La Librería de El Sueño Igualitario

portada_la-venganza-de-los-.jpgCazarabet conversa con...   Julián Casanova, autor de “La venganza de los siervos. Rusia 1917” (Crítica)

 

 

 

 

 

 

Julián Casanova pone, recreando su mirada de estudio e investigación, con  pluma y su analítica reflexiva sobre la Revolución Rusa de 1917.

Crítica saca uno de los libros que pone más luz sobre este acontecimiento histórico que marcó un antes y un después no tan solo en la historia de Rusia, también en la historia mundial.

Se edita este libro en el año del Centenario de esta Revolución.

Lo que nos dice la editorial sobre el libro:

Se cumplen cien años de las revoluciones de Rusia de 1917. No hay explicaciones simples para los grandes acontecimientos, y lo ocurrido en Rusia en 1917 pertenece a esa categoría, con un enorme impacto en todas las esferas de la vida de sus ciudadanos. Ningún aspecto de su sociedad, economía, política o cultura quedó intacto. La dinastia Románov desapareció de la noche a la mañana. Unos meses después, los bolcheviques tomaron el poder, en el cambio más súbito y amenazante que conoció la historia del siglo xx. Ahí reside la relevancia de esa doble revolución, de febrero y de octubre de 1917, que sucesivamente derribó al régimen zarista y al gobierno provisional de Alexander Kérensky: en uno de los países más grandes del mundo, el poder pasó en un periodo muy corto de tiempo de una autocracia tradicional a las revoluciones marxistas. El capitalismo y el mercado desaparecieron e instituciones básicas e históricas como la familia o la religión sufrieron una profunda transformación. El Estado que salió de la revolución bolchevique, y de su triunfo en la guerra civil posterior, desa ó a aquel mundo dominado por los imperios occidentales, al capitalismo y, muy pronto, también a otro nuevo actor, al fascismo.

La historiografía reciente, enriquecida por decenas de estudios locales, la microhistoria y la apertura de archivos, subraya que los acontecimientos en Rusia formaron parte de un «continuum of crisis», de un proceso de crisis constante. Ese es el reto, fascinante y complicado a la vez, de captar y sintetizar, en apenas doscientas páginas, las decenas de miles, imprescindibles, que se han escrito por diferentes especialistas. 

El autor, Julián Casanova:Catedrático  de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza. Es autor, entre otros trabajos, de Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938 Siglo XXI, Madrid, 1985; edición en Critica, 2006) La historia social y los historiadores  (Crítica, 1991 y edición ampliada de bolsillo en 2003), De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España, 1931-1939  (Crítica, 1997, publicado en inglés, en Routledge, Londres y Nueva y York, 2004)), La Iglesia de Franco (Temas de Hoy, Madrid, 2001; edición de bolsillo con notas en Crítica, 2005),  República y guerra civil, Crítica/Marcial Pons, Barcelona, 2007 (publicación en inglés en Cambridge University Press, 2010),  e Historia de España en el siglo XX, y Breve historia de España en el siglo XX con Carlos Gil Andrés (Ariel, Barcelona, 2009 y 2012; próxima publicación en inglés en Cambridge University Press). Sus últimos libros son Europa contra Europa, 1914-1945 (Crítica, Barcelona, 2011) y A Short History of the Spanish Civil War,  (I.B. Tauris, Londres, 2012).

Julián Casanova ha sido profesor visitante en prestigiosas universidades británicas, estadounidenses y latinoamericanas y es miembro del consejo de redacción de varias revistas científicas (entre ellas, Historia Social, Cuadernos de Historia de España –Buenos Aires- y The Internacional Journal of Iberian Studies).Colaborador habitual de la páginas de opinión de El País, en el año 2006 seleccionó y presentó para TVE ocho programas de documentales rodados y realizados durante la guerra civil española con el título de “La guerra filmada” (editado por Filmoteca Española, Ministerio de Cultura, 2009).

