La Librería de El Sueño Igualitario

9788415963370 (2).jpgCazarabet conversa con...   Juan Pro, uno de los coordinadores de "La creación de las culturas políticas modernas. 1808-1833", primer volumen de la "Historia de las culturas políticas en España y América Latina" (Marcial Pons, Prensas de la Universidad de Zaragoza)

 

 

Miguel Ángel Cabrera y  Juan Pro Ruiz son los coordinadores de este excelente libro, sobre las culturas políticas a lo largo de la historia moderna, para la co edición de Marcial Pons y Prensas Universitarias de Zaragoza. El libro aporta mucho, en este primer volumen, a lo que es la creación de la “cultura política” entre los años 1808(como veis comienzos del XIX) y 1933. La narración no solo cuenta con las mejores plumas y colaboraciones sino que es rigurosa y muy pormenorizada en tiempos, situaciones y poniendo las cosas y las premisas, una a una sobre la reflexión, tras la lectura.

En este libro queda como retratada la sociedad, la ciudadanía…..partiendo de una mirada muy política, pero , también se van analizando los conceptos y términos que acaban confluyendo en la conformación de la cultura política……se  trata de los derechos, el derecho; el concepto de nación y patria; el de la cultura católica que está en todo y por todo en nuestra cultura; por no hablar de los “puntos de encuentro” y de opinión y reflexión de toda la sociedad y de sus ciudadanos…

El periodo histórico entre finales del siglo XVIII y la década de 1830 se corresponde con el inicio de la contemporaneidad en España. La crisis de la monarquía absoluta, la revolución liberal y la separación de los territorios americanos que se produjeron en dicho período tuvieron lugar en un marco cultural que es imprescindible conocer para comprender esos procesos de cambio. Utilizando el concepto de cultura política, los autores de este volumen reconstruyen la génesis y los fundamentos conceptuales de la modernidad política española, estudian los diversos espacios donde se creaban y difundían los lenguajes y visiones del mundo y analizan la diversificación cultural de las diferentes familias políticas.

Presentación:  
http://www.marcialpons.es/static/pdf/9788415963370.pdf

Presentación de la obra ............................................................................ 9
Manuel Pérez Ledesma, Ismael Saz Campos

INTRODUCCIÓN ....................................................................................................... 23
Miguel Ángel Cabrera y Juan Pro

Primera parte: Los fundamentos

El sujeto de la política:
naturaleza humana, soberanía y ciudadanía ............................ 37
Miguel Ángel Cabrera (Universidad de La Laguna)

El Derecho y los derechos ....................................................................... 69
Juan Pro (Universidad Autónoma de Madrid)

Patria y nación................................................................................................... 97
Coro Rubio Pobes (Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea)

Cultura católica:
confesionalidad y secularización ..................................................... 127
Emilio La Parra (Universidad de Alicante)

La turbación de los tiempos:
ruptura temporal e historia en la construcción
de las culturas políticas .......................................................................... 155
Josep Ramon Segarra (Universitat de València)

Segunda parte: Los espacios

La imprenta y la opinión pública .......................................................... 187

Los lugares de sociabilidad:
salones, cafés y sociedades..................................................................... 219
Carlos Ferrera (Universidad Autónoma de Madrid)

La política como controversia:
crisis constitucional y respuesta subalterna
en los albores del liberalismo.............................................................. 251
Jesús Izquierdo (Universidad Autónoma de Madrid)

Culturas políticas del exilio................................................................... 271
Juan Luis Simal (Universität Potsdam)

Tercera parte: las familias políticas

La formación de la cultura política liberal en españa...... 299
Noelia Adánez (Universidad Autónoma de Madrid)

La construcción inacabada
de una cultura política realista.......................................................... 319
Jean-Philipp e Luis (Université Blaise Pascal, Clermont-Ferrand)

Los afrancesados:
el Estado como modernidad política................................................. 347
Jean-Baptiste Busaall (Université Paris Descartes, Sorbonne Paris Cité)

Bibliografía.......................................................................................................... 375

ÍNDICE ONOMÁSTICO ............................................................................................ 415

 

