La Librería de El Sueño Igualitario

Sin-título-1.jpgCazarabet conversa con...   Pedro Feria Vázquez, autor de “La represión económica en Huelva durante la Guerra Civil y la Posguerra. Saqueos, confiscaciones y actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas (1936-1945)” (Diputación de Huelva)

 

 

 

 

Un libro  de la Diputación de Huelva que investiga más allá de la represión que ha sido más investigada. la de la represión física, la cárcel, los campos de trabajo, de concentración…

Pedro Feria Vázquez, el autor, se sumerge en otro tipo de represión, “la económica” que desde principios de la guerra mermó de igual manera a no pocos ciudadanos y ciudadanas  afines a la República.

El trabajo de investigación se desarrolla en una de las provincias andaluzas, Huelva y trata de explicar como el saqueo, las confiscaciones y la actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas entre 1936 y 1945 pusieron en un “brete” a toda una provincia más allá de la amenaza y del miedo de las represiones más físicas.

Lo que nos cuenta la Diputación de Huelva sobre el libro:

En los últimos años, del silencio de los archivos está empezando a emerger numerosa documentación que saca del olvido capítulos muy oscuros de nuestro pasado. Entre ellos, el de la represión a la que el bando nacional primero, y la dictadura franquista después, sometió a los disidentes políticos: una larga noche de cárceles, fusilamientos, torturas y exilio. Uno de los aspectos más desconocidos de esa represión fue precisamente el económico, o cómo el franquismo, además de ejecutar o encarcelar, despojó materialmente a sus víctimas mediante multas, saqueos y confiscaciones, con un doble objetivo: primero, como una eficaz arma de castigo y disuasión, ya que la represión económica no sólo afectaba a los disidentes, sino también a sus familias; y segundo, lo incautado sirvió para financiar al bando nacional y sufragar parte de los gastos que suponía el conflicto bélico. Para llevar a cabo este proceso, el régimen creó una despiadada maquinaria legislativa e instituciones específicas, como el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Esta represión económica fue muy acusada en la provincia de Huelva. Por el simple hecho de discrepar con el nuevo orden impuesto tras el 18 de julio de 1936, a miles de onubenses les fueron arrebatadas sus propiedades mediante diversos métodos y excusas legales, que iban desde el saqueo puro y duro hasta las confiscaciones organizadas. En ellas fueron decomisadas grandes cantidades de dinero en metálico, además de oro, plata y joyas, animales de granja, cosechas, enseres de todo tipo, terrenos, inmuebles… y el volumen total de lo expropiado aún nos es desconocido. Todos estos procesos, que se alargaron hasta bien entrados los años 40, tuvieron para Huelva efectos desastrosos, llegando a comprometer el posterior desarrollo económico provincial, y sus consecuencias se arrastran incluso hasta hoy.

Este libro pretende hablar de todo ello. Siempre en busca del máximo rigor, su autor utiliza fuentes documentales puestas recientemente a disposición de los investigadores en archivos provinciales y nacionales, además de un buen número de memorias personales y testimonios orales de víctimas y familiares, muchos de los cuales ven la luz por primera vez en el presente trabajo. De esta forma, se ha construido un relato fidedigno de los terribles sucesos que tuvieron lugar en Huelva hace ya más de tres cuartos de siglo, pero de los que sólo hasta hace relativamente poco se ha empezado a debatir. Todo para tratar de poner fin a tantas décadas de olvido impuesto o autoimpuesto, y ayudar a difundir el conocimiento de nuestro pasado entre las viejas y nuevas generaciones, pues sin ello será imposible impedir que hechos tan traumáticos como éstos vuelvan a ocurrir.

El autor: Pedro  Feria Vázquez (Huelva, 1976)  estudió Historia en la universidad onubense, donde se doctoró en 2013, y donde también ha ejercido como docente. Ha participado en diversos proyectos de investigación sobre historia reciente de Andalucía, impartido conferencias en varios países y publicado numerosos artículos en revistas de ámbito local, regional y nacional sobre temas relacionados con la Guerra Civil, el Franquismo y la Transición. En 2009 salió su primer libro, Protagonistas del cambio político, sobre el proceso de transición a la democracia en la ciudad de Huelva. Ésta es su segunda obra, que recoge los resultados de su investigación sobre el Tribunal de Responsabilidades Políticas en Huelva, y que constituyó su tesis doctoral, calificada con sobresaliente cum laude.


