La Librería de El Sueño Igualitario

9788415862987_01.jpgCazarabet conversa con...   Marc Badal, autor de “Vidas a la intemperie. Nostalgias y prejuicios sobre el mundo campesino” (Pepitas de Calabaza)

 

 

 

 

 

 

Un libro de Pepitas de Calabaza que invita, una vez más al pensamiento libre y a la reflexión.

El libro, tan reflexivo como a la vez incisivo, es un homenaje a la libertad más aguda.

Nos viene este libro desde la pluma de Marc Badal.

Lo que nos dice PEPITAS DE CALABAZA sobre este libro:

[…] A los campesinos les era imposible concebir un espacio «natural» segregado de lo humano. El conjunto del territorio formaba parte del hogar. Ellos no se sentían parte de la naturaleza. Vivían en un mundo sin naturaleza, […] tan íntimo y familiar como la cocina o el desván. […]

Vidas a la intemperie nos habla de la pérdida de un mundo, el campesino, compuesto por muchos pequeños mundos que, como Marc Badal advierte, se han ido alejando de nuestras latitudes en silencio, víctimas de un «etnocidio con rostro amable». El texto defiende la necesidad de recuperar las «ruinas que explican nuestro tiempo», cuestionando la mirada sobre el mundo rural que se produce desde los grupos normativos, aquellos que pueden generar normas y representaciones colectivas con mayor eficacia. Se propone ampliar la perspectiva «urbana desde la que se ha escrito la historia» y que ha definido «lo relevante y lo memorable». En este sentido, nos invita a un viaje al pasado que nos permite comprender un presente en el que nos hemos quedado huérfanas.
Mediante una recopilación de citas e historias, el autor va tejiendo cuidadosamente multitud de voces que nos ayudan a entender los diversos mundos campesinos, haciéndonos transitar durante la lectura entre los «prejuicios y las buenas intenciones», entre barros y edenes. [...]
(Del prólogo de Irene García Roces)

[...] Somos los descendientes del campesinado. En sentido figurado y literal. Provenimos de un mundo que no hemos conocido y serán otros quienes nos cuenten cómo era. Los campesinos no pueden hacerlo. Han desaparecido y nunca escribieron su historia. Vivimos en el mundo que crearon. No podemos dar un solo paso sin pisar el resultado de su trabajo. Tampoco abrir los ojos sin ver el trazo de su huella. Una obra que es todo lo que nos rodea. Todo aquello que pensamos que es tan nuestro por el hecho de estar ahí. De toda la vida. [...]

[…] La observación atenta y minuciosa de todo cuanto les rodeaba era la herramienta más valiosa con la que contaban los campesinos. A su alrededor no había más que señales. Rastros y presagios. El movimiento de las nubes, el color de la hierba, el vuelo de los pájaros, la rama quebrada del cerezo. Su ojo no descansaba. Su memoria tampoco. Un caudal de información que debía ser procesado lo antes posible. Era necesario anticiparse. Avanzar o detenerse. Replantear la estrategia o mantenerla hasta las últimas consecuencias. En ello les iba mucho. […]

El autor, la pluma que nos invita a esta reflexión, Marc Badal:

Desde hace más de quince años, Marc Badal Pijoan (Barcelona, 1976) compagina la investigación y la dinamización en el ámbito de la agroecología y el desarrollo rural con las tareas cotidianas en varios proyectos de recuperación de núcleos de montaña abandonados.

En sus textos aborda distintos aspectos vinculados a la cultura rural, la industrialización de las actividades agrarias y las experiencias agroecológicas.

Ha publicado Cuadernos de viaje. Fragmentos y pasajes históricos sobre semillas (Fundación Cristina Enea, 2016); Mundo clausurado. Monocultivo y artificialización (autoeditado, 2016); Vidas a la intemperie. Notas preliminares sobre el campesinado (Campo Adentro, 2014); Fe de erratas. La agitación rural frente a sus límites (autoeditado, 2011) y Los pies en la tierra. Reflexiones y experiencias hacia un movimiento agroecológico [coord.] (Virus, 2006); además de artículos en las revistasResquicios, Raíces, Cul de Sac, Ekintza Zuzena y Archipiélago.

