sergiogimenez (1).jpgCazarabet conversa con...   Sergio Giménez, autor de “Ángel Pestaña, falangista. Anatomía de una mentira histórica” (Piedra Papel)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sergio Giménez desmenuza a la controvertida figura de Ángel Pestaña…pieza a pieza…pensamiento a pensamiento…

Lo hace dentro de la Colección de Piedra Papel Editorial, Serie Transhistorias.

Nosotros ya hemos abordado la figura de Ángel Pestaña:

http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/pestana.htm

¿Nos aproximamos brevemente a él?

https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_Pesta%C3%B1a

La sinopsis del libro:

Febrero de 1934. El histórico militante de la CNT Ángel Pestaña ha abandonado el anarcosindicalismo y acepta reunirse con José Antonio Primo de Rivera en un concurrido restaurante del Barrio Gótico de Barcelona. No lo mueve el interés político, sino la curiosidad ante la insistencia del joven diputado fascista, que desea incorporar a su Falange a un líder obrero con solera entre las clases populares, al parecer aconsejado por el mismísimo Benito Mussolini.

A partir de ahí, una escuadra de autores franquistas y falangistas, auxiliada por historiadores, periodistas y escritores aposentados sobre cómodos mitos, y con el silencio de buena parte del mundo libertario, forjó una mentira histórica que ha acabado por incrustarse en la losa de tópicos que pesa sobre uno de los hombres más interesantes de nuestro siglo XX.

Este libro trata de resituarlo donde siempre estuvo: contra los totalitarismos y, en este caso, frente al fascismo. Y pretende arrojar luz sobre la trayectoria política y vital de un anarquista de corazón que encontró la vena revolucionaria más fecunda al conciliar sindicalismo, política e internacionalismo obrero con un patriotismo de tradición republicana que se antoja, hoy, oscuro objeto del deseo de la izquierda española parlamentaria.

El autor, Sergio Giménez, es licenciado en Historia. Atraído por los herejes, las malditas y los olvidados, dedica sus estudios a las facciones más heterodoxas del anarcosindicalismo español y, en especial, al pestañismo. Forma parte del equipo del portal divulgativo Ser histórico  y publica también algunos de sus trabajos en su blog que dedica al partido Sindicalista. Además, colabora en la editorial mallorquina  Calumnia  y en su revista Humanitat Nova.

 

Un blog sobre el Partido Sindicalista en el que Sergio Giménez escribe desde hace años:

https://partidosindicalista.wordpress.com/?fbclid=IwAR3Ko_I0le-ausjZFNIrc6HfnKQsWYDA9-l7OxYdwD-d3N2jzJjIlY6R4po

 

 

Cazarabet conversa con Sergio Giménez:

sergiogimenez (3).jpg-Amigo, ¿nos puedes explicar el porqué de esta reflexión que toma forma de libro en Ángel Pestaña, falangista. Anatomía de una mentira histórica?

Antes que nada, os agradezco vuestro interés por el trabajo.

Estamos en el año 2015. Me harté de oír y de leer en redes sociales comentarios que relacionaban a Pestaña con José Antonio Primo de Rivera, por lo que metí los hociquillos en algunas páginas falangistas y me puse a investigar sobre el tema con la idea de escribir un artículo para un portal de historia. La sorpresa fue cuando encontré en la bibliografía infinidad de citas sobre el asunto (múltiples reuniones, versiones para todos los gustos, testigos para dar y tomar), la mayoría patrañas, por lo que el artículo se alargó más de la cuenta y acabó sirviendo de base para un estudio mucho más amplio.

Finalmente, la editorial me propuso incluir una biografía inicial del sindicalista leonés y una amplia explicación de lo que fue su Partido Sindicalista (PS), lo que representa la mitad del contenido del libro. Como veis, la criatura fue teniendo vida propia.    

-Sergio, ¿qué es lo que te ha hecho acercarte a la figura de este histórico cenetista?, ¿qué es lo que te atrae de él…?

Vaya por delante que crear un partido político para dar voz al sindicalismo revolucionario en las instituciones actuales me parecería una bobada. Primero porque los sindicatos, por desgracia, no tienen hoy la importancia ni el peso social de entonces. Y segundo porque no tenemos una República proclamada capaz de generar un mínimo de esperanza de progreso social, como hace 90 años. Por esto siempre digo que soy muy ‘pestañero’, pero no pestañista.