 

Cazarabet conversa con Pedro Feria Vázquez:

image002.jpg-Pedro, háblanos un poco de aquello que te ha llevado a escribir este amplísimo y detalladísimo libro sobre La Represión Económica en Huelva…

-Principalmente, que hasta ahora no se había investigado casi nada sobre el tema. Se ha escrito ampliamente sobre la represión, llamémosle, “física”, es decir, las ejecuciones, las torturas, los encarcelamientos… Sin embargo, a veces parece olvidarse que el franquismo, además de fusilar o encerrar a sus víctimas, también las despojó de sus bienes, utilizando para ello métodos y excusas legales de lo más variopintas, que iban desde el saqueo puro y duro a las multas y confiscaciones organizadas. Es algo sobre lo que en el conjunto de estado español no se había empezado a trabajar hasta hace relativamente pocos años, y para el caso concreto de la provincia de Huelva no se sabía nada. Ha sido con la reciente apertura de los archivos del antiguo Tribunal Provincial de Responsabilidades Políticas, que fue la autoridad judicial encargada de las incautaciones, cuando hemos podido empezar a investigar en serio.

-La represión que los golpistas y después gobernantes ejercieron sobre la población, afín a la República, va desde el saqueo a actuaciones muy fuertes en el Tribunal de Responsabilidades Políticas pasando por las confiscaciones; lo que da a entender que nunca terminaron de reprender al resto de ciudadanos que no pensaban como ellos, ¿no?.

-El ensañamiento de la dictadura franquista con los disidentes alcanzó cotas que no dudaría en calificar de inauditas, como demuestran todos los procesos de confiscación de bienes que describo en el libro. Las incautaciones, unidas al resto de procesos represivos, demuestran que el régimen se había embarcado en un proyecto totalitario que buscaba el exterminio total de quien pensaba distinto y el completo sometimiento al poder del Estado del resto de los ciudadanos. La represión económica se ensañó sobre todo con la vanguardia política y cultural del país, es decir, líderes políticos y sindicales, intelectuales, artistas, escritores, profesionales liberales, etc., y también se confiscaron los bienes de partidos políticos, sindicatos y asociaciones culturales, lo que deja muy a las claras que lo se buscaba era descabezar a la sociedad civil con vistas a la futura instauración en España de un régimen fascista al estilo del mussoliniano o el nazi.

-Pero además de no terminar de ejercer esa represión durante largos y largos años…la ejercían en todos los flancos. Todo estaba como pensado para no dejar respiro, ni salida; ¿es así?

-Sin duda. Las confiscaciones de bienes, además, incluso ejercían sobre el disidente una presión extra que no se encuentra en el resto de los procesos represivos, y es que no sólo afectaban al acusado, sino también al resto de su familia. En una sociedad tan fuertemente patriarcal como la de la época, en la que el sueldo del cabeza de familia era prácticamente la única fuente de ingresos de su esposa e hijos, si éste era fusilado, encarcelado, perdía el empleo en una depuración, tenía que pagar fuertes multas o le confiscaban sus bienes, ello condenaba a su familia al hambre. Lo más triste de todo era que la muerte del acusado no extinguía su responsabilidad penal, y eran entonces su mujer e hijos o parientes más cercanos los que “heredaban” la multa que le hubiera sido impuesta, y así, sumado a la pérdida del esposo o padre, muchas viudas y huérfanos se vieron condenados a abonar onerosas sanciones a veces de decenas de miles de pesetas (de entonces), que en algunos casos tardaron décadas en pagar. Es una buena muestra de lo terrible que fueron todos estos procesos.

Esto, evidentemente, desanimaba más que cualquier otra cosa a potenciales opositores, ya que desafiar al Estado suponía no sólo arriesgarse a la ruina personal, sino también condenar al hambre y al ostracismo social a sus familias. Cualquiera que viera lo que sucedía a todo el que se atrevía a luchar contra el régimen sabía que lo mejor era “no meterse en política”, y de esta manera el franquismo logró exactamente lo que se proponía: una ciudadanía pasiva y sumisa.

foto-Rp-libro-466x360.jpg-¿Hasta qué punto era todo ello deliberado?

