La Librería de El Sueño Igualitario

Cazarabet conversa con...   Niall Binns, coordinador de la colección "Hispanoamérica y la guerra civil española" (Calambur)

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Los países latinoamericanos en la Guerra Civil Española.

Editorial Calambur está editando desde un tiempo acá una serie de libros que analizan y estudian el papel de ciertos países en la Guerra Civil Española y es que de Brigadistas que vinieron a defender la II República los hubo de todas las partes y lugares del planeta, pero éstos han llamado mucho la atención a nuestros editores y por ende a nuestros lectores. Calambur ha dado en el blanco en la publicación de esta serie de libros: comenzó editando y acercándose a Argentina, Ecuador para seguir, después y más recientemente con Chile y Perú. Están cociéndose en este momento: los libros dedicados a Cuba y a Uruguay.

Coordina o es el eje principal de esta colección Niall Binns.

Vamos a saber, antes que nada algo más sobre la editorial, CALAMBUR.

Y AHORA NOS ADENTRARNOS EN LOS AUTORES Y /O COORDINADORES DE LOS DIFERENTES LIBROS.

Niall Binns:

Biografía; Nacido en Londres, de padres escoceses, en 1965, Niall Binns cursó estudios universitarios en Oxford, Santiago de Chile y Madrid, y ha vivido también en París y Coimbra. En 1993, se instaló definitivamente en Madrid. Es autor de los ensayos Un vals en un montón de escombros: poesía hispanoamericana entre la modernidad y la postmodernidad (1999), Nicanor Parra (2000), La poesía de Jorge Teillier: la tragedia de los lares (2001), ¿Callejón sin salida? La crisis ecológica en la poesía hispanoamericana (2004), La llamada de España. Escritores extranjeros en la guerra civil (2004) y la antología Voluntarios con gafas. Escritores extranjeros en la guerra civil (2009). Dirige el proyecto de investigación "El impacto de la guerra civil española en la vida intelectual de Hispanoamérica" (Ministerio de Educación y Ciencia, España, 2007-2010). Ha preparado las ediciones de El árbol de la memoria (2000) de Jorge Teillier, y de Páginas en blanco (2001) y Obras completas & algo + (2006) de Nicanor Parra; asimismo, junto a Vanesa Pérez-Sauquillo, ha seleccionado, traducido y prologado la antología Muertes y entradas, de Dylan Thomas (2003). Como poeta ha publicado 5 love songs (1999, Premio de Poesía Villafranca del Bierzo), Tratado sobre los buitres (2002, Premio Internacional de Poesía Gabriel Celaya), Canciones bajo el muérdago (Madrid, 2003) y la antología Oficio de carroñero (Caracas, 2006).

 

 

P1090445.JPGCazarabet conversa con Niall Binns el coordinador de esta colección de libro para Calambur Ediciones

-¿Por qué una colección de libros dedicada a los países del Cono Sur y de Centro América que aportaron opiniones, a favor y en contra de la República?

-Te voy a contestar, inicialmente, con una explicación personal. Cuando llegué a España por primera vez, en 1987, vine con la mochila llena de las lecturas de rigor para un británico de vacaciones: Homage to Catalonia de Orwell; As I Walked out one Midsummer Morning de Laurie Lee; For whom the Bell Tolls de Hemingway. En ese entonces había leído a un solo escritor en lengua española, Neruda, y ya conocía en la versión bilingüe de Penguin su poema, para mí impresionante, “Explico algunas cosas”. Luego, poco después de establecerme en Madrid, leí The Spanish Civil War de Hugh Thomas. Es decir, la guerra civil –y sobre todo, la guerra civil vivida por intelectuales de otros países– se me metió bajo la piel desde mi primer contacto con España.

