La
Librería de Cazarabet Indignado
Begoña
Román Maestre escribe en la colección de Éticas Aplicadas de la Editorial Heder
Lo
que nos dice la Editorial del libro:
Este estudio desea contribuir a un mejor conocimiento y
comprensión de la labor de los servicios sociales en el siglo XXI, así como
ofrecer a los estudiantes y profesionales herramientas para la toma de
decisiones. El libro se estructura en torno a tres preguntas clave:
¿Qué ética para los servicios sociales? No
basta con que cada profesional asuma su responsabilidad. Una ética de los
servicios sociales debe explicitar unos valores rectores y el papel que
desempeñan las personas atendidas. Más allá del asistencialismo, se propone un
modelo de participación y empoderamiento centrado en las personas, que además
sea capaz de anticipar las posibles circunstancias de vulnerabilidad.
¿A quiénes van dirigidos los servicios
sociales? Desprendiéndose del estigma de
“beneficencia” para indigentes o marginados, los servicios sociales deben
atender a cualquier persona que corra el riesgo de exclusión social y/o de
dependencia, ya sea por causa de enfermedad, diversidad funcional, violencia en
el hogar, pobreza, u otras adversidades sobrevenidas.
¿Cuáles son los principios que guían la toma
de decisiones y cuáles las virtudes que se requieren en los servicios sociales? Se
propone una serie principios y valores que pueden ser útiles a la hora de
deliberar sobre las mejores acciones y políticas a llevar a cabo, y una serie
de virtudes sin las cuales sería difícil la acogida y el acompañamiento de las
personas por parte de los profesionales.
De
esta colección de Heder, también destacamos:
Ética del Deporte de Guillem Turró
Ortega; El deporte es uno de los signos de
nuestro tiempo, pero cabe reconsiderar cómo incide en nuestras vidas y
someterlo a una reflexión crítica para extraer conclusiones éticas.
El universo deportivo es multiforme, ambivalente y presenta abundantes
claroscuros. Demasiado a menudo es una forma de canalizar patologías,
disfunciones y contravalores de nuestras sociedades posmodernas. Examinar sus
miserias nos permitirá apreciar la brecha entre lo que es y lo que debería ser;
y analizarlo desde la perspectiva moral nos permitirá identificar tanto sus
problemas como sus potencialidades humanas.
Bien orientada, la praxis deportiva atesora un gran potencial formativo y
axiológico. El auténtico homo deportivus encarna
importantes valores morales. Gracias a ellos nos enriqueceremos como personas y
avanzaremos en nuestro camino vital. En suma, se trata de explorar la dimensión
moral del deporte y vindicar su grandeza humanista.
La autora, Begoña Román Maestre:
Professora en la Facultat de Filosofia
de la Universitat de Barcelona i Secretària executiva
de Ethos Ramon Llull.
Doctora en filosofia per la Universitat de Barcelona
(1993); el seu àmbit d'especialització és l'ètica aplicada. Va obtenir el Premi extraordinari de llicenciatura (1989) i de Doctorat
(1995) en la Universitat de Barcelona. És col·laboradora assídua en diferents màsters i postgraus, entre d'altres, organitzats per l'Instituto Borja
de Bioética. És membre del grup consolidat de recerca del
Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que realitza
el projecte "Prolegómenos filosóficos y
antropológicos para una ética de la sociedad tecnológica".
Otras publicaciones de esta autora:
"Tareas actuales de la bioética" en Estudios
salmanthienses (2004);
"Repensando La paz perpetua de Kant"
en Los filósofos y la guerra (2004);
"Una ética para la bioética: más allá de las
ideologías" en Revista española de Gerontología (2004);
"Responsabilidad social de la empresa:
Previniendo la corrosión del carácter" en Papeles de ética,
economía y dirección (2003);
"Por una ètica
docente"(coord., 2003);
"Ethics in vascular emergencies", 2003;
"En torno a la ética de las organizaciones"
en Tecnoética (2003)
"Ética y situaciones de riesgo" en Ética
en la frontera (2002);
"Los desafíos de una ética de la responsabilidad:
hacia un balance ético de las consecuencias" enTecnología,
ética y futuro (2001);
"Cap a una ètica de la responsabilitat: de
Kant a Apel" en la revista Comprendre
(2001);
"Nuevas perspectivas en educación moral:
epicúreos y estoicos" en Historia de la educación en valores (2000);
"Llibertat i liberalisme: l'utilitarisme de J.
Bentham i J.S Mill",
en la revista Qüestions de vida cristiana ,(2000);
"Educació estètica i religiosa: el repte de l'ètica
contemporània"; en la revista Diàlegs, INEHCA (2000);
"La comunidad humana en A. MacIntyre:
análisis y crítica" en Crisis de valores: Modernidad y tradición(1997);
"L'ètica del deure" en L'ètiques
d'avui (1997);
I la traducció de l'alemany del llibre de D. Töma: Padres. Pequeña filosofía para un modo
arriesgado de vida (1996).
