portada sabemos lo que compramos.JPGCazarabet conversa con...   Itziar Eseberri Barace, coautora del libro “¿Sabemos lo que compramos?. Guía práctica para entender el etiquetado de los alimentos” (Universidad del País Vasco)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Sabemos lo que comemos?

Nos encontramos ante una guía práctica para entender el etiquetado de los alimentos.

La sinopsis del libro:

Parece que entender el etiquetado de los alimentos es tarea simple, pero, ¿realmente sabemos lo que compramos y comprendemos todo lo que aparece impreso en un producto? ¿somos capaces de captar las estrategias que la industria alimentaria utiliza en sus campañas de marketing?

Esta guía nace para intentar dar respuesta a esas cuestiones. En primer lugar, se proporcionan unas nociones básicas sobre el etiquetado de alimentos, explicando de forma sencilla cuáles son las declaraciones obligatorias que deben aparecer y las declaraciones nutricionales y de salud que los productores pueden incluir en sus productos. Puesto que la legislación existente en esta materia puede ser difícil de entender, con esta guía se pretende facilitar su comprensión con explicaciones y ejemplos prácticos. Finalmente, se exponen algunos ejemplos de productos en los que las estrategias, o «ganchos» de la industria alimentaria, pueden «confundir» al consumidor a la hora de elegirlos. ¿Realmente es ese producto el que necesitamos o queremos consumir? ¿somos plenamente conscientes de nuestra elección?

El público objetivo de esta guía es la población general, en la pretensión de proporcionar un documento de fácil lectura y en un formato manejable. Además, los estudiantes de grados vinculados con las Ciencias de la Salud, podrán igualmente obtener información relevante para su formación.

En el libro participan cuatro doctoras especializadas en la nutrición, farmacia, ciencias de los alimentos: Leixuri Aguirre López, María Arrizabalaga López, María del Puy Portillo Baquedano e Itziar Eseberri Barace.

 

 

 

Cazarabet conversa con Itziar Eseberri Barace:

image004.jpg-Amigas, ¿qué es lo que os llevó a escribir este libro que nos ayuda o nos indica cómo leer o saber leer el etiquetado de los libros?

-En los últimos años, hemos descubierto que el etiquetado de alimentos y la publicidad de productos alimentarios es un tema realmente interesante, a la par que desconocido para gran parte de la población.... ¿entendemos correctamente la gran cantidad de información que la etiqueta de un producto trae? Esta información está regulada a nivel europeo con el objetivo de que sea veraz y entendible para el consumidor, pero creemos que, por desgracia, esto no es así.  Además, la industria alimentaria, en su legítimo afán por vender sus productos, nos bombardea con mucha información y estrategias para que compremos sus productos; los consumidores debemos ser capaces de entender bien toda esa información, de forma que nos capacite para realizar compras conscientes y que se ajusten a nuestras necesidades.

-¿Es difícil leer las etiquetas? ¿cómo hacerlo?

En cierta manera, sí que lo es. Cuando en un producto se indica que es “fuente de vitaminas” o que contiene “alto contenido en vitaminas”, todos imaginamos que supone que nos aportará muchas vitaminas, pero... ¿qué cantidad? ¿es lo mismo “fuente” que “alto contenido”? ¿significa que ese producto es saludable? Este es sólo un ejemplo de la complejidad que tiene interpretar el etiquetado correctamente, pero en la guía se recogen muchos otros.

-¿Lo primero que debe de “imperar” es querer alimentarnos mejor?

-Por supuesto, aunque unido a este tema, matizaría que las personas debemos poder elegir alimentarnos mejor a través de una correcta elección de los productos que compramos... pero no resulta fácil. Hoy en día estamos rodeados de productos “light”, “bajos en grasa”, “sin azúcares añadidos”... pero eso no nos debe confundir. Una mayonesa light sigue siendo un producto con muchas calorías; unas galletas sin azúcar, probablemente, contengan una gran cantidad de grasa para compensar esa falta de azúcar, o se les hayan añadido tantos edulcorantes que nuestro “paladar” se acostumbre y cada vez necesitemos mayor cantidad de dulzor en los alimentos... con lo cual, debemos intentar tener claro qué productos son adecuados y qué se entiende por alimentarse mejor.

-¿Qué debemos de buscar, sí o sí, en el etiquetado?...o preguntado de otra manera: ¿qué nunca debe de faltar en el etiquetado?

