Cazarabet conversa con... Toni Álvaro, autor de “La revuelta
de las mujeres. Barcelona 1918” (El Lokal)
Toni Álvaro escribe sobre esa
revuelta de revueltas
solapada y casi escondida entre los papeles de la
historia en la Barcelona de 1918.
Lo edita El Lokal dentro
de la Col·lecció Històries del Raval en su número, 6.
Los anteriores libros de
esta colección son: La insurrección
de una fábrica. El motín de
1880 en la fábrica “Morell y Murillo”
de la calle Reina Amalia del Raval—de l´ Assemblea
del Raval--; Digueu que parla el Noi del Sucre. Salvador Seguí. Notes biogràfiques
en el decurs del moviment obrer --de Abel Escribano--;
La calle olvidada. Sant
Antoni de Pàdua, en el distrito V—de Elsa Plaza--;
Estimat carrer Aurora .Històries inacabades d’un indret de Barcelona—de Manel Aisa—Vivers de revolucionaris. Apunts històrics del
districte cinquè –de Emili Salut—.
Después del sexto libro de
esta colección también tenemos: El Raval. Epicentro del movimiento obrero revolucionario barcelonés—de l´Assemblea del Raval—y Violencia
y muerte de Juan Andrés Benítez
en el Raval de Barcelona en 2013---también de l´Assemblea del Raval--.
La sinopsis del
libro:
Enero de 1918. Se
comienza a intuir el final de la primera
Guerra mundial. Los ingentes beneficios
provocados por la neutralidad española no han repercutido en los salarios de
los trabajadores. El jornal está congelado desde el inicio del conflicto. Las
cosechas y el carbón se exportan, intermediarios y comerciantes acaparan y especulan con los productos básicos. El
invierno es riguroso Barcelona, el carbón escasea se adultera y se frena su
salida al mercado en una espiral de precios al alza, que arrastra alimentos y
alquileres. Son momentos en los que cualquier sonrisa se hiela en Barcelona y
otras ciudades industriales. Los hogares obreros no consiguen asegurar la
subsistencia y las mujeres deciden plantarse.
Tras hacer un
seguimiento en la prensa de la época, Toni Álvaro rescata unos hechos de
empoderamiento colectivo olvidados, tanto por la historiografía como por la
militante.
Cazarabet
conversa con Toni Álvaro:
-Toni, ¿nos puedes explicar el por qué de
este libro; qué te hizo escribirlo? O ¿qué te llevó a ello?
-Los motivos son muy prosaicos.
El libro es un encargo de Miquel Vallès, coordinador
de la colección Històries del Raval. La gente de El Lokal me había editado y publicado el libro Catálogo de decisiones y fragilidades,
una recopilación de textos publicados en Facebook, y Miquel me planteó escribir
uno de los cuadernos de la colección en el mismo estilo narrativo. Soy fácil de
convencer y dije que sí, que ya buscaría un tema. Hacía poco había encontrado
un artículo de José March Fierro sobre la revuelta de
las mujeres en 1918, iniciada en El Raval, y me puse a ello. Diversas
circunstancias personales alargaron el proceso de escritura y sin haberlo
planteado a priori resulta que el libro salió coincidiendo con el centenario de
los hechos y con la primera Huelga General Feminista de 2018.
-Y es que las mujeres se alzaron en revuelta mucho antes
de lo que nos “han enseñado”…
-Es que nunca nos han enseñado el papel de las mujeres, ya
no solamente en las revueltas, revoluciones y movimiento obrero, si no en la
Historia. Más allá de algunos nombres, son prácticamente invisibles,
presentadas como excepciones o como simplemente subsidiarias, casi atrezzo de los grandes momentos históricos. Hay una frase
terrible, 'detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer'. Incluso las grandes
mujeres van detrás. Me recuerda aquella imagen de mis domingos de infancia y
juventud, los dos señores caminando delante conectados al fútbol de transistor
y las mujeres detrás, hablando de la vida. Llegaba el lunes y ellos discutían
sobre un penalti y ellas tenían que discutir con el tendero, con el cobrador,
con el del banco, con el maestro de sus hijos...
-Y es que ellas eran las que veían, aún más que nadie, las
carestías esenciales de su día a día y del día a día de los
demás…
-Ellas, como decía Teresa
Claramunt, eras las esclavas de los esclavos. Si trabajaban en la fábrica, al
salir tocaba el trabajo doméstico, y muchas trabajaban directamente en casa,
algo perverso, encadenadas a 24 horas sin apenas descanso y aisladas entre
ellas para evitar que se organizaran. Vivían y veían la miseria que se cebaba
en sus hijos e hijas, carne de explotación y enfermedad, negándoles todo
futuro.
