La
Librería de El Sueño Igualitario
La Editorial HOJA DE LATA nos acerca, con una edición
muy mimada, a estos cuentos de esta escritora, por excelencia y excelente,
encuadrada en la Generación del 27.
La crítica entendida califica a este
escritora, mus “escondida” a una de las plumas que mejor sabía narrar…sus
lecturas son entretenidas y excelentes desde el continente al contenido.
Lo que nos cuenta la editorial, HOJA DE LATA,
sobre este libro que reúnes “esos trece cuentos”:
Tras su aclamada Tea
Rooms, descubrimos ahora los cuentos de esta
autora invisible, quizá la mejor narradora de su generación, en palabras de
muchos. Relatos duros y emocionantes, como fue la vida de Luisa, en los que la
mujer ocupa siempre un papel central: mujeres fuertes y decididas, sumisas y
apocadas, madres coraje capaces de tomar como suyo al hijo ajeno, víctimas
silenciosas o dignas e irreductibles.
Dividido en cuatro bloques temáticos —los
relatos de la República, los de la guerra civil y la posguerra, los de temática
mexicana y los de la actualidad internacional de la época— este volumen deja
constancia de una autora que reclama a gritos un hueco en la historia de la
literatura española.
La autora, de este excelente libro. Luisa
Carnés:
(Madrid, 1905-México D.F., 1964) fue una
novelista y periodista española, autora invisibilizada de
la Generación del 27. Nació en el seno de una familia obrera en el madrileño
barrio de Las Letras. A los once años entró a trabajar en un taller de
sombrerería y en 1928 vio publicada su primera obra, Peregrinos de
calvario, una colección de narraciones breves. De lo vivido en su nuevo
trabajo como camarera en un salón de té saldría Tea
Rooms. Mujeres obreras (1934), recibida calurosamente
por la crítica, que destacó de ella su carácter innovador y su fuerza
narrativa. De formación autodidacta, Carnés consiguió con esta novela una
calurosa acogida por parte de la crítica y el público. Su carrera, como la de
tantas otras, se vio truncada por el golpe militar del 18 de julio de 1936, que
desencadenó la guerra civil.
Tras la derrota del bando republicano se
exilió en México, donde murió prematuramente en el más completo de los olvidos
para la historia de la literatura española. Luisa Carnés marchó al exilio con
lo puesto, llevándose como único equipaje una cartera de piel que contenía su
bien más preciado, sus relatos. Ochenta años después, verán por fin la luz en
la antología Trece cuentos (1931-1963).
Nosotros, ya nos acercamos a esta autora y a
Hoja de Lata cuando publicaron TEA ROOMS, excelente retrato de una época y de
los habitantes de la misma…aconsejable e imprescindible su lectura: http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/tearooms.htm
Cazarabet conversa con
Juan Ramón Puyol, nieto de Luisa Carnés:
-Amigo Juan
Ramón, ¿cómo recuerdas aquello que te fueron contando de tu abuela, aquellos y
aquellas que la pudieron conocer más y mejor?
-El tema favorito de
nuestra familia en el exilio mexicano era hablar de la vuelta a España. Muchos
fines de semana mis padres organizaban una sesión para planear el viaje a
retorno que incluía comer en un restaurante chino que había
escondido en rincón del centro del D.F. -los dueños eran antiguos exiliados que
habían huido de Mao- y visitar al “obrador de la vasca”, una pastelera que
recibía en la cocina donde preparaba unos dulces exquisitos. Luego a casa a
hablar de España. Para nuestras mentes infantiles aquel país y el retorno se
convirtieron en algo mítico y mágico. He de decir que nunca oí hablar tanto y
con tanta pasión de nuestra patria como en aquel ambiente del exilio
republicano en México. De la abuela Luisa se hablaba poco debido al dolor que
su muerte temprana había dejado en la familia.
Luego, hace unos 15
años, después de aparecer “El eslabón perdido”, se fue hablando en casa con más
tranquilidad de las cosas de la abuela y mi padre fue poco a poco abriéndose a
recordar cosas a pesar de la pena. Ahora resulta conmovedor verlo emocionarse
con cada noticia que aparece de Luisa y todo es celebrado con ilusión.