Cazarabet conversa con Begoña Román:
-Begoña, ¿por qué un libro en el
cual reflexionas sobre el papel que juega la ética en los Servicios Sociales?
Porque en esos Servicios se toman muchas decisiones sobre las vidas de las
personas, decisiones complejas y delicadas; los profesionales deben tener
formación en ética a la hora de ponderar los riesgos de sus intervenciones:
porque no basta con la buena voluntad. Además, porque hace tiempo que los
profesionales hacen su trabajo con un modelo de derechos que quiere crear
capacidades, pero no todos los políticos y ciudadanos lo saben ni lo ven igual.
En momentos de crisis el asistencialismo es demandado cuando lo que se precisa
es un abordaje de justicia, de derecho, no de caridad ni de misericordia.
-Los servicios
sociales, ¿qué papel llevan jugando desde hace unos años hasta ahora?
Están atentos a aquellas personas que por razón de vulnerabilidad precisan
de una acompañamiento de los otros: los servicios sociales son, como decía Rawls en su Teoría de
la Justicia, un combate para no dejar
a nadie abandonado a la mala suerte en una sociedad que se quiere
caracterizar como decente por no excluir ni discriminar.
-Más concretamente, nos puedes hablar de ese papel en los tiempos de crisis…
Las personas que deben ser atendidas por los servicios sociales no están
solo necesitadas de recursos económicos y, por tanto, no es solo una cuestión
de dinero: caben políticas de reconocimiento, de inclusión social, de crear
bases personales, comunitarias y sociales para poder generar o recuperar la
autoconfianza y la autoestima.
-Hay que estar,
tanto los profesionales que trabajan en Servicios Sociales como los ciudadanos,
muy conscientes de qué son, para qué están, en qué pueden o no pueden ayudar,
en qué deben o no deben trabajar…
Sí, porque hay límites, no podemos hacer todo lo que queremos, pero también
hay que acomodarse al ritmo de las personas y entender la complejidad de los
afectos, las dependencias, la falta de confianza en uno mismo, o en que pueda
ser de otra manera la vida cuando no es lo que se esperaba.
-Lo que parece
indudable es que la gente se ha acercado, y mucho, a los Servicios Sociales y
que cada vez se está familiarizando más con ellos…
Porque son un derecho, una cuestión de justicia de una Sociedad decente, no
una opción, ni mucho menos una cuestión de mero voluntariado: caben
conocimientos y buena gestión y coordinación. Además se dirigen a colectivos
que requieren respaldo de la comunidad (violencia de género, larga dependencia
por enfermedad crónica, inmigración sin papeles, personas con discapacidad, con
trastorno mental, etc.), que son nuevas figuras a las que atender y cualquiera
puede verse reflejado.
-Pero si la
ética es imprescindible en los profesionales, todos y todas, de los Servicios
Sociales, también debe estar presente en la consciencia de los ciudadanos y
ciudadanas, usuarios de todos estos Servicios Sociales….
Sí, los ciudadanos saben que hay profesionales que se ocupan de atender las
fragilidades cuando las personas y sus familias no pueden; igual que cuando les
falla la salud saben a quién acudir, los servicios sociales están para dar
cabida y evitar la exclusión. Los profesionales
saben atenderlas o redireccionarlas a aquellas
personas u organizaciones que les pueden atender cuando ellos no pueden. La
acogida, el hacerlos saber dignos de ser atendidos, es un recurso en sí mismo.
-¿Qué papel
juega en todo esto el término “el Estado de Bienestar”?
Pues que recuerda que una nación no es rica por el producto interior bruto,
sino por las capacidades que tiene las personas que lo habitan de vivir una
vida buena. Bienestar social significa igualdad de oportunidades y libertades,
justicia y cuidados: para eso están los servicios sociales.
-En el marco
teórico que planteas, con las cinco teorías éticas desde los valores y el
código deontológico de Kant a otras teorías como la comunicativa, las consecuencialistas, las de la virtud, o la de la compasión….aún
con sus matices diferentes y diferenciales, veo más puntos o así los leo yo de
confluencia. ¿Qué nos puedes comentar?
Sin duda que hay confluencia, y se trata de sumar; cada una de ellas viene
a acentuar algún matiz que a la otra se le escapaba. La complejidad se hace eco
de la riqueza y variedad de lo humano; esas teorías éticas lo reflejan: en la
variedad está el gusto.
-Yo hasta hace
unos años notaba que había cierta sensación de “sentirse inferior” si se tenía
que acercar la gente a los Servicios Sociales….a la vez, veo que, ahora, eso se
ha ido deshinchando. ¿Qué lectura nos puedes hacer?
