La Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Marc Weymuller, director de “La promesa de Franco” (Les Films de
l'Avalée, Pantalla Partida)
Una película documental de Les Films de l´Avelée producciones (con la coproducción de Pantalla
Partida de Madrid) y .la participación del Centre National
du Cinéma et de l’Image Animée.
Además el film cuenta con el apoyo de PROCIREP / ANGOA ,
VOO TV, Bourgogne Conseil
Regional , la Diputación de Zaragoza y el extinto programa de Recuperación de
Memoria Histórica, Amarga Memoria del Gobierno de Aragón .
El film largo y que no escatima en cierta
ambientación poética en el fondo y la voz en off, también pone varios dedos en
la llaga que fue el abandono de un
pueblo el Belchite viejo para reconstruir un Belchite nuevo que, con los
años, se ha ido despoblando…
EL film documental está técnicamente hablando
muy bien tratado…la imagen, la fotografía, el sonido, las mezclas y el montaje
son sobresalientes….por eso hay que ponerles, más que nunca, nombre y
apellidos: Director de
fotografía: Xavier Arpino; el Sonido : Marc Weymuller ; el Ayudante de dirección: Juan Galindo Simon… el montaje también ha
estado a cargo de Marc Weymuller
El film
documental que está en francés y castellano
ha contado con la ayuda en la traducción de Carlos Antoniassi.
La música muy acertada corre a cargo de Bruno Fleutelot
El asesor histórico de este documental ha sido Jaime Cinca Yago, uno de
los autores del libro El Viejo Belchite.
El film,
aunque largo para ser un documental tan concreto (tiene 123 minutos) cuanta con
numerosos testigos, más o menos directos fruto de un trabajo de documentación y
de producción muy definido y se puede ver
con mucha facilidad, además lo bueno que tiene es que invita a la reflexión,
aunque tienes que estar un poco al día de lo que realmente es el “intríngulis”
que rodea al “affaire” Belchite.
¿Conclusiones?,
podemos y debemos sacar muchas y cada cual es libre, después del visionado y de
la reflexión a poder ser compartida con alguien más, de sacar las suyas, pero la principal sería
ese estado aletargado en que suele entrar una sociedad entre el escarmiento y
el rodillo de una dictadura….Lo que hoy recordamos como el viejo Belchite, el
viejo pueblo, si bien es verdad quedó maltrecho en la guerra y por efectos de
la misma….no fue tanto como para edificar, y más en la mejor tierra de cultivo,
la huerta, el ”el nuevo pueblo”….En “el viejo pueblo” se hubiesen podido, muy
fácilmente, reconstruir las calles y zonas más destruidas, sin tener que
“desplazar” al pueblo físicamente –como decimos a la huerta—y a sus gentes…poco
a poco como en cuenta gotas viendo morir a un pueblo por la desidia, el
descuido y , muy probablemente el querer dejar la huella del paso de una
guerra, estrategia de escarmiento ….Franco en su visita, después de la batalla,
había prometido “un pueblo nuevo”, pero
nadie pensaba que el pueblo nuevo fuese desplazado a la mejor zona de posible
cultivo del árido Belchite, la huerta…ahora poblada por casas y calles de asfalto.
Incluso puede, que muchos olviden que el dictador también prometió agua para
las tierras áridas…nunca llegó y lo poco que podía haber, se cegó.
Si en los
últimos años alguien ha entrado en Belchite se habrá impresionado y
sobrecogido, pero la destrucción que vemos no la generó, al menos toda, la
guerra…la destrucción, en gran medida de muchos de los lares se generó por el
abandono de las casas, el saqueo de sus estructuras y el dejar al pueblo, a
cada uno de sus edificios, casa y demás a merced del viento, del cierzo, de las
escasas, pero violentas lluvias, de las escarchas, del pillaje inmisericorde…y
del paso inmisericorde del tiempo que , mota a mota de polvo fue a destruir un
pueblo condenado…
La sinopsis
del film-documental:
Belchite, en Aragón, es una ciudad emblemática de la amnesia colectiva que
azotó España tras la Guerra Civil. Hoy, la memoria herida de sus habitantes se
pierde en las ruinas del pueblo viejo, que fue teatro de violentos
combates. y la calles de la nueva ciudad,
construida por Franco… Enfrentados al mutismo de sus padres, los niños se
preguntan. Frente a los escombros, cada uno cuenta su historia…
Cazarabet conversa
con Marc Weymuller:
-¿Qué fue lo que te
inspiró a filmar este documental sobre Belchite?.
