La
Librería de El Sueño Igualitario
PEPITAS CALABAZA ES SIEMPRE SINÓNIMO
DE UNA LITERATURA EXCELENTE Y EXIGENTE.
No te puedes perder ni INVIERNO de Eva
Valgañón ni BREVE RELACIÓN DE VIDAS EXTRAORDINARIAS de Martin Olmos.
Nos acercamos, primero, a Invierno de Eva Valgañón.
http://www.pepitas.net/libro/invierno
Una narración pletórica y viva desde
esta etapa estacional y “climatológicamente adversa”---según cómo se mire—que
nos reviste a todos de una inmensa serenidad. Elvira Valgañon
humaniza al Invierno de la mejor manera de nadie lo puede hacer…
Pepitas de Calabaza lo edita con la
pluma de, llena de una “sensibilidad pausada”, como asumida desde lo que
pretende decir hasta lo que dice.
Una historia que se remonta a la época
Moderna, en la que Napoleón era el “peón- emperador” en el tablero geopolítico
y la trama y trasfondo histórico de esta historia está sumergida en esa época.
La sinopsis del libro:
A las puertas del invierno de 1809, un
soldado escapa de las filas del ejército napoleónico porque no fue a la guerra
para matar civiles. El desertor, moribundo, es acogido en un pequeño pueblo de
la sierra hasta que… Vidas y secretos, pasiones calladas y esperanzas ciegas se
cruzan durante más de un siglo y medio en las calles y los prados de ese
pequeño pueblo sin otra magia (a pesar de la casa encantada o de un
espantapájaros que trata de comprender el mundo) que la vida; un lugar, casas,
plazas, bosques, cielo, cuevas, donde el aire huele a nieve y a cristales de
escarcha, donde siempre son largos los inviernos.
Niños que sueñan, ancianos que no
quieren olvidar, hombres y mujeres que soportan unos días en los que todo
parece invierno. Pero no todo es lo que parece, porque en esta novela, suma de
historias que se mezclan como las hojas de las hayas caídas sobre un sendero,
Elvira Valgañón deja entrever que la belleza y piedad
son los mejores recursos para hacer de la vida y de la literatura un lugar
habitable.
Una obra emocionante de una escritora
detallista y esencial, atenta a los sonidos y los silencios de las palabras.
Una escritora, Elvira Valgañón, que está aún por
descubrir por el gran público, y cuya novela nos sentimos particularmente
orgullosos de publicar.
La autora, Elvira Valgañón:
Elvira Valgañón nació en Logroño, en 1977. Es licenciada en
Filología Hispánica e Inglesa. Sus relatos han aparecido en antologías, así
como en periódicos y revistas literarias. Es autora de la novela Luna
cornata, publicada en 2007. Ha traducido,
mano a mano con Ángel María Fernández, Nonsense,
antología de la poesía del escritor inglés Edward Lear, editada por Pepitas, en
2014.
Su anterior novela,
Luna Cornata. Algo más que un término en fotografía: https://diccionariofotografico.wikispaces.com/Luna+cornata
Elvira Valgañón escribió una novela utilizando ése término o se
inspiró en él: Luna Cornata es la historia de una pareja, ella, una fotógrafa
española que vive en Dublín, él, profesor visitante en el Trinity College, cuya vida se entrelaza con las vidas inventadas
que se cuentan el uno al otro para distraerse en sus insomnios. El juego, que
comienza cuando se van a la cama y termina siempre al amanecer, llena sus
noches en vela de días inventados, confundiendo el pasado con el presente, lo
real con lo imaginado, la vida con la literatura.
Pero la pluma de Martín Olmos pega, también,
de forma muy contundente con Breve relación de vidas extraordinarias.
