Cazarabet conversa con... Manuela Aroca Mohedano, autor de “Sindicatos y turismo de masas en las
Baleares. Del franquismo a la democracia” (Documenta Balear)
La Colección Plural de Documenta Balear publica
un libro excelente, en la investigación y documentación, de Manuela Aroca Mohedano.
La sinopsis del libro:
A mediados de la década de los sesenta del
pasado siglo, el turismo se convirtió en el motor económico de las islas
Baleares. Las consecuencias de esta transformación no fueron solo económicas.
La sociedad balear sufrió cambios en su composición y en sus hábitos y
costumbres. Llegaron de forma masiva turistas procedentes de países con
regímenes democráticos, menos condicionados por una religiosidad opresiva, como
la que, en ese momento, se vivía en la España de Franco. Inmigrantes
procedentes de la península, que acudieron a las islas para trabajar en los
hoteles y restaurantes, vivían en condiciones laborales y humanas muy
precarias.
Los sindicatos clásicos -desmantelados después de la Guerra Civil o nacidos en
pleno franquismo- no prestaron la suficiente atención al colectivo de
trabajadores de hostelería. Un grupo de cristianos de Mallorca, al calor de la
nueva visión que propició una parte de la Iglesia española en torno a los años
sesenta, entendió la necesidad de combatir la indefensión laboral en la que se
encontraban. El libro reconstruye la creación, a partir de ese primer embrión,
de un sindicalismo en el sector de la hostelería balear, que protagonizó alguna
de las páginas más combativas de la Transición política y sindical española.
La llegada masiva de turistas, el cambio de
hábitos y costumbres de la sociedad balear y el combate de los sindicatos.
La autora, Manuela Aroca Mohedano:
Es doctora en Historia Contemporánea,
investigadora de la Fundación Francisco Largo Caballero y profesora asociada de
la Universidad Carlos III de Madrid.
Entre sus líneas de investigación histórica destacan los estudios sobre
historia militar durante la Segunda República y la Guerra Civil, con
publicaciones como General Juan Hernández Saravia: el ayudante militar de
Azaña y el prólogo de la reedición del libro autobiográfico del capitán
Alberto Bayo, Mi desembarco en Mallorca. En los últimos años, ha trabajado
especialmente en historia del movimiento obrero, con publicaciones
como Internacionalismo en la historia reciente de UGT, 1971-1976: del
tardofranquismo a la estabilización de la democracia o El papel del
sindicalismo en la Transición. La confluencia del sindicalismo socialista:
fusión USO-UGT.
Cazarabet
conversa con Manuel Aroca Mohedano:
-Amiga
Manuela, nos puedes explicar el por qué y qué hay detrás de la escritura de
este libro que analiza la presencia y acción de acciones de los sindicatos ante
el turismo de masas en Baleares?
-Detrás del libro hay más de cuatro años de
trabajo. En 2012 dirigía un proyecto de I + D, concedido por el Ministerio de
Ciencia e Innovación a la Fundación Francisco Largo Caballero, sobre la
historia de la reconstrucción del sindicalismo socialista después del
franquismo. Trabajábamos en él siete investigadores y nos interesaba
especialmente cómo había sido esa reconstrucción sobre los territorios. Nos
dimos cuenta de la originalidad que presentaba el territorio balear, concretamente
Mallorca, por varios motivos. El primero de ellos es que se basaba sobre un
sector de la actividad que nunca había sido central para los sindicatos: el
turismo. Los sindicatos siempre habían proliferado en sectores de la actividad
económica que propician una fuerte concentración de trabajadores, como las
fábricas siderometalúrgicas, la minería, etc. Pero en Baleares, por primera
vez, el sindicalismo se va a organizar en torno a una actividad que podemos
considerar nueva. La segunda originalidad es que los líderes de ese movimiento
eran cristianos que construyeron un movimiento sindical fuerte y laico, que
desembocó finalmente en el sindicalismo socialista, es decir, en la UGT.
Todo ello me llevó a dedicar la investigación
de varios años posteriores para reconstruir ese proceso.
-¿Por qué las
Baleares? ¿Fueron Las Baleares el primer lugar del Estado Español que
recibieron el primer aluvión de turismo de masas?
