La Librería de El Sueño Igualitario

villafranca_moreno0256.jpgCazarabet conversa con...   Víctor Moreno Bayona, autor de “Villafranca en la II República. Un sueño convertido en pesadilla” (Pamiela)

 

 

 

 

 

 

 

Un libro que se acerca, casi con lupa, a la localidad navarra de Villafranca bajo la atenta mirada, fluyendo desde la pluma de Víctor Moreno.

Lo que nos dice la sinopsis del libro:

En las elecciones de abril de 1931, la Conjunción Republicano Socialista de Villafranca obtuvo más de 600 votos frente a los 158 de los tradicionalistas. A tenor de estos resultados, el Ayuntamiento estaría representado por 7 concejales de izquierdas y 4 de derechas.

De 1931 a 1933, la Agrupación Socialista y la UGT dominaron por completo el panorama político y social de la vida cotidiana de Villafranca. La gente estaba feliz. Soñaban despiertos con que los días del hambre, del paro, de la servidumbre política, religiosa, económica y social habían llegado a su fin. Sin embargo, pronto las cosas comenzaron a torcerse. Los concejales elegidos por la Conjunción Republicana Socialista ni eran republicanos, ni socialistas.

Ninguna de las promesas soñadas en los dos primeros años republicanos se consiguió́: no se aplicó la Reforma Agraria, ni se rescataron las corralizas, ni se mejoró la vida de los campesinos. Para colmo, desde 1933 a 1935 gobernaron las derechas dando origen al Bienio Negro. Y cuando las cosas parecía que iban a mejorar, tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, vino el golpe militar y terminó con aquel sueño convirtiéndolo en una amarga pesadilla.

De la complejidad de estos acontecimientos, de la participación ciudadana en ellos, y, sobre todo, de las instituciones más representativas –Diputación, Ayuntamiento, Agrupación Socialista, UGT y la Patronal de Villafranca–  habla exhaustivamente este libro.

El autor, Víctor Moreno:

Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Filología Hispánica, este escritor y crítico literario es también colaborador en prensa, radio y revistas de educación y literatura. Ha publicado infinidad de artículos en revistas especializadas sobre enseñanza y aprendizaje de la literatura, lectura, escritura, oralidad y temas relacionados con el desarrollo de la competencia lingüístico-literaria en la adolescencia, siendo habitual conferenciante sobre temas específicos de literatura, escritura, lectura y crítica literaria. Fue profesor de Lengua y Literatura (ESO),  en el IES. P. Moret-Irubide (Pamplona) y lleva más de cuarenta años impartiendo cursos de formación al profesorado de Primaria, Secundaria, Bachillerato y Graduados Universitarios en distintos organismos e instituciones oficiales, públicos y privados.

 

 

Cazarabet conversa con Víctor Moreno:

moreno_victor.jpg-¿Qué es lo que te ha llevado a escribir este libro, Villafranca en la II República (1931-1936). Un sueño convertido en pesadilla.

-Mi intención era conocer documentalmente las causas por las que la II República fracasó en el pueblo y, al mismo tiempo, cuáles fueron los hechos convertidos en motivos por las derechas para que, a partir del 18 de julio de 1936, se convirtieran en unos carniceros, produciendo la mayor barbarie conocida en la historia de Villafranca.

Uno de los tópicos habituales en la localidad ha sido considerar que la II República fue una época donde los republicanos y socialistas convirtieron el pueblo en una república soviética, atea y comunista, y que por esta razón los falangistas y carlistas de 1936 asesinarían a sus propios vecinos para vengarse de aquella afrenta.

-Y, en tu opinión, no fue así.

-Este principio de causalidad es falso. No aguanta el más mínimo análisis. Durante la II República, que solo lo fue desde 1931 a 1933, pues el resto de los años no serían republicanos ya que gobernaron las derechas desde 1933 a febrero de 1936, no hubo violencia alguna en Villafranca. No se quemó ningún edificio eclesiástico -en el pueblo había tres iglesias y dos conventos-, no se mató a ningún sacerdote. Tampoco, se destrozó maquinaria agrícola, ni se degollaron rebaños de ovejas, ni se expropió por las bravas ninguna corraliza, ni se ocuparon de forma violenta tierras comunales. Los socialistas de Villafranca se limitaron a cumplir con la legislación emanada del Gobierno central y de la Diputación Foral de Navarra. Nunca se salieron de ese guión.