Breve relación de vidas
extraordinarias.
http://www.pepitas.net/libro/breve-relacion-de-vidas
Pepitas de Calabaza, recoge y acoge,
la pluma de Martín Olmos para ofrecernos una “historia de historias” y como el
título “refiere”, estas son “extraordinarias”. Y son extraordinarias porque son
firmes y unánimes y porque son auténticas y como vomitadas a cada pálpito
creativo del escritor. Martín Olmos es un narrador descriptivo desde los
personajes muy incisivo…coge la pluma, a modo de bisturí y disecciona hasta
llegar a la médula. Entonces nos la enseña o saca las tripas o hasta es capaz
de abrir todos los corazones…y lo hace magistral. De tal forma que leer a
Martín Olmos, si tienes afinidad para escribir un poco, te hace sentir muy,
muy, muy pequeñica, como una pulga o algo peor, quizás un chinche. Siente
envidia, sana o no, cada uno o cada cual a lo suyo y que responda a su conciencia,
pero sabes y estás leyendo que lo que se escribe está tan bien elaborado que
tus escritos se destiñen o se emborronan. Martín Olmos escribe tan bien y de
manera tan bien elaborada que sus lecturas se hacen imprescindible al menos una
vez en la vida. Lo que te hará incurrir en más lecturas.
Pepitas de Calabaza, esta editorial de
La Rioja, es “punta de lanza” en ofrecer esta narrativa tan, ¿cómo lo diría?,
vanguardista, renovada y muy, muy personal. Su editor Julián Lacalle apuesta, y
lo tiene muy claro, por visiones muy atrevidas y particulares más allá de
contar las historias; también es atrevido en la manera que tienen los
escritores de contarlo, en cómo hacerlo
y desde dónde hacerlo…No es una editorial que edite para vender grandes
tiradas. Es una editorial que trata de editar calidad y de apostar por plumas,
conocidas o no, pero que son toda una garantía. Sus escritores y escritoras no
se casan con nadie, solamente con su libertad y eso les agiganta desde su
manera de ser hasta su sombra y esto retroalimenta la “reputación” de la propia
editorial.
Sus plumas—me refiero a las que van
publicando desde Pepitas de Calabaza-- y sus historias son de una calidad
inquebrantable. Te podrán gustar, más o menos, pero son muy honradas y buenas. Se casi puede “palpar”
la calidad de las mismas y desde diferentes perspectivas y miradas. Se nota,
además que la relación entre narradores, en este caso el narrador Martín Olmos
y el editor es espléndida, se nota que hay ósmosis en la relación y que ésta se
transmite mucho más allá.
Martín Olmos, tiene la costumbre, sana
por lo demás—si nos ceñimos a lo literario—a acercarnos, llevándonos casi de la
mano, hasta una especie de “submundos” donde nada está descartado y todo, a la
vez, converge de una manera casi mágica hacia un rincón tétrico, oscuro, poco
claro…el interior del ser humano es, quizás, más así que de cualquier otra
manera.
La sinopsis del libro, aquello que nos
explica Pepitas de Calabaza:
Breve relación de vidas de
ilustres, santos, póstumos, asesinos y orates contadas con abreviación y
docencia para que las saque aprovechamiento la posteridad y no las guarde el
olvido.
Breve relación de vidas
extraordinarias posee dos virtudes incontestables que son la
de la fidelidad que le guarda a su título porque su lectura es breve y dice de
vidas extraordinarias y la ociosidad de andar mendigándole a un célebre un
prólogo porque requiere más bien a un charlatán subido a una caja que pregone
al asturiano zampabollos, al loco de las orejas grandes, a la muerta que
parpadea, al ladrón disecado, a la cerda comeniños,
al cura capador, al zíngaro de las dos pistolas y al carajo de Rasputín.
De su primer libro, Escrito en negro, se ha dicho o, más bien, se dijo:
«En esta vida y en las dos siguientes
no lo veo posible pero, en la de después, me pido escribir la mitad de la mitad
de bien que Martín Olmos. Escrito en negro me ha vuelto loco».—Javier
Fesser.
