polissecuestrada (1).jpgCazarabet conversa con...   Enrique Javier Díez Gutiérrez y Juan Ramón Rodríguez Fernández, autores de “La “polis” secuestrada. Propuestas para una ciudad educadora” (Trea)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Un libro que reflexiona sobre las propuestas hacia una ciudad y para una ciudad educadora.

Ambos investigadores reflexionan y vuelcan esa reflexión, muy pensada, en este libro sobre qué modelo de ciudad queremos…poniendo el dedo sobre qué cuestiones abordar sin plantear cuestiones esenciales.

Un libro exquisito y minucioso sobre “la polis” y todo lo que de ella, sea o pueda ser considerado como un fenómeno, se va desgranando.

Lo edita, también exquisitamente la Editorial Trea que, desde siempre,, ya nos tiene muy acostumbrada a ediciones muy bien escritas y exquisitas.

El libro forma parte de la colección de ensayos de Trea, abordando diversas materias.

Lo que nos dice la editorial del libro, la sinopsis:

La reflexión sobre qué modelo de ciudad queremos no puede abordarse sin plantear cuestiones esenciales como ¿qué tipo de ciudadanía buscamos?, ¿qué estilo de vida queremos defender?, ¿sobre qué relaciones sociales queremos construir nuestras ciudades? Es necesario partir de la idea de que el capitalismo, en su forma actual neoliberal, trata de producir y gestionar un determinado tipo de paisaje urbano y geográfico favorable para sus propios intereses, para sus propios objetivos y para la garantía de su reproducción y legitimación social como discurso hegemónico. Se nos muestra por tanto la imperiosa necesidad de abordar, por lo acuciante de su gravedad, las repercusiones en términos medioambientales (contaminación, gestión de residuos, insostenibilidad energética y de recursos), arquitectónicos (gentrificación, consolidación de megaproyectos, turistización de las ciudades), económicos y sociales (pobreza urbana, precariedad, guetorización, criminalización de la marginalidad), educativos y culturales (alienación, individualismo, consumismo, racismo, etc.), que el discurso neoliberal genera en las ciudades occidentales.

 

Los autores, Enrique J. Díez Gutiérrez y Juan R. Rodríguez Fernández.

Juan Ramón Rodríguez Fernández es doctor en Pedagogía por la Universidad de Oviedo. Ha trabajado como educador social y pedagogo en la Administración Pública del Principado de Asturias. Actualmente es profesor en la Facultad de Educación de la Universidad de León. Ha sido profesor invitado en la State University of New York (USA), University of Essex (UK) y Anglia Ruskin University (UK). Pertenece al Comité editorial de la revista Ánfora y es revisor académico de las revistas Educare, Journal for Critical Education Policy Studies y Servicios Sociales y Política Social. Es autor de los libros Entreteniendo a los pobres. Una crítica política ideológica de las medidas de lucha contra la exclusión social (Bomarzo, 2016), El análisis político del discurso. Apropiaciones en educación (Octaedro, 2018) y La polis secuestrada. Propuestas para una ciudad educadora (Trea, 2018). Sus líneas de trabajo son el análisis de las políticas neoliberales en educación y servicios sociales, la renta básica y la pedagogía crítica.

https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Javier_D%C3%ADez_Guti%C3%A9rrez

Enrique Javier Díez Gutiérrez es doctor en Ciencias de la Educación, licenciado en Filosofía y diplomado en Trabajo Social y Educación Social. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León y coordinador del Área Federal de Educación de Izquierda Unida, desarrolla su labor docente e investigadora en el campo de la educación intercultural, el género y la política educativa. Es autor, entre otros, de los libros La globalización neoliberal (Roure, 2007), Neoliberalismo educativo (Octaedro, 2018) y La polis secuestrada. Propuestas para una ciudad educadora (Trea, 2018).

Enlaces que te pueden ir bien: https://elcuadernodigital.com/2018/11/26/la-polis-secuestrada-neoliberalismo-y-ciudad/

https://www.youtube.com/watch?v=WdCAnZitx7U

 

 

Cazarabet conversa con Enrique Javier Díez Gutiérrez y Juan Ramón Rodríguez Fernández:

polissecuestrada-(3).jpg-Amigos, ¿están las ciudades presas de ellas mismas?, ¿está como condenadas a morir como de un éxito de “cartón piedra”?