-Sin embargo, las derechas siempre dijeron que este tiempo fue una época llena de huelgas, de manifestaciones, de quema de iglesias, de violencias sin cuento.

-Hay un detalle que demuestra el talante pacífico de este pueblo. La propiedad de la tierra permaneció intacta. Ninguno de los terratenientes del pueblo perdió una hectárea.

En 1932, el Ayuntamiento, siguiendo las orientaciones de la Reforma Agraria, pidió a los terratenientes entablar negociaciones para que los comunales volvieran a ser del pueblo. No hubo manera. Los ricos se negaron en redondo a dialogar. A pesar de ello, no sufrieron ningún tipo de violencia, ni en sus propiedades, ni en sus personas.

En cuanto a huelgas, en este primer bienio (1931-1933) solo hubo dos situaciones conflictivas. La huelga de 1932, organizada para protestar por la estudiada paralización de las obras de la carretera entre Villafranca y Marcilla. Fue pacífica y no hubo ningún atropello. En cambio, en noviembre de 1933, la Guardia Civil asesinaría por la espalda a un jornalero socialista en una manifestación. Durante este periodo, no hubo más huelgas.

A principios de 1933, un socialista mató a cuchilladas a uno de derechas por razones de enemistad personal. En este caso, bien podría hablarse de venganza, porque el padre y la hermana del socialista, Esteban y Carmen Lafraya, serían asesinados por aquel crimen en 1936. Vox pópuli.

-Es decir, que, caso de que la venganza estuviera en el fondo del comportamiento de las derechas en 1936, sería una venganza muy pobre…

-Sí, así es. Las izquierdas socialistas de Villafranca durante la II República, desde 1931 a 1933, que es cuando gobernó la candidatura republicano socialista en el Ayuntamiento, no cometieron ninguna fechoría para que más tarde fuesen asesinados vilmente por ello.

La única violencia que se ejerció en el pueblo fue la de la Guardia Civil, a partir de 1933, la del Gobernador y la de la clase patronal. Esta se negó en todo momento a cumplir la normativa de la Bolsa de Trabajo y las decisiones de la Junta de Colocación Obrera. Se despediría a jornaleros por estar afiliados a la UGT y, a pesar de las protestas ante los órganos oficiales, la patronal hizo caso omiso.

Desde luego, si hubo venganza, su fundamento habría que buscarla en causas menos palpables. Indagar en qué aspectos concretos las derechas no pudieron tragar la II República, pero que, finalmente, tuvieron por fuerza que hacerlo. No fue la Reforma Agraria ni nada relacionado con la propiedad de la tierra, pues ni la Reforma Agraria se aplicó, ni la propiedad de la tierra sufrió cambio alguno.

Mi tesis es que el laicismo de la II República produjo esa metástasis ideológica que llevó a las derechas a odiarla y, en consecuencia, a asesinar a sus defensores con el fin de desagraviar el nombre de Dios. Ignoro si este laicismo fue origen o pretexto, pero está claro que se utilizó para provocar tal barbarie.

hqdefault.jpg-Háblanos de este asunto. ¿Cómo vivió Villafranca los cambios laicistas introducidos por la II República?

-Los socialistas fueron muy respetuosos. No se les podrá inculpar ningún mal gesto. Adoptaron la situación laica devenida tras la II República aplicando lo que esto suponía en materia de enseñanza, ausencia de crucifijos en instituciones públicas, cobro de impuestos al clero, negación de subvenciones al organista de la iglesia e instituciones religiosas, ausencia de la presencia eclesial en instituciones públicas, solicitud de a la autoridad civil para hacer procesiones…

El Ayuntamiento tomaría en este bienio dos decisiones netamente laicas: pedir a la Gestora de Diputación que no subvencionara las obras en construcción del seminario de Pamplona y sumarse a la decisión gubernamental de “expulsar” a los jesuitas de España. Las derechas no mostraron su malestar público por tales decisiones, se limitaron a decir que no estaban de acuerdo. Quizás, la procesión iba por dentro.

