La
Librería de Cazarabet Indignado
Sequitur es una editorial de esas indispensables en el panorama de libros actuales; una
editorial pequeña y con compromiso desde
lo más elemental de la sociedad, la ciudadanía….bueno, de esta manera es
cómo las voces, en forma de palabras escritas, pueden llegar a los lectores y a
una sociedad que se encuentra un poco huérfana de muchos de los valores sociales y humanos: o bien porque nos los han
usurpado , robado, maltratado, violado… Sequitur y editoriales como ella son
más que necesarias ,hoy en día, y autores como Albert Noguera son de una
“rotundidad” que, también, se presumen como indispensables., escribe este
profesor, de la Rovira i Virgili, desde su
especialidad de Derecho Constitucional sobre las consecuencias, en lo
concerniente a valores sociales y a la igualdad, de la crisis económica y del
actual estado de cosas y de circunstancias en que nos encontramos sumergidos.
En plena
crisis económica y en una coyuntura histórica de naufragio de los dos
principales proyectos políticos igualitaristas del siglo XX (el socialismo real
y el Estado social), la revisión del concepto de igualdad en sus diferentes
vertientes se plantea como punto de partida necesario para abordar la
construcción de un nuevo proyecto emancipatorio de sociedad. La revisión de un
concepto tan complejo y pluridimensional nos coloca ante una doble exigencia.
En primer lugar es imprescindible volver a plantearnos si en la coyuntura
actual y de cara al futuro sirven las viejas formas de igualdad o es necesario
la creación de nuevas y, en este caso, cómo deben ser esas formas de igualdad a
las que aspiramos. Una vez dado este paso, es necesario pensar en cómo debería
ser un nuevo constitucionalismo que nos permita poner en práctica esta renovada
idea de la igualdad. Abordar este doble reto, tomando como referencia las
Constituciones recientemente aprobadas en la zona andina de América Latina, es
el objetivo de las páginas de este libro.
Cazarabet conversa con Albert Noguera Fernández
-Albert, ¿Existe, de veras, hoy y ahora la
igualdad o es una utopía dentro de otra especie de pantomima, la que vivimos en
estos días, que es la democracia?
-En todas las sociedades y en todos los tiempos coexisten espacios de
igualdad y desigualdad en lucha permanente. La igualdad óptima y plena no ha
existido ni existirá nunca. La igualdad
integral no opera como un lugar espacio-temporal concreto sino como un ideal
regulativo irrealizable por definición, pero lo suficientemente provocativo
para generar desafíos permanentes a la realidad. La igualdad integral no puede
adoptar la forma de Ser, sólo la de Deber ser.
Por tanto, la igualdad plena como tal no puede existir, lo único que
pueden existir son proyectos ideales igualitaristas. Cuando en un momento
histórico, las instituciones políticas y las fuerzas sociales existentes, se
ponen al servicio de alguno estos proyectos o ideales es cuando se generan
periodos donde la igualdad le gana mayor terreno a la desigualdad.
El gran problema de los últimos años es que estamos huérfanos de
proyectos igualitaristas. Los dos principales proyectos políticos
igualitaristas del siglo XX (el socialismo real y el Estado social) han
naufragado, la expansión ilimitada del mercado se ha convertido en fin de
Estado y de derecho, independientemente de si gobierna la “socialdemocracia” o
los conservadores. Ello nos conduce a un periodo de desigualdad óptima o
perfecta.
En este contexto, la necesidad de pensar en nuevos proyectos políticos
igualitaristas, en cómo debería ser un nuevo constitucionalismo capaz de
ponerlos en práctica y en como empezamos a construirlos se plantea como algo
extremadamente urgente. La intención del libro es plantear algunas propuestas
en este sentido.
- ¿Cómo se
puede hablar o intentar hablar de igualdad cuando cada día se van perdiendo más
piezas del puzle del Estado Social?