-Lo que debe aparecer en el etiquetado está determinado por la legislación vigente, y aunque la información es numerosa, creemos que fijarse en algunos puntos concretos es clave. Por ejemplo, la denominación del producto es muy importante, ya que nos indicará lo que realmente estamos comprando. Por ejemplo, si vamos a una tienda y compramos un tetrabrik con un dibujo de fruta fresca en el envase, asumiremos que es zumo. Sin embargo, si nos fijamos en la denominación del producto, puede que hayamos comprado néctar, el cual se elabora a partir de zumo concentrado o puré de frutas al que se le añade agua y, generalmente, grandes cantidades de azúcar o edulcorantes, aromas, pulpa, etc. En resumidas cuentas, elegir un zumo frente a un néctar supondrá una elección más saludable, y para ello, fijarse en la denominación del producto es fundamental.

Por otro lado, creemos que también es fundamental fijarse en el listado de ingredientes, donde aparecen los mismos ordenados de mayor a menor cantidad. Esto nos puede servir, por un lado, para determinar si el contenido en azúcar de un producto es muy alto, especialmente si la cantidad en gramos que aparece en la información nutricional no nos dice nada. En otras palabras, si el azúcar es de los primeros ingredientes en el listado, ese producto contiene demasiado azúcar.  Por otro lado, podemos comprobar si el ingrediente destacado realmente aparece en una cantidad significativa; con la intención de promocionar snacks más saludables, hoy en día existen aquellos elaborados, por ejemplo, con legumbres. Si se quiere optar por esta opción será importante fijarse en el listado, ya que podríamos descubrir que, muchas veces, el contenido de legumbres es menor al 10%.

gu_practica_foto05.jpg-¿Nos pueden “intentar engañar” los etiquetados de los alimentos?

-No sé si engañar puede sonar demasiado fuerte, pero, desde luego, lo que si podemos afirmar es que la industria alimentaria, aún obligada a cumplir con el Reglamento sobre etiquetado nutricional, puede utilizar ciertas estrategias que, de alguna manera, confundan al consumidor y lo empujen a adquirir sus productos.

-Pregunta recurrente: ¿nos podéis diferenciar qué es la fecha de consumo preferente y la fecha de caducidad de un alimento?

-¡Por supuesto! Es una duda muy común, y creemos que es muy importante saber diferenciar entre estos dos conceptos, ya que, entre otras cosas, puede ayudar a reducir el despilfarro alimentario, un problema muy importante en las sociedades desarrolladas económicamente que hay que seguir abordando. La fecha de caducidad indica el momento en el cual un alimento deja de ser seguro, por lo que su consumo a partir de esa fecha, puede ser peligroso desde el punto de vista microbiológico y afectar notablemente a nuestra salud, creándonos, por ejemplo, una intoxicación alimentaria. Estos suelen ser los productos perecederos o frescos como carne o pescado. La fecha de consumo preferente indica hasta cuando un producto mantiene intactas sus propiedades organolépticas (olor, sabor, textura...), y su consumo más allá de la fecha indicada no supone un peligro para la salud. Por ejemplo, cuando unos cereales se consumen una vez superada la fecha de consumo preferente, probablemente hayan perdido su textura y se ablanden, o el sabor cambie... pero su consumo no será peligroso. En este último caso, lo mejor es probar un poco del producto y decidir si se quiere consumir o no, antes de descartarlo completamente.

- ¿Por qué la gente de lo primero que mira es el valor nutricional.... calorías, fibra, azúcares añadidos...?, ¿nos dejamos de preguntar y /o de informar de cosas más importantes?

-Obviamente el valor nutricional del producto es importante, pero también es cierto que no siempre lo sabemos interpretar correctamente... ¿para qué mirar los gramos de carbohidratos que hay en 100 gramos de producto si no sabemos si es mucho o poco? ¿sabemos cuánto deberíamos consumir al día? ¿cuánto tiene la ración del alimento que vamos a comer? Para personas más familiarizadas con estos datos puede ser práctico, pero para los demás, recomendamos prestar atención al listado de ingredientes. En ese listado, hay que fijarse principalmente en dos cosas: si en ese listado hay muchos ingredientes, seguramente sea un producto ultraprocesado de baja calidad nutricional. Un producto, por lo general, no debería tener más de 5 o 6 ingredientes. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los ingredientes están ordenados de mayor a menor cantidad. Por lo tanto, siguiendo con el ejemplo de la pregunta anterior, si no sabemos interpretar si ese producto lleva mucho azúcar leyendo la información nutricional, mejor fijarse en el listado de ingredientes. ¿El azúcar es el segundo ingrediente? ¿es un alimento salado y sin embargo lleva grandes cantidades de azúcar? Quizá sea mejor buscar otras alternativas...

image006.jpg-¿Qué es un alimento light y hasta qué punto es sano o no indicado el consumir light?