-En una parte importante, sí. Las Baleares
habían acogido un turismo selectivo desde prácticamente principios del siglo
XX. Pero era un turismo de un alto nivel económico que apenas generaba impacto
ni sobre la economía ni sobre el medio ambiente. Con la década de los cincuenta
comienza la proliferación de la construcción de hoteles, asociados al
desarrollo de los primeros turoperadores, que traen turistas del norte de
Europa, de Inglaterra…
A finales de los cincuenta y principios de los
sesenta existe ya una planta hotelera importante en Baleares y una afluencia
constante de turistas extranjeros. En paralelo se están desarrollando otros
focos de turismo masivo en España, pero en las Baleares concurren las
circunstancias especiales respecto a la organización de la defensa de los
trabajadores. Un grupo de cristianos se siente muy interesado por esta “nueva
esclavitud” que están sufriendo los trabajadores de la hostelería y empiezan,
poco a poco, a poner en pie un instrumento que los defienda.
Hay que tener en cuenta el contexto político
en el que surge este turismo masivo y en el que se desarrolla la nueva
organización del trabajo: un franquismo que no permite la existencia de
sindicatos libres, en el que no está reconocido el derecho a huelga ni a
protesta laboral y una sociedad muy condicionada por una religiosidad
obligatoria. La obediencia, la pobreza de muchos sectores en la península que
podían ser mano de obra barata, la jerarquía social y casi el servilismo
parecían un buen instrumento para permitir la construcción de una industria
pujante para atender a los turistas. Y así lo intentó la clase empresarial
balear con la aquiescencia del Gobierno.
-¿Qué “partes
oscuras” comportaba ,ya, desde un principio ese turismo de masas que, a lo
largo de los años puede transformarse en algo como inmanejable, como una bomba…como
un instrumento que nos puede hacer como morir de éxito?
-Había un temor bastante razonable en el
régimen y en la Iglesia de la época. Los turistas venían de sociedades
democráticas mucho más abiertas, menos condicionadas por la religiosidad, con
patrones sexuales completamente diferentes de los que regían en la sociedad del
franquismo. Desde el primer momento, la Iglesia sintió temor de que estas
costumbres “contagiaran” a la sociedad balear, o al menos a los trabajadores
que estaban en contacto con los turistas. Por ello, el primer interés por los
trabajadores de la hostelería surge en la Iglesia. Algunos de sus miembros
realizan encuestas para ver cómo puede afectar en su religiosidad y en su moral
el contacto con los extranjeros. Para los más comprometidos la sorpresa es ver
que lo verdaderamente importante es que estos trabajadores están viviendo en
situaciones de absoluta precariedad.
Y esta es la “parte oscura” más evidente: las
condiciones de trabajo y de vivienda en que habitaban los trabajadores de
hostelería en esos primeros tiempos. Hacinados en los sótanos de los hoteles,
en habitaciones colectivas junto a máquinas y calderas, alimentados muchas
veces con las sobras de las comidas de los huéspedes, con turnos de trabajo
casi imposibles, bajísimos sueldos. Y sobre todo, desprotegidos, porque no
había nadie que pudiera ofrecerles una alternativa.
Los grandes problemas que vendrían después,
como la degradación del medio ambiente y las consecuencias de la destrucción de
todos los sectores económicos preexistentes en las islas no eran, entonces, una
preocupación para prácticamente nadie. Hasta la década de los setenta, no
llegaría la preocupación por la “balearización”,
entendida como proceso de degradación urbanístico (peligrosa a su vez para la
propia continuidad de un turismo de calidad)
-¿Cómo
eran, amiga, los sindicatos en aquellos años del franquismo y cómo han ido
evolucionando?
-Los sindicatos mayoritarios de la República
eran el sindicato de orientación socialista UGT y el sindicato anarquista CNT.
Entre ambos reunían una militancia superior a los dos millones de afiliados y
tenían una fuerte capacidad de movilización. De hecho su papel durante la
contienda fue vital en la organización y el esfuerzo de guerra y tuvieron un
fuerte peso político. Franco declaró ilegal sus actividades, incautó todos sus
bienes y represalió a todos los afiliados y dirigentes que no habían optado por
el exilio con penas de cárcel, muerte.
