La
Librería de El Sueño Igualitario
—Miguel, ¿cómo es que te lanzas a fundar y trabajar en una editorial
pequeña como Ediciones de Intervención Cultural , aunque, personalmente, no me
parece tan pequeña?
—Esa es
una larga historia, que empieza en 1972. De hecho, me vi implicado en el mundo
de la edición casi sin querer, de forma fortuita. Pero desde entonces he
mantenido casi todos los proyectos vivos. De hecho Ediciones de Intervención
Cultural nace de la fusión de Montesinos y El Viejo Topo en 1999. Y sí, somos
una editorial pequeña, humilde, en cuanto a la facturación y al número de
personas que trabajan en ella, pero muy compleja debido a la existencia de
líneas muy diversas y al hecho de que publicamos libros, pero también revistas.
—Intervención Cultural tiene cuatro ramas: la
mítica revista de pensamiento, El Viejo Topo; la revista de literatura,
Quimera; la editorial Montesinos, el sello editorial de la Biblioteca Buridán….
¿nos puedes acercar, un poco, a cada una de ella?
—Sí,
cuatro ramas, y tres de ellas con varias ramificaciones. Y si añadimos Piel de
Zapa, ya son cinco. El Viejo Topo se funda en 1975, aunque la censura del
Régimen no permitió que apareciera hasta 1976. Es una revista político-cultural
con voluntad de intervención. Y un sello editorial en el que se publican libros
con esa mismna intención.
Dirigí
Quimera durante sus dieciocho primeros años, y lleva ya 34 de existencia. Sigue
siendo una magnífica revista, pero sus méritos actuales hay que atribuírselos a
su actual director, Fernando Clemot, y su equipo.
Montesinos
agrupa diversas colecciones, desde literatura clásica y contemporánea, hasta
varias líneas de ensayo-
Biblioteca
Buridán cubre el territorio de la denominada “Tercera Cultura”, en la
afortunada expresión de Snow. Divulgación científica y filosófica de gran
nivel. En temas científicos se abordan aspectos de vanguardia, pero siempre de
forma muy accesible para un lector con conocimientos medios.
Por
último, en Piel de Zapa pretendemos publicar novelas en las que la calidad de
la escritura tenga un protagonismo esencial.
—Háblanos un poco del conjunto de Intervención
Cultural. No sé si me explico: ¿cómo viaja por el mundo de la literatura y de
las ediciones, como en “un todo”?.
—Bueno, a
pesar de la reducidísima plantilla, llevamos esa complejidad relativamente
bien. Creo que ayuda, y lo digo sin ninguna clase de pretensión, el hecho de
que yo soy un apasionado de la literatura que provengo del campo científico...
aunque de eso hace ya tanto que casi ni me acuerdo.
—Por cierto, ¿por qué Intervención Cultural?, ¿qué significan para ti
los términos “Intervención Cultural” para haberle dado el nombre a la
editorial/grupo?
—Intervenir
cultural y políticamente quiere decir contribuir a influir sobre la
transformación de los valores dominantes con los que no estamos de acuerdo. Las
derrotas de las sociedades –y ahora estamos viviendo una, y bien grave– son
primeramente culturales, y luego políticas. Claro que una editorial sólo puede
ayudar a esa transformación en un grado muy pequeño, pero me gusta pensar que
llevamos más de cuarenta años sembrando, y tal vez hayamos podido contribuir,
junto con muchos otros, al nacimiento de alguna flor.
—¿Con qué medios partís, en su día, para hacerlo
porque no debe ser nada fácil? ¿Está más difícil hoy el oficio de editor?
—Contamos
con escasos recursos económicos, básicamente personales y con el apoyo de
algunos amigos, de forma siempre muy modesta. Dependemos de nuestras ventas, y
como no nos hemos volcado en “productos” de venta fácil, nuestra tesorería anda
siempre exhausta.
Y sí, hoy
es más difícil, aunque siempre lo fue.
—¿Cuál es el equipo humano de Intervención
Cultural?
