31hTRn1vL9L.jpgCazarabet conversa con...   Irene Liberia Vayá, autora de “José Vidal-Beneyto” (Institució Alfons el Magnànim)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Irene Liberia desde su tesis hecha libro se nos acerca a la vida de este sociólogo desde una crítica y una resistencia democrática que es de lo que mejor pude definir a este hombre que llevó una vida a contraviento.

Lo que nos explica la Institución Alfons el Magnànim sobre el libro:

Este libro, basado en una tesis doctoral defendida en 2017, reconstruye el periplo vital del sociólogo José Vidal-Beneyo (Carcaixent, 1927 - París, 2010), intelectual y hombre de acción. Se formó en derecho y filosofía en València y Madrid, ampliando después estudios en París. Cambridge y Heidelberg. La escuela de Frankfurt tuvo una gran influencia en su pensamiento humanista de "resistencia crítica". Su temprano compromiso con la democracia en España le llevó a exiliarse en París en dos ocasiones: a raz del "contubernio" de Munich (1962) y a consecuencia de la constitución de la Junta Democrática de España (1975). Siempre al margen de afiliaciones partidistas, su única militancia fue la de un europeísmo exigente y un radicalismo democrático con la sociedad civil siempre en el centro. Catedrático de Sociología del Conocimiento de la Universidad Complutense de Madrid, ocupó también importantes cargos y funciones en el ámbito europeo e internacional. Fue Doctor Honoris Causa por la Universidad de València y logró que miles de lectores acudieran puntualmente durante décadas a la cita semanal con sus agudos análisis en El País, diario del que fue socio fundador.  

La autora, Irene Liberia Vayá:

Es doctora en comunicación por la Universidad de Sevilla. Previamente se licenció en Comunicación Audiovisual y en Humanidades por la Universitat de València y desde 2012 forma parte del grupo de investigación AdMIRA: Análisis de Medios Imágenes y Relatos Audiovisuales en su Historia para el Cambio Social—Universidad de Sevilla--.Entre 2014 y 2017 fue investigadora en el proyecto “Acciones relacionadas con el legado científico-cultural del profesor Vidal-Beneyto”—Universitat de València--.Durante este período realizó dos estancias de investigación en el Collège des Hautes Études Européennes Miguel Servet—París—y desarrolló su tesis doctoral sobre la figura del sociólogo valenciano y su obra en materia de comunicación.

¿Nos acercamos un poco a José Vidal Beneyto?  http://roderic.uv.es/static/ben/index.html

https://www.eldiario.es/cv/notes_lectura/biografia-Pepin-Vidal-Beneyto-lhome-multidimensional_6_955114492.html

https://www.uv.es/uvweb/uv-noticies/es/noticias/nau-presenta-libro-postumo-del-sociologo-jose-vidal-beneyto-1285973304159/Novetat.html?id=1286027249670&plantilla=UV_Noticies/Page/TPGDetaillNews

https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20171213/433606934424/celebracion-en-paris-la-obra-postuma-del-sociologo-vidal-beneyto-en-la-nau.html

 

 

 

Cazarabet conversa con Irene Liberia:

vidalbeneyto (2)3.jpg-Irene, ¿qué te hizo acercarte a José Vidal-Beneyto?; ¿por qué eliges su trayecto vital como sociólogo para acercárnoslo a nosotros?

-Empecé a trabajar sobre Vidal-Beneyto hace ahora cinco años. Me encontraba entonces en Sevilla, donde formaba parte –y sigo haciéndolo– de un grupo de investigación de la Facultad de Comunicación de esa universidad (en la que había estudiado un Máster en Comunicación y Cultura), cuando la Universitat de València lanzó un proyecto de investigación para trabajar sobre su figura y su legado científico-cultural. De Vidal-Beneyto conocía sobre todo sus artículos en El País. Me presenté al proyecto y me cogieron, así que me mudé a Valencia (de donde soy y en cuya universidad me había licenciado en Comunicación Audiovisual y en Humanidades) e inicié un apasionante trabajo con montones de material de archivo que él y su mujer, Cécile Rougier, habían donado unos años antes a la Universitat. Fue muy intenso y muy enriquecedor, hice dos estancias en París, donde trabajaba codo con codo con Cécile en el propio despacho de Vidal-Beneyto (en su casa particular) y en el Collège des Hautes Études Européennes “Miguel Servet”, que el sociólogo fundó y dirigió hasta su fallecimiento.

Lo que hicimos durante tres años fue crear una gran base de datos (a partir de un extenso y profundo trabajo que Cécile ya venía realizando desde hacía tiempo), ordenar y digitalizar gran parte de sus obras y documentos (artículos de prensa, proyectos de investigación, textos ensayísticos, trabajos científicos, cartas, escritos literarios, informes, etc.), al tiempo que íbamos extrayendo ideas y dando forma a su biografía a través de todo lo que teníamos y de nuevos materiales que iban apareciendo, así como de testimonios de muchas personas con las que hablábamos o a las que entrevistábamos. Por cierto, en el repositorio de la Universitat de València hay un espacio dedicado a Vidal-Beneyto con más de mil documentos consultables online: http://roderic.uv.es/static/ben/index.html. En medio de todo aquello surgió la posibilidad de realizar mi tesis doctoral sobre su figura, y puesto que mi formación es en comunicación y que Vidal-Beneyto fue un sociólogo del conocimiento, de la cultura y también de la comunicación, con una extensísima obra periodística –él mismo se autodefinía en su última etapa como “comunicólogo”–, decidí aprovechar la oportunidad y centrar mi tesis en su pensamiento y producción sobre este ámbito específico (en el que, por cierto, fue un auténtico pionero en España). 

-¿Cómo era José Vidal-Beneyto, desde su faceta de sociólogo, pensador y crítico?

-Hay una expresión que utilizó su amigo, el sociólogo Carlos Moya, en la presentación en Madrid de su libro póstumo, Celebración de París. Lugares y gentes, en 2017, y que me gusta mucho porque lo define de manera muy clara, y a mi juicio, muy acertada: Vidal-Beneyto entendía y ejercía la sociología “como sociología crítica y ciencia de libertad”. En este sentido, como sus maestros de la Escuela de Frankfurt, su trabajo, siempre crítico, autocrítico y comprometido, se caracterizaba por una orientación práctica, es decir, más allá de la reflexión teórica, había en él una determinante voluntad de contribuir a la transformación real de la sociedad. No en vano, fue uno de los introductores de la sociología crítica en España en un momento en el que, como él mismo explica en su libro Memoria democrática (2007), “la enseñanza y la práctica sociológicas eran consideradas por el poder como una amenaza para los intereses de la clase dominante y para los valores y la propia existencia del Régimen”.