Después de mis primeros meses en España, compré un par de antologías realmente notables, con largas y enjundiosas introducciones del catedrático de Oxford Valentine Cunningham, sobre el impacto de la guerra civil en los intelectuales de lengua inglesa, sobre todo los británicos. Veo ahora que han sido el modelo fundacional para esta colección de libros que estamos publicando en Calambur. Aparte de las antologías de Cunningham, hay varios libros monográficos dedicados a la repercusión de la guerra en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos y en Francia, pero en cuanto me pusiera a indagar en estos temas me llamó la atención el hecho de que se haya escrito tan poco sobre la manera en que la guerra impactó en América Latina y concretamente en sus intelectuales. Hay estudios estupendos, evidentemente, sobre las relaciones con el conflicto de un Neruda, un Vallejo, un Nicolás Guillén, un Carpentier… pero tengo la sensación de que para los estudiosos de los intelectuales extranjeros en la guerra, es como si los latinoamericanos fueran españoles. Pienso, por ejemplo, en Paul Preston y su libro sobre los corresponsales de guerra, traducido como Idealistas bajo las balas, en el que existen los británicos, los norteamericanos, los franceses, algún soviético, algún alemán y ya está: ni Pablo de la Torriente Brau, ni Juan Marinello, ni Raúl González Tuñón. Mientras tanto, los especialistas en literatura española que han escrito sobre la guerra se han dedicado casi exclusivamente a los peninsulares, con las honrosas excepciones mencionadas. Así que es como si la América Latina –en los estudios sobre la guerra española– estuviera en una especie de tierra de nada: demasiado hispana para los estudiosos extranjeros, demasiado extranjera para los españoles.

Cuando publiqué en 2004, en la editorial Montesinos, el libro La llamada de España. Escritores extranjeros en la guerra civil española, junté conscientemente a los latinoamericanos con los norteamericanos y los europeos. Lo que leí para ese libro me puso en la pista de nuevas lecturas, y me hizo ver que había un trabajo pendiente con la prensa de los países latinoamericanos, en revistas y diarios, para poder determinar el alcance y la naturaleza de la implicación de sus intelectuales en la guerra española.

-Tú escribes sobre Ecuador y Argentina y sobre “el efecto” en estos países de la guerra civil española. ¿Por qué escoges esos dos países? ¿Cómo fue la experiencia?

-Mientras preparaba el libro que acabo de mencionar, me enteré de la importancia que tuvo España para el escritor guayaquileño Demetrio Aguilera-Malta. Creo que ya había leído su novela Don Goyo, que es otra cosa: una especie de obra pionera del realismo mágico. Descubrí que llegó a Madrid en julio de 1936 con una beca para estudiar en Salamanca, y que terminó quedándose en la capital y luego en Barcelona durante un año. Publicó tres libros sobre la guerra civil, entre ellas una de las primeras obras publicadas sobre el tema en España, su novela ¡Madrid! Reportaje novelado de una retaguardia heroica.

5187292525_02b5fe959c.jpgMe picó la curiosidad. Pedí un proyecto de investigación a la Complutense para poder viajar a Ecuador y rastrear más cosas de Aguilera-Malta y de otros intelectuales ecuatorianos, y ver la repercusión de la guerra civil en los diarios de la época me dejó verdaderamente asombrado. Día tras día las portadas estaban llenas de grandes titulares, informaciones y fotografías sobre la guerra. Empecé a recopilar las numerosísimas aportaciones de los intelectuales ecuatorianos sobre el tema: poemas, crónicas, artículos de opinión, panfletos, manifiestos, obras de teatro... Descubrí su implicación apasionada en las campañas de recaudación de fondos para la República y, en algunos casos, para el bando franquista. Encontré la antología Nuestra España, preparada por Benjamín Carrión, que recoge las aportaciones a favor de la República de casi una veintena de poetas y seis artistas visuales. Encontré, también, a dos fascinantes escritores españoles ya integrados en la sociedad y el campo intelectual de Ecuador: el socialista Francisco Ferrándiz Alborz, que con el seudónimo FEAFA se había convertido en uno de los dos o tres críticos más influyentes del país, y que, después de ser expulsado del país en diciembre de 1936, viajó a España para luchar a favor de la República; y el marqués andaluz Alfonso Ruiz de Grijalba, un diestro e ingenioso escritor de romances que se convirtió en el hombre de Franco en el país.