-Igualdad y Estado social no tienen porque ir necesariamente unidos. Es
cierto que el Estado social fue un estado "igualador" en la Europa de
postguerra y que hoy se encuentra en plena crisis, pero ello no significa
que no se pueda hablar de igualdad. El
Estado social fue una forma de generar igualdad pero no la única, previamente y
al mismo tiempo que él han existido otros proyectos políticos de generación de
igualdad, lo cual indica que pueden haber más. El Estado social no sólo no es
la única sino tampoco la mejor forma de generar igualdad. La fuerte e
indisoluble dependencia del crecimiento productivo, económico y de consumo,
hizo que la creación de igualdad en la dimensión material durante las décadas
de posguerra, en parte, sólo se pudiera realizar a partir de generar
desigualdad en las otras dimensiones, como son la dimensión de la igualdad
intercultural o entre pueblos (intercambio desigual Norte-Sur), de la igualdad
con la naturaleza (explotación de la naturaleza), de la igualdad formal
(división sexual del trabajo o desigual trato entre nacionales y extranjeros) o
de la igualdad subjetiva (la conversión del consumo como motor del crecimiento
es incompatible con la igualdad subjetiva: siempre quiero tener más que el
otro). Por eso, defino el Estado social como un modelo de negación parcial de
igualdad.
En consecuencia, claro que se puede hablar de igualdad
independientemente del Estado social, se puede hablar de nuevos y mejores
proyectos de igualdad adaptados a las necesidades de nuestra sociedad. Un
modelo de igualdad donde el bienestar y la dignidad no esté asociado al
trabajo-salario ni a la nacionalidad y que se implemente a partir del principio
de corresponsabilidad entre ciudadanos y Estado, lo participativo debe
ampliarse también a lo económico y social.
- ¿Qué
porcentaje “de culpa” tiene y retiene el individualismo en esto del deterioro
de los derechos sociales y la igualdad?
-Yo creo que la relación es más bien inversa. El individualismo no causa
deterioro de los derechos sociales y la igualdad, es el deterioro de estos
últimos lo que genera individualismo. Son diversos los autores que han
desarrollado la tesis de que la crisis del Estado social, generadora de situaciones
de fuerte desempleo y de inseguridad social, no supone un reforzamiento de los
mecanismos de solidaridad en una sociedad (“a más precariedad más
solidaridad”), como muchas veces se piensa, sino todo lo contrario, lo que hace
es minar tales mecanismos. A medida que se debilita el paradigma asegurador, se
debilitan también, por una razón básicamente utilitarista, las relaciones de
solidaridad, fundamento de la igualdad, entre unos y otros.
La función principal del Estado social tal como lo entendieron Rawls o Dworkin era ponernos a
todos en una misma "posición de salida", las circunstancias de clase,
de raza, de género, etc. dejarían de ser un elemento que ubican a unos en
situación de mayor o menor riesgo que los demás, los riesgos se repartían por igual
y eran aleatorios. En este contexto, donde todos los ciudadanos estaban bajo el
"velo de la ignorancia", donde no sabían si tal vez serían ellos
mismos los perjudicados y los que necesitarían ayuda (por accidente, enfermedad
o vejez, por ejemplo), todos podían considerarse solidarios en tanto que
percibían la comunidad como un grupo de riesgos relativamente homogéneo. A
medida que fruto de la crisis del Estado social, los fenómenos de exclusión,
desempleo, etc. crecen y la pobreza se convierte de nuevo en condición
permanente para una parte de la población. Los ciudadanos pasan a tener,
entonces, pleno conocimiento de las diferencias en las situaciones de partida y
en sus opciones de futuro. El desmoronamiento del "velo de la
ignorancia" desiguala a los ciudadanos en percepción de riegos, aumentando
la dimensión de los riegos para una parte de la población y reduciéndose para
la otra, lo que desincentiva la utilidad de la solidaridad para esta última y
favorece el individualismo. En el libro se pone el ejemplo de Dinamarca como un
país donde se ha producido de manera clara este fenómeno.
- ¿Cuáles son las causas que nos han conducido
hasta esta situación?
-Aunque normalmente la explicación oficial para el desmantelamiento del
Estado social suele ubicarse en condicionantes económicos inevitables, así la
gran explicación para el fin del Estado social y el inicio del neoliberalismo
suele ubicarse en la crisis económica mundial de octubre de 1973, existen
economistas que afirman que el desmantelamiento de la igualdad material no
puede explicarse en términos meramente economicistas. No es creíble que los
últimos treinta años de desmantelamiento de igualdad material sean la herencia
de la elevación del precio del petróleo en 1973. Uno, porqué las dificultades de
las empresas por incremento de los costes de producción, explicación oficial de
la crisis, habían ocurrido ya antes y se habían aprendido a combatir. Y dos,
porqué desde el 73 en adelante, los precios del petróleo bajaron, subieron,
volvieron a bajar y, sin embargo, el desmantelamiento de igualdad material y el
desempleo persistió permanente. La causa del desmantelamiento de la igualdad
material iniciado en los setenta debe encontrarse, entonces, en otras
explicaciones. Las crisis son también y en parte, relatos construidos desde el
Poder que pretenden construir el escenario adecuado para justificar y legitimar
una transformación del modelo de Estado cuando el viejo ya no les sirve. La
violencia está oculta en el entramado del discurso de la crisis en tanto que
amenaza con lo que puede pasarle al ciudadano (desempleo, pobreza, etc.) si no
acepta las medidas de austeridad propuestas para superarla. En el momento en
que ya no
existe la amenaza socialista y que el Capital se transforma de una forma
industrial fordista a una financiarizada
post-fordista no siéndole necesario hacerse cargo de
la reproducción de una gran cantidad de mano de obra, éste rompe el pacto de
posguerra y retorna a su forma más salvaje y feroz.
