La
Librería de El Sueño Igualitario
Cazarabet conversa con... Antonio
Ramírez Navarro, autor de “El optimismo
de los desesperados. Historia del PCE en Almería (1922-1939)” (Universidad de
Almería)
Antonio Ramírez Navarro
se adentra en el corazón del Partido Comunista de España en esta provincia
andaluza.
Lo hace gracias a
la sección editorial de la Universidad de Almería, EDUAL.
Esta
es la historia de un fracaso. Impulsados por un determinismo científico que
daba su victoria por segura, los comunistas se propusieron asaltar los cielos,
crear una sociedad y un hombre nuevos sin injusticias y sin relaciones de
dominación. Procedían del proletariado, la clase de sufrimiento universal, la
que lo producía todo sin tener nada, la que, según los profetas de la
Internacional, estaba llamada a acabar con la burguesía y a construir un mundo
sin explotadores ni explotados. En una tierra inhóspita y pobre, sostenidos por
una ideología que les prometía el aquí y ahora de un paraíso inminente,
intentaron dejar de ser víctimas de la historia para erigirse en protagonistas.
Tras atravesar décadas de miseria, cárceles y humillaciones, los dirigentes
comunistas comenzaron a ser conscientes de su poder durante los años treinta.
Hablaban entonces de una revolución que no estaban en condiciones de acometer
pero que sirvió de coartada para la reacción de esa burguesía a la que se
proponían destruir. El final de esta historia es de todos
conocido.
Los comunistas acabaron fusilados, en la cárcel o en el
exilio. Los que creyeron escapar a la venganza franquista se encontraron en
Argelia con que sus sufrimientos no habían hecho más que empezar. El PCE,
descabezado y perseguido, iniciaba el largo camino de la clandestinidad sin
segundas oportunidades para alcanzar el poder porque la alegría revolucionaria
pasó por la puerta pero dos veces no pasa. Las páginas de este libro intentan
llenar un vacío historiográfico en Almería. Socialistas, republicanos,
radicales, falangistas y católicos han sido objeto de distintas monografías a
lo largo de los últimos años pero los comunistas han prolongado su derrota
haciendo una especie de mutis por el foro de la historia local.
Enlace
que te puede ir bien:
Cazarabet
conversa con Antonio Ramírez Navarro:
-Antonio, ¿qué rasgos diferenciales tiene el
comunismo y sus gentes de Almería respecto a las de otras zonas de España?
-En un partido tan
centralizado y jerárquico como el PCE había poco margen para rasgos diferenciales
o para exotismos locales. Pero en líneas generales se puede decir que Almería
era una provincia extremadamente pobre, lo que la convertía en un territorio
abonado para la difusión de las ideas comunistas, aunque hasta los años veinte
vivió un cierto auge económico ligado a la exportación de la uva de mesa. El
PCE surgió como un partido urbano que poco a poco consiguió extender su
influencia por la provincia hasta convertirse en un partido de masas durante la
guerra civil.
-¿Y
si miramos en las diferencias que puede albergar dentro de la propia región de
Andalucía?
-Quizás una de las
diferencias fundamentales con el resto de Andalucía era la estructura de la
propiedad de la tierra, con un porcentaje de jornaleros sensiblemente inferior
al que se registraba en las provincias occidentales de la región. Eso influyó
en el crecimiento del PCE entre los pequeños propietarios durante los años de
la guerra. También hay que señalar la menor presencia de las organizaciones
anarquistas lo que dejaba abierta la disputa sobre un proletariado y un
campesinado menos ideologizados que en otras provincias.
-Háblanos
del proceso de documentación para este libro
-Ha sido un proceso
lento porque la documentación que se ha conservado es escasa y está dispersa.
Hay que tener en cuenta que las organizaciones comunistas destruyeron buena
parte de sus archivos al final de la guerra para intentar evitar represalias.
