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Cazarabet conversa con...   Albert Noguera Fernández, autor de "La igualdad ante el fin del Estado Social. Propuestas constitucionales para construir una nueva igualdad", y con el editor Francisco Ochoa de Michelena (Sequitur)

 

9788415707165-250x343.jpgSequitur es una editorial de esas indispensables  en el panorama de libros actuales; una editorial pequeña y con compromiso desde  lo más elemental de la sociedad, la ciudadanía….bueno, de esta manera es cómo las voces, en forma de palabras escritas, pueden llegar a los lectores y a una sociedad que se encuentra un poco huérfana de muchos de los valores  sociales y humanos: o bien porque nos los han usurpado , robado, maltratado, violado… Sequitur y editoriales como ella son más que necesarias ,hoy en día, y autores como Albert Noguera son de una “rotundidad” que, también, se presumen como indispensables., escribe este profesor, de la Rovira i Virgili, desde su especialidad de Derecho Constitucional sobre las consecuencias, en lo concerniente a valores sociales y a la igualdad, de la crisis económica y del actual estado de cosas y de circunstancias en que nos encontramos sumergidos.


En plena crisis económica y en una coyuntura histórica de naufragio de los dos principales proyectos políticos igualitaristas del siglo XX (el socialismo real y el Estado social), la revisión del concepto de igualdad en sus diferentes vertientes se plantea como punto de partida necesario para abordar la construcción de un nuevo proyecto emancipatorio de sociedad. La revisión de un concepto tan complejo y pluridimensional nos coloca ante una doble exigencia.

En primer lugar es imprescindible volver a plantearnos si en la coyuntura actual y de cara al futuro sirven las viejas formas de igualdad o es necesario la creación de nuevas y, en este caso, cómo deben ser esas formas de igualdad a las que aspiramos. Una vez dado este paso, es necesario pensar en cómo debería ser un nuevo constitucionalismo que nos permita poner en práctica esta renovada idea de la igualdad. Abordar este doble reto, tomando como referencia las Constituciones recientemente aprobadas en la zona andina de América Latina, es el objetivo de las páginas de este libro.


 

Cazarabet conversa con Albert Noguera Fernández

s200_albert.noguera_fern_ndez.jpg-Albert, ¿Existe, de veras, hoy y ahora la igualdad o es una utopía dentro de otra especie de pantomima, la que vivimos en estos días,  que es la democracia?

-En todas las sociedades y en todos los tiempos coexisten espacios de igualdad y desigualdad en lucha permanente. La igualdad óptima y plena no ha existido ni existirá nunca.  La igualdad integral no opera como un lugar espacio-temporal concreto sino como un ideal regulativo irrealizable por definición, pero lo suficientemente provocativo para generar desafíos permanentes a la realidad. La igualdad integral no puede adoptar la forma de Ser, sólo la de Deber ser.

Por tanto, la igualdad plena como tal no puede existir, lo único que pueden existir son proyectos ideales igualitaristas. Cuando en un momento histórico, las instituciones políticas y las fuerzas sociales existentes, se ponen al servicio de alguno estos proyectos o ideales es cuando se generan periodos donde la igualdad le gana mayor terreno a la desigualdad.

El gran problema de los últimos años es que estamos huérfanos de proyectos igualitaristas. Los dos principales proyectos políticos igualitaristas del siglo XX (el socialismo real y el Estado social) han naufragado, la expansión ilimitada del mercado se ha convertido en fin de Estado y de derecho, independientemente de si gobierna la “socialdemocracia” o los conservadores. Ello nos conduce a un periodo de desigualdad óptima o perfecta.

En este contexto, la necesidad de pensar en nuevos proyectos políticos igualitaristas, en cómo debería ser un nuevo constitucionalismo capaz de ponerlos en práctica y en como empezamos a construirlos se plantea como algo extremadamente urgente. La intención del libro es plantear algunas propuestas en este sentido.

- ¿Cómo se puede hablar o intentar hablar de igualdad cuando cada día se van perdiendo más piezas del puzle del Estado Social?

