La Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Sergio Allepuz Giral, autor de “El prado
verde de Jay McKay”
(Prames)
Sergio Allepuz nos
trae en esta ocasión esta obra que ha recibido el Premio de Novela Corta Ciudad
de Cáceres 2015.
Se trata de una novela de carácter juvenil.
Lo que nos cuenta el libro, lo que se nos
explica desde Prames:
Cuenta las vivencias de 4 adolescentes en USA.
Muestra la América profunda desde la mirada asombrada de un europeo y 4 formas
diferentes de enfrentarse a la esa etapa de la vida. Divertida, sincera y muy
profunda al final.
El autor, Sergio Allepuz:
Diplomado en Ciencias Empresariales, escribo
desde 2011 y he participado en certámenes literarios de microrrelato,
relato y novela, habiendo resultado premiado y distinguido en más de 30 concursos (nacionales e internacionales) en las tres
modalidades narrativas citadas. También he colaborado en prensa digital con una
sección propia en las revistas de actualidad: “Enterate
Delicias” y “Enterate Zaragoza Centro”.
Tras mi paso por los concursos literarios veo
el paso a la edición de mi obra como algo lógico e inevitable y en ello estoy
actualmente. Mis publicaciones hasta la fecha son las siguientes:
En solitario:
- “El prado verde de Jay McKay”, novela ganadora del
XL Premio Ciudad de Cáceres, editada en 2016 por la Asociación Cultural El
Brocense y la Diputación de Extremadura.
–“El prado verde de Jay
McKay”. Autoeditada en
2016.
En antologías con otros autores:
– “Amigos para siempre”. Editorial
Hipálage.
– “Colección Miguel Artigas”. Editado por
la DPZ.
– “Bocados sabrosos 2”. Editorial ACEN.
–“Cuentos de la diversidad”. Editorial el
Innombrable.
–“Una mirada de barrio”. Ayuntamiento de
Aluche.
-“Relatos con esencia aragonesa”. Editado por
la Institución Ferial de Monzón.
–“Cuentos para contar en 3 minutos Luis del Val”.
Ayuntamiento de Sallent de Gállego.
-“Palabras contadas”. Editado por La fragua
del Trovador.
–“La esencia de la albada”. Editado por
editorial Certeza.
Cazarabet conversa con Sergio Allepuz:
-Sergio, amigo, ¿desde
dónde surge este libro de libros o preguntado de otra forma este
libro formado por cuatro composiciones narrativas?
-El prado es un libro que nació
una calurosa noche de verano en la playa, plagada de mosquitos, en la que era
imposible dormir. Ante el insomnio que se avecinaba, decidí salir a la terraza
con el portátil y teclee durante aquella noche unas 30 páginas de un relato que
fue el corazón de lo que luego fue la novela. Era un relato sobre el año que
viví en los ochentas en los EEUU y me pareció que era bueno; por lo que se lo
enseñé a mi mujer, quien siempre lee mis borradores cuando me parece que valen
la pena, y le encantó. De hecho, le gustó tanto que fue ella la que me empujó a
no dejarlo en relato y ampliarlo hasta hacer una novela con todo ello.
-Amigo,
¿qué tiene la “América profunda” para haberte inspirado estas cuatro
narraciones tan certeras, como muy bien pensadas…?
-Básicamente, lo que tiene son
enormes diferencias con nuestro modo de vida mediterráneo. Por un lado, la Ámerica profunda es como un viaje retrógrado al pasado en
el que se habla todo el tiempo de Dios, la Patria y de que el peligro viene de
fuera y hay que protegerse (pueden ser los rusos, los chinos, los inmigrantes,
da igual quién sea, mientras venga de fuera). Por otro lado, también puedes ver
ejemplos increíbles de pequeñas luchas individuales para sobrevivir en un medio
muy hostil. Cada uno depende de sí mismo y, gracias a esa fragilidad que todos
conocen, puedes ser testigo de espectaculares ejemplos de solidaridad entre las
gentes del mundo rural.
Respecto a las cuatro
narraciones, supongo que te refieres a los 4 personajes. Son clave, porque nos
sitúan en el escenario a través de sus vidas. Tenemos al estudiante extranjero
que lo ve todo desde su atalaya de ignorante de ese entorno desconocido y no
juzga nada, solo trata de integrarse y aprovechar cada situación que se le
presenta. Luego está Jay, el que da el título a la
novela, quien es un granjero adaptado e integrado a su pequeño mundo rural. No
le pide nada a la vida, solo toma lo que esta le va dando. En tercer lugar,
tenemos a Erika, quien tiene demasiado talento para esa vida de América
profunda. Ella quiere volar a Los Ángeles y desaparecer del pueblo cuanto
antes. Es bella, es lista, tiene don de gentes y no quiere marchitarse en la
zona de granjas de vacas en la que vive. Por último, está Cindy
o Mandy o algo por el estilo, quien es una chica de
la capital del estado (Seatle) y acude al pueblo de
cuando en cuando a visitar a su amiga Erika.