-¿Es esta
democracia, la que nació de una muy cuestionada (hoy y ahora) transición… una
especie de peonza que está dando vueltas y vueltas, pero que no sabe a dónde
va…?
-Tras la muerte de Franco, el Régimen del 78
consiguió construir y legitimar elementos que hubieran sido inaceptables de
haber existido una auténtica transición [ley de amnistía, continuidad en el
Poder de la élite política franquista (UCD y AP) reconvertidos a “demócratas”
de urgencia, mantenimiento de una monarquía heredera del franquismo, etc.), a
cambio de dos grandes promesas a la ciudadanía: una primera fue la
institucionalización de un sistema político que debía permitir el debate y la
participación de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas y segundo,
que el Estado asumiría la garantía jurídica de los derechos fundamentales de
los ciudadanos.
Si bien, desde los inicios estas fueron promesas
originalmente fallidas, la integración del Estado español en la UE y el proceso
de desdemocratización (aprobación de normas de
espaldas a la ciudadanía, etc.) y desmantelamiento de derechos que, en su
interior, vienen sufriendo los Estados miembros desde los 90 pero especialmente
con la reciente crisis, unido a la existencia de una clase política corrupta,
han hecho que las dos viejas promesas se hayan desvanecido. Ya no le quedan al
régimen del 78 ningún elemento sobre los que construir su legitimidad que no
sean los recientes últimos intentos, aunque ya insuficientes, de usar elementos
simbólico-identitarios (la roja, etc.).
El régimen ha entrado en una fase de descomposición acelerada. El que
seamos capaces de aprovechar este momento para construir un Estado y una
sociedad más democrática e igualitaria dependerá de cómo las organizaciones y
movimientos sociales de la izquierda transformadora juguemos nuestras cartas.
En momentos como éstos, la batalla no sólo es contra el viejo régimen en
descomposición sino también contra el fascismo que se mueve como pez en el agua
en escenarios como éstos.
-Albert en
la Constitución se “señalan” muchos derechos que hoy están como diluidos o diluyéndose:…muy
“tocados” como la enseñanza, el derecho a la sanidad, a la vivienda, a ser
iguales….Eres profesor de Derecho Constitucional ¿Qué sientes cuando ves que
muchos de estos derechos se descomponen?
-Ya hace tiempo que como profesor de Derecho Constitucional uno siente
que la suya es una disciplina en descomposición pero, a la vez, es también
consciente que ésta constituye un espacio teórico-práctico indispensable para
levantar nuevos proyectos constituyentes emancipadores.
Fenómenos como la globalización o la integración europea han supuesto
una trasformación en el sistema de fuentes del derecho que han puesto
abiertamente en crisis los principios constitutivos del Derecho Constitucional.
Asistimos a una crisis de la forma estatal del Derecho, a una crisis de la
Constitución como fuente jurídica por excelencia, del monopolio del Estado en
la producción jurídica, etc. El antiguo modelo de monismo jurídico, donde
existía un monopolio del Estado sobre la producción de legislación aplicable en
su territorio, ha sido sustituido por un modelo de pluralismo jurídico donde se
da la coexistencia de las normas estatales con otras normas provenientes de la
UE u otros organismos internacionales funcionales a los intereses del capital,
y que al tener primacía sobre las primeras, acaban por imponerse y vaciar de
contenido las constituciones y sus derechos sin necesidad de reformarlas. El
constitucionalismo entendido como el establecimiento de límites y obligaciones
a los poderes públicos y privados en defensa de los derechos de los ciudadanos
se convierte en papel mojado.
