Cazarabet conversa con... Domingo Buesa Conde, autor de “Tomarán Jaca al amanecer” (Doce Robles)
Domingo Buesa Conde, actual presidente de la
Real Academia de Bellas Artes de San Luis,
pone novela en este episodio de la Historia de Aragón que relata, casi
dibuja, la Rebelión de la Ciudadela en 1634.
La sinopsis de esta novela que se “asienta”
entre hechos reales:
Marzo de 1634. La ciudad de Jaca vive un
período de calma tensa. La cercanía de la frontera con Francia, país que combate
contra España en la Guerra de los Treinta Años, provoca un permanente estado de
alerta en las fortalezas del Pirineo. Lo que ignora su población es que la
amenaza se encuentra dentro del castillo de San Pedro, la Ciudadela. Arturo, un
escribano de origen gaditano a quien llaman El Dormido, se convertirá en
testigo de una intriga militar que pondrá en peligro su vida y la de muchos
jacetanos.
Tomarán Jaca al
amanecer, es una novela, editada por Doce
Robles desde su colección La Historia de Aragón en Novela que recrea la
rebelión de Jaca en un amanecer del mes de marzo de 1634
Como desvelan desde la editorial: “recrea un
sorprendente episodio militar en la rica historia de la vieja capital del reino
de Aragón, constituye el espectacular estreno como novelista del historiador y
escritor Domingo Buesa. El autor, gran experto en la historia de Jaca, nos
traslada con buenas dosis de acción, emoción, drama, romanticismo y comedia a
una época clave en el pasado de la ciudad aragonesa. Además de una aventura
trepidante, la novela es un bellísimo homenaje descriptivo a la Jacetania y su
capital y un excelente reflejo de la España del siglo XVII”.
El autor, Domingo Buesa Conde:
Hijo adoptivo de Jaca desde 2014, doctor por
la Universidad de Zaragoza y catedrático en Historia, preside la Real Academia
de Bellas Artes de San Luis y es correspondiente por Huesca de la Real Academia
de la Historia y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Nacido en Sabiñánigo en 1952, Domingo Buesa es
autor de más de cincuenta libro, entre los que destacan los dedicados a la
historia y a los monumentos de Jaca, las biografías del rey Sancho Ramírez, la
crónica de la provincia de Huesca, la historia de la diócesis de Jaca, los
estudios sobre la iconografía de la Virgen románica y las monografías sobre el
monasterio de San Juan de la Peña, el rey de Aragón o la ciudad de Teruel en la
Edad Media.
Ha dedicado abundantes estudios a la historia
de Serrablo, a las devociones a santa Orosia y Nuestra Señora del Pilar, y ha
sido comisario de destacadas exposiciones desde 1984 hasta la actualidad. En
1999 La Cadiera publicó el estudio histórico que escribió sobre la
conquista militar de Jaca en el siglo XVII, base de esta novela.
Cazarabet
conversa con Domingo Buesa Conde:
-Amigo Domingo, ¿cómo ha sido para ti,
como historiador, el paso al mundo de ficcionar los episodios históricos, en
concreto el acaecido en Jaca en 1630?
-Pues casi fue una aventura. La novela me
atraía desde hace tiempo y al final comprendí que debía lanzarme a escribirla.
Y desde el primer momento tuve claro que lo debería hacer con esta historia tan
dinámica que encontré, hace cuarenta años, entre los fondos del archivo
municipal de Jaca y que merecía ser reconstruida en aquellos aspectos que
sugiere, pero no dice, la documentación conservada.
- ¿Qué te ha
llevado a escribir esta obra narrativa, explícanos, por favor, el por qué?
La pasión por la historia, el convencimiento
de que es necesario en estos momentos poner en manos de la sociedad los
momentos de nuestro pasado, esos acontecimientos que marcan criterio y generan
identidad. No se puede amar lo que no se conoce, y por eso hay que divulgar los
aconteceres del pasado en el entramado vital y cercano de la novela.
