Cazarabet conversa con...   Antoni Coll Gilabert, autor de “¿Puedo llamarle Mijail?. Las amistades personales en el final de la Guerra Fría” (Comuniter)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las amistades personales en el final de la Guerra Fría.

Antoni Coll Gilabert escribe en la Colección Es un decir cómo fueron a finales de la guerra fría las relaciones de los grandes mandatarios más allá de la primera línea o de lo que “era noticia” … Coll Gilabert nos habla y explica, como en un reportaje periodístico, cómo eran las relaciones detrás de las cámaras y las evidencias.

Descubriremos cómo, a veces, incluso ante los que tienen posturas que nos parecen más distantes, puede nacer la semilla de la amistad más fulgurante…

Como te guste leer la prensa a diario y como fueras que aquellos lectores que devoraban los periódicos y te parases bastante en la sección de internacional os pasará lo que a nosotros que se os hará, la lectura, corta y te harás muchas preguntas…ganas tengo que Antoni Coll vuelva a sentarse con ganas de volver a contarnos pasajes de su paso como periodista, redactor y corresponsal por la historia de historias…

La sinopsis del libro:

¿Cómo terminó la Guerra Fría entre las dos superpotencias, que había durado desde 1945 a 1991? ¿Por qué la URSS no intervino en la caída del Muro de Berlín?
«¿Puedo llamarle Mijail?» relata, con estilo periodístico, las relaciones personales entre los protagonistas de estos acontecimientos históricos.
Aporta detalles humanos y anécdotas desconocidas de los dirigentes de aquellos momentos, particularmente de Margaret Thatcher, Ronald Reagan, George
H. Bush, Helmut Kohl, y Mijail Gorbachov.
Rigurosamente histórico en 1o que cuenta, el autor prueba que en el desenlace de la Guerra Fría se hizo realidad la advertencia de Lincoln: «Si quieres convencer a alguien de algo, primero debes convencerle de que eres su amigo».

El autor, Antoni Coll: lvars d'Urgell, Lleida, 1943 Periodista. Ha trabajado en seis diarios, entre ellos La Vanguardia. Fue cuatro años director de El Noticiero de Zaragoza y veinte, director de Diari de Tarragona. Ha publicado veinte libros, la mayoría de ensayo. En 2003 el Ayuntamiento de Tarragona le declaró Hijo Adoptivo. Actualmente es consejero editorial de Diari de Tarragona y presidente de la Fundació Bonanit, dedicada a socorrer a personas sin hogar.

 

 

 

 

Cazarabet conversa con Antoni Coll Gilabert:

-Antonio, ¿qué te hizo lanzarte a escribir ¿Puedo llamarle Mijail?; es un libro escrito en tus experiencias esporádicas fuera de la redacción y despacho a los que estuviste siempre bastante clavado?

- Recoge, en efecto, experiencias mías en las esporádicas salidas al extranjero, pero sobre todo es fruto de lecturas y reflexiones sobre lo que ocurre en el mundo para tratar de entenderlo.

-¿Por qué a uno que  desde que estudia periodismo y que le gusta, más que nada la crónica internacional... se le va apartando de “ese sueño” para ir atrayéndolo a la redacción...?-Pero desde la redacción, las experiencias son muchas y se aprende mucho, incluso más allá de periodismo, pero que le influye a la práctica periodística...yo a eso le veo un valor mayúsculo, ¿qué nos puedes decir?...

-En realidad no me aparto de la política internacional más que físicamente. Y no fue por una elección consciente. El hecho de permanecer 25 años de mi profesión en puestos de director te impide estar presente personalmente en muchos acontecimientos históricos, sin embargo, te da una amplitud de miras para valorar lo que sucede y explicarlo a los lectores. Un director está haciendo con sus decisiones un ejercicio constante de juicio entre lo verdadero y lo falso, lo importante y lo intrascendente, lo interesante y lo aburrido.

