La Librería de El Sueño Igualitario

9788416995158.jpgCazarabet conversa con...   Alfons Cervera, autor de “Yo no voy a olvidar porque otros quieran” (Montesinos)

 

 

 

 

 

 

Montesinos de El Viejo Topo vuelve con otra novela de Alfons Cervera, tributo a la memoria histórica.

Montesinos desde su colección de Ensayo ya ha editado al menos otros siete títulos vinculados a la historia y a la memoria: Exiliadas. Escritoras, Guerra Civil y memoria de Josebe Martínez; La llamada de España. Escritores extranjeros en la Guerra  Civil de Niall Binns; La recuperación de la memoria de Eduardo Subirats; Memoria y Resistencia. El Maquis literario de Alfons Cervera de George Tyras; Escribir el horror. Literatura y compo de concentración de Javier Sánchez Zapatero; Heidegger, nazismo y política del ser de Nicolás González Varela y La solución de la frontera de Félix Ovejero.

La sinopsis del libro:

Hoy ya no creemos en nada, nos están cocinando a todos en la olla podrida del olvido, porque el olvido es una estrategia del vivir -si bien algunos, por si acaso, aún mantenemos el dedo en el gatillo de la memoria.... Lo escribe Juan Marsé -uno de los autores más admirados por Alfons Cervera- en su novela 'Un día volveré'. Y será ése, precisamente, el hilo con el cual se van cosiendo los capítulos de este libro que habla de memorias y de olvidos. Este país es un país al que le han extirpado la capacidad de recordar. El historiador Francisco Espinosa Maestre lo dice claramente en el prólogo: "Se engañó a la sociedad española haciéndole creer que olvido equivalía a reconciliación, y memoria a venganza". La Transición no fue tan dulce, ni tan tranquila, ni tan admirable como se empeña en contar la versión oficial de una memoria que continúa partida en dos mitades. El franquismo sigue presente en nuestro país, digan lo que digan las voces más complacen con un consenso que cierra más que abre cualquier posibilidad de debate entre las diferentes versiones del pasado. Las páginas de Yo no voy a olvidar porque otros quieran proponen -con una escritura narrativa muy parecida a la de las novelas de su autor- un acercamiento crítico a una memoria que ha arrinconado en el lado oscuro de la historia la dignidad de la II República y de quienes la defendieron y la siguen defendiendo a contracorriente y a contra todo. Como escribe Georges Tyras, historiador francés de literatura española contemporánea: "Alfons Cervera emprende con la escritura una labor de reivindicación ética y empática del mundo de los perdedores".

El autor, Alfons Cervera:

Alfons Cervera (Gestalgar. La Serranía. Valencia) ha publicado las novelas De vampiros y otros asuntos amorosos; Fragmentos de abril; Nunca conocí un corazón tan solitario; La ciudad oscura; El domador de leones; Nos veremos en París, seguramente; Els paradisos artificials; La risa del idiota; L’home mort (traducida por el propio autor al castellano); La lentitud del espía; Esas vidas (finalista del Premio Nacional de Narrativa 2009); Tantas lágrimas han corrido desde entonces, Todo lejos y Otro mundo. Sus cinco novelas del ciclo de la memoria (El color del crepúsculo; Maquis; La noche inmóvil; La sombra del cielo y Aquel invierno) han sido publicadas en el volumen Las voces fugitivas. Sus libros de poemas están reunidos en Los cuerpos del delito. Y sus artículos periodísticos en La mirada de Karenin; Diario de la Frontera y Gürtel & Company. Sus novelas gozan de una gran repercusión pública y académica en Francia, Alemania y otros países europeos, así como en EEUU. 