-¿Qué es para ti,
amigo, la narración? (teniendo en cuenta
que eres historiador)
-Es el mejor modo de explicar la historia,
reconstruyendo la dimensión humana de los personajes, la realidad del escenario
en el que suceden las cosas. Narrar es compartir sucesos y también
sentimientos, es apostar por la fuerza de la vida que trasciende al espacio y
al tiempo. La narración es la mejor arma de un historiador para compartir el
conocimiento del pasado.
-En esta tu
creación narrativa ¿qué papel quieres darles a los personajes…? ¿Prioritario
frente a la trama y al escenario? ¿O aquí es “casi secundario” porque la trama
es el hilo conductor de todo?
-La novela descubrí que tiene vida propia, que
los personajes cuando los vas construyendo te llevan por caminos que tu no querías recorrer. La novela es un todo en el que hay
un camino principal que es el hilo conductor, pero que es un camino construido
con los modos de entender y vivir el mundo del momento. Un camino que es
recorrido por personas humanas que tienen alegrías y sufren decepciones, que
son hijos de ese mundo que describo y en el que estuvieron condenados a
moverse.
-Bueno “el
apartado de personajes” tiene o merece punto y aparte porque te tomas una
licencia, ¿qué nos puedes contar?
-En general te diría que no me tomo ninguna
licencia, salvo que se entienda por licencia el dotar a los hombres y mujeres
que salen en la documentación de pasiones, gustos y manías… Todo responde al
suceso que relato. Ahora bien, estás en lo cierto pues la gran licencia o
atrevimiento es contar todo lo que sucede en una ciudad aragonesa del Pirineo,
de clima frio y difícil, por un andaluz que ha nacido en las cálidas tierras de
Cádiz, por un cronista que lo ve con otros ojos, con otras claves que lo hacen
mucho más objetivo. El cronista inmejorable era ese gaditano venido desde Arcos
de la Frontera, llegado para espiar la frontera e informar a un poderoso de la
corte que se le murió dejándolo sólo y abandonado entre las nieves de Jaca.
Luego hay pequeñas licencias que intentan jugar con esos planos de realidad y
ficción que diseñan el relato del Quijote, aparecen menciones a gentes de hoy
trabajando en el pasado. Pero todo ello lo señalo en la guía de personajes,
donde los documento o los califico como ficción. Y ficción por excelencia es la
novela.
-Porque parece
que el papel de la trama siempre es el eje sobre el que gira todo lo
demás---hasta la paciencia, satisfacciones e insatisfacciones del escritor o
escritora--, pero a veces la ósmosis entre personajes y trama es tan fuerte…..
-Exacto, hay un eje incuestionable. El suceso
que da sentido a la trama y en torno a él se trazan otros ejes que vas
construyendo en tu cabeza y que dotan al relato de coherencia, de sentido, de
realidad, de aventura.
-En
el escenario has nacido y desde el escenario te has formado al menos muy en
directo con esta rebelión en el Siglo de Oro Español…
-Aunque nací en Sabiñánigo, yo soy una persona
muy vinculada desde mis años más tiernos a la cercana ciudad de Jaca, de la que
soy hijo adoptivo por acuerdo de su Ayuntamiento en pleno, que es el galardón
que más aprecio de todos los recibidos. He pasado muchos años estudiando su
historia, he escrito dos historias generales de la ciudad, multitud de libros
sobre sus monumentos, artículos, y he pasado cientos de horas organizando sus archivos.
Eso me ha dado mucha información que se guarda, muchas veces inconscientemente,
y que en estos momentos sale al papel blanco que -gracias a esa mochila de
saberes- estás convirtiendo en una crónica multicolor.
-Jaca, fortaleza
que le da carácter a todo. ¿Cuál y cómo es el papel que le otorgas a ese
escenario en el que se pasean los personajes y se desarrolla la trama?
