La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Sergio Valero,
autor de "Republicanos con la
monarquía, socialistas con la República. La Federación Socialista Valenciana
(1931-1939)" (Universitat de València)
Sergio Valero
se sumerge en la Federación Socialista Valenciana, y en su submundo, en tiempos
de la II República.
El libro se
encuentra dentro de la colección de
Historia y memoria del franquismo.
Aquello que
nos dice Publicacions de la Universitat
de València:
La década de los años treinta del siglo XX, en España, fue por muchos
motivos una década socialista. Ninguno de los procesos que vivió el país
durante la Segunda República y la Guerra Civil escapó a la participación e
influencia del PSOE. En esta obra, el autor analiza esa década socialista desde
el ámbito valenciano, a través del papel, la deriva y las actuaciones del
socialismo político de la provincia de Valencia, la Federación Socialista
Valenciana, una organización tradicionalmente considerada débil, pero que
demostró tener fuerza para llegar a protagonizar muchos de los procesos
internos más importantes del socialismo en esta década. Reformismo,
radicalización y conflicto interno fueron los hitos de esta trayectoria que
comenzó en un ambiente festivo de movilización popular, pero tuvo un final
calamitoso, sobre todo, para los militantes socialistas.
Sobre el autor, Sergio Valero:
Doctor por el Departamento de
Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia por su tesis
"Reformismo, radicalización y conflicto interno en el socialismo español.
La Federación Socialista Valenciana durante la Segunda República y la Guerra
Civil (1931-1939)".
Fue becario de investigación
FPU-MEC entre 2006 y 2010 en el citado departamento,
donde, actualmente, es profesor asociado.
Te puede
ayudar:
https://es.wikipedia.org/wiki/Partit_Socialista_del_Pa%C3%ADs_Valenci%C3%A0
Cazarabet conversa con Sergio Valero:
-Sergio, ¿cómo es que si pones en el google, “Socialistas País Valencià” aquello primero que te sale es la explicación del
PSPV como si este hubiese nacido a partir del 74? ; ¿Tan centralista ha sido y
es el PSOE, tan “jacobino”…tan apartado está del federalismo?
-No creo que se deba a eso. Más bien al corte que supuso la Guerra Civil y
la represión franquista posterior. Toda una cesura en el socialismo español y,
por tanto, también el valenciano. Además, la debilidad que tradicionalmente se
ha achacado a ese socialismo lo lleva también a estar situado a la sombra de
otros considerados más potentes. Ambas cuestiones provocan que la FSV aparezca
ensombrecida ante un PSPV-PSOE de una potencia descomunal (comparada con el
socialismo histórico valenciano), sobre todo desde los años setenta (convertido
en segunda federación más potente del PSOE tras la andaluza).
En cuanto al carácter federal o jacobino de la FSV, ni una cosa ni la otra.
El socialismo valenciano no ha sido históricamente federal, pues no entendían,
tal y como estableció Fernando de los Ríos en 1931, que el Estado español fuera
fruto de la unión de diferentes partes iguales, sino que había llegado a la
Contemporaneidad ya unido y formado como tal. Ahora bien, tampoco eran
jacobinos, en el sentido de centralistas, pues siempre defendieron la
elaboración de estatutos de autonomía para aquellas regiones en las que hubiera
demanda social y, por tanto, para el País Valenciano. Gracias a estos
estatutos, serían respetadas y reconocidas las características culturales,
históricas y lingüísticas de cada una de esas regiones, aunque siempre, como
afirmaban, dentro de la unidad de la nación española. Por tanto,
descentralización y diversidad dentro de la unidad.
-¿Cómo y bajo
qué perspectivas surgió el socialismo valenciano…tenía ese carácter de
reivindicar la tierra, ciertos matices diferenciales….?
-El socialismo valenciano enmarcado en el PSOE surge en la década de 1880 a
partir de pequeños núcleos de obreros urbanos, sobre todo, como ocurría en
muchos otros lugares de España, de tipógrafos. A partir de ahí, se produjo su
expansión entre otro tipo de obreros de las ciudades, y el salto hasta el campo
no llegó hasta un momento más tardío (la década de los diez del s. XX), cuando
se expandirá fundamentalmente en las zonas naranjeras.
