La Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Enrique Rosell, autor de “El viajero en el tiempo” (Círculo Rojo)
Enrique Rosell desde Círculo Rojo Ediciones escribe una
apasionante caminata desde sus sentidos y sensibilidades a los tiempos, más o
menos sublimes….más o menos tangibles.
El escritor
ha logrado un libro muy, muy digno en todas las dimensiones y
perspectivas. Atractivo para una lectura muy plácida y tranquila, sin grandes
pretensiones la lectura se va deslizando y se hace atractiva.
La sinopsis del libro:
Un joven lleva una vida tranquila en un
monasterio, pero la llegada de una misteriosa mujer despierta en él pasiones
desconocidas. Comenzará un viaje en su busca, llegando a una ciudad corrupta,
donde se sumerge en su lado más oscuro y prohibido. Tras aprender todo aquello
que siempre había buscado inconscientemente, su final será completamente
inesperado. El viajero en el tiempo es además una alucinación, el paso a través
de los milenios de la Historia, desde nuestro presente a los confines del
Indostán del siglo VI a. C., donde el gran Gautama o
Buda comienza sus enseñanzas. Personajes que evolucionan psicológicamente,
pasiones, sentimientos, en un cuadro donde vemos reflejado nuestro propio
rostro y donde cada personaje representa un arquetipo universal.
El autor, Enrique Rosell;
nació en Toledo en 1971 y actualmente vive en Alicante. Es Graduado en
Geografía e Historia y un gran aficionado de Oriente. La literatura ha supuesto
una terapia transformadora, junto a la pintura, la música o los paseos. Tras
emplearse en diversos oficios, intenta llevar una vida sencilla y tranquila. Ha
publicado “Itaca. Artículos. 2006-2010” (2012),
“Muerte y Resurrección. 18 cuentos para adultos” (2014) y “Meditaciones”
(2015). En sus libros intenta reflejar sus vivencias, sus observaciones y todo
aquello que le ha marcado. La novela que tienes en tus manos intenta ser un
tributo a la literatura de viajes, a autores como Hermann
Hesse y a los libros clásicos de aventuras, muchos de los cuales llenaron
largas horas de su infancia.
Cazarabet
conversa con Enrique Rosell:
-Enrique, ¿qué fue lo que te llevó a
escribir esta obra narrativa; qué fue ese “click” que
te hizo empezar la narración...?
-Bueno, realmente
paso temporadas de mucha actividad creativa, y a veces tengo varias obras
empezadas, que luego voy terminando y publicando. En este caso era un modo de
conjurar viejos problemas, a menudo con mi entorno. La obra está pensada como
un viaje iniciático y a la vez terapéutico, donde personajes, lugares o
situaciones se corresponden con vivencias personales, a veces desagradables. Es
una especie de “venganza” personal y a la vez de liberación.
-Supongo que tenías “todo” planificado o hay
cierta improvisación...
-La novela siempre
giró en torno al personaje central, Shitt, y tenía
algunas ideas sobre la trama, pero lo cierto es que el montaje final se ha ido
componiendo sobre la marcha, a veces incluso modificando la idea principal.
Tenía previsto evolucionar al personaje y hacerle pasar por varias fases, pero
según escribía se me ocurrían otras ideas.
-Es más una obra narrativa, ¿por qué has
elegido este género?, aunque hay diálogos con más cuerpo... muy sosegados, como
compensados y planificados... ¿Qué nos puedes decir?
-Mis anteriores
libros eran muy personales y autobiográficos, quizás con una carga muy
subjetiva. No quería abusar del lector con más historias de ese tipo, si bien
es cierto que me sirvieron como punto de partida y como método de
autoconocimiento. Además, hablando personalmente con algunos amigos que leen
mis trabajos, me sugirieron iniciarme con una trama, con una novela, donde la
parte personal quedase más diluida en los personajes. Sí, creo que se ha
logrado un equilibrio entre la voz narradora y los diálogos, algo así como el
pensar y el sentir, y por otro lado, el actuar...
-Es, creemos, indudable que en esta narrativa
tuya se dan muchas pinceladas de todo lo que te ayuda, te inspira o “te
remueve” como lector y después como escritor. Coméntanos, por favor.