Actualmente vive en un caserío escondido en la vertiente norte del Pirineo navarro, donde ha puesto en marcha kanpoko bulegoa (“oficina exterior”), un obrador artesanal de pensamiento aplicado en torno a la cultura rural y el territorio.

 

 

Cazarabet conversa con Marc Badal:

descarga_2.jpg-Amigo Marc, el título de este libro Vidas a la intemperie; así de pronto nos puede llevar a una especie de premonición dual: porque por una parte indica  –o es mi parecer— cierta fragilidad; pero por el otro lado, indica fortaleza porque desde “esa intemperie”, de la que hablas, es desde donde se pueden construir los mejores o más fuertes proyectos vitales. ¿Qué nos puedes reflexionar?

-La intemperie del título se refiere, en efecto, a la vulnerabilidad en que vivieron los pueblos campesinos europeos (y en la que siguen viviendo los de aquellas zonas donde permanece el campesinado –América Latina, África, Asia-).

Una intemperie frente a lo ecológico-climatológico pero también, o sobre todo, una intemperie social y política fruto de la injusticia y la desigualdad.

Ante tales condiciones, los pueblos campesinos supieron desarrollar un vasto acervo de conocimientos que les permitían desarrollar su actividad sin socavar las bases ecológicas que la sustentaban, así como un rico entramado institucional que amortiguaba los efectos que la dominación provocaba sobre las comunidades campesinas.

Aunque, a priori, alguien pudiera pensar que el libro vendría a ser un alegato o un canto nostálgico del mundo campesino desaparecido, lo cierto es que el campesinado ha sido una forma de vida que no es reivindicable. Nadie merecería vivir como lo hicieron los campesinos y las campesinas; lo cual no significa que muchos de los elementos de aquél mundo no sean interesantes y necesarios para replantear o reorientar la deriva civilizatoria actual.

-Por cierto, amigo Marc, ¿de dónde sale o qué te inspira a escribir Vidas a la intemperie….?

-Desde hace aproximadamente 20 años he vivido en distintos núcleos de montaña que habían quedado abandonados. Durante este tiempo, he compaginado las tareas cotidianas en estas fincas con el hábito de la lectura.

El libro, simplemente, recoge una serie de notas y referencias que había ido acumulando para compartirlas con todas aquellas personas que, a su manera, se preocupan por la situación del medio rural y del sector agrario.

El libro se escribió en el viejo caserío de montaña donde vivo desde hace cinco años y en sus páginas me limito a compartir las dudas que me asaltan cotidianamente desde hace años.

Travesia_Pirenaica_MarcBada.JPG-Perder el pulso o el paso del entorno sea rural o no, pero en este caso nos centramos en lo rural, es siempre casi sinónimo de tener que encontrarte como con más dificultades…porque nos vemos “obligados” a adoptar conductas, decisiones que nos vienen como impuestas a paso acelerado…

-En esta edición, se ha incluido un breve texto a modo de epílogo: Mundo clausurado, monocultivo y artificialización. Este texto se inicia con una reflexión sobre el “presente continuo” en el que vivimos. Esta idea puede entenderse como la consecuencia del fenómeno que se describe al final de Vidas a la intemperie; es decir: la desaparición del mundo campesino en nuestros territorios ha supuesto un corte histórico que nos ha dejado huérfanos de nuestro pasado. Nuestro propio ángel de la historia Benjaminiano ya no puede contemplar las ruinas que explican nuestro tiempo. La nuestra, es una sociedad que padece una miopía amnésica propia de quien avanza apresuradamente hacia ninguna parte.