-Tu hermano y
tú hicisteis las fotos de los cuentos desde esa cartera de cuero que
anduvo desde su vida en España, hasta el paso por la frontera, su estancia en
los campos franceses, su viaje hasta México y su estancia en ese país de
acogida… ¿qué sentiste mientras lo hacías?
-Fue increíble sacar
de la cartera de cuero muchas de las notas, cartas y fotos de la vida de Luisa.
Esa cartera que sacó de España andando -dentro de aquella caravana de
republicanos que cruzaron a Francia en los últimos días de la guerra- tuvo una
segunda vida en México donde la abuela sacó sus manuscritos y los recompuso en
sus novelas. Luego a aquella cartera se unio otra
más, donde fue coleccionando sus fotos personales. Mi padre regresó a por las
cosas de su madre cuando el compañero de Luisa, el poeta Juan Rejano, murió mientras preparaba su vuelta a España
en 1976. Rejano que ejerció de abuelo nuestros
durante toda nuestra infancia, también era el depositario de aquel material
literario y biográfico. Fue entonces cuando vinieron a España todo ese tesoro
familiar.
¡Así que aquellas
carteras han vivido mucho! Todo eso es lo que estamos recuperando ahora, pasito
a pasito, y con el máximo respeto y cuidado. Es un tesoro que se está
recuperando y que para sorpresa y alegría de la familia interesa cada día más a
la gente.
-Respecto a
esa diáspora dolorosa, ¿sabes, te cuentan si tu abuela hablaba mucho?
-Luisa era más bien
tímida y discreta. No le gustaba el protagonismo ni los focos. Era más de
ponerse detrás de la cámara y tomar notas de la vida para luego contarlo en sus
cuentos y novelas. Desde joven le gustaba el silencio, su rinconcito y su
escritura. Después de trabajar en el taller, se encerraba en su habitación a
escribir y se olvidaba del jaleo de sus cinco hermanos pequeños metiéndose en
su mundo de letras. En México hacia lo mismo, tras realizar sus colaboraciones
con radio, revistas y periódicos, volvía a casa a ver a su hijo Ramón y a
escribir un rato, alargando la noche todo lo posible.
-Todas y todos
los escritoras y escritores ponen mucho de autobiográfico en sus relatos,
cuentos y narraciones,¿ te dan que eran así las
propuestas de tu abuela?
-Sí. Totalmente. En
todas sus novelas es ella la que habla. Puedes reconstruir su manera de pensar
y de ver el mundo desde la joven Natacha, obrera como ella, con sus dudas
vitales intensas de la edad y el descubrimiento del amor, pasando por Matilde
en “Tea rooms”, hasta Cesar Alcántara -el profesor de
“El eslabón perdido”- son Luisa en distintas etapas de su vida, con sus
preocupaciones, temores, dudas y esperanzas. A veces aparece alguna luz al
final del túnel pero son siempre narraciones donde se cuenta la travesía de un
túnel.
Además, en los cuentos
va dejando pequeñas pistas para los que más conocen su obra y su vida y para
nosotros resulta muy emocionante encontrar estos pequeños detalles que deja
aquí y allá. A veces habla de una escalera, de un portal, de un frasco de
perfume, de una guitarra y sabes que está escribiendo de sus cosas.
Encontrarlos es un consuelo para quienes apenas la conocimos. Entre todos la
estamos reconstruyendo y haciéndola vivir de alguna manera...
-¿Cómo fue la
integración de tu abuela y familia en México?