-Pongámonos en situación. ¿cómo era Villafranca antes de la proclamación de La II República?

-Villafranca había salido muy tocada de la Dictadura militar de Primo de Rivera (1923-1930). Durante este período, el pueblo sufrió el descalabro de la Caja Rural Católica por un desfalco que nunca se aclaró. Provocó una fractura social irreconciliable.

El pueblo se dividió en dos grupos, conocidos coloquialmente como “amarillos” y “coloraos”. Puede que sea una interpretación reduccionista, pero, para entendernos, los amarillos formarían con el tiempo el frente de las derechas y los coloraos el de las izquierdas.

-¿Nueva versión de ricos y pobres?

-Había de todo. Del grupo de los coloraos saldría la Candidatura Republicano Socialista que el 14 de abril de 1931 ganaría las elecciones por goleada. Era gente mayor, muy bregada en mil batallas, que había sufrido encarcelamientos y multas de todo tipo. Formarían el núcleo dirigente de la UGT y, más tarde, pagarían su compromiso con la muerte en 1936.

En 1931, serían 800 afiliados, dirigidos por dos figuras importantes, tanto a nivel local como nacional, los maestros Nicolás Jiménez y Julia Álvarez, que también era abogada. El primero sería Director Provincial de Educación en Madrid durante la guerra y, al término de esta, sería represaliado y conducido preso al Fuerte de san Cristóbal; Julia fue diputada por el PSOE, sería la primera mujer gobernadora civil que hubo en España; terminaría exiliándose a México, donde murió. La impronta política y reivindicativa del primer bienio de la familia republicano-socialista estuvo marcada por estas dos personas. Su salida del pueblo en 1934 marcaría un antes y un después en la militancia socialista.

-¿Y cómo era la composición social del pueblo?

-Este pueblo de la ribera de Navarra contaba en 1931 con 3466 habitantes (1647 varones y 1819 mujeres). El analfabetismo era una lacra. El 52% de las mujeres no sabía leer ni escribir; el 48%, los hombres. Aunque la población infantil estaba escolarizada, se daba un absentismo escolar considerable. La tasa de mortalidad era del 13,3 por mil y la de natalidad del 19,69. Por las memorias sanitarias conocemos que la alimentación era muy deficitaria, lo mismo que la higiene y salubridad de las viviendas.

-¿Y la distribución de la tierra?

-De las 12.000 robadas de regadío y 43.000 de monte o de secano, en 1931, más del 65% tenían una titularidad privada, repartida entre siete familias. En cuanto a las corralizas, de titularidad privada y apropiadas durante la desamortización, en total 1724 hectáreas, estaban en las mismas manos, los caciques de toda la vida y que habían mantenido inalterada su propiedad desde el siglo XVIII cuando fueron enajenadas por el municipio a favor de la Catedral de Pamplona. La población jornalera se dividía en medieros, aparceros y arrendatarios, muestra lexical clara del modelo feudal de entender la explotación de la tierra.

Junto con ellos existía una clase reducida jornalera con 100 robadas por cabeza en su haber y que, mutatis mutandis, fue quien más hizo para que la II República fracasara. Más que los caciques, que no vivían en el pueblo, sería esta clase patronal la que decidió el rumbo que tomó Villafranca en materia agrícola. Eran los mayores contribuyentes, quienes decidían donde debía repartirse el magro presupuesto municipal. Además, controlaban la Diputación del Campo, una institución que establecía los precios del consumo de agua y de luz.

-¿Y la industria?

-Existían tres fábricas, una de harinas, otra de conservas vegetales y la tercera de lejías, pero el volumen de sus trabajadores, además de estar cualificados técnicamente, no contribuía a reducir las tasas del paro, que tomaría unas proporciones terribles fuera de la temporada de la siembra y recolección de remolacha. Este sería un problema endémico. El pueblo entero dependía del campo. Y este era de los terratenientes y de veinte jornaleros fuertes que hacían causa común con los primeros.

El Ayuntamiento, concebido en ocasiones como Oficina de Empleo, nada hizo en esta situación. Se le culparía por ello, olvidándose que una cosa era tener el poder político y otra el poder económico. Desde el primer momento, el Ayuntamiento, no solo se vio incapaz de modificar este escenario, sino que quiso hacerlo dentro del rígido marco de la legalidad. Además, cuatro concejales eran, no solo de derechas, sino antirrepublicanos.

