucha desinformación.

-De todo eso sabemos también aquí en España que vivió una Dictadura de cuarenta años con Franco y que, de alguna manera, os llegó a vosotros me fijo, por ejemplo, al preguntarte esto, en el libro reciente de Yanko González Cangas Los más ordenaditos, ¿qué nos puedes decir? —en el libro se habla de la relación y del “copia y pega” de la Dictadura de Pinochet versus la metodología que utilizó la franquista---

-Tanto la dictadura española como la chilena, y otras, se dan en gran parte en el contexto de la guerra fría y creo que por eso existen similitudes, al igual que las semejanzas que existieron con las dictaduras en los otros países latinos. He mencionado la guerra fría porque al ser un conflicto ideológico globalizado generó alianzas que enfrentaban un enemigo común, muchas veces, traspasando todos los límites.

Respecto de lo que desarrolla Yanko González en su obra, creo que las miradas son completamente diferentes. Si el menciona que el régimen buscaba forjar una nueva juventud que permitiera proyectar el “nuevo orden”, en mi caso, nosotros éramos parte de ese nuevo orden y me refiero a los oficiales y suboficiales jóvenes. Lo más común en esa época era escuchar que estábamos en guerra con el comunismo y, el mundo, precisamente estaba dividido en dos bloques. 

-¿Escribir sobre las torturas practicadas y que sufrieron otros es una especie de catarsis o…qué me puedes decir?

-Al menos en mi caso, durante muchos años dudé de la veracidad de lo que se decía respecto de las torturas. Se nos decía que era información falsa y un militar por norma general cree lo que el superior le comunica. Además, no era lo que se veía en el día a día. Los torturadores era un número reducido y de unidades especiales. En todos los años que estuve en el ejército durante el régimen, desde 1981 a 1990 nunca vi torturas, nunca supe de alguien que torturara. Pero de pronto comenzaron a salir denuncias en la prensa y no cupo dudas de la veracidad.

Por otra parte, no me había planteado que fuese una catarsis, puede ser, ¿por qué no?

-¿El problema o parte de él es que se dejó a interrogar a gente que no estaba para nada “entrenada” para esta labor?-Pero ¿qué es interrogar bien…saber “torturar” a su debido tiempo?, todo esto es “muy tétrico”….

-Hasta la guerra tiene sus límites. Tal vez inicialmente emplearon técnicas formales de interrogatorio, después, producto de la degradación humana, comenzaron los abusos y las torturas. Esto pareciera una constante cuando se sobrepasan los derechos humanos y lamentablemente ha ocurrido en todas las sociedades.

-¿Y a qué gente torturaban(¿y con qué “derechos?”) a jóvenes idealistas que mayoritariamente tenían ideas izquierdistas nada afines al neoliberalismo reprimido de una sociedad jerarquizada ,sumida bajo conciertos con intereses más allá de Chile….por ejemplo, los Estados Unidos de América con su Operación Cóndor…?

-Mi texto es una novela, no tengo información de “primera mano” pero sin duda haber servido en el ejército me da una mirada “local”.  Respecto de las operaciones internacionales que se hacían sólo tuve información que dio a conocer la prensa. La inteligencia, que era quien veía estos asuntos es altamente compartimentada. Sí tengo claro que se interrogaba a personas involucradas en atentados y hechos de sangre, el problema, en mi opinión, no fue el interrogarlos sino el emplear métodos de tortura para obtener información. Como se menciona en la novela, no todos eran jóvenes idealistas, aunque nada justifica las torturas.

Nuevamente el contexto de la guerra fría nos hacía vernos como buenos y malos, amigos - enemigos, sociedades totalmente polarizadas e intolerantes. Felizmente eso ha mejorado, pero creo que falta mucho por avanzar.

-Cuando a uno le ordenan torturar, como quien dice, por torturar, ¿cómo se queda? Tus personajes lo trasladan muy bien, tan bien que la lectura se hace muy dura, pero, por favor, explícanos…

-El cumplir órdenes que no compartimos es un problema en todos los ejércitos del mundo. Hoy quedó grabado a fuego en las generaciones de oficiales que las órdenes por regla general se cumplen y vía la excepción se suspenden o modifican. Además, una orden debe ser en todo momento legal y ética. No se puede ordenar algo que vaya contra las leyes.