-Este libro lo empezaste a escribir hace cosa, más o menos de un año, ¿no?; ¿eres prestidigitador y/o adivino ...sabías que la crónica internacional muy en conjunción con la narrativa, el continente del libro, estaría tan de actualidad como lo está siendo desde que Rusia amenazase ante el tablero mirando a Ucrania---previamente prestó ayuda a Kazajstán, creo que eso tuvo mucha más importancia de lo que nos pensamos-…

-No podía adivinar lo que sucedería. Si en algo fui profeta fue en destacar que las relaciones personales entre quienes conducen la política internacional son decisivas. Si Putin y Biden hubieran tenido la relación que tuvieron Gorbachov y Reagan, no se habría producido la guerra de Ucrania,

-La lectura de este libro mira mucho a los últimos, largos y espesos años, de la Guerra Fría...y eso es importantísimos de “repasar” a la hora de entender lo que está pasando en el actual presente, ¿no?, ¿qué nos puedes comentar?-Empiezas tu libro saliendo de la redacción, de hecho todo lo que cuentas son “salidas de la redacción”, pero lo empiezas yendo a cubrir aquellas lejanas elecciones que pusieron a “la hija del tendero”, sí, esa Margaret Thatcher como primera dama  que ya debía, creo—por lo que he podido leer, ver en documentales y demás—a que sería una “dama de hierro”, imprimiendo un rictus a la política un tanto especial...¿qué nos puedes decir?

-En efecto Margaret Thatcher protagoniza el primer capítulo de este libro. Lo titulo “La hija del tendero”, igual que “El actor” al referirme a Reagan, por esta voluntad mía de humanizar a los personajes, con datos de realidad, nada de ficción. Tuve la oportunidad de asistir a la elección de la Dama de Hierro (sobrenombre que le pusieron los rusos por su carácter fuerte). También la escogí como primer personaje porque fue ella quien “descubrió” a Gorbachov cuando en Occidente nadie le conocía.

-Terminas el libro subiéndote a la silla del tiempo de HG Wells para ir a la Grecia de los filósofos en los que debaten, se explican y replican sobre la amistad... ¿es por qué en el libro hablas mucho, sobre todo, en cómo, aun teniendo las diferencias más profundas en lo ideológico, pueden florecer firmes amistades, quizás las más sinceras, prudentes y empáticas?

-Sí. Un poco de filosofía y el recurso a los clásicos me ha parecido un buen colofón para un libro en el que la amistad está presente. En política las relaciones personales son las que pueden llegar a salvar obstáculos aparentemente insalvables. Recuerdo que en la Transición Fraga aceptó presentar un libro de Carrillo.

-Y para “hacer amistades” debe de haber de todo...personas con mucho humor y hasta bromistas como el actor Ronald Reagan y personas ásperas y estiradas como Margaret Thatcher, pero mira por dónde se hicieron amigos hasta sus últimos alientos... He aquí la muestra de “la fuerza de...”, ¿de qué?

-Una muestra de la importancia del buen humor y de que el trato cercano puede producir acercamientos incluso entre personas con temperamentos muy distintos.

-En aquellos años ochenta la Guerra Fría parecía no tener fin, ¿por qué?; era porque, en parte, en el lado de la U.R.S.S y del antiguo Pacto de Varsovia se vivía mucho con esa coacción, ese miedo que dejó el paso de lo que tú, en el libro, ¿describes como la huella de Stalin?

-En sus 31 años en el poder (1922-1953), Stalin logró en 1922 la integración en la URSS de Rusia, Ucrania y Bielorrusia. De 1924 a 1936, Kazajstán, Uzbekistán, Tajikistán, Turkmenia y Kirguicia. Y en 1940, Estonia, Letonia, Lituania y Moldavia. Luego montó gobiernos títeres en Europa del Este hasta Berlín. Con este panorama la Guerra Fría era inevitable. Occidente se defendió con la OTAN de nuevas tentaciones expansionistas y Moscú y sus deudos con el Pacto de Varsovia para lo mismo en sentido contrario. La paz se mantenía con un arriesgado sistema de disuasión nuclear basado en que cada parte podía destruir a la contraria.

