La
Librería de Cazarabet Indignado
Un
libro valiente y del que podemos aprender mucho sobre la realidad presente,
pero también del pasado y con claves sobre el futuro de ese paraíso verde y que
florece, por autenticidad, que es
Euskadi y sobre lo que allí pasa en lo político pero también en lo social.
El
autor Pau Pérez pone el ojo donde muchos lo poníamos, aunque no nos atrevemos a
reconocerlo, haciéndonos preguntas importantes…
El
prólogo, sugerente y muy esclarecedor, corre a cargo de Marxelo Otamendi.
Está
editado en catalan y en castellano dentro de la
colección “El Tàvec” o “Tábano”.
Lo
que nos dice L´Eixam Edicions
del libro:
El conflicto vasco ha sido un objeto de estudio
bastante silenciado y manipulado, puesto que detrás de este siempre nos hemos
encontrado un montón de intereses partidistas. Las lecturas de confrontación en
términos de derrota o victoria dejan de lado otros elementos muy importantes
para construir la historia de lo que pasó en la última página del conflicto
armado. En este trabajo no sólo se pretende lograr el relato del enfrentamiento
y la consiguiente violencia, sino que más bien se centra en cómo fue posible
resolver la confrontación armada y continuar con la vía política.
¿Cuáles fueron los elementos principales que
posibilitaron el fin del conflicto armado en Euskal Herria y que los hacía diferentes de los otros intentos de
lograr la paz? ¿Cuáles son las motivaciones que harán nacer en la Izquierda
Abertzale varias reflexiones sobre la necesidad de un cambio de estrategia?
¿Qué peso tienen los actores internacionales en la mediación y resolución del
conflicto vasco?
Todos estos interrogantes son investigados desde la
disciplina de la Historia del Mundo Actual para construir una pequeña crónica
desde nuestro presente sobre cómo han sido los últimos años de la confrontación
entre ETA y el estado español (2007-2011).
Este libro, además de incorporar un prólogo de Martxelo Otamendi (director del diario Berria)
y una introducción de Antoni Segura (catedrático de Historia Contemporánea de
la Universitat de Barcelona), ha sido galardonado con el premio Temps, Espai i Forma de ensayo en
catalán que otorga la Facultad de Geografía e Historia de la Universitat de
Barcelona en la edición de 2015, avalando y garantizando el rigor de la
investigación.
El autor, Pau Pérez Duato:
Pau Pérez Duato. Nacido en
Valencia en 1988, es licenciado en Historia por la Universitat de València, ex-miembro del grupo de investigación de la
Fundación Salvador Seguí, graduado en el Máster de Historia Contemporánea y
Mundo Actual por la Universitat de Barcelona, y doctorando de la Universitat de
Barcelona dentro del programa Sociedad y Cultura en el departamento de Historia
Contemporánea.
Actualmente está realizando una tesis doctoral sobre
el debate y la evolución estratégica del Movimiento de Liberación Nacional
Vasco (MLNV) a lo largo del conflicto armado y, por otro lado, también trabaja
dentro del programa Èxit escolar del Consorcio de
Educación de Barcelona como profesor de refuerzo, con la finalidad de mejorar
la atención a la diversidad y combatir el fracaso escolar en las aulas de
Cataluña.
Nos podemos acercar a Martxelo
Otamendi y a otros enlaces que nos pueden ir muy bien:
https://es.wikipedia.org/wiki/Martxelo_Otamendi
https://es.wikipedia.org/wiki/Euskaldunon_Egunkaria
http://politica.elpais.com/politica/2012/10/16/actualidad/1350375157_861398.html
Cazarabet
conversa con Pau Pérez Duato:
-Pau,
¿qué es lo que te ha motivado para escribir este libro?; ¿Cuándo lo
pensaste y te pusiste con él?
-Este
libro es fruto de una investigación realizada para la tesis del Máster en
Historia Contemporánea y Mundo Actual que oferta la Universidad de Barcelona.