-De forma
general, me interesa todo lo que se relaciona con la historia pasada y el
presente. Dirijo películas que ponen en relación la historia individual y la
gran Historia. Intento mostrar como los destinos personales están atravesados
por la gran Historia, pero como también la gran Historia es finalmente la suma
de estas historias personales. Las ruinas del
antiguo pueblo de Belchite, apenas vistas al azar mientras pasaba en el camino
que viene de Zaragoza, atrajeron inmediatamente mi mirada. Me parecían muy
extrañas, enigmáticas. El campanario, visto de lejos, fue claramente
acribillado a impactos de mortero y todo llevaba a pensar que estas ruinas
habían sido creadas a raíz de un combate muy violento. Y ningún viajero que
pasa por aquí puede ignorar la guerra civil que sacudió España en los años
30... Y hace pensar de inmediato que fue esta guerra que provocó la
desaparición de este pueblo de Aragón. En la entrada del
viajo Belchite, encontré un cartel que decía: « Belchite, antiguo pueblo,
ruinas históricas » Pero nada mencionaba el porqué de lo histórico. Por
cierto, ¿No son todas las ruinas en sí « históricas »? A algunos
metros de ahí, descubrí el « nuevo » pueblo de Belchite con una
arquitectura austera, con un campanario desmesurado que domina calles y
edificios. ¿Por qué había estos dos pueblos, uno al lado del otro? Esto avivó
mi curiosidad y entonces decidí ir a preguntar a los empleados del municipio
del « nuevo » pueblo. Quería saber si existía un documento, por muy
breve que fuera, una guía turística relatando lo que pasó. Pero me respondieron
que no había « nada ».
-¿Qué fue lo primero que te despertó cierto desasosiego o ese
“quid” que te llevó a decidirte por aventúrate en un film?
Creo
que es así que la voluntad de hacer una película nació en mí: simplemente
porque este « nada » me parecía inaceptable. Me parecía increíble que
ninguna información sobre lo que pasó no sea puesta a disposición del visitante
que se aventuraba por allí. Las imágenes de los dos pueblos, el antiguo y el
nuevo, me parecían como postales en las cuales se hubiera olvidado de mencionar
el origen. Su coexistencia era demasiado enigmática para no ser aclarada.
Sentí
inmediatamente la necesidad de descubrir lo que se escondía detrás de este
vacío; del silencio. Sabía que debía intentar descubrir lo que había pasado y
hallar los pedazos esparcidos de la memoria atada a este lugar de vida y de
historia.
¿Los
habitantes de Belchite podrían hablarme sobre lo que pasó? ¿Por qué hoy en día
existen dos pueblos: el antiguo y el nuevo? ¿Qué provocó la ruina del antiguo
pueblo? Sentía que estas preguntas sencillas y esenciales – las del viajero
curioso e ingenuo que yo era- podían llegar a ser preguntas profundas y
universales dentro del marco de una película.
-¿Qué sabías tú previamente de Belchite antes de pasar por
allí?
Con
toda honestidad, no sabía absolutamente nada de este lugar.
-¿Qué fue lo primero que hiciste cuando te decidiste por realizar
un documental sobre Belchite?
-Primero,
empecé a buscar información en internet. En realidad, no hallé muchas cosas. En
primer lugar, algunos artículos poco objetos ponían en relación Belchite y
Guernica. Las ruinas de Belchite estaban presentadas como consecuencia de los
Republicanos, durante la batalla de Septiembre del 1937. Así, la historia ponía
al mismo nivel los Franquistas y los Republicanos puesto que ambos habían
cometido las mismas destrucciones. Otros artículos se
mostraban más « objetivos » pero la mayoría vinculaban informaciones
totalmente falsas, afirmando por ejemplo que el pueblo había sido
« completamente » destruido durante los combates de la batalla de
Belchite, en Agosto y Septiembre del 1937. Como consecuencia de esta búsqueda,
terminé descubriendo la existencia de un historiador local, Jaime Cinca Yago,
quien desde el pueblo de Lécera, a unos 15 kilómetros de Belchite, llevaba
desde hace años, una investigación, rigurosa y detallada, sobre la historia
local y el período de la guerra civil en esta zona de Aragón. De inmediato, me
contacté con él. Después de haber expresado algunos temores legítimos de su
parte sobre mis intenciones profundas, su apoyo ha sido constante.
-¿Cuáles fueron las
primeras dudas que te asaltaron?