-Pacto de Varsovia con todos los países a merced de la “gran Unión Soviética” frente a la OTAN con los principales actores que eran los aliados en la II Guerra Mundial y los que ,desde diferentes latitudes, se fueron sumando...interpongo esta pregunta en medio de otras que le corresponderían por orden del libro, pero mira con la extinción de la U.R.S.S , fruto de los cambios iniciados en la Perestroika y con la descomposición de la Unión Soviética y la aparición de diferentes repúblicas que se iban sumando una tras otra y la caída del Muro de Berlín...todo esto, casi de manera revolucionaria—o sin el casi--...EL Pacto de Varsovia no tenía razón de ser y así le fue. Bien. Amigo, no crees que este hubiese sido el momento para que la OTAN hubiese bajado o relajado un poco su presencia, su tensión... sobre todo de cara y ante las repúblicas que fueron de la Unión Soviética, al fin y al cabo, así parece que hubo un acuerdo...

-Visto desde la perspectiva histórica, ha sido un error que Estados Unidos y Europa Occidental no aprovecharan la caída del comunismo y la desmembración de la Unión Soviética para acercar posiciones y evitar que Moscú pudiera sentirse humillado. En vez de ello acogieron más países en la OTAN cerca de la frontera rusa, como si la Guerra Fría continuara. Faltaron además con la promesa que hizo James Baker de que la OTAN no se expandiría hacia el Este en los términos que lo ha hecho.

-Cuidado nada de esto justifica la actitud de Vladimir Putin, pero para él es una excusa y con las excusas en este continente se han abierto muchas guerras y nos pocos sufrimientos... creo, solo creo, desde la distancia que se hubiese podido ser un “poco más pillos”, pensando en la paz, en las personas... siempre tan frágiles... ¿cómo lo ves?

-Estoy de acuerdo, aunque la ecuación “que hubiera pasado si…” tiene siempre una respuesta difícil.

-Normalmente para que la sangre no llegue al río, suelo decir ”las palabras lo pueden todo”, pero muchas veces ni así porque si uno quiere hablar y el otro no escuchar, mal vamos; si se abren diálogos de pastoreo, no sirven nada más que para “quemar posiciones” y “desvanecer esperanzas”, pero eso, por suerte, no fue lo que pasó en aquellos años....en Ginebra—creo recordar—en uno de sus lagos se reunieron Ronald  Reagan y Mikhail Sergueyevich Gorbachev y allí se abrió el camino del diálogo, del fin de la Guerra Fría, del miedo a la Tercera Guerra Mundial protagonizada por las armas nucleares...

-Sobre todo se abrió un tiempo nuevo de confianza personal, no repentina pero sí intuitiva y constante que entre los dos mayores líderes del momento se mantuvo hasta el final… hasta que Gorbachov se desplazó a Estados Unidos para asistir al funeral de Reagan.

-De palabras también se habla y mucho, cada año, cuando se entregan los Premios Nobel de Literatura, de la Paz, entre otros... porque con palabras se escriben libros como los de Pasternak, Soltzhenitsyn...en aquellos años, supongo, que ellos se alegraban, pero los soviéticos casi entraban en cólera...porque bajo el aturdimiento no sabían ni valorar que Rusia, U.R.S.S ha sido siempre una potencia en artes, literatura...Lo que hace la pérdida de la noción en torno a la conciencia , a la libertad, ¿no?

-En el libro dedico un capítulo a tres intelectuales, Pasternak, Solthzenitsyn y Sajarov que destacaron por su libertad interior, la que las dictaduras no pueden arrebatar. Por ello fueron una referencia mundial. No pudieron ir a recoger el Nobel, pero en la historia de estos premios destacan como tres luceros.

