La Librería de El Sueño Igualitario

978841642169.jpgCazarabet conversa con...   Andrés Piqueras, autor de “La tragedia de nuestro tiempo. La destrucción de la sociedad y la naturaleza por el capital. Análisis de la fase actual del capitalismo” (Anthropos)

 

 

 

 

 

 

 

Un libro, editado por Anthropos Editorial, desde la pluma de Andrés Piqueras y que trata sobre la destrucción de la sociedad y la naturaleza por el capital.

Forma parte de la Colección Siglo Clave de esta editorial que “presenta una selección de las mejores obras teóricas del siglo XX dentro del campo de las humanidades: Filosofía, Antropología, Ciencias Sociales, Historia, Artes, Literatura, Lingüística, Estilística, Psicología, Pedagogía….

¿Qué es aquello que nos cuenta la editorial?

El libro explica que las tres categorías fundamentales del capitalismo, el «trabajo asalariado», el «valor» y el «capital», han entrado en una crisis con escasas posibilidades de retorno. Esto hace al sistema emprender un camino de destrucción social y ecológica. De hecho, en la actualidad el parco crecimiento de las economías centrales se debe principalmente al proceso de «autofagocitación» o colonización interna que emprende el capitalismo. En concreto, en el texto se lleva a cabo una explicación histórica de cómo la tríada «automatización-financiarización-desposesión» está minando las formas de sociedad heredadas del capitalismo maduro «regulado». Al destruir la sociedad y sus bases de subsistencia energética este modo de producción se pone en peligro a sí mismo.

Son parte de “Los Cuadernos A· que organizan y centran su argumento en el proceso social de la comunicación del conocimiento en sus diversos niveles de utilidad y verificación operativa, tanto en el ámbito académico y universitario como en el profesional.

Quieren establecer un nexo continuo entre investigación, formación y ejercicio social de la profesión, ofreciendo instrumentos y materiles adecuados para una renovación permanente de la información científica y cultural en sus ámbitos conceptuales, teóricas y experienciales y asimismo sugerir nuevas lecturas de los textos clásicos.

El autor, Andrés Piqueras:

Profesor Titular de Sociología de la Universidad Jaume I de Castelló, donde fue director del Observatori Permanent de la Inmigració. Ha dirigido diversos cursos de doctorado y de máster sobre Desarrollo. Actualmente es miembro del Observatorio Internacional de la Crisis. Autor de numerosas publicaciones sobre identidad y sobre  la construcción de sujetos en las sociedades tardo capitalistas. Entre ellas cabe destacar “La opción reformista: entre el despotismo y la revolución”

La firma contundente de Andrés Piqueras: http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Andr%E9s%20Piqueras&inicio=0

http://blogs.publico.es/dominiopublico/autor/andres-piqueras/

https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=263075

 

 

Cazarabet conversa con Andrés Piqueras:

maxresdefault.jpg-¿Qué es aquello que te inspiró o te hizo lanzarte a escribir este libro analítico en torno a la “actualidad del capitalismo”?

-Simplemente dar continuidad a mi compromiso académico con la realidad social, o dicho de otra forma, llevar mi militancia social al terreno científico. En el caso concreto de este libro eso pasa por continuar con el trabajo que llevo realizando los últimos 10 años. Saber que a dos siglos del nacimiento de Marx que se cumplen este 2018, su método, su ensamblaje de la tarea científica con la praxis política, sus enunciados básicos (la caída de la tasa de ganancia, el disparadero del capital ficticio, la sobre-explotación, la degradación ecológica y un capitalismo mafioso y de casino, entre otros) están ya instalados en nuestro mundo cada vez más dramáticamente.

-Social y sociológicamente hablando hemos ido de mal en peor, según se han ido implantando las “doctrinas” neoliberales en el capitalismo, ¿no te parece?; ¿qué nos puedes reflexionar?

-Claro. Las llamadas “políticas neoliberales” no son sino la reacción de un sistema a la deriva, para intentar recuperar su tasa de beneficio a costa de una brutal represión de los salarios, que conlleva un deterioro de las condiciones laborales y sociales y una exacerbación del despotismo empresarial y de acelerada pérdida de democracia (esto se resume diciendo que las condiciones de trabajo y de vida se deterioran drásticamente para la mayor parte de la población). 