-Hay que partir de la idea que plantea que el capitalismo, en su forma actual neoliberal, trata de producir y gestionar un determinado tipo de paisaje urbano y geográfico favorable para sus propios intereses, para sus propios objetivos y para la garantía de su reproducción y legitimación social como discurso hegemónico. Ese orden urbano produce una serie de efectos y consecuencias en las ciudades, efectos que van desde los procesos de hiperurbanización, fenómenos de recolocación y desplazamiento de determinados colectivos sociales, hasta el aumento en los mecanismos de vigilancia y supervisión de la ciudadanía, privatización de los espacios urbanos públicos, etc. Así como un crecimiento económico sin precedentes que no va acompañado de mecanismos de redistribución, sino que cada vez tiende a acumularse en menos manos. Estudios de académicos que para nada se pueden considerar como de peligrosos radicales antisistema, por ejemplo el economista francés Thomas Piketty, tienden a demostrar este proceso acumulativo del capitalismo en su forma neoliberal. Evidentemente, son procesos que tienen consecuencias e impactos muy diferentes según los colectivos sociales a los que se dirijan.

-Y eso muy en contraste con un mundo rural al que se ha ido desalojando, casi os diría que con sustanciosa premeditación…

-Efectivamente, desde mediados del siglo pasado la población urbana se ha multiplicado exponencialmente en todo el mundo, en un proceso migratorio de hiperurbanización que no tiene precedentes y que como apuntan autores como Saskia Sassen o Edward Soja, no ha hecho sino crecer: actualmente más del 50% de la población, unos 3.600 millones de personas, vive en espacios urbanos. Una hiperurbanización neoliberal que ha supuesto grandes costes sociales, medioambientales y demográficos. Más de 2.000 millones de personas viven en chabolas o en áreas sin acceso a agua potable y sin alcantarillado. Asimismo, el coste en términos de recursos energéticos, en generación de residuos y en consumo de materias primas para sostener el proceso de hiperurbanización ha sido brutal y esquilmador, estimándose que las ciudades usan el 82% del gas natural, el 76% del carbón y el 63% del petróleo mundial. Unos niveles de consumo insostenibles.

-A veces para poblar las ciudades hasta un punto en que la ciudadanía se tiende a deshumanizar….¿qué nos puedes decir?

-Un autor muy interesante, el geógrafo Mike Davis, plantea que vivimos en un planeta de ciudades-miseria, en donde el problema no está en la creación de riqueza, sino en el reparto adecuado de la misma. Pensemos que la mitad de la riqueza mundial se concentra en las 25 ciudades más pobladas del planeta, en donde coexisten centros urbanos dedicados al hiperconsumo, con grandes infraestructuras y en donde predominan las urbanizaciones de lujo; mientras que en la periferia y en los cinturones de las ciudades se aglutinan, en viviendas sociales o en infraviviendas, las clases trabajadoras empobrecidas y las personas migrantes.

La injusticia social tiene su correlato en una injusticia espacial, y no es necesario pensar en distopías futuristas como las que nos muestran las películas Blade Runner, la exclusión social, el miedo al extranjero, las bolsas de pobreza cronificada, la contaminación ambiental y la alineación personal son fenómenos estructurales en buena parte de las ciudades del planeta.

-¿Hay medidas para paliar esa especie de autodestrucción  social que vive “la polis”?

-Por supuesto, ningún discurso social por dominante que sea está totalmente cerrado a la generación de alternativas. Por lo que aprovechando las posibilidades que surgen de las propias limitaciones y contradicciones del capitalismo neoliberal en los procesos de urbanización, es posible señalar y proponer espacios y alternativas para el impulso de acciones contrahegemónicas que contribuyan al cambio social dentro del viejo orden social dominante. Propuestas dirigidas a la construcción de una ciudad educadora para todos y todas, como la reocupación del espacio público, la renta básica, la participación democrática directa, la mirada antipatriarcal y decolonial, el transporte urbano sostenible, el desarrollo de políticas públicas de vivienda que hagan efectivo el derecho que todos tenemos a una vivienda digna, el decrecimiento y la vida lenta, o los modelos educativos que incidan en y profundicen en la democratización de la enseñanza y por ende de la vida.