-Hablas también en el libro de dos de los polacos que más han influido tanto en la historia de Polonia como en la escena internacional...sobre todo el primero, el Papa Juan Pablo II—Karol Wojtyla—cuyos viajes seguidísimos y su conservacionismo fue lo que fue en su tiempo, mientras ejercía...pero que al morir y ser enterrado “con gran pompa”  se empezaron a remover piedras y tierras para dejarle en evidencia ante asuntos como la Banca Vaticana o lo que es peor los abusos de miembros de la Iglesia, sombras que siempre le perseguirán y lo más triste es que él nunca podrá decir ya nada… Tú que conociste a Joaquín Navarro Valls, como corresponsal del ABC y después muy vinculado a este Papa, ¿qué nos puedes decir?

-Pienso que Karol Wojtyla fue un gigante de nuestro tiempo. Recorrió todo el mundo incluso cuando apenas le sostenían sus fuerzas, consecuencia del grave atentado y de muchos otros problemas de salud. Fue enterrado con gran popularidad, como había vivido, pero él rehuyó la pompa y dispuso ser enterrado en el ataúd más modesto. Navarro Valls me contó que cuando “Time” nombró al Papa “Man of the year” tenía que despachar con él y le llevó la revista que quedó sobre la mesa. Un momento después, Juan Pablo II le dio la vuelta. “¿No le gusta?”, le preguntó Joaquín. “Quizá demasiado”, respondió. 

-El otro polaco era el líder del sindicato Solidarnosc, Lech Walesa, un electricista que desde los Astilleros Lenin consiguió forjar toda una revolución...se la jugó, pero estoy segura que cuando lo hizo se sentía con un buen colchón de apoyo, ¿qué piensas?

-Pienso que cuando empezó no tenía nada excepto su ímpetu. Fue cuando vieron su valentía que los obreros en huelga le erigieron como líder. Después tuvo el apoyo de la población hasta el punto de lograr un sindicato con 10 millones de afiliados. La Iglesia, por supuesto, simpatizó con él, pero ya fue cuando su personalidad se mostró incuestionable.

-Me ha hecho mucha gracia al recordar lo que yo guardo en mi “almacén de memoria” el capítulo de los tres funerales...ostras es que hubo un tiempo en que el principal huésped de Kremlin duraba bien poco...además, es que ponían, hasta la llegada de Gorbachov a los más mayores... no sé era como si midiesen la antigüedad frente a cualquier otra actitud... ¿qué nos puedes decir?

En aquellos años el funcionariado dominaba la escena. El comunismo se había burocratizado y petrificado, por eso escogían al que le tocaba de la fila y no al más válido. De ahí que Gorbachov representara una corriente de aire fresco.

-Hemos hablado de “los encuentros” entre Thatcher y Reagan y entre Reagan y Thatcher, pero ¿qué pasó cuando “la Dama de Hierro” que aplastó a la propia población obrera y minera de su país se encontró con el líder del Politburó?, ¿saltaron algunas chispas fruto de que la británica estaba muy al lado de “su Ronald Reagan” y desconfiaba de las iniciativas que venían del frío Moscú?

-Curiosamente no saltaron chispas en el primer encuentro de Thatcher y Gorbachov. Ella tuvo la vista de invitarle a su finca de recreo antes de que el líder comunista llegara al poder y él se mostró agradecido por esta distinción. Discutieron, pero se cayeron bien personalmente.

-Por lo que leo la figura del filósofo francés Roger Garaudy  te dejó huella...quizás estas personas que “van y vienen...vienen y van “ , al menos desatan todas las curiosidades, ¿cómo fue?; además en este capítulo me gustan las alusiones a los trenes ...no sé por qué ,pero , aún ahora, con el paso de los tiempos, me es imposible imaginarme a Rusia, la Unión Soviética y a la actual  Rusia y las diferentes Repúblicas sin el traqueteo de los trenes, seguramente que nos ha influido la literatura, el cine, los documentales...

-Recuerdo poco la conversación con Garaudy, pensador que en su día tuvo mucho renombre. En cuanto a los trenes, siempre han sido un medio de locomoción asociado a Rusia, un país enorme que ocupa la sexta parte del mundo no acuático.

