9788484655732.jpgCazarabet conversa con...   Ovidio Rodríguez, autor de “Vidas sin firma” (Mira)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nos llega esta obra narrativa, desde la realización de seis relatos que se enlazan y entrelazan, desde la firma de Ovidio Rodríguez y gracias a la editorial Mira de Zaragoza.

Los relatos y la historia entrelazada se mueven desde primeros de siglo XX hasta la década de los sesenta.

Esta narración es una descripción, casi en forma de homenaje, y con cierto aire de añoranza a Zaragoza y a los zaragozanos, todo un crisol de aragoneses que vinieron y siguen yendo a la capital del Ebro… dejando vidas atrás, entre paredes de pueblos desmembrados y descosidos y creando, a la vez, nuevas vidas con sus nuevos tiempos y sus crecientes pálpitos.

Lo que nos explica la sinopsis del libro. Lo que nos facilita Mira:

A través de seis relatos entrelazados, en Vidas sin firma aparecen fugazmente una serie de personajes históricos en una Zaragoza en continua evolución. De 1908 a 1960, el pulso de la ciudad se narra a través de los ojos de Maite y de Manuel, dos personajes que bien pudieron y merecieron existir. Por las páginas de la novela, veremos desfilar a un Luis Buñuel adolescente, asistiremos, en marzo de 1923, a la conferencia de Albert Einstein en la Facultad de Medicina y Ciencias, y nos preguntaremos qué fue de aquella famosa pizarra que el rector Ricardo Royo Villanova le pidió firmar al Premio Nobel... También entrarán en escena Pilar Bayona, Eva Perón, Primo de Rivera... tejiendo historias que bailan entre la realidad y la ficción y que servirán para que los dos protagonistas vayan desgranando retazos de sus vidas, en una trama donde se mezclan la historia, el amor, la frustración, la intriga, la pasión y el misterio.

La descripción detallada de las calles, cines, bares y otros lugares de ocio transportan al lector a esa primera mitad del siglo XX, y, especialmente, a los complicados años de la posguerra. Ovidio Rodríguez recrea ese paisaje arquitectónico con la pericia de un entomólogo y el rigor de un documentalista, y convierte a Zaragoza en una protagonista más que alza su voz relatándonos fragmentos de su propia crónica. Las ciudades se transforman continuamente, al igual que quienes las habitan.

Quedan restos de ambos, aunque quizá ya no sea posible reconstruir sus huellas fielmente. ¿Cómo distinguir lo que nos cuenta la Historia de sus diferentes interpretaciones? ¿Cuántas miradas yacen en el olvido? ¿Qué hubiera sucedido si de los pequeños actos de algunos seres anónimos se hubieran derivado otras consecuencias? Ese es el juego en el que participan estas vidas sin firma y que a ti, lector, te cautivará.

Vidas sin firma es una invitación a descubrir una Zaragoza dinámica que tal vez mereciese mayor atención a su pasado. Y si nunca pasaste por allí, las historias que se cuentan te atraparán igualmente y, con seguridad, te motivarán a visitarla.
(Del prólogo de Pedro Baños)

Que os parece si nos acercamos un poco más al autor, Ovidio Rodríguez Marcos:

Ovidio Rodríguez Marcos (León, 1960) creció entre los ecos del rock and roll, la Guerra Fría y otras modernidades que se colaban a través de las ondas radiofónicas y la televisión en blanco y negro. Las lecturas de aventuras de autores clásicos, el cine y la llegada del UHF fueron conformando su panorama cultural, a la par que su curiosidad por el lenguaje audiovisual. Tras pasar por la Academia del Aire de su ciudad natal, el destino lo trajo a Zaragoza, donde el trabajo en la Base Aérea, el paso por la Universidad y la formación de una familia lo fueron afincando definitivamente. Los primeros pasos en el mundo de la escritura los dio en el campo del guion para documentales, así como en distintas colaboraciones publicitarias y diversas investigaciones sobre la historia de la ciudad. Vidas sin firma es su primera novela.