Así, todo lo que hizo –que fue muchísimo– se situó siempre en esta línea de buscar efectos concretos en la realidad social. Y en este sentido hay que destacar que su afán por movilizar a personas, colectivos y organizaciones para el debate, la participación política y la acción en torno a temas muy diversos se mantuvo hasta el final de su vida. Buena prueba de ello son, por ejemplo, las organizaciones y plataformas ciudadanas que impulsó en sus últimos años, entendidas como herramientas de pedagogía y de recuperación de la memoria democrática y colectiva, con las que perseguía de alguna forma profundizar en la democracia y materializar su concepción de la política como participación social (la Plataforma Ciudadana por la Moral Pública en España, 2007; la iniciativa Espacios de la insurgencia cultural, 2007; la plataforma Resistencia Crítica, 2008 y la Cooperativa de Ideas “Walter Benjamin, 2009; pero también, previamente la asociación Memoria Democrática, creada a finales de los 90). En este sentido, se lamentaba de que la democracia hubiese pasado de ser un sistema en el que lo fundamental es la participación a un sistema que sirve para tranquilizar a la sociedad y que impone lo dominante, ya que muchas veces las llamadas “prácticas democráticas” no hacen más que ratificar intereses determinados, como sostenía en una entrevista que le hicieron en 2008 con motivo del IV Premio José Couso a la Libertad de Prensa (en El Siglo de Europa) y desarrolló luego en su libro La corrupción de la democracia (2010), lo  que se ajusta perfectamente a la realidad actual, más de diez años después de estas declaraciones.

JOSE-VIDAL-BANEYTO2.jpg-¿Y como ser humano?, seguramente que has tenido la oportunidad de "estar", leer y “sentir" lo que los que le conocieron le siguen recordando. ¿Qué denominadores comunes, desde lo humano y más allá, le recuerdan sus amigos y conocidos?

-Enumero a continuación algunos de los adjetivos, expresiones y atributos que he recopilado a partir de intervenciones, entrevistas, conversaciones, etc. mantenidas con compañeros, amigos, y en general, allegados a Vidal-Beneyto de tiempos y ámbitos diversos (la sociología, la política, los negocios, las relaciones personales, etc.): independiente / libertario / extremadamente riguroso / gran conspirador (en el sentido de la tradición romántica) / uno de los primeros europeístas españoles / polifacético / incansable / idealista / profundo conocimiento / ética / gran capacidad de convencimiento / extraordinaria sensibilidad / hombre comprometido con su tiempo y, más allá de lo político, con un proyecto de vida mejor para los demás / enorme capacidad de entusiasmo / gran inventiva / empatía… Sin olvidar su simpatía natural. 

-¿Quién le influyó desde lo humano al "ser pensador" que era José Vidal-Beneyto?

-Aunque son muchas las teorías, líneas de pensamiento y autores que han influido de una forma u otra en Vidal-Beneyto –que estuvo siempre y permanentemente atento a las últimas investigaciones y publicaciones realizadas en sus distintas áreas de interés, tanto en lo político, como en lo sociológico y mediático–, tres de las corrientes que más le marcaron a lo largo de su dilatada trayectoria fueron las siguientes: Por un lado, la fenomenología de Husserl, en la que se adentra de la mano de Merleau-Ponty en París. Por otro, la Sociología Crítica de la Escuela de Frankfurt: fue discípulo de Theodor W. Adorno en Frankfurt en los años 50; sus planteamientos están especialmente influidos por la teoría comunicativa y de la opinión pública de Jürgen Habermas, a quien tradujo y conoció; y también por la perspectiva anti-academicista y anti-institucional de Walter Benjamin, quien inspiró uno de sus últimos proyectos: la Cooperativa de Ideas “Walter Benjamin). Y, por último, el pensamiento complejo de Edgar Morin, uno de sus amigos más cercanos desde que se conocieran en 1961 y hasta su fallecimiento, y con quien compartió muchos proyectos intelectuales y luchas políticas (ambos se llamaban “hermano” el uno al otro y, de hecho, Vidal-Beneyto es uno de los nombres que protagonizan el libro-recuerdo que Morin acaba de publicar: Les souvenirs viennent à ma rencontre). A este respecto hay que destacar que en los 60 Morin le introdujo en el grupo de la revista Arguments, con Castoriadis, Claude Lefort, Duvignaud, etc. Todos esos intelectuales que se apartan del comunismo tras la represión soviética en Hungría para replantear otra forma de socialismo. Y también a través de Morin vendrán luego los contactos con el CETSAS (Centre d’Études Transdisciplinaires, Sociologie, Anthropologie, Sémiologie): Julia Kristeva, Roland Barthes, etc., tan influyentes en los planteamientos del Comité Internacional de Comunicación, Conocimiento y Cultura (CKC en sus siglas en inglés) de la AIS (Asociación Internacional de Sociología) a partir de los 70 (Comité que, por cierto, preside Vidal-Beneyto entre 1974 y 1990).

A nivel más directo respecto a sus amigos intelectuales o aquellos compañeros que le influyeron en distintos momentos de su vida, habría que comenzar por las tertulias filosóficas y literarias en la segunda mitad de los años 40 en los cafés Gaviria, Gambrinus y Gijón en Madrid. Este fue el punto de partida, el estímulo de la reflexión: recitaban y escribían poemas, leían, traducían y discutían a los existencialistas, a Heidegger, Horkheimer, Thomas Mann, Joyce… En ese círculo están –entre otros– José Suárez Carreño (de quien Vidal-Beneyto se hace muy amigo), Ignacio Aldecoa, Josefina Rodríguez, Rafael Sánchez Ferlosio, Luis Martín Santos, Carmen Martín Gaite, Manolo Sacristán, Juan Benet, Fernando Baeza… Es el momento en el que comienza la etapa de su crisis religiosa. Lee especialmente a Wilhelm Dilthey, Max Scheler, Alexander Pfánder, Jean-Paul Sartre y Jacques Maritain, y acabará cambiando la fe por el compromiso político-social.

