Cazarabet conversa con...  Ramón Herrera Torres, autor de “Secuencias antifranquistas. De Las Trece Rosas a la muerte del dictador (1939-1975)” (Pamiela)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Editorial Pamiela edita este libro de ensayo, pero también de testimonio desde la pluma de Ramón Herrera Torres.

La investigación y los testimonios abarcan desde los acontecimientos que rodearon el asesinato de las conocidas como “Las trece rosas” a la muerte, en la cama, del dictador Francisco Franco.

Pamiela es una de las editoriales que más apuesta por esta mezcla en la que el testimonio tiene tanta presencia…algo que es muy de valorar porque, por ley de vida y naturaleza, los testimonios se nos van muriendo….

Escribe el libro una persona que sabe lo que es tratar y trabajar con el testimonio, con la palabra oral, el periodista, historiador y divulgador cinematográfico pamplonés, Ramón Herrera.

La sinopsis del libro: Burgos, 1970. Mario Onaindia, uno de los juzgados en el Consejo de guerra que tiene lugar en la ciudad, acusa al tribunal militar franquista de la represión que sufre el pueblo vasco. Al poco, y puño en alto, empieza a entonar el Eusko Gudariak, seguido por el resto de los acusados. Algunos de los militares desenvainan sus espadas y desenfundan sus pistolas y, en algún caso, apuntan y se abalanzan hacia los procesados. Aquel momento, rememorado a través del tiempo, permaneció como un episodio de la lucha contra la dictadura, retenido por el imaginario antifranquista y por una grabación sonora realizada clandestinamente por uno de los abogados defensores. Obviamente, no hubo imágenes, pero sería reconstruido por primera vez en el cine en Luna caliente (Vicente Aranda, 2009), una de las pocas películas con referencias al proceso, realizada, claro, tras la muerte de Franco.

Esta significativa anécdota puede dar una cierta idea del sentido de esta publicación. Se trata de un libro de relatos, configurado a modo de secuencias, de mayor o menor sentido y duración, pero de especial significado con el hecho antifranquista como hilo conductor del periodo reflejado entre 1939 y 1975, que se inicia con el ajusticiamiento de las Trece Rosas y se detiene justo en la muerte del dictador.

Y entre tanto, el recuerdo de la dictadura franquista, teñido de sangre en su modus operandi. También, la presencia de la resistencia, violenta o pacífica: el maquis, la huelga general política, la lucha armada y la cuestión nacional… con episodios especialmente llamativos, entre los muchísimos detallados, como los de Julián Grimau, Enrique Ruano, Granados y Delgado, la huelga minera en Asturias, el Consejo de guerra de Burgos, el atentado contra Carrero Blanco, el Proceso 1001, las ejecuciones a garrote vil de Puig Antich y Heinz Chez, y los fusilamientos de cinco antifascistas de ETA y FRAP en setiembre de 1975.

Quien lo lea encontrará una Historia del antifranquismo; también, un libro de cine, en su detallada filmografía, de ficción o documental, de aplicación en al ámbito de la educación y memorialista. Igualmente, se destruyen muchos mitos, por boca de sus protagonistas más directos, como el que perpetúa la idea de que el atentado contra Carrero Blanco, el 20 de diciembre de 1973, elevaría los años de cárcel a los dirigentes de CCOO juzgados aquel mismo día, o que impidió conmutar la pena capital a Puig Antich, ajusticiado un trágico 2 de marzo de 1974.

El autor, Ramón Herrera: Periodista, historiador y divulgador cinematográfico pamplonés. Es autor de una veintena de libros de cine, entre ellos diccionarios temáticos medioambientales como Eco-Cine (2009) y otros como Hiztegi ezentzuna (2006) que junto a De Uztegi a Kandahar (2005) conforman una mirada al mundo de la mujer en la pantalla a lo largo del tiempo.

Su introspección cinematográfica en Navarra se ha centrado también en distintos trabajos de investigación sobre los Sanfermines en el cine (Carnaval de ladrones, Fiesta, Momentazos de los gigantes de Pamplona…) así como en la representación de La Monarquía navarra a través del cine y la televisión (INAAC, 2010). Fue durante 15 años comentarista de cine de Radio Popular de Pamplona (1984-1998), además de colaborador habitual en un buen número de publicaciones especializadas. A lo largo de estos años ha impartido, asimismo, charlas, seminarios y cursos de cine organizados en Navarra, así como otros actos en distintas entidades universitarias españolas.