-En
un primer tiempo, la duda la más importante fue de saber si los habitantes de
Belchite iban a confiarme lo que sabían, lo que habían vivido, lo que
escucharon. A mí, un extraño. Pero entendí rápidamente que al revés, esto era
una verdadera fuerza para el film. Aunque entiendo bien el español, no lo hablo
suficientemente para mantener de manera sutil las entrevistas que la película
iba a necesitar, Entonces, decidí trabajar en estrecha colaboración con un
intérprete. El que escogí es argentino. Con su acento sabemos que no es
español. La asistente de producción era española pero no podía estar presente
continuamente y el estatuto de « extranjeros » del equipo de rodaje
era evidente... Así que podíamos adoptar sin dificultad la actitud de
visitantes ingenuos que no sabían nada del pasado, de la guerra civil española,
ni tampoco del franquismo. Desde el principio, las personas que entrevistamos
no se sentían intimidadas. Nos confiaban su recuerdo sencillamente y sin muchas
preocupaciones. Estábamos sorprendidos de constatar que varias personas venían
a hablarnos de manera espontánea. Sentimos rápidamente que había una evidente
necesidad de parte de toda la población, todas las generaciones, de hablar. Ésto incrementó nuestro deseo de llevar a cabo nuestro
proyecto. La otra duda, por supuesto, era de saber si la gente iba a intentar
engañarnos. Algunas veces, oímos mencionar o afirmar cosas que nos parecían
contradictorias con lo que nos habían dicho en otro lugar. Cada vez, el recurso
de los conocimientos de Jaime Cinca Yago fue muy valioso y nos permitió establecer
un equilibrio y de confirmar la veracidad de algunos datos. En general, no
abordábamos temas como la dictadura o el franquismo de manera directa ni
frontalmente. Tampoco era ese, por otro lado el objetivo de la película. La
idea no era de condenar ni confrontar a los entrevistados pero más bien de
comprender como cada uno contaba lo que había pasado con unas palabras, unos
detalles. Tampoco exigíamos a la gente de tomar partido. Les pedíamos solamente
de contarnos su historia personal de manera lo más concreta posible, de
confiarnos sus recuerdos, evento tras evento. Por supuesto a través de su
relato, sus posiciones políticas terminaban siempre por aparecer y en algunos
casos, se reafirmaban.
-Se piensa, se reflexiona sobre cómo y de qué manera se pasan
algunas páginas de la historia de este país y más que nada en lo referente a la
guerra de España, la posguerra, la dictadura…¿cómo ves que se ha realizado el
proceso de recuperación de Memoria Histórica en este país a raíz de la Guerra
Civil Española?
-No
conozco lo suficiente la historia contemporánea de España para poder analizar
los mecanismos – sobre todo políticos- que han permitido votar la ley sobre la
« recuperación de la memoria histórica ». Solo tengo
la impresión que España no ha vivido su « revolución »., la que le habría permitido, de manera profunda liberarse
de la basura de la dictadura y de conquistar su propia libertad. En ese país la
dictadura no « cayó » por un movimiento popular como fue el caso en
muchos países o por una alternativa soterrada « militar » como puede
ser por ejemplo en Portugal. El poder cambió de rostro siguiendo la voluntad de
los más poderosos. Pasó de un modo dictatorial a un modo democrático
intermediado por el Rey. Sin dudas eso era necesario para evitar un nuevo baño
de sangre e innombrables ajustes de cuenta que habrían paralizado nuevamente el
país. No obstante, la « transición » democrática fue decidida desde
« arriba » y no por las bases. Ésto produce
en mi opinión una diferencia importante. El proceso de recuperación
de la Memoria Histórica es una tentativa, legítima desde mi punto de vista de
invitar a los españoles a retomar en mano por ellos mismos su pasado
individual, familiar, colectivo y nacional. ¿Se habrá tal vez iniciado éste en
un mal momento? ¿Será acaso demasiado pronto? No lo sé. Lo que es seguro es que
comenzó cuando una crisis económica profunda golpeaba el país. En la mente de
la mayoría de las personas, los problemas del presente ocultaban aquellos del
pasado o cuando menos los hacían aparecer como superfluos. Las personalidades
políticas estaban encargadas de solucionar los problemas económicos y sociales
que afectaban el país... en lugar de ocuparse de los problemas del pasado.