-Las confiscaciones de bienes no eran, como a veces se ha intentado hacer creer, obra de “descontrolados” que aprovechaban el caos de los primeros momentos tras la entrada de las tropas nacionales en cada localidad para dedicarse al saqueo, sino que formaba parte de un plan perfectamente premeditado, con un doble objetivo: por un lado, y como decía antes, se convertirían en una eficaz herramienta de disuasión; por otro, sirvió para financiar al bando nacional, ya que lo incautado se utilizó para sufragar los onerosos gastos que conllevaban el conflicto bélico. Esta doble función, punitiva y economicista, ayuda a explicar el furor confiscatorio de los golpistas, que afectó no sólo a los republicanos, a los que se robaba sin ningún pudor, sino al conjunto de la ciudadanía, ya que también a vecinos sin ninguna relación con la política se le confiscaban bienes en metálico y en especie mediante requisas de víveres y ganado, suscripciones “voluntarias” y multas que en aquellos años proliferaron por toda la geografía nacional por los motivos más absurdos. Por ejemplo, se solían imponer multas por decir palabras malsonantes, por no saludar “a la romana” cuando en la radio sonaba el “cara al sol” o por vestir en la playa un vestuario considerado poco “decoroso”. Muchos españoles, además, se vieron obligados a entregar al Estado sus objetos de oro y plata o joyas para ayudar a la “causa nacional” (so pena de ser considerados “rojos” y engrosar las temidas listas negras) o a ceder sus vehículos de motor al ejército. Como vemos, todo ello permitió al bando nacional no sólo recabar una ingente cantidad de fondos que fueron una inestimable ayuda para que finalmente ganara la guerra, sino que lograron, como decía, una ciudadanía pasiva y fácilmente moldeable por el Estado, que pasó a ejercer un control total sobre la economía del país.

-Esto me da de pensar que la sociedad debería de estar cada día como más sometida a cierta presión desde el estado y cómo se hizo, me refiero a esto de hacer un retrato de la situación de los “afines a la República” para luego poder ejercer sobre ellos una represión tan amplia y en todos los perfiles . ¿Cómo lo hicieron?

-Para llevar a cabo los procesos de confiscación, las autoridades encargadas de ello crearon una inmensa, costosa y despiadada maquinaria policial, judicial y burocrática, además de una tupida red de informantes y confidentes, todo con el fin de que no escapase nadie. Para una mayor efectividad en las incautaciones era necesario, lógicamente, conocer la cantidad exacta de bienes de los que disponían los acusados, por lo que en primer lugar los tribunales de responsabilidades políticas exigían a las autoridades locales (generalmente alcaldes y jefes de Falange, párrocos y comandantes de la Guardia Civil) informes sobre los bienes que aquellos poseían. También se exigían informes a los bancos sobre sus cuentas corrientes y a las cámaras de la propiedad sobre los terrenos o inmuebles registrados a nombre de los investigados y, además, se pedían chivatazos a vecinos o conocidos. Una vez recopilados todos estos informes, se enviaban peritos para que tasaran los bienes del inculpado; en mis investigaciones he hallado muchos ejemplos de estas tasaciones, algunas de ellas altamente exhaustivas, que registraban hasta el último botón que hubiera en la casa. Una vez se celebraba una parodia de juicio, y si era declarado culpable (lo que sucedía las más de las veces), al condenado se le imponía una sanción económica que, en función de su supuesta responsabilidad política, podía oscilar entre una leve multa y la pérdida total de sus bienes.

-¿Cuánta de las riquezas lucidas posteriormente por fascistas y gente conservadora de Huelva, en tiempos de posguerra, dictadura eran, en realidad, de los afines a la República?

-Debido a la corrupción y falta de control, muchos particulares (caciques locales, jerarcas falangistas, alcaldes, párrocos, mandos del ejército, la Guardia Civil y la Policía...) se apropiaron de enormes cantidades de bienes confiscados; por ejemplo, buena parte de lo incautado a los republicanos se solía subastar públicamente, en subastas fraudulentas orquestadas por las autoridades locales que permitieron a ciertos caciques adquirir bienes a precios ridículos. Varios testimonios que recogí de víctimas de confiscaciones afirmaban que objetos que les fueron incautados por las autoridades aparecieron más tarde en viviendas de derechistas locales. También fue tristemente famoso el caso del que fue gobernador de Huelva durante los años más duros de la represión, Gregorio de Haro, de quien, aparte de enriquecerse enormemente durante los meses que estuvo en el cargo, se dice que regaló a colaboradores y amigos objetos confiscados a republicanos o donados por ciudadanos.