En 2017 publicó en Pamiela el Diccionario audiovisual de la Memoria Histórica en Navarra. En 2021, Filmoteca Navarra le editaba una monografía sobre María Luisa Elío. En la actualidad está trabajando en una continuación de estas Secuencias antifranquistas, centradas en esta ocasión en la Transición española, un estudio sobre el ámbito audiovisual que abarcará desde la muerte de Franco hasta el 23-F de 1981.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Ramón Herrera Torres:

-Amigo Ramón, ¿qué es lo que te llevó a investigar, indagar, recopilar y adentrarte en el mundo de la represión franquista sobre el pueblo que se atrevía a plantar cara a sus ideas, tomando como hilo conductor lo que se nos ha enseñado a través de las secuencias cinematográficas…? ¿Hay o hubo algún incentivo que te ha hecho investigar sobre esto? 

-Tendría que remitirme al respecto a mi época de estudiante (de bachillerato y luego universitario) y a mi compromiso antifranquista en aquellos años de la primera mitad de la década de los 70, que se plasmó en una militancia clandestina en organismos como los Comités de Estudiantes de Navarra (CEN) y en el SDEU, el sindicato democrático de estudiantes universitarios, así como en un partido de ideología izquierdista de orientación maoísta que se llamaba el Partido del Trabajo (PTE). A la par de aquel compromiso y a la vez que cursaba periodismo empecé a interesarme por el hecho cultural y cinematográfico que en aquellos años adquirían un valor diferencial en su defensa de la libertad, siquiera de expresión, ante la dictadura. Estos dos aspectos, de militancia antifranquista y de ejercicio de cinefilia, están en el origen de esta publicación que cronológicamente parte del episodio de las Trece Rosas, en 1939 y acaba con la muerte física del dictador en noviembre de 1975. Es un periodo histórico narrado aquí a partir de referencias cinematográficas y de otros audiovisuales de ficción y documentales con los que se estructura la narración cronológica del periodo y se repasan algunos de los episodios-clave la dictadura franquista vista desde una óptica antifranquista.

-Es un buen hilo conductor, pero ¿qué han captado mejor sobre la represión franquista esas secuencias antifranquistas?  

-A través de ese hilo narrativo cronológico de esos casi cuarenta años de dictadura surge ineludiblemente un término tan categórico como el que señalas, el de la represión, la esencia y razón de ser del franquismo. Esa represión está presente en todos y en cada uno de las 125 secuencias, explícita o implícitamente, con su aplicación siempre brutal pro parte del régimen, tanto en plena posguerra como en la despedida formal de Franco que, no olvidemos, dos meses antes de morir en su cama, se va estampando su firma para compulsar en septiembre de 1975 las penas de muerte dictadas contra cinco antifascistas. La aplicación de los malos tratos y de la tortura contra los opositores a la dictadura no fue un hecho episódico, aislado, circunstancial a lo largo de esos cuarenta años, como se nos está queriendo hacer ver en la actualidad, perpetrado por siniestros y psicóticos personajes adscritos a la Brigada Político Social, como el archiconocido Billy el Niño, sino que la tortura, ese método execrable en el que sustentaba la dictadura respondía a una práctica planificada, sistemática y constante de la dictadura, que fue aplicada desde 1939 a 1975, como se puede comprobar a lo largo de las secuencias, una práctica que en su denuncia encuentra su dramático paroxismo en el último de los capítulos dedicado al tema en el libro.

-Lo cierto, es que es meterse en una oscuridad, en un periodo al que yo siempre imaginaba en blanco y negro y sigo haciéndolo…, en el que imperaba el miedo, el escarmiento, el silencio… ¿qué ha significado para ti sumergirte en metros y metros de metraje?