Por mi lado, pude confirmar que en Belchite, como en
sin dudas en todas partes en España, los temas « personales »
respecto del pasado, eran aún muy fuertes. Si algunas de éstas personas no
cesaron durante éstos últimos años, de rebuscar los cuerpos de los miembros de
su familia, desaparecidos durante la guerra, pude también constatar que otros
tenían miedo de hablar. Puesto que por ejemplo, si uno de sus hijos tenía un
trabajo de funcionario en una administración regional, se inquietaba de su
situación si alguna información era develada que pudiese cuestionar a tal o
cual político local, el cual su padre o abuelo no había tenido una actitud
irreprochable durante la guerra. De ésta
manera, el pasado parece continuar de contaminar el presente, específicamente
en el entorno del comercio y de la administración...De una manera general, los
políticos « locales » no importando la orientación de su partido a
nivel nacional, prefieren no « remover » el pasado para no tener que
« posicionarse ». Intervienen solamente en los asuntos que tienen que
ver exclusivamente con el presente de la comunidad que ellos administran para
« construir » el futuro. De ésta forma, por ejemplo, el alcalde y el
consejo municipal de la alcaldía de Belchite, hicieron todo lo posible por
evitarnos durante todo el largo proceso del rodaje del film (más de 4 años). No
respondieron a ninguna de nuestras solicitudes, no participaron a una sola
reunión a las cuales les convocamos para exponerles nuestro proyecto. En éste
caso, la política de evitarnos y del silencio se impuso. ¿Mejor vale no hablar
del pasado si queremos quedarnos como estamos? El movimiento de
recuperación de la Memoria Histórica me parece, por lo tanto, como un fenómeno
un poco abortado por la crisis y ocultado por los intereses personales de
individuos anónimos y los más poderosos. De
una manera más amplia, creo que España, sobre la pregunta peliaguda de la
guerra civil, no ha sido por el momento capaz de crear un real movimiento
ciudadano. Actualmente, depende de los compromisos más o menos sinceros de sus
dirigentes. Algunos han sin duda verdaderamente intentado hacer algo por
« recuperar » la memoria y la historia. Otros, por el contrario
intentaron sepultar el problema. Puede ser que se trate de una cuestión de
generación. Cuando las generaciones más antiguas, aquellas ligadas al franquismo
hayan desaparecido, será entonces tal vez, más fácil para los jóvenes
confrontarse directamente a la historia de su país.
-Construir un pueblo
nuevo, abandonar a su suerte el pueblo que vivió la guerra, pero que, de alguna
manera sobrevivió a la misma, sin plantear la reconstrucción y condenar, de
nuevo, al pueblo nuevo a un futuro sin el recuso del agua no me parece la mejor
forma ni las mejores maneras…
-Ignoro
si en la época de la construcción del nuevo pueblo, el objetivo principal de
los dirigentes franquistas era de darle un mejor futuro a los belchitanos... Su
motivación se acercaba más bien a responder asuntos propagandísticos. No era necesario
construir un « nuevo » pueblo. Se podía muy bien vivir en el antiguo,
inclusive muchas personas lo hicieron hasta 1964. Habría sido mucho más justo
restaurar el viejo que guardaba aquella identidad aragonesa tan fuerte. Pero el
poder de la época quería mostrar de lo que era capaz: Romper con el pasado y
construir una « nueva » España y aprovechar al mismo tiempo para
redistribuir la cuestión social y favorecer
a aquellos que se habían mostrado más cercanos a Franco. La promesa de Franco de llevar agua al pueblo para, según
sus palabras « que no falte pan en ningún hogar » no fue cumplida.
Los ingenieros responsables de las obras de construcción, no lograron encontrar
una solución técnica para llevar fácilmente agua a Belchite y terminaron por
enterrar la promesa. Aún peor, el nuevo pueblo se construyó sobre las únicas
tierras fértiles del lugar, terminando de manera simbólica con las últimas
parcelas que permitían a la población de satisfacer sus necesidades económicas
básicas. Finalmente, Franco vino a inaugurar
un pueblo a mitad terminado, en 1954. Luego el poder central de Madrid le dio
la vuelta a la página. Franco no regresó nunca más a Belchite. Ahora estaban
sus ruinas. Ellas podían testimoniar de la « barbarie roja
comunista » hasta el fin de los tiempos. Yo
pienso que el afán de cortar con todo aquello que pudiera conectar al pueblo
con su pasado se impuso muchos años. El traumatismo más profundo para la
población fue sin dudas haber sido cercenado de sus raíces más antiguas.
Tacharon del mapa su lugar de nacimiento, su casa de infancia y todos los
recuerdos que ahí estaban atados. Como lo dice un personaje del film : « Dejar el viejo pueblo por el nuevo, era
para mí como morir » Era como si desconectáramos a las personas de sus
vidas, de sus sueños, de su identidad más íntima. Pero la idea misma que una
memoria de tiempos antiguos pueda sobrevivir a la creación del nuevo pueblo, de
la « nueva » España debe ser insoportable para los dirigentes
franquistas. Puesto que esa memoria cobijaba la verdad de lo que pasó, había
que suprimirla. Franco ganó la guerra de las armas, le falta ganar aquella de
la memoria. Pero ésta no tuvo el tiempo para terminarla.
-Este film tiene mucha carga en la recogida de los diferentes
testimonios: ¿cómo fue esta experiencia?; ¿cómo conseguiste y te hiciste con
ellos?;
-Los
dos primeros entrevistados, los encontramos por intermedio de Jaime Cinca Yago.