Pero lejos de lograr con ello recuperar sostenidamente la acumulación, más allá de algunos repuntes concretos y cada vez más pasajeros -gracias sobre todo al desplazamiento de la inversión hacia las “economías emergentes” donde los problemas críticos del capitalismo maduro aún no se han manifestado en toda su crudeza (especialmente la sobreacumulación, pero he de remitir a mis libros para la explicación de este punto dada la falta de espacio para desarrollarlo aquí)-, lo que se está haciendo con ello es destruir el cuerpo que sostiene al sistema: la sociedad.

-Aunque entre las gentes, mediante los lazos familiares y de amistad ha aflorado mucho la solidaridad…pero la crisis abrió una brecha de la que no se puede atisbar el cicatrizamiento, ¿no?

-No sé si el concepto y la praxis de “solidaridad” son los mejores para utilizar en esta situación (la solidaridad se da entre quienes se reconocen como iguales o quieren serlo, y requiere un compromiso social y político: soldarse en y con las situaciones de los otros, para intentar transformar la propia y las ajenas al unísono).   Digamos, en cambio, que lo que está pasando es que las sociedades van descubriendo a la fuerza que tienen que volver a algún tipo de cooperación y de mutua ayuda. El capitalismo destruyó los lazos comunes, también los de dependencia personal o directa, por una subordinación formal o real, pero abstracta, al capital como relación social (la mayoría de la población depende de que otros “le den” trabajo para sobrevivir; en realidad, de que alguien compre su fuerza de trabajo –su capacidad física e intelectual de trabajar-, es decir les compren). Con ello, como digo, el capitalismo destruyó las relaciones comunales y comunitarias, vecinales, e incluso las de familia extensa, tanto más cuanto más avanzado está este sistema. Nos convirtieron en individuos, en “gente” sin lazos sociales fuertes, que con el tiempo, según se extendió el proceso de asalarización, albergó la ilusión de ser (llegó a pensarse a sí misma como) independiente y autosuficiente gracias a su salario.

Aquellas relaciones de cooperación y mutua ayuda sobrevivieron más en las formaciones sociales periféricas del capitalismo global (las que se llamaron “pobres” o “Tercer Mundo”). En la formación española, como semiperiferia que ha sido históricamente desde finales del siglo XVII, hemos estado en un nivel intermedio. Al golpear la guerra de clase del Capital, la ofensiva que desata contra la sociedad para intentar compensar su pérdida de ganancia “por vías normales” en la producción, la “gente” se va dando cuenta de que necesita de los otros para mantenerse a flote. Por ahí empiezan o podrían empezar procesos de reconstrucción de comunidades no sólo micro, sino más amplias.

La reconstrucción de entes más políticos como fue por ejemplo el pueblo (entendido como conjunto de clases y sectores sociales subordinados pero que han alcanzado una conciencia común), requeriría de pasos de más largo alcance, de los que hoy estamos bastante lejos. Pero quizás de nuevo la propia presión del sistema empuje a ello.

andrespiqueras.jpg-Y yo lo he notado mucho entre gentes, ciudadanos y ciudadanas que se han distanciando más o menos teniendo una misma renta. Un distanciamiento para  salvarse uno o una por encima de cualquier cosa. ¿Es lo que genera la inseguridad de uno o una ante un sistema que para nada empatiza con nuestras necesidades básicas?, ¿cómo lo podemos reflexionar?

-Si los procesos de solidaridad no se han dado, ni las construcciones agenciales (esto es, la formación de sujetos colectivos políticos de cualquier tipo) han tenido lugar, los individuos (la “gente”) busca soluciones individuales. Lo que queda de las clases integradas (que se pensaron a sí mismas como clases medias), por ejemplo, busca en tiempos de crisis ante todo preservar sus privilegios, blindar lo que queda del “Estado de Bienestar” para ellas, porque de una u otra manera saben o intuyen que ya no hay para todos. En ese trance, hay que hacer un proceso de negación de los otros (extrañamiento o cosificación), para dejarles fuera del cada vez más reducido “nosotros”. Esto que se ve a escala de todos los sectores sociales, es más acusado en las capas medias de la población (porque los poderosos ya se blindaron y acaparan la mayor parte de la riqueza social para sí, y porque las escalas más bajas de la fuerza de trabajo apenas tienen donde agarrarse, como no sea a la re-invención de la nación como un supuesto nosotros que les uniría a los “ricos” contra los otros, que se hacen ver como cada vez más ajenos a nosotros y todavía más parias. El capital siempre estuvo interesado en promover la nación en este sentido cutre y excluyente, y más en tiempos de crisis permanente).