Enlaces que pueden ir bien:

https://www.youtube.com/watch?v=3UvqdukBRTM

https://www.youtube.com/watch?v=jV7_dyRQepY

https://www.youtube.com/watch?v=yZl2B_-TkyA

http://www.documaniatv.com/historia/la-revolucion-rusa-en-color-video_6426ba2fe.html

 

 

Cazarabet conversa con Julián Casanova:

5807ec0a999ce.jpg-Julián, supongo que para un historiador mirar, contemplar, reflexionar e investigar sobre la Revolución Rusa es algo más que apasionante, en realidad ¿qué significa para ti y qué te hizo plantearte el escribir este libro?-Supongo, enlazando con la pregunta anterior, que escribir sobre este largo e importantísimo episodio histórico que es la Revolución Rusa marcó tanto un antes y un después que para algunos estudiosos e investigadores es algo imprescindible de hacer, ¿no?, explícanos.-Porque, ¿hasta qué punto marcó la Revolución de Octubre el destino, ya no tan solo de Rusia  sino de toda la Humanidad y desde qué perspectivas?

-Hace seis años que, durante el primer cuatrimestre del curso académico, doy clases en la Central European University de Budapest, una universidad de postgrado en inglés. He impartido allí varios años una asignatura sobre guerras civiles y revoluciones en el siglo XX en perspectiva comparada. Inicié una investigación sobre las revoluciones de 1917 en Rusia, la guerra mundial que le precedió y la guerra civil que siguió a la conquista del poder por los bolcheviques. Me interesaba mucho el contraste entre los viejos relatos, soviéticos y liberales, y los nuevos que comenzaron a surgir sobre todo desde el fin de la Unión Soviética, en 1991, y la apertura de nuevos archivos. Con la investigación en marcha, descubrí que los más novedoso estaba en como una nueva historiografía había incoroporado a actores hasta entonces poco importantes para los estudios clásicos: las mujeres, el campesinado y los pueblos no rusos. Así que con todos esos mimbres decidí escribir una síntesis de doscientas páginas, en la línea de lo que ya hice en Europa contra Europa, una aproximación a esa serie de revoluciones superpuestas que hubo en Rusia desde 1914 a 1921 y que tuvieron un impacto decisivo en el siglo XX.

-Explicas, en el libro que: “no hay explicaciones simples para los grandes acontecimientos” y aquí está el historiador que intenta deshacer los nudos que deja la historia y es que la Revolución Rusa es una revolución que tiene dentro diferentes revoluciones dentro de ella misma; algo parecido a las  muñecas rusas, las matriuskas. ¿Qué nos puedes reflexionar? Porque aquí sí que parece que había, de sobras, motivos para levantarse. La Rusia de 1917 vivía en un total servilismo, la de unos muchos debajo de unos pocos que les chupaban el trabajo y el día a día?

-La mayoría de los historiadores que he seguido para elaborar mi libro subrayan el proceso de crisis constante, en varias fases, entre 1914 y 1921, en una narración que comienza con el inicio de la Primera Guerra Mundial y finaliza con las últimas batallas de la guerra civil rusa y el establecimiento de la Unión Soviética.

La Primera Guerra Mundial, según Vladimir P. Buldakov, “desacralizó el poder de la Monarquía y al mismo tiempo sacralizó la violencia”. Con la caída del zar y la revolución de febrero, todos los controles y restricciones éticas fueron derribados. A partir de ese momento, en un contexto de creciente anarquía, guerra civil y quiebra económica, se abrió un período, muy inestable, de búsqueda de un nuevo orden político y social. Desde febrero de 1917, Rusia pasó, a una velocidad de vértigo, por una etapa liberal, otra socialista moderada, después más radical, hasta que Lenin y los bolcheviques convirtieron lo que era una revolución por el poder de los soviets, con un amplio apoyo popular, en la dictadura de un partido.

  En síntesis, puede decirse que hubo dos revoluciones en Rusia en 1917. La primera, en febrero, significó la destrucción del viejo orden, de la autocracia zarista y la creación de los soviets como expresión del poder de las masas. La segunda revolución, la de octubre, se plasmó inicialmente en la democracia directa sin compromisos con las clases propietarias y en la inmediata ejecución del programa popular sobre la tierra, la paz y el control obrero de las industrias.

julian-casanova-libro-1024x.jpg-Además, hacer una revolución que se solapó de lleno con la Gran Guerra lo que vincula a la primera en una especie de debate muy fuerte; me refiero a que ya hay suficiente dolor con una guerra como para que se abran muchos frentes. ..