Ahora bien, también es cierto que para enfrentar y superar esta
situación, constituye un ejercicio inevitable Ia
exploración de las potencialidades del Derecho Constitucional y de las
constituciones. La activación de un proceso constituyente y el redescubrimiento
de nuevas formas de constitucionalismo es una pieza fundamental para Ia construcción de nuevos proyectos democráticos de
sociedad.
-¿Hay que
ir a cambiar muchos cimientos, que vienen de la transición y que construyeron
la Constitución y el Estado de Derecho para conseguir una mejor y más
igualitaria sociedad y que esta sea de todos los ciudadanos y no de unos pocos?
La Constitución española de 1978 es un texto fallido
de origen. Por un lado, no implica una ruptura con el franquismo ni en el
ámbito institucional, ni de la clase política dirigente ni del modelo
económico, además de bloquearse en ella el reconocimiento de cualquier
mecanismo que pudiera implicarla. Por otro lado, el texto constitucionalizó el
Estado social en un momento histórico en que en el resto de países de Europa
este modelo de Estado había entrado en crisis y estaba siendo desplazado por el
neoliberalismo. Esta superposición o contradicción histórico-temporal hizo que
los redactores del texto se encontraran con el problema de tener que contentar
las reivindicaciones de la oposición de izquierdas al franquismo, pero por el
otro lado, tener que hacer frente al reto dejar atrás el viejo modelo de economía
semiperiférico y aislada y crear un nuevo modelo
integrado y articulado en el orden y la economía europea y mundial donde la
nueva ideología hegemónica en auge ya no era el constitucionalismo social sino
el neoliberalismo. Ello hizo que la Constitución española adoptara una posición
intermedia reconociendo el estado social, pero en una forma muy limitada y con
unos niveles de protección de los derechos sociales muy bajos. Por lo tanto, el
origen del régimen constitucional español del 78 respecto al establecimiento de
mecanismos generados de democracia, igualdad política y protección social es ya
defectuoso de origen.
Si a ello le sumamos los procesos de despluralización política (Ley de Partidos, aniquilamiento progresivo
de la capacidad de negociación colectiva de los sindicatos mediante reformas
laborales, etc.) y desmantelamiento de derechos sociales sufridos desde la
década de los 90 hasta nuestros días, nos encontramos que el Estado ha quedado
reducido hoy a una simple maquinaria administrativa para el lucro personal de
la corrupta clase política y para la implementación de las políticas
neoliberales dictadas por instancias supranacionales.
En este contexto, la única manera para construir una sociedad más democrática
e igualitaria pasa por un proceso constituyente donde poder redefinirlos todo
de nuevo. Parecería ilógico para generar
igualdad, pretender reflotar una Constitución fallida desde su origen mismo
para este fin.
-Pero,
¿desde dónde salir para construir una “nueva Constitución”?
-Aun y existir, dentro de la izquierda, un consenso
en la necesidad de activar procesos constituyentes tanto en el Estado, como en
las naciones sin Estado que así lo decidan democráticamente, existen
divergencias importantes sobre cómo debería ser la
naturaleza del proceso, cómo activarlo o llevar a cabo. Uno de los aspectos
importantes de discusión es sobre cuál debe ser el escenario constituyente, y
aquí es donde hay que tener claro que éstos deben ser múltiples y multinivel.
Cualquier proyecto meramente electoralista que ubique el escenario
constituyente en una institución Asamblea Constituyente que
"transforme" y "emancipe" la sociedad desde arriba, con y
desde el Derecho estatal positivo-formal está condenado al fracaso. Con ello no
digo que el proyecto constituyente deba llevarse a cabo sin el Estado y la Ley,
sólo hay una ilusión comparable, en riesgo, a la de pretender encontrar la
libertad exclusivamente en el Estado y la Ley; la de pretender encontrarla
exclusivamente fuera del Estado y la Ley. A lo que me refiero es que sólo puede
haber transformación real si los escenarios constituyentes son múltiples,
multinivel y plurales. De nada sirve redactar nuevas Constituciones si ello no
va acompañado de un proceso previo y continuado de creación de nuevas
“situaciones reales constitucionales”, esto es, de múltiples y amplios
espacios, asambleas o cualquier tipo de instituciones participativas y autogestionadas que emitan, desde la esfera civil y de
manera coordinada, normatividad y modos de relación social alternativos que le
disputen la hegemonía normativo-cultural al viejo régimen.