 

 

Cazarabet conversa con Alfons Cervera:

IMG_2296.JPG-Alfons ¿es tan necesario como forzoso, como decía Estellés, realizar ciertas cosas en la vida, dar la cara y ser, manteniendo la compostura y las consecuencias de nuestra manera de ser, pensar y hacer? En este caso hablar, escribir o trabajar contra el olvido para honrar la memoria y tú como otros escritores has cogido esa especie de testigo: unas veces desde la narrativa y la literatura y después ahondando más desde la reflexión con libros como este, YO NO VOY A OLVIDAR PORQUE OTROS QUIERAN. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

Sobre la necesidad: que cada cual decida lo que quiere o no quiere hacer. Para mí, lo es. Sin ninguna duda: lo es. No sé escribir sobre nada: aquello de Faulkner: entre la pena y la nada, me quedo con la pena. La nada es una aberración, por lo tanto escribir sobre la nada es una aberración que detesto. Desconozco cómo se puede escribir sin tener en cuenta lo que pasa, lo que ha pasado antes y ha influido en lo que somos y seguramente en lo que seremos. Pero, como os digo: ésa es mi necesidad, mi escritura frente a aquello que considero un conflicto, la manera que tengo -al cabo- de intervenir en lo que pasa. Lo hice y lo sigo haciendo desde la escritura de ficción, desde esas novelas (muchas ya) en que el pasado ocupa un lugar fundamental en el presente. Y ahora me sitúo, no en el punto de vista del ensayista (que no lo soy), sino en el de un novelista al que a ratos invitan a dar conferencias sobre eso que se llama Memoria Histórica y a mí me gusta llamar Memoria Democrática. Precisamente el libro que citáis es la recopilación de esas conferencias, de algunos prólogos que hice para libros amigos, de unos cuantos textos de homenaje a algunos amigos que desgraciadamente -como en el caso de Rafael Chirbes- ya no están con nosotros.

 

-Tú reivindicas una memoria histórica -dices que mejor llamarla democrática- digna y lo haces empatizando y mirando constantemente a los perdedores de una guerra que se zanjó poniéndoles la guillotina en la memoria, mediante la dictadura, la represión y el esparcimiento del miedo. Lo debiste sentir, ver y vivir así porque lo reflejas muy bien desde tus reflexiones escritas y desde tu narrativa más literaria. Eres hijo de la postguerra…

Empiezo por el final: no, yo no soy hijo de la postguerra. Si soy hijo de algún tiempo histórico es de la Transición. Por eso nadie me puede venir con el cuento chino de una transición modélica. ¿Cómo puede ser modélica una transición con seiscientos muertos, un golpe de Estado que digan lo que digan no fracasó y sólo sirvió para encumbrar a la Monarquía en lo más alto de los servicios a la Patria?: será a su Patria, a la de la Monarquía, a la de quienes sólo estaban interesados en arrumbar los valores de la II República para instaurar otros que de nuevos tenían bien poco y no eran otros que los heredados del franquismo. Lo he dicho muchas veces: yo escribo desde el presente y en ese sentido cada cual hace el uso del pasado que le interesa. Y lo que me interesa, como escritor y como ciudadano, es sacar a la luz la dignidad de la derrota republicana, el franquismo que sigue vivo en las instituciones de ahora mismo y en buena parte de la ciudadanía, la necesidad de que la historia no se construya -aunque hablemos de la ficción cuando escribimos novelas- desde la mentira. Porque una cosa es inventar como hacemos los novelistas y otras que algunos novelistas construyan sus ficciones desde la impostura y la mentira. Estoy hasta el gorro (y disculpad el eufemismo tonto) de esa vergonzosa manera que los grandes grupos mediáticos y editoriales (con sus escritores a sueldo) tienen de tergiversar -con una insuficiencia no sólo ética sino intelectual que aterra- el pasado. Todo su discurso se resume en una perversión: culpar a la II República de todos los males que vinieron luego: la guerra, la dictadura franquista, el dolor humano que se incrustó como una picadura de alacrán en la piel de nuestro país tan desgraciado. Y desde ahí escribo y hablo: la razón estaba de parte de la República -con todos sus aciertos, con todos sus errores-, lo demás son esos cuentos chinos que pretenden seguir instituyéndose como el único relato del conflicto, o sea: el relato de quienes ganaron la guerra y lamentablemente -en demasiados aspectos- la siguen ganando contra la democracia.

 

maxresdefault.jpg-Seguramente, y relacionado con lo que dices, está el escarmiento diario en todas las esferas de la sociedad; me refiero a que desde la escuela a los púlpitos de la Iglesia pasando hasta por la calle; se puede decir que toda la sociedad (unos como parte de la dictadura por comulgar con ella y otros como víctimas de la misma y solapados por el miedo) era parte de una convivencia inducida a la ignorancia, a la manipulación y todo aderezado por el miedo. ¿Qué nos puedes reflexionar?

