La
Librería de Cazarabet Indignado
Un libro
valiente de Paula Casal, Thomas Pogge y Hillel Steiner para la Editorial Trotta.
En el
libro ya no se trata de querer salvar al planeta, de convencer por el
ecologismo y desde el ecologismo que también…el libro honda, aún más, en una
palabra que lo dice todo :la justicia con el planeta, nuestra casa.la casa de
todos y de todas…
En el
libro los tres autores entran a debate sobre la pobreza en el planeta (yo diría
que, entre líneas, se puede leer y
reflexionar más allá de la pobreza material) ,de las
relaciones internacionales y , por ende, de la geopolítica.
Un libro
de obligada lectura para los que gustan de ver las “jugadas” en el tablero
político, pero no solo de verlas, también de reflexionadas….
Lo que
nos dice la editorial:
La pobreza mundial y el cambio climático son los dos mayores
retos a los que hoy de enfrenta la humanidad. ¿Y si
ambos problemas pudiesen resolverse con un pequeño impuesto?
Los recursos naturales están distribuidos de forma muy desigual
y arbitraria por el mundo. Ni siquiera las catástrofes naturales ni los
peligros derivados del cambio climático afectan a todos por igual, lo cual hace
más difícil que se alcancen acuerdos para reducirlo. Ya se siga una corriente
filosófica orientada a reducir el sufrimiento o, en el otro extremo, una
tradición centrada en los derechos básicos del individuo, unas desigualdades
tan arbitrarias, perjudiciales y crecientes resultan injustificables. Pero ¿qué
se puede hacer?
Desde distintas
perspectivas filosóficas tres autores proponen introducir un impuesto o tasa
sobre aquellos recursos naturales que unos usan más o tienen en mayor cantidad,
y distribuir lo recaudado a escala global para reducir la desigualdad inicial e
impedir que el cambio climático la incremente. Pero esta idea general no solo
puede justificarse de modo distinto, sino que puede tomar formas muy diversas.
Por ejemplo, ¿sobre qué debería recaer esta tasa? ¿Sobre las actividades más
contaminantes? ¿Sobre los combustibles fósiles? ¿Sobre todos los recursos
naturales de un país? También hay que decidir no solo la cuantía de un impuesto
factible, sino si será igual para todos o más elevado para los que contaminen
más. Y, por supuesto, hay que discutir también qué hacer con lo recaudado:
¿debería distribuirse a todos los ciudadanos del mundo, ricos y pobres por
igual, en forma de una especie de renta básica incondicional? ¿O deberíamos
intentar ayudar primero a quienes estén en una situación más desesperada?
Además, ¿debería lo recaudado distribuirse en metálico, electrónicamente, quizá
aprovechando la expansión de la telefonía móvil? ¿O es mejor invertir los
fondos en bienes públicos, mejoras medioambientales, tecnología verde,
investigación médica, educación o acceso a la planificación
familiar?
«En este siglo XXI que es el Siglo de la Gran Prueba, cuando se
agudizan y entrelazan las múltiples crisis que conforman una verdadera crisis
civilizatoria y nos hallamos más allá de los límites del crecimiento, el
trabajo teórico de altura con el que Casal, Pogge y Steiner interrogan las dimensiones de una verdadera
justicia internacional merece la máxima atención» (Jorge Riechmann,
Universidad Autónoma de Madrid)
«Líderes filosóficos de tres naciones discuten lúcidamente
medidas específicas para lograr una mayor justicia global: ¡esto sí que es
filosofía política de vanguardia!»
(Henry Shue, Oxford University, autor de
Basic Rights).
«Un libro original, ambicioso y bien escrito» (Jesús Mosterín, CSIC, Madrid)
«¿Y si un modesto impuesto sobre ciertos recursos naturales
pudiese mitigar tanto el cambio climático como la pobreza mundial? Tres de
los filósofos que más nos hacen pensar hoy contestan esta pregunta en un
volumen lúcido, accesible, indispensable e interesantísimo» (Andrew
Williams, ICREA - Universidad Pompeu Fabra)
A través
del prólogo de Roberto Gargarella:
PENSAR LA
JUSTICIA GLOBAL
Roberto Gargarella
El nuevo
siglo ha venido de la mano de nuevas crisis económicas y políticas que -al
estilo de las crisis recurrentes, propias de este mundo globalizado- han
atravesado fronteras y continentes, mares y océanos. El Estado social
retrocede; el desempleo crece; los más ancianos quedan desatendidos; los
jóvenes no encuentran su lugar; la pobreza se extiende; la vida pública se
degrada. Tales situaciones han generado, como era de prever, una profunda
conmoción social, expresada en cientos de miles de personas que salen a la calle
en señal de protesta: pueblos puestos en pie, aquí y allá, en Occidente tanto
como en Oriente, en contra de las injusticias reinantes.