Mi director, Antoni Segura i Mas (Catedrático de Historia Contemporánea y
Director del Centro de Estudios Históricos Internacionales), había llevado a
cabo una investigación, previa, relacionada con el conflicto vasco, titulada: Euskadi.
Crónica de una desesperanza. La obra se publicó en 2009, y en ella se
analizaba la evolución del contencioso vasco-español hasta la ruptura del
proceso de negociaciones de 2004-2007. Sus conclusiones fueron claras: el sentimiento
de desesperanza se extendió en toda Euskal Herria.
Fue
por el 2014 cuando, una vez que se declaró el «cese definitivo de la actividad
armada», e influenciado en gran medida por la obra de mi tutor, me propuse la
arriesgada idea de finalizar su estudio; puesto que la veda de la batalla del
relato se había abierto y considerábamos que, humildemente, podríamos
contribuir a la construcción de un relato riguroso sobre la resolución del
conflicto armado vasco que se aproximase a los hechos y huyera de apriorismos
partidistas.
-Todo
el libro va como de paso en paso: primero ante la nueva coyuntura del conflicto
está la violencia; después la desesperanza; la reflexión; la paz… ¿Crees que
los conflictos, la gran mayoría de ellos, se resuelven de esta manera sí o sí?
-Los
conflictos asimétricos, cómo es el caso del conflicto vasco, son
enfrentamientos no convencionales donde la parte más fuerte no reconoce la
existencia de la otra y, en consecuencia, rehúsa de dialogar con esta porque no
le es necesario. En Euskal Herria,
el problema de la violencia se resolvió de manera unilateral, visto que el
Estado español no quiso continuar las conversaciones iniciadas en Loiola (2004-2007), pero, esa no es la tónica general en la
resolución de conflictos.
En
la década de los 90 se resolvieron los conflictos de Sudáfrica e Irlanda, y
allí sí que vimos la participación de múltiples agentes políticos y sociales
que facilitaron acuerdos satisfactorios para ambos lados que, a su vez, también
trataron los efectos colaterales del contencioso (víctimas, prisioneros,
responsables políticos…).
Con
todo, si a lo que se refiere es a la existencia de un cronograma establecido y
pactado previamente para la resolución del conflicto, la respuesta sería
afirmativa. Normalmente, estos cronogramas se diseñan en secreto, y aunque
muchas veces fracasen, sin estos pactos previos no se pueden dar pasos hacia la
paz porque la desconfianza y las tensiones son difíciles de superar.
-Es
que me da la sensación de que si nos saltamos ciertos pasos, caemos abocados a
la precipitación y al fracaso y eso que el paso por la violencia es demencial,
pero es que en la historia de la humanidad, quizás por demencial que sea, haya
que pasar por ciertos agujeros negros?
-Los
procesos de diálogo y negociación para la resolución de conflictos son,
especialmente, vulnerables porque participan diversos agentes políticos con
múltiples ideologías y sensibilidades. La más mínima «chispa» puede hacer
saltar por los aires todo lo construido durante varios años de trabajo. Cuando
la violencia, las tensiones y los odios están desatados, lo más difícil es
sentarse a conversar y tratar de encontrar una salida dialogada, ya que la
misma dinámica de la confrontación complicará esta tarea. Solamente aquellos
con suficiente «altura de miras» políticas se atrevieron hacerlo.
-Pero,
claro, siempre miramos a este período, normalmente, desde el punto de vista de
las víctimas…cuesta y ha costado mucho realizarse la pregunta de por qué se
llega a la violencia y por qué no se puede como dejar, es como si entrásemos en
un bucle?.¿Qué nos puedes decir?
-Ernest Lluch, militante del PSC y
fundador del PSPV asesinado por ETA en 2000, realizó una afirmación muy
interesante al respecto del conflicto vasco: «Más allá de la violencia hay un
tema político pendiente. Si esta ha
impedido, hasta ahora, abordarlo, mientras que no se resuelva no se desactivará
definitivamente la violencia». De su argumentación se deduce que la violencia
nace por la no resolución de un conflicto político, y que este derivó en una
confrontación armada donde la sangre fue muy difícil de parar.