Es que todo eso que dices forma parte de esa maquinaria de devastación que fue el franquismo. El éxito de Franco no fue sólo el exterminio físico de quienes se oponían a su cruelísima violencia sino cómo consiguió, en los largos años de su dictadura insoportable, vaciar la cabeza de la gente y llenarla de sus valores repugnantes. Ahí jugó un papel fundamental el sistema educativo, la represión que acallaba conciencias, la colaboración de esa iglesia que -paradójicamente- sigue teniendo ahora mismo tanto o más protagonismo y poder que entonces. Ha sido toda una violenta estrategia que a lo largo de cuarenta años -con la complacencia de la transición que vino luego- ha convertido en ideología el silencio y la desmemoria.

 

-O sea, que la ignorancia, una educación manipulada, es la mejor arma que puede tener un Estado y más si éste es una dictadura…

No sé si la mejor, pero indudablemente -como te digo- una de las mejores. Por eso no me canso de decir que el papel que han de jugar hoy los planes de enseñanza en sus diferentes niveles son fundamentales para que la democracia genere sus propios valores frente a esa vergonzosa pervivencia social de los valores franquistas.

 

-La educación -esa que dices urdida en la dictadura- puede enseñar, sobre todo, a tener miedo a la represión por pensar, simplemente, de manera diferente; y en un país muy analfabeto o que venía de ser muy analfabeto -nos situamos en la posguerra- se adivina muchas veces que solo el hecho de pensar por sí mismo es casi un peligro para el sistema. ¿Qué nos puedes decir?

Ése es uno de los primeros objetivos de las tiranías: hacer pedazos la curiosidad, la necesidad de saber, convertirnos en siervos y no en una ciudadanía crítica. Y lo que dices: llegas a pensar que pensar te puede acarrear problemas. Así que lo mejor es convertirte en un miembro más de la manada que asume sin rechistar los dictados el amo. Pero lo extraño -o no tan extraño, yo qué sé a estas alturas del desconcierto- es que eso del miedo a pensar sea una realidad ahora mismo, cuando ya hace más de cuarenta años que se murió el dictador y llevamos más tiempo de democracia -o como se llame esto tan raro que tenemos- que de dictadura.

 

-Yo creo, amigo Alfons, que todavía hoy vivimos bajo las consecuencias de todo esto porque no supimos o no quisieron -porque no convino- dar un verdadero paso adelante cuando se pasó de la dictadura a la democracia ¿Más o menos sostienes lo mismo?

Bueno, eso mismo es lo que te decía antes sobre la transición. Durante la dictadura no se podía hablar del pasado republicano destrozado por la tiranía franquista. Y durante la transición no era “conveniente” hablar de ese pasado. O sea, que de puta madre, ¿no te parece?

 

AVT_Alfons-Cervera_7040.jpeg-En realidad, el dictador y los poderes que creó y recreó, retroalimentándolo 40 años en el poder, lo dejaron todo mejor atado de lo que se decía.

No hay más que ver lo que está pasando ahora mismo para asentir a lo que dices. La corrupción moral, ética, política… eso sólo es posible si la estructura de Estado en que se sostienen esas canalladas está llena de franquismo. Muchas veces lo he dicho y escrito: España es un país franquista sin franquistas. Claro, aquí no hay un Frente Nacional como en Francia. No nos hace ninguna falta: para eso ya tenemos al PP y esa rama juvenil de apoyo logístico que es Ciudadanos.

 

-En ese "todo" que te decía queda englobada la educación encorsetada; la transmisión de una memoria sesgada, manipulada para imponer el silencio o la callada como respuesta; el tratamiento de la historia como un arma más  y que nadie o casi nadie -que queda mejor para esta sociedad hipócrita que viaja hacia la indignidad- se atreva a pensar por sí mismo porque este es un privilegio casi reservado a privilegiados o a, me atrevería a decir, a personas que escapan de la sociedad interpretativa teñida de hipocresía.