Para sustituirlos el régimen optó por copiar
el modelo de sindicatos corporativos de la Italia de Mussolini. Se crea así la
Organización Sindical Española, conocida como Sindicato Vertical. El “Vertical”
quería romper, con los presupuestos fascistas, con la idea de la lucha de
clases que se contenía en el funcionamiento de los sindicatos obreros, que
habían nacido a finales del XIX. En el Sindicato fascista se encontrarían
representados los tres sectores que integran la producción económica: los
empresarios, los trabajadores y los gobiernos. La idea de la pugna entre empresarios
y trabajadores sería sustituida por un consenso de los representantes de los
“productores” y el sindicato se convertiría en uno de los instrumentos de
organización de la sociedad. Estaba organizado por ramas de la producción y por
una estructura jerárquica que llegaba hasta el mismo Gobierno, ya que el
Delegado Nacional de Sindicatos tenía rango de ministro del Gobierno de Franco.
Pero en la práctica el sindicato dejó de representar a los trabajadores porque,
ante cualquier disputa, prevalecía como instrumento de coerción para los
empresarios.
Mientras, los sindicatos históricos trataban
de reconstruirse clandestinamente. Poseían direcciones en el exilio que tenían
como misión imprimir una estrategia nacional y denunciar la falta de libertad
sindical en la España franquista ante sus homólogos internacionales. En el
país, consiguieron liderar algunas de las movilizaciones más importantes de las
décadas de los cincuenta y los sesenta. Los socialistas contaban con un
predominio entre la clase industrial del País Vasco y en la minería de
Asturias. Funcionaban completamente al margen del Sindicato Vertical,
conscientes de que cualquier utilización de sus mecanismos podría acarrearles
consecuencias no deseadas.
En la década de los sesenta nació el conocido
entonces como “Nuevo Movimiento Obrero”. La primera de sus representaciones
eran las llamadas “comisiones obreras”. Nacieron en las minas asturianas y
consistían en un grupo de trabajadores que contaban con el reconocimiento de un
cierto liderazgo por parte de sus compañeros. Se reunían para resolver
problemas, generalmente pequeños, y mediaban directamente con los
representantes de los empresarios sin efectuar reclamación ante el Vertical.
Cuando solucionaban el problema, simplemente se disolvían. Poco a poco se
fueron dando cuenta de la fuerza de ese instrumento y las comisiones
proliferaron por muchos grandes centros de trabajo. Fueron el germen de las
Comisiones Obreras que ahora conocemos. En principio, eran un organismo
unitario que reunía a personas con o sin ideología y de diferentes
orientaciones políticas. Pero el Partido Comunista advirtió su potencial y
progresivamente consiguió ser la fuerza más representativa de las Comisiones
Obreras. Consiguió también que se convirtieran en un instrumento estratégico
del PCE.
Nació también en el seno de ese movimiento
obrero una fuerza procedente del cristianismo, la Unión Sindical Obrera (USO).
Tanto la USO, como Comisiones Obreras adoptaron una estrategia, a finales de
los sesenta, que consistía en “penetrar el Vertical”. Consistía en presentar a
sus simpatizantes a los puestos de representación obrera en las elecciones a
representantes de los trabajadores en el sindicato Vertical e iniciar una
oposición desde dentro, consistente en monopolizar la mayoría de los cargos
para cambiar el rumbo de su actuación. La UGT se oponía frontalmente a esta
estrategia porque consideraba que legitimaba la existencia del Vertical.
El sindicalismo en la Hostelería de Baleares
no surgió en el seno de ninguna de estas opciones. Tanto
sindicatos clásicos como del nuevo movimiento obrero desatendieron la
importancia que tenía el sector del turismo en Baleares, concretamente en
Mallorca. Estaban más preocupados por organizar sectores que, tradicionalmente,
se consideraban vertebradores del movimiento obrero como la construcción, el
metal, los transportes… Tampoco se interesaron especialmente, hasta fechas muy
avanzadas del tardofranquismo, por las condiciones laborales y de vida de esta
nueva masa de obreros. Solo cuando advirtieron la fuerza explosiva de este
colectivo se sintieron interesados por lo que estaba sucediendo en ese sector,
ya decisivo, de la vida económica de Baleares.