Un año más tarde, formé un equipo de investigadores con Matías Barchino de la Universidad de Castilla-La Mancha y Olga Muñoz Carrasco de Saint Louis University, y empezamos a trabajar no solo sobre Ecuador, sino también sobre tres nuevos países: Argentina (yo), Chile (Matías) y Perú (Olga).

Si la repercusión de la guerra civil en Ecuador fue enorme, rastrearla en Argentina resultó ser una tarea de una vastedad casi inabarcable. He pasado meses y meses y meses peinando diarios y revistas en bibliotecas de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza. Fue un trabajo de otra índole: Ecuador es un país casi desconocido para los lectores españoles, aun para los que trabajan como yo en la universidad como supuestos especialistas en la literatura hispanoamericana (fue un trabajo maravilloso en ese sentido: han sido años de grandes descubrimientos); en Argentina, en cambio, estaban las figuras de resonancia internacional como Arlt, Borges, Girondo, Marechal, Victoria Ocampo... De todos modos, una de las cosas fascinantes de este proyecto es la capacidad que ofrece de presentar algo así como una radiografía del campo intelectual del país en cuestión –y de sus relaciones con España– en la época de la guerra, dentro de la cual figuran también, por supuesto, escritores que han sido relegados al olvido, justamente o no, pero que tuvieron en su época una importancia notable. Me encontré, por otra parte, con los escritos de numerosos periodistas e intelectuales argentinos que vivieron la guerra en primera persona, muchos de ellos como corresponsales, pero en otros casos como testigos involuntarios, que simplemente estaban en España en el momento de la sublevación militar. De todos modos, una de las cosas interesantes en este proyecto es ver cómo la intensidad emocional que es uno de los rasgos centrales de cualquier testimonio existía también en los intelectuales que veían el conflicto desde la “lejana retaguardia” latinoamericana: una intensidad mezclada, muchas veces, con sentimientos de impotencia y hasta de culpabilidad, por no estar allí, participando en la guerra.

24062011_063131.jpg-Luego hay otras plumas que se adentran en la relación de Latinoamérica con la España de la Guerra Civil, ¿qué nos puedes decir?

-Matías Barchino, con la ayuda de Jesús Cano Reyes, ha preparado el libro sobre Chile. El caso chileno es fascinante, no solo por la recopilación que se ha hecho de textos de tantos intelectuales de peso, sino también porque la guerra española coincidió con el apasionante proceso de la formación y luego el triunfo del Frente Popular chileno.

El caso peruano es otra cosa: gobernaba en el Perú el general Óscar Benavides, que impuso una dictadura después del golpe de estado que lideró para mantenerse en el poder en agosto de 1936. Se prohibía cualquier manifestación a favor de la República Española, así que quizá el texto más fascinante encontrado en el Perú por Olga Muñoz haya sido un texto anónimo: la revista CADRE, escrita por tres autores, entre ellos dos de los grandes poetas del país: César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, que sufrieron, respectivamente, el exilio y la cárcel por su apoyo a la República. El poeta Serafín Delmar escribió sobre la guerra española desde la cárcel; Magda Portal desde la reclusión forzosa en su casa; Víctor Raúl Haya de la Torre desde la clandestinidad. Muchos de los textos más interesantes del libro peruano corresponden a intelectuales conservadores residentes en el Perú (como José de la Riva-Agüero) o bien residentes –hasta el inicio de la guerra– en España (como Felipe Sassone). Y luego están los numerosísimos intelectuales establecidos definitivamente en el extranjero como César Vallejo, Blanca del Prado y Alberto Hidalgo, o bien exiliados: escritores comunistas como Eudocio Ravines y Armando Bazón, pero sobre todo apristas como Luis Alberto Sánchez, Enrique Portugal y Manuel Seoane.