-Al principio fue muy
difícil sobrevivir con lo poco que tenían pero la acogida del Gobierno de
México que dirigía Lázaro Cárdenas les abrió todas las puertas para poder
empezar a trabajar en su oficio, el periodismo. Tenía cuatro o cinco
colaboraciones distintas y con eso fueron saliendo adelante ella y mi
padre, que entonces era un niño de 8 años. Tenían la esperanza de que los
aliados liberarían también España tras sacar a los nazis de París y que
volverían pronto del exilio. Pero cuando los americanos firmaron con
Franco los acuerdos a principios de los 50’ se dieron cuenta que la vida
en el país azteca se prolongaría muchos años y empezaron a mirar más a lo
que tenían cerca, sin olvidar nunca su amado país.
La llegada masiva de
exiliados a México hizo que la integración con el país fuera paulatina pues los
españoles se apoyaron los unos a los otros y cada uno fue forjando sus nuevas
relaciones poco a poco. Además las ayudas de gobierno facilitaron mucho el
contacto, sobre todo de los intelectuales, con los agentes de la cultura
mexicana, periódicos, revistas, pensadores y artistas.
-Ya no volvió
a España, ¿cómo crees que ella vivía el exilio y cómo crees que eso lo refleja
en sus escritos desde el exilio?
-El exilio español
en México fue siempre una piña. Por supuesto había rencillas entre unos y
otros, pero como pasa en cualquier familia. Eso lo sé de primera mano porque lo
viví. Los hijos de los exiliados, como mis padres, eran amigos de los hijos de
exilados, pertenecían a las mismas organizaciones, montaban todo tipo de
actividades de solidaridad con los presos en España y se veían continuamente.
La abuela participaba de muchas de esas cosas y no paraba de ir de un lado para
otro, pues siempre tenía cosas entre manos, un acto, un homenaje, un encuentro,
una publicación y esto unido a su trabajo de periodista te da la idea de su
actividad pública. Pero lo que a ella le gustaba era su rincón y su máquina de
escribir. La noche se alargaba mucho en aquel piso del barrio de La
Condesa…
Una vez que tomó
conciencia de que la separación de España se alargaría se enfocó en lo cercano
y escribió sus series de cuentos mexicanos que son sorprendentes e impactantes.
La misma mirada penetrante y tierna que tiene para las protagonistas de “Tea Rooms” la tiene con Chucho y Elsa en “La mulata”. Te lleva
a la Puerta del Sol o a Puerto Vallarta con la misma maestría embrujadora de su
palabra. La mexicanidad de Luisa es arrebatada como lo es su madrileñismo.
-Desde
la Editorial Hoja de Lata se han tomado la edición de una manera muy especial.
Lo miman mucho, ya lo hicieron con “Tea Rooms” y se
involucran escribiendo la introducción… ¿cómo es y ha sido trabajar con ellos?
-Los editores de
Hoja de Lata, Laura y Daniel, son encantadores como personas y están volcados
con su editorial, sacando libro tras libro y peleándolo puerta a puerta,
librería a librería. Contagian pasión y emoción por el mundo de las letras. Son
como dos rockeros que hacen carretera con sus libros
y autores con entusiasmo. Ellos tuvieron la idea -que fue una sorpresa- de
encargar colorear la foto más conocida de la abuela, para la portada de “Trece
Cuentos”. Mis padres se emocionaron mucho cuando la vieron, y parecía más viva
que nunca! Nadie esperábamos el éxito tan increíble de
“Tea Rooms” que sigue ganando lectores. Es un orgullo
para nosotros poder estar presentes y viviéndolo todo tan de cerca. Estamos
asombrados, felices y un poco desbordados.
-La
narrativa de Luisa Carnés es elegante, de esas que dice mucho con pocas
palabras, sin muchos decoraciones…es además sutil y directa ¿lo ves así?
-Sí. No soy un
experto, solo un lector más, pero veo que te atrapa con su lenguaje y te lleva
donde quiere, esa magia de escritora que te conduce a mundos que desconoces y
que te sorprende. El realismo que busca en las novelas largas se compensa con
el tono más surrealista y humorístico de algunos de los cuentos. En todo caso
me parece, como tú dices, elegante y directa. No molesta con digresiones
eruditas, va al grano, quiere tocar el corazón de la gente.
-Avanzada a su tiempo
desde la narrativa, pero eso, seguramente es porque lo era como persona, ¿qué
nos puedes decir?