Las
protestas sociales locales e internacionales que se han desatado en los últimos
tiempos en las regiones más distantes balbucean el lenguaje de la
disconformidad: disconformidad con las promesas que se incumplen luego de cada
elección; disconformidad con un orden político que declama inclusión pero que
mantiene el poder encerrado entre los puños de pocos; disconformidad hacia un
esquema económico que prometía curar las heridas sociales abiertas, pero que
permite que el sistema se siga desangrando por las heridas del desempleo, la
explotación y la marginalidad en aumento.
No se
trata, sin embargo, del infeliz azar de que estemos gobernados, a nivel local o
global, por dirigentes arrogantes y corruptos. El mal puede ser cierto pero las
causas, en todo caso, resultan menos personales, menos relacionadas con
cuestiones de carácter. Lo que está en juego son cuestiones estructurales, que
alcanzan a las reglas e instituciones dominantes, y a los principios que las
organizan. La cerrazón de nuestros sistemas institucionales, y la distancia que
tales formas de organización generan, entre nosotros y nuestros representantes
-quienquiera que sean-, resulta agraviante. Esa impermeabilidad, esa distancia,
explican en buena medida la falta de comprensión que nuestras autoridades
muestran, ante las demandas sociales a las que se enfrentan. En lugar de tomar
las quejas y demandas como su principal e indispensable materia prima, nuestras
clases dirigentes tienden a situarse frente a las manifestaciones y protestas
como si afrontaran un grave peligro, como si se tratara de fuegos que deben ser
apagados de inmediato.
Más allá
del prólogo:
Los recursos naturales están distribuidos de forma muy
desigual y arbitraria por el mundo. Ni siquiera las catástrofes naturales ni
los peligros derivados del cambio climático afectan a todos por igual, lo cual
hace más difícil que se alcancen acuerdos para reducirlo. Ya se siga una
corriente filosófica orientada a reducir el sufrimiento o, en el otro extremo,
una tradición centrada en los derechos básicos del individuo, unas
desigualdades tan arbitrarias, perjudiciales y crecientes resultan
injustificables. Pero ¿qué se puede hacer?
Desde distintas perspectivas filosóficas tres autores proponen introducir un
impuesto o tasa sobre aquellos recursos naturales que unos usan más o tienen en
mayor cantidad, y distribuir lo recaudado a escala global para reducir la desigualdad
inicial e impedir que el cambio climático la incremente. Pero esta idea general
no solo puede justificarse de modo distinto, sino que puede tomar formas muy
diversas. Por ejemplo, ¿sobre qué debería recaer esta tasa? ¿Sobre las
actividades más contaminantes? ¿Sobre los combustibles fósiles? ¿Sobre todos
los recursos naturales de un país? También hay que decidir no solo la cuantía
de un impuesto factible, sino si será igual para todos o más elevado para los
que contaminen más. Y, por supuesto, hay que discutir también qué hacer con lo
recaudado: ¿debería distribuirse a todos los ciudadanos del mundo, ricos y
pobres por igual, en forma de una especie de renta básica incondicional? ¿O
deberíamos intentar ayudar primero a quienes estén en una situación más
desesperada? Además, ¿debería lo recaudado distribuirse en metálico,
electrónicamente, quizá aprovechando la expansión de la telefonía móvil? ¿O es
mejor invertir los fondos en bienes públicos, mejoras medioambientales,
tecnología verde, investigación médica, educación o acceso a la planificación
familiar?
Hillel Steiner, Thomas Pogge y Paula Casal debaten estas y otras cuestiones,
alcanzando conclusiones sólidas. La pobreza mundial y el cambio climático son
los dos mayores retos a los que hoy se enfrenta la
humanidad. ¿Y si ambos problemas pudiesen resolverse con un pequeño impuesto?