-¿Qué nos puedes adelantar del resto de la colección, la que nos espera… tengo entendido que Cuba y Uruguay están al caer?

-Jesús Cano Reyes, Ana Casado Fernández y yo estamos trabajando sobre el libro cubano, que saldrá en Calambur a finales de 2014. Los estrechísimos vínculos entre la isla y España hacen que sea un tomo particularmente fascinante.

El libro uruguayo saldrá en 2015. Estoy escribiendo estas respuestas desde Montevideo, en la que está siendo mi cuarta estancia de investigación en Uruguay. Prácticamente vivo en la Biblioteca Nacional... Uruguay, a raíz de la herencia de José Batlle y Ordóñez, debe de haber sido el país más culto de América en los años treinta, y desde luego el país con el nivel más alto de alfabetización. La cantidad de diarios publicados simplemente en Montevideo es realmente impresionante (El País, El Día, El Plata, El Debate, La Mañana, El Bien Público, El Pueblo, El Diario Español, y podría seguir...), así que el trabajo está siendo lento, pero fascinante, realmente fascinante.

-¿Cómo explicarías que fue la relación entre los países de Latinoamérica y la defensa de la República en la guerra civil española?

-Habría que establecer un matiz básico. Solo México apoyó abiertamente a la República durante la guerra. El gobierno colombiano mostró ciertas simpatías con la República, pero los demás países, muchas veces desde una postura aparentemente no intervencionista, favorecían a Franco desde los primeros meses de la guerra. Rompieron relaciones con la República, durante esos primeros meses, El Salvador, Guatemala, Uruguay... Claro: una cosa es lo que decían y hacían los gobiernos; otra cosa es lo que sucedía con la opinión popular y con los intelectuales. La guerra mediática existía en todos los países donde no imperaba la censura. Por supuesto, había posturas ya establecidas de antemano, pero creo que se puede decir que si bien los franquistas convencían a sectores importantes de las sociedades latinoamericanas al comienzo de la guerra (las imágenes de violencia en la zona republicana, las iglesias incendiadas, las noticias sobre el “caos” comunista y anarquista, los testimonios de latinoamericanos adinerados que regresaban espantados de la península..), las noticias y las imágenes mostraban, con una fuerza cada vez más impactante, otras realidades: la masacre de Badajoz, la intervención masiva de aviones y tanques alemanes e italianos, la participación también masiva de tropas de Mussolini, y sobre todo los bombardeos de las ciudades, las casas derruidas, los niños muertos, las mujeres muertas, los ancianos muertas... Al final de la guerra, las repúblicas de América Latina veían con toda claridad lo que podía significar, para ellas también, el fascismo.

-¿Cuáles fueron los países que más intervinieron en el conflicto de manera directa, o sea, mandando a voluntarios a las brigadas internacionales o yendo otros voluntarios a defender el bando fascista?

-En términos proporcionales: Cuba, en primer lugar; y luego Argentina. Cuba es el único país donde se ha trabajado sistemáticamente sobre la historia de sus brigadistas: hay varios libros sobre el tema. Hace algunos años un grupo de historiadores de Mar del Plata publicó un libro importante sobre el tema: Voluntarios de Argentina en la Guerra Civil Española.

Niall_3713.jpg-¿Qué postura mayoritaria adoptaron los ecuatorianos y argentinos, los pensadores e intelectuales de esos países, ante este conflicto?

-En el caso ecuatoriano, casi todos los intelectuales importantes de la época dieron su apoyo a la República. Benjamín Carrión, en su prólogo a la antología Nuestra España. Homenaje de los poetas y artistas ecuatorianos, escribió lo siguiente: “aquí, en el Ecuador, hemos podido recoger este tesoro precioso salvado del naufragio, esta verdad consoladora: todos los intelectuales de valor, los que, en realidad, algo han hecho por la cultura, sin excepción válida, sin transfugio penoso, se han puesto, sin vacilaciones, junto a la causa de la república española. Ni una sola voz discordante digna de tomarse en cuenta dentro del gran concierto de rabia contra los bárbaros y de amor por los defensores de la patria materna. Y si alguno ha sentido la tentación de huir, de ser neutral o, peor aún, de traicionar, ha temido a la sanción suprema que impone la cultura a sus tránsfugas: la muerte espiritual”.