Saber un poco más de los dos coordinadores de este primer volumen:

Miguel Ángel Cabrera:

Es catedrático de  la Universidad de Historia Contemporánea. Ha investigado sobre el período de la II República y la Guerra Civil. En los últimos años ha publicadop varios trabajos sobre la situación del debate histiográfico, entre ellos Historia, debate y teoría de la sociedad (2001); Postsocial History.An Introduction(2004); “Developments in Contemporary Spanish Historiography: From Social History to the New Cultural History” (2005) y “Language, Experience, and identity: Joan W Scott´s Theoretical Challenge to Historiacal Studies”(2011). Ha coordinado, junto con Inmaculada Blasco un número especial de la revista Alcores sobre Historia postcolonial (2010). Es el editor, asimismo, del volumen La ciudadanía social en España.Los orígenes históricos (2013).

http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=29230

Juan Pro:

Es Profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid. Ha centrado su investigación sobre la construcción del Estado en la España contemporánea y la comparación histórica con Europa y América Latina.

Entre sus publicaciones recientes figuran: Latin American Bureaucracy and the State Buiding Process, 1780-1860 (2013, coeditor con J C Garavaglia), El Estado Real y la Constitución de 1837 (2010), Estado y territorio en España, 1820-1930(2007, con J del Moral y F Suárez) y Bravo Murillo: política de orden en la España liberal.

 

Cazarabet conversa con Juan Pro:

Juan-Pro-2.jpg-Amigos, ¿cuándo el ciudadano asume que las políticas modernas contemporáneas son, también, parte de la cultura?-¿Será cuando los ciudadanos y ciudadanas asuman que tienen derechos, pero, también deberes y participación ciudadana?

-El propio concepto de ciudadano aparece con las revoluciones de finales del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX, e implica la idea de un sujeto dotado de derechos, en contraposición al mero súbdito o vasallo de las monarquías tradicionales de tiempos anteriores. Por supuesto, esos derechos van ligados a un ordenamiento constitucional que también define unos deberes y unos mecanismos de participación, y es todo el conjunto -derechos, deberes y participación política- lo que define al ciudadano de los siglos contemporáneos.

Ahora bien: esta construcción, que apareció ligada a las revoluciones liberales, tardó bastante tiempo en difundirse, implantarse y ser objeto de un consenso social generalizado. A eso nos referimos con la idea de cultura política liberal, la que va apareciendo a partir de las revoluciones y se va inscribiendo gradualmente en las instituciones, en las mentalidades y en las costumbres. Por contraposición, aparecieron al mismo tiempo otras culturas políticas antiliberales, que preconizaban principios autoritarios y reaccionarios, de vuelta a un pasado idealizado.

Y también, en la medida en que el liberalismo prometía mucho y daba poco, porque los dirigentes burgueses se encargaron de poner límites muy estrictos a su mensaje emancipatorio, limitando la extensión de los derechos y libertades, así como el derecho de voto, pronto aparecieron también culturas políticas que llevaban los principios revolucionarios liberales hasta sus últimas consecuencias: sectores de la sociedad asumieron concepciones del mundo y de la política marcadas por la igualdad, como las que representaron la democracia, el republicanismo y, más adelante, el socialismo con todas sus variantes.


-Patria, Nación, Bandera, Himnos ¿Son “zancadillas” a las “verdaderas culturas políticas contemporáneas”? (me refiero a las políticas como más patriotas e insufladas de mucha identidad, sean  de donde sean, que deberían ser , siempre,  llevadas con libertad y “preñadas” de dignidad…porque la identidad debe ser digna y llevada con libertad….otra cosa ya es fascismo…). Comentadnos.

-El primer patriotismo surgió ligado a la revolución, como una idea liberadora: suponía la idea de una nación como comunidad política formada por ciudadanos iguales en derechos, que se mostraban cohesionados precisamente en la defensa de esos derechos. Así fue en la movilización nacional francesa para defender a su país y su régimen revolucionario contra la agresión de todas las potencias reaccionarias de Europa, incluida España. Y así fue también en el patriotismo de los combatientes liberales que se movilizaron en España para luchar contra el carlismo y defender la constitución. Hay, por lo tanto, un patriotismo coherente con los ideales de igualdad y libertad que traía el liberalismo revolucionario.