En
Euskal Herria, hoy se ha
desactivado la violencia para intentar resolver el problema político por vías,
exclusivamente, pacíficas y democráticas. No obstante, si el Estado español
continúa haciendo caso omiso y no se sienta a negociar, correremos el riesgo de
volver a tensionar una sociedad con unas heridas abiertas muy recientes. ¿Qué
pasa con la dispersión de los presos? ¿Cómo se soluciona el problema de los
exiliados vascos? ¿Quién gestionará el desarmamiento de ETA? ¿Qué nivel de
reconocimiento y reparación del sufrimiento de todas las víctimas hay en
Euskadi y Nafarroa? Para todo esto se necesita a la
política. Veremos que nos depara el futuro.
-Las
conversaciones, las más tempranas ¿por qué fracasaron?
-Las
conversaciones se rompen a causa del atentado de la T-4 del aeropuerto de
Barajas, pues, aunque la intención de la organización armada fuese enseñar
«musculo» y presionar al gobierno español para que las negociaciones avancen,
el resultado fue, más bien, todo lo contrario. Una vez más, ETA supeditó el
largo trabajo que venía realizando la izquierda abertzale a una decisión
unilateral suya, la cual les costaría la ruptura del dialogo con el Estado
español. Después de esto, la izquierda abertzale no le permitirá más a la
organización armada la posesión de la última palabra y le arrebatará el papel
de vanguardia del Movimiento de Liberación Nacional Vasco.
Con
todo, los errores se pagan. La muerte de dos personas en este atentado supuso
la ruptura de la mayor tentativa política para resolver el conflicto de manera
bilateral y, aunque hubo algunos intentos posteriores de retomar las
conversaciones (motivados por la presión de los mediadores internacionales), no
será posible volver a los posicionamientos anteriores porque la resolución del
conflicto vasco de manera dialogada tenía un coste electoral demasiado elevado
para el gobierno de Zapatero.
-No
creo que sea el momento, o sí, de buscar culpables en el fracaso del diálogo o
en la “no interrupción” de la violencia. En todo caso ¿Qué falló en las
intransigencias de unos otros y otros o en los posicionamientos?
-El
concepto de la culpa es un término que proviene del cristianismo y,
personalmente, no es muy de mi agrado. Prefiero utilizar el concepto de
responsabilidad. Entonces, de responsabilidades hubo muchas: los ataques
incesantes del PP por boicotear las negociaciones, la poca voluntad de algunos
miembros del gobierno del PSOE para llegar a un acuerdo que fuese más allá de
la «paz por presos», una izquierda abertzale que negociaba sin una estrategia
clara y definida… Pero, sin lugar a dudas, el último responsable fáctico fue
ETA, pues, hacer estallar una furgoneta-bomba con 200 kg de amonal mientras se
llevaban a cabo las negociaciones y estando vigente la tregua declarada por
ellos mismos, no sólo haría saltar por los aires el aparcamiento de la T-4,
sino también las negociaciones. ¿Quién podría confiar en la organización armada
después de esto?
-Siempre
he tenido la pesada carga de pensar que la violencia en Euskadi, dejaba réditos
y convenía a no poca gente. ¿Qué nos puedes comentar?; (pensaba que “convenía”
y les venía bien, políticamente hablando, a los que estaban en el poder y a los
que la practicaban, me refiero a la violencia…)
-En
la última etapa del conflicto armado, donde la intensidad de la violencia no
ponía en riesgo la estabilidad del Estado español, es más que evidente el
interés que tenían algunos sectores conservadores y centralistas por continuar
con la dinámica de la confrontación armada. Mientras hubiese violencia
política, estos sectores deslegitimarían con contundencia el conflicto político
de Euskal Herria,
tildándolo de violento y sintiéndose muy cómodos bajo el argumento de «no
negociamos con terroristas». La violencia y la utilización de las víctimas les
dio réditos políticos al bipartidismo del Ebro hacia abajo, y esto fue una
auténtica canallada, porque los problemas políticos necesitan soluciones
dialogadas.