En el caso argentino, hubo importantes intelectuales conservadores y nacionalistas que escribieron a favor de España: pienso en Leopoldo Marechal, que tradujo la “Oda a los mártires españoles” de Paul Claudel, o bien en Manuel Gálvez y Carlos Ibarguren. Hubo también liberales que no sabían muy bien dónde posicionarse: Borges firmó un par de manifiestos al comienzo de la guerra –contra la sublevación militar, contra el asesinato de Lorca–, pero prefirió callarse después; Girondo lamentó la “epidemia” de preocupación política que vivían sus compañeros de generación e insistió en la necesidad de dar la espalda a Europa para pensar en cosas americanas; Victoria Ocampo y Eduardo Mallea, los dos intelectuales fundamentales de la revista Sur, ensayaron la neutralidad pero se vieron obligados, en cierto momento, a tomar partido en contra de Franco y sus aliados. Pero claro, la gran mayoría de los intelectuales estaban en contra de Franco desde el comienzo: los anarquistas (Rodolfo González Pacheco, Diego Abad Santillán) y trotskistas (José Gabriel), a favor de la revolución; a la vez, la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores (A.I.A.P.E.) reunió a la mayoría de intelectuales de izquierda en una especie de frente común (con predominio comunista) en defensa de la cultura y contra el fascismo.

 

OLGA MUÑOZ CARRASCO.jpgCazarabet, también ha podido tener una breve pero muy valiosa declaración de Olga Muñoz Carrasco, que escribió sobre Perú y la GCE:

-Olga, tú escribes sobre Perú y sobre “el efecto” de este país en la guerra civil española. ¿Por qué escoges este país?¿Cómo fue la experiencia?

-Conocía Perú desde hacía años cuando comencé a participar en el proyecto sobre la guerra civil e Hispanoamérica, ya que mi tesis doctoral me llevó a estudiar su literatura y el panorama político y cultural del siglo XX. Aunque mis primeras investigaciones se centraron en la poesía peruana de los años cincuenta, los poetas de los años 20 y 30, excepcionales, fueron para mí una lectura muy frecuentada. Y ahí encontramos a un referente imprescindible en la repercusión de la guerra entre los intelectuales peruanos: César Vallejo. Pero no solo él, también otros poetas de esta época como Emilio Adolfo Westphalen o César Moro se comprometieron con la República española a través de publicaciones clandestinas como CADRE (Comité de Amigos de la República Española). 

El Perú ofrecía, sin embargo, una dificultad especial con respecto a la búsqueda de materiales que documentaran el impacto de la guerra civil entre sus intelectuales: entre 1936 y 1939 el país andino se encontraba bajo la dictadura del general Óscar R. Benavides, régimen que prohibía cualquier tipo de manifestación de apoyo a los republicanos españoles. La investigación en Lima, por tanto, resultó bastante limitada, pues tanto la prensa como las revistas, en su gran mayoría, respaldaron al bando sublevado abiertamente y solo algunas publicaciones clandestinas –CADRE, España Libre o Voz de España– dieron cuenta de una corriente subterránea en favor de la República. Algunos de los documentos incluidos en el libro, finalmente, fueron recopilados fuera del Perú, gracias a la ayuda de mis compañeros de proyecto. Así sucedió con textos pertenecientes a autores que permanecieron exiliados durante esos años y desarrollando su actividad fuera del país por razones ideológicas.

Pese a todas las dificultades derivadas de la peculiar situación política del Perú entonces, la investigación me permitió trazar un mapa de la época apasionante, pues la guerra civil española se vivió allá como un acontecimiento propio. El hallazgo de ciertos materiales clandestinos de difícil ubicación, como las revistas arriba aludidas, facilitó completar el panorama cultural e ideológico de los intelectuales peruanos en los años treinta. A través de la guerra civil muchos autores del Perú indagaron en su propia identidad nacional y, tanto para unos como para otros, el conflicto español supuso una reconciliación verdadera con España, una reconciliación marcada por la herida de la guerra.