Cazarabet conversa con Francisco Ochoa de Michelena, de Sequitur Ediciones:
Francisco, ¿cómo es que te lanzas a
fundar y trabajar en una editorial?.
Allá en 1996/97, como un proyecto de “autoempleo”.
Por cierto, ¿por qué Sequitur?, ¿qué
significa para ti Sequitur para haberle dado el nombre a
la editorial?
Esta es la nota que aparece en la página 4 de todos los libros de Sequitur:
sequitur [sic:sékwitur]: Tercera persona
del presente indicativo del verbo latino sequor: procede, prosigue,
resulta, sigue. Inferencia que se deduce de las premisas: secuencia conforme,
movimiento acorde, dinámica en cauce.
¿Con qué medios partes para hacerlo
porque no debe ser nada fácil?
Una mínima inversión monetaria, la compra muy ventajosa de los derechos de
un libro (Modernidad y Holocausto de Zygmunt Bauman, autor entonces
prácticamente desconocido en el mundo de habla hispana) y la capacidad de
traducirlo.
¿Cuál es el equipo humano de
Sequitur?
Son no pocos colaboradores (traductores, diseñadores, gestor, webmasters, etc.) y unos socios ineludibles y eficaces: la
distribuidora UDL y las librerías que dan acogida a nuestros títulos.
¿Desde qué filosofía surge? O sea:
¿cuál es vuestra idiosincrasia, vuestra razón de ser?
La idea era difundir en España ciertos usos de la llamada “teoría
política”, que se distingue de la “ciencia política” (recuento, a menudo
acrítico, de lo que hay) y de la “filosofía política” (enunciación, a menudo
gratuita, de lo que debería haber): pensar
lo que se puede hacer, en una combinación de crítica a lo que hay y de
proyecto que encamine efectivamente a lo que podría haber. Crítica y proyecto,
que deben ir juntos: la crítica no debe ser un fin en sí misma, sino premisa
del proyecto, y éste debe evitar levitar por el limbo teniendo presente los
condicionantes de la acción. Es pues una reflexión –política, es decir,
cultural- sobre el poder, sobre el “poder para”. Desde una enunciación arendtiana: es un preocuparse por el inter-est, por lo que compartimos
(acervos y proyectos) y que nos permite/permita vivir mejor.
¿Bajo qué ilusiones salisteis a la calle?
Pues con la de contribuir a difundir la práctica reflexiva de la
crítica-proyección, de cribar acervos e impulsar proyectos que mejoren el
“estar-juntos”, el ser ciudadanos.
¿Con qué perspectivas de futuro os
encontráis hoy y ahora?
Pues con alguna necesidad de replantear no los principios pero sí las
estrategias, ante unos procesos político-culturales quizá menos teoréticos que
antes y una situación económica complicada.
Francisco, ¿se miró en alguna otra
editorial, Sequitur , a la hora de recoger este testigo?
Sí, en editoriales italianas, francesas y británicas con ese perfil, tipo Laterza o Polity Press.
Cuéntanos, Francisco, ¿cómo ha sido
(desde vuestra fundación) vuestro camino como editores y cómo está siendo, en
estos tiempos en que esto del libro y el oficio de ser editor está siendo
“harto difícil”?
Pues ha sido difícil y con fuertes altibajos; estamos ahora, de hecho,
procurando superar un bache: tenemos nuevos proyectos para después del verano.
Desde el compromiso, ¿se puede
hacer, Francisco, buena literatura?
Supongo que sí, pero lo nuestro no es la literatura (el autor y su estilo),
es el ensayo (las ideas que se puedan compartir, importando poco su “autoría”
–aunque no tanto su “autoridad”. Como dijo noséquién: “Las
buenas ideas son de todos, sólo las malas tienen dueño”).
¿Qué tirada tenéis, más o menos, por
cada título?
Entre 500 y 1.250 ejemplares
Ya sabemos cómo los peces grandes se
van comiendo a los chicos y en esto del mercado editorial y de los medios de
comunicación, con los grandes grupos y demás, es bestial…aquí la prensa y los
medios deberían, deberíamos, jugar un papel más que importante. Dime, Francisco
, ¿cómo os trata la prensa?