Sin embargo, con el tiempo los dirigentes conservadores descubrieron que la potencia del mensaje patriótico podía servir para desviar a las masas de otros anhelos que consideraban más “peligrosos”, como todos los que implicaban reivindicación de derechos o de igualdad social. Los nacionalismo aparecieron en esta dinámica como opciones ideológicas contrarrevolucionarias, inspiradas por la idea de la unidad orgánica del pueblo -como si la desigualdad y la opresión de unos por otros no fuera relevante-, la vuelta a las tradiciones, y la utilización de los símbolos de identidad como consuelo para los pobres, los marginados y los explotados, a los que se pretendía convencer de que compartían lo esencial con su propios dominadores. La patria se empezó a convertir en un engaño.

IMG_1690.jpg-¿Cómo ha influido la cultura católica en todo esto?

-El papel de la religión es complicado de analizar, porque se dan situaciones muy distintas que no conviene simplificar. Pero si hablamos de los países católicos, y particularmente de España, hay que decir que la religión oficial, la que patrocina la jerarquía eclesiástica, ha estado siempre muy vinculada a la identidad nacional. Durante mucho tiempo se entendió que la condición de católico y la de español eran indisociables: eso se ve incluso en la Constitución de Cádiz; y es normal, viniendo de varios siglos de tradición de ser la “monarquía católica”.

Esa fuerza de lo católico en la cultura española ha pesado mucho, en general frenando el desarrollo de las libertades y de la modernidad en un sentido laico. La Iglesia católica se posicionó fuertemente en contra de las ideas revolucionarias, de la libertad de conciencia y de la democracia: le costó casi dos siglos asumir sobre el papel estas realidades del mundo contemporáneo y cuando lo hizo, en el Concilio Vaticano II de 1962-65, fue con poca convicción y para no quedarse totalmente descolgada del sentir general de las masas -la prueba es que después volvería a posiciones más conservadoras desde tiempos de Juan Pablo II. En todo caso, en el largo periodo que va desde la Revolución Francesa hasta después de la Segunda guerra Mundial, la Iglesia se alió siempre con las fuerzas más reaccionarias, oponiéndose a todo lo que significara reconocer la libertad y la igualdad de las personas. En España resultó especialmente difícil para los movimientos progresistas conciliar sus ideas con el predominio cultural del catolicismo oficial entre la mayoría de la población. Y sin duda eso contribuyó al atraso secular del país con respecto a otros países del continente donde la Iglesia no tenía el mismo grado de hegemonía.

-Los avances tecnológicos  lo revolucionan todo….en su tiempo: fue la prensa escrita, la imprenta, la difusión de las opiniones por escrito… ¿qué repercusión llegó a tener y suponer?

 

-Evidentemente, las tecnologías de la comunicación y de la difusión de la información tienen un efecto directo sobre la circulación de las ideas. Las culturas políticas surgen y se reformulan continuamente en función de estos cambios, que hacen aparecer nuevas oportunidades de comunicación, ponen en contacto a los actores con nuevas realidades, permiten coordinar la acción colectiva de nuevas maneras, etc. Si en el siglo XIX fueron los avances de la prensa los que fueron abriendo la pluralidad de ideas e hicieron realidad la libertad de expresión frente a todos los intentos de censura y de control por parte de los gobiernos, en el siglo XX aparecieron nuevas tecnologías -como la radio y la televisión- que hicieron notoria la posibilidad de que la información fuera manipulada hasta el extremo por los gobiernos, o bien por poderes económicos que se sitúan por encima incluso de los gobiernos.