La perspectiva era plenamente marxista o socialista clásica. Por ello, la
tierra será una cuestión que aparezca más tardíamente entre sus preocupaciones,
pues la obsesión máxima era la captación de proletarios,
es decir, de obreros urbanos de fábricas y talleres.
-Siempre ha
habido como varias corrientes entre el socialismo valenciano…Miremos a tiempos
más pretéritos: una corriente más Prietista y la otra
más afín a las ideas de Largo Caballero, más vinculada a la UGT...a la
reivindicación…Varias preguntas:¿a qué crees que se debió esto?; ¿qué corriente
prevalecía sobre la otra y por qué?
-Bueno, en general, el movimiento socialista europeo (español y no español)
ha sido siempre bastante plural en su seno y ha albergado tendencias que han
batallado por conseguir el apoyo de la mayor parte de los militantes. Hay que
recordar que las organizaciones socialistas siempre funcionaron a partir de
asambleas y congresos democráticos, en los que conseguir el apoyo de la mayoría
era fundamental para llevar adelante un proyecto u otro. Por eso, fueron
tradicionales las tendencias, los sectores de opinión y las facciones. Lo
propio de los ambientes democráticos y libres es el surgimiento, casi
automático, de cierto pluralismo y, por ello mismo, el PSOE y la FSV no fueron
diferentes y vivieron de una forma muy natural la existencia de estas
tendencias, tal y como expresaba Emilio Valldecabres
en la Asamblea de la Agrupación Socialista de Valencia, en enero de 1936.
En el caso valenciano de los años treinta, cuando lleguemos al momento de
mayor división, a partir de finales de 1935, el apoyo mayoritario de los
militantes de la provincia lo tuvo el caballerismo. Entre los militantes
valencianos caló mucho más el sentimiento de frustración causado por la no
aplicación total del reformismo social del primer bienio republicano, ya que
era ese ámbito el que se hubiera beneficiado mucho más de una aplicación
completa de dicho reformismo.
Sin embargo, no fue así en la ciudad, donde después de una agria batalla
entre caballeristas y prietistas
durante 1936, este último consiguió hacerse con las riendas de la Agrupación
Socialista. En todo caso, la militancia de la FSV fue en su gran mayoría
partidaria de Largo Caballero.
-Con el
tiempo Sergio creo que, además, se ha instalado entre el socialismo otra
brecha: el socialismo centralista hasta rozar o ser “blavero
“ y el socialismo que reivindica la lengua, los rasgos diferenciales y que
acaricia cierto nacionalismo. ¿Cómo lo ves?
-Bueno, ahí juegan un papel fundamental las tesis de Joan Fuster, que han
tenido un calado muy profundo dentro de la izquierda valenciana y, dentro del
ella, del socialismo. No hablaría de socialismo centralista, pues, incluso en
los años treinta, el socialismo valenciano siempre fue partidario de la
existencia de un estatuto de autonomía para el País Valenciano y, por tanto,
defensor de la descentralización del Estado. Otra cuestión es el desarrollo que
esta problemática tuvo a partir de los años sesenta, que queda muy lejos de las
dinámicas existentes en los treinta. En todo caso, creo que no es muy fiel ni
justo para la trayectoria del PSPV-PSOE desde los años setenta hasta la
actualidad hablar de la existencia de un supuesto “socialismo blavero”, algo que, en mi opinión, si existiera, que lo
dudo, no ha tenido un gran calado ni entre los militantes ni entre los votantes
socialistas del País Valenciano.
-Hagamos un
poco de historia:¿cómo llegó el socialismo valenciano a la II
República?
-El socialismo valenciano llegó en una situación interna positiva, situado
entre las organizaciones provinciales más potentes de España en número de
afiliados, tanto en el caso del partido como del sindicato, por encima incluso
de organizaciones tradicionalmente consideradas fuertes, como la asturiana o la
vizcaína.
Sin embargo, la constante que existía desde principios de siglo se mantuvo:
esa potencia afiliativa no se correspondía con la
fuerza electoral. El socialismo valenciano no arrastraba tantos votos como
otros socialismos provinciales, incluso en el marco del País Valenciano, de
forma que no aportaba tantos concejales y diputados como otras organizaciones afiliativamente menos numerosas.