Reconozco que me encanta Pestaña. Me cae simpático. Pero es que, además, siento debilidad por quienes permanecen injustamente al margen de la historia, por los desposeídos de su espacio de memoria. Me atraen. Y Pestaña y el pestañismo entrarían dentro de esta categoría de olvidados.  Lo harían a pesar de contar con algunos buenos estudios, ya que por un motivo u otro apenas son conocidos, bien porque son ediciones de los años 70, bien porque se publicaron en el extranjero y cuestan un ojo de la cara, o bien porque en su momento no tuvieron la divulgación que se merecían, tanto en el mundo académico como en el libertario.

El resultado de este desconocimiento es que su figura es fácilmente manipulable. Y lo peor: muchos mitos se han acabado incrustando en él con el paso del tiempo. A mí me parece vergonzoso que su trayectoria sindical y política esté llena de falsedades y lugares comunes, repetidos una y otra vez por autores que se copian sin preocuparse de corroborar la información. El del falangismo es el topicazo más sangrante, pero no el único, por lo que aprovecho el libro para tratar de reventar otros.

Por otro lado, no concibo que el mundo libertario haya tenido tan abandonado a uno de los mejores organizadores que tuviera nunca la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). En muchos de los clásicos de la historiografía libertaria ni siquiera se preocuparon por fechar bien el año de creación del PS. 

-¿Qué aporta este trabajo de investigación tuyo a los que ya había en torno a Pestaña y a su pensamiento, ideas…?

El tema del encuentro con José Antonio Primo de Rivera no se había abordado hasta el momento más que de pasada. El único que dedicó unas páginas a desmentirlo fue el novelista Ángel María de Lera, que en su biografía Ángel Pestaña. Retrato de un anarquista (1978) transcribe la versión que le contó el propio Pestaña en 1936, 2 años después de los acontecimientos.  ¡Ojo! Estamos hablando de apenas tres páginas escritas de memoria más de 40 años después de los acontecimientos. 

De todos modos, aprovecho algunos de los trabajos anteriores. Me refiero al prólogo del historiador Antonio Elorza a la recopilación de textos del sindicalista leonés publicada bajo el título Ángel Pestaña. Trayectoria sindicalista (1974); a la breve biografía de Miguel Á. Varela Ángel Pestaña (2008), que aportó en su día muchos datos nuevos; y, sobre todo, a la magnífica tesis doctoral de la historiadora María-Cruz Santos, Ángel Pestaña, “Caballero de la Triste Figura” (2012), sin duda el estudio biográfico y político más importante elaborado hasta el momento.

Y filtro y amplío información con prensa de la época, documentación de archivo y escritos de Pestaña y afines. Después, en la última parte del libro, uso tres entrevistas realizadas a militantes del Partido Sindicalista que se reconstituyó durante la mal llamada Transición. 

-Háblanos, por favor, del proceso de investigación…de esa tarea tan ardua de búsqueda, mucha lectura, poner orden en torno a Ángel Pestaña….

No partía de cero. Hace años que voy colgando artículos en un blog dedicado a la militancia olvidada del PS, y lo hago porque me apasiona. Ya dicen que sarna con gusto no pica.

También ha tenido su lado cómico: he podido al leer muchas citas absurdas, como por ejemplo que Primo de Rivera y Pestaña departían animosamente por los pasillos del Congreso de los Diputados, sin haber coincidido siquiera en la misma legislatura; o que se prologaban libros mutuamente.

También, por último, me ha dado la oportunidad de conocer a otros investigadores e investigadoras gracias a las consultas que les he ido haciendo, muchas de ellas a bocajarro. Les estoy profundamente agradecido.  

sergiogimenez-(2).jpg-Una vez recopilado todo, ¿cómo es la metodología de trabajo que utilizas?; ¿cómo le pones orden a todo?