-Es muy importante saber elegir y seguramente que en las elecciones nos equivocamos, pero si al menos tenemos libertad plena para hacerlo, pero ¿y cuándo hay como una libertad social trucada que te lleva tomar decisiones forzadas y a dejar tu entorno social y rural o a transformarlo a imagen y semejanza de cualquier cosa “de moda”….?

A pesar de que la historia del éxodo rural que ha vaciado la Península ibérica podría contarse a través de relatos dispares e, incluso, antagónicos, es innegable que la política (primero franquista y luego “democrática”) ha jugado un papel determinante. En cuanto a política rural y agraria, Spain sí fue different. Es evidente que muchas personas dejaron su pueblo por elección propia, pero no es menos evidente que la gran mayoría de personas que emigraron a las ciudades lo hicieron porque aquella era la única opción que les dejaron.

Una vez consumado el derrumbe rural y agrario, el campo aparece rodeado de nuevas connotaciones amables que lo convierten en un espacio idealizado por gran parte de la ciudadanía. Esperan encontrar, en sus escapadas de fin de semana, todo aquello que la ciudad les niega. Proyectan en el campo gran parte de sus anhelos esperando encontrar una realidad que solamente existe en su imaginación.

-Pero no acaba de haber libertad ni de elección ni de acción….y más cuando “lo rural” figura más como elemento de “marketing” que como una forma de vida para tomar nota y aprender, ¿no?

-El campo se ha convertido en una postal, en un parque temático de paisaje y naturaleza. Todo lo que conformó nuestros territorios diversos (y las culturas que los habitaron) si no ha desaparecido, sí ha sufrido una grave desarticulación. El turista rural no es capaz de ver más allá de la superficie paisajística que se le ofrece. El problema es que, a medida que pasan los años, bajo esa superficie son menos las cosas que se mantienen ocultas a la mirada del turista.

Las transformaciones impuestas por la industrialización de las actividades agrarias y por el sistema alimentario hegemónico dejan tras de sí una geografía laminada, bien sea por la gangrena del despoblamiento o por el aliento mórbido de la artificialización extrema. En ambos casos, nos hallamos ante complejos escenarios que no admiten ninguna aproximación entusiasta ni cándida a los problemas que enfrentamos en nuestros territorios rurales.

-O cuando lo incluyen como elemento para jugar en las diferentes citas electorales, un poco deplorable…

-“Lo rural” nunca debe de ser objeto como de moneda de cambio, ¿verdad?, pero incluso me atrevería a decir que puede ser o, mejor dicho, estar como en el punto de mira de no pocos “entes” oportunistas. ¿Qué nos puedes decir?

argia_3.jpg-Y ¿de qué piensas que está hecha la gente que nos sentimos muy pegados a la tierra, a lo rural con todos sus componentes…?

-La verdad es que no podría mencionar un denominador común. El libro, precisamente, pretende desmontar o poner en evidencia una serie de tópicos que se han vertido sobre la gente de campo: “los campesinos eran así...”. Solo una mirada ajena encumbrada sobre una relación de poder desigual puede emitir generalizaciones de este tipo. Cuando hablas de lo más cercano, o de los más cercanos, cualquier intento de generalización se revela arbitrario y tendencioso.

Es evidente que el marco en el que se desarrolla nuestra vida condiciona nuestros recorridos pero, francamente, me costaría mucho encontrar elementos comunes que permitieran reflejar esto de “lo que está hecha la gente de campo”.

-Estos ciudadanos y ciudadanas tienen una misión, como la de hacer que la gente, hasta los urbanos y urbanas, no se deshagan del cordón umbilical que debería mantener en permanente vínculo, retroalimentándose, de los saberes de Gaia

La expansión de la cultura urbana al conjunto del territorio es una tendencia evidente que puede identificarse claramente, a través de distintos elementos, en las sociedades rurales contemporáneas: estilo de vida, relación con el mundo, terciarización de las economías rurales asociada a la desagrarización, etc.