Eran dos personas de edad muy avanzada, que habían ambas conocido la vida del
Belchite de antes, durante y después de la guerra. Uno de derecha y el otro de
izquierda. Luego de eso, continuamos a encontrar otras personas sin el apoyo de
Jaime, simplemente viviendo en el pueblo, caminado por sus calles, conversando
en los café. Las personas venían a veces a vernos espontáneamente. Nos decían
que conocían ciertas cosas que podían interesarnos. Sentíamos una necesidad
profunda y sincera de su parte de hablar, de decir, de testimoniar sobre lo que
« ellos » habían vivido. Nuestro trabajo era
metódico. Intentamos encontrar a cada uno de los testigos varias veces. Les hicimos las mismas preguntas a cada uno. Regresábamos
cada 3 o 4 meses. Regresábamos a ver las mismas personas. Retomábamos la
conversación donde la habíamos dejado, retomábamos el hilo del relato. A veces
les hacíamos a las mismas personas, las mismas preguntas que les habíamos hecho
meses antes. Y a veces teníamos respuestas diferentes. No es que las personas
quisieran engañarnos, yo no lo creo. Es simplemente que la memoria no es algo
estable. Ésto quiere decir que la historia se
reconstruye permanentemente en cada uno de nosotros, en función de los
recuerdos que regresan y también en función de aquellos que olvidamos, con el
tiempo. Como lo dice muy bien Jorge Luis Borges: « La verdad histórica no
es lo que sucede; es lo que nosotros pensamos que sucedió »
Con
algunos entrevistados, pasamos bastante tiempo. Los seguimos en su vida
cotidiana, mientras trabajaban en su huerta, cuando cocinaban o cuando miraban
televisión. Era importante para nosotros no fijar esa gente en un rol de
simples « testigos » de la historia, sino mostrarlos en su humanidad
ordinaria, en la vida de todos los días. La idea no era tampoco encerrarlos en
sus inclinaciones políticas, por el contrario de mostrarlos humanos, ir a la
esencia de sus horas que pasan, de los días que se suceden.
-¿Qué te planteabas al
momento de realizar las diferentes entrevistas?
Tenía
dos perspectivas principales.
La primera debía permitirme de reconstituir el hilo
cronológico de los sucesos pasados. Intentaba, entonces, también simplemente
dentro de lo posible, recorrer con los entrevistados, paso a paso, el camino
andado, año tras año : El período antes de la guerra, el anuncio del
levantamiento, la guerra en sí misma, el regreso al pueblo, el traslado al
nuevo, la inauguración, etc...
La
segunda consistía en intentar de entender como la memoria se había transmitido
o al contrario, no se había transmitido dentro del cerco más íntimo familiar,
de generación en generación. ¿Que habían los entrevistados aprendido de sus
padres? ¿Qué habían ellos enseñado a sus hijos o sus
nietos?
-Háblanos Marc de las dificultades que te aparecieron durante la
filmación…
Después
de cierto tiempo y luego de haber encontrado y filmado a los primeras
habitantes, comenzamos a sentir que algunas cosas empezaban a decirse de
nosotros, se tramaban detrás nuestro. Sentíamos que
rumores circulaban a nuestras espaldas, sobre lo que hacíamos, sobre nuestras
intenciones. Algunos dejaban correr el chisme que éramos
« periodistas » de extrema derecha... porque habíamos hablado con un
franquista conocido. Otros decían que éramos periodistas de extrema izquierda
porque nos habían visto conversando con una persona de quien dicen es
anarquista. Algunos entrevistados rechazaron de un momento a otro de continuar
participando en el proyecto y tiempo después regresaban para colaborar
nuevamente, tiempo después. Otras personas que se habían comprometido a aportar
sus testimonios desaparecían el día que nos habíamos dado cita. Pero cada vez,
en retrospectiva, me pareció que esa gente cambiaba de actitud bajo la presión
de sus propios hijos que ocupaban puestos « visibles » de un punto de
vista político o administrativo. La generación más joven pedía en resumidas
cuentas a los viejos de callarse...
Lo
que fue igualmente muy complejo, es el sentimiento permanente que el trabajo de
memoria que habíamos comenzado era totalmente ignorado et incluso, despreciado
por el equipo municipal durante todo el rodaje.
-Te ayudó, en el asesoramiento histórico, Jaime Cinca ¿cómo fue la
relación y qué papel juega este asesoramiento?
El
papel de Jaime Cinca Yago fue de gran importancia en todo el proceso de la
fabricación de la película. Desde la búsqueda de locaciones hasta la primera
proyección. Nuestra relación fue excelente y colaboramos en un entorno de
confianza mutua. Podía contar plenamente con su experticia. Cuando no sabía
mucho, sencillamente decía que no lo sabía. Su ayuda fue realmente de gran
valor, era para mí el único aliado en quien me podía apoyar.