Posteriormente, un punto de partida humano muy estimulante para su reflexión en torno a la forma de organización del Estado, será, sin duda, su encuentro a partir de finales de los 40 con el exilio republicano español en Francia. Hay que tener en cuenta la historia familiar tan particular del sociólogo, con una madre muy religiosa y un padre republicano de derechas, empresario de la naranja muy influyente, que al estallar la Guerra Civil y ser perseguido por los “suyos” (los republicanos) cambia de bando y se hace franquista. En el OPUS desde los 17 años, Vidal-Beneyto sufrirá una crisis existencial y religiosa, como acaba de apuntarse, siendo estudiante en Madrid, en los tiempos en los que frecuenta a la bohemia literaria y las tertulias filosóficas de los cafés aludidos. Es entonces, justo cuando viene de hacer esa evolución personal y abandona el Opus, cuando se encuentra en sus primeros viajes a París con el exilio: Paco Benet, Pepe Martínez de Ruedo Ibérico, Antonio Soriano de la Librairie Espagnole… (ya en los 50 entrará en contacto con Enrique Adroher Gironella, con quien organizará el “contubernio” de Múnich). Todo ello le empuja a revisar lo que proviene de la cultura familiar heredada y a comenzar su reflexión sobre lo que ocurre en España, el sistema político, la forma de Estado, los partidos…

Otros grandes amigos intelectuales del sociólogo, que influyeron en distintos momentos y de diversas maneras en sus planteamientos y en su vida (y a quienes, a su vez, él influyó), fueron, en Francia: Mario Borillo (un niño del exilio de 1939, hijo de obrero anarco-sindicalista, que de adulto se convertirá en un ingeniero informático precursor de la reflexión sobre la aproximación formal a las ciencias humanas), Alain Touraine, Abraham Moles, Poulantzas... Por supuesto, sus amigos italianos: el politólogo Alberto Spreafico (con quien comparte la aventura de la asociación AMELA, lanzada en 1980) y otros sociólogos como Alberoni o Martinotti. En España podríamos citar al filósofo Manuel Sacristán (a quien conoció en su juventud en las tertulias filosófico-literarias de Madrid y que estuvo luego, como él, en Heidelberg); al sociólogo Jesús Ibáñez y, en general, a su grupo cercano de CEISA: Aranguren, Tierno Galván, Raúl Morodo, Carlos Moya, los economistas José Luis Sampedro y José Manuel Naredo, que fue uno de los primeros ecologistas  españoles junto con el sociólogo urbano Mario Gaviria; el director del Centro de Cálculo, Ernesto García Camarero; Elías Díaz, Luis García San Miguel y un largo etcétera. Todos ellos fueron compañeros de lucha por las libertades y la democracia en España. Aunque tampoco podemos olvidar al núcleo fundador de Le Monde Diplomatique: Claude Julien en primer lugar, y luego Bernard Cassen e Ignacio Ramonet; o a los fundadores y directores de El País (por lo menos hasta 2007), incluyendo a los periodistas y responsables de las secciones en las que colaboraba y con los que mantenía a veces duros debates.

jose_vidal_beneyto_eixam.jpg-Aunque él también ha sentado escuela, ¿no?

-Por supuesto. Además de la influencia mutua de la que acabamos de hablar (su círculo más cercano en CEISA, sus compañeros de AMELA y muchos otros con quienes compartió tantos proyectos intelectuales…), hay que nombrar, por ejemplo, a los jóvenes investigadores del CKC de AIS. Estos participaron en varias investigaciones comparativas de gran envergadura lanzadas a nivel internacional por Vidal-Beneyto en este marco, que implicaban a muchos países distintos, y entre las cuales destacan trabajos pioneros sobre la producción de la realidad a través de los telediarios y de los diarios de referencia dominante. Por hablar solo de España, podemos citar a Gérard Imbert, Miguel de Aguilera, Begoña García Nebreda, Alejandro Perales o Juan Menor, por ejemplo, y sin salir del mundo de la comunicación, hay que destacar que el sociólogo dirigió la tesis doctoral –además de a algunos de estos jóvenes investigadores del CKC– de personalidades tan destacadas como Enrique Bustamante, y tuvo mucha influencia en otros como Miquel de Moragas, Emili Prado o Lluís Bassets. En otra línea también mantuvo una estrecha relación durante más de veinte años con el actual director de la Fundación Santillana, Basilio Baltasar. 

-Me da, por lo que voy leyendo, que es inseparable "lo humano" y su trayectoria como sociólogo, ¿verdad? / ¿Era antes que nada un humanista?

-Efectivamente, puede expresarse en esos términos si se quiere. De hecho, su amplísima e interdisciplinar formación y su decidida apuesta por una sociología humanista y socialmente útil así lo corroboran. Siguiendo a Edgar Morin y a la enmienda a la totalidad del pensamiento sociológico dominante que supone su pensamiento complejo, Vidal-Beneyto también compartía la idea de que los sociólogos debían asimilar al mismo tiempo la cultura científica y la cultura humanista, comprometiéndose personalmente en su investigación y problematizando críticamente lo que parece evidente, utilizando, por supuesto, datos fiables y comprobables, pero también desarrollando un pensamiento y una escritura personales.

A este respecto hace apenas unos días entrevistaron a Edgar Morin en France Culture a propósito de la publicación de su libro Les souvenirs viennent à ma rencontre, y dijo algo que me hizo pensar inmediatamente en Vidal-Beneyto. Explicó de manera muy esclarecedora que una de las barbaries que nos acechan en la actualidad y que es propia de nuestra civilización es la “gélida barbarie del cálculo”. Morin se refería a que el conocimiento se asimila cada vez más a un mero informe cuantitativo: para las clases dirigentes, para el poder, el conocimiento acerca de los individuos se reduce a la tasa de crecimiento, al PIB, a las encuestas de opinión... Y, aunque está claro que debemos usar la aritmética (Vidal-Beneyto conocía las metodologías y técnicas cuantitativas y las empleaba siempre que eran necesarias), esta nunca podrá entender ni dar cuenta de la emoción, el amor o el odio, es decir, de todo aquello que compone realmente nuestra naturaleza humana. Además, todo conocimiento que aísla un objeto es un conocimiento más o menos mutilado, recordaba Morin, de ahí su propuesta de conocimiento complejo, que no quiere decir en ningún caso conocimiento completo ni total (al que es imposible llegar), sino conocimiento que acepta la incertidumbre en su seno, que sabe que no es absoluto pero que busca relacionar todo para tratar de ver los diferentes aspectos ligados a una misma realidad.