He utilizado la documentación que se conserva en el Archivo Histórico
Provincial de Almería y la de los archivos municipales de la provincia. También
consulté el Archivo Histórico del PCE, el de CCOO en Sevilla, la Fundación
Pablo Iglesias de Alcalá de Henares y el Centro de Documentación de la Guerra
Civil en Salamanca. Para el capítulo sobre los campos de concentración
argelinos, aproveché una estancia de verano en la universidad de Aix-Marseille para consultar la documentación del Archivo
Nacional de Ultramar de Aix-en-Provence.
-¿Y
cómo ha sido la metodología de trabajo?
-Tras reunir casi
toda la documentación existente sobre el PCE de Almería en los archivos citados
y en otros como el Histórico Nacional o el General de la Administración de
Alcalá, me centré en la prensa de la época que afortunadamente en el caso de
Almería está digitalizada. He ido ‘reconstruyendo’ la composición de los
comités locales y de las organizaciones de la ‘galaxia’ del PCE y la
participación comunista en los comités revolucionarios que se formaron durante
los primeros meses de la guerra y en los ayuntamientos que se reorganizaron en 1937.
Como buena parte de los protagonistas de esta historia, -Bravo, Talens, Molero o Alférez-, han caído en el olvido, he
procurado indagar en sus biografías y explicar qué fue de ellos después de la
guerra. Aunque el libro tiene su origen en una tesis doctoral, he intentado,
quizás por mi formación como periodista, que la narración sea amena y pueda ser
fácilmente seguida por cualquier persona interesada en la historia del
movimiento obrero y la guerra civil.
-¿Cómo
era el PCE en Almería en 1922?
-El PCE se formó en
Almería a finales de 1922, tras una visita a la ciudad de Ramón Lamoneda. Ya en 1923 quedó constituido un grupúsculo
sectario nucleado en torno a la figura de Justiniano Bravo, revolucionario
profesional nacido en un pueblo de Ciudad Real y enviado por el Partido para
dirigir la huelga minera de Serón. La militancia era tan escasa que las
reuniones se hacían en la casa de Bravo.
-A
grandes rasgos: ¿qué procesos de evolución o involución fue sufriendo el PCE en
Almería?
-El PCE almeriense
sufrió bastantes altibajos desde su fundación hasta el final de la guerra.
Cuando apenas tenía un año de vida comenzó la dictadura de Primo de Rivera.
Gerald Brenan asegura en ‘El laberinto español’ que
el PCE era tan insignificante en la época que Primo ni siquiera se tomó el
trabajo de perseguirlo pero lo cierto es que mucho dirigentes comunistas fueron
encarcelados. Almería no fue una excepción y tras vivir una auténtica travesía
del desierto, en 1929 el grupo de Bravo acabó en prisión. La proclamación de la
República supuso la legalización del Partido pero los comunistas se opusieron
al nuevo régimen y lo recibieron con una pequeña manifestación al grito de
‘¡Muera la República! ¡Vivan los soviets!’ aunque como confesó años después
García Maturana, uno de los principales dirigentes almerienses: “no sabíamos lo
que era un soviet”. Comenzó entonces un lento crecimiento de la militancia y
una expansión por la provincia. Hasta ese momento el PCE en Almería había sido
un partido urbano sin presencia en los pueblos. El bienio radical cedista trajo un nuevo retroceso del Partido pero también
un cambio de estrategia que acabó con la soledad del PCE. Aunque no consiguió
colocar a ninguno de sus militantes dentro de la candidatura provincial del
Frente Popular, 1936 marcó el comienzo del crecimiento exponencial del PCE.
-¿Cómo
fue el viaje del Partido Comunista de Almería con respecto a otros partidos y
tendencias de la izquierda, sean socialistas, anarquistas?
-Las relaciones de
los comunistas con el resto de organizaciones proletarias fueron siempre más
que complicadas. El PCE nació como una escisión del PSOE y las rupturas suelen
ser traumáticas. Durante el periodo que se ha denominado de ‘clase contra
clase’ o etapa sectaria del PCE, los militantes del PSOE eran designados
sistemáticamente por los comunistas como ‘socialfascistas’.