Parece un formalismo, pero creo que nunca se ordenó torturar, me da la impresión de que esa era una interpretación del subordinado de lo que disponía el superior, y el superior a su vez, sabiendo lo que hacía el subordinado no actuaba, era una suerte de liderazgo Laissez-Faire. Creo que las órdenes fueron más sutiles, del tipo: “Obtener información respecto de …” y quien recibía la orden “agotaba los medios” para obtenerla y llegaba a estos límites. No me cabe duda de que quien disponía obtener la información sabía qué medios se utilizarían, pero, a mi parecer, no se empleaba la palabra tortura.

Creo que los interrogatorios poco a poco se fueron descontrolando hasta llegar a estos extremos y a un punto en que no había vuelta atrás, y se aceptó la tortura como un medio legítimo.

-Es muy fácil, mucho más fácil ordenar que torturar, aunque todos hemos tenido acceso a testimonios de torturad@s que nos explican que había torturadores que sentían “placer” en la tortura….

-Creo que mucho de eso es cierto. Hay torturadores que al parecer disfrutaban con el sufrimiento ajeno, y respecto de ordenar torturar creo que la disposición era mucho más eufemística y no directa, porque normalmente en las organizaciones militares se entrega el para qué y no el cómo. Hoy esos métodos son impensables, pero en esos años no había límites.

-Hay un día, supongo, que se puede llegar a cruzar una delgada línea roja y a partir de ahí ya se instala en un@ la locura y la brutalidad para con la persona que se tiene enfrente: atada, indefensa, quizás despojada de su intimidad humana, fría, sin poder ver, sucia

-La historia está llena de ejemplos de ese tipo y pareciera ser parte de la oscura naturaleza humana tal y como lo estudio Stanley Milgram al investigar sobre el sesgo de obediencia. El experimento de Milgran demostró la importancia de la obediencia a la autoridad y la tendencia de las personas a seguir órdenes incluso cuando van en contra de su propia conciencia y sentido de lo correcto. Es por esta razón que se debe analizar muy bien la orden que se impartirá en especial en ambientes caóticos, porque este sesgo de obediencia es muy poderoso.

Pienso que las regulaciones que existen en los ejércitos hoy contribuyen a que esa brutalidad que mencionas pueda controlarse, pero no siempre se logra. Mientras te escribo es muy probable que, en la guerra entre Rusia y Ucrania, alguien esté cruzando o haya cruzado esa línea roja que mencionas.

-Cuando se habla tanto de la debilidad es que la brutalidad está campando, a modo de naturalidad, en todas sus perspectivas. Eso da miedo porque, ¿cómo sale una sociedad de esta?, los torturadores y los torturados…

-Sobre los torturadores cae el peso de la ley y en las instituciones armadas queda la tarea de seleccionar futuros soldados sin tendencias de este tipo. Respecto de los torturados creo que es una tarea más difícil. ¿Cómo vuelven a confiar en las instituciones a las que pertenecían sus torturadores? Y la familia también se ve afectada y seguramente por décadas recelaran y tal vez odiaran a quienes pertenecen a las instituciones que torturaron o dañaron a sus seres queridos, aunque los soldados de hoy sean completamente distintos a los de ayer.

No creo que la brutalidad esté campando, pero a veces vemos excesos, por eso creo, que revivir esos hechos son una suerte de lección aprendida novelada para no volver a sufrirlos. 

-¿Y los conciudadan@s que callan y que emiten el silencio como comparsa, de esos qué podemos decir?

-En Chile se habla de “cómplices pasivos”, pero creo que los civiles, al igual que muchos militares, aunque parezca delirante e increíble, no tenían información de la real dimensión de lo que ocurría. Ahora bien, si tenían la información y no hicieron nada, pudiendo hacerlo, son, efectivamente, cómplices pasivos.

-Porque, por ejemplo, los cánones de la Iglesia juegan aquí un papel muy importante, ¿no?