Por lo demás, en la crítica negativa que Vidal-Beneyto hace de la realidad a distintos niveles, se encuentra proyectada la “sociedad buena” (o mejor, en plural: “sociedades buenas”) del futuro que imagina y persigue (al modo de la teoría crítica frankfurtiana). Esta se define por una convivencia ciudadana posible, libre, justa y en paz, que remite al “mundo de la vida” habermasiano. En este sentido, Vidal-Beneyto se muestra de acuerdo con Habermas en la necesidad de recuperar el núcleo discursivo y comunicativo de ese mundo de la vida frente a la colonización que se está produciendo por parte del mundo sistémico (esto es, del espacio institucional dominado por la exigencia de eficacia y la rentabilidad instrumental). Se trata de ampliar el horizonte de entendimiento entre sujetos libres para caminar hacia la emancipación humana y de concretar una serie de reglas colectivas de comportamiento que tengan como meta el compromiso racional y la democratización integral de la sociedad a través de la ampliación de la base de interlocutores en los procesos de toma de decisión. En esta línea se sitúan precisamente algunas de sus últimas iniciativas, como las plataformas ciudadanas a las que he hecho referencia antes.

-¿Lo podríamos definir como un activista crítico y resistente con la sociedad que le rodeaba? Hasta desde la Institució Alfons el Magnànim y la sinopsis se le define un poco así.

-Sí, a todos los niveles insistía constantemente en la necesidad de un mayor protagonismo de la sociedad civil en la organización y gestión de los asuntos públicos. En este sentido, por ejemplo, su posición durante el proceso de las Mesas y Juntas Democráticas siempre fue por la ruptura, apostando por la movilización de amplios sectores de la sociedad civil con la democratización radical del Estado como meta última. De igual forma, otro ejemplo que revela bien su postura en este sentido es su “no” a la Constitución Europea del 2004 precisamente por la falta de protagonismo de la sociedad civil, y del que da buena cuenta este pequeño extracto de un artículo suyo publicado en El País: una Constitución que no es ciudadanamente constituyente está viciada de origen […] El texto que se nos somete, elaborado y aprobado, como ya sucedió con la Constitución española, de espaldas a la calle y secuestrándola a la sociedad civil y a la opinión pública […] responde exclusivamente a la lógica de los Estados y a su obsesión cratológica”.  Un punto importante a subrayar en el contexto actual es que –al igual que muchos de sus amigos que lucharon durante el franquismo por las libertades desde opciones ideológicas diversas, como es el caso de Fernando Álvarez de Miranda– consideraba la Constitución española de 1978 como un punto de partida y no de llegada. Es decir, como algo revisable con enmiendas para adaptarse a la evolución de la sociedad. En ningún caso una norma inmutable.

Por lo demás, para él, la falta de participación real de la sociedad civil (que debería ser “lo esencial” de los sistemas democráticos según su perspectiva) es una prueba de la disfunción de la democracia. Así, subraya que la crisis fundamental de la política, y dentro de esta, de la democracia, tiene que ver en parte con la idea de que hoy la política se equipara precisamente a la democracia, es decir, que fuera de esta no cabe pensar nada. En este sentido, la democracia habría operado una especie de clausura de las formas de organización política o, en otras palabras, habría “pasado de ser un sistema en el que lo fundamental es la participación a lo que es hoy: un sistema que sirve para tranquilizar a la sociedad y que impone lo dominante”, como expresa en otra entrevista concedida a El Siglo de Europa en 2008. La política no se hace individualmente –insistía una y otra vez– sino con los demás, por ello, los partidos han de permitir la permeabilización de la democracia, esto es, tiene que convivir la estructura política actual con la participación directa de la sociedad civil a través de los “grupos natural-sociales” (los barrios, los grupos profesionales, colectivos de vecinos, comisiones de consumo, etc.). En resumen, urge dejar atrás la idea de los partidos políticos como actores exclusivos del espacio social (seguro que se hubiera alegrado de la apertura iniciada con el 11-M y que se habría movilizado). 

JoseVidalBeneyto_NoticiaAmpliada.jpg-No estuvo nunca vinculado a ningún partido político, pero reflexionemos un poco, por favor ¿sus ideales puede que se retroalimenten de "cierto aire libertario "?

-Respondo con las propias palabras de Vidal-Beneyto en una entrevista que su amigo, el semiólogo y catedrático de Comunicación Audiovisual, Gérard Imbert, le hizo para la revista Telos en 2008: “[..] no estuve en ningún partido político, tuve desde siempre una estructura de convicciones personales radicalmente democrática, compatible con una cierta complejidad y con una tendencia a privilegiar la autonomía absoluta del individuo, pero no funcionando necesariamente en grupo. De ser algo, más que un anarquista, sería un anarco-sindicalista. Es decir, no un libertario exquisito, ni tampoco un posmoderno. Por eso cuando llega la Transición, aunque tenga relaciones en algún sentido problemáticas con el partido comunista, no me cobijo en ninguno de los grandes partidos. Pues no estoy convencido de poder ir con ellos hasta el final del trayecto.”

Esta independencia total se refleja muy bien en otra entrevista a la que ya he aludido (entrevista de Salvador Martínez para El Siglo de Europa), cuando afirma que es un estudioso de los medios de comunicación mucho más que un actor, y que sus objetos de análisis y perspectivas no son habituales, entre otras cosas, porque su ideología le impide reconocerse en ninguna posición política de las normalmente aceptadas. Más generalmente, se definía sobre todo como un hombre de progreso y siempre tuvo claro que, desde su salida del Opus Dei en 1948, no pensaba cambiar “una iglesia por otra”. En definitiva, se movió desde sus convicciones radicalmente democráticas (insistiendo una y otra vez en la absoluta necesidad de participación ciudadana), entre la esperanza, el desencanto y el escepticismo, convencido siempre, como él mismo escribió pocos años antes de morir en su libro Memoria democrática (2007), de que “las cosas pueden mejorar, que los seres humanos están hechos para la felicidad. Que eso, y no otra cosa, es el progreso”.

-¿Su resistencia crítica se hubiese tenido que retroalimentar sobre sus propios valores, como reconstruyendo su acción ante "otras necesidades"?