-Igualdad y Estado social no tienen porque ir necesariamente unidos. Es cierto que el Estado social fue un estado "igualador" en la Europa de postguerra y que hoy se encuentra en plena crisis, pero ello no significa que  no se pueda hablar de igualdad. El Estado social fue una forma de generar igualdad pero no la única, previamente y al mismo tiempo que él han existido otros proyectos políticos de generación de igualdad, lo cual indica que pueden haber más. El Estado social no sólo no es la única sino tampoco la mejor forma de generar igualdad. La fuerte e indisoluble dependencia del crecimiento productivo, económico y de consumo, hizo que la creación de igualdad en la dimensión material durante las décadas de posguerra, en parte, sólo se pudiera realizar a partir de generar desigualdad en las otras dimensiones, como son la dimensión de la igualdad intercultural o entre pueblos (intercambio desigual Norte-Sur), de la igualdad con la naturaleza (explotación de la naturaleza), de la igualdad formal (división sexual del trabajo o desigual trato entre nacionales y extranjeros) o de la igualdad subjetiva (la conversión del consumo como motor del crecimiento es incompatible con la igualdad subjetiva: siempre quiero tener más que el otro). Por eso, defino el Estado social como un modelo de negación parcial de igualdad.

En consecuencia, claro que se puede hablar de igualdad independientemente del Estado social, se puede hablar de nuevos y mejores proyectos de igualdad adaptados a las necesidades de nuestra sociedad. Un modelo de igualdad donde el bienestar y la dignidad no esté asociado al trabajo-salario ni a la nacionalidad y que se implemente a partir del principio de corresponsabilidad entre ciudadanos y Estado, lo participativo debe ampliarse también a lo económico y social.

teaser.jpg- ¿Qué porcentaje “de culpa” tiene y retiene el individualismo en esto del deterioro de los derechos sociales y la igualdad?

-Yo creo que la relación es más bien inversa. El individualismo no causa deterioro de los derechos sociales y la igualdad, es el deterioro de estos últimos lo que genera individualismo. Son diversos los autores que han desarrollado la tesis de que la crisis del Estado social, generadora de situaciones de fuerte desempleo y de inseguridad social, no supone un reforzamiento de los mecanismos de solidaridad en una sociedad (“a más precariedad más solidaridad”), como muchas veces se piensa, sino todo lo contrario, lo que hace es minar tales mecanismos. A medida que se debilita el paradigma asegurador, se debilitan también, por una razón básicamente utilitarista, las relaciones de solidaridad, fundamento de la igualdad, entre unos y otros.

La función principal del Estado social tal como lo entendieron Rawls o Dworkin era ponernos a todos en una misma "posición de salida", las circunstancias de clase, de raza, de género, etc. dejarían de ser un elemento que ubican a unos en situación de mayor o menor riesgo que los demás, los riesgos se repartían por igual y eran aleatorios. En este contexto, donde todos los ciudadanos estaban bajo el "velo de la ignorancia", donde no sabían si tal vez serían ellos mismos los perjudicados y los que necesitarían ayuda (por accidente, enfermedad o vejez, por ejemplo), todos podían considerarse solidarios en tanto que percibían la comunidad como un grupo de riesgos relativamente homogéneo. A medida que fruto de la crisis del Estado social, los fenómenos de exclusión, desempleo, etc. crecen y la pobreza se convierte de nuevo en condición permanente para una parte de la población. Los ciudadanos pasan a tener, entonces, pleno conocimiento de las diferencias en las situaciones de partida y en sus opciones de futuro. El desmoronamiento del "velo de la ignorancia" desiguala a los ciudadanos en percepción de riegos, aumentando la dimensión de los riegos para una parte de la población y reduciéndose para la otra, lo que desincentiva la utilidad de la solidaridad para esta última y favorece el individualismo. En el libro se pone el ejemplo de Dinamarca como un país donde se ha producido de manera clara este fenómeno.

0.jpg- ¿Cuáles son las causas que nos han conducido hasta esta situación?