-¿Hay alternativa, desde la raíz de la educación en la que nos han formado, para poder plantar cara a todo el rodillo del comportamiento del capitalismo en la actualidad?

-Esta pregunta, por sí misma, es fácil y corta de contestar: no.

Nos han hecho individuos, “gente”. Para el Capital es vital que sigamos así. Con esas miras precisa borrar la conciencia de clase (han llegado a hacernos creer que ya todo el mundo es “clase media” o “sociedad civil”, es decir, una especie de amorfo magma social en el que “todos somos iguales”), así como dificultar enormemente la comprensión de los procesos que dan a este sistema su razón de ser. Es decir, ha conseguido hacer de la sociedad una masa de analfabetos políticos. En la formación social española con más éxito que en otras porque venimos de una larguísima dictadura y post-dictadura donde el pensamiento social estaba “prohibido” (antes), y descartado o entorpecido (ahora). De ahí el empeño de nuestras oligarquías por dificultar también cualquier atisbo de Memoria Histórica.

-Este capitalismo, creo, que ya nos está dejando claramente sus efectos secundarios: de manera directa e indirecta…Hay gentes que se han dejado la vida por el camino. hay gentes que han empeorado su situación de salud o que han enfermado y esto social , y no socialmente, ya no le tendría que salir a cuenta a cualquier sociedad…no lo entiendo, ayúdame.

-Se responde con la anterior. La destrucción social es grande y los recortes sociales y robo o apropiación privada de los bienes públicos están causando ya muchas muertes, pero estamos entrenados no sólo para aceptar la desigualdad, sino para aplaudirla (véase si no cómo tanta gente se emociona y aplaude a rabiar a jugadores de fútbol que ganan en un día más que una persona asalariada media en 50 años de su vida laboral –y no utilizo aquí ninguna hipérbole ni licencia lingüística-).

Además, hasta un porcentaje de pobreza se aguanta bien. La ideología que justifica la fragmentación de la sociedad en “elegidos” y “desafortunados”, es bastante aceptada en las fases de “normalidad” sistémica, porque la acumulación no causa “apenas” víctimas en la propia sociedad. Así, formaciones socio-estatales como la española han mostrado que un porcentaje del 20% de pobreza puede digerirse sin sobresaltos en tiempos de “bonanza” (las economías de escala, de los grandes números, permiten que queden suficientes millones de personas para seguir trabajando y consumiendo). Pero las cosas empiezan a cambiar cuando capas más acomodadas de la población perciben en sus propias carnes la decadencia, cuando ésta se hace evidente para los estratos medios y, en definitiva, para las grandes mayorías.

La sociedad se va minando y los seres humanos transformados en individuos buscan irse salvando como puedan, agarrados a los últimos tablones, mientras le piden a los poderes que no dejen agarrarse a esos tablones a los demás, porque si no se hunden todos: repito, es lo que está votando una parte importante de Europa, que no vengan los inmigrantes, que se blinde (lo que queda de) el Estado de Bienestar sólo para cada “nosotros” nacional.

andrespiqueras-400x400-300x300.jpg-Pero es que estamos hablando de “capitalismo” y quizás deberíamos estar hablando de un sistema que incluso va más allá del neoliberalismo capitalista. ¿Qué te parece?; lo veo muy claro además detrás de la primera parte de tu libro, Un capitalismo que se apaga… Que se apaga o que de mano de según qué gobernantes ya está apagado, ¿no crees?