La otra fuente de empleo era la Diputación que solía ofertar la realización de obras públicas y que, si en un primer momento, mitigaba la nefasta situación laboral del pueblo, no era una solución estructural, sino ocasional.

Aunque los jornaleros tuvieran dos robadas poco o nada podían hacer, pues para su cultivo necesitaban semillas, aperos de labranza, mano de obra, etcétera. Una familia con cuatro hijos y cobrando un jornal, cuando lo hacían, de 6 pesetas, no tenían presente ni futuro. Con toda seguridad, en este contexto la salida estaba en el cooperativismo agrícola, pero solo la UGT llevaría a cabo durante el primer bienio una experiencia colectivista, que funcionó hasta donde le dejó la patronal.

image005.jpg-¿Es ésta la historia de un desengaño o de “un engaño”, dado que explicas que los de la Candidatura Republicano-Socialista ni eran republicanos ni socialistas?

-De desengaño y de impotencia, sí; de engaño, no. Hubo varias causas. Los concejales que fueron elegidos por la Candidatura Republicano Socialista -7 de los 11 ediles-, se vieron superados por la situación política y social. No tenían ni la preparación política, ni, tampoco, voluntad alguna por ir en contra de los intereses de los mayores terratenientes. El problema se agudizó, porque llegó un momento en que los concejales, excepto uno, actuaron al margen de la propia asamblea de los afiliados socialistas, lo que generó más de un enfrentamiento. Los socialistas no entendían cómo unos concejales que eran de su candidatura, incluido el propio alcalde, pudieran votar en los plenos contra los acuerdos de los militantes. Si estos concejales eran unos infiltrados de la clase patronal en la candidatura, no sabría decirlo, pero su actitud durante este primer bienio fue tan paradójica como contradictoria.

En segundo lugar, la clase patronal, viendo la pusilanimidad del poder municipal, que ni siquiera realizaba proyectos propiciados por la República -caso de la Biblioteca Municipal y de la Cantina Escolar-, se frotaron las manos, pues los concejales, supuestamente republicanos, más parecían de derechas que de izquierdas. Inaudito.

Si de 1931 a 1933 no se consiguió ninguna reivindicación social y económica, menos se lograría desde 1933 a 1936. En este período, la táctica de la patronal tuvo un éxito absoluto. Amenazaron públicamente que no contratarían a ningún afiliado socialista. Visto el panorama, muchos dejaron el carnet de la mutua de Iglesias. El dato es contundente: en 1931, había 800 afiliados socialistas; en 1934, con la Casa del Pueblo cerrada por orden gubernativa, se 80 militantes.

-¿Qué tipo de cambios o políticas llevaban en la “cartera”, presuntamente republicana y socialista, que acabaron por no cumplir?

-Durante los días 10, 11 y 12 de abril de 1931 se repartieron por el pueblo unas hojas de color rojo donde manifestaban los ejes claves de su futura actuación municipal. Aparte de las declaraciones contra la Dictadura de Rivera y la necesidad de la implantación de la República, los republicanos de Villafranca se centraron en cuatro cuestiones: la supresión de un sistema tributario injusto, concretado en los impuestos indirectos que gravaban el consumo; la supresión de los impuestos que contribuían a las cargas municipales a todos los que no tenían hoja catastral en beneficio de los que la tenían; una revisión general del catastro para implantar la verdadera justicia contributiva; y, finalmente, la construcción de la carretera Villafranca-Marcilla, que era un viejo proyecto.

La revisión del Catastro los llevaría a estudiar la situación legal de corralizas, comunales y distintos sotos que, siendo en el siglo XVIII de titularidad municipal, habían pasado a ser de propiedad particular.

Quienes redactaron la citada hoja de presentación de la candidatura tenían muy claro que las reivindicaciones no debían circunscribirse únicamente a elevar los jornales y a emprender obras patrocinadas por la Diputación o el Gobierno Central. Eso no era la entraña del problema. La cuestión fundamental estaba en la propiedad de la tierra. La clave estaba en que los campesinos de Villafranca deberían ser propietarios de la suficiente tierra para poder vivir con dignidad. Porque tierra en Villafranca había para repartir. Así que lo fiaron todo a la futura Reforma Agraria que, desde Madrid, tampoco se pudo o no se quiso llevar adelante…

-¿Hasta qué punto la idiosincrasia ciudadana era republicano y socialista…no siempre “se es” o “se vota”, lo que realmente “se siente”?