-Todo hombre tiene su lugar y, como decía el
ilustre turolense Laín Entralgo, cada uno es deudor
de su paisaje: el hombre y su lugar. Así como no se entendería al Quijote o a
santa Teresa viviendo sus aventuras en el Pirineo, esta historia sólo puede ser
realidad en ese escenario jacetano en el que toda la ciudad vive los años con
el miedo de ser frontera y el agobio de padecer las terribles consecuencias del
abandono de los ejércitos de los Austrias, condenados
a robar para comer.
-Pero, amigo, ¿en
realidad que pretendías o cuáles eran tus objetivos al sumergirnos en este
ejercicio narrativo…?
-Primero el entender yo mismo lo que pasó.
Después el compartirlo y al final el lograr que un suceso tan dramático y duro
no se perdiera en el olvido, en el polvo de los archivos.
-¿Cómo era la
Jaca en aquel siglo de Oro?
-Era una ciudad amurallada, castigada por un clima
muy duro, en la que vivían unas gentes que cumplían la importante
responsabilidad de mantener vivo el comercio, la realidad de un mundo mercantil
que era necesario incluso para controlar el ir y venir de los productos por esa
frontera tan peligrosa como permeable, tan temida como inexistente. Las casas
recordaban el apogeo del mundo renacentista cuando en ella vivían ilustres
familias, como los Lasala, que incluso prestaban
dinero al emperador Carlos V. La catedral va deteriorándose invierno a invierno,
sin remedio, mientras las fiestas adquieren un gran desarrollo en esta
espiritualidad barroca presidida por santa Orosia o la Virgen de la Cueva.
-Se nota que te lo has pasado muy bien
escribiendo, creando e imaginando esta historia, ¿no?; te metes a novelista
como si siempre hubiese estado dentro del género, se te nota cómodo…
-Si algo tengo que reconocer es que me he
divertido como no lo hacía desde hace años. Por supuesto, me puse a escribirla
con el miedo a enfrentarme a una novela y con la convicción de que no quería
hacer una crónica o texto de relato histórico. Una novela no es una crónica con
dos frases -como podemos ver frecuentemente ahora en algunas mal llamadas
novelas históricas-, es un compromiso con la creación de una trama y la
necesidad de poner continuamente voz a los personajes. Si no impera el diálogo,
no funciona la novela histórica. No sabría decir si fue ese miedo o qué fue. El
caso es que me encontré muy cómodo, las páginas fluían con facilidad y los
personajes pasaban de la crónica legal y fría del siglo XVII a una novela
apasionante del siglo XXI que me daba vida y alegría cada noche, al terminar de
escribir. Decidí cuando la escribía que ese era mi papel a partir de ahora,
compaginar mis trabajos de investigación con mi faceta de novelista. En los dos
casos, al servicio de la sociedad.
-Esos personajes
que muestras y haces desfilar en tu historia han ido cambiando tal como los
pensaste en un inicio bajo el influjo de la trama? O
es más bien algunos rasgos de la trama los que cambian bajo el influjo,
influencia o enamoramiento al que te someten, como escritor, algunos de los
personajes---
-No cambian los personajes que, en el noventa
y nueve por ciento, te vienen marcados por la documentación. Cambian los
sucesos que viven. Mejor dicho, aumentan los sucesos que protagonizan porque a
los que ocurrieron en verdad se van añadiendo aventuras nuevas para explicar lo
sucedido y para enganchar al lector. Ciertamente, es exacto lo que dices al
respecto de ese enamoramiento que te producen algunos personajes. En mi caso
fui desarrollando una gran cercanía con el protagonista al que construí quizás
con gran mimo. Cuestión que es muy positiva y que me acerca a esa pasión por la
literatura del siglo XVI que siempre he tenido, en la que los autores se
identifican con sus protagonistas principales. Me alegró especialmente el que
el amigo y admirado escritor Ramón Acín destacara la
enorme cercanía de mi novela con obras como el Lazarillo (fue una de las
primeras obras que leí de pequeño) y otras de su momento, cosa que le agradezco
porque es muy halagador y aporta una nueva dimensión a mi “Tomarán Jaca al
amanecer”.