-El capitalismo se apaga porque cada vez es menos capaz de generar valor y plusvalor. Y porque ya no puede seguir tratando a la naturaleza como un supermercado de productos baratos y un contenedor gratuito y despreciable de residuos. Por eso el neoliberalismo hace tiempo que no tiene nada que decir en la práctica más allá de intentar salvar a los capitalistas que pretenden mantener el beneficio a costa de la rebaja del valor de la fuerza de trabajo: destrucción de los salarios directos, indirectos y diferidos. A menudo no le servimos ya ni para ser explotados, que es la mayor desposesión de los desposeídos: no poder contar ni con la propia fuerza de trabajo que era lo único que nos habían dejado para vivir. Por eso, cada vez más, este sistema nos hace gente sin valor. Cada vez más las sociedades están llenas de individuos insubstanciales.

En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, no sé si la he entendido bien. Te contesto con lo que interpreto. Puede que quienes tienen un poquito de vista a largo plazo e independientemente de las tonterías que continuamente repiten a la gente (ya salimos de la crisis, los “brotes verdes”, la “luz al final del túnel”), saben que no tienen futuro como capitalistas y se están preparando para otra cosa. Me parece que una parte de la clase capitalista actual sí que está preparando el post-capitalismo (a diferencia de la mayoría de la población, que sigue engañada, pensando –y anhelando- en volver al capitalismo “bueno”, y a seguir comprando y teniendo más mercancías, “pleno empleo” y servicios sociales a pleno rendimiento).

-Quizás nos equivocamos en este concepto de “capital productivo”…hay que repensar lo de la palabra de “productivo” e ir más allá es que hay reestructurarlo todo, me refiero al “sistema productivo” desde la base…

-El capital productivo es la base del capitalismo, que pone a su servicio al capital comercial y al capital a interés. Si te refieres a que se puede ser productivo sin “capital”, por supuesto. Y si lo que quieres decir es que hay que cambiar el concepto de “productivo”, también. Los capitalistas y sus economistas ortodoxos sólo consideran “productivo” al trabajo que genera plusvalía, esto es, ganancia; independientemente de si se dedica a fabricar bombas, sustancias químicas destructoras de la naturaleza o a salvar vidas. Una sociedad sana sólo debería considerar “productivo” aquello que contribuye al bien común, a mantener la sociedad y no a procurar el beneficio de una ridícula parte de ella. Pero entonces también deberíamos procurar la producción de “productos”, sean objetos o servicios, y no “mercancías” sólo pensadas para destinarse al mercado, esto es, a la ganancia.

-Y eso se debe de enseñar desde la enseñanza…desde intentar ser autosuficientes en algunas muchas cosas o establecer canales de retroalimentación en pueblo, aldeas, barrios—si se trata de ciudades—calles en donde se comparta más y se intercambien habilidades, aptitudes frente a la competitividad…

-Lo que comentaba antes. La pérdida de posibilidades de vida a que conduce el capitalismo ya para el conjunto de la humanidad, nos forzará a redescubrir formas de cooperación y de construcción de colectividad o comunidad, a reinventar en general formas de existencia y de formar sociedad.  Pero nada hay que garantice que podamos hacerlo en un sentido emancipador.  De hecho, para la mayor parte de la humanidad las perspectivas no son muy halagüeñas. Todo dependerá de cómo se den las luchas sociales, del resultado dialéctico de las luchas de clase. Lo que quiere decir que cada vez es más vital luchar colectivamente, políticamente.

-Amigo ¿cuánto daño ha hecho el emplear mal la palabra “emprendedor”, “emprendedora” de cara a las generaciones que se van formando? ¿O incluso de cara a la gente que estamos o están en constante reciclaje?

-Por supuesto. No ha sido sino una ofensiva ideológica del Capital, de aculturación social o de clase. Para intentar que la población dejada al margen de los mercados laborales y abandonada a buscarse la vida por sí misma, termine pensando que es “empresaria”. Con ello no sólo se desorganiza para la lucha, se desconciencia de su situación de clase, sino que se vuelve a menudo contra la población asalariada. No importa que más del 80% de los que “emprenden” fracase al cabo de los dos años. Y más del 90% a los cinco. Esos datos nos los ocultan sistemáticamente.

-Hay que prestar mucha más atención a las personas que a las empresas,…eso parece que hay mucha gente que lo tiene claro, pero cómo...