-La ciudadanía no era republicana, ni socialista. No se habían educado bajo estas premisas políticas. Eran gentes sencillas y conscientes de que su dignidad como personas se estaba lastimando cuando les obligaba a vivir en condiciones humillantes.

Estuvieron inmersos en un proceso político y social que supuso un impacto brutal en su manera de entender las relaciones sociales y laborales, y creyeron que el modelo de la II República era el más idóneo para conseguir una vida mejor a todos los niveles: educación, vivienda, trabajo, alimentación, sanidad y cultura. Pero muchos de ellos, cuando vieron que peligraba el sustento familiar por estar afiliados a la UGT, no tuvieron inconveniente en dejar de ser republicanos y socialistas. Solo los más conscientes se mantendrían fieles. Así les iría en 1936.

136895c.jpg-Cuando la Candidatura Republicano Socialista llega al poder, ¿en qué estado se encuentra a Villafranca y cómo se la deja? ¿Por qué se comportaron como se comportaron y por qué actuaron dando la espalda a su programa?

-En Villafranca no hubo ningún cambio radical. Los únicos cambios afectarían a los nombres de algunas calles y los marcados por el Estado laico que contenía la Constitución y desarrollaría el Gobierno mediante decretos. En el resto de las cuestiones, como la supresión de impuestos indirectos y la revisión del catastro jamás se llevará cabo. Se haría el estudio de comunales y corralizas, pero no tuvo efecto práctico. Incluso, el reparto de tierra comunal seguiría haciéndose por subasta y no por sorteo, a pesar de las protestas de la UGT.

Un dato significativo. Los presupuestos municipales se mantendrán a lo largo de la República sin variación, peseta más, peseta menos. Y su distribución en las distintas áreas -educación, sanidad, seguridad, beneficencia, etcétera- tampoco mostrará diferencias sustanciales en los distintos periodos.

-Se dio aquello de que se presentaban en diferentes listas,” los mismos perros con diferentes collares”, ¿no?

-Los concejales se mostraron en todo momento muy respetuosos con el marco legal. Y nunca salieron de él. Nunca tomaron una medida que fuera en contra de lo establecido por la administración local navarra y por las leyes de mandato superior. Eran concejales que no tenían un átomo de republicanos y de socialistas, menos. Quienes fallaron fueron los que en un principio decidieron que estos concejales fueran en las listas de la candidatura. Salieron ranas.

Un caso sintomático de lo que digo es que una de las características de este Ayuntamiento -del correspondiente al primer bienio-, fue su absentismo municipal. En un momento determinado, intuyeron que lo que se hacía y decidían en el municipio no tenía transcendencia. El desánimo se apoderó de ellos. El alcalde se vería obligado a multar a varios concejales por no asistir a los plenos. Y se las vio y deseó para formar quórum para aprobar los presupuestos de 1934.

-Es como si los de la Candidatura hubiesen diseñado un fraude anticipado.

-Solo fallaron los concejales elegidos que se apartaron de las directrices de la asamblea de los militantes socialistas, a los que se supone deberían seguir fielmente.

Menos aún, siguieron estas directrices cuando la familia republicana y socialista, agrupada en el Centro Republicano Socialista, se disolvió al año de haberse creado. A partir de abril de 1932, de esta escisión surgiría la Agrupación Socialista, su presidente fue Julia Álvarez, hasta principios de 1934. Y el de los republicanos, con el nombre de Partido Republicano Radical Socialista, bajo la batuta de Nicolás Jiménez.

Curiosamente, los citados concejales no formarían parte de ninguna de estas escisiones, excepto uno de ellos, y seguirían como libres, es decir, de derechas.

-¿Estaba el socialismo y el republicanismo de esta población navarra demasiado infiltrado por el tradicionalismo?