-Mención aparte,
tienen los sindicatos cuando se abre la transición, ¿no?
-En la transición, los sindicatos son
decisivos. Gestionan la fuerza del movimiento obrero y están fuertemente
vinculados con los partidos políticos, salvo USO que preconiza la autonomía y
la independencia política del sindicato. Todos los gestores de la Transición
política contemplan las posibles evoluciones del modelo sindical y se reúnen y
negocian frecuentemente con los sindicatos.
-Y
aún más asentándose los años de la democracia con los gobiernos de centro
derecha, la llegada triunfante del socialismo…
-Lo más destacado que logran los sindicatos
durante la Transición es su reconocimiento como agentes fundamentales para la
estabilidad democrática y para la paz social. En virtud de ese reconocimiento,
van a participar decisivamente en lo que se conoce como la Concertación Social.
Los procesos de concertación, entre Gobierno, patronal y sindicatos libres
reconocen que los grandes acuerdos garantizan un marco de negociación para los
agentes sociales, que revalida acuerdos parlamentarios. Se le concede una
representatividad social a los sindicatos decisiva a cambio de garantizar la
paz social y evitar el conflicto permanente por la consecución de los derechos
de los trabajadores. Durante la década de los ochenta, en el apogeo del poder
socialista, se firman grandes acuerdos sociales como el AES. Son instrumentos
decisivos que permiten que la fuerte crisis económicas de los ochenta no derive
en una explosión social y suponen un progresivo reconocimiento de los derechos
de los trabajadores. En realidad, se estaban copiando modelos que los
sindicatos y los Gobiernos europeos habían desarrollado en la posguerra mundial
y que habían generado las décadas más prósperas de la historia de la humanidad
en occidente.
-¿Cómo se asocia
o cómo no se asocia el sindicalismo a no pocos movimientos en defensa de la
naturaleza que surgen en Baleares…muchos de ellos son pioneros en hacer frente
a lo que consideran “abusos” del turismo en contra del entorno natural?
-Esa característica llega un poco más tarde.
En el periodo que estudia el libro (1965-1978 aproximadamente) la preocupación
fundamental era otra: defender a los trabajadores de la injusticia de un
sistema que causaba miseria y explotación y dotarlos de un instrumento para
organizar esa defensa. Indudablemente, fue haciéndose evidente que si no se
defendía el entorno natural, el sistema se precipitaría hacia el colapso. Pero
durante el franquismo y los primeros momentos de la Transición no era una
prioridad, por motivos obvios.
-Pero el
sindicalismo nace para hacer frente a los abusos o recorte de derechos de los
trabajadores y trabajadoras….en este caso del sector turístico…qué demandas se
arrastran y se mantienen desde los primeros tiempos hasta la fecha…
-La precariedad, los problemas derivados de la
temporalidad, la equiparación de derechos entre categorías femeninas y
masculinas, el respeto a los tiempos de descanso y los días libres, la
regulación de las vacaciones. También la ocupación de una buena parte de los
empleos en la hostelería por parte de los inmigrantes que, ahora, ya no son
nacionales sino inmigrantes extranjeros y, en virtud, de esa condición, están
más desprotegidos. En general, aquello que tiene que ver con el beneficio
económico de los locales de ocio.
-Las condiciones
de trabajo y las humanas eran bastante
pésimas en los tiempos del franquismo con las primeras oleadas y lo han seguido
siendo, ¿no?, pero seguramente hay diferencias, matices evolutivos…
-Las principales diferencias provienen de la
falta de libertad de aquellos primeros tiempos en los que surgió el turismo de
masas en Baleares. La sindicación libre estaba proscrita y ni siquiera se
conocía la legislación “protectora” del franquismo. De hecho, uno de los
primeros objetivos de estos líderes era que los trabajadores conocieran sus
derechos. Eran pocos, pero además eran sistemáticamente conculcados porque los
trabajadores no los conocían. Esto, evidentemente, no sucede hoy. Existen
sindicatos libres y numerosas fuentes de información y la indefensión es, como
es lógico, mucho menor.