En esos años la iglesia fue una gran protectora de los perseguidos, a través de la vicaría de la solidaridad. Creo que con los años el actuar de la Iglesia, al menos en Chile, les hizo ganarse un respeto el que, por otras razones, hoy ven amenazado.

-El consentimiento, el saber callar, la sumisión, el perdón que está sobrevalorado, las represiones…son cosas que emanan, también de una subcultura impregnada del catolicismo y del paternalismo, ¿no?

-El callar puede obedecer a lealtades mal entendidas en las instituciones armadas. Respecto de lo otro que mencionas, existen estudios de Geert Hofstede que podrían explicar comportamientos como la sumisión y otros. Creo que es algo cultural y tal vez, como mencionas, puede ser herencia del catolicismo paternalista.

-Porque las torturas eran de raíz de una misoginia…

-En esa época la palabra misoginia la conocían muy pocas personas, al menos en Chile. En el relato, el torturador principal: “el gordo con bigotes de aguacero” es un ser despreciable, sin duda que en él la misoginia es evidente.

-Te estoy entrevistando como si se tratase de un ensayo, pero en realidad estamos hablando de una novela realista, tan realista como brutal, desgarradora…

Y yo he contestado como si de eso se tratase, jajajaja.

No se debe perder de vista que es una novela, dura, cruel y desgarradora, pero una novela, en donde traté de representar ambas miradas la del torturador y la del torturado, algo de por si desgastante y abrumador.

-¿Se puede leer( y por tanto debatir ,reflexionar), con cierta naturalidad, de estas heridas tan recientes en Chile? —os felicito por ello porque esconder las cosas no lleva a ninguna parte—

-Me gustaría que así fuese, pero creo que todavía nos falta para llegar a eso. Estoy seguro de que muchos de mis excompañeros militares pensarán que “me cambié de bando” por escribir esto, y por el lado de quienes fueron torturados o estuvieron en contra de la dictadura verán en mi un militar que trata de justificar lo injustificable.

Sin duda que leer este tipo de relatos puede ayudar al debate, pero también puede encenderlo y hacer que cada uno regrese a sus trincheras.

-¿Tu novela quiere esquilmar el silencio y rendirse a la verdad?-¿Es una manera de bajarse del trono?

-No tuve ninguna ambición ni pretensión. Un día comencé a escribirla porque seguramente era tiempo de hacerlo, antes no tuve esa “necesidad”, y como mencioné las conversaciones con mi padre me ayudaron mucho a diseñarla. Este es un tema que todavía divide y seguirá sucediendo mientras no arribemos a las versiones de ambos involucrados.

-Enrique, ¿un militar hasta qué punto debe, o no, obedecer una orden?;¿hay un código que se debate constantemente con el código interior que tenemos tod@s?

-Eso está absolutamente zanjado. Una orden debe ser legal, ética y estética. Pero no olvidemos que los ejércitos se preparan para el combate y eso a veces nos lleva a ser muy rudos en el entrenamiento y en las formas. Sólo a modo de ejemplo, en la misión de paz de Haití, servimos más de 12 mil soldados chilenos y no hay casos formalizados de faltas graves a la disciplina, y era y es, un ambiente caótico y cambiante.  Por otra parte, hoy los cadetes y dragoneantes del ejército tienen clases de derechos humanos, en mis años, no conocíamos el término. Felizmente hemos evolucionado positivamente.

-¿Qué es para ti la narración?

-Narración es contar historias, pero no solo eso. En mi caso busco, y no sé si lo logré, ser honesto con el relato, con la historia y con los personajes, en una buena historia, como lectores, debemos creernos los personajes que se nos presentan, si no se logra eso creo que la narración se diluye. No basta con tener una buena historia, hay que encantar al lector para que siga leyendo.

-En tus creaciones ¿qué papel quieres darles a los personajes…?,¿prioritario frente a la trama y al escenario?

-Quiero que mis personajes sean creíbles para el lector, si se logra eso, ellos (los personajes) adquirirán preponderancia en el relato.