-Un producto “light” es aquel que tiene un 30% menos de calorías (o de algún nutriente, pero generalmente se utiliza para referirse al contenido calórico) respecto a un producto similar. No debemos olvidar que el que tenga menos cantidad de calorías no significa que tenga pocas calorías, es decir, que una margarina light o unas patatas fritas light, siguen teniendo una alta cantidad de calorías. Además, este es uno de los puntos donde la industria alimentaria puede “jugar” con la información. El Reglamento indica que el producto debe tener un 30% menos de calorías que un producto homólogo, pero no especifica de cuál, ni de que deba ser de la misma marca. Por lo tanto, si se quieren diseñar unas patatas fritas light pero no reducir demasiado el contenido calórico para que no pierdan sus propiedades gustativas, basta con hacerlas con un 30% menos calorías que las patatas fritas más calóricas que existen el mercado. De esa manera, las dos versiones de una misma marca, pueden ser prácticamente iguales en lo que ha contenido de calorías se refiere.

-No creo que los snacks sean sanos, por muy aderezados de legumbres que vayan, ¿qué nos puedes explicar?

-Los snacks ultraprocesados difícilmente pueden ser saludables... puede haberlos, pero no son los que más abundan. Estamos acostumbrados a snacks con gran contenido de sal, de textura muy agradable... y cambiar eso es muy complicado. Como se ha comentado anteriormente, si nos llama la atención un snack que, por ejemplo, indica que está hecho con legumbres, debemos aplicar los conocimientos que con la elaboración de esta guía reivindicamos que debemos tener. Debemos fijarnos en el listado de ingredientes y ver qué lugar ocupan en ese listado, ya que este se ordena de mayor a menor contenido, además del porcentaje que supone del producto final. Es decir, ¿podemos afirmar que un snack está hecho a base de legumbres si lo único que contiene de los mismos es un 9 % de harina de garbanzo?

-Eso de consumir “sin ton ni son” sin lactosa, sin gluten... ¿tiene sentido?

-Rotundamente, no. La nutrición y la alimentación nunca están libres de mitos, modas, el vecino me ha dicho... Es algo que parece que difícilmente cambiará. Nadie en la calle discute a una cirujana si una operación se debe abordar de una manera o de otra, pero a las nutricionistas sí... Todos nos alimentamos cada día, y eso da lugar a que nos sintamos capacitados para decidir qué es bueno y qué no, qué se debe comer y qué supone cuanto menos un veneno para nuestro organismo... Por fortuna o por desgracia, las cosas no son tan simples y los alimentos no suelen ser buenos o malos por sí solos, a no ser que haya alguna razón concreta. Obviamente, existen personas intolerantes a la lactosa o celíacas que deben eliminar la lactosa o el gluten de su dieta, ya que afectan a su salud, pero el resto de la población sana no tiene por qué hacerlo. De hecho, me atrevería a decir que seguir este tipo de dietas sin necesidad no sirve más que para dificultar su alimentación, gastar más dinero... cuando no hay razón para ello.

-¿No vale más consumir ciertos alimentos que contienen omega-3, de manera directa que no leches con omega-3? O como lo de las leches que ayudan al sistema inmunitario...habrá otras maneras de hacerlo como más directo...?

-Diría que sí, pero con matices. Una alimentación equilibrada y variada, que contenga todos los grupos de alimentos en las frecuencias y cantidades recomendadas es suficiente para cumplir con todas las recomendaciones nutricionales de las personas. Por lo tanto, esta es la mejor manera para alimentarnos bien y estar sanos, sin necesidad de tomar alimentos enriquecidos o suplementos. Sin embargo, sí que es cierto que la alimentación de las personas en las sociedades desarrolladas económicamente, lejos de ir acercándose a ese patrón saludable, se va alejando cada día más; esto, en ocasiones, da lugar a la paradoja de que vivimos en una sociedad sobrealimentada y, a la vez, deficitaria en ciertos nutrientes. Los alimentos enriquecidos pueden ayudar a cubrir las recomendaciones de ciertos nutrientes, especialmente cuando estos se encuentran en fuentes limitadas. Es lo que sucede con el omega-3, que se encuentra principalmente en alimentos provenientes del mar como pescados, en especial los azules. Comiendo pescado varias veces por semana y añadiendo a la dieta otros alimentos como semillas de lino y chía (que contienen cierta cantidad de omega-3) podríamos cubrir las recomendaciones de omega-3, pero la realidad es que en muchas ocasiones no las cumplimos, principalmente porque nos estamos alejando cada día más de esa dieta mediterránea donde el pescado es protagonista. Siempre es mejor obtener el omega-3 a través del pescado, ya que además de omega-3 su consumo tiene muchos otros beneficios, pero en el caso de personas que no lo vayan a hacer, tomar alimentos enriquecidos puede ser una opción a valorar.

 

 

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