-Aunque normalmente la explicación oficial para el desmantelamiento del Estado social suele ubicarse en condicionantes económicos inevitables, así la gran explicación para el fin del Estado social y el inicio del neoliberalismo suele ubicarse en la crisis económica mundial de octubre de 1973, existen economistas que afirman que el desmantelamiento de la igualdad material no puede explicarse en términos meramente economicistas. No es creíble que los últimos treinta años de desmantelamiento de igualdad material sean la herencia de la elevación del precio del petróleo en 1973. Uno, porqué las dificultades de las empresas por incremento de los costes de producción, explicación oficial de la crisis, habían ocurrido ya antes y se habían aprendido a combatir. Y dos, porqué desde el 73 en adelante, los precios del petróleo bajaron, subieron, volvieron a bajar y, sin embargo, el desmantelamiento de igualdad material y el desempleo persistió permanente. La causa del desmantelamiento de la igualdad material iniciado en los setenta debe encontrarse, entonces, en otras explicaciones. Las crisis son también y en parte, relatos construidos desde el Poder que pretenden construir el escenario adecuado para justificar y legitimar una transformación del modelo de Estado cuando el viejo ya no les sirve. La violencia está oculta en el entramado del discurso de la crisis en tanto que amenaza con lo que puede pasarle al ciudadano (desempleo, pobreza, etc.) si no acepta las medidas de austeridad propuestas para superarla. En el momento en que  ya no existe la amenaza socialista y que el Capital se transforma de una forma industrial fordista a una financiarizada post-fordista no siéndole necesario hacerse cargo de la reproducción de una gran cantidad de mano de obra, éste rompe el pacto de posguerra y retorna a su forma más salvaje y feroz.

-¿Es esta democracia, la que nació de una muy cuestionada (hoy y ahora) transición… una especie de peonza que está dando vueltas y vueltas, pero que no sabe a dónde va…?

-Tras la muerte de Franco, el Régimen del 78 consiguió construir y legitimar elementos que hubieran sido inaceptables de haber existido una auténtica transición [ley de amnistía, continuidad en el Poder de la élite política franquista (UCD y AP) reconvertidos a “demócratas” de urgencia, mantenimiento de una monarquía heredera del franquismo, etc.), a cambio de dos grandes promesas a la ciudadanía: una primera fue la institucionalización de un sistema político que debía permitir el debate y la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas y segundo, que el Estado asumiría la garantía jurídica de los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Si bien, desde los inicios estas fueron promesas originalmente fallidas, la integración del Estado español en la UE y el proceso de desdemocratización (aprobación de normas de espaldas a la ciudadanía, etc.) y desmantelamiento de derechos que, en su interior, vienen sufriendo los Estados miembros desde los 90 pero especialmente con la reciente crisis, unido a la existencia de una clase política corrupta, han hecho que las dos viejas promesas se hayan desvanecido. Ya no le quedan al régimen del 78 ningún elemento sobre los que construir su legitimidad que no sean los recientes últimos intentos, aunque ya insuficientes, de usar elementos simbólico-identitarios (la roja, etc.).  El régimen ha entrado en una fase de descomposición acelerada. El que seamos capaces de aprovechar este momento para construir un Estado y una sociedad más democrática e igualitaria dependerá de cómo las organizaciones y movimientos sociales de la izquierda transformadora juguemos nuestras cartas. En momentos como éstos, la batalla no sólo es contra el viejo régimen en descomposición sino también contra el fascismo que se mueve como pez en el agua en escenarios como éstos.

-Albert en la Constitución se “señalan” muchos derechos que hoy están como diluidos o diluyéndose:…muy “tocados” como la enseñanza, el derecho a la sanidad, a la vivienda, a ser iguales….Eres profesor de Derecho Constitucional ¿Qué sientes cuando ves que muchos de estos derechos se descomponen?

-Ya hace tiempo que como profesor de Derecho Constitucional uno siente que la suya es una disciplina en descomposición pero, a la vez, es también consciente que ésta constituye un espacio teórico-práctico indispensable para levantar nuevos proyectos constituyentes emancipadores.

Fenómenos como la globalización o la integración europea han supuesto una trasformación en el sistema de fuentes del derecho que han puesto abiertamente en crisis los principios constitutivos del Derecho Constitucional. Asistimos a una crisis de la forma estatal del Derecho, a una crisis de la Constitución como fuente jurídica por excelencia, del monopolio del Estado en la producción jurídica, etc. El antiguo modelo de monismo jurídico, donde existía un monopolio del Estado sobre la producción de legislación aplicable en su territorio, ha sido sustituido por un modelo de pluralismo jurídico donde se da la coexistencia de las normas estatales con otras normas provenientes de la UE u otros organismos internacionales funcionales a los intereses del capital, y que al tener primacía sobre las primeras, acaban por imponerse y vaciar de contenido las constituciones y sus derechos sin necesidad de reformarlas. El constitucionalismo entendido como el establecimiento de límites y obligaciones a los poderes públicos y privados en defensa de los derechos de los ciudadanos se convierte en papel mojado.