Los autores son miembros de Academics Stand Against Poverty (ASAP)
«En este siglo XXI que es el Siglo de la Gran Prueba, cuando se agudizan y
entrelazan las múltiples crisis que conforman una verdadera crisis
civilizatoria y nos hallamos más allá de los límites del crecimiento, el
trabajo teórico de altura con el que Casal, Pogge y Steiner interrogan las dimensiones de una verdadera
justicia internacional merece la máxima atención» (Jorge Riechmann,
Universidad Autónoma de Madrid).
Los autores de este valioso ensayo de investigación
que pone los puntos, todo, sobre las “íes”:
Paula Casal
https://www.upf.edu/filosofiadeldret/es/w2persones/professors/casal.html
Thomas Pogge
https://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Pogge
Hillel Steiner
Los colaboradores:
Roberto Gargarella
https://es.wikipedia.org/wiki/Roberto_Gargarella
Nicolás Brando
Manuel Gil Fernández; redactor y traductor de la revista
de Mètode
, publicación de difusión
científica de la Universidad de València.
Cazarabet conversa con Paula Casal:
-Paula, ¿cómo ha sido compartir
este libro con Thomas Pogge y Hillel
Steiner?
-Pues, la
verdad, lo que más trabajo me ha dado ha sido la traducción. La prosa de Steiner, en particular, y todo el vocabulario libertario es
muy difícil de verter al castellano.
-Seguro que has aprendido y mucho, aún con algunas
discrepancias, de estos dos pensadores que reflexionan sobre la geopolítica, la
sociología y cómo podemos y debemos dejar el planeta ¿Qué nos puedes comentar
al respecto?
-Me
pregunto si me harían esta pregunta si yo fuese un hombre extranjero. La que
lleva toda la vida en el movimiento ecologista, leyendo sobre fiscalidad verde
y la que publica sobre esto, soy yo. Steiner es un
gran filósofo abstracto, ajeno a la
geopolítica y la sociología. Pogge, en cambio,
hace un trabajo muy cercano a los datos empíricos (por ejemplo, ahora trabaja
sobre paraísos fiscales) pero justo la fiscalidad verde no es lo suyo. Su
propuesta tenía otro origen: demostrar que el orden institucional coercitivo
mundial daña al mundo pobre porque les impone algo mucho peor de lo que podría
imponerle. ¿Cómo qué? le preguntaron. Como el mismo orden más un pequeño
impuesto sobre los recursos naturales. El daño mucho más directo que causa el
cambio climático a los pobres solo lo incorporó a última hora. Pero esto es
justamente la idea del libro. Steiner buscando la
justicia libertaria, Pogge, intentando reformar a Rawls, y yo desde la ecología, llegamos casi, casi a un
acuerdo. De Pogge
aprendí sobre Rawls y Kant, de Steiner
sobre la historia y las variantes del libertarianismo;
de fiscalidad verde, he aprendido de los economistas.
-Y ¿qué percibiste que ellos hayan podido aprender
de ti?
-No lo
sé. Steiner ha estado buscando formas de eliminar las
implicaciones más chocantes del libertarismo y el discutir tanto la destrucción
ecológica puede que le haga buscar una forma de poder argumentar, dentro del
libertarismo, a favor de la fiscalidad verde. Creo que Pogge
ahora entiende mejor su propia propuesta.
-En cada tema, reflexión a tratar y demás, hacéis
una introducción, una exposición y una conclusión. Es fenomenal y esto mejora
mucho la lectura y la comprensión; aunque el libro está hecho y pensado,
también, para incentivar la reflexión. ¿No es así?
-Sí,
claro.
-No vendría mal la lectura a muchos politólogos,
sociólogos, periodistas, economistas, analistas, me refiero a que hay mucha
gente que llena los platós de las tertulias que les iría muy, muy bien y libros
como estos son necesarios y , casi, obligatorios.
-¡Completamente
de acuerdo!.
-Los recursos naturales del planeta están mal
repartidos, ¿no?; ¿por qué?
-No todas
las partes del mundo, ni las de un país son igual de buenas. Unos tienen ríos
navegables, valles fértiles, puertos naturales, recursos minerales, fuentes de
energía, buen clima; otros tienen fundamentalmente rocas y desiertos. Los que
ocuparon los mejores lugares, se desarrollaron antes y organizaron las reglas
del juego mundial a su gusto. Hay que cambiarlas y repartir los recursos un
poco mejor.