Los contactos con José Antonio carecen de fuentes primarias y no existe una transcripción literal de su conversación. Una vez recogidas las citas en la bibliografía, lo primero que tuve que hacer fue separar el grano de la paja, que no es poca. Y después, y esto es algo a lo que dedico una parte del libro, aun consciente de que deben existir más menciones que no conozco, comparo y relaciono las diferentes citas para intentar establecer el origen de cada uno de los chismes, saber quién copió a quién; por ejemplo, se repite mucho que Pestaña pidió dinero a José Antonio para presentarse a las elecciones, y yo busco quién fue el primero que lo escribió.

También ha sido fundamental enmarcar al detalle el momento histórico, así como lograr dos retratos de Pestaña y José Antonio en su particular devenir vital y político. Logrado –espero— lo uno y lo otro, saco la maza y comienzo la labor de demolición. 

-Trabajas teniendo en cuenta como un guión de cuestiones a ir contestando, a ir dando respuesta…

Así es. Trato de esclarecer las motivaciones personales que hicieron posible el encuentro; la representatividad o intereses partidistas en juego; sus coincidencias y desavenencias políticas; la privacidad y la presencia de testigos; la probable difusión de la noticia de la reunión; sus consecuencias políticas e históricas; etc.

-¿Cómo veía el escenario sociopolítico de la época Ángel Pestaña?

Ve en la llegada de la Segunda República una oportunidad de lograr avances de todo tipo, una oportunidad que quizá permitiría al anarcosindicalismo profundizar en su labor educativa y organizadora para llevar a cabo el cambio revolucionario. Sin embargo, como en tantas otras ocasiones, los acontecimientos pasaron por encima de la CNT, en general, y de Pestaña en particular. En 1933, consumada la escisión de los Sindicatos de Oposición de la CNT y la conformación de su órgano de representación, la Federación Sindicalista Libertaria (FSL), pretende continuar con su estrategia contraria a la concepción “infantil y peliculera” de la revolución, a la “revolución cada tres días”, pero se da de bruces con la realidad: la gran mayoría del anarcosindicalismo, a pesar de los fracasos de la estrategia insurreccional y del descenso de adherentes, continúa fiel a la CNT; en algunas regionales no hay ruptura y conviven en su seno las tendencias moderada y radical; y algunos sindicatos escindidos (o expulsados, según el caso), como el de la Metalurgia de la ciudad de Barcelona, al que pertenece Pestaña, pasan a ser controlados por los comunistas del Bloc Obrer i Camperol (Bloque Obrero y Campesino). Así, a finales de 1933 abandona la FSL y a principios de abril de 1934 se crea oficialmente el PS en un intento de dotar al sindicalismo revolucionario de representación en las instituciones republicanas, ocupando un espacio que hasta el momento había puesto trabas a su desarrollo. Lo hace, claro está, en un momento en que tanto la CNT como los Sindicatos de Oposición van a la baja y están la defensiva; por eso busca otra estrategia. 

-Hablar de pestañismo es hablar del treintismo y de los cenetistas a los que no les agradaba el camino de otros cenetistas como Durruti, García Oliver por ser de “acción directa”, ¿qué nos puedes comentar, amigo Sergio?; ¿cómo quería llegar Ángel Pestaña al ideal del librepensamiento prescindiendo “de esa acción directa”?

Permitidme dos aclaraciones que, quizá, nos den la respuesta. Primero, considero más acertado y útil diferenciar entre treintismo y pestañismo. El primero se mantiene fiel a los postulados del anarcosindicalismo y es contrario a la actividad política en las instituciones; de hecho, algunas propuestas destinadas a aprobar la participación en los municipios fueron rechazadas en su primer Pleno nacional, celebrado en junio de 1934. El pestañismo, pues, rompe con el treintismo; ya es una nueva corriente ideológica: el sindicalismo político. A pesar de que las agrupaciones más nutridas del partido se organizaron en zonas de fuerte presencia treintista (Huelva, Coruña, Valencia o ciudades del cinturón industrial de Barcelona), en el PS confluyeron militantes procedentes de otras tendencias, como la republicana federal. Y también hubo un componente importante de intelectuales, así como de jóvenes atraídos por el liderazgo de Pestaña.