-Amigo, ¿nos
puedes hablar del proceso de documentación, búsqueda de fuentes y lectura de
libros que hay detrás de este libro? Período apasionante que, a veces, incluso
nos puede sumergir en cierta ansiedad…
-Como decía antes, hace cuarenta y dos años
descubrí un memorial en el archivo municipal que hablaba del suceso acaecido
cuando el maestre de campo que protegía la ciudad, desde el castillo de San
Pedro o Ciudadela, se volvió loco y pretendió conquistar Jaca a cañonazos
porque era una ciudad hereje según su demencial criterio. Por cierto, lo más
duro fue descubrir su nombre porque como castigo habían ordenado que se raspara
su nombre de todos los documentos que lo citaban. Todos estos años he
investigado sobre esta ciudad, sobre su pasado y sus monumentos, por lo que
detrás de esta novela no sólo están los meses de escribirla sino los años de
aprender cómo era Jaca en el siglo XVII. Investigar sobre Jaca me ilusiona cada
día más, por lo que no me crea problemas salvo el pensar que nunca sabré todo
lo que quisiera saber sobre la historia de la primera capital del reino de
Aragón.
-El ser de Jaca
habrá sumado mucho, pero también te habrá cargado al “estar atrapado por las
circunstancias y la responsabilidad de responsabilidades”, ¿no?
-MI responsabilidad era fundamentalmente
personal, conmigo, y tenía como objetivo el lograr una novela digna y útil,
cercana y apasionante. Era contribuir de otra manera a acercar a los aragoneses
al origen de su reino. Me agobiaba el no poder poner todo lo que quería
explicar, compartir. Me agobiaba cómo crecían los folios sabiendo que hay que
cumplir los encargos con sus límites de páginas. Pero, al final del día, todo
se había disipado en esa gozada de poder moverme por las calles de Jaca, con
sus nombres antiguos y con sus comercios antiguos que están documentados y que
he sacado del archivo, lo mismo que sus regidores y sus habitantes… Si estaba
atrapado era por los sucesos que iban ocurriendo en las calles, que culminan
con esa procesión a la madrugada con la que se rinde la ciudad y que yo me la
imagino convertida en una película. Importantes novelistas me han indicado que
tiene muchos valores cinematográficos y que es una trama construida con un
lenguaje muy visual. Eso si que sería un sueño, verla
recreada.
-Y ¿cómo ha sido
el día a día de trabajo, tu metodología de trabajo para construir este libro de
ensayo / narración?; ¿muy importante y hasta qué punto?
-Primero, en un cuaderno voy apuntando las
claves de la documentación, sus hechos y sus personajes. Anoto las noticias
documentales que tengo de ellos en otros memoriales de archivo. Luego los datos
que me aportan los estudios e investigaciones que leo sobre gastronomía,
ciencia, armas, mobiliario, creencias, pócimas, música…, por supuesto, todo en
esos años del suceso. Y cuando ya tengo la información recogida, sin prisa pero
sin pausa, me pongo a escribir la novela. Para ello, he estado varios días pensando
-especialmente cuando me acuesto y antes de dormirme- cómo podría empezar, qué
suceso y qué escenario sería el más adecuado para poner en marcha mi recorrido
por la ciudad barroca. Cuando lo tengo ya claro, abro el ordenador, creo un
fichero y comienzo mi viaje al pasado. Por supuesto, rodeado de ese cuaderno y
de mil hojas de anotaciones.
-Este
trabajo, ¿te ha abierto la mente y la curiosidad a indagar más sobre algunos de
los aspectos tratados en el mismo?; ¿nos puedes hablar de trabajos en los que estás
sumergido ahora?