-Porque la solución para un país muy pobre no está
en la caridad (aunque en momentos puntuales la ayuda humanitaria sea
fundamental). Lo verdaderamente fundamental es “apostar” por ese país hacer que
ese país reconozca qué puede aportar y ayudarle a hacerlo…
-Y en
darle la parte que le corresponde.
-Y claro, la solidaridad se demuestra en no
inmiscuirse y también en, no hacer de esos países lugares de explotación o
convertirlos, por ejemplo, en los basureros del planeta…
--Por
supuesto. No quitarle las materias primas y no mandarle los residuos nucleares
y otros productos de desecho.
-No habrá un
reparto más justo del planeta con el Tratado del Libre Comercio encima de la
mesa, ¿no?
-No
-Desde los gobiernos, desde los
legisladores, gestores no se deberían ni amparar ni dar apoyo a estas desigualdades, ¿no?; pero se sigue
haciendo ¿Por qué?
-Por lo
de siempre: los que tienen el poder para cambiar las cosas no tienen interés en
cambiarlas y los que tienen interés en
cambiarlas no tienen el poder para hacerlo.
-Hablar del futuro, de un planeta más justo, con un
reparto más equitativo de los recursos que son de todos y de todas. ¿Es hablar
del respeto por la salud del planeta,
del medio ambiente y, a la vez, luchando en contra de este cambio climático?
Coméntanos, por favor.
-Pondré
un ejemplo que me parece especialmente claro. Un cuarto de los países del mundo
no tienen salida al mar lo cual supone una importante barrera, no solo para su
desarrollo, sino también para su independencia política. No pueden arriesgarse
a enfadar a sus vecinos, porque si lo hacen no pueden salir. Sus vecinos los
tienen sitiados y los controlan. A veces también dependen de la ayuda exterior
con lo que aun pierden más control. Les dicen que firmen tratados de libre
comercio, pero como no tienen salida al mar, no pueden comerciar. Todo lo que
importan les sale muy caro. Están entre los más pobres de la tierra y sus
perspectivas de futuro son negras. Pero ¿qué ocurriría si hubiera un reparto un
poquito, sólo un poquito, más justo del planeta? Primero recibirían la parte
que les toca por la explotación de los recursos que son de todos pero ellos no
pueden explotar, como el mar. Segundo, o bien los países costeros les deberían
una compensación por haberles quitados toda la costa, o bien les tendrían que
dar un corredor de unos metros de ancho. Los vecinos apenas notarían la pérdida
de unos metros y ellos podrían poner un tren a la costa para llevar todas sus
mercancías y un carril bici para ir y venir distancias más cortas, entre las
estaciones del tren. En unos años su futuro podría dejar de ser negro. Es
decir, no hace falta un reparto radical. Con que el reparto fuese solo un
poquito menos injusto que el actual, podrían salvarse millones de vidas.
22335
Un reparto más justo del planeta. Paula Casal, Thomas Pogge, Hilleil Steiner. Prólogo de Roberto Gargarella
136 páginas 14,5 x 23 cms.
14.00 euros
Trotta
Los recursos naturales están distribuidos de
forma muy desigual y arbitraria por el mundo. Ni siquiera las catástrofes
naturales ni los peligros derivados del cambio climático afectan a todos por
igual, lo cual hace más difícil que se alcancen acuerdos para reducirlo. Ya se
siga una corriente filosófica orientada a reducir el sufrimiento o, en el otro
extremo, una tradición centrada en los derechos básicos del individuo, unas
desigualdades tan arbitrarias, perjudiciales y crecientes resultan
injustificables. Pero ¿qué se puede hacer?