Cada uno de los personajes
tiene sus propios sueños y traumas que nos acompañaran durante el relato y que
dan una profundidad a la historia que, en mi opinión, es lo mejor de la misma.
-Lo
que quería preguntar anteriormente es que se nota que te piensas muy bien la
escena, los personajes, la trama…aún estando a muchos kilómetros de esa
sociedad(que si bien nos es cercana por este mundo globalizado en el que
estamos…el contraste es mucho), pero tú, a mí
entender, lo haces muy, muy bien …y sin “esa improvisación” y esa “impulsividad”
en la que suele caerse a veces..
-Lo cierto es que la trama está
escrita de un modo bastante impulsivo, a base de recuerdos, invenciones, etc.
Lo que ocurre es que luego hay un trabajo exhaustivo de corrección, documentación,
repaso y mejora. Admito que mi modo de escribir es más bien a base de
corazonadas que de cabeza. Dejo salir todo lo que se me ocurre y no me pongo
límites ni esquemas. Luego, más tranquilo, lo releo y corrijo todo lo que
quiero, añado cosas, quito otras, busco datos, etc. Sin la primera fase de
improvisación, no saldrían tan buenas historias porque carecerían de fuerza
narrativa; pero sin la segunda fase de corrección, esas historias se
resentirían mucho, porque se notarían improvisadas, mal acabadas, con fallos.
Creo que ambos sistemas deben de convivir en cualquier creación, ya sea
literaria o no.
-Desde
Estados Unidos, ¿qué plumas, qué creadores, qué retratistas de la época te han
inspirado o en quiénes “te miras” más?; ¿por qué?
-Me gusta mucho la literatura
estadounidense. Soy fan de Mark Twain y su “Huckleberry Finn”, de Ernest Hemingway y cualquiera de sus novelas, de Salinger y su “El guardián entre el centeno”, de John Steinbeck y su “De ratones y hombres” (que creo que tiene
uno de los finales dramáticos más brutales de la historia), de E.L. Doctorow, quien me parece simplemente maravilloso y es muy
desconocido en España por el gran público, y de quien destacaría tres libros
imprescindibles: “La gran marcha”, “El lago” y “Ragtime”.
También me gusta gente como
Stephen King, a quien suelo leer en inglés para practicar el idioma, ya que es
un autor tan famoso que puedes encontrar libros de él en versión original en
cualquier biblioteca pública. Así descubrí también a Lisa Lutz,
que es una escritora que tiene una saga hilarante sobre una extraña familia de
detectives llamados Los Spellman y de quien me he
hecho fan.
En fin, no creo que me mire en
ningún escritor en concreto a la hora de crear; pero sí que me gusta el estilo
narrativo estadounidense en general, porque es muy directo, con muy pocos
adornos. Su fraseo es como a ritmo de latigazos, sin apenas comas ni adjetivos
inútiles que entorpezcan la trama. Siempre ocurre algo, en cada frase, y eso me
gusta. Opino que en “El prado verde de jay Mckay” se nota esa influencia.
-Te
voy a poner dos nombres, casi al azar sobre la mesa y que me han venido un poco
a la mente leyéndote y sabiendo que te fijabas en esa “América profunda” que
puede ser tan monótona, como hiperactiva…que “se nota” y “se ve” un
poco “bipolar”…John Banville, Phillip
Roth, algo de ellos propones porque creo que todos
los escritores miráis un mismo escenario, ¿qué nos puedes reflexionar?