-¿Cómo vivió los años de la II República, los
primeros años hasta la llegada del Bienio Negro?
-Los primeros años republicanos fueron años de expansión y crecimiento de
militantes, además de reorganización interna. A ello se añadía la aprobación
del reformismo social, que tendría consecuencias sobre todo en el campo. Sin
embargo, ya antes de que acabara el primer bienio el socialismo comenzó a ser
consciente de que la aprobación de las reformas no iba a ser suficiente, pues
aquellos que debían ponerlas en marcha, en el ámbito local, y aquellos que
debían vigilar dicha aplicación, en el provincial, no iban a cumplir la ley
plenamente. Por ello, a finales de 1932, ya comenzaron a surgir voces de
militantes de zonas rurales que reclamaban al Gobierno, y al Ministro de
Trabajo más concretamente, una mayor vigilancia para que el reformismo se aplicara
plenamente. Esta cuestión se sitúa en la base del proceso de frustración que el
socialismo valenciano atravesó durante 1933 y que tuvo como resultado la
posterior radicalización y ruptura con el régimen republicano.
-¿Durante el
Bienio Negro es cuando el socialismo valenciano viaja hacia cierta
radicalización? ¿Eran tan enconadas, entonces, las confrontaciones como
lo han sido los enfrentamientos más recientes en nuestra historia?
-Bueno, ese viaje comienza incluso antes del inicio del Bienio Negro (noviembre
de 1933), pues ya desde finales de 1932 y, sobre todo, durante 1933, los
militantes socialistas vivieron un proceso de frustraciones ascendentes causado
por la no aplicación total del reformismo vigente. Ello hizo nacer un desapego
creciente hacia el régimen que, hasta ese momento, había sido considerado
diferente al anterior, y engendró conflictos enconados, pues la no aplicación
de las reformas, sobre todo en el ámbito más próximo, el local, generaba
problemas entre los propios vecinos de una misma localidad.
Por ejemplo, la no aplicación del orden de preferencia basado en la
antigüedad en las bolsas de trabajo locales provocaba conflictos con las
autoridades locales (alcaldes y concejales) que no aplicaban dichas medidas
legales; los provocaba con los patronos (propietarios de la localidad), que
evitaban la contratación de obreros considerados conflictivos, saltándolos en
la lista; y provocaba conflictos entre los vecinos, pues unos eran elegidos y
otros apartados, en base a cuestiones personales y particulares (proximidad
ideológica, carácter poco reivindicativo, amiguismo, etc.).
-¿Qué
medidas, qué actos y en qué se demostró que el socialismo y los socialistas
valencianos se habían radicalizado un tanto…no sé…habían sacado parte del
carácter?
-Básicamente la radicalización se mostró en un endurecimiento de su
posicionamiento dentro de la República hasta llegar a romper amarras con ella.
Dicho endurecimiento se plasmó en la voluntad de no volver a establecer pactos
con los republicanos (aunque esta cuestión fue diferente en el caso de la FSV)
y en que se fuera más exigente con el cumplimiento de las leyes sociales y
laborales.
Tras la derrota de noviembre de 1933, dicha posición se transformó en
ruptura con el régimen para querer avanzar hacia un sistema diferente,
plenamente socialista. En todo caso, todo fue siempre más verbal que real, tal
y como se pudo comprobar en todos los conflictos de 1934, algunos de ellos
verdaderamente mal organizados. Todo ello deja entrever que la posición
rupturista era profundamente legalista y sólo dejaría de serlo para no llegar a
frustrar a unas bases cada vez más exigentes en un contexto de dura competencia
política, en el que la inacción podría haber llevado a una notable pérdida de
apoyos sociales.
-La huelga general,
la huelga campesina y la revolución del 34… ¿cómo respondió el socialismo a
estas convocatorias?
-Ante estos
tres episodios, el socialismo valenciano respondió de forma dispar: en el caso
de la huelga general que se produjo en la capital provincial durante los
últimos días de abril, la actitud socialista fue de colaboración e implicación
total, en el marco de la Alianza Obrera; en la huelga general campesina, de
junio de 1934, que afectó fundamentalmente a las zonas donde el socialismo
sindical tenía un mayor arraigo, hubo una actitud dispar, pues mientras las
organizaciones de trabajadores agrícolas se implicaron plenamente, no ocurría
lo mismo con el resto de la UGT y del Partido; y, finalmente, la revolución de
octubre de 1934 apenas se dejó sentir en este ámbito provincial, pues el
socialismo llegaba ya organizativamente desarticulado y exhausto tras una
movilización tan activa durante la primera parte del año. Además, la
organización general de dicha revolución fue manifiestamente poco eficaz.