-Si hay algo que caracterizaba a Vidal-Beneyto era su capacidad para avanzarse a su tiempo y detectar las urgencias y las tendencias que estaban por llegar. Es en este sentido que quienes le conocieron y quienes le seguían le definen como un pionero: por ejemplo, lo fue en términos de europeísmo, en el estudio científico de la comunicación, en la introducción de la sociología crítica en España, en la asunción del sistema global como unidad de análisis de las ciencias sociales, en la defensa y divulgación del altermundialismo, en el desarrollo y reforzamiento de las grandes áreas macrorregionales para afrontar mejor la globalización… Por supuesto, hubiese continuado comprometiéndose y movilizándose (y con él, a sus redes) contra todas las formas de injusticia social y de violaciones de los derechos humanos que, lamentablemente, han seguido produciéndose durante estos diez años transcurridos desde su fallecimiento.

-Amiga Irene, ¿cómo fue documentarse y estudiar sobre este pensador crítico y sociólogo? Lo planteas casi como una especie de biografía que te lleva a su infancia entre naranjos; al bachiller en los escolapios, a sus años en la universidad.

-El método biográfico consiste, grosso modo, en tomar individuos particulares como sujetos de estudio y, en este caso concreto, lo que he hecho ha sido explicar el proceso vital de Vidal-Beneyto en su contexto a partir del estudio de lo que se conoce como “documentos de vida” (notas autobiográficas del propio sociólogo, documentos de trabajo, fotografías, entrevistas que le realizaron, correspondencia personal y profesional, etc.), de entrevistas a personalidades que trabajaron con él o que formaron parte de su círculo personal y de conversaciones abiertas con personas allegadas, especialmente con su segunda esposa, Cécile Rougier-Vidal, que también es socióloga y que fue su estrecha colaboradora durante cuarenta años.

Pero cabe subrayar especialmente que para construir la biografía partí de un esquema vital del propio Vidal-Beneyto que contenía los ejes centrales de su trayectoria personal, profesional, intelectual y política. El sociólogo había tratado de comenzar su autobiografía (que tituló Una vida a contraviento, como se cuenta en el libro que hemos publicado) en varias ocasiones, y para ello había ido tomando notas, apuntando nombres, recogiendo documentación, dividiendo su vida en épocas y elementos relevantes en cada una –con la ayuda de Cécile Rougier, que fue posteriormente contrastando y ampliando datos–, etc. Todo ello nos sirvió de punto de partida para ordenar y orientar lo que teníamos y llegar así al máximo de información posible. Una información que, además, tenía el valor de proceder directamente del propio Vidal-Beneyto y de su mirada hacia su propia vida.

Más generalmente, trabajé tanto con el material del ‘Fondo José Vidal-Beneyto’ que existe en la Biblioteca de Ciències SocialsGregori Maians’ de la Universitat de València (conformado a partir de una importante donación a la que he aludido al comienzo, realizada por el sociólogo y por Cécile Rougier), como con el archivo personal de Vidal-Beneyto situado en su casa particular de París. Además, por supuesto, de empaparme de su obra (libros y artículos publicados, pero también textos inéditos, entrevistas e intervenciones en medios de comunicación, etc.) y de las innumerables conversaciones/entrevistas mantenidas a lo largo de varios años, incluso en convivencia, con Cécile Rougier y otras personas muy cercanas al sociólogo durante dos estancias de investigación en París y también en encuentros más breves en València.

En definitiva, fue –y sigue siendo, porque un proyecto de estas características y con una figura tan poliédrica y fascinante como la de Vidal-Beneyto, no se puede dar nunca por concluido– un proceso apasionante.  

-Y luego le vas siguiendo, ¿qué es lo que más te sorprendió en este acercamiento a Vidal-Beneyto?

Aunque podría destacar muchas cosas, si tengo que quedarme con algo concreto, destacaría en primer lugar algo de lo que ya he hablado: su capacidad para adelantarse a su tiempo, es decir, su visión amplia y compleja que le lleva a abrir caminos tanto en lo científico, como en lo político, lo mediático y a muchos otros niveles… Y sobre todo sus impresionantes contactos, por lo vasto y heterogéneo de la nómina de gente con la que se relacionaba. De hecho, tanto en la tesis doctoral como en esta biografía que acabamos de publicar en el Magnànim, destaco especialmente su faceta de “hombre de redes”, su enorme capacidad para reunir los recursos y sumar los apoyos necesarios para lanzar y desarrollar proyectos múltiples e innovadores en distintas áreas al mismo tiempo. Sin olvidar su poder de convicción y su lucidez. Su trayectoria y su forma de trabajar podrían sintetizarse con la metáfora de la abeja que poliniza el conocimiento, tomando y transfiriendo ideas y recursos de unos lugares a otros.

Sin título-3.jpg-¿Cómo fue tu metodología de trabajo en las tareas sobre tu tesis sobre Vidal-Beneyto?

-Primero estuve un año entero empapándome de su trabajo (y de su vida, claro) sin la intención de centrar la tesis en él. Eso me permitió adentrarme poco a poco en su figura sin intentar encajarla en un proyecto de investigación preestablecido. Leía mucho (no solo todo lo concerniente a su vida y obra, sino también a los distintos contextos socio-político-culturales que le rodearon), hablaba mucho con gente que le conoció en momentos muy distintos y por motivos diversos... En definitiva, fue una intensa labor de documentación que me ayudó a entender de manera global al “personaje”.

Una vez se me planteó la posibilidad de realizar la tesis sobre Vidal-Beneyto, mientras seguía estudiando su legado, fui perfilando qué parte de su extensa obra y polifacética vida quería abordar y desde qué perspectiva. No dejaba de ser un objeto de estudio, cuando menos, “curioso”, para un programa de doctorado en comunicación, como era el mío. Consulté tesis similares en este y otros campos, mis directores Antonio Ariño Villarroya (Universitat de València) e Inmaculada Gordillo Álvarez (Universidad de Sevilla), así como otros/as profesores/as e investigadores/as a los que pedí consejo, me ayudaron mucho a definir bien qué iba a estudiar, con qué metodología y técnicas, etc., para no perderme en el camino. Había un material inabarcable, tenía muchas fuentes (y especialmente una de primerísima mano que me daba acceso a todo, Cécile Rougier) y, como siempre pasa con todas las tesis, poco tiempo... Fueron años de trabajo muy duro, pero también muy gratificante.