-Sigo en una línea
muy personal, con un peso importante en mis obras de mis propias vivencias e
ideario. Evidentemente es imposible esconder tu propia autobiografía, la haces
aparecer de un modo u otro en el texto, como narrador o como personajes. Me
gusta mucho la literatura simbólica, los doble mensajes,
lo aparentemente oculto que estalla con el tiempo en la conciencia... La trama
es la excusa para introducir todo un universo mitológico, ahistórico,
atemporal. Eso es lo que más me mueve como lector y escritor.
-Tus escritos y cuando preguntamos lo hacemos
más allá de este libro, porque has editado otras veces... están plagados de
esos anhelos que miran a la filosofía, a lo que “crees” debería ser un modo de
vida, una manera de vivir...
-Bueno. No me gusta
hacer apología de nada. Simplemente propongo estilos alternativos de vida,
donde la filosofía natural e incluso las religiones prácticas no dogmáticas
creen una manera de conducirnos. Me gusta la esencia pura del primitivo
cristianismo e incluso del budismo, el taoísmo o ciertas corrientes
filosóficas, a las que me he ido acercando estos últimos años. Algo mucho más
humano que el Sistema en el que vivimos.
-Las culturas, el enorme crisol que tiene
lugar o en el que se fundamenta mucho de lo que hoy conocemos de Oriente...
tiene lugar, o siempre tiene cabida, de una manera u otra en tus escritos...
¿por qué? Explícanos qué te fascina tanto para hacer de ello algo recurrente en
tu expresión escrita...
-Oriente es para mí
como la vuelta al Paraíso perdido. Desde joven, me ha fascinado la diferente
manera de pensar, de sentir y de conducirse por la vida de esas culturas. A
pesar de la globalización, sigue teniendo para mí una gran atracción. Son, sin
duda, el baluarte del corazón del mundo, la reserva espiritual de lo que un día
fue la humanidad olvidada. Me atrae esa contundencia vital, esa combinación de
materialismo e idealismo, de sensualidad y de mística. A pesar de muchas
objeciones, sin duda producto de la ignorancia y de las odiosas comparaciones
(por no hablar de la estúpida idea del progreso) La India, Tíbet, Japón
incluso... siguen siendo la cuna del que busca respuestas a sus preguntas
existenciales. Aquí razonamos. Allí late la vida.
-Soledad, sosiego, silencio... Bien, son
ingredientes imprescindibles para pensar, meditar (aunque creo que hay otros
tanto o más imprescindibles)... y en los que sueles sumergir a tus personajes,
pero ellos mismos y quien dirige la trama deben ir con cuidado, porque a veces
pueden acabar pensando mucho, mucho en ellos mismos y, sin querer, caer en lo
que casi vienen a luchar, no?
-Claro. Es
necesario escapar del bullicio cotidiano, del caos que nos intoxica, y para
ello nada como el silencio y la soledad, si bien (como comentas) existen otros
recursos... El secreto está en equilibrar nuestra parte social y nuestra parte
íntima, para no caer ni en lo trivial ni en la autocomplacencia. El formato de
novela permite precisamente lograr este equilibrio, situando a los personajes
tanto consigo mismos como en relación con el entorno.
-De todas maneras, ¿qué buscas enseñar, hasta
quizás reivindicar con esta lectura, porque da la impresión que quieres
compartir una historia, unas vivencias y, a la vez, quieres enseñar al lector y
lectora no pocas cosas?... ¿Qué nos puedes explicar?
-Quizás el núcleo
esencial del texto es la defensa de la dignidad humana, de la libertad de
conciencia y de la lucha contra cualquier tipo de imposición o intento de
marginación. Y la certeza de que, pase lo que pase, somos más grandes que las
piedras que nos lanzan, podemos vencer cualquier intento de sometimiento. Mi
experiencia personal me ha conformado que finalmente triunfa
la nobleza y que la mezquindad se retrata por sí sola y pierde la batalla
contra la belleza.
-Se nota que te gusta mirar la Historia y a
otros tiempos, así como otros lugares...
-Sí, es cierto. La
Historia siempre es maestra y guía de la existencia, y podemos aprender en el
pasado los intentos de gente que nos precedió por tratar de sobrevivir y sacar
adelante su filosofía de vida. Y también comprobar que cambia el escenario,
pero una y otra vez se repiten los personajes y las situaciones. La Historia no
está muerta, al contrario, revivimos constantemente situaciones ya vividas,
intentamos aprender de todos aquellos que nos precedieron.
-¿Qué peso tienen aquí los personajes? ¿Es
quizás de lo más difícil de retratar, me refiero a los personajes para esta
historia que nos ofreces? ¿Cómo te lo hiciste? ¿Cómo los pensaste?