Ahora bien, también es cierto que para enfrentar y superar esta situación, constituye un ejercicio inevitable Ia exploración de las potencialidades del Derecho Constitucional y de las constituciones. La activación de un proceso constituyente y el redescubrimiento de nuevas formas de constitucionalismo es una pieza fundamental para Ia construcción de nuevos proyectos democráticos de sociedad.

80899_1.jpg-¿Hay que ir a cambiar muchos cimientos, que vienen de la transición y que construyeron la Constitución y el Estado de Derecho para conseguir una mejor y más igualitaria sociedad y que esta sea de todos los ciudadanos y no de unos pocos?

La Constitución española de 1978 es un texto fallido de origen. Por un lado, no implica una ruptura con el franquismo ni en el ámbito institucional, ni de la clase política dirigente ni del modelo económico, además de bloquearse en ella el reconocimiento de cualquier mecanismo que pudiera implicarla. Por otro lado, el texto constitucionalizó el Estado social en un momento histórico en que en el resto de países de Europa este modelo de Estado había entrado en crisis y estaba siendo desplazado por el neoliberalismo. Esta superposición o contradicción histórico-temporal hizo que los redactores del texto se encontraran con el problema de tener que contentar las reivindicaciones de la oposición de izquierdas al franquismo, pero por el otro lado, tener que hacer frente al reto dejar atrás el viejo modelo de economía semiperiférico y aislada y crear un nuevo modelo integrado y articulado en el orden y la economía europea y mundial donde la nueva ideología hegemónica en auge ya no era el constitucionalismo social sino el neoliberalismo. Ello hizo que la Constitución española adoptara una posición intermedia reconociendo el estado social, pero en una forma muy limitada y con unos niveles de protección de los derechos sociales muy bajos. Por lo tanto, el origen del régimen constitucional español del 78 respecto al establecimiento de mecanismos generados de democracia, igualdad política y protección social es ya defectuoso de origen.

Si a ello le sumamos los procesos de despluralización política (Ley de Partidos, aniquilamiento progresivo de la capacidad de negociación colectiva de los sindicatos mediante reformas laborales, etc.) y desmantelamiento de derechos sociales sufridos desde la década de los 90 hasta nuestros días, nos encontramos que el Estado ha quedado reducido hoy a una simple maquinaria administrativa para el lucro personal de la corrupta clase política y para la implementación de las políticas neoliberales dictadas por instancias supranacionales.

En este contexto, la única manera para construir una sociedad más democrática e igualitaria pasa por un proceso constituyente donde poder redefinirlos todo de  nuevo. Parecería ilógico para generar igualdad, pretender reflotar una Constitución fallida desde su origen mismo para este fin.

-Pero, ¿desde dónde salir para construir una “nueva Constitución”?

-Aun y existir, dentro de la izquierda, un consenso en la necesidad de activar procesos constituyentes tanto en el Estado, como en las naciones sin Estado que así lo decidan democráticamente, existen divergencias importantes sobre cómo debería ser la naturaleza del proceso, cómo activarlo o llevar a cabo. Uno de los aspectos importantes de discusión es sobre cuál debe ser el escenario constituyente, y aquí es donde hay que tener claro que éstos deben ser múltiples y multinivel. Cualquier proyecto meramente electoralista que ubique el escenario constituyente en una institución Asamblea Constituyente que "transforme" y "emancipe" la sociedad desde arriba, con y desde el Derecho estatal positivo-formal está condenado al fracaso. Con ello no digo que el proyecto constituyente deba llevarse a cabo sin el Estado y la Ley, sólo hay una ilusión comparable, en riesgo, a la de pretender encontrar la libertad exclusivamente en el Estado y la Ley; la de pretender encontrarla exclusivamente fuera del Estado y la Ley. A lo que me refiero es que sólo puede haber transformación real si los escenarios constituyentes son múltiples, multinivel y plurales. De nada sirve redactar nuevas Constituciones si ello no va acompañado de un proceso previo y continuado de creación de nuevas “situaciones reales constitucionales”, esto es, de múltiples y amplios espacios, asambleas o cualquier tipo de instituciones participativas y autogestionadas que emitan, desde la esfera civil y de manera coordinada, normatividad y modos de relación social alternativos que le disputen la hegemonía normativo-cultural al viejo régimen.