—Incluyendo
personal de almacén, administrativo, maquetación, edición electrónica,
dirección comercial, etc. somos siete personas. Además, como ya he dicho
Fernando Clemot dirige Quimera, y Josep Sarret Biblioteca Buridán; el resto de líneas lo dirijo yo
mismo.
—¿Desde qué filosofía surge? O sea: ¿cuál es vuestra idiosincrasia,
vuestra razón de ser?
—Cuando
empezamos éramos jóvenes, así que queríamos cambiar el mundo. Ahora nos
conformamos con evitar que sigan destruyéndolo.
—¿Bajo qué ilusiones salisteis a la calle? ¿Con qué
perspectivas?
—Con
mucha ilusión, claro. Y pensando que podíamos hacer una gran tarea cultural.
Alguna cosa hemos hecho, pero muy lejos de lo que habíamos soñado. Aún así,
personalmente estoy contento de la labor hecha.
—Miguel, ¿se miró en alguna otra editorial/grupo,
Intervención Cultural, a la hora de recoger este testigo(el de salir a la
calle)?
—No.
Empecé sin saber nada de nada. Simplemente era un lector con iniciativa. Quizá
la época en que empecé, con el franquismo enfilando la recta final, permitió
que accediéramos al mundo editorial personas absolutamente ajenas a él.
—Desde el compromiso, ¿se puede hacer, Miguel,
buena literatura?
—Desde
luego. Todos los grandes autores han estado, de un modo u otro, comprometidos.
Con la sociedad, con su tiempo. El último premio Cervantes, Juan Goytisolo, es
un claro ejemplo de ello. Si estamos hablando de compromiso político, ahí ya
depende de la calidad del escritor. El que tiene talento no puede ocultarlo
aunque mantenga un firme compromiso político que se refleje en su literatura.
—¿Qué tirada tenéis, más o menos, por cada título?
—Entre
1.000 y 1.500 es lo más habitual. Son cifras trágicas. Cuando empecé, de un
libro difícil de filosofía tirábamos como mínimo 3.000. Los tiempos han
cambiado, y no sé si para bien.
—Ya sabemos cómo los peces grandes se van comiendo
a los chicos y en esto del mercado editorial y de los medios de comunicación,
con los grandes grupos y demás, es bestial…aquí la prensa y los medios
deberían, deberíamos, jugar un papel más que importante. Dime, Miguel, ¿cómo os
trata la prensa?
—La
prensa, simplemente, nos ignora. Llevamos tantos años así que ya casi no
hacemos promoción en prensa.
—¿Cómo escogéis lo que vais editando? Y ¿cómo os planteáis el
tratamiento del material?
—Como
hace, o debería hacer, todo el mundo: Leyendo. Publicamos lo que nos gusta, de
modo que todos los errores (comerciales) son nuestros. No sé muy bien a qué te
refieres con el tratamiento del material. Corregimos, claro, pero poco más.
Aunque algunas veces se hacen sugerencias al autor, que a veces el autor
acepta, y otras no.
—¿Cómo te vas acercando a las obras que vas
publicando: más bien como editor o más como lector?
—Como
lector. Por eso no me he hecho rico, más bien todo lo contrario.
—¿Cómo los vas descubriendo, tanto a los escritos
como a algunas pluma(sobre todo a las que no son para nada conocidas o de
primera plana)? ¿Y después, querido amigo, cómo haces la selección?
—Prácticamente
no salgo a leer lo que circula por ahí afuera. Con lo que llega, de uno a dos
originales diarios, tengo todo el tiempo ocupado. A veces me llega alguna
recomendación de amigos, y eso siempre se tiene en cuenta.
—¿Qué es lo que te motiva de ellos (me refiero
tanto de los escritos como de los escritores, porque, a veces te puede motivar
más un escritor (por lo que sea) que un escrito o al revés? En todo caso:
¿qué prima la pluma o el escrito o de qué depende?
—En
literatura, la pluma. En ensayo, el escrito-
—¿Y cómo “se aventura”, cómo ves el futuro del
trabajar en el nuevo sello Piel de Zapa?
—Ahora
mismo apostar por autores poco o nada conocidos es suicida. Pero de algo hay
que morir.
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