El PCE propugnaba entonces una política de Frente Único que intentaba la unidad
proletaria por la base sin contar con los dirigentes de las organizaciones
socialistas y anarquistas lo que, como es lógico, acabó en un fracaso. En
Almería comunistas y socialistas se disputaron el control de la Casa del Pueblo
y la influencia sobre un incipiente proletariado urbano. Los socialistas tenían
mucha más importancia en la provincia pero en la ciudad, en 1933, las fuerzas
casi llegaron a equilibrarse cuando los comunistas consiguieron que buena parte
de las Juventudes Socialistas se pasara al PCE, en un antecedente de lo que
tres años después iba a pasar con la JSU. En ese momento era corriente que los comunistas
denominaran a los socialistas almerienses como ‘perros de la burguesía’. Un año
después la Komintern impulsó las políticas de Frente Popular y todo cambió.
Socialistas y comunistas se convirtieron en aliados, fracasaron juntos en la
intentona revolucionaria de octubre de 1934 y juntos se aliaron con los
partidos republicanos para formar el Frente Popular. Durante la guerra incluso
hubo un intento de formar un Partido Único del Proletariado en el que deberían
haberse integrado las dos formaciones marxistas. Es interesante leer los
informes internos que los responsables de llevar a cabo el proceso de unidad
mandaban a sus organizaciones. Mientras en los periódicos todo era hermandad
proletaria, la documentación estaba llena de descalificaciones a los camaradas
socialistas o comunistas. Y por lo que se refiere a los anarquistas, las
relaciones fueron aun peores. Cuando acabó la dictadura de Primo el PCE puso en
marcha un proceso para reconstruir la CNT lo que fue interpretado como un
ataque por parte de los libertarios. El PCE fracasó en su intento de controlar
la CNT y tuvo bastantes diferencias estratégicas con los anarquistas pero todo
empeoró durante la guerra. Tras la desbandada de Málaga, cuando se produjo el
caso Maroto, comunistas y anarquistas estuvieron al borde del enfrentamiento
armado en Almería, tal como ya había ocurrido en Valencia con la Columna de
Hierro y como iba a ocurrir en Barcelona durante los hechos de mayo.
-¿Y respecto a los sindicatos?
-El verdadero talón de
Aquiles del primer PCE fue la falta de un sindicato propio, lo que lo colocaba
en franca desventaja con respecto al PSOE. Tras debatir sobre la posibilidad de
crear una central sindical o infiltrarse en la UGT se optó por esta última
estrategia, el ‘entrismo’. Aunque en Almería se
consiguieron algunos éxitos parciales como el control de los sindicatos ugetistas de hostelería, barrilería y artes blancas, en
general la estrategia fue un fracaso. En 1932 comenzaron las reuniones para
formar la CGTU. El sindicato comunista
quedó formalizado en 1934 y, tras una vida efímera y no demasiado exitosa y de
acuerdo con la nueva estrategia de unidad, se acabó integrando al año siguiente
en la UGT. Sin embargo la influencia comunista en la UGT almeriense no dejó de
crecer hasta hacerse con el control de buena parte de la ejecutiva provincial
en 1937. De la misma manera que se intentó un Partido Único del Proletariado,
hubo también un intento de fusionar la UGT y la CNT pero aunque se crearon
numerosos comités de enlace, la iniciativa acabó en un nuevo fracaso por las
enormes diferencias doctrinales y estratégicas.
-Cómo
eran las personas que se acercaron al partido en esos años?
¿Los “perfiles” de los que se acercaban en el 22 eran los mismos que los de los
años de la República o incorporaciones más tardías?