-Desde luego que es mucho más placentero sumergirte en la oscuridad de la sala de cine o del video doméstico que rememorar aquellos tiempos de penumbra de la clandestinidad antifranquista. Efectivamente, es una época que, si la plasmamos en un par de colores con los que asociarlo serían en blanco y negro, con su atmósfera asfixiante y la represión policial como exponente de la propia corrupción institucional del sistema dictatorial en todos sus estamentos. Vamos, si se me permite la expresión, sería “puro cine negro”, con el que ese periodo no está tan separado como aparentemente parece. El problema es que, después de realizar el libro, descubres que apenas si hay películas de ficción que se hayan molestado en recrear ese periodo histórico. No lo sé si es por los problemas que conlleva una obligada recreación y ambientación histórica, siempre tan compleja como gravosa económicamente, o por el propio desconocimiento del periodo y la dificultad de adentrarse en él sobre todo por parte de las generaciones más jóvenes cuya única referencia, edulcorada y adocenada, puede que sea la del Cuéntame televisivo. O sea, a la postre, ya además de un silencio interesad sobre aquel periodo, puede que esa falta de películas al respecto responda también a una incapacidad para plasmar desde un punto de vista cinematográfico ese universo en su auténtica dimensión de miedo, silencio, y represión, como señalas. Subrayo esta dificultad sobre todo entre las nuevas generaciones de cineastas que puede que les cueste enfrentarse a este tipo de películas. Ocurre lo contrario con los audiovisuales documentales sobre la dictadura, cuya realización resulta siempre más factible en su gestación y controlable temáticamente. Y sí, efectivamente, como apuntas, esa atmósfera “negra” debería presidir una “genuina” película antifranquista, un “género” en el que el cine español apenas si se ha fijado en su producción. Por eso yo siempre mantengo que la película por excelencia sobre la militancia antifranquista es La guerre est finie (Alain Resnais, 1966) , un film realizado lógicamente en Francia, sobre el abandono del PCE de destacados militantes como Semprún y Claudín, con guión del primero de ellos y partícipe de una atmósfera opresiva, mortecina, casi fantasmagórica, con una inexcusable fotografía en blanco y negro que resalta el sentido de la historia, basada en hechos reales, como decía…

-De todas maneras, ¿no te parece que, de esa oscuridad, en parte, no hemos salido… todavía y que hay generaciones criadas bajo el miedo, bajo la cruz, el mando, el patriarcado, la bandera con el aguilucho… que al seguir vivas siguen prisioneras de ese miedo, de lo que les impusieron y muchas han sido meras correas de transmisión…

- Ni dudarlo. Somos esclavos aún de ese periodo de la dictadura, que encima nos empeñamos socialmente en ningunear. La muerte física de Franco no supuso en ningún caso el final del franquismo. La Transición lo “amnistió”, nunca se llegó a cuestionar la dictadura y lo más preocupante, se sirvió de la plataforma política autoritaria para adecuarla a un sistema pretendidamente democrático. Y las consecuencias se siguen pagando. No sólo se pagaron en la denominada Transición. El franquismo sociológico sigue campando a sus anchas en nuestra sociedad, cada vez con mayor fuerza, política, social y manifiestamente electoral ahora también, como se puede apreciar en esta tercera década del tercer milenio. En estos momentos de irrupción y de consolidación de la amenaza autoritaria que se refleja en la vida política parece que el franquismo nunca existiera. Desde luego que el cine, si nos atenemos a las propias conclusiones del libro, ha llegado a ignorar la propia dictadura y no digamos ya que también la oposición al franquismo. Es decir que no sólo la Transición política se esforzó en olvidar formalmente y cuando antes la dictadura, sino que también lo hizo la propia producción audiovisual más comercial, a la que el tema que nunca le pareció interesante, ni incluso en periodos a priori más proclives, como lo han sido los de los gobiernos socialistas. Es evidente que esos estigmas de represión social a los que te refieres siguen estando ahí presentes y arraigados en nuestro entorno.

-¿Cómo ha sido, Ramón, el proceso y la tarea ardua de investigación que, además tiene mucho a ver con el proceso de documentación?