-La naturalidad de Reagan y la prudencia y ese “saber escuchar” que tenía Gorbachov, esa mirada profunda que parecía que estudiase las situaciones con Rayos X rompieron el hielo a orillas del Lago Leman y a partir de allí se sucedieron, lo que hoy parece de la “era mesozoica”, el escribirse emisivas, cartas a mano... ¿cómo se veía, se vivía aquello desde las redacciones, corresponsalías...?

-En aquel momento no se tenía la impresión de que aquellos personajes resultarían históricos. Curiosamente desde la distancia se aprecian mejor, sobre todo en el caso de Gorbachov, cuya índice de popularidad no se mantuvo en su país y aún hoy es más apreciado fuera de él.

-Tenemos a los aliados de la II Guerra mundial hablando, dialogando y enfriando la Guerra Fría, mediante el desarme...pero ¿qué papel tuvieron aquí los Cancilleres de Alemania, teniendo en cuenta que el Muro se derribó en noviembre de 1989 y que fueron los que perdieron la II Guerra Mundial? - En realidad, hasta los oligarcas “más del partido”, quizás casi todos, menos los “acomodados de la Stasi”, querían que aquel muro cayese, se derribase...¿qué nos puedes decir?

-El canciller más representativo de la época del Muro fue Willy Brandt. Había sido periodista y fue perseguido por los nazis en su día. Fue de los resistentes contra Hitler y en los años sesenta, alcalde de Berlín, cuando recibió a John F. Kennedy y lo llevó junto al Muro, donde JFK pronunció aquellas famosas palabras: “¡Yo también soy berlinés!”.

-Bueno, lo de la caída del Muro casi lo propicia o al menos le dio un empujoncito el  corresponsal de la agencia italiana ANSA, Riccardo  Ehrman cuando toma la palabra y pregunta con  lo del error en el anuncio de la ley de viajes...en una rueda de prensa en el otoño vespertino y el Canciller del Este Egon Krenz ---que había reemplazado a Erich Honecker no hacía mucho..—se quedó lívido, recuerdo que con  la manos intentó arreglar los papeles y  contestó, casi titubeante—algo que impresiona en un  teutón—que sí que se podía pasar a Berlín Oeste solamente con el documento de identidad...murmullos, exclamaciones y allí estuvo, así de sencillo, la noticia del año que todavía coletea en toda Europa, pero sobre todo en Alemania... ¿Cómo lo viviste?

-Recuerdo aquella noche. Estaba dirigiendo Diari de Tarragona y cambiamos portada y varias páginas para celebrar la noticia de la caída del Muro. Personalmente cada año el 13 de agosto (pues comenzó a erigirse tal día de 1961) escribía un artículo pidiendo su derribo, aunque debo confesar, con buen humor, que con pocas esperanzas de que mi deseo fuera atendido. 

-Lo que no recordaba, gracias por recordármelo en tu libro, que todo un ministro de Exteriores Francés, Pierre Laval fue fusilado después de la II Guerra Mundial... así como de la influencia, siempre impertérrita y perenne, de la Iglesia...y del encuentro de Laval con Stalin y de la respuesta-comparativa que le da con el tema de las Iglesias…con la Iglesia hemos topado, ¿no? Cuando como periodista de redacción o como corresponsal tenías que cubrir un acto con la Iglesia, la curia, los obispos o los cardenales de por medio...no te entraba como un: “seguro que encuentran algún, pero...”?

-Cuando he tenido ocasión he procurado convencer a las autoridades de la Iglesia de que no deben temer a la prensa, sino establecer con ella lazos de transparencia y confianza. En El Vaticano se bromeaba con que un periodista que aguardaba en la sala de prensa preguntaba a un monseñor recién llegado: “¿Está lloviendo?, a lo que respondió: “Perdone, pero no hago comentarios sin autorización de mis superiores”.