Todo esto nos hace llegar a una terrible conclusión: las confiscaciones no solamente enriquecieron al Estado franquista, como vimos antes, sino que se convirtieron en un suculento negocio para quienes lo apoyaban. El régimen utilizó las incautaciones no sólo para castigar a quienes se le oponían, sino también para premiar a quienes le apoyaban. 

web_foto_RP_libro1.JPG-Y claro, esto, se ha ido arrastrando hasta bien entrada la transición porque lo que es indudable que muchas riquezas de hoy son de aquellas prácticas, ¿no?

-Todavía hoy, la cantidad total de lo robado por el franquismo nos es desconocida, aunque algunos autores han aventurado cifras parciales. Muchos ciudadanos intentaron, tras la guerra, recuperar al menos parte de los bienes que les fueron arrebatados, pero los pocos que lo consiguieron recibieron una ínfima parte de lo sustraído. Después del fin de la dictadura, algunos partidos y asociaciones han tratado de que se compense a todos aquellos que sufrieron confiscaciones; en su día se devolvieron los bienes arrebatados a partidos y sindicatos, pero no así a los ciudadanos particulares, lo que constituye todo un fraude de ley y una carencia más de la incompleta Ley de Memoria Histórica.

Lo que sí es cierto, y completando lo que decíamos antes, es que tanto las confiscaciones como el resto de las prácticas corruptas de las que siempre hizo gala el régimen franquista hicieron ricos a muchos. Numerosos caciques u oligarcas se afiliaron a Falange o a otros grupos tras el 18 de julio y utilizaron esta militancia para granjearse amistades en el poder político y obtener suculentas contratas públicas, entre otros privilegios. También se beneficiaron de la desaparición de la lucha sindical y de la despiadada legislación laboral del franquismo para someter a un alto grado de explotación a los trabajadores. Pero no sólo eso. En mi libro recojo los casos de ciertos comerciantes o industriales, muy cercanos al régimen, que acusaban a otros empresarios de “rojos” para de esta forma apropiarse de sus negocios o destruirlos y así eliminar la competencia.

Buena parte de las grandes fortunas de la España actual salieron de aquello, y debido sobre todo a que los nefastos pactos de silencio de la transición impidieron tocar ese asunto, se fomentó la impunidad y la prolongación en el tiempo de las prácticas corruptas, y las consecuencias de ello todos podemos verlas con sólo abrir el periódico. Así, hoy día los herederos de aquel escandaloso latrocinio se consideran a sí mismos “emprendedores” y se permiten darnos lecciones sobre la “cultura del esfuerzo”, mientras continúan enriqueciéndose con las mismas tramas de corrupción que hace ochenta años pusieron en marcha sus abuelos.

-Cuando Huelva cae bajo la bota de los golpistas franquistas, ¿cómo estaba estructurada la economía y cómo la transforman a sus necesidades y bajo su propio servicio?

-Ya antes de la guerra Huelva era una provincia pobre debido a carencias estructurales y a la situación provocada por el crack del 29, y la guerra no hará sino empeorarlo todo. El bando nacional reestructuró la economía onubense según los parámetros propios de las teorías fascistas, es decir, una economía que se decía corporativista, suprimiendo los enfrentamientos de clase, y totalmente controlada por el estado en todos sus aspectos, desde la producción a la distribución y los precios, todo con el fin de imponer un férreo orden económico que se pretendía evitase los daños a la economía producidos tanto por la “indisciplina” de los obreros como por el “egoísmo” de los patronos, además de evitar el desabastecimiento y la subida inmoderada de precios. Era una política fuertemente intervencionista que anuló completamente el libre mercado, lo que, por cierto, no deja de ser una ironía que en la actualidad algunos políticos y escritores que se autoproclaman “liberales” defiendan un régimen como el franquista, que se situaba en las antípodas del liberalismo que dicen defender.