-Me precio de contar con un excelente archivo cinematográfico que he ido trabajando y actualizando durante casi cincuenta años, desde un mundo antes de que se inventase Internet. Son ya muchos años vinculado tanto a la investigación como a la edición cinematográfica, concretada en más de veinte libros, siempre relacionados con el cine y en los últimos tiempos también sobre todo con la Memoria Histórica, de los que son una prueba tanto el Diccionario audiovisual de la MH en Navarra (Pamiela, 2017) así como un monográfico dedicado a la actriz pamplonesa exiliada en México y a la que García Márquez dedicara sus Cien años de soledad, llamada María Luisa Elío (Filmoteca de Navarra, 2021) y ahora también estas Secuencias antifranquistas (Pamiela, 2022), preludio de un estudio de similares características centrado ahora en la Transición española.

-La investigación, la recopilación de documentación, el contrastar todo ello…el aproximarse a testimonios más o menos directos en las secuencias que “narran” en lenguaje cinematográfico la represión franquista…es un trabajo que requiere de mucha dedicación y tiempo, minuciosidad, pero también de mucha gratificación cuando ves el trabajo… ¿qué nos puedes decir?

- En efecto. Ha sido un trabajo muy dilatado en el tiempo, en el que he tenido que emplear muchas horas, sobre todo en las obligadas transcripciones de las declaraciones de un gran número de protagonistas de esa la lucha antifranquista y de los que aquí, en el papel del libro, quedan constancia de sus testimonios y compromiso en los audiovisuales de referencia. Pero sus palabras, que adquieren una evidente dimensión especial en las imágenes, siguen manteniendo esa fuerza, en algún caso también aumentadas, as ser transcritas también en la letra del libro hasta dar sentido pleno, sin añadidos especiales por mi parte, a algunos de los capítulos. Le he dejado hablar a ellos en algunas de estas secuencias, porque yo “sobraba”. Es un decir. Por lo que respecta a las películas de ficción sobre la lucha antifranquista, las menos, posiblemente una cuarta parta de la filmografía global estudiada aquí, son por su tratamiento específico, “otra” historia. Ni mejor ni peor, es un decir, sólo distintas. Películas como La voz dormida o la específica de Las Trece Rosas (muy conocidas por el gran público dado su enorme repercusión comercial, por poner dos ejemplos más recientes) se contemplan casi desde la perspectiva de la crítica cinematográfica “tradicional”, es un decir, pero buscando y a veces encontrando algún punto de posible debate al respecto. Pero como antes decía, la fuerza de los testimonios de los protagonistas en los documentales es impagable y especialmente gratificante cuando a lo largo de la investigación descubres información desconocida o escasamente difundida incluso de modo contradictorio, sobre, por ejemplo, el Proceso de Burgos, el atentado a Carrero Blanco, la ejecución de Puig Antich o de Heinz Chez, o el propio Proceso 1001 contra las Comisiones Obreras de la época, informaciones desconocidas o tergiversadas con las que se rompen tópicos y lugares comunes de la oposición antifranquista sobre ese periodo, que lógicamente invito al lector de esta entrevista a descubrirlos en el libro.

-Sabemos cómo era el cine en tiempos de la dictadura, sabemos cómo fue despertándose y cómo quiso, como diría Freud, matar al Padre… con un lenguaje cinematográfico que si se quería se leía entrelíneas… Explícanos qué films empezaron a tu parecer a estirar los hilos, aunque fuese de manera sutil….