Todas ellas son propuestas absolutamente viables a día de hoy y que se dirigen a la construcción de ciudades más justas, sanas, felices y equilibradas para el conjunto de la ciudadanía. En definitiva, medidas que contribuyen a reivindicar la ciudad como polis, como espacio político de encuentro, convivencia e intercambio para la ciudadanía. La problemática a la hora de poner en marcha estas medidas no es de tipo técnico o tecnológico, sino de voluntad político-ideológica. Es ahí donde debe hacerse el énfasis a la hora de lograr el cambio social, y por supuesto la educación será clave en esa cuestión.

-¿Por qué a vuestro parecer qué características debe retener “un o una ciudadana polis”?. ¿Qué ciudadanía necesita una “polis”?

-La educación asume un papel central en la cuestión de la construcción de una ciudadanía para la polis del siglo XXI, no solamente la educación formal que se produce en los espacios educativos más al uso, sino la educación no formal y la informal también. Una educación que no se limita a transmitir contenidos y conocimientos de carácter académico que pierden buena parte de su sentido y utilidad social fuera de los muros de la escuela. Es necesario, una educación dirija a formar en cuestiones de utilidad social y con además significatividad personal. No basta con educar en matemáticas o en inglés o formar en competencias profesionales demandadas por el mercado de trabajo, sino que es necesario vincular esos conocimientos disciplinares a las necesidades de una polis en donde valores como la solidaridad, la sostenibilidad, el compromiso ético, la tolerancia o la idea de comunidad sean valores centrales.

Este proceso implica abrir el espacio educativo y académico, la escuela, los institutos, la universidad…, al espacio urbano de modo que se produzca un diálogo entre ambos. Un diálogo que en absoluto será sencillo y que estará poblado de grandes complejidades, pero que es ineludible afrontar. Lo que no tiene sentido es formar a la ciudadanía en competencias y contenidos que no permitan leer y pensar críticamente cuáles son los principales problemas que les afectan como primero como ciudadanos de un mundo globalizado y luego de espacios urbanos.

polissecuestrada (4).jpg-Son muy especiales las relaciones sociales tanto en el medio rural como en la ciudad. Varias preguntas: ¿qué diferencias en torno a las relaciones sociales se establecen en un entorno y en el otro?

-Es peligroso caer en generalizaciones demasiado amplias sobre lo que es el modo de vida en la ciudad y en lo rural. Aunque es evidente que el espacio y el contexto en el que nos desarrollamos influye en nuestro comportamiento social y subjetividad. La vida en el campo con sus rutinas diferentes, con sus tiempos y horarios más cercanos a los propios de la naturaleza y con su utilización del espacio también diferente al de la ciudad, imprime una relación social entre las personas diferenciada con respecto a la que se produce en la ciudad. Lo cual no implica caer en posiciones ingenuas y reduccionistas del estilo lo rural es mejor que lo urbano. Ya Carlos Marx planteaba que los medios de producción, es decir, el tipo de trabajo y las condiciones en las que se realiza influyen poderosamente en la conformación de las relaciones de producción, es decir, de la subjetividad, identidad y relación social de la personas. Así, la vida en el campo contribuye a producir un determinado modo social, un habitus que diría el sociólogo francés Pierre Bourdieu, diferente al que se pueda generar en la ciudad.

Actualmente hay toda una pléyade de movimientos y tendencias, muy diversos y dispares entre sí, que por así decirlo vuelven la mirada a lo rural frente a los procesos deshumanizadores de la polis neoliberal: la producción de alimentos y productos ecológicos más respetuosos con la naturaleza, la permacultura, el neorruralismo, las ecoaldeas, el vegetarianismo, la recuperación de oficios tradicionales, etc. Son planteamientos que buscan el desarrollo social rural y una vida no regida por la productividad y el afán por el dinero, que entendemos no son incompatibles con la lucha por ciudades más acogedoras, sostenibles y democráticas. Con ciudades pensadas para la ciudadanía, no para el capital.

-¿Todo como explicáis en la misma portada es una especie de trampa urdida y pertrechada por el febril capitalismo?