- ¿Hubiera podido evitar Rusia la revolución, de no haberse  producido la Primera Guerra Mundial? Es una cuestión imposible de responder. Lo que sabemos es que la guerra actuó de catalizadora, empeoró los problemas ya existentes y añadió otros insalvables.

La magnitud de las cifras de reclutados y los problemas que esa movilización provocó, están, según la mayoría de los especialistas, en la raíz de la revolución y de sus consecuencias. Entre 1914 y comienzos de 1918, cuando los bolcheviques, tras la conquista del poder, firmaron la paz con Alemania en Brest-Litovsk, Rusia movilizó alrededor de quince millones y medio de hombres, un número que excedía la capacidad de despliegue y de armamento y de suministros necesarios. Las pérdidas totales se elevaron a más de siete millones: más de tres millones de muertos o desaparecidos sin dejar rastro, y cuatro millones de heridos, muchos de ellos mutilados de gravedad.

La guerra agravó las profundas divisiones en la sociedad rusa y, durante ella, el ejército se convirtió en un grupo ingente de revolucionarios, cuyo malestar y convulsión no podían separarse de la agitación violenta que sacudía a la sociedad. La crisis cambió de rebelión a revolución cuando los soldados se pusieron al lado de los trabajadores y de las mujeres que protestaban contra la escasez de alimentos y cuando los miembros de la oposición moderada abandonaron la autocracia para formar nuevos órganos de poder.

-Había dos Rusias, como en casi todos los conflictos, que estallan en forma de revolución: dos focos irreconciliables  y demasiado quebrados .Era una sociedad sin permeabilidad y eso cuando se quiebra, llevando  a la lucha, sin tregua y hasta que uno sucumbe, ¿no?-Bien, avisada estaba la estampa de la historia dado que en 1905 ya hubo un intento de levantarle las alfombras a la monarquía autoritaria…

-Durante las décadas finales del siglo XIX y los primeros años del XX, el gran imperio ruso experimentó fuertes tensiones entre la reforma y la reacción, la tradición y la modernidad, que salieron con fuerza a la luz en momentos decisivos, puntos de inflexión en la conciencia social –como durante la hambruna de 1891, la revolución frustrada de 1905 y la Primera Guerra Mundial-, traumas acumulados hasta el estallido de febrero de 1917.

Eran las dos Rusias, a las que se había referido Aleksandr Herzen (1812-1870), la oficial y la campesina, la de los terratenientes, jerarquía eclesiástica y burocracia imperial, frente a la gran masa de población, analfabeta y empobrecida.

La autocracia ya no servía para gobernar un imperio tan grande y complejo, pero Nicolás II se aferró al poder absoluto en vez de ensanchar su base política. Tuvo la oportunidad en 1905, tras ahogar en sangre el intento revolucionario, pero no lo hizo.

La quiebra de ese sistema no llegó, sin embargo, por la subversión o los disturbios sociales, por los conflictos internos, sino por acontecimientos externos, la  rivalidad imperial que Rusia mantenía con Alemania  y Austria-Hungría. La Primera Guerra Mundial fue la gran prueba de la que el zarismo ya no saldría vivo.