A menudo, tengo la sensación de que mucha gente en los pueblos vive también al margen de los ciclos ecológicos y agrarios que han conformado nuestros territorios.

La memoria campesina se ha roto, o ha quedado francamente maltrecha. Por supuesto, todavía son muchos los puentes con nuestro cercano pasado campesino -saberes, formas de hacer, valores,...- pero los procesos de desarraigo biocultural avanzan de manera implacable, también en muchas zonas rurales.

En la ciudad, es evidente, todo el proceso de alienación ecológica y de anomia social está avanzando a marchas forzadas, pero, en cierto modo, lo interpreto como otra expresión de un mismo proceso general.

hqdefault.jpg-Pero, a la vez, que hay que saber aproximar a la gente al mundo rural y a su idiosincrasia e incluso “recuperar” parte de la vida en “lo rural”…hay que estar muy capaz de no poner al mundo rural “en jaque” de no pocos “buitres especuladores” que igual pueden ver en “lo rural” su próxima burbuja… ¿Cómo lo ves?

-Hablar de “medio rural” en singular es siempre arriesgado y conviene no olvidar la extrema heterogeneidad de los distintos mundos rurales contemporáneos.

Las zonas más cercanas a grandes polos urbanos sufren desde hace años la presión salvaje de la especulación inmobiliaria (precios de la tierra, recalificaciones, expropiaciones por infraestructuras, etc.). Existen zonas “tocadas” por la varita mágica del turismo rural, del turismo invernal, veraniego o “de naturaleza”, que también han vivido sus propias burbujas inmobiliarias. Existen, por supuesto, muchos lugares olvidados que, hasta la fecha, no han despertado ningún interés de este tipo,...

El acceso a la vivienda o a los medios de producción agraria es un problema sangrante en muchas zonas rurales. Un lastre para la llegada de gente nueva (joven en muchos casos) que se incrementa cuando estas personas pretenden vivir de la agricultura o la ganadería.

Teniendo en cuenta la situación en buena parte de nuestros medios rurales, la falta de viviendas de alquiler o los precios (hinchados por el fenómeno de la segunda residencia), representan un obstáculo importante para la revitalización de las zonas rurales más marginales.

-Solo de los verdaderos “hijos de la tierras”, que son los que la trabajan, y la aman sin sobreexplotarla —porque aquí también de todo hay--solamente de ellos podemos esperar que nos enseñen a estar con cierta armonía y de seguir aprendiendo cuando visitemos el entorno natural, casi a la intemperie porque lo hacemos así, a la intemperie. Coméntanos, por favor.

-Como comentaba antes, es absurdo idealizar el mundo campesino tradicional. Sin embargo, desde la praxis de la agroecología se reivindican y se utilizan muchos de los conocimientos y de los elementos de los sistemas productivos campesinos, así como se actualizan muchas de las prácticas y de los valores asociados a dicho mundo: la importancia de desarrollar una actividad productiva que no socave las bases ecológicas que la sustentan, la diversificación y el aprovechamiento múltiple del territorio como estrategia económica, la reducción de los insumos importados desde otros territorios, el vínculo entre la esfera comunitaria y el entorno más cercano, las relaciones de proximidad y vecindad (con todos los problemas que acarrean), el gusto por un trabajo bien hecho, el rechazo casi instintivo de cualquier veleidad de ostentación, una humildad que proviene de la convivencia con la incertidumbre y con unas limitaciones materiales innegociables, etc.

El mundo campesino no regresará y, quizás, debamos alegrarnos por ello, pero de aquel mundo y de sus gentes podemos extraer aprendizajes muy útiles para reorientar la senda de unos acontecimientos que nos arrastran por el callejón sin salida de la industrialización agraria y la urbanización de nuestra vida.