-¿Precipitó ,a tu parecer, la caída del Muro de Berlín la desaparición de un país ,la RDA y esa precipitación vino precedida por la Perestroika iniciada desde el mandato de Gorbachov?.- Gorbachov se dio cuenta que la Perestroika era la única salida, sin armas, sin  demasiado ruido ni  atropellos sociales, para U.R.S.S....pero ,¿hasta qué punto crees que pensaba que eso también comportaría un desabastecimiento bestial en toda la todopoderosa U.R.S.S y  la desmembración, poco a poco, de este país en una gran masa, Rusia y muchas Repúblicas ...algunas de ellas, por lo que tenían y retenían en forma de recursos, en todas unas pequeñas potencias—la propia Ucrania o Kazajstán podrían ser dos ejemplos.

-El Muro arrastró en su caída, aunque todavía tardara un poco, el desplome del comunismo y de la URSS. Gorbachov no hizo nada para propiciar todo esto, pero no hacer nada también es importante, teniendo en cuenta lo que hicieron sus predecesores, por ejemplo, Jruschov en Hungría y Breznev en Checoslovaquia.

-Lo del Golpe de Estado, estando Gorbachov de vacaciones en Crimea con toda su familia fue como entre impresionante, casi impredecible y un poco temido porque parecía que se oyesen “ruidos de no pocos sables_” y no pocos que sin llevar sable hacían lo mismo o lo incitaban...una maniobra que lo precipitó todo, ¿se sabe todo de aquellos días? - Bien Gorbachov sale de aquello con vida, con “cierta dignidad”, pero creo que sabía que se la habían jugado, sabía de las traiciones y se fue, tiempo después, casi “como gato escaldado” y como sintiéndose “no reconocido”, ¿qué nos puedes decir?

-El golpe de agosto fue una conspiración de los comunistas más ortodoxos y radicales contra Gorbachov, de cuya Perestroika renegaban y de quien temían que aceptara lo que de hecho ocurrió, la desmembración de la Unión Soviética. Las traiciones siempre han estado presentes. El mismo Jruschov fue depuesto por sus “amigos”.

-Ya estaba en escena Boris Yeltsin, un político y todo un personaje excéntrico y más para ser ruso que irrumpe de una manera bestial, como “elefante en cacharrería” ... todavía recuerdo como pocos días después del Golpe irrumpe e interrumpe a Gorbachov cuando éste estaba hablando para meter mano en sus papeles y decirle o viniéndole a decir que lo contase todo, que fuese más preciso...a Yeltsin ¿qué le pudo, además de no saber estar o de no saber detenerse en ciertas formas?

-Yeltsin era un bruto en sus formas. Con Gorbachov nunca se llevaron bien, aunque le había nombrado ministro. La escena a la que te refieres fue, sí, humillante.

-¿Cómo ha sido, amigo, el proceso de documentación para este libro y cómo has trabajado aquello que seleccionaste para contarnos..?, háblanos un poco de tu metodología de trabajo.

-Actualmente las fuentes de información son muy rápidas y variadas. Me he basado mucho en Memorias de los líderes que menciono y en reportajes de la época publicados en la gran prensa. El libro lo escribí en un par de años, pero es resultado de relacionar cosas que uno ha leído o vivido durante muchos años. Me hago un esquema previo, que después altero con frecuencia. Trato de recoger anécdotas o curiosidades desconocidas sin despreciar los pequeños detalles que amenizan la lectura.

-Amigo, ¿estás trabajando ahora en alguna otra cosa? -¿Y cómo ha sido trabajar con Comuniter?

-Trabajar con Comuniter y su personal ha sido una satisfacción. Y contestar a tu extenso cuestionario ha sido para mí un trabajo arduo y a un tiempo feliz por comprobar, en las muchas preguntas, tanto tu documentación como la atención con que has leído mi libro. Desde este rincón de Teruel tienes una mirada que celebro sobre el mundo entero. ¡Muchas gracias!

 

 

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