Unknown-1-1-450x375.jpeg-¿Qué lugar ocupaban, para los que pensaron la Revolución Rusa, esos burgueses que desempeñaban profesiones como la medicina, el magisterio o trabajos un poco más cualificados en algunas industrias?; ¿y cómo eran las relaciones con otros estratos sociales, si es que las había porque me da que era muy difícil? -Pero si el campesinado era el siervo de esta sociedad tan bipolar, frente a la aristocracia y a una Realeza a la que le debía rendir pleitesía como en época feudal. En las ciudades y en los pocos, pero incipientes, núcleos industriales, los trabajadores de aquí no les iban a la zaga , en sus condiciones, respecto a los campesinos, ¿cómo lo ves?-Además, amigo,  se daban otros ingredientes que sazonaron bien a la olla en la que se coció la Revolución Rusa bolchevique: la represión del régimen zarista, la falta de libertad—en todas sus representaciones—y la falta de representación que podrían tener y no tenían los ciudadanos y ciudadanas, explícanos. -¿Qué papel juegan aquí esta oposición concienciada y con formación, conocida como “intelligentsia” que supo apartarse de la Rusia Oficial y, supongo, también de esa burguesía que se encontraba como más acomodada y que debía entonar aquello de” ande yo caliente…”?; ¿pero aquí hubo una evolución desde el pensamiento teórico  de estos  a lo que se precisaba a lo que debía ser “como más práctico? 

-Desde los años finales del siglo XIX, Rusia experimentó un notable crecimiento industrial, con promedios de 7-8 por ciento anual en la década de los noventa, impulsado por el Estado y dependiente del capital extranjero, que se notó especialmente en los sectores textil, metalúrgico, minero y en la explotación de los recursos naturales.
Pero ese crecimiento mostraba también muchos límites. Una buena parte de las personas clasificadas como trabajadores lo hacían a tiempo parcial en las empresas textiles o en el ferrocarril, en las épocas en que no se les necesitaba en el campo, y sólo en la minería y en las industrias metalúrgicas y de construcción de maquinaria había una clase obrera propiamente dicha, cualificada y contratada a tiempo completo. En total, incluyendo a aquellos ocupados entre la agricultura y la industria, no había más de tres millones de trabajadores industriales, apenas un dos por ciento de la población, aunque estaban concentrados en unas pocas regiones y eso les iba a conceder en el momento de la crisis final del régimen una influencia política más allá de su peso cuantitativo. La clase media, de profesionales y comerciantes, tampoco destacaba por su número, alrededor de un millón de personas.

No existía, por lo tanto, ni una poderosa burguesía industrial ni una clase media que pudiera constituir la base social para una democracia liberal. Pero tampoco un proletariado industrial que pudiera articular, a través de sindicatos y partidos políticos, una alternativa revolucionaria al régimen autocrático.
Rusia era una sociedad campesina. Los campesinos veían al Estado como una estructura de poder malévola y ajena que sólo les cobraba impuestos y reclutaba a los más jóvenes para la guerra, sin ofrecerles nada a cambio. La comuna, la comunidad de las aldeas, era el centro de su mundo y los campesinos permanecían aislados del resto de la sociedad, no integrados en la estructura política, cultural y legal del sistema zarista, y distantes tanto del orden social conservador como de la oposición radical. Su única lealtad era hacia el distante zar, a quien veían, con una devoción que apenas había cambiado durante el siglo XIX, como un ser superior, más allá del mal que encarnaban los terratenientes opresores y los recaudadores de impuestos

Sin embargo, al mismo tiempo, la represión, la ausencia de instituciones representativas y de libertades generaron la aparición y desarrollo de una oposición radical al sistema zarista dispuesta a derrocarlo por diferentes medios. Esa oposición estaba compuesta fundamentalmente por intelectuales, las elites educadas, lo que en ruso se llamó intelligentsia, estudiantes, escritores, profesionales, una especie de  subcultura al margen de la Rusia oficial, que intentaban explotar cualquier rastro de descontento popular para conquistar el poder. Una minoría radical de esa intelligentsia llevó sus críticas más allá de su disidencia intelectual y se comprometió en el derrocamiento del sistema zarista. Fueron ellos quienes establecieron una tradición de ideas, propaganda y agitación revolucionarias, antes de que, con el cambio de siglo, todo eso se plasmara en la creación de diferentes partidos socialistas que dominaron después el escenario político en 1917.