-No, sin duda el
perfil del militante comunista fue cambiando a lo largo del periodo. En los
primeros años el PCE solo pudo atraerse a un pequeño grupo de militantes muy
ideologizados. Abundaban los barrileros, que constituían una aristocracia
obrera dentro del misérrimo proletariado almeriense. La República supuso la
ampliación de la militancia y la entrada en el partido de campesinos, obreros
de toda condición y algunos representantes de las clases medias. La figura más
destacada del periodo fue Federico Molero, ingeniero y yerno de Bravo. Fue un
caso excepcional, el primer comunista almeriense que procedía de la burguesía
acomodada y que contaba con una sólida formación intelectual. Jugó un papel
estelar en la defensa de Madrid como uno de los responsables del Batallón del
Subsuelo y ya en Rusia se convirtió en un pionero del uso de la energía solar y
entró en la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Durante la guerra el
PCE recibió una militancia de aluvión con una importante presencia de las
clases medias y de la pequeña burguesía aunque el partido siguió siendo una
organización de obreros y campesinos esencialmente. En diciembre de 1935 el PCE
contaba en Almería con poco más de cincuenta militantes activos. Dos años
después los afiliados pasaban de 10.000 (la provincia tenía algo más de 340.000
habitantes) y se habían formado cien radios en las distintas localidades. A eso
hay que sumar que la JSU, en la práctica una organización más del PCE, alcanzó
los 11.000 militantes. En enero de 1938 y según los datos elaborados por
Hernández Sánchez, Almería era la quinta provincia de la España leal por
militancia comunista en relación con su población. Los comunistas fueron
decisivos en la formación de las primeras columnas que partieron hacia el
frente de Granada, impulsaron la creación de los refugios subterráneos y
defendieron la pequeña propiedad agraria. Los pequeños propietarios agrícolas y
las clases medias urbanas encontraron en el PCE un refugio frente a la deriva
revolucionaria del sector caballerista del PSOE, que
era el que predominaba en Almería, y el crecimiento también acelerado de las
organizaciones anarquistas. Tampoco se puede olvidar que muchos derechistas
buscaron el aval revolucionario haciéndose con un carné comunista que les
protegiera de la acción de los comités revolucionarios. Lo mismo ocurrió con
las organizaciones anarquistas y en menor medida con las socialistas.
-Amigo
Antonio, ¿nos puedes dar alguna pista en lo que estás trabajando en estos momentos?
-Estoy trabajando en
una historia del movimiento libertario de Almería. A pesar de que las
organizaciones anarquistas aparecieron en la provincia durante el Sexenio
Revolucionario y hubo localidades como Adra o Berja
con una presencia de los internacionalistas, en general
las ideas libertarias no tuvieron la importancia que alcanzaron en otras
provincias andaluzas. Eso ha influido quizás en que no se haya valorado
suficientemente la historia de las organizaciones anarquistas y la escasez de
documentación ha llevado a que, hasta la fecha, no se haya publicado ninguna
monografía sobre el tema. También estoy terminando una investigación específica
sobre los republicanos españoles en los campos de concentración argelinos,
basada fundamentalmente en la documentación del archivo francés de Aix-en-Provence.
-Historia
del Presente, el grupo de trabajo de Memoria Histórica en torno a la
Universidad de Almería, ¿qué línea de investigación está llevando a cabo; cómo
lo hace; qué tendencia y metodología de trabajo lleva a cabo?
-Desde su creación el
grupo, integrado por unos veinte historiadores y dirigido por Rafael Quirosa-Cheyrouze, se ha centrado en la investigación sobre
el periodo republicano, la guerra civil, la represión franquista y la
Transición. A lo largo de los últimos años se han publicado numerosas
monografías sobre la República, la guerra y la represión en distintas
localidades de la provincia y se han organizado varios congresos
internacionales sobre la Transición. La apertura del archivo militar Jutoter 23 ha sido clave para poder recuperar la
información sobre la represión franquista y ha permitido crear extensas bases
de datos sobre los represaliados. Se ha trabajado también la historia oral,
rescatando testimonios de los últimos supervivientes de la guerra y se han
realizado tareas de documentación muy importantes, como el fotocopiado de los
libros de actas de los ayuntamientos de la provincia.