-No he leído ni a Roth ni a Banville, pero el tema
de la América profunda está tratado en cientos de libros, películas, etc. Al
final siempre es el mismo escenario, porque es así. No es que un escritor se lo
invente para su novela y diga: “¡Eh, mira que idea he tenido más auténtica
sobre la América profunda!”, sino que está todo ahí. Solo tienes que coger una
carretera secundaria y llegar hasta cualquier localidad pequeña y te lo
encuentras en las narices. Yo mismo, el año que viví en EEUU estaba en la
América profunda, formaba parte de ella: mascaba tabaco, escuchaba música heavy
en una caravana y jugaba al futbol americano en el instituto. Por ejemplo:
teníamos un vecino que un día volcó su tractor accidentalmente. Nos llamó por
teléfono para pedirnos que le fuéramos a ayudar a ponerlo de nuevo bien con
ayuda de nuestro propio tractor. Cuando llegamos a su granja, lo hallamos a él, lleno de barro hasta la cintura, dentro de
una poza embarrada, insultando y dándole patadas a su propio tractor. Estaba
muy enfadado, porque al volcarlo había descubierto en la parte de abajo del
motor de su tractor (que era de marca americana) una chapa en la que se podía
leer: MADE IN JAPAN. Él había comprado ese tractor de esa marca americana por
patriotismo y se sentía muy engañado. Esa imagen resume todo lo bueno y lo malo
de la América profunda por la que me preguntas
Leía
este año pasado mucho a una pluma joven suiza, pero afincada en Estados Unidos,
Joël Dicker .Personalmente
la leo como una pluma muy entretenida, quizás demasiado….si te gusta lo “más
incisivo y profundo”, pero que a su manera, con sutileza, se relame , y de una
manera, con ciertas aristas de la sociedad USA….Muy sutil, pero certero.. ¿Cómo
te has planteado tú la escritura más desde la sutileza, armándote un poco de
tinta cínica o más desde la naturalidad y cierto descaro?
-La verdad es que es muy
difícil para mí hablar de mi propia escritura, porque yo no me analizo, solo
escribo. Pero, en el caso del Prado verde, opino que he escrito desde la
ironía, el humor y bastante descaro. No obstante también hay profundidad en la
historia que creo que va mucho más allá de la ironía y el humor. Sí, creo que
además hay drama en la vida de los jóvenes protagonistas, alguno muy profundo
como el de Cindy o Mandy o
algo por el estilo, quien es, por mucho, mi personaje favorito de los cuatro.
-¿Cómo
es el pasar de escribir libros de narraciones en el que tu narración o
narraciones comparten ubicación con otras plumas a pasar a ser parte uno mismo
de su propio barco?
-Para mí ese paso que mencionas
es un sentimiento cien por cien positivo y sin presión alguna por mi parte.
Bajo mi punto de vista, he escrito el libro que yo quería escribir, contando lo
que yo quería contar y encima me han premiado por ello con uno de los más
honrados premios que existen en novela corta en España: el “Cáceres de Novela Corta”.
Luego lo he llevado a la primera editorial que ha sido amable como para
recibirme (que casi ninguna lo hace, porque lo cierto es que las editoriales no
buscan autores, al menos las que yo contacté, algunas de las cuales ni siquiera
respondieron…) y tras atenderme de maravilla, el equipo de Prames decidió
publicar mi novela, siendo un autor desconocido para el público, por la única
razón de que la han considerado muy buena y muy digna de ser editada y formar
parte de su selecta colección de narrativa. Y eso sin ser ningún locutor de
radio famosete ni un tertuliano en algún programa de
cotilleos ni tener padrinos en el mundillo editorial, lo cual es, como ya he
dicho, una hazaña actualmente.
Respecto a mis relatos que han
sido publicados en libros de varios autores, también estoy muy orgulloso.
Piensa que para que te publiquen un relato en cualquier antología de certámenes
literarios debes llegar a la final o ganar o ser accésit, etc;
y eso, cuando se presentan 400 ó 600 relatos tiene muchísimo mérito. De hecho,
creo que hay grandes escritores cuya obra no es conocida para el público, que
deben fajarse en estos concursos día a día para rentabilizar un poco la
escritura. Es una pena, porque la mayoría no llegan jamás a editarse de un modo
profesional como se hace con los famosetes y
recomendados que te citaba anteriormente. Pero eso es lo que hay. Por eso
disfruto de cada pequeño éxito como si fuera una gran hazaña, porque en
realidad lo es. Hazañas anónimas, pero hazañas sin duda
alguna.
-¿Por qué buscas la “mirada”
adolescente?; ¿por qué es la que simboliza el cambio de los cambios en la vida
de toda persona?(quizás el impulso a nuestro caminar
por la senda de la vida)
-Esta historia tenía que estar
contada por adolescentes, porque se corresponde con la realidad de mis
recuerdos en mi etapa americana. Además, es una edad que me gusta mucho, porque
los adolescentes tienen la candidez de la infancia, mezclada con una incipiente
maldad o perversión adulta. Son una mezcla de infancia y adultez por venir. Una
bomba de hormonas que hace que puedan estar de fiesta salvaje en una escena y
llorando sus penas más privadas a un amigo en la siguiente escena. Los
adolescentes pueden estar fumando marihuana por la tarde y jugando con muñecos
de acción por la tarde en sus casas. En resumen, creo que siempre dan mucho
juego en una narración, porque no hay nada que sea increíble en lo que son
capaces de hacer o decir.