 

 

 

Cazarabet conversa con Ovidio Rodríguez Marcos:

kE7uvXg.jpg- Ovidio, ¿qué es lo que te hizo escribir esta obra de narrativa que son seis relatos entrelazados?; ¿hubo algo o alguien que te inspiró a ponerte a escribir esta historia de historias?

-No hubo nadie que me inspirase de forma directa, si en cambio mi interés por contar historias de Zaragoza.

-¿Por qué elegiste hacer un encadenado de relatos y no un libro de relatos sueltos, individuales y cerrados?

-La primera idea era hacer relatos sueltos, pero al introducir personajes imaginarios en el primer relato y moverse estos en dos épocas, separadas temporalmente por casi treinta años, me sugirió que de forma paralela podría contar también su propia historia. De esta manera con el segundo relato ya estaba en marcha el encadenamiento.

-En realidad, ¿qué es Vidas sin firma?, ¿cómo la definirías como escritor?, ¿la definirías igual como lector?

-Sí, la definiría como escritor al igual que el lector se encontrará en la última página, en que de forma muy clara se explica el titulo. Naturalmente, antes de llegar a ella, sugiero que se lea la obra la completa. En conjunto es una novela con dos protagonistas imaginarios y un tercero presente en todo momento, la ciudad de Zaragoza.

-Es una historia de historias muy común porque la vida de los personajes por muy históricos que sean es más común de lo que imaginamos, ¿verdad?

-Por supuesto. Con independencia de los méritos que han llevado a algunas personas a figurar en los libros de historia, son seres humanos que tenían una vida privada, una actividad doméstica y a veces comportamientos tan sublimes o miserables como los demás.

-Lo de historias comunes, perdona no por eso la desmerezco, al contrario porque es muy, muy complejo escribir sobre lo cotidiano, lo del día a día… ¿es así?

-En este caso esa cotidianidad me ha permitido describir la calle, las cosas que en ese momento había y que ahora ya no se encuentran. Esa Zaragoza desaparecida o transformada, a veces para mejor, como el soterramiento de las vías ferroviarias por ejemplo, ensalza la ausente, porque la tienes que imaginar. Por su parte las escenas domesticas o las que se desarrollan en locales públicos, tienen el aliciente de encontrarles el punto que los haga transcendentes, que parezca que la situación no podría haber ocurrido en otro sitio. 

-Zaragoza se convierte en escenario y en lugar de encuentro y “lugar de lugares”, describir sus calles, sus establecimientos, sus calles, sus recovecos… ¿es una especie de homenaje a la ciudad o es el escenario que conoces y tiras de él como de un hilo porque, además se escribe sobre lo que se conoce… o un poco de las dos cosas?

-Un poco las dos. Es verdad que es un homenaje a la ciudad, a su gente, y aunque suene pretencioso, mi pequeña aportación a su patrimonio. Por otra parte, al tratarse de mi primera novela, hablar sobre lo conocido era una forma de trabajar sobre seguro.

-Dibujas escribiendo y describiendo una ciudad de Zaragoza que todas las zaragozanas y zaragozanos reconocerán… ¿se sienten más las lecturas si las reconoces tan bien como palmo a palmo?

-Lo pensé desde el primer momento y las conversaciones con personas que ya la han leído me lo han confirmado, se disfruta más si reconoces los lugares. No obstante, quien no conozca la ciudad no tiene porqué perderse, en todo caso las historias que se cuentan, como dice Pedro Baños en el prólogo que me ha regalado, te motivarán a visitarla.

-Amigo Ovidio, si te parece vamos a hablar un poco ¿por qué escribes; qué es lo que te hace  escribir y no, por ejemplo, esculpir o hacer escalada?

-Supongo que todos tenemos una pequeña vena artística. Las artes plásticas siempre las he admirado. Mi madre pintaba y yo hice algún pinito, pero enseguida me di cuenta de que no era lo mío. Con la escritura me siento más en mi terreno, es el medio en que mejor me he expresado siempre, creo que incluso más que hablando. La escalada desde luego que la descarto, tengo mucho sentido del riesgo.

-Pasas como revista a los personajes históricos que se han dado cita, pasando,  por Zaragoza... pero Zaragoza por sí sola ya ha dado de sí, ¿no?