El problema es que consiguió todo lo contrario. El control sobre la producción y los precios sólo fomentó el mercado negro y el estraperlo, provocando un extremado encarecimiento de los productos y el hambre, que llegó a causar miles de muertes en Huelva. Además, las necesidades impuestas por la situación bélica arruinaron a la provincia, lo que, unido a las incautaciones, la corrupción y los privilegios que el nuevo régimen otorgó a caciques y oligarcas en detrimento del resto de la población, hizo que la economía colapsase y tardase décadas en recuperarse. Todavía hoy seguimos arrastrando las consecuencias.

1Félix-Ramos-Antonio-Marín-.jpg-¿Cómo hacían para ejercer una incautación tan brutal? Porque las hubo de más espontáneas a más estudiadas o como planeadas, ¿no?

-Se pueden establecer en la provincia cinco grandes “oleadas” confiscatorias, que se desarrollaron entre los años de guerra y la inmediata posguerra. La primera de ellas, que se podría denominar como confiscaciones “incontroladas” o “espontáneas”, tendría lugar coincidiendo con la entrada en cada localidad de las fuerzas nacionales. Aprovechando el descontrol del momento, tanto las tropas como ciertos desaprensivos se dedicaban al saqueo de las viviendas y comercios de los republicanos más señalados de cada localidad. También fueron asaltadas las sedes de sindicatos y partidos republicanos, las logias masónicas y los locales de cooperativas, casinos, ateneos y círculos culturales progresistas, y sus locales y enseres fueron confiscados y cedidos a organizaciones vinculadas al Movimiento Nacional.  

Para tratar de imponer algo de orden en este caos, a partir del otoño de 1936 las autoridades nacionalistas comenzaron a plantear diversas fórmulas jurídicas, haciendo su aparición una serie de leyes que intentaban regular los procesos de incautación, como los Edictos de Confiscación de Bienes, que iniciaron una nueva oleada de incautaciones. Más tarde, para mejorar los controles, a partir de noviembre de 1937 comenzó a actuar la Comisión Provincial de Incautaciones, que centralizó el proceso confiscatorio (antes dependía de las autoridades locales) y también provocaría una tercera oleada de expropiaciones.

Una nueva oleada confiscatoria se llevaría a cabo no contra las propiedades, sino contra la fuerza de trabajo de los vencidos en la Guerra Civil. Tanto los disidentes como sus familias sufrieron una dura discriminación en muchos aspectos de la vida diaria, como por ejemplo en la atención sanitaria, en el acceso a los alimentos o en el mundo laboral: el régimen franquista va a restringir a los “no afectos” el acceso al empleo, mientras que va a privilegiar en el mismo a los “adeptos”. También se materializó otro castigo en forma de depuraciones de personal que tuvieron lugar en las administraciones y empresas, y que se prolongaron hasta los años de la posguerra. Un caso muy conocido de estas depuraciones profesionales lo constituye el de los maestros, muchos de los cuales, además de asesinados, fueron expulsados de su profesión por sus simpatías republicanas.

La quinta y mayor oleada confiscatoria tuvo lugar en plena posguerra, y fue amparada por la Ley de Responsabilidades Políticas, promulgada el 9 de febrero de 1939. Dicha ley completaba y ampliaba las anteriores normativas confiscatorias, y para velar por su funcionamiento se estableció un Tribunal Nacional de Responsabilidades Políticas, acompañado de dieciocho tribunales regionales y Juzgados Provinciales.

Todas estas oleadas, con sus sucesivas legislaciones y aparatos judiciales, se asemejan a una serie de redes de almadraba con mallas cada vez más estrechas y tupidas, que atrapan a los peces que pudieron escapar de las anteriores. Era muy difícil salir de semejante maraña. Y lo peor de todo es que hubo personas que sufrieron confiscaciones o multas en cada una de estas oleadas, provocando su ruina y la de su familia.

-Pero ¿cómo y de qué manera lo hicieron? ¿era para todos los territorios igual?