-Esa
“mirada adolescente” la partes en cuatro maneras de ver, observar, sentir, y
ser sentido, escuchado, visto…un ejercicio muy exhaustivo y polivalente, ¿no?
-Son cuatro miradas
imprescindibles para comprender la historia que trato de contar., creo que sin
esos cuatro puntos de vista sobre la vida, la historia global no sería tan
buena como es (modestia aparte…). Es como si los Rolling
hubiesen querido continuar sin Mick Jagger o los Beatles sin John Lennon.
Ya, ni serían los Rolling ni serían los Beatles.
Tenemos el ejemplo de Queen sin Freddy Mercury: tocan
bien, son buenos, pero, qué quieres que te diga, no son Queen.
-Retratar
a personajes puede hacer que las neuronas creativas puedan terminar con cierto
agotamiento, ¿no?; además tú lo haces siendo en cada narración cada uno de
estos adolescentes como “el centro” de todo .¿Qué nos
puedes decir?
-Sí, la verdad es que son 4
tipos bastante intensos que casi me agotaron la paciencia. Me costó, sobre
todo, mantener la coherencia de sus pensamientos y actuaciones a lo largo de la
novela; debido, en parte, a la intensidad de su personalidad. Pero se lo perdono
todo, porque me hicieron ganar un buen premio de 9.000 euros, porque resumen a
la perfección los estereotipos que necesitaba para la narración y porque el feedback de los lectores me dice que acerté con la elección
de los personajes.
-Me
da que tus cuatro historias buscan como encontrar, cada uno a su manera, la paz
y la tranquilidad que quizás, metafóricamente, encontremos en nuestra mente
como en un prado…y los prados, aquí, los imaginamos verdes….¿Qué nos puedes
decir?
-Bueno, esa paz la buscamos
todos. Es imprescindible, porque sin esa paz de la mente da igual como te vaya
en la vida. Lo primero es la paz mental, la tranquilidad con uno mismo. Y esas
cosas las empezamos a comprender en la adolescencia, que es cuando empezamos a
ser maduros para razonar sobre ello y tenemos tiempo para filosofar y
argumentar nuestras teorías sobre la vida y la muerte. Luego, de mayores,
estamos absorbidos por las responsabilidades y los trabajos y ya apenas
pensamos ni filosofamos, solo seguimos hacia adelante, con el bagaje, mucho o
poco, que hayamos obtenido en esos años de mayor ocio adolescente. Al menos,
ese es mi caso. Por supuesto que no hablo por todo el mundo; aunque seguro que
mucha gente estará de acuerdo conmigo, porque, la verdad, creo que tampoco soy
tan rarito.
-Amigo,
¿qué buscas ejerciendo de narrador?
-Contar mis cosas. Yo solo
quiero contar mi modo de ver la vida, mis sentimientos y quizá mis
experiencias. Lo hago para desahogarme yo mismo. La creación siempre es algo
que hacemos para desahogarnos nosotros mismos y luego, si alguien aprecia ese
esfuerzo, pues tanto mejor; pero la causa siempre es individual. A mí no me
interesa escribir sobre personajes históricos ni otras temáticas si no puedo
opinar y decir mis tonterías habituales. Un poco como Woody
Allen, que siempre está hablando de sus cosas y sus opiniones, da igual qué
película sea o qué libro sea. De hecho, las otras dos novelas que tengo
escritas (sin publicar), siguen en esta línea de contar mis cosas o mis dudas
respecto a la vida; aunque sean de temática distinta a El prado verde de Jay McKay, pero al final es lo
mismo: un autor contando sus pensamientos, experiencias, dudas e ideas e
inventando personajes para hacerlo.
-La
creación literaria para vos debe de ser algo más que el ejercicio de escribir, ¿verdad?
-Por supuesto. De hecho, antes
de escribir probé otras artes creativas, tales como la pintura y la música. Al
final opté por la escritura por dos razones: porque es la que mejor se me daba
y porque es la que mejor me permite expresar sentimientos, ya que con la
pintura y la música dependes mucho de la interpretación del lector y con la
escritura eso no ocurre, o, al menos, no tanto, ya que se lo puedes dar mascado
para que interprete lo que tú quieras que interprete. No obstante, siempre te
sorprenden con sus propias interpretaciones, como ya me ha ocurrido en alguna
tertulia literaria con miembros de clubes de lectura, donde los lectores
analizan tu obra bajo su propio criterio y leen cosas que tú ni sabías que
estaban allí. Es una experiencia excitante y muy desconcertante.