En términos generales, el objeto de estudio era la vida y obra de Vidal-Beneyto y su relación con la comunicación, entendida como eje fundamental de su trayectoria vital e intelectual. Y para ello me basé en una metodología fundamentalmente cualitativa, aunque combinada con un método a priori cuantitativo (que yo apliqué teniendo en cuenta la perspectiva defendida por los llamados “cualitativistas”), como es el Análisis de Contenido. Más concretamente, combiné el enfoque biográfico (aunque pluridisciplinar, desarrollado sobre todo en el ámbito antropológico), que dio lugar a un relato biográfico breve (que me sirvió de base para desarrollar el libro que ahora hemos publicado), con el Análisis de Contenido (a través del cual analicé una muestra de sus más de 500 columnas y textos de opinión publicados en medios diversos, lo que me permitió hacer una clasificación de temas, palabras clave, autores citados, terminología y expresiones propias del autor, etc.) y, por último, el Análisis Crítico del Discurso (siguiendo a Teun A. Van Dijk, Norman Fairclough y otros autores) para profundizar en el estudio de su obra periodística y conectarla con sus trabajos científicos y teóricos sobre el ámbito de conocimiento de la comunicación.

-¿Y cómo fue el transformar una tesis, tu tesis, en un libro? Por cierto, la edición con la Institució Alfons el Magnànim, ¿cómo ha ido?

-Realmente este libro solo refleja una parte de la tesis, que es la aproximación a la biografía de Vidal-Beneyto. Como comenté antes, la tesis se dividía en dos grandes bloques: el estudio de su vida y el de su obra (que, en realidad, como no podía ser de otro modo, estaban completamente entrelazados). El de su obra consistía, primero, en una parte más teórica, donde se recogían las principales acciones que Vidal-Beneyto llevó a cabo en materia de comunicación y, especialmente, sus aportaciones teórico-conceptuales más relevantes en este ámbito, y por otro lado, un segundo bloque en el que analizaba su obra periodística, siguiendo la metodología antes explicada.

Para el libro editado por la Institució Alfons el Magnànim partí del estudio biográfico realizado para la tesis (ese primer gran bloque al que acabo de referirme), ampliándolo gracias a nuevo material facilitado por Cécile Rougier y a nuevos testimonios recabados a través de entrevistas que realicé a otras personas que coincidieron con Vidal-Beneyto o que realizaron proyectos junto a él en momentos diversos y sobre temas heterogéneos. Todo ello había que encajarlo en una biografía limitada que, por supuesto, no es la definitiva –y esto quiero dejarlo muy claro–, sino simplemente una primera aproximación, ya que las características del personaje y la gran cantidad de documentación de la que se dispone dan para mucho más. Por otro lado, también me gustaría puntualizar que, puesto que el origen de esta obra es una tesis doctoral, a diferencia de la mayoría de biografías que estamos acostumbrados a leer, que suelen ser mucho más literarias, en este caso se trata de un texto con un tono notablemente académico.

En lo que concierne a la Institució Alfons el Magnànim, el trabajo ha sido muy fácil y muy cómodo, ya que he podido estar en contacto permanente con el departamento de publicaciones y, en concreto, con la persona encargada de la edición del libro. Hemos ido tomando decisiones conjuntamente y todos estamos muy contentos con el resultado.

vidalbeneyto (1)4.jpg-Amiga Irene, ¿nos puedes explicar si estás trabajando en algo?

-Respecto a Vidal-Beneyto, seguimos trabajando con el inmenso material del que disponemos tanto en el ‘Fondo José Vidal-Beneyto’ de la Universitat de València como en su archivo personal. El objetivo es, por un lado, seguir ordenando, digitalizando y actualizando la documentación disponible online a través del repositorio Roderic, y por otro, continuar ampliando el fondo físico de la Biblioteca de Ciències SocialsGregori Maians’ de la Universitat de València, y habilitarlo para que sea consultable por todas las personas interesadas.

Además, después de la publicación en 2017 del libro inédito del sociólogo Celebración de París. Lugares y gentes (Publicacions de la Universitat de València), estamos preparando la edición de otro libro inédito sobre política, sociología y religión en la España de los años 60 y 70 (también con la Universitat de València), que previsiblemente se titulará Diciendo No. Testimonio de una lucha: apuntes de crítica y política (España, 1965-1975). Por lo demás, dado que en este año 2020 se cumple una década de su fallecimiento, estamos organizando diversos actos conmemorativos que se sumarán a las presentaciones de la biografía del Magnànim.

En otro orden de cosas, por mi parte, en el último año he estado trabajando en una investigación sobre la historia cultural de la Universitat de València desde 1985 (año de la aprobación de los Estatutos democráticos de la institución) hasta 2019, para conmemorar el 20 aniversario de la reapertura de su sede histórica como Centre Cultural La Nau y el 520 de la fundación de la Universitat. La investigación se materializará también en forma de libro, editado nuevamente por el servicio de publicaciones de la Universitat de València, y verá la luz en la primera mitad de este año. 

-¿Quién influenció a José Vidal-Beneyto? ¿Y de qué manera?

-Ya hemos hablado al comienzo de algunas de sus principales influencias teórico-intelectuales (fenomenología, Escuela de Frankfurt, pensamiento complejo, etc.), que nos han llevado a hacer referencia a algunos nombres propios (Merleau-Ponty,  Habermas, Morin, el grupo de la revista Arguments y del CETSAS…). Antes de esto, también comenté brevemente la importancia de su particular historia personal, con un padre republicano de derechas que se vuelve franquista durante la guerra y una madre muy creyente que le inculcó valores profundamente cristianos, hasta el punto de que el Vidal-Beneyto niño llegó a pertenecer fervientemente a Acción Católica cuando estaba interno en los Escolapios de Zaragoza, y a entrar posteriormente en el Opus Dei de la mano de Ángel López Amo. Mientras estuvo en la Obra (de los 17 a los 21 años), fue, además, una persona bastante cercana a Escrivá de Balaguer –aunque jamás fue, como dice la leyenda lanzada por José María Ruiz Gallardón, su secretario personal–, a quien acompañó en varias ocasiones a Roma y con quien trató abiertamente su crisis existencial y religiosa que, finalmente, le llevó a abandonar el Opus.