Y segundo. Aunque entrecomilláis la “acción directa”, es importante que quien nos lea no se confunda: la acción directa es mucho más que el sabotaje, el atentado o la insurrección; se trata de no delegar la decisión ni la acción en otros, y aquí entran muchas más facetas que no tienen por qué ser violentas, desde ir a negociar con un empresario hasta plantarse con una pancarta en la entrada de un negocio. En este sentido, Pestaña realmente no renuncia nunca a ella, sino que más bien la circunscribe a los Sindicatos, el terreno natural donde desarrollar la lucha de clases. A diferencia de la UGT, a menudo correa de transmisión del PSOE, su intención era mantener la independencia de la actuación sindical respecto del PS. Los estatutos del PS obligan a sus adherentes a estar afiliados a un sindicato, pero no dicen a cuál; de hecho, la mitad pertenecían a la UGT, no a la CNT.   

415348_SergioGimnezconsulibrosobrengelPestaa.jpg-¿Qué nos dejó el pestañismo que no se haya borrado?

Poco… ¡Si casi se nos ha borrado de la Historia! Yo he empezado por aquí: dedico mucho tiempo a recuperar la memoria de aquella gente.

En cuanto al sindicalismo, y dado que la clase alta y la patronal conforman un bloque compacto, apostaba por  otro bloque unitario capaz de hacerle frente, aunque siguiendo un modelo rigurosamente plural y democrático, donde los socialistas, católicos, anarquistas, comunistas, etc., debían abstenerse de hacer partidismo en su seno para centrarse en las reivindicaciones laborales más inmediatas; sin olvidar, al mismo tiempo, que debían preparar al detalle una futura toma y control de los medios de producción por parte de las y los trabajadores. Aunque algunos sectores del sindicalismo se plantearon este modelo al comienzo de la –mal llamada— Transición, hoy en día todo esto parece una ingenuidad. Pero sí nos queda esa necesidad de no combatir solos; de buscar, si no la unión de siglas (pienso en CNT, CGT y demás organizaciones que se dicen anarcosindicalistas, y pienso también en las demás centrales), al menos la unidad de acción en la lucha; de buscar, en definitiva, confluencias y espacios comunes.  

Sobre la política, ya he dicho que no pienso que se den las condiciones para fundar otro partido sindicalista. Aquellos hombres y mujeres vieron en la Segunda República la oportunidad de lograr avances políticos, económicos, sociales y culturales, y supieron conciliar sus propuestas obreristas con un patriotismo de izquierdas inequívocamente español. Un patriotismo de contenido social que nos recuerda a Podemos y Más País. En cambio, se da la contradicción de que estos partidos surgidos a raíz del 15-M tienen apariencia asamblearia (tanto, que sus líderes delegan la decisión de si deben dimitir por comprarse un casoplón), mientras aquellos sindicalistas del pestañismo, muchos de ellos con la cultura libertaria metida en su disco duro, fundaron un partido con todas las de la ley. 

¿Pestaña era “el personaje” del cenetismo más pragmático?

Yo creo que la CNT en general y todas sus corrientes internas, han sido mucho más pragmáticas de lo que la gente cree. Y Pestaña lo era mucho. Se explica así, por ejemplo, su obsesión por mantener a los Sindicatos en la legalidad, pues sabía que, históricamente, cuando no lo estaban se convertían en organizaciones clandestinas minoritarias y poco representativas de los intereses del proletariado, y, lo más importante, con escasa capacidad de progresar e incidir en la dura realidad de las clases trabajadoras. Tanto es así, que traspasó los límites del anarcosindicalismo al pretender incorporar a la CNT, de algún modo, a la Organización Corporativa Nacional durante la Dictadura de Primo de Rivera, tal y como hizo la UGT, lo que le valió un buen tirón de orejas de su compañero Joan Peiró

-¿Por qué en febrero del 34 abandona Pestaña el anarcosindicalismo?

También por pragmatismo, en el fondo. Las dos grandes ramas separadas de la CNT a las que nos venimos refiriendo han fracasado en sus respectivas estrategias: las insurrecciones han sido sofocadas una tras otra; mientras los treintistas no han logrado atraerse al grueso de la militancia y mucho del trabajo resulta inútil. Así, si en los primeros dos años de la Segunda República vemos una CNT al alza en número de afiliados y a la ofensiva, desde 1933 va a la baja y pasa a estar a la defensiva. En este contexto, Pestaña decide desarrollar una idea que le venía rondando por la cabeza desde hacía un tiempo y, tras meses de reflexión y de consulta a compañeros, organiza el Partido Sindicalista. 