-¿Una
buena historia cambia una vida o tiene el poder de hacerlo?
-No sé si tanto. Yo tengo
algunos libros de cabecera que podría decir que casi hacen eso, pero no me
atrevo a asegurarlo. Son: Siddartha de Herman Hesse,
Juan Salvador Gaviota de Richard Bach,
La Metamorfosis de Kafka y Frankenstein de Mary Shelley. Han sido libros
muy importantes para mí, porque son muy buenos o porque los leí justo cuando lo
necesitaba o quién sabe por qué; pero no sé hasta qué punto habría sido mi vida
diferente sin ellos. Más aburrida, seguro que sí, pero distinta no sé… Lo que
sí puedo decir es que intento que el prado verde de Jay
McKay sea ese tipo de libro de cabecera que lo lees y
no te deja indiferente. Quiero que esos cuatro personajes se queden en la
cabeza del lector y lo haga reflexionar. Si consigo eso con algún lector, he
triunfado.
-O
es más bien al contrario, como que desde una vida se dan la vuelta a todas las
historias…
-Por supuesto que sí. La propia
vida es la que facilita las mejores historias. La realidad siempre supera la
ficción, y si eres buen observador puedes hacer maravillosas historias de
acontecimientos cotidianos. Cada día
ocurren enormes comedias, tragedias y dramas junto a nosotros, entre nuestros
vecinos y amigos. Lo que pasa es que esas historias deben interesarnos por
alguna razón personal para dedicarles tiempo a escribirlas. Si no es así no
vale la pena empezar, porque el esfuerzo es demasiado grande. No te lo
compensará nadie económicamente ni te lo agradecerá nadie; así que debe ser una
motivación personal e individual de contar una cosa que quieras contar.
-Eres
un creador o te “presiento” así como muy global…que piensa en todos y en todo y
que “se aprovecha” de las circunstancias de la vida, de los avances
tecnológicos….te adaptas y los haces también como creador y escritor a esto, ¿es así, ¿qué nos puedes decir?
-Sí, soy muy global. Me encanta
quedar con gente de otros países, practicar idiomas y ver que pensamos todos
muy parecido en muchos temas. Es una cura de humildad ver que en todas partes
saben comer bien, beber bien, reír bien, etc. No solo se vivie
bien en España. Conocer personas de
cualquier parte del planeta te da una visión del mundo menos radical y te abre
la mente. Creo que si todos viajásemos mucho y compartiéramos nuestra amistad
con gente de diferentes continentes, habría mucho menos racismo, xenofobia y
todos esos cánceres de la sociedad. Hay que tener la mente siempre abierta y yo
quiero seguir así para siempre.
Uso los avances tecnológicos,
por supuesto que sí. Escribo en ordenador y ni me planteo coger un boli para redactar un relato. También uso internet para
documentarme. Lo que sí es cierto, es que lo que escribo en el ordenador lo voy
imprimiendo en papel para corregir; porque se ven mejor los fallos sobre el
papel que en el monitor. No sé por qué, pero es así.
-Nos
puedes dar alguna pista de lo que estás trabajando en estos momentos?
-Tengo dos novelas ya escritas: una comedia
sobre los penosos efectos de la crisis de los cuarenta y otra novela, esta es
un drama, sobre el alcoholismo dentro de una familia y cómo este puede casi
destruir la armonía de un hogar. Son dos temas que me interesan mucho. La
segunda idea ya ha quedado finalista en dos prestigiosos certámenes de novela
internacionales que se celebran en España; pero, al no haber ganado, no he
conseguido que la publiquen, pues solo había premio para los primeros
clasificados. Tengo mucha fe en esa historia y me he desangrado al escribirla.
Esa sí que está escrita con el corazón, aunque como siempre, muy corregida
posteriormente. La verdad es que es una pena no ser famosete
ni mediático como te decía antes, porque, de ser así, esa historia ya estaría
publicada. No obstante, si lo consigo, ya verás lo buena que es.
También estoy tratando de escribir algún
relato nuevo, ya que es un género muy bonito. Además, hay muchos certámenes de
ese género en el país y es un modo de conocer gente del mundillo y de tratar de
conseguir algún dinerillo extra (si tienes la suerte y el talento de que te
premien, claro está), para rentabilizar un poquito este arte tan poco lucrativo
del que solo pueden vivir una pequeñísima minoría de escritores.
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