La atención a la dependencia, a la violencia, a la discapacidad, etc. que
se presentan en todo tipo de colectivos;
así como el trabajo con los profesionales sanitarios contribuyó a la des
estigmatización de las personas atendidas por los servicios sociales. La
complejidad de la Sociedad, con su pluralismo y aceleración de cambios, las
nuevas formas de violencia y de exclusión, obligan a los profesionales y sus organizaciones
a ser más proactivos en la detección de necesidades sociales, así como a
abordar las obsolescencias de los programas.
-Siempre he pensado
que ésta es una profesión “vocacional”, ¿lo ves así?; y que como todas las
profesiones que son “vocacionales” tienen riesgos profesionales
, es de las profesiones que “te pueden quemar”, “que te pueden quebrar”
moral y éticamente, también. ¿Nos puedes reflexionar?
La vocación sin duda es una condición que cumplen los profesionales de los
servicios sociales, pues no gozan de reconocimiento social, ni prestigio ni de
altas retribuciones económicas. Por supuesto que ser vocacional es una
condición que ayuda pero no es suficiente; además se puede perder si las
organizaciones y los profesionales no saben asumir sus límites y regenerar la
propia confianza en su acompañamiento a otros. Y en momentos de crisis, la
sensación de retroceder en políticas sociales que se creyeron superadas por
paternalistas, puede ser muy desincentivador. Así
como detectar incoherencias en las políticas u obsolescencias.
Además un/a
asistente social debe tener el “don” de la confidencialidad, de ser muy
objetivo/a en las diferentes situaciones que se le
plantean. ¿Cómo se “le forma” a un profesional en eso?
Se le forma en la facultad, recordándoles las leyes que sobre gestión de
datos personales les obliga a su tratamiento confidencial y al consentimiento
informado en el traslado de esos datos; se lo recuerda el código deontológico;
pero también la cultura organizacional y de sus compañeros ayudan en el tema:
cuán conscientes son de que la confianza se forja en la discreción y en el
pedir permiso y explicar porque se requiere determinada información.
-Un asistente/a social tiene mucho contacto, directo e indirecto, con la
realidad social, con la calle, las ilusiones, desilusiones ¿Cómo lo ves?
Asistentes sociales y educadores sociales son, juntamente con las personas
atendidas, los que más nos informan de las realidades y, por tanto, de lo que
hace falta y de lo que es obsoleto en las políticas sociales. Sin la
imprescindible mirada y dedicación de los profesionales, y la confianza de
quienes les hacen partícipes de sus problemáticas, no se cumpliría la misión de
atender personas que legitima dichos servicios.
23748
Ética de los servicios
sociales. Begoña
Román Maestre
168
páginas 14 x 21,5 cms.
12.90 euros
Herder
Este estudio desea contribuir a
un mejor conocimiento y comprensión de la labor de los servicios sociales en el
siglo XXI, así como ofrecer a los estudiantes y profesionales herramientas para
la toma de decisiones. El libro se estructura en torno a tres preguntas clave:
¿Qué ética para los servicios sociales? No basta con que cada
profesional asuma su responsabilidad. Una ética de los servicios sociales debe
explicitar unos valores rectores y el papel que desempeñan las personas
atendidas. Más allá del asistencialismo, se propone un modelo de participación
y empoderamiento centrado en las personas, que además sea capaz de anticipar
las posibles circunstancias de vulnerabilidad.
¿A quiénes van dirigidos los servicios sociales? Desprendiéndose del
estigma de “beneficencia” para indigentes o marginados, los servicios sociales deben
atender a cualquier persona que corra el riesgo de exclusión social y/o de
dependencia, ya sea por causa de enfermedad, diversidad funcional, violencia en
el hogar, pobreza, u otras adversidades sobrevenidas.
¿Cuáles son los principios que guían la toma de decisiones y cuáles las
virtudes que se requieren en los servicios sociales? Se propone una serie
principios y valores que pueden ser útiles a la hora de deliberar sobre las
mejores acciones y políticas a llevar a cabo, y una serie de virtudes sin las
cuales sería difícil la acogida y el acompañamiento de las personas por parte
de los profesionales.
Begoña Román Maestre es doctora en Filosofía y profesora en la Facultad
de Filosofía de la Universidad de Barcelona. Es miembro del grupo consolidado
de investigación de la Generalitat de Cataluña “Aporía: Filosofía
contemporánea, Ética y Política”. También es presidenta del Comité de Ética de
Servicios Sociales de Cataluña y vocal del Comité de Bioética de Cataluña. Su
ámbito de especialización es la ética aplicada a entornos profesionales y
organizativos.
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