-La historia de Zaragoza es muy amplia. Lo que pretendía es contar la evolución más cercana a nuestra época, con personajes populares que el lector reconozca enseguida. El citarlos es una forma de dar contenido humano, acorde a la categoría que tienen sus piedras, que han visto pasar durante siglos a otros tan importantes como ellos.

-En tus relatos, amigo, ¿qué cobra más cuerpo la trama que es Zaragoza como lugar de encuentro  o los personajes?

-Creo que, aunque al principio la ciudad es el motor, los personajes acaban adueñándose de todo, especialmente en los dos últimos relatos. No obstante Zaragoza está siempre presente y marca también el comportamiento de estos. Es un equilibrio en el que el lector  determina hacía donde inclina su atención, aunque insisto, los personajes al final son lo más importante.

-Porque, al menos aquí, el hilo conductor es el escenario, la ciudad de Zaragoza...

-Sí, sobre todo el centro y el casco histórico. No es que desprecie los barrios, pero la ciudad, en las épocas reflejadas, era mucho más pequeña y por otra parte es el lugar común de todos. Por eso se repiten algunos lugares, pero eso da pie a otro hilo conductor, el de cambio de época.

-Tu llegada a Zaragoza, amigo, ¿cómo la recuerdas?; a la hora de escribir ¿te ha condicionado y cómo?

-Llegue de forma provisional, sin intención de permanecer mucho tiempo. Pronto eso cambio debido a que conocí a la que es mi mujer. El otro amor que es la ciudad se fue desarrollando poco a poco, aunque desde el principio me enganchó. Una cosa que contribuyó a ello y que quizás ahora suene extraño, es la cantidad de gente joven que había y lo fácil que se relacionaban entre ellos. Quién recuerde los setenta y principios de los ochenta sabrá que esto no era habitual en otras partes.

-Bueno, ¿qué hace un migrante en Zaragoza?;¿cómo te has sentido siendo un migrante en la capital del Ebro?

-Nunca me he considerado un migrante, especialmente en esta capital en que el origen de las personas nunca es obstáculo. Me he sentido bien desde el principio porque reúne las condiciones que a mi me gustan de una ciudad, entre otras, relacionadas con la pregunta anterior, es más cosmopolita de lo que a veces pensamos.

-Tus influencias culturales :el rock and roll, tus vivencias o crianza en la Guerra Fría, la radio, las primeras emisiones de TV en blanco y negro—aquella UHF--, las lecturas con las aventuras de los clásicos y demás, ¿qué nos suponen a los que te leemos?; ¿y qué te suponen a ti como escritor?

-La forma en que se desarrolló mi curiosidad, que es la forma en que después he abordado temas muy variados relacionados no solo con la historia. Por ejemplo, probé cuando tuve ocasión de mayor, la sopa de tortuga (espantosa), solo porque lo había leído en las novelas de piratas. Eso se puede extrapolar a otras muchas cosas. La televisión llegó a mi casa en 1971 y el UHF o la dos, como se dice ahora, un poco más tarde. Fue un salto cualitativo a los pocos medios que teníamos de enterarnos de lo que pasaba por el mundo. Supongo que esto ahora se ve como exagerado o prehistórico, pero a mi generación nos supuso una ventana que nos diferenciaba de nuestros mayores, que yo creo que les costaba asimilar los cambios en temas como entender las imágenes sobre noticias internacionales.

-Tejer historias con el escenario real, que conocemos y reconocemos; con personajes de “carne viva”... y mezclarlos, luego, con elementos de la ficción, ¿qué nos puedes decir de cómo lo manejas o de cómo te lo hiciste?

-Tenía un poco de pudor poner en boca de personajes históricos frases que nunca pronunciaron. Soy un poco maniático con la precisión y hacer que dialogaran me parecía entrar en una intimidad que no me pertenece. Por eso hablan poco y a algunos solo se les describe. Los ficticios en cambio lo hacen por sí mismos, solo hay que escucharles. Mezclarlos era divertido, especialmente con Buñuel, al que desde que hice el guión de un documental sobre su vida, le tengo más confianza.

-¿Qué dejaron y qué todavía dejan los personajes que pasan por Zaragoza?