Su
experiencia ha sido muy provechosa. También en la búsqueda de los archivos
fotográficos y fílmicos. Es un verdadero historiador de terreno, de los cuales
quedan muy pocos.
Pienso
que seguimos el uno como el otro el mismo enfoque. Entender la historia por
medio de la humanidad individual y de la vivencia personal. La gente de derecha
dice que es un historiador de izquierda. Los de izquierda dicen que es un
historiador de derecha...
-Pero anteriormente,
seguramente, tu tuviste que documentarte:¿cómo fue ese
proceso y cómo y de qué manera te lo hiciste?
-La
bibliografía relativa a Belchite es muy escasa y sin duda bastante subjetiva.
Mi investigación estaba avocada sobre todo a comprender la guerra civil, el
franquismo y los efectos de una dilatada dictadura sobre las mentalidades y
memorias. No obstante, no soy historiador. Mi trabajo es el de un
cineasta: Éste consiste en mostrar y hacer entender los efectos de la historia
sobre paisajes, rostros y mentes. Es una labor que no se « prepara ».
Ella supone mucha atención durante el rodaje y otra aún más intensa durante el
montaje.
-Y la metodología de trabajo, ¿cómo fue?
-Escribir
el film sobre papel. Escuchar, observar, filmar. Mirar lo que ya se había
filmado. Transcribir palabra por palabra lo que se dijo (son más de 50 horas de
entrevistas). Continuar de escribir la película en papel. Reflexionar, preparar
el siguiente rodaje. Regresar a Belchite nuevamente. Ver nuevamente a las
mismas personas. Escuchar, observar, filmar... durante casi 5 años. Mi trabajo
se basa en la observación, la paciencia, la constancia y la precisión. Mientras
que algo no me pareciera acabado, tenía que regresar.
-¿Te fijaste en algún otro ejercicio como el tuyo para llevar a
cabo este esmerado trabajo del film documental?
-Las
películas que influenciaron mi trabjajo, son más bien
películas de ficción. Películas como las de Théo Angelopoulos, de Tarkovsky, de
Víctor Erice. Pero no puedo decir que seguí el modelo de un film
determinado sea documental o no. Intenté avanzar con la idea que me hacía y que
se transformaría en la gramática de base de la película: imágenes de rostros
silenciosos morados por voces interiores. Sabía que los personajes del film no
podían dirigirse a la cámara. Que esa situación no habría sido justa. Puesto
que confiándose a mí, ellos no se hablaban que a ellos mismos.
-Hoy y ahora, ¿qué crees que significa Belchite?;¿y
Belchite en la memoria?
-Para
mí Belchite representa el símbolo de un pueblo que « salió de la
historia » y que no logra a regresar en ella. Concretamente en lugar de
resarcir lo que fue destruido en el antiguo pueblo, en lugar de reconstruir
« sobre » las ruinas como lo hicieron en otros muchas ciudades
arrasadas por una guerra civil (Beirut, Sarajevo, etc...),
la dictadura de Franco eligió construir un « nuevo » pueblo (símbolo
de la « nueva » España) « al lado » del antiguo. Dejando el viejo
pueblo por el nuevo, la población cortó con sus raíces, su identidad. Belchite
salió de la historia de la misma manera que se sale del camino. Hoy que el
antiguo pueblo no es más que un campo arruinado, todo el mundo se pregunta cómo
regresar.
-¿Hay marcha atrás para
pedir excusas por dejar morir a un pueblo o se es demasiado tarde?; ¿crees que
la sociedad está preparada para ello, aún con el paso de los años?
-No
creo que podamos dar marcha atrás. Es demasiado tarde. En realidad, todo el
mundo, tanto de derecha como de izquierda dejaron
morir un poco el viejo pueblo. Unos porque les « convenía » hacerlo.
Otros porque no tenían otra opción. El traumatismo es tan grande que la
cuestión de la « responsabilidad » de unos y otros no es ni siquiera
tema de debate.