-El capitalismo persigue el beneficio, éste es su objetivo principal. Por ello necesita crecer continuamente y obtener más beneficio. Es como una bicicleta, que si se deja de dar pedales se derrumba. El problema, es que el capitalismo, como un virus, se ha extendido por todo el globo y por todos los ámbitos del planeta, convirtiendo en negocio todos los aspectos de la vida, todas las capas del ser, como dice el filósofo coreano Byung-Chul Han. Ya no le quedan prácticamente nuevas fronteras, otros espacios que conquistar geográficamente. La última frontera, el último “far west” que le quedaban por asaltar son los bienes comunes, lo público y, sobre todo, los servicios sociales y educativos que proporciona la Polis. Una fuente inagotable, puesto que son básicos, necesarios y esenciales para todos los seres humanos de todo el planeta, de forma continua. Se calcula que el volumen de negocio que supone la educación superior pública en la zona de la Unión Europea es similar a la industria del automóvil. Un nicho de mercado tremendamente atractivo para el capital y en su mayoría todavía por explotar.

De ahí que sí, efectivamente, este saqueo de lo público está urdido por el febril capitalismo, es decir, los capitalistas que como ellos mismos dicen y reconocen, claro que existe lucha de clases, y nosotros la vamos ganando por goleada. Porque no tienen límites y quieren seguir explotando y enriqueciéndose hasta límites insospechados cueste lo que cueste, y suponga las víctimas que suponga.

-El capitalismo y todos sus tentáculos de intereses y poderes manejan a lo rural para deshabitarlo y poder allí imponer infraestructuras que sobreexplotan recursos de todos y todas y, en las ciudades, aprovechan la mucha población para manipularla, utilizarla, sobreexplotarla,… ¿cómo lo hacen para que se siga haciendo o “como consistiendo?

-El filósofo norteamericano Fredic Jameson planteaba en uno de sus últimos libros que hoy en día es más fácil para la población pensar en el fin del mundo por algún tipo de holocausto o conflicto bélico, que en el propio fin del capitalismo y su sustitución por otro sistema de organización socio-económica. Es decir, el capitalismo ha adquirido mediante operaciones y procesos de todo tipo (económicas, militares, culturales, etc.), el rango de verdad de sentido común, frente a la cual no hay alternativas.

Sin embargo, es evidente y hay un creciente consenso en torno a esta idea, que el capitalismo neoliberal no tiene capacidad para dar respuesta a los principales problemas de nuestras sociedades. Es más, las respuestas que éste da, agravan aún más tales problemáticas y es en este espacio, el que se generan las contradicciones y limitaciones del sistema capitalista donde surgen posibilidades para el cambio social.

-Pero amigos todo esto, ¿se puede revertir?, ¿cómo y de qué manera?

-Entendemos el papel de las ciudades como espacios urbanos y entornos habitables, configurados como redes territoriales y culturales, que pueden generar una educación invisible sostenida y entrelazada por sus habitantes, promoviendo la participación activa de estos y sus organizaciones y movimientos sociales en la construcción de una ciudad educadora que hace de cada uno de sus espacios y momentos un auténtico recurso educativo al servicio de la comunidad. En este sentido, la ciudad educadora se sitúa en la perspectiva de la educación crítica, de los movimientos sociales y las organizaciones no gubernamentales que luchan por transformar la sociedad y el uso del espacio urbano para generar ciudades más igualitarias e inclusivas. Pero, además, es una forma de lucha y de resistencia de los actuales movimientos sociales urbanos que se reivindican como comunidades políticas y de ciudadanía construyendo una utopía colectiva que heredar a las generaciones venideras.

-La educación, como piedra angular de esta sociedad, ¿qué  papel debería de jugar?

-El papel clave de la educación es ofrecer a las nuevas generaciones una forma de ver, comprender, estar y actuar que no esté colonizada por el pensamiento único del capitalismo. No se trata sólo de los asuntos del currículo y las prácticas cotidianas del aula de clase. Se trata del tipo de educación que queremos, la política educativa que se debe desarrollar, los contenidos esenciales que queremos transmitir a las futuras generaciones. Se trata de analizar al servicio de quién se diseñan, a quién favorece y qué tipo de sociedad ayudan a construir. Porque, en definitiva, cualquier práctica educativa cotidiana tiene que ver esencialmente con las cosmovisiones y las estructuras económicas y políticas actuales.