-En el caso de Huelva, si observamos la distribución por municipios, vemos que la mayor actividad confiscatoria no necesariamente se produjo en aquellos lugares con una mayor ideología republicana o actividad sindical antes de la guerra o que habían mostrado mayor oposición al golpe de estado, sino que principalmente estaba vinculada a una mayor actividad económica; es decir, las rapiñas se centraron no en las localidades con mayor número de militantes de izquierdas, sino en aquellas con mayor nivel de riqueza, que lógicamente ofrecían a los golpistas bienes susceptibles de ser embargados. Así, la represión económica se concentrará sobre todo en pueblos con gran presencia de una pequeña burguesía enriquecida con el comercio, las actividades agropecuarias, la manufactura de calzado o la elaboración de licores, e ideológicamente cercana al liberal-republicanismo. Si nos fijamos en las sanciones a nivel individual, la cuantía de la multa no dependerá muchas veces del grado de responsabilidad del acusado, sino de su capacidad económica, y así, personas con responsabilidades consideradas “menos graves” o “leves” pero con mayor nivel económico pagaron multas mucho más elevadas que otras personas con responsabilidades “graves” pero en situación de insolvencia. 

-¿Qué particularidades presenta Huelva en todo esto, respecto a otros territorios?

No es fácil de decir, ya que es un tema que se ha investigado poco en otros lugares y es complicado establecer comparativas entre unas provincias y otras. Sin embargo, se puede decir que en todas las hasta ahora estudiadas los procesos de represión económica se desarrollaron prácticamente igual.

-¿Podemos establecer como una radiografía de los ciudadanos y ciudadanas vinculados a Huelva que sufrieron esta represión?

-La represión económica, aunque prácticamente afectó a todos los ciudadanos, se ensañó sobre todo con los presidentes y demás miembros de las ejecutivas de los sindicatos y partidos izquierdistas y republicanos, y sobre sus alcaldes y concejales. Otros colectivos muy castigados fueron los miembros de profesiones liberales, maestros, intelectuales, funcionarios, abogados, masones, médicos, farmacéuticos, propietarios, comerciantes, empresarios y directivos, es decir, la vanguardia social, económica y cultural de la provincia. Todo esto no hace sino reforzar el argumento principal del libro, el que califica a la represión económica como parte de un concienzudo plan destinado a desarticular la sociedad civil en función de un proyecto totalitario.

 

 

 

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La represión económica en Huelva durante la Guerra Civil y la Posguerra. Saqueos, confiscaciones y actuación del Tribunal de Responsabilidades Políticas (1936-1945). Pedro Feria Vázquez
380 páginas       23 x 16 cms.
10,00 euros
Diputación de Huelva




En los últimos años, del silencio de los archivos está empezando a emerger numerosa documentación que saca del olvido capítulos muy oscuros de nuestro pasado. Entre ellos, el de la represión a la que el bando nacional primero, y la dictadura franquista después, sometió a los disidentes políticos: una larga noche de cárceles, fusilamientos, torturas y exilio. Uno de los aspectos más desconocidos de esa represión fue precisamente el económico, o cómo el franquismo, además de ejecutar o encarcelar, despojó materialmente a sus víctimas mediante multas, saqueos y confiscaciones, con un doble objetivo: primero, como una eficaz arma de castigo y disuasión, ya que la represión económica no sólo afectaba a los disidentes, sino también a sus familias; y segundo, lo incautado sirvió para financiar al bando nacional y sufragar parte de los gastos que suponía el conflicto bélico. Para llevar a cabo este proceso, el régimen creó una despiadada maquinaria legislativa e instituciones específicas, como el Tribunal de Responsabilidades Políticas. Esta represión económica fue muy acusada en la provincia de Huelva. Por el simple hecho de discrepar con el nuevo orden impuesto tras el 18 de julio de 1936, a miles de onubenses les fueron arrebatadas sus propiedades mediante diversos métodos y excusas legales, que iban desde el saqueo puro y duro hasta las confiscaciones organizadas. En ellas fueron decomisadas grandes cantidades de dinero en metálico, además de oro, plata y joyas, animales de granja, cosechas, enseres de todo tipo, terrenos, inmuebles… y el volumen total de lo expropiado aún nos es desconocido. Todos estos procesos, que se alargaron hasta bien entrados los años 40, tuvieron para Huelva efectos desastrosos, llegando a comprometer el posterior desarrollo económico provincial, y sus consecuencias se arrastran incluso hasta hoy.