«Escrito en negro fue todo un viaje,
un regusto de prosa, una aventura de perversidades».—
Darío Jaramillo
«Como siempre con Martín Olmos, al
leerlo te dan ganas de estrangularlo y quedarte con sus manos».—Manuel Jabois
Como “se habla tan bien del libro os
lo “presentamos”: Colgaron a un elefante en Tennessee por matar a un pelirrojo.
Le marcaron la jeta a Capone. Jack destripó a una ramera. Paco el Muelas le
vendió a un primo un tranvía. Asaetaron a san Sebastián. Mataron al Jaro, que
solo tenía un cojón. Al general Galtieri le salió
corta la meada. Le hicieron un cuplé a un legionario. William Burroughs le voló la cabeza a su mujer. Norman Mailer
acuchilló a la suya. Le dieron lo suyo a Rodney King;
le zurraron los pasmas durante ochenta segundos y se
volvió loca la jungla. El Lobo Feroz servía de garrafón. El Bizco del Borge
miraba torcido y disparaba derecho. Lincharon a dos desgraciados en San José y
se forraron los tasqueros. Se cargaron al Ringo en un burdel de Nevada; andaba
guapeando a una coja. Perpetuaron el revés de Billy el Niño. En la calle de la
Princesa vivía una vieja marquesa. La Dulce Neus
enseñó las peras en el Interviú. El general Millán Astray
era desmontable. Estamparon camisetas con la cara del caníbal y les pusimos
nombres a los monstruos. Siguiendo los pasos de aquellos ciegos que contaban
crímenes en las plazas de pueblos y ciudades, pero con los ojos más abiertos y
con mucha más documentación, Martín olmos nos narra con detalle crímenes y
criminales, conformando con esta galería todo un compendio del mal en estado
puro.
Este libro consiguió: [Premio
literario Bodegas Olarra & Café Bretón de Logroño
2014] [Premio Rodolfo Walsh a la mejor obra no
ficción se la Semana Negra de Gijón 2015] [Premio Euskadi de Literatura 2015]
[…] El hombre lleva asesinando a sus
semejantes desde que descubrió que una piedra es más dura que una cabeza, pero
generalmente necesita un motivo, que o lo tiene o se lo inventa. La razón de
matar es grandilocuente en los magnicidios, quizás altruista, pero normalmente
es codiciosa y se viene matando frecuentemente por quitarle al otro lo que
tiene y, puestos a buscar causas, David Berkowitz
decía que asesinaba porque se lo mandaba el perro de su vecino, que era el
diablo Belcebú. Se mata por amor y por desamor, por celos o por un calentón de
pitarra, se mata por una idea que normalmente no merece la pena y se mata
porque uno siempre tiene la razón; y por un millón lo mismo que por una perra
gorda, por la linde de la huerta, por el honor, por presumir de macho delante
de la novia y por hambre. Pero no se mata por nada como no se sale a la calle
una noche de diluvio si no se tiene que ir a por pitillos. Ni se mata por
juego, que para eso se inventaron los árabes el ajedrez. […]
El autor, Martín Olmos:
Martín Olmos (Bilbao,
1966) obtuvo con su primer libro, Escrito en negro (Pepitas, 2014) el Premio Café
Bretón-Bodegas Olarra, el Rodolfo Walsh
de la Semana Negra de Gijón y el Premio Euskadi de Literatura y cuando se iba a
comprar un piano para poner encima los galardones y lucirlos, quizá pretenciosamente,
ante las visitas, le pusieron de patitas en la calle del periódico donde
publicaba por escribir un artículo, de actualidad rigurosa, sobre el rey
Alfonso XIII. Martín Olmos disfrutó escasamente día y medio de una importancia
que no tenía y de cierto aire de autor maldito y rápidamente regresó a la
irrelevancia. La circunstancia, no obstante, adorna su biografía a falta de
otros imponderables.
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