-Las Cajas Rurales Católicas fueron, desde 1905 a 1930, las instituciones más influyentes en el campesinado. De hecho, Navarra sería una de las provincias del Estado que más tardaría en integrarse en el movimiento sindicalista de izquierdas. La influencia clerical y confesional de estas Cajas consiguió frenar en Navarra la influencia socialista y anarquista. Los primeros movimientos sindicalistas en Villafranca los protagonizarían afiliados a la CNT, que eran trabajadores en la fábrica azucarera de Marcilla. En Villafranca, la aparición del Partido Socialista data de finales de 1930.

Sin duda alguna, el enfrentamiento de la masa social proletaria contra la Caja Rural Católica y sus directivos sirvió para desembarazarse de ese yugo tradicional y carlista que venía sometiendo a los campesinos. Considérese que estas cajas solo hacían préstamos a quienes hacían confesión de su fe y mostraban una conducta pública y privada acorde con el catecismo católico.

-¿Qué lugar ocupaba aquí la influencia de la Iglesia?

-La influencia de la Iglesia fue absoluta aunque hubo conatos de enfrentamiento muy serios contra el poder eclesiástico en los años de la Dictadura, saldándose con una amenaza de excomunión contra un vecino, por parte del obispo Mateo Múgica.

En Villafranca, se aceptó por parte de las izquierdas la legislación laicista del gobierno republicano. De hecho, hubo matrimonios, enterramientos y bautizos civiles que provocaron la reacción airada de la Iglesia. Los socialistas denunciarían al párroco por calificar en un sermón de adúlteros y amancebados a los que se casaban por lo civil. Las derechas en ningún momento manifestarían su opinión sobre estas cuestiones aunque es evidente que no las aceptaban y les sentaban fatal, pero callaban.

-Después llega el Bienio Negro, ¿cómo se “recoge” este cambio desde Villafranca?

-Como un cataclismo por parte de los socialistas. Los concejales, aunque llevasen una política errática y nada republicana, serían sustituidos por otro grupo de concejales de derechas, miembros de la patronal de Villafranca. Sorprendentemente, se nombraría como alcalde a quien fue amenazado de excomunión por el obispo y que, para mayor paradoja, en diciembre de 1936 sería asesinado por sus propios “correligionarios”.

El Bienio Negro constituyó la desaparición de la vida pública e institucional de los socialistas. Por orden gubernativa, tras la huelga de junio de 1934 se clausuraría la Casa del Pueblo hasta 1935. Por si sirve de dato, no hubo en todo este período ninguna instancia reivindicativa por parte de las organizaciones socialistas -Partido, Juventudes socialistas, Oficios Varios (UGT)-, presentada al Municipio. El paro se convirtió en una realidad mucho más lacerante que la que se había vivido en el primer bienio. El 90% de los jornaleros lo padeció. Paradójicamente, sería en este periodo cuando se instituyó la Cantina Escolar, que aliviará la situación alimentaria de la población infantil. Menos mal. Porque nunca el hambre había visitado a Villafranca con tanta intensidad.

-Ven en la victoria del Frente Popular un “verdadero cambio”, pero tal como estaban las cosas esperar ciertos cambios era como pedir milagros, ¿no crees?

-En principio, se alegraron del triunfo del Frente Popular en el Estado, porque en Villafranca y en Navarra las cosas siguieron del mismo modo, toda vez que, al no existir elecciones municipales, desde Gobernación se restituiría el Ayuntamiento del primer bienio y que tan pésimos resultados había tenido en la población.

Hasta bien entrado el mes de mayo de 1936, no se cambiarían estos concejales por quienes habían formado una candidatura municipal del Frente Popular para unas elecciones que luego no tendrían lugar, y, entonces, sí, se comenzó a verse una nueva actitud frente al paro y a la recuperación de los comunales perdidos. Desgraciadamente, ya era demasiado tarde…

-Este es un primer tomo sobre Villafranca durante República. ¿Para cuándo el segundo, Villafranca durante la Guerra Civil?

-El tomo segundo, Villafranca bajo el terror golpista (193-1940). Tiempos de malquerer, se publicará en febrero. Sabemos que las circunstancias de la guerra fueron tremendas, pero cabe señalar que en Villafranca como en Navarra no hubo frente de guerra. Aquí lo único que hubo fue una guerra de exterminio. Aquí no cabe escudarse en la repetida réplica de que todos, republicanos y socialistas, se comportaron igual de crueles. Porque es mentira. En Navarra no se asesinó a ningún político de derechas, ni, tampoco, a ningún cura, ni se quemó ningún convento ni ninguna iglesia.