-Efectivamente, el cine realizado durante la dictadura, con los tentáculos de la censura cinematográfica franquista aprisionándolo represivamente todo, permitía sin embargo y paradójicamente, la realización de una serie de títulos de sugerente y críptico mensaje antifranquista que el espectador tenía que desvelar entre líneas en la pantalla, por ejemplo en algunas de las mejores películas de Bardem, Berlanga, Buñuel, Saura, Erice, Martín- Patino, Gutiérrez Aragón o Aranda, entre un largo y diferenciado etcétera, que no pretende aquí exclusivo. No es cuestión de volver a hablar por enésima vez de la importancia y sentido de El verdugo, por ejemplo, o de El espíritu de la colmena. Es un decir. También es un hecho manifiesto que la inmensa mayoría de los realizadores cinematográficos de esa época de la dictadura no simpatizaban precisamente con el régimen, pero es obvio también que no se podían embarcarse en aventuras de desarrollo y mensaje explícitamente antifranquistas, impensables para el visto bueno de la censura. No las he tratado en estas Secuencias…, porque ese tipo de investigación ya está realizado en buen número de libros que hablan de esas películas realizadas durante el franquismo. Pero existen también otro tipo de realizadores desconocidos del gran público como Paulino Viota que se permitió rodar en 1970 una película como Contactos, que sugería una historia de militancia política clandestina ¡en pleno franquismo!; o títulos de la filmografía de Pere Portabella que se permitió rodar un film como El sopar, en 1974, en el que reunió a una serie de militantes antifranquistas de diverso signo político que habían sido condenados con anterioridad a diversas penas de prisión. Mi línea de investigación se ha centrado en la reseña de un periplo histórico, el del franquismo, o mejor, del antifranquismo, contado cronológicamente, a través de la presencia de la resistencia, violenta o pacífica, según los dictados de la praxis revolucionaria del momento: el maquis a la fuerza, la praxis libertaria, la huelga general política, la lucha armada y la cuestión nacional… con episodios tan llamativos, entre otros muchísimos aquí detallados, como los de Julián Grimau, Enrique Ruano, Granados y Delgado, la huelga minera en Asturias, el citado Consejo de guerra de Burgos, el atentado contra Carrero Blanco, el Proceso 1001, las ejecuciones a garrote vil de Puig Antich y Heinz Chez y los fusilamientos, en setiembre de 1975, de cinco antifascistas de ETA y FRAP.

-¿Cómo fue, amigo, la Transición en el sector del cine… una revolución que tuvo muchas ramificaciones?

-Bueno, eso ya será motivo de una nueva publicación sobre el tema en fase de elaboración en estos momentos. Pero podemos adelantar que tras morir Franco en 1975 se da la paradoja de que el fenómeno del franquismo apenas si se trata desde un punto cinematográfico, a excepción quizá de la propia guerra civil que ya se había asomado a la pantalla en los últimos años de la dictadura. Durante la Transición se tocaron algunos temas prohibidos durante el franquismo, sobre todo el tabú del sexo, aunque hubo otros que sufrieron los ataques furibundos de los denominados poderes fácticos del franquismo y de la reforma, como el Ejército, la Guardia Civil, la Iglesia, etc, obras que sufrieron los rigores censores (de una Censura oficialmente ya derogada) y también judiciales. Todo el mundo recuerda títulos al respecto como los de El crimen de Cuenca, La Torna de Els Joglars, Rocío o Después de… , una mirada nada complaciente sobre la propia Transición, por no hablar de los problemas que tuvo un documental como El Proceso de Burgos, del que a raíz del premio otorgado en el festival de San Sebastián en TVE se permitió silenciar (censurar) el título de la película galardonada presentándola como una obra de Imanol Uribe, un director que todo sea dicho, no conocía nadie en aquel momento…

-Enlazo con la pregunta anterior, porque no todas ni todos se atrevieron a contar lo que verdaderamente había pasado… no todos tuvieron la valentía de escribir y filmar El crimen de Cuenca…. -Ni todos tienen esa filmografía tan diferente, pero tan intencionada como convergente a la hora de abordar ese período de la historia y sus consecuencias como Montxo Armendáriz—es solo por estirar unos ejemplos.

- Lo cierto es que cuando se esperaba una eclosión de películas que revisaran el periodo franquista durante la Transición, este hecho paradójicamente apenas si se trató. Es más, este es un exponente más del manto de silencio que se ha producido en su conjunto con la dictadura, un periodo histórico que apenas si se revisó en la pantalla. Pocas excepciones al respecto en aquellos años de referencia y posteriores. Entonces, en la segunda mitad de los setenta, algún título relacionado con el maquis como Los días del pasado de Camus y salvo las incursiones en el magnicidio de Carrero Blanco, en Comando Txikia y Operación Ogro con mediocres resultados cinematográficos y no menos amenazas por parte de la extrema derecha, lo cierto es que apenas si hubo títulos que se centraran en algunos de los episodios históricos vividos durante la dictadura. Citemos siquiera, sobre todo por lo contrapuesto de los mismos en sentido y forma, un par de títulos como el de Sonámbulos de Gutiérrez Aragón, una sugestiva mirada sobre la crisis de militancia política y Viva la clase media, una muy divertida comedia por momentos, de González-Sinde sobre la detención en Madrid de 15 militantes del PCE a mediados de los sesenta… Luego, muchos años más tarde y como comentas, llegaron contribuciones tan interesantes a la historia del maquis y en especial de la mujer en Silencio roto, de Monto Armendáriz, por ejemplo, entre otros autores que se adentraron en este periodo de la dictadura…