Por otra parte, había una situación de
precariedad que se derivaba del hecho de que manutenciones y alojamiento
dependían del empleador. Esto era también, en principio, una medida protectora
que pretendía complementar el sueldo cubriendo necesidades básicas de los
empleados. Pero en la práctica era una fuente de indefensión para los
trabajadores y afectaba a aspectos básicos de su vida diaria. La dependencia
del hotel o del establecimiento era aún mayor. La mejora general del nivel de
vida ha permitido que estas cuestiones no sean problemáticas hoy.
-¿Cómo se genera
el primer movimiento obrero en contestación a “esa industria en torno al
turismo”, cómo surge y cómo logra mantenerse?
-En parte, he contestado a esta pregunta
anteriormente, cuando comenté que fue un núcleo de cristianos preocupados por
las condiciones de vida de los trabajadores del turismo los que pusieron en pie
toda esta estructura.
Estos líderes de primera hora tomaron la
decisión de abandonar sus profesiones –algunos de ellos se habían ordenado como
sacerdotes o monjas- y compartir la experiencia con los trabajadores,
trabajando como camareros, camareras de piso y otras categorías laborales sin
especialización. Eso les permitió conocer las condiciones reales y organizar
algunas acciones que pretendían luchar contra el desconocimiento de los
trabajadores de sus derechos. Se dotaron de dos instrumentos que permitían la
formación en derechos de los trabajadores y también la organización para su
defensa: los acolliments y la Escuela de Formación
Social. En los primeros podían reunirse los trabajadores, charlar delante de un
refresco y conocer las Ordenanzas franquistas en un ambiente de relajación, que
a su vez permitía el contacto entre los trabajadores de diversos hoteles,
restaurantes… La Escuela traía a ponentes especializados que les hablaban de
cuestiones laborales y políticas. Y paralelamente, fue creciendo la
organización, los trabajadores se fueron acercando a esta organización, pagando
cuotas y organizando acciones reivindicativas más estructuradas.
Cuando muere Franco hay un verdadero embrión
de sindicato, con una fabulosa capacidad de movilización, que está dispuesto a
luchar por los derechos de los trabajadores. Se crea la ASUDTH (Alternativa por
un Sindicato Unitario y Democrático de Trabajadores de Hostelería) para darle
una organización de corte sindical y prepararse para la legalización de los
sindicatos
-Desde
el franquismo en adelante se va escorando, todo, a la izquierda, ¿verdad?, me
refiero a la idiosincrasia de los sindicatos.-¿Cómo
era la relación e interacción con los diferentes partidos surgidos en la
transición, sobre todo con los “de izquierdas”?
-Como también he comentado antes, salvo la
Unión Sindical Obrera (USO), los grandes sindicatos españoles CCOO y UGT tenían
una relación histórica desde su nacimiento con PCE y PSOE, respectivamente. La
identificación de la historia de PSOE y UGT durante sus primeros 100 años había
sido total.
Los líderes de la hostelería se fueron
vinculando con diversas organizaciones mientras que los afiliados en su
conjunto eran libres para militar en el partido que consideraran oportuno.
Finalmente, se acordó la incorporación de la ASUDTH en UGT que, a fin de
cuentas, era el sindicato con quien más compartían ideología y estrategia.
-Ha habido un “antes
y un después” en la presión, demandas y demás de los sindicatos frente a esa
“oferta de turismo de masas”…
-Por supuesto que sí. Solo ante la primera
amenaza de huelga general en la semana santa de 1976 tembló todo el sector y el
Gobierno tomó cartas en el asunto. La organización sindical balear consiguió, a
partir de 1977, convenios que siempre mejoraban las condiciones en el sector.
Llegaron mejoras históricas que después los sindicatos del resto del país
trataron de alcanzar en sus convenios: descansos semanales, vacaciones,
obligatoriedad de racionalización de los turnos de trabajo, equiparación de
categorías femeninas y masculinas, fijos discontinuos con derecho a la
prestación por desempleo durante la temporada baja… La negociación colectiva se
convirtió en imprescindible
-¿Qué ha quedado
como enquistado de las prácticas del sindicato vertical entre la ósmosis de
trabajadoras, trabajadores y “patronos”?