Lo que se ha impuesto en el momento actual de la historia es el cinismo, el encumbramiento de la mentira como antes te comentaba. Y ahí juegan un papel fundamental los nuevos lenguajes. Hay que seguir enredando la madeja del pensamiento. Y la mejor manera es coser el lenguaje con los hilos de la confusión. Ahora -si te das cuenta- ya no se habla del tiempo de las mentiras -que es el que vivimos en realidad- sino del tiempo de la posverdad. La mierda endulzada por los nuevos lenguajes. Pero es la misma mierda de siempre.

 

-Pero al final los poderosos son los de siempre porque en este país siguen teniendo poder, querido amigo, las mismas familias que ganaron la guerra y que sometieron a buena parte del resto de conciudadanos, ¿no?

Exactamente. Hace años un gran amigo mío y magnífico escritor, Mariano Sánchez Soler, publicó “Ricos por la Patria”, un libro en que demostraba con pelos y señales cómo las grandes fortunas -poderes- de la dictadura se habían enriquecido y tenían más poder que en democracia. Pero bueno, esta es la democracia que tenemos, flojita flojita, ¿no te parece? Por eso hemos de seguir en el intento incansable de ensancharla, de aumentar sus dimensiones éticas, de acercarla cada vez más a aquellos valores republicanos que un golpe de Estado fascista y su victoria tres años después nos robaron con una impunidad que todavía hoy ostentan los herederos de aquellos golpistas sin problemas de ninguna clase.

 

 

 

 

 

 

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Yo no voy a olvidar porque otros quieran. Alfons Cervera   
270 páginas
16.00 euros
Montesinos



“Hoy ya no creemos en nada, nos están cocinando a todos en la olla podrida del olvido, porque el olvido es una estrategia del vivir –si bien algunos, por si acaso, aún mantenemos el dedo en el gatillo de la memoria...”. Lo escribe Juan Marsé –uno de los autores más admirados por Alfons Cervera– en su novela Un día volveré. Y será ése, precisamente, el hilo con el cual se van cosiendo los capítulos de este libro que habla de memorias y de olvidos. Este país es un país al que le han extirpado la capacidad de recordar. El historiador Francisco Espinosa Maestre lo dice claramente en el prólogo: “se engañó a la sociedad española haciéndole creer que olvido equivalía a reconciliación, y memoria a venganza”. La Transición no fue tan dulce, ni tan tranquila, ni tan admirable como se empeña en contar la versión oficial de una memoria que continúa partida en dos mitades. El franquismo sigue presente en nuestro país, digan lo que digan las voces más complacientes con un consenso que cierra más que abre cual quier posibilidad de debate entre las diferentes versiones del pasado. Las páginas de Yo no voy a olvidar porque otros quieran proponen –con una escritura narrativa muy parecida a la de las novelas de su autor– un acercamiento crítico a una memoria que ha arrinconado en el lado oscuro de la historia la dignidad de la II República y de quienes la defendieron y la siguen defendiendo a contracorriente y a contratodo. Como escribe Georges Tyras, historiador francés de literatura española contemporánea: “Alfons Cervera emprende con la escritura una labor de reivindicación ética y empática del mundo de los perdedores”.

Alfons Cervera (Gestalgar. La Serranía. Va len cia) ha publicado las novelas De vampiros y otros asuntos amorosos; Fragmentos de abril; Nunca conocí un corazón tan solitario; La ciudad oscura; El domador de leones; Nos veremos en París, seguramente; Els paradisos artificials; La risa del idiota; L’home mort (traducida por el propio autor al castellano); La lentitud del espía; Esas vidas (finalista del Premio Nacional de Narrativa 2009); Tantas lágrimas han corrido desde entonces, Todo lejos y Otro mundo. Sus cinco novelas del ciclo de la memoria (El color del crepúsculo; Maquis; La noche inmóvil; La sombra del cielo y Aquel invierno) han sido publicadas en el volumen Las voces fugitivas. Sus libros de poemas están reunidos en Los cuerpos del delito. Y sus artículos periodísticos en La mirada de Karenin; Diario de la Frontera y Gürtel & Company. Sus novelas gozan de una gran repercusión pública y académica en Francia, Alemania y otros países europeos, así como en EEUU.

 

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