-¿Qué le hace reunirse con José Antonio Primo de Rivera? ¿Es un “error” reunirse en un lugar tan público como un restaurante?

Lo mueve la curiosidad, y así se lo dice el propio Pestaña a algunos compañeros de partido cuando meses más tarde le pregunten por el asunto. Después de varias negativas, decidió hablar con el hijo del Dictador. En realidad, encontramos llamamientos a Pestaña desde la aparición de las primeras organizaciones fascistas stricto sensu, a principios de 1931, antes de proclamarse la Segunda República. Es el caso del grupo de la publicación La Conquista del Estado, en cuyas páginas ya aparecen alabanzas y llamamientos al leonés, por entonces secretario del Comité Nacional de la CNT. Y lo mismo sucede en la segunda mitad de 1933 con el grupo de José Antonio, llamado Movimiento Español Sindicalista, precedente inmediato de la Falange.

En cuanto a si fue un error reunirse en un restaurante céntrico, lo primero a tener en cuenta es que desconocemos los detalles del encuentro. Es cierto que el Glaciar está en la céntrica Plaza Real de Barcelona, junto a La Rambla, pero tiene puerta trasera y quizá entraran por ahí para no llamar la atención. Quién sabe. Lo seguro es que a corto plazo no fue un error, pues ni siquiera trascendió la noticia. Además, en ese momento el leonés sólo podía acudir a título personal, ya que no pertenecía a ninguna organización y el PS se fundaría oficialmente a comienzos de abril de 1934. En ese momento sólo acudía a actos de la Alianza Obrera antifascista y seguía escribiendo artículos en la prensa republicana. Ahora bien —permitidme la ucronía—, si hubiera sabido todo lo que se diría de ese encuentro más adelante... 

-Dicen que la curiosidad mató al gato… Uff, aquí la curiosidad a Pestaña le puso, al menos, en un serio brete, ¿no?, como en un  gran interrogante y en demasiados prejuicios… ¿qué nos puedes decir?

A corto plazo, como digo, no. La noticia del encuentro durante los primeros meses no dejó de ser un rumor; un rumor que posiblemente mucha gente no creyera. Fijaos en que la única referencia al asunto que encontramos en la prensa, a mediados de febrero, es un reproche de José María Albiñana, el líder de otro grupo fascistoide, a los falangistas por mantener contactos con un elemento izquierdista. 

-¿Qué curiosidades sació Pestaña de aquella reunión con José Antonio?; ¿qué lecturas llegó a sacar?

Se enteró de que fue Benito Mussolini quien propuso su nombre a José Antonio para captarlo. Es posible que fuera así porque Primo de Rivera había viajado a Italia y se había entrevistado con el Duce pocos meses antes; pero también es probable que fuera una manera de dar mayor solemnidad a la propuesta. En cualquier caso, el berciano llegó a la conclusión de que nunca llegarían a entenderse, por mucho empeño que pusieran en ello. Dijo que Primo de Rivera le pareció un joven inteligente y bienintencionado, pero que todo lo que sabía del pueblo lo había aprendido en los libros y no en la vida. Más tarde dijo que pugnaba en él la lucha por una orientación social de la justicia en contra de un atavismo de raza aristocrática y de privilegio. 

-Pretendes con esta investigación analítica sobre Pestaña el resituarlo en el sitio que nunca debió dejar?

Exacto. La crítica me parece sana siempre y cuando se haga con fundamento y teniendo en cuenta las circunstancias del momento. Allá cada cual con sus juicios sobre las propuestas políticas y sindicales del berciano. A buen seguro razones no les faltará. Pero de aquí a calumniar y a difamar hay un trecho. En el libro no escatimo alguna crítica personal acerca de lo que considero, desde la comodidad de mi silla y mi ordenador, y con la ventaja de la distancia del historiador, errores de Pestaña; pero la verdadera intención es desmontar las falsedades y estupideces que circulan por ahí para recolocarlo donde siempre estuvo: frente al fascismo y la reacción. En este sentido, la posición de Pestaña no varió en el tiempo: oponer un bloque amplio es condición indispensable de la clase obrera para enfrentarse a los de arriba. Esta es la clave que nos permite interpretar muchas de sus decisiones y acciones a lo largo de la vida, desde las negociaciones y actuación conjunta de la CNT con la UGT entre 1916 y 1917 hasta la incorporación del PS al Frente Popular en 1936.    