-Ella era ya la nueva
mujer que se anunciaba. Era independiente como persona y como mujer. Lucho por
ser escritora, saliendo del taller, amó a sus compañeros sin condiciones, fue
madre desde lo más profundo y su compromiso político fue sincero. Emancipada
y amorosa. Parece exagerado, pero está en su literatura. Eso es lo que
cuenta mí padre, cuando le preguntas. Sus historias son su vida.
-Componía relatos
realistas, incluso hiperrealistas y en cada uno de ellos, en cada uno de estos
cuentos que ando leyendo, noto, veo ,a la vez, una especie de denuncia, una
reivindicación, un desasosiego que le removía por dentro. ¿Qué nos puedes
comentar?
-Desde ese santuario
que se había ido construyendo desde joven -la habitación silenciosa llena de
libros- construía sus personajes que expresan la denuncia de la explotación de
la clase obrera, la situación de la mujer, la injusticia de la guerra, etc. Su
compromiso en la defensa de los débiles, los desamparados y los excluidos era
su tema de fondo. La denuncia de la injusticia es el andamiaje de su literatura
y de su vida. Desde niña empezó a trabajar y vio la pobreza y el sufrimiento, y
aunque no sabemos porque comenzó a escribir, suponemos que fue para
esquivar la realidad de una vida de trabajo y pobreza, aunque fuera por unas
horas. Encerrarse en su habitación a leer y escribir fue su liberación desde
joven y nunca perdió esa pasión íntima y silenciosa.
-Cronológicamente los
cuentos se puede encuadrar en cuatro tiempos: los de la República, los de la
guerra y posguerra, los de la época mexicana y los que miran y tratan “lo
internacional…pero tú como lector, un lector muy especial ¿ves alguna
división más?
-A mí me encantan esos
donde encuentran escondidas esas pistas que te decía al principio. Descubrirlas
es como un juego con ella a través del tiempo. Están por todas partes, no solo
en los cuentos, también en las novelas y por supuesto en los reportajes que
hacía para las revistas y periódicos, donde muchas veces aparece protagonizando
las fotos de los reportajes. Esa sería mi selección personal y privada. Luego
también me sorprenden los cuentos donde aparece el humor y los toques
surrealistas que establecen un hilo a través de treinta años de producción de
literaria. “En el tranvía”, “El álbum familiar” y “Aquelarre” pertenecen a ese
grupo. La abuela también me hace reír...
25774
Trece cuentos (1931-1963). Luisa Carnés
208 páginas 14,5 x 21 cms.
18.90 euros
Hoja de Lata
Primera antología de los cuentos de Luisa Carnés
(1905-1964), autora de la portentosa novela Tea Rooms
y autora invisible de la Generación del 27. Sus relatos se dividen en cuatro
bloques: los escritos de juventud; los de la República y la guerra civil; los
del exilio mexicano y los de temática de actualidad internacional. Al igual que
Tea Rooms, son relatos descarnados de una escritora
autodidacta que posee una capacidad asombrosa para observar lo que ocurre a su
alrededor. La escasez de horizontes para la mujer española, las crueldades de
la guerra y la represión de la posguerra, la nostalgia de los exiliados o la
nueva realidad de México, el país que la acogió, son los temas que aborda esta
autora sinsombrero, la gran narradora oculta de la
Generación del 27.
Luisa Carnés Caballero (Madrid, 1905-México D.F., 1964) nació en el seno
de una familia obrera en el madrileño barrio de Las Letras. A los once años
entró a trabajar en un taller de sombrerería y en 1928 vio publicada su primera
obra, Peregrinos de calvario, una colección de narraciones breves. De lo vivido
en su nuevo trabajo como camarera en un salón de té saldría Tea Rooms. Mujeres obreras (1934), recibida calurosamente por
la crítica, que destacó de ella su carácter innovador y su fuerza narrativa.
Tras la derrota del bando republicano durante la guerra civil se exilió en
México, donde murió prematuramente.
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