24307
El optimismo de
los desesperados. Historia del PCE en Almería (1922-1939). Antonio Ramírez Navarro
302 páginas
17,00 euros 22 x 14 cms.
Universidad de Almería
A lo largo de 1937 el PCE superó los
diez mil afiliados y los cien radios en Almería convirtiéndose así en el primer
partido de la provincia por número de militantes y por el poder que logró
acumular en las instituciones republicanas -ayuntamientos, gobierno civil- y en
el Ejército. Esta monografía, la primera que se realiza sobre la historia del
PCE en Almería, narra los orígenes del partido en 1922, la travesía del
desierto que supuso la dictadura de Primo de Rivera y los años convulsos de la
Segunda República, en los que logró consolidar su estructura y extenderse por
los pueblos más importantes de la provincia. El giro que realizó el PCE en
1934, siguiendo la estrategia de la Komintern, le permitió salir del
aislamiento, forjar alianzas con otras fuerzas de la izquierda en defensa de la
República democrática y conseguir una mayor influencia entre el proletariado.
Sin embargo fue el estallido de la guerra lo que convirtió al PCE en un
verdadero partido de masas capaz de aunar a numerosos jóvenes a través de la
JSU, a jornaleros y pequeños propietarios agrícolas y a un sector importante de
las clases medias republicanas. El estudio analiza los enfrentamientos con
anarquistas y socialistas, el fulgurante crecimiento del partido y la no menos
rápida caída en desgracia a medida que la guerra se inclinaba del bando
franquista y el PCE pasaba a ser visto como un obstáculo para ponerle fin. El
golpe de Casado supuso una trágica división de los comunistas almerienses e
impidió una evacuación ordenada de los más comprometidos con la causa
republicana. A pesar de haber sido encarcelados durante los últimos días del
conflicto, los principales dirigentes consiguieron escapar a Argelia, donde
comenzaron un trágico exilio marcado por la reclusión en campos de concentración.
El libro incluye los datos sobre la represión franquista que se cebó
especialmente con los comunistas hasta convertir al PCE en la fuerza política
con más fusilados en Almería.
Esta es la
historia de un fracaso. Impulsados por un determinismo científico que daba su
victoria por segura, los comunistas se propusieron asaltar los cielos, crear
una sociedad y un hombre nuevos sin injusticias y sin relaciones de dominación.
Procedían del proletariado, la clase de sufrimiento universal, la que lo
producía todo sin tener nada, la que, según los profetas de la Internacional,
estaba llamada a acabar con la burguesía y a construir un mundo sin
explotadores ni explotados. En una tierra inhóspita y pobre, sostenidos por una
ideología que les prometía el aquí y ahora de un paraíso inminente, intentaron
dejar de ser víctimas de la historia para erigirse en protagonistas. Tras
atravesar décadas de miseria, cárceles y humillaciones, los dirigentes
comunistas comenzaron a ser conscientes de su poder durante los años treinta.
Hablaban entonces de una revolución que no estaban en condiciones de acometer
pero que sirvió de coartada para la reacción de esa burguesía a la que se
proponían destruir. El final de esta historia es de todos
conocido.
Los
comunistas acabaron fusilados, en la cárcel o en el exilio. Los que creyeron
escapar a la venganza franquista se encontraron en Argelia con que sus
sufrimientos no habían hecho más que empezar. El PCE, descabezado y perseguido,
iniciaba el largo camino de la clandestinidad sin segundas oportunidades para
alcanzar el poder porque la alegría revolucionaria pasó por la puerta pero dos
veces no pasa. Las páginas de este libro intentan llenar un vacío
historiográfico en Almería. Socialistas, republicanos, radicales, falangistas y
católicos han sido objeto de distintas monografías a lo largo de los últimos
años pero los comunistas han prolongado su derrota haciendo una especie de
mutis por el foro de la historia local.