 

 

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Perú y la guerra civil española. La voz de los intelectuales. Introducción, estudio y edición de Olga Muñoz Carrasco
562 páginas     15,5 x 24 cms.
27,00 euros
Calambur

14319
Chile y la guerra civil española. La voz de los intelectuales. Introducción, estudio y edición de Matías Barchino
696 páginas      15,5 x 24 cms.
30,00 euros
Calambur




Perú y la guerra civil española. La voz de los intelectuales.
La guerra civil española, trágico desenlace de complejísimas y viejas tensiones, no resultaba un acontecimiento ajeno, y llegó a vivirse como una causa propia entre muchos intelectuales peruanos: los más tradicionalistas vieron en ella una posibilidad real de acabar con un comunismo que amenazaba con destruir la raíz católica del mundo hispano; los intelectuales de izquierdas defendieron un orden democrático por el que también estaban luchando en su país. Para los que seguían en el Perú, el apoyo a la República, generalmente desde la clandestinidad, se tradujo en fuertes represalias. Los intelectuales peruanos, cumpliendo las palabras de Vallejo (“si la madre / España cae –digo, es un decir–, / salid, niños del mundo; id a buscarla!...”), fueron a la búsqueda de una España que se proyectaba más allá de sus fronteras y de su tiempo. El acercamiento a la península se detenía en la guerra pero abarcaba mucho más: existía una indagación sobre el origen y la historia comunes, una aproximación que el presente de entonces avalaba con violencia y terror en ambos países. Olga Muñoz Carrasco (Madrid, 1973) es doctora en Filología, profesora e investigadora en Saint Louis University (Madrid Campus), y Colaboradora Honorífica del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en poesía, se editó en Lima su monografía "Sigiloso desvelo. La poesía de Blanca Varela" (Pontificia Universidad Católica del Perú, 2007), trabajo por el que había recibido el Premio Extraordinario de Doctorado; también allí vio la luz su prólogo al poemario "Hotel del Cuzco y otras provincias del Perú" de Pablo Guevara (Pontificia Universidad Católica del Perú, 2003). Forma parte del proyecto de investigación “El impacto de la guerra civil española en la vida intelectual de Hispanoamérica” (Ministerio de Educación y Ciencia, España, 2007-2011; Ministerio de Ciencia e Innovación, 2012-2014). Como poeta ha publicado "La caja de música" (Madrid, Fundación Inquietudes/Asociación Poética Caudal, 2011) y "El plazo" (Madrid, Amargord, 2012).


Chile y la guerra civil española. La voz de los intelectuales
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Cuarto título de la colección Hispanoamérica y la guerra civil, que estudia y muestra el impacto que tuvo la guerra en los intelectuales de Hispanoamérica, donde generó un encendido diálogo sobre los deberes del escritor y se convirtió en un tema casi ineludible. Chile y la guerra civil española. La voz de los intelectuales incluye sustanciosas introducciones generales, que tratan la situación política y cultural del país, así como el impacto que tuvo la guerra en la política y sobre todo en el campo intelectual. A continuación, ofrece una selección de textos, que no se limitan a las obras de figuras canónicas, sino que abarca a numerosos intelectuales que plasman su experiencia o su visión de la guerra civil. Los testigos de la guerra, y asimismo los editores y columnistas de los medios de comunicación, asumen a su manera el papel de intelectuales durante el conflicto. Una presentación individual sitúa a cada autor o medio de comunicación. Primer título de la colección Hispanoamérica y la guerra civil, que estudia y muestra el impacto que tuvo la guerra en los intelectuales de Hispanoamérica, donde generó un encendido diálogo sobre los deberes del escritor y se convirtió en un tema casi ineludible. Ecuador y la guerra civil española. La voz de los intelectuales incluye sustanciosas introducciones generales, que tratan la situación política y cultural del país, así como el impacto que tuvo la guerra en la política y sobre todo en el campo intelectual. A continuación, ofrece una selección de textos, que no se limitan a las obras de figuras canónicas, sino que abarca a numerosos intelectuales que plasman su experiencia o su visión de la guerra civil. Los testigos de la guerra, y asimismo los editores y columnistas de los medios de comunicación, asumen a su manera el papel de intelectuales durante el conflicto. Una presentación individual sitúa a cada autor o medio de comunicación.