-Las tesis,
las formas y los discursos de Largo Caballero son muy acogidas, parece que cada
vez más, aquí en tierras valencianas….¿a qué piensas que era debido?
-Buena parte del reformismo implementado por Largo desde el Ministerio de
Trabajo hacía referencia al campo y a sus trabajadores, que, en el caso
valenciano, tenían una presencia importante, también dentro del socialismo
provincial. Por tanto, esa presencia, la no aplicación efectiva de las reformas
y su posterior anulación hicieron que dichos sectores se posicionaran del lado
de Largo en sus reclamaciones y posicionamientos.
-De todas
formas, creo, que aquellos políticos estaban más consagrados a su tarea, a sus
ideas, ideales e ilusiones con el pueblo….¿qué piensas? ; ¿han estado como
“maltratados” por el paso y el peso de la historia?
-Existía una mayor fidelidad ideológica, con todo lo que ello tiene de
bueno y de malo. La parte positiva es que no habría nunca ruptura de promesas
realizadas y ello colabora a una mayor politización e idealización de la
práctica política, pues se actúa para hacer cosas y, cuando se puede, se hacen.
Pero la parte negativa es que hacía más inflexibles las relaciones políticas.
Aquellos políticos no sé si han sido maltratados. Más bien han sido muy
incomprendidos y, sobre todo, tratados, en muchas ocasiones, con baremos
culturales y políticos que no eran los suyos, sino los posteriores. Y eso es
muy injusto. Sucede algo parecido con políticos de la Transición. No se debe
juzgar a los actores del pasado (esa no es nuestra función como historiadores)
y menos aún sin valorar su contexto y utilizando principios y valores que no
son los de su tiempo.
-Cuando llega el Golpe de Estado y las dudas,
desde el gobierno central y por algunas decisiones y demás…hacen que se
levanten muchas dudas…Largo Caballero entra como en una espiral de mala suerte…
y se le “mira mal”, no se le entiende o no se le quiere entender….¿a qué lo
atribuyes?
-Creo entender que se refiere al contexto que se produce desde principios
de 1937, cuando la labor de Gobierno de Largo comienza a ser muy cuestionada
por casi todos sus socios.
En ese sentido, se entremezclan varias cuestiones, pero una fundamental es
el deseo de Largo de no verse, como presidente del Ejecutivo, mediatizado en
sus decisiones. Ello suponía intentar ejercer un personalismo que, aunque
avalado por la fuerza social que arrastraba, gracias a la cual fue elegido en
septiembre de 1936, no era suficiente en ese contexto. Largo debía contar con
sus socios, sobre todo con el PCE, única fuerza que aportaba el apoyo
internacional que la República necesitaba para afrontar el esfuerzo de guerra.
Pero su cortedad de miras se lo impidió. Creyó que los demás debían apoyarle a
él. E incluso, cuando intentó recabar el apoyo de la otra facción socialista,
ofreciendo la formación de un gobierno prácticamente monocolor del PSOE, se
encontró con la negativa prietista, plenamente
consciente de que era imposible evitar al PCE.
-Las
divisiones es lo peor que le puede ocurrir a un partido y el socialista no se
libró nunca y tampoco en el País Valencià ¿qué nos
puedes explicar?
-Bueno, las divisiones internas son siempre positivas si generan debates
productivos que lleven a la adaptación de los partidos a los marcos sociales en
los que se encuentran. Otra cuestión son las divisiones fratricidas y
excluyentes, como la que ocurrió en la segunda mitad de los años treinta. En
ese caso, dichas divisiones producen debilidades profundas en los partidos,
pues suelen ir seguidas de traiciones, alianzas con rivales externos, sabotaje
de estrategias, etc. Y ello mismo ocurrió a partir de 1936 dentro del PSOE y de
la FSV.