-Hubo
gente y eran la mayoría que, cada uno con sus ideas, sí que querían y deseaban
la paz y con todas sus fuerzas. Querían y deseaban una confrontación de ideas e
idearios, pero sin violencia Debieron pasarlo francamente mal. Debieron
vivir y saborear la desesperanza, ¿no?
-Hay
cierta tendencia a polarizar, de manera extrema y radical, los bandos
enfrontados en el conflicto como si todo fuese blanco o negro; pero, me
gustaría destacar que fueron muchas y diversas personalidades con múltiples
signos políticos las que apostaron por llevar la confrontación a otro escenario
que provocase menos sufrimiento. Citando algunos, Jesús Eguiguren
por parte del PSE, Arantza Quiroga del PP vasco o
Arnaldo Otegi por la izquierda abertzale serían algunas de las personalidades
más mediáticas (aunque de menos mediáticas hubo muchísimas) que apostaron
decididamente por la paz y la resolución del enfrentamiento armado. Todos ellos
se atrevieron a luchar por superar las tensiones y los odios, poniendo todas
sus energías en esta empresa y exponiéndose a duras críticas en el interior de
sus partidos. Por este motivo, cuando se confirmó el retorno de la violencia,
el sabor amargo de la desesperanza se apoderó de las personas que,
decididamente, se empeñaron en superar la violencia.
-Pero,
aún con esa desesperanza y el dolor y el sufrimiento los hay que son capaces de
pensar y reflexionar. ¿Lo hacen porque son capaces de “entender”, “empatizar” y ponerse en la piel de los demás…?
-Para
resolver cualquier tipo de conflicto (personal, social, político…) se necesita
entendimiento y voluntad para llegar a acuerdos, pues, sin estos dos conceptos
no se puede llegar a buen puerto. El dolor y el sufrimiento que se vivió en Euskal Herria generó odio y
tensiones en la sociedad vasca que, a la postre, provocó una adversidad
creciente en todos sus ciudadanos como consecuencia de la violencia padecida en
los últimos 50 años. Por tanto, aquellas personas que fueron capaces de empatizar y hacer suyo el dolor ajeno para superar la
confrontación, fueron la vanguardia de la resolución del mismo porque tuvieron
que realizar un ejercicio de reflexión profundo, respecto a la terrible
situación que se había llegado a generar. Supieron dejar de lado el odio para
adoptar posturas más conciliadoras que sembrasen las semillas de un futuro
mejor para todas las partes, teniendo muy claro que no podían dejar a las
nuevas generaciones un escenario tan doloroso como el que ellos habían vivido.
-¿Cuándo
y de qué manera; con qué primeros tintes empieza la reflexión de los que
avalaban o daban apoyo a la violencia?; ¿Cuándo las víctimas de la violencia
pudieron empezar o empezaron a dejar un poco atrás el dolor, quizás también el
rencor, el odio y las ganas de la venganza?
-De
reflexiones y voces críticas con la estrategia de la lucha armada ha habido
muchas durante la historia del conflicto armado vasco: la escisión de ETA pm y
su posterior desaparición, las reflexiones individuales de miembros de ETA (Yoyes, Antxon,…) las voces
críticas de los debates de Herri Batasuna
en la década de los 90 (Urrats Berri, Oldartzen, Eraikitzen…), la creación de un bloque político
abertzale con el Pacto de Lizarra-Garazi, el intento de viraje
político exterior de Aralar… esta es la
temática de mi tesis doctoral, donde intentamos investigar el debate y la
estrategia del Movimiento de Liberación Nacional Vasco.
Sin embargo, en el libro analizamos la
materialización de la reflexión y la extensión a todas las bases (políticas,
sociales, sindicales…), mediante el cual se posibilita la resolución del
conflicto armado y la continuación de la lucha por la liberación nacional y
social de Euskal Herria. De
este modo, me gustaría ser prudente y esperar a tener realizada la tesis
doctoral para pronunciarme sobre cuando y donde nace la reflexión sobre la no
viabilidad de la estrategia armada.