-Realmente, en España se han hecho progresos
decisivos, de manera que el sindicalismo español se equiparó pronto al europeo
e internacional y apenas quedan rémoras de esta práctica sindical que, por sus
características esenciales, nunca fue un sindicalismo combativo.
-¿Qué principales
cambios se dieron con los sindicatos de la democracia?
-Lo principal fue la vuelta al sindicalismo
libre de antes de la guerra. Aunque se habló mucho de diferentes modelos
sindicales (sindicalismo unitario, pluralidad sindical…, sindicatos organizados
por sectores de actividad, sindicatos centralizados confederalmente, etc.,
negociación generalista o para los afiliados…) triunfó un modelo pluralista,
organizado en sectores de actividad, que compensa la confederación y la
descentralización territorial y negocia para el conjunto de los trabajadores.
Es un sindicalismo de vocación negociadora, que, por supuesto, no renuncia a la
presión reivindicativa y que tiene también la aspiración de ser fundamental en
la regulación de las condiciones de trabajo por parte de los Gobiernos. En la
década de los ochenta se estabilizó lo que se conoce como “concertación
sindical” o negociación a tres bandas, donde Gobiernos, patronos y sindicatos
establecen las pautas básicas del mundo laboral español, amparados por el
Estatuto de los Trabajadores.
Los retos se multiplicaron con la última gran
crisis económica y tienen que ver con la legitimidad, la representatividad y el
reconocimiento social de la función de los sindicatos. Todo cambió a partir de
ese momento y también en Baleares, los convenios de la hostelería dejaron “de
crecer”. Los sindicatos deben recuperar un protagonismo en parte perdido para
poder volver a ofrecer respuestas a los problemas de los trabajadores. Pero
esto es, en buena medida, responsabilidad de los propios sindicatos.
-Háblanos,
querida amiga Manuela, del proceso de documentación, investigación, estudio….¿Cómo pones orden a todo ello?, háblanos, por favor de la
metodología de trabajo
-En primer lugar, lo más importante es
delimitar las fuentes con las que contamos para poner en marcha el estudio.
Como investigadora de la Fundación Francisco Largo Caballero, que es la
institución que impulsa el estudio, parto de una situación privilegiada, ya que
la Fundación es la encargada de custodiar la documentación histórica de la UGT.
Puesto que este primer sindicato de la Hostelería, la ASUDTH, terminó
integrándose en UGT, tenía a mi disposición una buena parte de su documentación
histórica. Además de los documentos escritos, en el archivo se encontraban
también decenas de horas de grabación con los líderes históricos que habíamos
ido recabando en proyectos anteriores y que hablaban de este nacimiento del
sindicalismo en el sector del turismo en Baleares.
Contactamos con la Fundación Serveis de Cultura per al Poble
que nos cedió el grueso más importante de la documentación que los líderes y
militantes habían conservado sobre estos procesos. También por su mediación
pudimos entrevistar a veinte protagonistas más, en conversaciones que indagaban
expresamente en su participación en esta experiencia.
Completé toda esta documentación con un
seguimiento exhaustivo de la prensa local, fundamentalmente el Diario de Mallorca y Última hora, en los que pude constatar
el protagonismo que, sobre todo a partir de los años 72-73, tuvo este
movimiento sindical.
Hay también todo un poso de conocimiento sobre
el movimiento obrero balear que hay que leer en profundidad. Entre este corpus
ya escrito, quiero destacar especialmente el trabajo de David Ginard, que ha trabajado sobre turismo y también sobre
sindicatos clásicos en Baleares. He tenido también la suerte de que prologara
este libro y quiero agradecérselo de manera muy especial.
Y cuando se reúnen las fuentes primarias y
secundarias, viene el primer trabajo del historiador, que es fundamentalmente
un trabajo de relación entre las fuentes: comparar, ratificar, estructurar
periodos y problemáticas. Una segunda fase nos lleva al análisis, la
comparación con otros procesos similares en el país o incluso en otros lugares
del mundo y al establecimiento de una serie de preguntas y conclusiones que he
tratado de desentrañar en el libro y que someramente se reflejan en esta larga
entrevista.
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