La verdad es que Franco engañó a los belchitanos 2
veces. La primera se tradujo en no haber construido el pueblo
« sobre » las ruinas sino que al lado. La segunda es no haber nunca llevado el agua potable como él lo había prometido. Y en
esto es él el primer responsable. Pero
considero también, puesto que recogí el sentimiento de todas esas personas, que
individualmente todo el mundo es por lo menos, también un poco responsable de
la situación actual del pueblo. La mayoría de las familias, estaban
« contentas » de mudarse al nuevo pueblo. Sea porque no tenían casa
en el antiguo o porque fueron destruidas o confiscadas. Sea porque estaban
contentos de acceder a una comodidad moderna de casas provistas de baños y de
garaje para guardar sus tractores. Más tarde, algunas familias ellas mismas
destruyeron sus antiguas casas para aprovechar de los materiales que habían
(puertas, ventanas, vigas) o para evitar ser responsables en caso de la caída
de una teja o de un ladrillo sobre un paseante. Tiraron al piso sus propias
casas. Conscientemente o no, los belchitanos han contribuido a borrar el
antiguo pueblo y el pasado con que estaba relacionado. Hoy, solamente queda a
los habitantes de Belchite una identidad en ruinas. Solo restan recuerdos
fragmentados dentro de los espíritus aún traumatizados por los efectos de una
dictadura dilatada.
-Crees que eso que perdió y ha ido perdiendo Belchite por el
camino de los años…como capas de memoria de su propia historia son todavía
recuperables?; ¿cómo?
-Je crois qu'on peut
toujours récupérer ce qui reste dans la mémoire des uns et des autres. Il faut
parler, encore et toujours, raconter, écrire, filmer, questionner, écouter. Il faut réapprendre
à vivre ensemble. Mais je doute que cela puisse se faire entre les murs du
« nouveau » Belchite. Il
faudra de la distance temporelle et physique vis-à-vis d'un décor qui
continuera pour toujours à symboliser l'expression dominante du fascisme
et sa victoire sur la République disparue dans les ruines.
-Creo
que todavía podemos recuperar lo que queda en la memoria de uno al otro.
Debemos hablar una y otra vez, diciendo, escritura, filmación, pregunta,
escucha. Tenemos que aprender a vivir juntos. Pero dudo que esto se pueda hacer
dentro de las paredes de la "nueva" de Belchite. Se necesitará tiempo
y la distancia física vis-a-vis un ajuste que
continuará por siempre simbolizar la expresión dominante del fascismo y su
victoria sobre la República desapareció en las ruinas.
-Marc, ¿cómo te sientes
una vez ver terminado tu film documental?; ¿y cómo notas que ha sido acogido
por las gentes que lo han visto?
-Después
de tantos años dedicado a esta película, fue un
verdadero alivio para mí y también una real satisfacción de llegar al final. Es
difícil tener un sentimiento preciso de la manera como el film fue recibido en
Belchite. Pero de los pocos intercambios que he tenido con el público, después
de la proyección, me hacen pensar que la película fue vivida por mucha gente
como una especie de psicoanálisis colectivo. La gente se sentía aliviada de
haber escuchado la historia del pueblo, de haberse visto representada, uno al
lado del otro, de derecha y de izquierda, en la misma pantalla. En esto, la
película pudo tener un efecto tranquilizador.
-Supongo que después de tu primera visita a Belchite has venido
más veces; ¿cómo la vas encontrando de vez en vez?
-No
he regresado a Belchite luego de la proyección. Me gustaría hacerlo algún día,
pero por el momento no se ha dado la oportunidad. Me he comprometido en otras
aventuras cinematográficas que me toman bastante tiempo.
En
éste momento la película existe; puede vivir su propia vida. Espero que circulará aún un poco entre sus habitantes, que haga su
camino entre ellos. La vida sigue su curso. Pero confieso que continúo estando
muy curioso sobre lo que pasará con el pueblo...
19195
La promesa de Franco. Marc Weymuller
DVD - 123'
15.00 euros
Producción: Les Films de l'Avalée (Francia) / Pantalla Partida (España)
http://www.letempestaire.com/la-promesa-de-franco
La
vérité historique n'est pas... ce qui se passe; c'est
ce que nous pensons qui s'est passé.
Jorge Luis BORGES – Fictions (1944).
Belchite,
en Aragón, es una ciudad emblemática de la amnesia colectiva que azotó España
tras la Guerra Civil. Hoy, la memoria herida de sus habitantes se pierde en las
ruinas del pueblo viejo, que fue teatro de violentos combates. y la calles de la nueva ciudad, construida por Franco…
Enfrentados al mutismo de sus padres, los niños se preguntan. Frente a los
escombros, cada uno cuenta su historia…
International Documentary Film Festival Amsterdam 2014 - Netherlands
Festival du film documentaire Traces de Vies 2014 - France
Festival Aux Ecrans du Réel 2014 - France
Festival de Cinéma de la ville
de Québec 2014 - Canadá
Festival de Cine de Bogota 2014 - Colombia
Festival International Cinéma et Mémoire
Commune de Nador 2015 - Morroco
Al
sur de Zaragoza, en pleno corazón de Aragón, podemos apercibir, en medio de un
paisaje severo de llanuras y estepas castañas, la silueta fantasmagórica y
deteriorada de un campanario que se erige por encima de un decorado
apocalíptico: casas en ruinas, fachadas destripadas y calles que se pierden
entre los escombros. Son los restos del viejo pueblo de Belchite que fue el
teatro, durante la guerra civil española, de combates que, dicen, hicieron
cerca de 6000 muertos.