-Porque parece que el papel de la trama siempre es el eje sobre el que gira todo lo demás---hasta la paciencia, satisfacciones e insatisfacciones del escritor o escritora--, pero a veces la ósmosis entre personajes y trama es tan fuerte que interaccionan de una manera…

-Creo que esa osmosis que mencionas es el objetivo de todo escritor, aunque a veces pensemos que la trama es el eje, muchas veces es el personaje, el que debe ser, como lo he dicho varias veces, creíble. Bueno, malo, perverso, amoroso, pero creíble.

-¿Cuál y cómo es el papel que le otorgas al escenario en el que se pasean los personajes y se desarrolla la trama?

-El escenario es la atmosfera es el paisaje que cuando está bien diseñado no lo notamos, pero cuando tiene errores o incongruencias toman protagonismo.

-¿Son personajes que muestras y haces desfilar en tu historia han ido cambiando tal como los pensaste en un inicio bajo el influjo de la trama o son más bien algunos rasgos de la trama los que cambian bajo el influjo, influencia o enamoramiento al que te someten, como escritor, algunos de los personajes?—

-En mi caso, me preocupo de construir un buen personaje, y son ellos los que me van ayudando a construir la trama. Creo que ellos lideran la trama, es decir, la trama los sigue, pero no siempre escribo de esa forma. Esta novela fue especial.

-¿Nos puedes hablar del proceso de documentación, búsqueda de fuentes, lectura de libros y demás que hay detrás de este libro, recogida de testimonios más o menos directos---si has precisado y querido no creo que hayas tenido muchas dificultades en que hayan sido directos--?.Período apasionante, pero muy afanoso y trabajoso que, a veces, incluso nos puede sumergir en cierta ansiedad, ¿qué nos puedes decir?

-Para mí el proceso de escribir es sinónimo de felicidad. Disfruto el proceso creativo y también la búsqueda de información o documentación. Felizmente mi universo se relaciona de una u otra forma con derivadas del mundo militar y se me hace fácil documentar mis escritos. Además de eso soy un investigador obsesivo, buen conversador y eso también es parte de la documentación de una novela.

En una ocasión visité la clínica Santa Lucía, que se nombra lugar de tortura. Está ubicada en el centro de Santiago y actualmente es un monumento histórico. Fui totalmente escéptico, pero quería saber que me diría la encargada. Al ingresar me recibió una mujer mayor, muy amable, le dije que era ex militar y se alegró de que me atreviera a visitar un lugar como ese. La visita que quería fuese por sólo algunos minutos se extendió por más de una hora y terminamos tomando café en la cocina del inmueble, esa señora, cuyo nombre no recuerdo me habló de perdón y paz. Obviamente influyó en esta novela. 

-Y,¿ cómo ha sido el día a día de trabajo, tu metodología de trabajo para construir este libro de narrativa de no ficción?

-Me sucede que tengo, guardando las debidas proporciones, momentos de epifanía a partir de los cuales desarrollo casi toda la novela. También trato de escribir todos los días algo y me acuesto muy contento si al menos logro una cuartilla. Creo ser muy disciplinado en eso.

-Este trabajo, ¿te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de los aspectos tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que estás sumergido ahora?;¿cómo ha sido trabajar con RIL Editores?

-Este trabajo me costó mucho. Traté de imbuirme en una atmosfera gris y la escribí casi por completo escuchando de fondo el réquiem de Mozart. Me costó porque como mencioné tuve que salir de mi trinchera al despoblado. No lo considero un tema fascinante, es un tema gris y sombrío, pero que debe ser contado porque moviliza muchos sentimientos y en mi caso fue salir totalmente de mi zona de confort. Traté de ser honesto, aunque no imparcial.

Trabajar con las personas de RIL es un lujo que cualquier escritor querría. No son palabras de buena crianza, he aprendido mucho de ellos en particular con el editor Alfonso Mallo con quien me relacioné desde el primer texto que envié. Además, RIL “se la juega” por escritores que no somos comerciales y que seguramente llegamos a un público muy acotado, eso habla mucho de su amor por la literatura.

 

 

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Cazarabet

Mas de las Matas (Teruel)

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