C_Ox4TDXkAEW5FB.jpg-El zar no  era conocido por ser muy ágil en tomar decisiones  y en saber llevar bien según qué gestiones (creo que tampoco fueron nada oportunas sus gestiones en torno a la guerra Ruso Japonesa, además esta gente suele tener la tendencia de rodearse bastante mal…), pero cuando se dice, se afirma y tú mismo llegas a la conclusión de que el zar gestionó nefastamente este asunto desde el plano internacional al nacional y viceversa. Como estudioso e investigador,¿ en qué te basas?

- El zar Nicolás II demostró escasas dotes  de cómo gobernar a un país que tenía un ingente campesinado aislado de la estructura política que él presidía y donde estaba emergiendo un movimiento revolucionario que su policía, famosa por la utilización de métodos violentos, no podía suprimir pese a la represión.

Aunque Nicolás llegó al trono en un momento de modernización y cambio, la elite gobernante procedía predominantemente de la aristocracia terrateniente tradicional. El zar elegía a los ministros y altos funcionarios, que le tenían que informar directa e individualmente a él, y no existía un gobierno, un consejo de ministros, como grupo coherente de políticos y ejecutores de sus políticas. Era un sistema patrimonial y el mismo Nicolás lo describió con una metáfora más ilustrativa que la mejor definición: “Yo concibo a Rusia como un latifundio en el que el propietario es el Zar, el administrador la nobleza, y los trabajadores son los campesinos”.

Nicolás II creía que era zar por derecho divino, un enviado de Dios para preservar los principios de la autocracia, basada al mismo tiempo en la lealtad y buena voluntad de sus súbditos. “Hemos sido puestos en el trono por Dios”, le escribió a la zarina, “y debemos mantenerlo intacto para entregarlo así a nuestro hijo”.

Era una autocracia ejercida por el zar a través del ejército, la policía y la burocracia, con apoyos todavía importantes entre una nobleza terrateniente que perdía gradualmente poder, y legitimada por la Iglesia ortodoxa rusa, la iglesia oficial de la monarquía que representaba nominalmente a casi tres cuartos de la población. Cuando todo eso comenzó a "desacralizarse", con los desastres ocasionados por la Primera Guerra Mundial, surgió una crisis de autoridad sin precedentes, que acabó en quiebra absoluta en febrero de 1917.

-Y si encima se colapsa la administración y el hambre se vuelve una pandemia cada día más aguda, las condiciones humanas son espantosas y se descuidan sostenes de un Estado como suele ser el Ejército por las condiciones en las que viven…entonces la burbuja termina por estallar y esos siervos, trabajadores industriales, intelectuales o indignados pasan de tragar a estallar en cadena, ¿es así, fue así?

-Frente a esa autocracia anquilosada y las propuestas para reformar el sistema desde arriba, lo que aparecieron fueron conflictos irreparables causados por la larga guerra y los serios trastornos que ocasionó en la economía, en la producción y transporte de los recursos necesarios y, sobre todo, en la escasez de productos de primera necesidad para millones de soldados en el frente y la población en general en la retaguardia.

Ante la escasez de comida, las autoridades introdujeron racionamientos. Todos los informes policiales advertían de que los sufrimientos causados por las derrotas a los soldados, a sus familias y a los refugiados estaban empeorando las condiciones de vida de las clases bajas a niveles sin precedentes, provocando desorden social y protestas de “madres exhaustas tras permanecer de pie en las largas colas” para alimentar a sus niños enfermos y hambrientos.

En el frente de guerra, y en los cuarteles militares de la cercana retaguardia, la disciplina de las tropas se desmoronaba. Los soldados, la mayoría jóvenes campesinos, se negaban a combatir y rechazaban la autoridad de sus oficiales, a quienes veían ahora como enemigos de clase, representantes de los terratenientes. La crisis de subsistencias se combinaba con una crisis de autoridad. Las cartas que los soldados escribían desde el frente a sus familiares reflejaban ese cansancio de la guerra y el malestar con los superiores.

833293_1.jpg-¿En Rusia se hizo esa “típica” revolución del campesino en armas?; ¿Cómo va asumiendo el campesinado el cambio hacia “un nuevo Estado”, cómo un trueque?; pero el alimento tensa situaciones entre los campesinos y los bolcheviques, ¿no?