 

 

Cazarabet conversa con Francisco Ochoa de Michelena, de Sequitur Ediciones:

a04n1cul-1.jpgFrancisco, ¿cómo es que te lanzas a fundar y trabajar en una editorial?.

Allá en 1996/97, como un proyecto de “autoempleo”.

Por cierto, ¿por qué Sequitur?, ¿qué significa  para ti Sequitur para haberle dado el nombre a la editorial?

Esta es la nota que aparece en la página 4 de todos los libros de Sequitur:

sequitur [sic:sékwitur]: Tercera persona del presente indicativo del verbo latino sequor: procede, prosigue, resulta, sigue. Inferencia que se deduce de las premisas: secuencia conforme, movimiento acorde, dinámica en cauce.

¿Con qué medios partes para hacerlo porque no debe ser nada fácil?

Una mínima inversión monetaria, la compra muy ventajosa de los derechos de un libro (Modernidad y Holocausto de Zygmunt Bauman, autor entonces prácticamente desconocido en el mundo de habla hispana) y la capacidad de traducirlo.

¿Cuál es el equipo humano de Sequitur?

Son no pocos colaboradores (traductores, diseñadores, gestor, webmasters, etc.) y unos socios ineludibles y eficaces: la distribuidora UDL y las librerías que dan acogida a nuestros títulos.

¿Desde qué filosofía surge? O sea: ¿cuál es vuestra idiosincrasia, vuestra razón de ser?

La idea era difundir en España ciertos usos de la llamada “teoría política”, que se distingue de la “ciencia política” (recuento, a menudo acrítico, de lo que hay) y de la “filosofía política” (enunciación, a menudo gratuita, de lo que debería haber): pensar lo que se puede hacer, en una combinación de crítica a lo que hay y de proyecto que encamine efectivamente a lo que podría haber. Crítica y proyecto, que deben ir juntos: la crítica no debe ser un fin en sí misma, sino premisa del proyecto, y éste debe evitar levitar por el limbo teniendo presente los condicionantes de la acción. Es pues una reflexión –política, es decir, cultural- sobre el poder, sobre el “poder para”. Desde una enunciación arendtiana: es un preocuparse por el inter-est, por lo que compartimos (acervos y proyectos) y que nos permite/permita vivir mejor.

planeta-indignado-portada.jpg¿Bajo qué ilusiones salisteis a la calle?

Pues con la de contribuir a difundir la práctica reflexiva de la crítica-proyección, de cribar acervos e impulsar proyectos que mejoren el “estar-juntos”, el ser ciudadanos.

¿Con qué perspectivas de futuro os encontráis hoy y ahora?

Pues con alguna necesidad de replantear no los principios pero sí las estrategias, ante unos procesos político-culturales quizá menos teoréticos que antes y una situación económica complicada.

Francisco, ¿se miró en alguna otra editorial, Sequitur , a la hora de recoger este testigo?

Sí, en editoriales italianas, francesas y británicas con ese perfil, tipo Laterza o Polity Press.

Cuéntanos, Francisco, ¿cómo ha sido (desde vuestra fundación) vuestro camino como editores y cómo está siendo, en estos tiempos en que esto del libro y el oficio de ser editor está siendo “harto difícil”?

Pues ha sido difícil y con fuertes altibajos; estamos ahora, de hecho, procurando superar un bache: tenemos nuevos proyectos para después del verano.

Desde el compromiso, ¿se puede hacer, Francisco, buena literatura?

Supongo que sí, pero lo nuestro no es la literatura (el autor y su estilo), es el ensayo (las ideas que se puedan compartir, importando poco su “autoría” –aunque no tanto su “autoridad”. Como dijo noséquién: “Las buenas ideas son de todos, sólo las malas tienen dueño”).

¿Qué tirada tenéis, más o menos, por cada título?

Entre 500 y 1.250 ejemplares

Ya sabemos cómo los peces grandes se van comiendo a los chicos y en esto del mercado editorial y de los medios de comunicación, con los grandes grupos y demás, es bestial…aquí la prensa y los medios deberían, deberíamos, jugar un papel más que importante. Dime, Francisco , ¿cómo os trata la prensa?