-Pero Pestaña no cae en “la trampa”… no se deja enredar por José Antonio, que necesitaba de una “figura del sindicalismo”. ¿Lo podemos afirmar así?

Y tanto. El berciano era un caramelo, un tipo polémico con fama de escisionista y con solera entre las clases populares. Pero conocía muy bien lo que era el fascismo; de hecho, en 1933 abundan sus escritos sobre el tema en el diario republicano madrileño La Libertad, donde se puede comprobar que, a diferencia de otros asuntos, hilaba muy fino. A ese sindicalismo fascista vaciado de contenido, sin lucha de clases, Pestaña lo llamaba corporativismo.

Hubo otros puntos de desacuerdo en ese encuentro, como el nacionalismo. Lo más importante a tener en cuenta es que en febrero de 1934, fecha de la entrevista, José Antonio aún se encontraba en una fase ideológica muy poco madura: era un conservador que se iba fascistizando, o bien un fascista muy reaccionario. Más adelante su discurso no será tan casposo, o en este caso, tan engominado. 

-Aunque toda una amalgama y maraña de políticos, periodistas, historiadores… tejieron otra historia… ¿cuánto daño se le hizo a Pestaña?

El constructo historiográfico de su simpatía por el falangismo es posterior a su muerte, en diciembre de 1937. Pese a que algunos de sus antiguos compañeros y compañeras, como Federica Montseny o Juan López, compararan su propuesta sindicalista con el corporativismo fascista, y pese a recibir habitualmente insultos como fascista o socialfascista, en el fondo eran una forma de anular al rival revolucionario. No hay ningún reproche en la prensa de la época por haberse visto con José Antonio; una oportunidad que, sin duda, no hubiera sido desaprovechada para continuar criticándolo e insultándolo. En definitiva, que en vida el asunto no le afectó. Sí lo hizo, en cambio, la saña con que le atacaron por haber liderado el treintismo o por haber fundado el PS; no en vano, muchos de sus escritos los dedica a defenderse de esas críticas, aunque sin ponerse al nivel de sus opositores en lo que a insultos y descalificaciones personales se refiere.  

-¿Cómo debemos “entender” a Pestaña, como un luchador contra todos los totalitarismos, contra los fascismos… las dictaduras…?

Como alguien opuesto a cualquier tipo de totalitarismo, fuera fascismo o dictadura del proletariado. En esto no cambió jamás de criterio. Cuando se le preguntaba por el ideario de su partido en la prensa, a veces decía que trataban de dotar de contenido social a los principios de la Revolución Francesa (Libertad, Igualdad, Fraternidad). En este sentido, Pestaña era un hijo de la Ilustración y tenía en su ideario el contenido liberal del que bebió el anarquismo. En cambio, pensaba que el hecho revolucionario llevaba asociado indisolublemente cierto grado de autoritarismo, ya que la reacción no duda en utilizar la violencia para defender sus privilegios. Lo mismo defendió tras el golpe de Estado de julio de 1936, cuando se hartó de pedir disciplina y mando único para ganar la guerra, obrando en consecuencia: en Albacete, como Subcomisario general de guerra, se encargó del envío de hombres y pertrechos al frente de Madrid, en ese momento sitiado por las tropas facciosas, y no dudó en usar la mano dura para  organizar aquel caos; por ejemplo, ordenó a todos los conductores de la zona que tuvieran vehículo grande que lo pusieran a su servicio, bajo amenaza de requisárselo. Y funcionó, ¡vaya que si funcionó! 

-¿Cómo entendía el concepto “de patria”?, aunque fuese un internacionalista….

Para él no eran términos excluyentes. No negaba la existencia de la patria, ni la grande ni la chica. Según él, este sentimiento de pertenencia existía –existe— en mucha gente casi como una necesidad congénita, por lo que no le veía mucho sentido a negarlo y no le parecía mal que cada cual amara el idioma, las costumbres o la organización sociopolítica de la tierra que le vio nacer. En todo caso, era una visión muy alejada de la patria “por encima de todo” del fascismo; la suya es una concepción que entronca con la tradición republicana española y con un alto grado de contenido social.