-En el proceso de consolidación de la revolución con la guerra civil contra el ejército Blanco, todo lo que había caracterizado a la revolución de octubre –participación activa de un movimiento popular motivado por el programa de paz, tierra y todo el poder para los soviets- se acabó. Los bolcheviques alcanzaron el poder absoluto e incontestado entre 1920 y 1922, porque, en una situación como aquella de desorganización, el más fuerte fue el menos débil y ese fue su gran logro y ventaja.

No es extraño que las primeras y más fuertes resistencias procedieran de los campesinos, quienes sufrieron los efectos de las requisas de grano, después de que el Gobierno bolchevique estableciera el monopolio de su distribución en la primavera de 1918. Pese a la aparición de un importante mercado negro, los campesinos protestaron por las requisas por el simple motivo que, a cambio de entregar el grano, ellos no recibían prácticamente nada. Lo percibieron como un robo e iniciaron miles de pequeños actos de resistencia cotidiana frente a los pelotones de requisas.

-Lenin , aparece casi entre bambalinas, claro era la única manera que tenía de aparecer, pero creo que aquello que mejor podría definirle era que sabía lo que hacía, era muy inteligente, oportunista, ágil en sus decisiones y determinante…sabía lo que quería e iba a por ello con una sagacidad muy propia de sus mascotas preferidas los gatos. ¿Lo ves tú también un poco así?

-La importancia de Lenin en todo este proceso de revoluciones superpuestas está fuera de duda. Su visión centralista del Estado revolucionario y su búsqueda del poder por encima de cualquier otro objetivo, su idea de ganar a la población y movilizarla, le condujeron, cuando eso no fue posible de forma “natural”, a fortalecer los mecanismos policiales y de coerción, a establecer un Estado con un solo partido y a reprimir a las formas más moderadas de democracia socialista. Tras el atentado del 30 de agosto de 1918, el culto a Lenin se propagó como la pólvora. En un panfleto elaborado por Zinoviev se le llamó “líder por la gracia de Dios” y su culto recordaba en muchos aspectos al que se había profesado al divino zar. Lenin era ahora el “zar del pueblo” y la propaganda, y muchos historiadores que se la creyeron, le desvincularon de la parte más oscura de esa historia, la implantación del terror, como se haría después con otros célebres dictadores de la Europa del siglo XX.

-¿Mantuvieron los bolcheviques como un poco aposta y alargándola la guerra contra “los Blancos” en detrimento y para escarmiento de los que miraban y soñaban en todas las dimensiones de la palabra libertad?

-La guerra civil ayudó a los bolcheviques a retener el poder al establecer una clara opción  entre apoyar a ellos y a la revolución o a los Blancos y la contrarrevolución. Muchos de sus oponentes fueron forzados a abandonar la resistencia y ayudar a la victoria bolchevique como el menor de dos males. La reaparición de importantes y numerosas protestas populares cuando la amenaza de los Blancos se iba alejando en 1920 y comienzos de 1921, en forma de revueltas campesinas y protestas obreras por el deterioro de las condiciones de vida y el aumento del paro, así lo confirma.  La guerra contra los Blancos fue la “cubierta protectora” que permitió a los bolcheviques aplastar muchas de las aspiraciones y libertades populares “en nombre de la necesidad militar y política”.

-Finalmente, amigo, ¿por qué sostienes, desde tu reflexión,  que fue más una “dictadura  de la burocracia” que una dictadura del proletariado?

-Para controlar la sociedad, el partido bolchevique fortaleció el Estado y promovió un aumento espectacular de la burocracia en los años que siguieron a la revolución. Desde 1917 a 1921, el número de empleados del gobierno se cuadruplicó, desde 576.000 a 2,4 millones. Los burócratas fueron, en palabras de Figes, “la base social” del régimen bolchevique, que más que una dictadura del proletariado fue “una dictadura de la burocracia”. Y aunque Lenin se refirió a la burocratización como un legado del zarismo, en 1921 la burocracia  era diez veces más numerosa que en el estado zarista. Además de promover a trabajadores de las fábricas, lo que permitía a los bolcheviques alardear del origen obrero de sus militantes de base, se extendió sobre todo en la sociedad rural, con los campesinos acudiendo en aluvión a engrosar las filas del partido. Desde 1917 a 1921, casi un millón y medio de personas se incorporaron al partido, y dos tercios procedían del mundo rural o tenían un pasado campesino. Afiliarse al partido se convirtió en una forma segura de promocionar y ascender en la burocracia soviética.