En verdad, hace tiempo que dejé de hacerme esa pregunta. Constatado tengo
que la prensa ya no tiene capacidad de “prescripción”. Ni una doble página en
color en un suplemento cultural de un periódico nacional reseñando un libro,
tiene ya el menor impacto. Incluso, empiezo a sospechar que la mención en esos
suplementos pueda ser contraproducente. No persigo a la prensa, dejo que ella
se interese. Y tengo serias dudas
sobre la capacidad de la prensa para preocuparse por el inter-est (lo que compartimos entre
todos). Por no querer, la prensa ya no quiere ni escribir bien -descuida hasta
un elemento radical del inter-est, el lenguaje- y denota siempre estar más
concentrada en el interés (de parte).
La prensa no tiene capacidad de “prescripción” porque perdió “autoridad”, tomó
la senda de la irrelevancia. Otros son los cauces de la relevancia: nuestra
época, confusa, está intentando definirlos.
¿Cómo escogéis lo que vais editando?
y ¿Cómo os planteáis el tratamiento del material?
Vamos buscando libros publicados en otros países, reproponiendo
textos clásicos y seleccionando o incitando manuscritos de autores españoles,
mexicanos, argentinos, etc.
¿Cómo te vas acercando a las obras
que vas publicando: más bien como editor o más bien como lector?
Como editor, que, entre otras cosas, significa ponerse en el lugar del
lector.
¿Cómo los vas descubriendo, tanto a
los escritos como a algunas plumas (sobre todo a las que no son para nada
conocidas o de primera plana)? ¿Y después cómo haces la selección?
La selección la sugiere la propia pertinencia (dentro del catálogo y del
momento cultural) y consistencia del discurso (que no sea de mera coyuntura).
Llegan muchos manuscritos de gente que ni se molesta en ver qué ha ido
publicando Sequitur: manuscritos que nada tienen que ver con la línea
editorial, que son radicalmente irrelevantes y que ni el propio perpetrador
parece haber leído. Editar es seleccionar, es dar un empujón, difusión a un
texto que ya tenga su propio peso específico y capacidad de proyección en el
tiempo.
¿Qué es lo que te motiva de ellos
(me refiero tanto de los escritos como de los escritores, porque, a veces te
puede motivar más un escritor (por lo que sea) que un escrito o al
revés? En todo caso: ¿qué prima la pluma o el escrito o de qué
depende?
Prima la idea, el discurso, pero no cabe duda de que incide mucho la
“autoridad” desde/con la que se emite, porque esa autoridad se verá reflejada
tanto en la consistencia con que se formula la idea como en la atención con la
que ésta será acogida por los lectores.
¿Qué te motivó, en el caso que nos
ocupa hoy. La Igualdad ante el fin del Estado Social? ¿Cómo ha sido trabajar
con Albert Noguera ?
Porque la Igualdad es un concepto/proyecto fundamental del “estar juntos en
el mundo”, que está siendo asediado y precisa reformular sus estrategias para
no perder primacía. Noguera es profesor universitario, es decir, ha construido
su “autoridad” a través de años de estudio, reflexión y elaboración de
discursos: esto facilita todas las cosas.
¿A quién van destinados los libros?
A quién los quiera leer y compartir. Inicialmente nuestro público-objetivo
era el “universitario”, pero la universidad anda como anda (mal). Quien los
quiera leer y compartir será alguien (no ya específicamente “universitario”)
con sentido crítico, y proyectado en el inter-est.
16634
La igualdad ante el
fin del Estado Social. Propuestas constitucionales para construir una nueva
igualdad. Albert
Noguera Fernández
234 páginas 15 x 21 cms.
16,00 euros
Sequitur
En plena crisis económica y en
una coyuntura histórica de naufragio de los dos principales proyectos políticos
igualitaristas del siglo XX (el socialismo real y el Estado social), la
revisión del concepto de igualdad en sus diferentes vertientes se plantea como
punto de partida necesario para abordar la construcción de un nuevo proyecto
emancipatorio de sociedad. La revisión de un concepto tan complejo y
pluridimensional nos coloca ante una doble exigencia.
En primer lugar es imprescindible volver a plantearnos si en la coyuntura
actual y de cara al futuro sirven las viejas formas de igualdad o es necesario
la creación de nuevas y, en este caso, cómo deben ser esas formas de igualdad a
las que aspiramos. Una vez dado este paso, es necesario pensar en cómo debería
ser un nuevo constitucionalismo que nos permita poner en práctica esta renovada
idea de la igualdad. Abordar este doble reto, tomando como referencia las
Constituciones recientemente aprobadas en la zona andina de América Latina, es
el objetivo de las páginas de este libro.
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