Desde distintas perspectivas filosóficas tres autores proponen introducir un
impuesto o tasa sobre aquellos recursos naturales que unos usan más o tienen en
mayor cantidad, y distribuir lo recaudado a escala global para reducir la
desigualdad inicial e impedir que el cambio climático la incremente. Pero esta
idea general no solo puede justificarse de modo distinto, sino que puede tomar
formas muy diversas. Por ejemplo, ¿sobre qué debería recaer esta tasa? ¿Sobre
las actividades más contaminantes? ¿Sobre los combustibles fósiles? ¿Sobre todos
los recursos naturales de un país? También hay que decidir no solo la cuantía
de un impuesto factible, sino si será igual para todos o más elevado para los
que contaminen más. Y, por supuesto, hay que discutir también qué hacer con lo
recaudado: ¿debería distribuirse a todos los ciudadanos del mundo, ricos y
pobres por igual, en forma de una especie de renta básica incondicional? ¿O
deberíamos intentar ayudar primero a quienes estén en una situación más
desesperada? Además, ¿debería lo recaudado distribuirse en metálico,
electrónicamente, quizá aprovechando la expansión de la telefonía móvil? ¿O es
mejor invertir los fondos en bienes públicos, mejoras medioambientales,
tecnología verde, investigación médica, educación o acceso a la planificación
familiar?
Hillel Steiner, Thomas Pogge y Paula Casal debaten estas y otras cuestiones,
alcanzando conclusiones sólidas. La pobreza mundial y el cambio climático son
los dos mayores retos a los que hoy se enfrenta la
humanidad. ¿Y si ambos problemas pudiesen resolverse con un pequeño impuesto?
Los autores son miembros de Academics Stand Against Poverty (ASAP)
«En este siglo XXI que es el Siglo de la Gran Prueba, cuando se agudizan y
entrelazan las múltiples crisis que conforman una verdadera crisis
civilizatoria y nos hallamos más allá de los límites del crecimiento, el
trabajo teórico de altura con el que Casal, Pogge y Steiner interrogan las dimensiones de una verdadera
justicia internacional merece la máxima atención» (Jorge Riechmann,
Universidad Autónoma de Madrid)
Índice: http://www.trotta.es/static/pdf/Indice.pdf
Paula Casal
ICREA Professor of Moral and Political
Philosophy en la Universidad Pompeu
Fabra de Barcelona, editora asociada de Politics, Philosophy and Economics, editora de Law, Ethics and Philosophy, presidente
de Academics Stand Against Poverty-España y del Proyecto Gran Simio-España. Antes era
profesora en las universidades británicas de Reading, (2004-08), y Keele (1996-2004), Junior Research
Fellow y Fellow en el
Centro de Ética de Harvard (1999-2001), Hoover Fellow en La Universidad de Lovaina (2001-02), y Leverhulme Research Fellow en Oxford (2002-03). Publica en revistas como Ethics, Economics and Philosophy, Hypatia, Journal of Medical Ethics, Journal of Moral Philosophy, Journal of Political Philosophy, Political Studies y Utilitas
sobre justicia social y global, multiculturalismo, genero, otras especies,
evolucionismo y la distinción entre mejora y terapia.
Thomas
Pogge
Leitner Professor of Philosophy and International
Affairs y fundador y director del
Global Justice Program en Yale. También
tiene puestos a tiempo parcial en el King's College de Londres, y en las universidades de Oslo y
Central Lancashire. Pogge es miembro de la Academia
Noruega de las Ciencias y Presidente de Academics
Stand Against Poverty
(ASAP), una red internacional dedicada a potenciar el impacto de
investigadores, profesores y alumnos sobre la pobreza. También preside
Incentives for Global Health,
un equipo dedicado a desarrollar una alternativa complementaria al régimen de
patentes actual que mejore el acceso de los pobres del mundo a los avances
médicos. Sus publicaciones más recientes incluyen
Politics as Usual (Polity 2010), World Poverty and Human Rights (Polity 2008),
John Rawls: His Life and Theory of Justice (Oxford 2007), y Freedom from
Poverty as a Human Right (Oxford & UNESCO 2007).
Hillel Steiner
Emeritus Professor of Political Philosophy en la
Universidad de Manchester y Miembro de la Academia Británica. Es autor de An Essay on Rights (1994) y co-autor
de A Debate Over Rights: Philosophical Enquiries (con
Matthew Kramer y Nigel Simmonds, 1998). Ha co-editado Freedom and Trade (con Geraint Parry, 1998), The
Origins of Left-Libertarianism: An Anthology of Historical Writings, y
Left-Libertarianism and Its Critics: The Contemporary Debate (con Peter Vallentyne, 2000), y Freedom: A Philosophical Anthology
(con Ian Carter y Matthew Kramer,2007). Su investigación actual se centra en el concepto de
‘el precio justo’, y su aplicación de los principios libertarios a las
desigualdades genéticas y globales.
_____________________________________________________________________
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