Todo esto tiene una influencia directa en el cambio cultural y político de las sociedades contemporáneas. En nuestros días, la aparición de internet y de las redes sociales, con todas las posibilidades de contrarrestar por esas vías el “pensamiento único” que los grandes monopolios empresariales intentan patrocinar desde los medios de comunicación convencionales. Aún es pronto para saber hasta dónde puede llegar la movilización popular en las luchas sociales apoyándose en estas nuevas posibilidades técnicas; pero de momento ya ha abierto brechas en la denuncia de algunas de las grandes mentiras de estos primeros decenios del siglo XX, y ha puesto en marcha un reverdecimiento de planteamientos utópicos que demandan una verdadera democracia.

2cfa6b705c9660ce248fed1591af79140fc36f74.jpg-Hablamos de los lugares de reunión, de esas ágoras de encuentro que “alimentan” a las políticas modernas contemporáneas y a los debates… ¿cómo eran y han ido evolucionando?

-La política necesita escenarios, espacios de encuentro en los que se produzca la confluencia de quienes acaban compartiendo ideas, demandas, puntos de vista… así se van formando las culturas políticas, esas formas de ver el mundo compartidas por colectivos muy amplios, que han encontrado sus afinidades y su lenguaje común en lugares concretos. En los primeros tiempos del liberalismo, esos lugares eran los cafés, las tertulias, los salones, las redacciones de los periódicos, los círculos políticos -convertidos luego en partidos-, pero también las barricadas donde se defendían las ideas a vida o muerte. En ese sentido, las calles y las plazas de las ciudades han funcionado frecuentemente como verdaderos espacios públicos en los que se han intercambiado y ideas y se ha escenificado el apoyo social a determinados programas de acción. Al lado del protagonismo de estos espacios informales, palidecen otros más institucionalizados, como las cámaras del parlamento, cuyos discursos eruditos y estereotipados apenas podían ser comprendidos y asumidos más que por pequeños sectores de las elites de poder.

A lo largo de la historia contemporánea, los espacios de encuentro y de debate han ido cambiando. No cabe desdeñar el papel que han desempeñado en la socialización política de los jóvenes espacios como la escuela y el cuartel, con todas sus limitaciones. O el papel de canalización de ideas políticas que han desempeñado otro tipo de lugares de sociabilidad, aparentemente apolíticos, como los casinos, clubes, etc. En todos estos lugares se practican lenguajes y actitudes que contribuyen a moldear la visión del mundo -incluyendo sus aspectos más políticos- en un sentido o en otro.

Con la aparición de la política de masas en los últimos decenios del siglo XIX, empezaron a aparecer espacios de socialización política expresamente diseñados para este fin, como fueron las casas del pueblo de los socialistas, que después imitaron otros movimientos, como los nacionalistas vascos y catalanes, las otras ramas del movimiento obrero, y finalmente todos los partidos, que se dotaron de sedes en las que acoger a los militantes y simpatizantes, haciéndoles sentir parte de un empeño común. Estos espacios, sin duda, fueron y siguen siendo grandes creadores y reforzadores de sus respectivas culturas políticas.

-La política crea controversia, siempre ha sido así….pero ¿cuándo la controversia ha empezado a ser parte de la cultura política?

-La política como controversia, como reconocimiento de la pluralidad de puntos de vista y de la necesidad de confrontarlos con argumentos para llegar a conclusiones aceptables para todos, es algo muy moderno. Apenas se vislumbra en los pensadores de la Ilustración, ligada a su fe en la razón humana y en la capacidad de llegar a la verdad mediante la discusión racional y sosegada; pero era un tipo de discusión elitista, estrechamente limitada a unos pocos sabios ilustrados, que se consideraba inalcanzable para la mayoría de la población. El liberalismo del siglo XIX hizo bandera del derecho a discrepar y de la necesidad de reconocer como legítimas todas las opiniones, llevándolas a la discusión en las cámaras parlamentarias y en la tribuna de la prensa, para que el pueblo soberano optara por unas o por otras mediante el derecho del voto.