Antes que ver la enseñanza como una práctica técnica, la educación crítica considera la educación una práctica moral y política bajo la premisa de que el aprendizaje no se centra únicamente en el procesamiento del conocimiento recibido, sino en la transformación de éste como parte de una lucha más amplia por los derechos sociales y la justicia. No podemos permitir que el curriculum de aprendizaje de nuestro alumnado esté ajeno al modelo económico y político imperante. Como si de ellos y ellas no dependiera. Esto sería una forma de imbuirles en la creencia de que no es posible otro mundo, que no es posible una verdadera democracia social, responsable y participativa. Por eso el desafío fundamental para la educación del siglo XXI, dentro de la actual época de neoliberalismo, es facilitar a los estudiantes las condiciones y dotarles de las habilidades y el conocimiento imprescindible para reconocer las formas antidemocráticas de poder, inquirir sobre las razones profundas de las injusticias y pelear contra las sistemáticas desigualdades económicas, de clase, de etnia y de género, conectar el trabajo escolar con los asuntos de la vida real social y política de nuestra sociedad. Porque la educación es inseparable de la vida, del modelo social y político que queremos construir y defender.

-¿Qué papel debe tratar de jugar la polis, hoy…mirando, ya, al futuro?

-Es un espacio privilegiado para la construcción de una ciudadanía más cosmopolita, diversa y tolerante con las diferencias. En lugar en el que sentar las bases para la construcción de un orden social más democrático y complejo del que tenemos a día de hoy. Insistimos en que las ciudades no son simplemente espacios de especulación financiera o lugares para el crecimiento constante del capital, sino que pueden ser espacios de confluencia e intercambio de culturas, de igualdad y de participación de una ciudadanía crítica. Hay experiencias de ciudades que lentamente, pero de forma constante, están avanzando en esta dirección con diferentes proyectos y propuestas sobre la ciudad. En España, las políticas urbanas impulsadas en las ciudades de Barcelona y Madrid son claros ejemplos. A nivel internacional las ciudades que participan en la  red de Ciudades Lentas o en la de Las Ciudades Amigas de la Infancia también se pueden insertar en esa lucha por lograr espacios más acogedores e inclusivos para el conjunto de la ciudadanía.

-La mayor respuesta es que sea “acogedora” en todas las perspectivas y planos sociales, ¿verdad?

-Efectivamente, y en ese proceso por conseguir ciudades acogedoras la educación es un vector más dentro de esa estrategia de cambio. Un vector que junto con otros como el decrecimiento, la sostenibilidad, la participación democrática directa, la generación de espacios públicos para todos, el fortalecimiento de servicios sociales, educativos, culturales y sanitarios públicos, etc. contribuya a sentar los primeros pasos para movernos en esa dirección.

Una dirección que nos parece incompatible con la que plantea a día de hoy las visiones que entienden la ciudad como un espacio de especulación económica por encima de las necesidades de la ciudadanía.

-Una ciudad, además “educadora”…Decidnos o explicadnos cómo esto lo podemos, entre todas y todos , conseguir….porque, pienso hasta , los que nos desplazamos desde el medio rural debemos de jugar un papel en ello….

-La educación es un proyecto de desarrollo de las personas como ciudadanos y ciudadanas partícipes activamente en el proyecto político, económico y cultural de la polis en la que viven. Y eso supone la imposible separación entre educación y práctica política.

Por eso, la reconstrucción de otro tipo de sociedad requiere no sólo luchas, propuestas, reivindicaciones y acciones concretas, directas y a corto plazo; exige simultáneamente un planteamiento estratégico fundamental a más largo plazo: la necesidad de involucrarnos toda la polis, toda la tribu, en educar en nuevos valores socioculturales a las nuevas generaciones. Es aquí, en el campo de batalla de la educación donde se libra la lucha estratégica y esencial, y es aquí donde se han de concentrar las fuerzas también. Las futuras generaciones necesitan referentes de “otro mundo posible” que salve a la humanidad y al planeta de la barbarie capitalista.

 

_____________________________________________________________________

Cazarabet

c/ Santa Lucía, 53

44564 - Mas de las Matas (Teruel)

Tlfs. 978849970 - 686110069

http://www.cazarabet.com

libreria@cazarabet.com