-Tal enunciado no es sino un “wistful thinking”, un buen deseo que el capitalismo y sus agentes nunca realizarán, porque el capitalismo se basa en que una exigua minoría de la sociedad (menos del 1%) detente el control del conjunto de los medios de vida de la misma, y que el resto no tenga nada para vivir salvo su fuerza de trabajo, que deben vender en un mercado muy especial que se llama “mercado laboral”, en el que se compran y venden seres humanos a un precio que no ponen los vendedores precisamente. Los que compran seres humanos (“fuerza de trabajo”) son los capitalistas, que lo hacen para extraer una ganancia de ellos a través de su explotación. Los capitalistas harán cualquier cosa por garantizar esa ganancia a costa del trabajo ajeno. Esa es la base de este sistema. Pensar que el mismo pueda tener más interés en las personas que en las empresas es como pretender que el sol salga por el norte. Sólo en momentos en que la fuerza de trabajo escasea o se ha hecho fuerte de verdad, los capitalistas pueden sentirse inclinados a tratarla bien (para que les dure y rinda), pero cuando hay exceso de ella, como viene sucediendo a partir de la globalización y de la automatización, a los capitalistas les importa un pimiento si la gente llega a fin de mes o no y si las nuevas generaciones pueden o no independizarse y tener algún futuro.

-Es verdad con la metáfora que haces a los parásitos…hoy más que nunca unos viven del trabajo y del latido de otros.

-Sí, en las sociedades desiguales, que son sólo una parte de las que ha tenido la humanidad durante una fracción de tiempo muy corta (apenas desde hace unos 7.500 años) ha venido siendo así, pero en el capitalismo tal circunstancia se invisibiliza mucho más porque parece que la relación laboral es un contrato “libre” entre partes que lo aceptan mutuamente (empleador y empleado) y que cada quien recibe una “recompensa” en función de su trabajo o de su inversión, cuando en realidad a la parte trabajadora sólo se la paga una porción de su trabajo, el resto es lo que se queda el capitalista en forma de ganancia; si no reportaras ganancia al capitalista simplemente no te contrataría. Además la “libertad” es muy escasa cuando a la parte asalariada no le queda más remedio que trabajar para otros porque para eso el capitalismo (que alardea de declarar sacrosanta la propiedad privada) se preocupó históricamente de que la gente no tuviera ninguna propiedad realmente importante, la de medios de vida que nos permitieran no tener que trabajar para terceros. En realidad la única propiedad “privada” que les importa a los capitalistas es la suya propia. 

Que se lo digan si no a quienes no pueden pagar las hipotecas. Hoy están quitando hasta la casa a las familias. A un ritmo trepidante: algún año más de 515 desahucios al día.

Andrés-Piqueras.jpg-Te diré más: nosotros sociedad humilde del llamado primer mundo no sé si somos del todo conscientes de que vivimos en parte de desangrar los recursos naturales de los países llamados del tercer mundo y de sus ciudadanos y ciudadanas…

-El capitalismo keynesiano, “de rostro amable”, en las formaciones centrales del sistema mundial capitalista (las que se han llamado “sociedades ricas” o “Primer Mundo”), fue posible por una concurrencia de factores, especialmente tres: el acelerado aumento de la productividad y la enorme extracción de recursos y plusvalía de las formaciones periféricas (mediante la colonización, la neocolonización, la división internacional del trabajo, el “libre comercio”, el control de las redes financieras, comerciales, de tecnología, el monopolio de las armas de destrucción masiva, entre otras condiciones), que permitieron en las formaciones centrales un mayor reparto de la riqueza que se generaba y fluía a ellas. Esto posibilitó al tiempo salir de la crisis estructural del capital a la que la propia productividad le abocaba (por sobreacumulación del mismo) y emprender un nuevo ciclo de acumulación gracias a la expansión del mercado.

El tercer factor precipitante, no obstante, fue la URSS. Sin su existencia (el ejemplo de desarrollo social que ofrecía como enemigo sistémico, al que había que eclipsar mejorando las condiciones de las propias poblaciones) difícilmente se hubieran terminado de dar las condiciones para hacer un capitalismo “social”, aun a pesar del incremento de la dificultad para recuperar la tasa de ganancia que eso hubiera supuesto.