A unos cientos de metros de ahí, encontramos una ciudad « nueva », construida
durante los años cincuenta bajo las órdenes de Franco. Es una gran aldea sin
gran personalidad, triste y silenciosa. Se parece a un gran cuartel militar,
ordenado y austero. Hay gente que allí vive y trabaja, sin que la presencia de
la ciudad muerta, justo al lado, parezca perturbarla.
El nuevo y el viejo Belchite viven así, uno al lado del otro, en la
coexistencia enigmática del pasado y del presente. De un lado los vivos,
del otro, los muertos. Nada parece conseguir unirlos. Así pues, en
Belchite no se encuentra ninguna información sobre los acontecimientos que
provocaron la destrucción del antiguo pueblo, ninguna placa conmemorativa,
ningún monumento a los muertos ni a la memoria. Sólo se encuentra, a la entrada
del viejo pueblo, un cartel que lleva la inscripción « Pueblo viejo, ruinas
históricas ».
Hoy
en día 1600 personas viven y trabajan en el nuevo Belchite. Cada uno se
dedica a sus ocupaciones. Algunos cuidan aún grandes rebaños de ovejas en
las estepas adyacentes. Otros pasan el día en el campo, los olivares y las
canteras de yeso, otros también en los talleres de las modernas fábricas del
burgo. Mientras que los jóvenes y menos jóvenes trabajan, los más viejos,
ellos, se aburren. Se quedan allí, sentados frente a su casa o en el fondo de
un café. Esperando que pase el tiempo. A veces, sus pensamientos se
dirigen hacia el antiguo pueblo, quien, dejado al abandono, padece los
repetidos asaltos del tiempo y de las intemperies. En medio de las ruinas se ve
pasar a menudo la silueta de un anciano silencioso, errante entre los
escombros.
Belchite
es un lugar emblemático de la amnesia colectiva que golpeó España tras la
guerra civil. Durante años, los padres y los abuelos dejaron de hablar de
política y callaron sobre los conflictos del pasado para que hijos y nietos no
recomenzaran a pelearse en las calles. Aún hoy, en Belchite, se continúa a
callar.
Cuando los vivos se callan, los muertos se ponen a hablar. Y algunos pretenden
que durante la noche, entre las ruinas, se puede escuchar la voz de todos
aquellos que allí murieron y cuyas almas erran sin fin…
¿Cómo se vive hoy en Belchite? Se va y se viene, por supuesto, se hace lo que
se debe hacer, como en todas partes. Cada uno vive un poco solo, separado de
los otros, luchando con sus propios interrogantes. Si nadie cuenta lo que pasó,
en cambio, cada uno sabe o recuerda algo. Se vive aquí, ahora, pero al mismo
tiempo, se vive en otra parte, en otra época, más allá de lo que uno es. Así
sucede a veces, en pleno trabajo en la fábrica, que alguien se acuerde del
relato que el padre o abuelo un día había esbozado. También sucede que, de
regreso a casa, se vuelve a sacar de un viejo álbum una imagen donde aparece el
pueblo tal cual era, antes o después de la guerra, una imagen que quedó sin
leyenda… Cada uno trata de reconstituir, trozo a trozo, los elementos dispersos
de un relato que nadie jamás supo hacer. Las historias de unos completan las de
los otros, las contradicen a veces.
Frente a los escombros, cada uno cuenta « su » historia. Pero es a sí mismo que
uno habla. Se habla de la niñez, de la escuela, del trabajo y del amor. Se
habla de la vida y de la muerte. Pero se hable del nuevo o del viejo Belchite,
son siempre las mismas preguntas que se hacen. Que uno sea niño, padre o
abuelo, son siempre las mismas preguntas que quedan sin respuesta. Finalmente,
¿dónde queda « el hogar »? No es ni en el nuevo Belchite, el que uno no
escogió, ni en el viejo, el que se dejó caer en el olvido. Es el lugar donde se
duerme, donde se come, donde se trabaja, el lugar en el que se vive aquí,
ahora. Es el mundo y su tiempo.
El viento continúa a soplar sobre las ruinas, y pronto, en el lugar del antiguo
pueblo, no quedará más que un inmenso campo de piedras.
_____________________________________________________________________
Cazarabet
c/ Santa Lucía, 53
44564 - Mas de las Matas (Teruel)
Tlfs. 978849970 - 686110069