-¿Por qué ese movimiento acelerado… esa revuelta de las
mujeres en 1918 es tan desconocido o bastante desconocido?
-Por un lado está la invisibilidad de las mujeres en la
Historia a la que antes aludíamos. Por otro lado, siempre se ha dado una
especie de rango menor a estas revueltas, sin partidos ni sindicatos en su
organización. En ese período, al menos en Barcelona, la atención se ha centrado
en la lucha armada entre patronal y movimiento obrero, con huelgas a diario. Y
también está, supongo, que se encuentra entre dos grandes acontecimientos, la
huelga general de 1917 y la huelga de La Canadiense que desemboca en la jornada
laboral de 8 horas por ley, y una movilización protagonizada exclusivamente por
mujeres que piden que bajen precios de pan, carbón y alquileres, igual parece
poca cosa.
-¿Dónde se conocen más estas revueltas….?
Barcelona, Valencia, Málaga, A Coruña…
-Las revueltas se producen en
muchas partes porque el malestar y la miseria es general en todo el país, ya
sea en los centros urbanos o en el campo. En la prensa de la época hay
menciones a protestas en diversas ciudades, como Málaga, Alicante. También las
hay en Extremadura y en algunos pueblos, producto de esa presencia pública de
la mujer, algunas de ellas entran en los ayuntamientos y participan en la toma
de decisiones. Por poco tiempo, pero es importante. En Mallorca hay revuelta y
muere un obrero y en Galicia, en la comarca de Ferrolterra,
en marzo de 1918 la revuelta de mujeres por la subsistencia acaba con la
declaración del estado de excepción, y la intervención del ejército deja un
rastro de nueve muertes y decenas de heridas. Todo eso fue condenado a olvido y
no se rescató hasta la celebración de su centenario.
-Fue la primera gran revolución de mujeres protagonizada o
lo que es más capitaneadas por ellas…
-No. Primero, no creo que pueda
calificarse como revolución, aunque sí, digamos, como un paso más en la
revolución hacia la igualdad. Pero sí son protagonistas absolutas y piden a los
hombres que las dejen a ellas organizarse y tomar sus propias decisiones. Eso
es muy importante. Sea o no sea revolución, sin mujeres nada puede llamarse
revolución. De hecho, por ejemplo, son las mujeres de Petrogrado,
en el Día de la Mujer, las que desencadenan el tramo final de la Revolución
Rusa, las que se declaran en huelga, las que arrastran a los hombres tras
ellas, las que se plantan frente a las bayonetas de los soldados, las madres y
hermanas que les señalan al verdadero enemigo. Igualmente, ninguna huelga tiene
posibilidades de éxito sin la participación de las mujeres, ya sea como
protagonistas en primera línea, como en Lawrence, en 1912, o en cualquier otra
como imprescindible red de apoyo.
-¿Hasta qué punto pararon la ciudad de Barcelona estas
mujeres y cómo lo lograron?
-Es que si las mujeres paran, se para todo. No es una
frase, es una realidad. Paran las fábricas y su presencia en las calles obliga
a cerrar comercios y entorpecer el transporte. Son once días sin tregua, hasta
el punto que el ejército, otra vez, es un clásico, ocupa militarmente
Barcelona.
-¿Barcelona fue en parte heredera del
espíritu de la Revolución de Octubre del 17?
-La influencia de la Revolución
de Octubre se extiende por todo el mundo occidental. Pero hay más cosas. El
anarquismo y el librepensamiento están ahí, alimentando los deseos de
emancipación personal y transformación colectiva. Están las escuelas laicas y
racionalistas, los ateneos obreros. En 1891, en el Raval, se había creado la
Sociedad Autónoma de Trabajadoras y su Llano, impulsada por Teresa Claramunt,
obrera del textil, y luego llegará la Sociedad Progresiva Femenina. Todo eso va
creando poso. Y luego están las condiciones de vida extremas en el Raval. Para
conocer mejor donde se cocina ese espíritu revolucionario recomiendo leer otros
títulos de la colección, como La calle olvidada (Elsa Plaza), Vivers de revolucionaris (Emili Salut), Mujeres obreras en
el Raval (Dolors Marín).
-¿Y qué influencia tiene la matanza desgarrada de la I
Guerra Mundial?
-España es neutral, que es otra
manera de participar en las guerras. Unos mandan carne de cañón a las
trincheras y otros mandan carne de miseria a las fábricas. No se muere en el
frente, se agoniza en casa. Industriales y grandes propietarios abastecen a los
países en guerra y obtienen grandes beneficios que ni invierten en mejoras ni
repercuten en aumento de salarios, sólo hinchan fortunas.