Periodista
y sociólogo, Antonio Ramírez Navarro
es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Almería. Su tesis
doctoral, Anarquistas y comunistas en la formación del
movimiento obrero almeriense (1872-1939), para la que realizó una
estancia de investigación en la Universidad de Aix-Marseille,
obtuvo la mención internacional y el premio extraordinario de doctorado. Es
autor de la biografía sobre el gobernador comunista valenciano Vicente Talens, La
fuerza de los débiles, y traductor
de las memorias de la escritora francesa Pauline Talens-Péri, La
bastarda del PC, publicadas por el Instituto de Estudios Almerienses.
Fue
redactor en distintos diarios de información general y subdirector de Prensa y
Publicaciones de los Juegos Mediterráneos Almería 2005. También ha trabajado
como coordinador de proyectos europeos de desarrollo rural y como sociólogo
para el Instituto Andaluz de la Juventud. Ha sido asesor de la Fundación Integrasul (Rio Grande do Sul, Brasil) y delegado de
Asamblea de Cooperación por la Paz en Túnez.
En la actualidad es profesor de Geografía e Historia de secundaria y pertenece al grupo de
investigación Estudios del Tiempo Presente de la Universidad de Almería. Sus
líneas de investigación se centran en los comienzos del movimiento obrero y en
la evolución de las corrientes anarquistas y comunistas durante la Segunda
República, la Guerra Civil y la represión franquista de posguerra.
ÍNDICE
LA TRAVESÍA DEL
DESIERTO
Entre la escisión y el Frente Único
Militar,
policía, bolchevique. Justiniano Bravo
La huelga
minera de Serón
Todos
a la cárcel. La dictadura de Primo de Rivera
LA REPÚBLICA BURGUESA
¡Muera la República! ¡Vivan los soviets!
Huelgas y cárceles. La senda de la
legalidad
Tras el fracaso del 'entrismo'. La Unión Local de Sindicatos
Socialfascistas y anarcorreformistas.
La soledad del PCE
El triunfo de la derecha y la
reacción obrera
De héroe a villano. La expulsión de Bravo
Sin pan ni trabajar. De la huelga
agraria a la fallida revolución de octubre
La precaria unidad de la
izquierda. Las elecciones de febrero de 1936
LA GUERRA CIVIL Y EL COLAPSO DEL ESTADO REPUBLICANO
El fracaso de la sublevación militar
Todo el poder para los obreros. Los
comités revolucionarios
Terror
caliente. La represión republicana
Dios distinguirá a los suyos. La persecución religiosa
La tierra para el que la trabaja. Las colectivizaciones
El poder local vuelve al Estado. La constitución de los consejos
municipales
Un éxodo de
proporciones bíblicas. La desbandada de Málaga
La cólera de Hitler. El bombardeo alemán
HACIA LA HEGEMONÍA COMUNISTA
Talens, el gobernador obrero
La columna del
miedo. Los bombardeos y el problema de la vivienda. Los refugios
El auge de los
emboscados. La quinta columna
Cien radios y diez mil
militantes. El apogeo del poder comunista
La imposible unidad con
el PSOE
Censura
y propaganda. La prensa durante la Guerra Civil
LA GALAXIA DEL PCE
Unión de Juventudes Comunistas y JSU
Agrupación de Mujeres Antifascistas
Unión de Muchachas
Asociación de Amigos de la Unión
Soviética
Socorro Rojo Internacional
Socorro Obrero Español
Liga Atea
Milicias Antifascistas Obreras y
Campesinas
Altavoz del Frente
EL FINAL DE LA GUERRA. EXILIO Y REPRESIÓN
Tiro de gracia a la
República. El golpe de Casado
El Sahara al final de
la escapada
Terror frío. La represión franquista
BIBLIOGRAFÍA
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44564 - Mas de las Matas (Teruel)
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