Hemos evocado, igualmente, las tertulias filosófico-literarias de sus años de estudiante en Madrid, con José Suárez Carreño, Luis Martín Santos, Alfonso Sastre, Ignacio Aldecoa, etc. Sus lecturas de Dilthey, Scheler, Pfánder, Sartre, Maritain... y su encuentro con el exilio español en París a finales de esos años 40 (Paco Benet, Pepe Martínez, Antonio Soriano, Enrique Cruz Salido, etc.). Asimismo, en su instalación en París a comienzos de los 50, Vidal-Beneyto descubre la red de solidaridad valenciana que funcionaba alrededor de Les Halles y que había nacido en parte en torno a la Casa Regional Valenciana de París. Allí se encuentra con paisanos de Carcaixent que le dan sus primeros trabajos, y será precisamente desde el mercado central donde comenzará sus operaciones de importación-exportación.

Un poco más tarde, en la capital francesa conocerá también a Enric Adroher Gironella, con quien trabajará intensamente para lograr la celebración de la reunión de Múnich en el 62, haciendo de bisagra entre la AECE (Asociación Española de Cooperación Europea) en el interior de España –hay que recordar aquí que es a través de sus compañeros de la Facultad de Derecho en Madrid, José María Ruiz Gallardón, Guillermo Luca de Tena, José Mario Armero, etc., como conoce a un grupo de jóvenes que, al amparo de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, organiza debates sobre temas europeos: Fernando Álvarez de Miranda, Íñigo Cavero, Carlos Bru Purón, etc.)– y el Consejo Federal Español del Movimiento Europeo (CFEME) en el exterior. Sin olvidar el papel que jugó, a petición de José María Gil Robles padre, a punto de asumir la presidencia de la AECE, para concertar en su nombre reuniones con líderes históricos de la izquierda, aun a sabiendas ambos que nunca jugarían en el mismo patio.

Los 60 son los años de puesta en marcha de los Cursos de Sociología (con Pablo Cantó) y CEISA/Escuela Crítica de Ciencias Sociales, con los compañeros ya citados anteriormente. En los 70, previo paso por Estados Unidos –donde lanza investigaciones con Raimundo Panikkar, Aranguren, Alberto Moncada, María del Carmen Tapia, etc., y también se reencuentra con Manuel Hernández Mompó, a quien había conocido a través de Eusebio Sempere en sus tiempos de estudiante en València–, se desarrolla todo el proceso de las Mesas y Juntas Democráticas, momento en el que estrecha lazos con personalidades como Antonio García Trevijano y el Partido Socialista Popular de Tierno Galván (otros nombres importantísimos de esa época son Raúl Morodo, Rafael Calvo Serer, Santiago Carrillo, Francisco Bobillo, Nicolás Sartorius, Luis Otero, etc.).

El catálogo de nombres sería mucho más largo, algunos ya han sido aludidos con anterioridad (la gente del CKC, de AMELA, de Le Monde Diplomatique, etc.) y otros no, por ejemplo: quienes le ayudaron en la recuperación del Colegio de España en la Ciudad Internacional Universitaria de París; las personas con las que trabajó en Europa a nivel institucional: Consejo de Europa, BERD, Comisión Europea, UNESCO… A este respecto hay que destacar, por un lado, a Marcelino Oreja, que era secretario general del Consejo de Europa cuando Vidal-Beneyto fue nombrado director general de Educación, Cultura y Deporte, y para quien ejerció de consejero más tarde en la Comisión Europea. Por otro lado, Federico Mayor Zaragoza es, sin duda, una figura muy presente en la biografía del sociólogo desde que comenzaran a colaborar en los ochenta: Vidal-Beneyto trabajó como consejero para Mayor Zaragoza cuando este era ministro de Educación y Ciencia y, más tarde, fue su consejero principal en la UNESCO; además, había sido su mano derecha en la puesta en marcha de la reconstrucción del Colegio de España en París…

La lista de compañeros y amigos con los que compartió proyectos y aventuras sería interminable (y muy heterogénea): Jacques Leenhardt, Francisco Delich, Fernando Perrone, y limitándonos a España, Carlos Ollero, Mario Gaviria, José Antonio Perelló, Manuel Broseta, Vicent Ventura, Rodrigo Uría, Miguel Martínez Cuadrado, Aurelio Sahagún, Basilio Martín Patino, Jesús Fernández Santos, Bardem, Genovés, García Ochoa, Luis López Álvarez, Antonio López Pina, el P. Jesús Aguirre,  por citar unos cuantos... 

-Su resistencia crítica y su querencia por la democracia en una España bajo la dictadura le llevó dos veces al exilio; ¿cómo fueron aquellos? ¿qué supusieron para él?

-Hay dos luchas que atraviesan y definen especialmente la biografía de Vidal-Beneyto: el europeísmo y la democracia entendida como participación social. Ello determina su inagotable voluntad de intervención, la radicalidad de su entrega y su obstinada vocación de ser “comunitariamente útil”, como reflejan perfectamente las numerosas iniciativas y proyectos que emprende o propone hasta el final de su vida, y que persiguen la profundización de la democracia.

Por un lado, su vocación europeísta, política y consciente, nace en sus años de estudiante en Madrid y no le abandonará nunca, aunque se transformará con el tiempo, adaptándose a las circunstancias de cada momento. En aquellos primeros años se comprometerá intensamente en la causa europeísta hasta el punto de involucrarse en la lucha clandestina, especialmente a partir de mediados de los 50, trabajando por lograr la colaboración entre la AECE dentro del país y el Movimiento Europeo en el exterior. Tras dos intentos fallidos, conseguirán que representantes de toda la oposición antifranquista del interior y del exilio –con algunas excepciones, siendo la más notable la de los comunistas– se reúnan en lo que hoy se conoce como el “contubernio de Múnich” en 1962. Después de este acontecimiento histórico y el consiguiente exilio al que muchos de los participantes se vieron abocados, entre ellos el propio sociólogo (en París, donde ayudó a muchos de sus compañeros gracias a los contactos y recursos con los que contaba en la capital francesa desde hacía más de diez años), este no desistirá jamás de un combate que unifica bajo la dictadura la lucha por Europa y por la democracia, y tras ella, se centra en la profundización democrática y en la construcción de una Europa social y ciudadana.