-En realidad,
detrás de las divisiones de entonces hay, poco más o menos, lo mismo que ahora?
-Siempre detrás de las divisiones internas suele haber concepciones,
estrategias y/o proyectos políticos diferenciados, por lo que se pueden
comparar perfectamente divisiones existentes en períodos diferentes. Quizás ahora hay un elemento diferente: la
profesionalización (en el mal sentido de la palabra) de la política y la
primacía de intereses personales sobre los del colectivo o los de los votantes.
Ese elemento sí marca una profunda diferencia entre períodos anteriores
(tampoco muy lejanos, como los años setenta del s. XX) y los momentos más
recientes, sobre todo dentro de las fuerzas de tradición obrerista.
-El Partido
Comunista ¿qué papel crees que juega en la división del
socialismo?;¿Y qué nos puedes decir de las ideas libertarias de los cenetistas y del anarquismo que también tenía sus adeptos,
y no pocos, en el País Valencià?
-El papel del comunismo fue central en las divisiones socialistas, en dos
direcciones complementarias. La primera es que fue utilizado por las facciones
del PSOE, en momentos diferentes y por razones diferentes, pero con un factor
común: atacar a su adversario interno, intentar vencerlo y hacerse, con ello,
con el control total del partido. Así lo hizo el caballerismo durante 1936 y,
después, a partir de finales de ese año, por el prietismo.
Mientras, el comunismo se dejó querer y utilizó sus alianzas con las diferentes
facciones socialistas para ir asentando su poder y presencia, mientras se
presentaba primero como actor protagonista de octubre de 1934 y después como el
máximo defensor de la República en guerra. Incluso al final del conflicto, el
sector denominado negrinista, acabó apoyándose sobre
todo en el PCE, cuando ya las facciones reconciliadas del PSOE cuestionaban esa
preponderancia. Todo ello le valió al comunismo la animadversión de ambas
facciones que acabarían volviéndose en su contra, como se pudo ver en marzo de
1939.
En cuanto al anarquismo, sólo podría hacerme eco de las tesis de los
máximos especialistas en el período en el ámbito valenciano, como Eulàlia Vega, Javier Navarro y Aurora Bosch. Todos ellos
muestran a un potente y activo anarquismo valenciano, enfrentado primero y
asociado después al socialismo, sobre todo de corte caballerista.
-¿Cómo va
reaccionando el socialismo valenciano conforme se va apagando el caballerismo y
el PC va tomando como más fuerza…así como la figura de Negrín?
-La FSV continuará dividida profundamente tras la derrota del caballerismo.
Este nunca desaparecerá, sino que más bien quedará oculto y emboscado a la
espera de un mejor momento para volver a actuar. De hecho, a pesar
de la victoria anticaballerista en el partido, el
sindicato y las juventudes, las respectivas direcciones tuvieron casi imposible
hacerse obedecer en el ámbito local. Un ejemplo relevante se puede ver en los
Comités de Enlace PCE-PSOE, cuya creación, obligada por la dirección nacional
del PSOE, fue imposible en el ámbito local por la enconada oposición que
mostraron los militantes socialistas en los pueblos. Esta división volverá a
plasmarse en el golpe de Casado, en marzo de 1939, en el que la actuación
socialista (caballerista y prietista)
será esencial.
19888
Republicanos con la
monarquía, socialistas con la República. La Federación Socialista Valenciana
(1931-1939). Sergio
Valero
312 páginas 16 x 24 cms.
20,00 euros
Universitat de València
La década de los años treinta
del siglo XX, en España, fue por muchos motivos una década socialista. Ninguno
de los procesos que vivió el país durante la Segunda República y la Guerra
Civil escapó a la participación e influencia del PSOE. En esta obra, el autor
analiza esa década socialista desde el ámbito valenciano, a través del papel,
la deriva y las actuaciones del socialismo político de la provincia de
Valencia, la Federación Socialista Valenciana, una organización
tradicionalmente considerada débil, pero que demostró tener fuerza para llegar
a protagonizar muchos de los procesos internos más importantes del socialismo
en esta década. Reformismo, radicalización y conflicto interno fueron los hitos
de esta trayectoria que comenzó en un ambiente festivo de movilización popular,
pero tuvo un final calamitoso, sobre todo, para los militantes socialistas.
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