Pero, más allá de las apariencias, esa idea de la controversia política legítima como base de la democracia no caló nunca en España. De hecho, era difícilmente compatible con el culto tradicional a la unanimidad que habíamos heredado del catolicismo. Incluso los mayores defensores de la democracia desde el siglo XIX, los republicanos, tendían a dejar fuera de la discusión a quienes no simpatizaran con la línea dominante en sus organizaciones; con más razón las derechas, que siempre sospecharon de la pluralidad de ideas, contraria a su idea de España. El resultado de esta falta de fe en la discusión de ideas ha sido que las luchas se han dirimido por la fuerza con demasiada frecuencia: mediante el recurso sistemático de los gobernantes a la represión violenta contra los disientes; y mediante la violencia defensiva de los dominados y los excluidos cuando no se les dejaba otro medio de defender sus ideas que el uso de la fuerza.

Aún hoy parece que sigue habiendo quienes confían en parar el cambio político y social endureciendo los mecanismos represivos del Estado para acallar las protestas, las manifestaciones o la expresión de ideas que discrepen del consenso que se quiere imponer desde arriba. La diferencia es que hoy en día ya no pueden imponer silencio y sumisión a la población impunemente: no solo las calles y las ondas se han convertido en un espacio permanente de discusión, sino también el ciberespacio, que hoy por hoy los gobiernos no pueden controlar. La discusión de ideas ha vuelto a reclamar su espacio. Y sería de desear que la sociedad española estuviera a la altura del momento y asumiera que todas las ideas se pueden defender con argumentos y se pueden discutir sin trampas.

08-10.jpg-Ojalá todo fuese “sana controversia”, debate de ideas….hoy en día estamos sumergidos en un jardín de descalificaciones y de “mitin continuo” que se confunde con lo que debería ser “verdadera cultura de política”… ¿qué nos podéis decir?

-Cuando hablamos de cultura política nos referimos a la concepción fundamental del mundo y de la política que comparte todo un colectivo, que podría ser desde los seguidores de un partido o una corriente, hasta toda una clase social o todo un país. Todos los grupos y todas las personas están imbuidos por igual de cultura política, puesto que todos tienen algún lenguaje con el que referirse a los asuntos públicos, algunas concepciones fundamentales sobre el poder y sobre los sujetos de la política, algún sentido de la identidad y alguna identificación con símbolos que tienen valor político. Por ello no hablamos de tener más o menos cultura política, en el sentido de más o menos nivel cultural en relación con la política.

El problema del bajo nivel del discurso político actual tiene que ver con un cambio en las culturas políticas actuales, que lleva a considerar la política como espectáculo y las ideas políticas como mercancías que se pueden vender en un mercado con la publicidad adecuada. Todo esto ha llevado a una simplificación extrema de los mensajes y a la conversión del día a día de la política en un espectáculo mediático, en el que se escenifican confrontaciones y gestos para la galería. Todo pensando en la imagen, en vender, en las encuestas sobre intención de voto. Si la descalificación vende, habrá descalificaciones. Si la simpleza vende, hará simpleza. El marketing manda.

Pero la gente se empieza a dar cuenta, más tarde o más temprano, de las consecuencias de prestarse a este juego. Se da cuenta de que la han estado engañando. Y empieza a buscar otra cosa: ideas, propuestas, argumentos, y no solo imagen.  En la tensión entre estos dos polos -la concepción de la política con criterios de mercado y la concepción de la política como discusión de ideas- se mueve toda la política actual, y es ahí donde se juega el futuro.

-En el exilio se sigue haciendo política, pero es una cultura política como diferente, quizás como más claras, más desprendidas de ciertas cortapisas… ¿hemos asumido que esto es parte de nuestra cultura política contemporánea…o lo vemos como aportaciones “frívolas” de gente que nos mira, desde el exilio, un poco como desprendidos de los problemas de aquí?

-Los exilios (en plural, porque ha habido muchos en la historia de España, por desgracia) siempre han sido un lugar especial en el que se ha seguido haciendo política y se ha seguido construyendo cultura política. Los militantes o dirigentes exiliados por sus ideas, con todo lo que eso tiene de tragedia personal, han conocido otros países, han tomado contacto con otras realidades y con otras personas, y de ahí les han venido oportunidades para renovar sus ideas y su discurso; ideas y discurso que luego han redirigido hacia dentro del país, influyendo en la reorientación de los debates políticos, generalmente en un sentido de abrir horizontes y de apuntar en una dirección más moderna.