-Quizás un poco más de enseñanza humanitaria y menos interpretación del IBEX…porque si lo que no queremos para nosotros se le impone al vecino…

-Pues sí, pero hay que partir del hecho de que hoy el Ibex dirige buena parte de la política española. No sólo financia al Bipartido (los partidos tradicionales), el PP-PSOE, sino que se saca partidos de la manga para encauzar hacia sus intereses el descontento (Ciudadanos), e incluso concede créditos (y condona deuda) a alguno de la izquierda clásica, o lanza mediáticamente a una supuesta “nueva izquierda”.

Mientras, los que dirigen y deciden de verdad las políticas sociales, económicas, fiscales, y el total de nuestras vidas, no son elegidos por nadie. Hasta ellos no alcanza nuestra raquítica democracia. Entre otros tanques de poder, cada mes de enero se reúne en Suiza bajo el nombre de Foro de Davos (por la localidad alpina en la que se encuentran) gran parte de esa oligarquía mundial para decidir qué políticas van a marcar en el futuro inmediato a los gobiernos del planeta. Creo que este año han invitado al rey de España.

- Así llegamos a tu segunda parte: no es posible la economía sin las personas. Pero, ¿cómo reconstruimos a la sociedad, cómo cosemos los descosidos?

-Al minar la sociedad que le sustenta, el capitalismo socava las bases de su propia viabilidad. Quizás un medio de producción automatizado-robotizado pueda existir sin personas, pero el capitalismo no. El capitalismo necesita la extracción de plusvalía a través del trabajo humano y convertir la ganancia así extraída en nuevo capital (el capital, en realidad, no es sino trabajo no pagado). Mientras agoniza (y la agonía puede ser muy larga), el capital irá destruyendo más y más las condiciones de vida de la humanidad, sembrando más dolor, sufrimiento y muerte. También destrozando la ecosfera hasta límites enormemente peligrosos para el conjunto de la vida.

Rehacer la sociedad pasa cada vez más perentoriamente por romper con la dinámica del capital. Ir preparando el post-capitalismo, para que el colapso del presente orden sea lo menos traumático posible, que lo será.  Como contesté varias preguntas atrás, se trata de reaprender la mutua ayuda, la cooperación, la erección de nuevas comunidades. Cooperativas de producción y consumo, de crédito, de enseñanza, de (contra)información, formas de vida autogestionarias, “bancos de tiempo”, monedas sociales, forja de bienes comunes, etc., son en el presente embriones de esa posible sociedad futura, o cuanto menos de algunas posibles sociedades dentro del mundo futuro.

Pero la regeneración social pasa también, indefectiblemente, por rehacer el medio natural, para que deje de estar construido como una mercancía barata (“capital circulante”), porque de lo contrario no tendremos vida nadie.

 

 

 

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La tragedia de nuestro tiempo. La destrucción de la sociedad y la naturaleza por el capital. Análisis de la fase actual del capitalismo. Andrés Piqueras   
208 páginas        17 x 24 cms.
18.00 euros
Anthropos



El libro explica que las tres categorías fundamentales del capitalismo, el «trabajo asalariado», el «valor» y el «capital», han entrado en una crisis con escasas posibilidades de retorno. Esto hace al sistema emprender un camino de destrucción social y ecológica. De hecho, en la actualidad el parco crecimiento de las economías centrales se debe principalmente al proceso de «autofagocitación» o colonización interna que emprende el capitalismo. En concreto, en el texto se lleva a cabo una explicación histórica de cómo la tríada «automatización-financiarización-desposesión» está minando las formas de sociedad heredadas del capitalismo maduro «regulado». Al destruir la sociedad y sus bases de subsistencia energética este modo de producción se pone en peligro a sí mismo.

Andrés Piqueras
Profesor titular de Sociología en la Universitat Jaume I de Castellón, donde fue director del Observatori Permanent de la Immigració. Ha dirigido diversos cursos de doctorado y de máster sobre Desarrollo. Actualmente es miembro del Observatorio Internacional de la Crisis. Autor de numerosas publicaciones sobre identidad y sobre la construcción de sujetos en las sociedades tardocapitalistas. Entre ellas cabe destacar «La opción reformista: entre el despotismo y la revolución» (Anthropos, 2014).

 

 

 

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