En la misma colección::
big-es-1360665326_hgce01_ecuador.jpgbig-es-1360665512_hgce02_argentina.jpg

13193
Argentina y la Guerra Civil Española. La voz de los intelectuales. Introducción, estudio y edición de Niall Binns
824 páginas       15,5 x 24 cms.
35,00 euros
Calambur

13192
Ecuador y la Guerra Civil Española. La voz de los intelectuales. Introducción, estudio y edición de Niall Binns
584 páginas        15,5 x 24 cms.
30,00 euros
Calambur




Argentina y la Guerra Civil Española. La voz de los intelectuales

En el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires hay una escultura en bronce de Antonio Silvestre Sibellino que lleva como título "Dolor de España" (1939). Representa a un hombre, sentado en una silla, con el torso retorcido por el dolor. El título es, evidentemente, ambiguo: la figura puede interpretarse como una alegoría humana de la España sufriente, pero mucho más convincente —sobre todo porque la figura está sentada, y porque de la cintura a los pies aparenta tranquilidad— es ver en ella una representación mitad realista mitad expresionista del dolor sufrido a causa de España por los que vivían la guerra como si fuese en carne propia, siguiendo con desesperante impotencia, desde la sedentaria calma de sus escritorios en la lejana retaguardia argentina, la larga letanía de batallas, bombardeos y muerte.

Los intelectuales de Argentina, tomando partido con furia vociferante, respondieron a ese dolor de España con una amplísima, casi inabarcable producción de ensayos, poemas, narraciones y obras dramáticas.
Muchos viajaron a España y enviaron a casa textos testimoniales cargados de asombro y emoción. Para casi todos, más allá del bando que apoyaban, España era otra vez la madre patria, una madre que se desangraba en el prolongado y brutal parto de su futuro.



Ecuador y la Guerra Civil Española. La voz de los intelectuales

Dicen que Miguel de Unamuno, en su fatídico discurso del 12 de octubre de 1936, afirmó que "la nuestra es solo una guerra incívil", y la verdad es que la guerra que desgarró España entre julio y de 1936 y abril de 1939 no era ni civil ni española. Cada páis de Occidente reaccionó al conflicto con una intensidad difícil hoy de imaginar. En la lejana retaguardia de Hispanoamérica, sobre todo, la guerra se vivió y se sufrió como si fuese en carne propia. Cinco años de republicanismo habían convertido la antigua madre patria en un espejo donde se veían reflejados muchos de los temores y aspiraciones de las repúblicas hispanoamericánas, y cada país se escindió en disputas airadas, apasionadas, en torno a la guerra y a las nociones de la sociedad y del ser hispano defendidas y encarnadas por los distintos bandos: republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, por un lado; monárquicos, católicos y fascistas, por el otro. Nunca se había escrito tanto sobre España: poemas, narraciones, obras dramáticas, testimonios, crónicas, ensayos, artículos periodísticos y panfletos.

El presente libro, el primero de la colección Hispanoamérica y la guerra civil, estudia y muestra el impacto que tuvo la guerra en los intelectuales de Ecuador, un país que estaba viviendo un momento de verdadero esplendor en su literatura. La guerra civil trastornó el campo intelectual ecuatoriano, impulsó un encendido diálogo sobre los deberes del escritor y se convirtió en un tema casi ineludible para todos los intelectuales.

 

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