En general, los exiliados han tenido predicamento político y posibilidades de influir sobre las luchas políticas cuando han vuelto al país. Porque la mayoría de los exilios han sido de una duración limitada, sin tiempo para un cambio generacional que dejara a los exiliados “fuera de juego”. La única excepción ha sido el régimen de Franco, que por su extraordinaria prolongación, hizo que los exiliados republicanos permanecieran fuera del país tanto tiempo que perdieron el contacto con una realidad social que estaba cambiando intensamente. Esa desconexión, unida al ciclo de vida, hizo que nuevas generaciones empezaran a mirar a los exiliados ya solamente como un referente moral o simbólico, pero no como interlocutores válidos para discutir las opciones políticas concretas. Este dualismo se vio claramente al final del régimen de Franco y durante la Transición, cuando muchos exiliados volvieron como símbolos de recuperación del vínculo sentimental con la democracia republicana, rodeados del mayor respeto -eso sí-, pero sin opciones de incidir verdaderamente sobre una realidad política y social que los militantes del interior reclamaban como asunto propio.


-Creéis que la construcción de la cultura política contemporánea está como en constante crecimiento….? ¿Cómo pueden influir movimientos como el 15M, las Mareas, los movimientos ciudadanos, la PAH, el Procés Constituent o el nuevo partido Político, Podemos? (es que parece que en los últimos tiempos, teniendo en cuenta todos estos movimientos, nos hemos alzado con una verdadera Revolución de la manera de hacer política y de la menara de verla y entenderla)

 

-Cuando estudiamos historia en el colegio, esta nos viene dividida en capítulos bien diferenciados, como si cada uno de esos capítulos se refiriera a una realidad estática, inmutable a lo largo de mucho tiempo: la España visigoda; el Califato de Córdoba; el reinado de Isabel II; o el régimen de Franco… por poner unos ejemplos. Pero esa no es la verdadera historia, sino una simplificación para escolares, para facilitar su estudio memorístico.

Cuando uno se pone a estudiar la historia en serio, investigando en profundidad, lo que se ve es un dinamismo continuo, un cambio permanente. Nada es realmente inmutable en la historia, por más que los conservadores se empeñen en convencernos de que se puede parar el tiempo, que se puede uno agarrar a las “tradiciones” y vivir hoy con los mismos principios y valores que nuestros abuelos o nuestros tatarabuelos.

Así que nada tiene de sorprendente que la experiencia diaria nos muestre que las cosas cambian a nuestro alrededor: a veces rápido, a veces gradualmente, a veces parece que casi nada (pero es porque hay cambios soterrados, cambios de mentalidad que preparan durante decenios explosiones más evidentes en el terreno político). Desde luego, los cambios iniciados en España desde el 15M son reales y son imparables: las ansias de libertad y de dignidad en la política que se han venido planteando desde diversos ámbitos y movimientos responden a ansias de cambio muy arraigadas, que tienen que ver con el cambio generacional, pero también con el hartazgo de mucha gente con los engaños, las falsas promesas y las frustraciones que ha producido el régimen surgido de la Transición. Todo eso supone cambios de cultura política que acompañan y sirven de base a cambios en las organizaciones, las intenciones de voto y el poder de las instituciones.

-¿Por qué siempre aparece Francia en cuanto hablamos de cultura política contemporánea?

-Hay una realidad incontrovertible, que es la primacía de Francia en la Revolución en Europa, desde 1789. Y el hecho de que esa Revolución, de la que nació la política contemporánea, se produjera en una de las grandes potencias del momento, y no en un país cualquiera, hizo que todo lo que a partir de entonces ocurriera en Francia tuviera una influencia enorme en el resto del continente y, posteriormente, en el resto del mundo. La Revolución francesa, además, reforzó la legitimidad y el prestigio de sus ideas con las sucesivas victorias militares sobre todos sus enemigos, hasta alcanzar una verdadera hegemonía continental en tiempos de Napoleón.

