La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Rubén Pérez Moreno, autor
de “Eleuterio Blasco
Ferrer (1907-1993). Trayectoria artística de un exiliado” (Instituto de
Estudios Turolenses)
Rubén Pérez Moreno hace un repaso en un libro
minucioso de la trayectoria artística de un exiliado, el artista turolense de Foz Calanda.
Forma parte de la colección Monografías
Turolenses en su número 12 y el Instituto de Estudios Turolenses pretende con el
presente libro:” La recuperación de los artistas
que pasaron al exilio en la gran diáspora republicana de 1939 está siendo
especialmente costosa. Este libro presenta la trayectoria vital y artística de
uno de los más significativos, Eleuterio Blasco Ferrer, escultor nacido en Foz-Calanda (Teruel).
El Instituto de Estudios
Turolenses presentó el sábado 24 de marzo, en el ayuntamiento de Molinos, a las
19:00 horas, el libro Eleuterio Blasco Ferrer (1907-1993). Trayectoria
artística de un exiliado, de Rubén Pérez Moreno.
Esta colección tiene otros libros editados:
Rubielos de Mora en la Edad Media de VVAA; Iniciativas campesinas y sistema
social en la montaña turolense con la firma de VVAA; Ester Casanova Nuez
escribió sobre La violencia política en la retaguardia republicana de Teruel
durante la guerra civil; Gustavo Alares López escribió sobre Colonos, peritos y
mayorales. Intervención estatal y transformación agraria en Valmuel
y Puigmoreno; también se ha escrito sobre Las
escuelas normales de Teruel (1841-2004). El empeño por la supervivencia bajo la
pluma de VVAA y Rafael Royo Torres escribió sobre El saurópodo de Peñarroya de Tastavins. Completan
la colección los títulos: Sistema social, estructura agraria y organización del
poder eb el Bajo Aragón en la Edad Media(Siglos XII y
XIV); El envejecimiento y la atención social en el mundo rural turolense, libro
coordinado por Benjamín GarcíaSanz; Juan José Gárate y el regeneracionismo aragonés, escrito por María
Pilar López Martín; José Ramón Villanueva Herrero escribía Víctor Pruneda y su
destierro en Canarias y , finalmente, antes de publicarse éste que tenemos
entre manos se publicó Libro del Linaje de los Marcilla, señores de Escriche.
Cazarabet
conversa con Rubén Pérez Moreno:
-Rubén,
¿de dónde y por qué surge este libro dedicado a Eleuterio Blasco
Ferrer?
-Cuando finalicé la
licenciatura de Historia del Arte en el año 2001 estaba especialmente
interesado en el arte comprometido de la II República y la Guerra Civil, y
estuve vinculado a varios proyectos en torno a Ramón Acín.
A la hora elegir el tema para el trabajo de obtención del Diploma de Estudios
Avanzados en la Universidad de Zaragoza la profesora Concha Lomba serrano me
propuso visitar el Museo Molinos para echar un vistazo a la obra y la documentación
que allí existía sobre un artista llamado Eleuterio Blasco Ferrer que era
totalmente desconocido. Y la sorpresa fue muy grata. Aquel trabajo inicial se
convertiría años más tarde, tras una larga investigación, en una Tesis Doctoral
y ahora en un libro.
-¿Qué significa para ti este artista, nacido en Foz- Calanda?
-Cuando se investiga
sobre un tema o un personaje en este caso, durante mucho tiempo y en
profundidad, lo vas haciendo tuyo progresivamente, vas dando forma a lo que al
principio es algo desconocido. Así que de alguna forma tienes la sensación de
que te pertenece, por lo que le tienes un cariño especial. Pero al margen de
ello, desde el punto de vista meramente histórico artístico no cabe duda de que
Blasco forma parte de esa reducida nómina de
escultores aragoneses que desde los años 20 contribuyen a renovar el lenguaje
escultórico, y en especial a través del trabajo con hierro, con gran
modernidad.
-Te centras mucho en la trayectoria artística de un artista
exiliado, ¿por qué esa etapa te interesa tanto?.¿Qué
absorbió él del exilio y qué le aportó?
-El exilio es una de las
más duras consecuencias de la Guerra Civil y hasta hace relativamente poco
tiempo existía un enorme desconocimiento, especialmente en el plano artístico. Cómo
marca el desarraigo, cómo influye respecto a la trayectoria anterior, los
elementos estéticos comunes, si los hay, el asociacionismo y los instrumentos
con los que el exilio mantuvo si identidad, como la prensa o las exposiciones,
son cuestiones apasionantes que hasta ahora han tenido un difícil encaje en las
Historias del Arte.
-En general, Rubén, ¿lo que te interesa es analizar,
estudiar e investigar sobre los artistas exiliados y su interacción, como
artistas y creadores, en la diáspora?
-Efectivamente, los
elementos de la sociología del arte son fundamentales en lo referido a la
diáspora, además de las cuestiones meramente estéticas.
-Pero estamos ante un artista, Blasco Ferrer, muy inspirado en
su tierra de origen y en los materiales que de esta tierra salen y
emanan. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
-Su tierra, Aragón, y en
concreto el Bajo Aragón y el Maestrazgo, están vivamente presentes. Primero y
ante todo él se considero o aragonés “de pura cepa” y nadie le ganaba, decía,
en “tozudez”. En el plano artístico la tradición alfarera de su familia en Foz-Calanda marca el inicio del contacto con el barro en su
infancia y primera juventud. También su pasión por la forja es de ese momento.