-No
me gusta hablar de “lados”, pero ¿en qué lado de “la trinchera” se empieza a
ser más generoso y flexible?; ¿o es en los dos a la vez? (supongo que hubo de
todo y en ambas partes)
-Efectivamente,
ha habido de todo y en ambas partes. No obstante, en nuestro estudio se
demuestra que hubo un «lado», más específicamente un actor político, que apostó
abierta y decididamente por poner fin a la violencia en Euskal
Herria: la izquierda abertzale.
La
unilateralidad con que se resolvió el contencioso armado y la poca (o nula)
participación de los actores que representaron al Estado español, pone en
evidencia quien puso un mayor empeño por acabar con la violencia. Es más, hoy
en día nos encontramos con la paradójica situación de que hay una organización
armada que quiere entregar su arsenal armamentístico, y un gobierno español que
no las quiere coger. Una situación insólita en la Historia.
-Ser
hijo de una víctima de ETA, ¿cómo se encaja ahora que ves que hay paz y que las
cosas están como más normalizadas?; ¿hasta cuándo se es “hijo de víctima”?; Hay
gente que cree que esto le otorga como unos “derechos y unos deberes”, ¿lo ves
así?; ¿Hasta qué punto eso es “ético”? Es, desde mi posición muy fácil hablar,
pero la vida debe de seguir y hay que pedir justicia, pero no creo que las
revanchas sirvan de nada y más cuando la violencia etarra tenía raíces
políticas; al respeto tú que conoces muy bien la sociedad vasca, ¿qué nos
puedes decir?
-Las
víctimas de la violencia de ETA son parte del conflicto y, por tanto, tienen
que participar en la resolución del mismo. Sin embargo, hay que poner una voz
de alarma en este tema, ya que otorgar a la víctima el papel de juez puede ser
altamente nocivo, a causa de su alta subjetividad. En mi opinión, la víctima
carece de perspectiva y distancia, precisamente por su condición de víctimas,
para dictar sentencias que sean aceptadas por todos.
Como
dijo Robert Manrique (víctima del atentado del Hipercor
de 1987), «las víctimas no deberían de participar en la resolución del
conflicto desde el punto de vista político (aunque la AVT y el PP lo vengan
haciendo desde hace tiempo), pero sí pueden y deben trabajar desde espacios
educativos, reconciliadores, sociales…»
-Y
ser hijo de los que han estado vinculados a la izquierda abertzale y que han
sufrido por ello: ¿qué significó en los años de violencia, en los de plena
tensión, en los del diálogo, en los años de prisión con los padres
desperdigados por toda la geografía y qué viene significando y siendo, ahora,
en que hay paz?
-En
el Estado español, que en teoría representa al conjunto de todos sus
territorios y ciudadanos, el sufrimiento de estas víctimas es el gran olvidado
(o silenciado) porque no produce réditos políticos, sino más bien al contrario.
Aun así, la dispersión de los presos vascos, la represión y el miedo que
generan las detenciones arbitrarias, los macro juicios que persiguieron todo
aquello que tenía relación con el independentismo, las torturas en cuarteles y
cárceles, los asesinatos de los grupos paramilitares…generan y generaran mucho
sufrimiento mientras los políticos no aborden el tema.
Exponiendo
un caso particular, me gustaría recuperar el testimonio de Ane, una joven
historiadora vasca de familia abertzale y euskaldun,
que conocí cuando fui a estudiar a Barcelona. Ella, me contaba que tenía un
miedo terrible a acudir a las manifestaciones de cualquier índole
(estudiantiles, nacionales, sociales…) y nunca quería que fuésemos a ninguna
por el pánico que tenía a la represión policial. Para mí, acudir a manifestarme
era algo absolutamente normal pero, para ella, la violencia ejercida en Euskal Herria le dejó una huella
psicológica imborrable que le paralizaba el cuerpo y le impidió manifestarse en
la calle sin temor. ¿Quién es el responsable de esta secuela que aterroriza a
Ane y le impide ejercer el derecho a manifestarse? ¿Quién tendrá que hacerse
cargo de la factura del psicólogo para que Ane pueda volver sin miedo a
expresar su voluntad públicamente?