-Todos aportamos algo, conocidos o no. Sin embargo hay un contraste si son de aquí o vienen de fuera. Respecto a los foráneos, me refiero a los famosos, nos hacen parecer que la ciudad está en el mapa, ya que tendemos a compararnos siempre con Madrid y Barcelona, como si nunca llegásemos a jugar en su liga. Los otros en cambio, al ser de aquí, hay veces que no llegamos a apreciar su valor. Por ejemplo, tuvimos a la mejor pianista y una figura importante de la generación del 27, Pilar Bayona, que se empeñó en seguir viviendo en Zaragoza, a pesar de las ofertas de otros sitios de España y Europa. También ha estado la escuela de muchos artistas que luego han triunfado y que se formaron en torno a Corita López y Juan Viamonte. La lista sería larga, pero nos llaman más la atención los de fuera.

-¿Cómo ha sido documentarte y la investigación en torno a los relatos que construyes a posteriori?

-La historia general de la Ciudad es una tarea larga, que se fue desarrollando a lo largo de los años, sin proponérmelo, fruto de la curiosidad de la que antes hablaba. Cuando me decidí a escribir, el entorno urbano de la ciudad y de la época lo tenía bastante claro. Luego precisar fue una labor más minuciosa. He procurado que en cada cosa que menciono no cometía un error, especialmente de anacronismo. No obstante para el lenguaje de los personajes, según la época, me he permitido alguna licencia que me parecía inevitable. Hacerlo demasiado popular, como posiblemente algún personaje demandaba, lo consideré innecesario y poco atractivo porque puedes caer en la caricatura, sobre todo para los que no son de aquí. Por eso las palabras maño o maña, aunque me encantan, apenas aparecen.

-Amigo, respecto a las capitales o las grandes urbes hay varias opiniones... ¿tú eres de los que piensas que Zaragoza tiene la perspicacia de vivir entre todos y todas los aragoneses o vive un poco de espaldas a los territorios a los que ha ido fagocitando a sus habitantes?

-La ciudad la vamos construyendo los que la habitamos, sobre todo cuando decidimos asentarnos en ella. No pienso que vivamos de espaldas a otros territorios, puesto que todos traemos un poco de ellos con nosotros. Lo que hacemos es que, gracias a una ciudad cada vez más grande, el poso cultural de las distintas procedencias convive, se intercambia y crea nuevas formas. Esa es la ventaja de la ciudad, sobre todo cuando aún no ha perdido las dimensiones que la hacen cómoda y habitable.

-Respecto a tu libro de relatos y a esa Zaragoza que es escenario y, a la vez, muy protagonista porque parece que es parte de todo y de todos... ¿crees que es una ciudad acogedora y generosa… es buena anfitriona?

-Para mí la mejor, aunque tampoco tengo muchas referencias para comparar. Hay un cierto carácter colectivo que no sé en qué momento surgió, pero que hace que haya complicidad entre la gente, presuponiendo que todo el mundo actúa con franqueza. En otros sitios es más difícil hacerte un hueco, bien porque son pequeños y hay pocas oportunidades, o siendo una gran ciudad hay demasiado espíritu competitivo.

-¿Nos puedes hablar del proceso de documentación y de la investigación, si es que la ha habido, para llevar a cabo un libro de relatos enlazados y entrelazados?

-Hay una herramienta importante que es Internet, pero no todo está ahí, o al menos con la credibilidad que te asegure la precisión y certeza de lo que escribes. Los libros realizados por especialistas siguen siendo fundamentales, así como la hemeroteca. También están los recuerdos de las personas y la experiencia personal. Además, conocer algunos sitios, aunque fuese con algunos años de diferencia, también ayuda a situarte en el escenario en que luego se mueven los personajes.

-¿Qué metodología de trabajo tienes o has tenido con este libro?. Y, ya, finalmente, Ovidio, ¿nos puedes decir en qué estás trabajando en la actualidad, nos puedes dar alguna pista?

-No podría hablar de una metodología específica puesto que su elaboración, al ser el primero, era pura experimentación. Para mi trabajo actual estoy siendo más metódico, ya que me sitúo en el siglo XIX y en algunos aspectos hay que aprenderlo casi todo.

 

 

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