-Los personajes de EL
VIAJERO EN EL TIEMPO no dejan de ser arquetipos al estilo de Gustav Jung. Es
decir, modelos y símbolos de valores y conductas. Están pensados para hacer
posicionarse al lector, para remover su propia biografía personal, para
despertar sus propios recuerdos. Son símbolos puros en un sentido dualista, con
rasgos muy marcados e incluso exagerados, donde cada cual encontrará a su héroe
o a su villano. Intenté proyectar mis aspiraciones e incluso mis valores en
ellos, así como mis luchas contra todo lo que representa el poder o el
autoritarismo. Pero también los hay simplemente como simpatías hacia tipos
humanos que me han fascinado o que admiro.
-¿Y que decir del
escenario, del contexto y demás?
-El contexto es
secundario. Me interesa el mensaje, no la exactitud histórica. De hecho
reconozco que podrían encontrarse en el texto licencias y errores. Pero es algo
consciente. Creo que un exceso de historicismo ciñe demasiado el relato a unas
coordenadas. Sacrifico un poco la exactitud histórica pero gano en libertad
narrativa, en imaginación y en fluidez. La Historia pura, sin alma, es
demasiado científica y sólo sirve para presumir de conocimientos. Unas ciertas
guías son necesarias, para el encuadre, el resto forma parte del apasionante
mundo mitológico, del símbolo eterno.
-Presentación o planteamiento, nudo y
desenlace... tres elementos que se suelen dar en las narraciones, novelas,
relatos... pero aquí, aunque está a su manera, es como muy “disimulado” ese
viaje por la trama, ¿no? ¿Qué nos puedes comentar?
-Sí. De hecho,
mientras escribía, no me importaba demasiado la trama en sí, y fui cambiándola
constantemente. Pero me dí cuenta que necesitaba
guiar al lector, irle dando pistas, ir revelando poco a poco la historia. Es
decir, estimulando su imaginación y su interés, creando (como dices) un
planteamiento, un desarrollo y un final. Lo que quería contar no era
exactamente una historia, sino cómo los personajes superan las pruebas de la
existencia, cómo pueden sobreponerse a todo ello.
-Todo texto, toda novela, toda obra narrativa
requiere de un largo proceso de documentación, de investigación, indagación...
¿Cómo ha sido esto?
-Como te he
comentado, no es una novela histórica, aunque tiene puntos de referencia. De
hecho, el monasterio que describo se parece más a un centro medieval cristiano.
Muchos nombres tienen un aire oriental e incluso islámico, otros son
completamente inventados. Uso algunas palabras específicas como chai, ganja o charas y en un
capítulo describo brevemente la historia de la filosofía y religión
indostánica, para la cual me documenté expresamente. Para el discurso de Buda
me basé en el Sermón de la Montaña de Jesucristo, en la propia doctrina budista
y en mi experiencia personal con técnicas, terapias o filosofías de vida. No me
preocupa, como te comento, el rigor histórico, no era esa mi intención al
escribir esta novela.
-Después están las relecturas, y las
correcciones, el volver sobre algunos capítulos más angostos que otros...
Háblanos de ellos, por favor.
-La novela no está
escrita de principio a fin, sino por partes. Saltaba de un capítulo a otro o de
una parte a otra, rellenando los huecos. En teoría es más difícil escribir así,
sin un guión sólido y previo, pero me pareció supe divertido, muy libre y me
permitió corregir o cambiar algunos aspectos de la trama. Sin embargo, hasta
que no supe claramente cuál sería la historia de fondo me costó encajar los
personajes. Cuando me convencí de cuál iba a ser el relato y el papel de cada
uno en él, el texto ganó en cuerpo y solidez. El proceso se pareció a pintar un
cuadro, desde lo básico a lo concreto, saltando de un sitio a otro, con
libertad e imaginación.
-¿Cómo ha sido el editar con Círculo Rojo?
¿Cómo definirías está presente historia literaria?
-Es la tercera vez
que edito con ellos. Es una empresa muy profesional y de muchísima calidad y me
encanta cómo trabajan con el autor. Me permite olvidarme de aspectos ajenos a
la creación, que desconozco, y me siento apoyado en todo momento. Es un trabajo
que hay que pagar, por supuesto, pero merece la pena. Los resultados en cuanto
a maquetación, diseño, etc... son
espectaculares y creo que si son la primera editorial en autoedición en España,
es por algo.
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