-Esta novela me ha puesto en el universo de la
novela. Me impresionó mucho la excepcional acogida que tuvo y que es tan
evidente como saber que un mes después de presentarla ya estaba en la calle la
segunda edición. Por ello, aciertas cuando sugieres que me lleva a indagar los
sucesos acaecidos después de aquel episodio de locura del gobernador de la
Ciudadela. Y te diré que no sólo habrá más novelas de Jaca, que las habrá, sino
que este año me he dedicado a escribir una novela sobre la Zaragoza de 1766, el
motín del pan o de los broqueleros, la ciudad en la que vive Goya -que es
protagonista con Ramón de Pignatelli de la novela- y la lucha por la
modernidad. Es mi segunda novela “La tarde que ardió
Zaragoza”, de la que estoy muy satisfecho, con diálogos muy ricos y vivos, con
toda la ilusión que me hizo el poder recuperar la vida en las calles de la
ciudad ilustrada que lucha por la modernidad. Y he descubierto que ha gustado y
mucho, que se va agotando con rapidez, mientras la de Jaca continua siendo
solicitada estas navidades con intensidad.
-Publicas con
Doce Robles, ¿Cómo ha sido esta aventura?
-Javier y Teresa, los editores, son
encantadores. Yo me siento muy cómodo con ellos y soy consciente que
compartimos el amor por estas novelas mías y por los libros en general, que son
los únicos caminos hacia la formación y la libertad de los individuos. Son muy
profesionales y serios, da gusto publicar con ellos porque respetan el original
y sus matizaciones siempre tienen como fin el mejorarlo.
-Y lo haces en la
colección, La historia de Aragón en Novela, tratando y mirando a la rebelión de
la ciudadela de Jaca, presentándose con este título: Tomarán Jaca al amanecer.
¿Quién te lo propone, los editores o eres tú el que escribes el libro y encuentras
acomodo en esta colección—muy atractiva—que nos ofrece Doce Robles?
-A este respeto, te confesaré que fue Javier
el que me presionó y persiguió hasta que consiguió -dos años después de
planteármelo- que me pusiera a escribir la novela. El que esté la novela de
Jaca en las librerías y en las casas de mis lectores, se lo debo a él. Y dicho
esto, no puedo ocultar que me encantó formar parte de ese proyecto editorial
que pretende llevar a los ciudadanos la historia de Aragón a través de las
novelas. Creo que el papel que está haciendo la Editorial Doce Robles es
impagable y merece la pena que la apoyemos todos: autores, bibliotecarios,
gestores públicos, lectores, etc.
-Porque Domingo,
¿piensas que es bueno que este episodio histórico acontecido en Jaca sea
contado como novela para que, quizás, pueda llegar a más público… público que
sea un poco más reacio a leer no sé historia “pura y dura”?
-Yo he sido profesor de Historia durante 39
años, primero como agregado y luego como catedrático, primero en Teruel,
después en Jaca y al final en Zaragoza. Y siempre me he dado cuenta que la
historia ejerce un papel fundamental como parte esencial de la educación de mis
alumnos, que es base de su referencia sobre lo que no debe repetirse y que les
alecciona sobre la naturaleza del hombre y del poder, asunto tan necesario para
el progreso de los pueblos como decía Goicoechea en mi segunda novela. Por
ello, es clave conocer el legado de nuestra cultura, de nuestra ciudad, saber
que formamos parte de un recorrido con luces y sombras, pero que siempre tiene
la virtud de ver amanecer. Mi novela nace como homenaje a los miles de alumnos
que me enseñaron a enseñar historia, a contar desde la cercanía y la pasión el
pasado. Pensando en lo que ellos querrían oír he recorrido Jaca en el siglo
XVII, ahora Zaragoza en el siglo XVIII y mañana cualquier otro lugar de esta
tierra maravillosa en la que tuve la suerte de nacer.
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