-Aunque lo del cine documental merece como otra vuelta de tuerca, ¿verdad?. Porque ahí sí que se han tratado los temas de otra manera como es lógico al no haber dramatización…

-El cine documental (que siempre ha estado unido a la propia historia del Cine ya desde sus inicios) se ha convertido en los últimos años (sobre todo a partir de la crisis de la propia industria cinematográfica) en el mejor aliado de este proceso de recuperación de ciertos pasajes de Memoria Histórica del periodo. Sus costes de producción, asumibles, sus canales de distribución, factibles antes de la irrupción de la pandemia y ahora en las plataformas televisivas que no solo exhiben, sino que producen series y películas (véase al respecto la irrupción de títulos sobre ETA y sus orígenes, que hemos tenido en los últimos años… un tema en el que cada plataforma emulaba lo que hacía la rival). Estaremos, expectantes, para ver por qué caminos se dirige esta producción y distribución audiovisual una vez que alcancemos una relativa normalidad sanitaria y social…

-En tu investigación ¿has visto que todavía al cine o al cine documental le falta por ahondar en alguna faceta… ¿Echas de menos algo?

-La Memoria Histórica, y la dictadura franquista en concreto, es un terreno absolutamente virgen en su tratamiento cinematográfico y más desde la óptica antifranquista, como se puede deducir a través de los comentarios anteriores. Por desgracia sabemos también que el silencio interesado sobre ese periodo histórico ha presidido la política española desde entonces. Los temas a tratar son tan amplios e interesantes como los que el antifranquismo protagonizó durante aquellos 40 años de dictadura. Cualquier otra cinematografía, con un bagaje así, se hubiese centrado temáticamente más en ese periodo.

-¿Y qué metodología de trabajo sueles seguir? ¿Trabajas sobre un guión de cuestiones y/o preguntas sobre las que ir encontrando respuestas?

-Considero que tanto mi trayectoria antifranquista de la época de estudiante como mi iniciación al cine, como antes apuntaba, han hecho posible una obra como ésta. La metodología aquí en concreto aplicada es la de un periodista- historiador especialmente interesado en un periodo histórico, el de la lucha contra la dictadura, en la que, modestamente, hay que señalar que también fui partícipe, a pesar de mi juventud. Yo creo que esta doble vertiente de conocimiento, político y cultural sobre el tema, así como la certeza de la línea narrativa por la que apostar en el libro, me han ayudado a enfrentarme a una obra de las características de estas Secuencias…

- La realización de este libro me imagino que habrá sido también un ejercicio de memoria para ti…

- Inexcusable, un ejercicio de memoria personal y colectiva en todos los sentidos posibles. Porque como alguien dijo en alguna ocasión. Si nos quitan la memoria, ¿qué nos queda? Ni que decir tiene que en ese aspecto me considero un auténtico privilegiado por haber podido realizar un trabajo de estas características sobre la Memoria Histórica y el Cine donde esa memoria, a través de la investigación, el recuerdo y la ensoñación a través de la escritura han aflorado personalmente también en más de un episodio vivido o conocido por mí.

- Por último, ¿cómo ha sido trabajar con Pamiela?

-Una auténtica gozada desde el punto de vista profesional y editorial. A pesar de que estas Secuencias antifranquistas es un libro especialmente complejo por su propia extensión, casi 600 páginas, y por la inclusión en su compaginación y diseño también de abundante material gráfico de la época y cinematográfico, que ralentizan necesariamente el proceso de edición, lo cierto es que Pamiela se ha volcado de lleno en este libro, a pesar de los efectos de la pandemia sufridos con especial virulencia en el ámbito editorial y de las inundaciones padecidas en sus locales que obligaron a un obligado y afortunadamente corto impasse editorial del que felizmente se ha recuperado, incluso con más fuerza, según cabía esperar. Y ahora, sumergidos de lleno, en la realización de estas futuras Secuencias de la Transición por las que tanto el autor como la editorial han apostado.

 

 

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