 

 

 

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Vidas a la intemperie. Nostalgias y prejuicios sobre el mundo campesino. Marc Badal. Prólogo de Irene García Roces   
224 páginas          14,5 x 17 cms.
17.00 euros
Pepitas de Calabaza

 

[…] A los campesinos les era imposible concebir un espacio «natural» segregado de lo humano. El conjunto del territorio formaba parte del hogar. Ellos no se sentían parte de la naturaleza. Vivían en un mundo sin naturaleza, […] tan íntimo y familiar como la cocina o el desván. […]

Vidas a la intemperie nos habla de la pérdida de un mundo, el campesino, compuesto por muchos pequeños mundos que, como Marc Badal advierte, se han ido alejando de nuestras latitudes en silencio, víctimas de un «etnocidio con rostro amable». El texto defiende la necesidad de recuperar las «ruinas que explican nuestro tiempo», cuestionando la mirada sobre el mundo rural que se produce desde los grupos normativos, aquellos que pueden generar normas y representaciones colectivas con mayor eficacia. Se propone ampliar la perspectiva «urbana desde la que se ha escrito la historia» y que ha definido «lo relevante y lo memorable». En este sentido, nos invita a un viaje al pasado que nos permite comprender un presente en el que nos hemos quedado huérfanas.
Mediante una recopilación de citas e historias, el autor va tejiendo cuidadosamente multitud de voces que nos ayudan a entender los diversos mundos campesinos, haciéndonos transitar durante la lectura entre los «prejuicios y las buenas intenciones», entre barros y edenes. [...]
(Del prólogo de Irene García Roces)

[...] Somos los descendientes del campesinado. En sentido figurado y literal. Provenimos de un mundo que no hemos conocido y serán otros quienes nos cuenten cómo era. Los campesinos no pueden hacerlo. Han desaparecido y nunca escribieron su historia. Vivimos en el mundo que crearon. No podemos dar un solo paso sin pisar el resultado de su trabajo. Tampoco abrir los ojos sin ver el trazo de su huella. Una obra que es todo lo que nos rodea. Todo aquello que pensamos que es tan nuestro por el hecho de estar ahí. De toda la vida. [...]

[…] La observación atenta y minuciosa de todo cuanto les rodeaba era la herramienta más valiosa con la que contaban los campesinos. A su alrededor no había más que señales. Rastros y presagios. El movimiento de las nubes, el color de la hierba, el vuelo de los pájaros, la rama quebrada del cerezo. Su ojo no descansaba. Su memoria tampoco. Un caudal de información que debía ser procesado lo antes posible. Era necesario anticiparse. Avanzar o detenerse. Replantear la estrategia o mantenerla hasta las últimas consecuencias. En ello les iba mucho. […]

Primeras páginas

 

Marc Badal

Desde hace más de quince años, Marc Badal Pijoan (Barcelona, 1976) compagina la investigación y la dinamización en el ámbito de la agroecología y el desarrollo rural con las tareas cotidianas en varios proyectos de recuperación de núcleos de montaña abandonados.

En sus textos aborda distintos aspectos vinculados a la cultura rural, la industrialización de las actividades agrarias y las experiencias agroecológicas.

Ha publicado Cuadernos de viaje. Fragmentos y pasajes históricos sobre semillas Fundación Cristina Enea, 2016); Mundo clausurado. Monocultivo y artificialización (autoeditado, 2016); Vidas a la intemperie. Notas preliminares sobre el campesinado (Campo Adentro, 2014); Fe de erratas. La agitación rural frente a sus límites(autoeditado, 2011) y Los pies en la tierra. Reflexiones y experiencias hacia un movimiento agroecológico [coord.] (Virus, 2006); además de artículos en las revistas ResquiciosRaícesCul de SacEkintza Zuzena y Archipiélago.

Actualmente vive en un caserío escondido en la vertiente norte del Pirineo navarro, donde ha puesto en marcha kanpoko bulegoa (“oficina exterior”), un obrador artesanal de pensamiento aplicado en torno a la cultura rural y el territorio.

 

 

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