Aquí hubo más que una guerra tradicional, una guerra de exterminio que se aprovechó de que no hubiese ningún frente. Por eso, más que presentar estas circunstancias bélicas como atenuante de los crímenes perpetrados, habría que tenerlas como circunstancia agravante. Se exterminó al otro en una situación desigual. Se mató por la espalda y a traición, con premeditación, nocturnidad y alevosía.

La masacre duró de julio a diciembre. Y en el resto de los años, desde 1937 en adelante, la represión alcanzaría cotas sublimes de sadismo ejercido contra los familiares de los asesinados.

-El proceso de documentación, investigación y estudio…. puede resultar muy trabajoso, pero, a la vez, muy, muy edificante cuando va tomando forma de relato…

-Así es. Llevo investigando sobre este período de la II República y la Guerra en Villafranca desde 1978. Al principio, me dediqué a entrevistar a personas mayores, hijos de asesinados. La información oral recogida fue muy importante; un punto de partida. También, tuve la suerte de encontrar personas que, aun siendo hijos de derechas, no tuvieron problema en contarme su versión como herederos de la memoria oral de sus padres. Solo se acordaban de la II República del primer bienio y habían olvidado lo sucedido desde 1933 a 1936.

La documentación utilizada proviene de distintos archivos: Archivo Real y General de Navarra, Archivo Militar de Navarra, Archivo General Administrativo (AGA) de Madrid, Archivo Tres Militar de Barcelona, Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, y, sobre todo, la documentación existente en el Archivo Municipal de Villafranca.

 

 

 

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Villafranca en la II República. Un sueño convertido en pesadilla. Víctor Moreno Bayona   
544 páginas
27.00 euros
Pamiela




En las elecciones de abril de 1931, la Conjunción Republicano Socialista de Villafranca obtuvo más de 600 votos frente a los 158 de los tradicionalistas. A tenor de estos resultados, el Ayuntamiento estaría representado por 7 concejales de izquierdas y 4 de derechas.

De 1931 a 1933, la Agrupación Socialista y la UGT dominaron por completo el panorama político y social de la vida cotidiana de Villafranca. La gente estaba feliz. Soñaba despierto con que los días del hambre, del paro, de la servidumbre política, religiosa, económica y social habían llegado a su fin. Sin embargo, pronto las cosas comenzaron a torcerse. Los concejales elegidos por la Conjunción Republicana Socialista ni eran republicanos, ni socialistas.

Ninguna de las promesas soñadas en los dos primeros años republicanos se consiguió: no se aplicó la Reforma Agraria, ni se rescataron las corralizas, ni se mejoró la vida de los campesinos. Para colmo, desde 1933 a 1935 gobernaron las derechas dando origen al Bienio Negro. Y cuando las cosas parecía que iban a mejorar, tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, vino el golpe militar y terminó con aquel sueño convirtiéndolo en una amarga pesadilla.

De la complejidad de estos acontecimientos, de la participación ciudadana en ellos, y, sobre todo, de las instituciones más representativas –Diputación, Ayuntamiento, Agrupación Socialista, UGT y la Patronal de Villafranca– habla exhaustivamente este libro.

 

Víctor Moreno Bayona (Alesués-Villafranca)

Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Filología Hispánica, este escritor y crítico literario es también colaborador en prensa, radio y revistas de educación y literatura.

Ha publicado infinidad de artículos en revistas especializadas sobre enseñanza y aprendizaje de la literatura, lectura, escritura, oralidad y temas relacionados con el desarrollo de la competencia lingüístico-literaria en la adolescencia, siendo habitual conferenciante sobre temas específicos de literatura, escritura, lectura y crítica literaria.

Fue profesor de Lengua y Literatura (ESO),  en el IES. P. Moret-Irubide (Pamplona) y lleva más de cuarenta años impartiendo cursos de formación al profesorado de Primaria, Secundaria, Bachillerato y Graduados Universitarios en distintos organismos e instituciones oficiales, públicos y privados.