 

 

 

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La venganza de los siervos. Rusia 1917. Julián Casanova   
232 páginas          5,5 x 23 cms.
18.90 euros
Crítica

 

 

Se cumplen cien años de las revoluciones de Rusia de 1917. No hay explicaciones simples para los grandes acontecimientos, y lo ocurrido en Rusia en 1917 pertenece a esa categoría, con un enorme impacto en todas las esferas de la vida de sus ciudadanos. Ningún aspecto de su sociedad, economía, política o cultura quedó intacto. La dinastía Románov desapareció de la noche a la mañana. Unos meses después, los bolcheviques tomaron el poder, en el cambio más súbito y amenazante que conoció la historia del sigloxx. Ahí reside la relevancia de esa doble revolución, de febrero y de octubre de 1917, que sucesivamente derribó al régimen zarista y al gobierno provisional de Alexander Kérensky: en uno de los países más grandes del mundo, el poder pasó en un periodo muy corto de tiempo de una autocracia tradicional a las revoluciones marxistas. El capitalismo y el mercado desaparecieron e instituciones básicas e históricas como la familia o la religión sufrieron una profunda transformación. El Estado que salió de la revolución bolchevique, y de su triunfo en la guerra civil posterior, desa ó a aquel mundo dominado por los imperios occidentales, al capitalismo y, muy pronto, también a otro nuevo actor, al fascismo.

La historiografía reciente, enriquecida por decenas de estudios locales, la microhistoria y la apertura de archivos, subraya que los acontecimientos en Rusia formaron parte de un «continuum of crisis», de un proceso de crisis constante. Ese es el reto, fascinante y complicado a la vez, de captar y sintetizar, en apenas doscientas páginas, las decenas de miles, imprescindibles, que se han escrito por diferentes especialistas.

Leer fragmento:

https://static0planetadelibroscom.cdnstatics.com/libros_contenido_extra_click/36/35595_La_venganza_de_los_siervos.pdf/00066/0/248078

 

Julián Casanova, es catedrático  de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza. Es autor, entre otros trabajos, de Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938 Siglo XXI, Madrid, 1985; edición en Critica, 2006) La historia social y los historiadores  (Crítica, 1991 y edición ampliada de bolsillo en 2003), De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España, 1931-1939  (Crítica, 1997, publicado en inglés, en Routledge, Londres y Nueva y York, 2004)), La Iglesia de Franco (Temas de Hoy, Madrid, 2001; edición de bolsillo con notas en Crítica, 2005),  República y guerra civil, Crítica/Marcial Pons, Barcelona, 2007 (publicación en inglés en Cambridge University Press, 2010),  e Historia de España en el siglo XX, y Breve historia de España en el siglo XX con Carlos Gil Andrés (Ariel, Barcelona, 2009 y 2012; próxima publicación en inglés en Cambridge University Press). Sus últimos libros son Europa contra Europa, 1914-1945 (Crítica, Barcelona, 2011) y A Short History of the Spanish Civil War,  (I.B. Tauris, Londres, 2012).

Julián Casanova ha sido profesor visitante en prestigiosas universidades británicas, estadounidenses y latinoamericanas y es miembro del consejo de redacción de varias revistas científicas (entre ellas, Historia Social, Cuadernos de Historia de España –Buenos Aires- y The Internacional Journal of Iberian Studies). Colaborador habitual de la páginas de opinión de El País, en el año 2006 seleccionó y presentó para TVE ocho programas de documentales rodados y realizados durante la guerra civil española con el título de “La guerra filmada” (editado por Filmoteca Española, Ministerio de Cultura, 2009).

 

 

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