En verdad, hace tiempo que dejé de hacerme esa pregunta. Constatado tengo que la prensa ya no tiene capacidad de “prescripción”. Ni una doble página en color en un suplemento cultural de un periódico nacional reseñando un libro, tiene ya el menor impacto. Incluso, empiezo a sospechar que la mención en esos suplementos pueda ser contraproducente. No persigo a la prensa, dejo que ella se interese. Y tengo serias dudas sobre la capacidad de la prensa para preocuparse por el inter-est (lo que compartimos entre todos). Por no querer, la prensa ya no quiere ni escribir bien -descuida hasta un elemento radical del inter-est, el lenguaje- y denota siempre estar más concentrada en el interés (de parte). La prensa no tiene capacidad de “prescripción” porque perdió “autoridad”, tomó la senda de la irrelevancia. Otros son los cauces de la relevancia: nuestra época, confusa, está intentando definirlos. 

¿Cómo escogéis lo que vais editando? y ¿Cómo os planteáis el tratamiento del material?

Vamos buscando libros publicados en otros países, reproponiendo textos clásicos y seleccionando o incitando manuscritos de autores españoles, mexicanos, argentinos, etc.

Sequitur.jpg¿Cómo te vas acercando a las obras que vas publicando: más bien como editor o más bien como lector?

Como editor, que, entre otras cosas, significa ponerse en el lugar del lector.

¿Cómo los vas descubriendo, tanto a los escritos como a algunas plumas (sobre todo a las que no son para nada conocidas o de primera plana)? ¿Y después cómo haces la selección?

La selección la sugiere la propia pertinencia (dentro del catálogo y del momento cultural) y consistencia del discurso (que no sea de mera coyuntura). Llegan muchos manuscritos de gente que ni se molesta en ver qué ha ido publicando Sequitur: manuscritos que nada tienen que ver con la línea editorial, que son radicalmente irrelevantes y que ni el propio perpetrador parece haber leído. Editar es seleccionar, es dar un empujón, difusión a un texto que ya tenga su propio peso específico y capacidad de proyección en el tiempo.

¿Qué es lo que te motiva de ellos (me refiero tanto de los escritos como de los escritores, porque, a veces te puede motivar más un escritor (por lo que sea) que un escrito o al revés?  En todo caso: ¿qué prima la pluma o el escrito o de qué depende?

Prima la idea, el discurso, pero no cabe duda de que incide mucho la “autoridad” desde/con la que se emite, porque esa autoridad se verá reflejada tanto en la consistencia con que se formula la idea como en la atención con la que ésta será acogida por los lectores.

¿Qué te motivó, en el caso que nos ocupa hoy. La Igualdad ante el fin del Estado Social? ¿Cómo ha sido trabajar con Albert Noguera ?

Porque la Igualdad es un concepto/proyecto fundamental del “estar juntos en el mundo”, que está siendo asediado y precisa reformular sus estrategias para no perder primacía. Noguera es profesor universitario, es decir, ha construido su “autoridad” a través de años de estudio, reflexión y elaboración de discursos: esto facilita todas las cosas.

¿A quién van destinados los libros?

A quién los quiera leer y compartir. Inicialmente nuestro público-objetivo era el “universitario”, pero la universidad anda como anda (mal). Quien los quiera leer y compartir será alguien (no ya específicamente “universitario”) con sentido crítico, y proyectado en el inter-est.

 

 


9788415707165-250x343.jpg16634
La igualdad ante el fin del Estado Social. Propuestas constitucionales para construir una nueva igualdad. Albert Noguera Fernández
234 páginas       15 x 21 cms.
16,00 euros
Sequitur



En plena crisis económica y en una coyuntura histórica de naufragio de los dos principales proyectos políticos igualitaristas del siglo XX (el socialismo real y el Estado social), la revisión del concepto de igualdad en sus diferentes vertientes se plantea como punto de partida necesario para abordar la construcción de un nuevo proyecto emancipatorio de sociedad. La revisión de un concepto tan complejo y pluridimensional nos coloca ante una doble exigencia.

En primer lugar es imprescindible volver a plantearnos si en la coyuntura actual y de cara al futuro sirven las viejas formas de igualdad o es necesario la creación de nuevas y, en este caso, cómo deben ser esas formas de igualdad a las que aspiramos. Una vez dado este paso, es necesario pensar en cómo debería ser un nuevo constitucionalismo que nos permita poner en práctica esta renovada idea de la igualdad. Abordar este doble reto, tomando como referencia las Constituciones recientemente aprobadas en la zona andina de América Latina, es el objetivo de las páginas de este libro.

 

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