Este libro pretende hablar de todo ello. Siempre en busca del máximo rigor, su autor utiliza fuentes documentales puestas recientemente a disposición de los investigadores en archivos provinciales y nacionales, además de un buen número de memorias personales y testimonios orales de víctimas y familiares, muchos de los cuales ven la luz por primera vez en el presente trabajo. De esta forma, se ha construido un relato fidedigno de los terribles sucesos que tuvieron lugar en Huelva hace ya más de tres cuartos de siglo, pero de los que sólo hasta hace relativamente poco se ha empezado a debatir. Todo para tratar de poner fin a tantas décadas de olvido impuesto o autoimpuesto, y ayudar a difundir el conocimiento de nuestro pasado entre las viejas y nuevas generaciones, pues sin ello será imposible impedir que hechos tan traumáticos como éstos vuelvan a ocurrir.

 

 

Pedro Feria Vázquez (Huelva, 1976) estudió Historia en la universidad onubense, donde se doctoró en 2013, y donde también ha ejercido como docente. Ha participado en diversos proyectos de investigación sobre historia reciente de Andalucía, impartido conferencias en varios países y publicado numerosos artículos en revistas de ámbito local, regional y nacional sobre temas relacionados con la Guerra Civil, el Franquismo y la Transición. En 2009 salió su primer libro, Protagonistas del cambio político, sobre el proceso de transición a la democracia en la ciudad de Huelva. Ésta es su segunda obra, que recoge los resultados de su investigación sobre el Tribunal de Responsabilidades Políticas en Huelva, y que constituyó su tesis doctoral, calificada con sobresaliente cum laude.



Sin-título-2.jpgÍNDICE
PRESENTACIÓN .......................................................................................................... 6
Estado de la cuestión ................................................................................................... 9
Metodología y fuentes ............................................................................................... 11
Dificultades................................................................................................................ 12

Capítulo 1
LA GUERRA CIVIL EN HUELVA (I): ANTECEDENTES
POLÍTICOS Y ECONÓMICOS .................................................................................. 15
4.1 Huelva a principios del siglo XX ........................................................................ 15
4.2 Los años republicanos ......................................................................................... 23
4.3 El golpe de estado y los “Días rojos” .................................................................. 47

Capítulo 2
LA GUERRA CIVIL EN HUELVA (II): LA
REESTRUCTURACIÓN ECONÓMICA DE LA PROVINCIA TRAS
EL 18 DE JULIO.......................................................................................................... 52
5.1 La tentación fascista: reordenación legislativa, militarismo y
corporativismo.............................................................................................................. 52
5.2 Financiando el Golpe: Suscripciones, cuestaciones, donativos y
multas ........................................................................................................................... 76

Capítulo 3
LOS PROCESOS DE INCAUTACIÓN DE BIENES DURANTE
LOS AÑOS DE GUERRA........................................................................................... 97
6.1 Las confiscaciones “espontáneas”....................................................................... 97
6.2 Los Edictos de Confiscación de Bienes............................................................. 123
6.3 La actuación de la Comisión Provincial de Incautaciones ................................ 139
6.4 Consecuencias humanas de las confiscaciones ................................................. 145

Capítulo 4
LAS INCAUTACIONES DE POSGUERRA. LA LEY DE
RESPONSABILIDADES POLÍTICAS ..................................................................... 152
7.1 Situación socioeconómica de la Huelva de la posguerra................................... 152
7.1.1 Hambre y racionamiento ............................................................................. 152
7.1.2 Estraperlo y contrabando............................................................................. 172
7.2 La discriminación social de los vencidos .......................................................... 191
7.2.1 Represalias laborales y Depuraciones ......................................................... 191
7.2.2 Prisiones y trabajos forzados ....................................................................... 207
7.3 El Tribunal de Responsabilidades Políticas ...................................................... 229
7.3.1 Características.............................................................................................. 229
7.3.2 La actuación del TRP en la provincia de Huelva ........................................ 238
7.4 El proceso de devolución................................................................................... 263

CONCLUSIONES...................................................................................................... 271
ANEXOS.................................................................................................................... 278
LISTA DE TABLAS, MAPAS Y GRÁFICOS ......................................................... 296
SIGLAS MÁS UTILIZADAS.................................................................................... 299
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES................................................ 300

 

 

 

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