-Además las edades de las mujeres eran
muy, muy jóvenes…
-Las mujeres jóvenes son mano de obra mayoritaria en el
textil. En las protestas hay mujeres de todas las edades, tampoco la esperanza
de vida en la clase obrera da para mucho. Sí que empiezan a destacar mujeres
jóvenes que pierden el temor a tomar la palabra en público, frente a auditorios
masculinos, en una especie de relevo generacional. Ahí destacan, entre otras, Llibertat Ródenas, de 26 años,
que pone más de un teatro del revés con sus intervenciones, o Lola Iturbe, que
participa en las movilizaciones con 16 años. Las dos estarán en Mujeres Libres.
-¿Qué papel juega en esta revuelta el
carbón y su precio?
-El precio está por las nubes y los comerciantes acaparan
sin vender esperando a que suba más, pasándose por el forro los precios fijados
por la Junta de Subsistencias. O si lo venden, lo pesan mezclado con arena. Se
crea un círculo vicioso de pasarse la culpa unos a otros, el tendero culpa de
los precios al almacenista al por mayor, el almacenista culpa a los
propietarios de la leña y éstos a los fabricantes de carbón… pero quien lo paga
es la compradora del carbón, que centraliza la ira en lo que tiene más a mano,
el vendedor de barrio. El carbón es imprescindible en el día a día, sirve para
cocinar y para calentar el hogar, porque además el invierno es muy frío.
-¿Cómo reaccionó el poder ante esta
huelga impulsada y protagonizada por las mujeres?
-Primero con cierta condescendencia, se las recibe y creen
convencerlas con buenas palabras y vagas promesas, esperando a que se cansen o
acaben peleándose entre ellas. Pero no. Las autoridades tienen mala memoria o
acaban creyéndose la Historia que redactan sus cronistas, a saber, pero no
deberían haberlas subestimado y recordar el papel que jugaron las mujeres en la
huelga del textil de 1913 por las nueve horas, en la que aguantaron más que los
hombres; o desencadenando la Revolución de 1909 al negarse a ver embarcar a sus
hijos hacia la carnicería de África; o en la huelga de las siete semanas de
1883… Una vez fuera de su control, reaccionan como siempre, mandando tropas y cañones.
La población civil parece ser el enemigo favorito del ejército español, igual
porque siempre ganan.
-¿Cómo ha sido tu metodología de trabajo
para con el nº 6 de la Col-lecció Històries
del Raval, La revuelta de las mujeres? ¿nos puedes
hablar de la tarea de documentación, búsqueda en archivos y demás?
-Ya me gustaría a
mí tener alguna metodología. Confieso con cierta vergüenza que no soy ni
historiador ni investigador, ni siquiera aficionado. Digamos que como mucho
podría considerarme divulgador, cronista, narrador de hechos que ocurrieron...
llámalo como quieras. Me falta tiempo material para sumergirme en archivos y
entrevistar testimonios y me limito a vagar por internet, tomar de aquí y de
allá, elaborar relatos con todo ello desde mi propio pulso narrativo, si es que
lo tengo, y con suerte despertar la curiosidad de la gente sobre lo narrado,
que vayan a las fuentes originales si quieren profundizar. En el caso de La revuelta de las mujeres me fue muy
útil el trabajo sobre el tema de Lester Golden, el resto lo encontré en la prensa de la época y lo
utilicé para ir narrando el día a día de la revuelta.
-Amigo, ¿nos puedes explicar en qué andas
trabajando en la actualidad?
-Trabajo como
periodista en el servicio de medios de comunicación del Ayuntamiento de Cerdanyola y en mis tareas domésticas, lo cual me deja
ahora mismo poco tiempo para centrarme plenamente en cualquier proyecto.
Además, estos tiempos extraños perjudican seriamente la concentración y la
disciplina, que nunca han destacado entre mis virtudes. Aún así hay varios
proyectos sobre la mesa, encargos que fueron llegando y acepté alegremente. Hay
un cuaderno sobre Lluís Gausachs, secretario personal
de Josep Tarradellas durante más de 40 años y que fue
maestro durante la II República en mi pueblo. Hay un libro de esbozos
biográficos del movimiento libertario para romper con el imaginario de
violencia y bombas que interesadamente se ha impuesto. Finalmente, algo
totalmente distinto, un libro sobre los treinta años del Festival Internacional
Blues de Cerdanyola, certamen al que he estado
vinculado desde su inicio. Y sigo publicando con cierta frecuencia en mi muro
de Facebook, aunque reconozco que cada vez me cuesta más hacerlo.
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Cazarabet
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