Para un país como España, vecino inmediato de Francia, y que desde comienzos del siglo XVIII experimentaba una enorme influencia cultural francesa, el que Francia iniciara una deriva revolucionaria hacia un nuevo modelo de convivencia política, fue decisivo. La política española quedó ligada a la de Francia estrechamente; y los españoles de todo signo político miraron a modelos franceses como fuente de inspiración.

No se puede exagerar la influencia francesa sobre la política española del siglo XIX y XX. Fue una influencia enorme, la más importante, pero no la única. Hubo otros referentes, particularmente la influencia de modelos anglosajones, y en mucha menor medida de otros países. Pero todos esos otros países compartían menos con España que lo que compartía Francia: no solo una larga frontera terrestre, sino unas bases culturales comunes (lengua latina, derecho romano, religión católica…), un tamaño similar, una trayectoria histórica en gran medida compartida… en fin, que todos los datos geográficos e históricos confluían para hacer que España mirara a Francia como el gran modelo de modernización que estaba a su alcance, tanto si esa modernización se llamaba constitución o liberalismo, como si se llamaba república o democracia.

 

 

9788415963370 (2).jpg18233   
La creación de las culturas políticas modernas. 1808-1833. Volumen I. Miguel Ángel Cabrera, Juan Pro Ruiz (coords.)
424 páginas      17 x 24 cms.
26.00 euros
Marcial Pons - Prensas de la Universidad de Zaragoza



El periodo histórico entre finales del siglo XVIII y la década de 1830 se corresponde con el inicio de la contemporaneidad en España. La crisis de la monarquía absoluta, la revolución liberal y la separación de los territorios americanos que se produjeron en dicho período tuvieron lugar en un marco cultural que es imprescindible conocer para comprender esos procesos de cambio. Utilizando el concepto de cultura política, los autores de este volumen reconstruyen la génesis y los fundamentos conceptuales de la modernidad política española, estudian los diversos espacios donde se creaban y difundían los lenguajes y visiones del mundo y analizan la diversificación cultural de las diferentes familias políticas.

Presentación:   http://www.marcialpons.es/static/pdf/9788415963370.pdf



Presentación de la obra ............................................................................ 9
Manuel Pérez Ledesma, Ismael Saz Campos

INTRODUCCIÓN ....................................................................................................... 23
Miguel Ángel Cabrera y Juan Pro

Primera parte: Los fundamentos

El sujeto de la política:
naturaleza humana, soberanía y ciudadanía ............................ 37
Miguel Ángel Cabrera (Universidad de La Laguna)

El Derecho y los derechos ....................................................................... 69
Juan Pro (Universidad Autónoma de Madrid)

Patria y nación................................................................................................... 97
Coro Rubio Pobes (Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea)

Cultura católica:
confesionalidad y secularización ..................................................... 127
Emilio La Parra (Universidad de Alicante)

La turbación de los tiempos:
ruptura temporal e historia en la construcción
de las culturas políticas .......................................................................... 155
Josep Ramon Segarra (Universitat de València)

Segunda parte: Los espacios

La imprenta y la opinión pública .......................................................... 187

Los lugares de sociabilidad:
salones, cafés y sociedades..................................................................... 219
Carlos Ferrera (Universidad Autónoma de Madrid)

La política como controversia:
crisis constitucional y respuesta subalterna
en los albores del liberalismo.............................................................. 251
Jesús Izquierdo (Universidad Autónoma de Madrid)

Culturas políticas del exilio................................................................... 271
Juan Luis Simal (Universität Potsdam)

Tercera parte: las familias políticas

La formación de la cultura política liberal en españa...... 299
Noelia Adánez (Universidad Autónoma de Madrid)

La construcción inacabada
de una cultura política realista.......................................................... 319
Jean-Philipp e Luis (Université Blaise Pascal, Clermont-Ferrand)

Los afrancesados:
el Estado como modernidad política................................................. 347
Jean-Baptiste Busaall (Université Paris Descartes, Sorbonne Paris Cité)

Bibliografía.......................................................................................................... 375

ÍNDICE ONOMÁSTICO ............................................................................................ 415

 

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