El segundo exilio, también en París, vino tras emitirse contra él en enero de 1975 una orden de detención por “asociación ilícita” por su participación en la organización de la Junta Democrática de España (JDE). En 1974 había sido nombrado Presidente de la Junta Democrática de Madrid-Región y en enero de 1975 participa en la segunda rueda de prensa de la JDE, única celebrada en Madrid. Su huida a París es decisión conjunta con sus compañeros de la JDE, tras barajar varias opciones, y una vez allí será nombrado responsable de la Delegación Exterior (Carrillo le llamaba el “ministro de Exteriores de la Junta”) y viajará continuamente con Rafael Calvo Serer y Santiago Carrillo para entrevistarse con líderes de países y organismos extranjeros con el fin de recabar apoyos. Además, también realiza varios viajes clandestinos, al tiempo que en París mantiene continuos encuentros y debates con sus amigos intelectuales. En definitiva, hasta su regreso a España tras la amnistía parcial de 1976, este segundo exilio se caracteriza por una actividad política frenética, sin dejar de lado en ningún momento sus trabajos de investigación (no olvidemos que había vuelto de su período como profesor visitante en Estados Unidos en 1973, donde había puesto en marcha varias investigaciones de envergadura que continuará durante los siguientes años). 

-¿Qué concepción tenía de Europa, cómo la pensaba y la sentía? ¿Crees que le agradaría o hasta qué punto sería crítico con una Europa tan esclava del neoliberalismo, de los lobbies, una Europa que vuelve la espalda a los refugiados? Pero sí que era un "europeísta", ¿no?... ¿Qué idea de Europa tenía, la de los ciudadanos antes que nada y en todo? ¿Qué crees que pensaría ahora de esta Europa que da la espalda a los refugiados, que se desentiende de los que intentan llegar por el Mediterráneo?

-Como ya se ha puesto de manifiesto, Europa es uno de los ejes transversales de su vida, de hecho, su interés y curiosidad hacia Europa despiertan cuando es tan solo un niño y su compromiso serio con ella arranca cuando es un joven estudiante en Madrid, como ya hemos dicho. Lejos de decaer, este compromiso se hará más fuerte y exigente con el tiempo y se manifestará de formas muy diversas: más allá de lo político-social y de lo cultural-ciudadano, Europa será también uno de sus objetos de estudio desde múltiples perspectivas.

De forma general, como pone de manifiesto la biografía editada por el Magnànim, las conexiones entre el sociólogo y Europa son muy abundantes y heterogéneas: su sentimiento de familiaridad desde pequeño, cuando su padre viajaba por negocios a distintos países del continente en los años 30; su lucha por una Europa democrática desde la AECE y el Movimiento Europeo Internacional, iniciada a finales de los 40-principios de los 50; su vida en varios países europeos (Francia, Alemania, Inglaterra, Suiza, etc.) y sus constantes viajes por motivos intelectuales y de negocios; su papel clave en la organización de la Reunión de Múnich de 1962; sus puestos de responsabilidad en varias instituciones y organizaciones europeas a partir de los años 80 (Consejo de Europa, BERD, Comisión Europea, AEC, UNESCO, etc.); su participación en el lanzamiento y/o desarrollo de multitud de iniciativas y organizaciones con Europa como tema o fondo (AMELA en sus diferentes etapas, la Unión Europea de Federalistas, la Comisión “Cultura y Comunicación” del Movimiento Europeo Internacional, el Club Europeo de Rectores, el proyecto de Confederación Europea dirigido por Mitterrand y Havel, la creación del Colegio de Altos Estudios Europeos “Miguel Servet” en París con el apoyo de Juan Antonio Cremades y de los rectores sucesivos de la Universidad Complutense, etc.)…

Por supuesto, en concordancia con sus valores y con las ideas que defendió durante toda su vida desde sus múltiples campos de acción, para él, como refleja perfectamente el título de su libro publicado en 2005, la Europa por la que había que seguir trabajando era una Europa “política, social y ecológica”. En consecuencia, alzaba la voz contra una realidad en la que esta quedaba reducida a puro mercado y era muy duro contra una Unión que había traicionado su misión histórica. Criticaba fuertemente la creencia de que no hay progreso institucional sin rentabilidad económica y de que solo la renuncia a una Europa políticamente unida permitiría consolidar la construcción europea. En contraposición, aseguraba que la opción económica y la vía funcionalista estaban agotadas y reivindicaba “la hora política de la Unión”; una Unión que debía asentarse sobre el modelo europeo de sociedad, con la solidaridad y los derechos humanos en el centro (por supuesto, se hubiese escandalizado ante el abandono de los refugiados y hubiese movilizado a sus innumerables contactos para reaccionar con movimientos concretos y firmes ante la renuncia a los valores europeos y el incumplimiento de los compromisos internacionales que deberían guiar la acción de la UE), que tenía que ser la “conciencia ecológica del mundo” y desarrollar una política exterior de paz e independiente de los Estados Unidos.

En este sentido, reivindicó incansablemente la necesidad de integración y, al mismo tiempo, de respeto a la diversidad cultural. Si queremos tener una Europa autónoma –decía– hay que reivindicar su dimensión cultural, y la identidad cultural europea no es otra cosa que el conjunto de sus culturas nacionales, regionales y locales, más aquellos elementos que todas tienen en común.  Y es que, sin identidad cultural europea (que es intrínsecamente diversa), según defendía, no puede existir Europa como potencia económica, ni política, ni aun militar. Una visión de alto vuelo.

Al mismo tiempo, y esto es de gran actualidad, en una entrevista para la Revista Éxodo en 2002, señalaba cómo la extrema derecha en Europa y en el mundo estaba ya entonces mucho más cerca del liberalismo que del fascismo (con la empresa, y no el individuo, como gran protagonista, y con medidas-bandera como el “antifiscalismo” y el desmontaje de la estructura de la seguridad social), y cómo, en una sociedad dominada por la precariedad y la incertidumbre, la inseguridad y el miedo que siente la ciudadanía es aprovechada por esta extrema derecha para estigmatizar a las personas inmigrantes y asentar su discurso de afirmación nacional que justifica medidas racistas que chocan frontalmente con los valores sobre los que se funda Europa. Frente a ello, el sociólogo trabajó obstinadamente por una Europa de progreso, abierta y hermanada con el resto del planeta.

Así, pese a la desilusión y el desengaño que producía la deriva mercantilista y economicista europea en alguien como él (que siempre defendió la idea de Europa como respuesta al futuro de España y luchó por la integración política de los Estados miembros en un mundo dominado por la globalización), Vidal-Beneyto seguía apostando por más Europa como solución. Una Europa capitaneada por su ciudadanía, capaz de empujar a las instituciones a emprender los cambios políticos necesarios, exigiendo transparencia y más democracia en la toma de decisiones y poniendo lo social en el centro. Y todo ello con una meta clara en el horizonte: la construcción de una Europa unida en su multiplicidad.

 

 

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