Como en el resto de organizaciones antifascistas, el patriotismo de Pestaña y de su partido se hará más intenso cuando comience la Guerra Civil. Cabe recordar, además, que Pestaña no sólo fue un internacionalista, sino que vivió de pleno el internacionalismo en los distintos países donde viajó y residió, donde mantuvo contacto con la flor y nata del obrerismo internacional, por lo que sabía que las formas del capitalismo podían ser distintas, pero lo substancial era igual en todo el planeta.  

-¿Por qué no le ha convenido a nadie o  a casi nadie hablar, reflexionar sobre la figura de Pestaña? --casi te diría que tampoco les agrada ni apetece ni a los propios cenetistas--…

Es una figura incómoda, poco simpática, tanto en el anarcosindicalismo como en  la izquierda en general. Sin ser un teórico, era un tipo con ideas propias; cuando su conciencia le decía que debía obrar de determinada manera o expresar determinada opinión en público, al final lo hacía, con todas sus consecuencias. Era un proceso lento: meditaba mucho sus decisiones y las consultaba con compañeros en privado, por correo o en persona, lo cual a menudo era interpretado como una manera turbia de actuar en el seno de la Confederación.

En la CNT se le culpó en gran medida de la crisis treintista; y acabó abandonando la Federación Sindicalista Libertaria un año después para terminar fundando un partido político, justo en el momento en que los moderados se afanaban por demostrar su fidelidad a los principios del anarcosindicalismo. Esto último fue vivido como una traición en toda regla. Además, Pestaña alegó que su desvinculación se debía a problemas económicos personales, cuando las charlas con compañeros para fundar el partido comenzaron bastante antes. Sin negar que fuera cierto, y esto es una opinión personal, ahí quizá pudiera haber actuado de otro modo. En todo caso, en sus escritos de 1933 ya había renunciado explícitamente al anarquismo como teoría válida para la transformación social a corto y medio plazo; a partir de entonces ya se rige por las tesis del sindicalismo, a secas.     

Por otro lado, Pestaña denunció en la prensa y en el Congreso de los Diputados los “tejemanejes” del PCE durante la Guerra Civil española. Es obvio que su estudio tampoco fue una prioridad para la historiografía marxista durante la Transición. Y el historiador Antonio Elorza, la excepción en este caso, no quiso entrar en el asunto de las conversaciones con José Antonio por falta de información.

Curiosamente, sí que fue reivindicado por la rama del sindicalismo católico a finales del franquismo, con una gran labor de reedición de sus textos por ZYX.  Es la gran contradicción de Pestaña. Fijaos que su cortejo fúnebre por la ciudad de Barcelona fue una de las últimas manifestaciones multitudinarias de dolor del bando antifascista, cada vez más minado en su moral, derrota tras derrota. El Pestaña de todos; el Pestaña de nadie. 

-Crítico con los “tejemanejes” del PC en España durante la Guerra Civil, pero es que ya le venía la crítica cuando Pestaña hablaba del bolchevismo, del resultado de la Revolución Rusa…

Pero son 2 coyunturas diferentes. Partamos de la base de que Pestaña no era antimarxista, por mucho que autores de la cuerda franquista o falangista lo repitan como loros. Un detalle: abandonó la Rusia revolucionaria a comienzos de septiembre de 1920 y en 1922 aún creía necesario permanecer en la Internacional Comunista mientras no fuera posible ayudar al pueblo ruso de otra manera más eficaz. Y en la Guerra Civil, el discurso de Pestaña y de su partido siempre fue el mismo: unidad entre las organizaciones antifascistas. Lo que denunció en su última intervención en el Congreso antes de morir fue la infiltración de los comunistas en todos los resortes del poder, desde el Gobierno hasta el Ejército. No olvidemos, además, que quien le sustituyó entonces en la presidencia del partido fue Marín Civera, el teórico de más peso y profundo conocedor del marxismo, quien no dudaba en definirse como un neomarxista.

 

 

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