Y temáticamente lo vemos en esculturas como Cabeza
de baturro, Baturro tocando la
guitarra, La mujer de los cántaros,
numerosos dibujos donde las clases populares y sus tareas son destacadas, como
los bustos de su madre Lucía Ferrer, etc.
-Háblanos del proceso de documentación e investigación en torno
a este artista. ¿Cómo ha sido?; trabajo siempre muy arduo, pero, al final, más
que satisfactorio, ¿no?
-Complejo. Primero
establecer el Estado de la cuestión, esto es, qué se había escrito hasta ese momento
sobre el artista, la base desde la que partir. Fundamental ha sido la
documentación conservada en manos de sus sobrinos Joaquín y Emiliano en
Barcelona. Centenares de cartas, recortes de prensa, fotografías, facturas,
documentación de carácter personal muy importante, revistas además de la propia
obra. También el legado que se haya en el Ayuntamiento de molinos, muy
relevante. Desde luego trabajo de hemeroteca para rastrear su actividad
expositiva y la valoración de la crítica. Cada descubrimiento abría nuevas vías
donde indagar, otras instituciones, otros archivos, otras personas con las que
contactar. La entrevista personal con aquellos que lo conocieron fue
fundamental, el testimonio oral. Por otro lado pero interracionado
la catalogación de la obra, muy difícil, obras muy dispersas, vendidas a
particulares, que han pasado por muchas manos, en paradero desconocido,
establecer pautas para una cronología a través de la documentación y las
relaciones formales … Muy duro, sí. Pero
muy grato darle forma a toda esa ingente información hasta crear un relato
coherente y científico. Muy feliz de ver el resultado final.
-En ese proceso del que hablábamos, ¿te has encontrado con
sorpresas o con datos que te han sorprendido?
-Sin duda. Encontrar,
por ejemplo, sus dibujos realizados el 19 de julio de 1936, al día siguiente de
la sublevación en Barcelona como testimonios de primera mano de lo que estaba
sucediendo, extraordinarios; poder
rastrear los pasos en los primeros años tras atravesar la frontera: el
paso por los campos de concentración, sus vivencias en Burdeos durante la
ocupación alemana, las relaciones de solidaridad que mantuvo en ese periodo con
Abel Paz, Mateo Santos, Casanova, Benigno Bejarano, Zurita, o miembros que
reorganizaron la CNT en Francia… apasionante haber podido dar forma a un
periodo tan difícil y oscuro de mera supervivencia.
-Una vez, amigo, reúnes todos los datos y demás…¿cómo le pones orden?; ¿Cuál o qué metodología de trabajo
sigues o, en concreto, has seguido para este trabajo presente?
-Es un rompecabezas con
piezas extraviadas. Requiere ir colocando las diferentes piezas que encajan e
ir redactando un discurso con aquellos datos y documentos que lo atestiguan o
dan fe de ello. Primero hay numerosas lagunas que poco a poco con nuevos
hallazgos toman sentido, o permiten una argumentación sólida. En ocasiones hay
que rehacer el hilo conductor o rectificar y cambiar la perspectiva. Además la
trayectoria vital va a la par que la
artística, es decir, que la catalogación progresiva de la obra permitía ir
matizando la evolución. Muy complejo. Particularmente dividí la información en
etapas cronológicas que correspondían a cambios evidentes en su trayectoria
artística acompañadas de las obras que pude datar con seguridad. Poco a poco
todo iba tomando músculo, tomando forma, haciendo y rehaciendo.
-De Eleuterio Blasco Ferrer, ¿con qué característica, desde lo
humano, te quedas? ;¿Lo reflejaba en su trabajo
artístico?
-El idealismo, ese poso de gran sensibilidad que emanan sus personajes, personajes
populares, músicos, mendigos, muchas veces ciegos, harapientos, sus hermosas
maternidades…. Hay humildad, hay cariño, hay identificación con los temas
modestos.
-¿Cómo le sentó el exilio como persona y como artista?, ¿y la
vuelta a su país?
-Paradójicamente el
éxito de Blasco como escultor se dio en el exilio parisino y posiblemente su
repercusión y trayectoria hubiera discurrido por otros derroteros si hubiera
regresado a España. Pasadas las penurias y la incertidumbre inicial, París
contribuyó a modelar su obra y consiguió una más que buena integración a pesar
de la añoranza de España. Sin embargo, a su regreso definitivo a finales de
1985 se encontró con el desconocimiento y el olvido. Un exilio de la memoria al
que se unió la enfermedad y la vejez. El desencanto e incluso cierto
resentimiento marcan su vuelta a España.
-Amigo, ¿nos puedes decir en qué estás trabajando ahora?
-Son muchos los
personajes ligados a las artes plásticas en el exilio francés que hasta ahora
han pasado desapercibidos para la historiografía artística, algunos de los
cuales estuvieron ligados de una u otra forma a Blasco y que merecen una
apuesta en valor. Sobre ellos estoy trabajando, caso del artista aragonés de Escatrón José Clavero, el murciano Alexis Hinsberger, el valenciano Daniel Sabater o el zaragozano
Gregorio Oliván, entre otros, como la bilbilitana Carmen Osés,
amiga de Blasco Ferrer que sin ser exiliada estuvo profundamente marcada por la
guerra. Todos ellos, apenas conocidos, coincidieron en el espacio y en el tiempo
y tienen lazos comunes.
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Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
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