Ha publicado los siguientes libros:
•    Apuntes sobre gramática (Adarra, Bilbao, 1982)
•    El deseo de leer (Pamiela, Pamplona, 1985, 1993, 1994, 2004)
•    El deseo de escribir (Pamiela, Pamplona, 1994, 1995, 2004)
•    El juego poético en la escuela (Pamiela, Pamplona, 1989)
•    Lectura, libros y animación lectora. Reflexiones y propuestas (Gobierno de Navarra, 2002)
•    No es para tanto. Divagaciones sobre la lectura. (Editorial Prames, Zaragoza, 2002)
•    De brumas y de veras. La crítica literaria en los periódicos (Pamiela, 1994)
•    Va de poesía (Pamiela, Pamplona, 1998)
•    Leer para comprender, (Gobierno de Navarra, 2003, 2005)
•    Leer con los cinco sentidos (Pamiela, 2003)
•    Escritura creativa (Universidad de Santiago de Compostela, 1996)
•    ¿Qué sabemos hacer con la gramática? (2001, Universidad de Zaragoza)
•    Taller de cuentos. Materias optativas (Gobierno de Navarra, 1995)
•    Metáforas de la lectura (Editorial Lengua de Trapo, Madrid, 1998)
•    Lectores competentes (Editorial, Anaya, Madrid, 2004)
•    A la lectura por la voz, el sentimiento y la creatividad (Gobierno de Navarra, 2005)
•    Diccionario de escritura. Reflexiones y técnicas (Pamiela, 2005)
•    El desorden social de la blasfemia (Pamiela, 2004)
•    El soborno del cielo (Pamiela, Pamplona, 2005)
•    Actividades para desarrollar la competencia lectora. 7 volúmenes (Editorial Cénlit, Berriozar 2006):
     - Recordar y reconocer (2 vols.)
     - Interpretar (2 vols.)
     - Valorar (2 vols.)
     - Organizar (1 vol.)
•    ¿Qué hacemos con Baroja? (Pamiela, Pamplona, 2008)
•    Dale que dale a la lengua (Tomo I). Propuestas para hablar y escribir textos narrativos y descriptivos (Pamiela, Pamplona, 2008)
•    Dale que dale a la lengua (Tomo II). Propuestas para hablar y escribir textos expositivos, argumentativos, instructivos y lúdicos. (Pamiela, Pamplona, 2008)
•    Fuera de lugar. Lo que hay que leer de críticos y escritores (Pamiela, Pamplona, 2009)
•    Lectura de prensa y desarrollo de la competencia lectora. Proyecto Mediascopia (Ministerio de Educación, Madrid, 2009)
•    Cómo sé que valgo para escritor (Pamiela, Pamplona 2013)
•    Preferiría no leer. Valores "desagradables" de la lectura (Pamiela, Pamplona 2015)
•    A la literatura por la escritura. Actividades de imitación textual (Pamiela, Pamplona 2016)

Con el seudónimo Ramón Lapesquera ha publicado:
•    Navarra Insólita (Pamiela, 1984; Pamiela/Diario de Noticias, 2002)
•    Gora el Diario (Pamiela, 1985)
•    Caínes navarros (Pamiela, 1993)
•    Crímenes en las calles de Pamplona (Pamiela, 1995)
•    Apuntes sobre criminalidad en Navarra (Gobierno de Navarra,1987)
•    ¿Luditas navarros en Los Arcos? (Gobierno de Navarra, 1989)
•    De aquellos barros… Prensa navarra y nacionalidad vasca (Editorial Txalaparta)
•    Rafael de Navascués: un navarro antifuerista del siglo XIX (Gerónimo Ustáriz, Pamplona, 1992)
•    Villafranca: a merced de las ideologías de la capital (Gerónimo Ustáriz, 1997)
•    Diario de Navarra, 1903-1908. El despertar del camaleón (Pamiela, Pamplona, 2003)
•    Sí me avergoncé de Diario de Navarra, 1908-1946 (Pamiela, Pamplona, 2004)
•    Biografía de Sixto Alonso. 2006. Comisión ciudadana de Villafranca (Navarra)
•    Biografía de Agustín Arana, 2007. Comisión ciudadana de Villafranca (Navarra)

 

 

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