-Hay
que ser muy generoso, pero también valiente para pensar libremente, con lo que
sea que pienses: en un Euskadi independiente o en un Euskadi que forme parte de
España. Vivir, pensar y, sobretodo, convivir en aquella tierra y sus gentes,
sin más…
-La
reconciliación de la sociedad vasca es un elemento muy relevante para el
presente y el futuro de Euskal Herria,
puesto que más de 50 años de confrontación armada han generado muchas heridas
que aún están cicatrizando. Para ello, nada mejor que dialogar sobre el pasado,
reparar errores, y construir consensos para conseguir una convivencia pacífica.
Sin embargo, no sólo me refiero a curar las heridas producidas por las
violencias de ambos lados, sino también a solucionar de una vez por todas la
«cuestión nacional»,
con un gran acuerdo que debe ser refrendado por la sociedad vasca y aceptando
democráticamente sea cual sea el resultado.
-La
violencia creo, desde mi humilde opinión, que se activa como apretando un
interruptor; así como, también, la paz…que fue, a tu entender que encendió el
interruptor de la violencia y qué fue el interruptor que
encendió la paz…
-A
final de la década de los 60, ETA llevaba diez años intentado dar el paso a la
lucha armada para combatir más directamente la dictadura franquista, pero no
fue hasta el 7 de junio de 1968 cuando se da el paso. Txabi
Etxebarrieta (un joven militante de ETA) fue retenido
en un control de carretera por la Guardia Civil, y cuando los agentes se dieron
cuenta de que viajaba en un coche robado, Txabi disparó
al agente José Pardines, hiriéndole mortalmente.
Posteriormente, una patrulla de la Guardia Civil persiguió al militante de ETA,
acribillándole a tiros a tan solo 2 Km del lugar de los hechos. Ésta fue la
chispa que lo prendió todo.
Por
otra parte, pienso que el interruptor para encender la paz fue mucho más
costoso y difícil, visto que disparar es relativamente fácil, pero ponerse
todos de acuerdo en algo es más complicado porque, como hemos dicho
anteriormente, requiere voluntad y entendimiento. Durante el conflicto vasco ha
habido varios intentos por alcanzar la paz, con todo, solamente uno de estos
fue exitoso: cuando la izquierda abertzale fue capaz de redefinir su estrategia
para la liberación nacional y social. El conflicto había mutado de tal forma
que, en la nueva coyuntura que se vivía a principios del siglo XXI, la
consecución de las libertades nacionales y sociales en Europa solamente podría
llegar si se abandonaba claramente la lucha armada. El único camino posible
pasa por adoptar una estrategia política basada en la acumulación de fuerzas
políticas y la construcción de una gran muralla popular a favor de un objetivo.
En este sentido la vanguardia está siendo Escocia, le está siguiendo Cataluña
y, con la nueva estrategia, le seguirá Euskal Herria.
23691
Euskal Herria. De
la desesperanza al camino unilateral hacia la paz (2007-2011). Pau Pérez Duato
150 páginas
10.00 euros
L'Eixam
El conflicto vasco ha sido un
objeto de estudio bastante silenciado y manipulado, puesto que detrás de este
siempre nos hemos encontrado un montón de intereses partidistas. Las lecturas
de confrontación en términos de derrota o victoria dejan de lado otros
elementos muy importantes para construir la historia de lo que pasó en la
última página del conflicto armado. En este trabajo no sólo se pretende lograr
el relato del enfrentamiento y la consiguiente violencia, sino que más bien se
centra en cómo fue posible resolver la confrontación armada y continuar con la
vía política.
¿Cuáles fueron los elementos principales que posibilitaron el fin del conflicto
armado en Euskal Herria y
que los hacía diferentes de los otros intentos de lograr la paz? ¿Cuáles son
las motivaciones que harán nacer en la Izquierda Abertzale varias reflexiones
sobre la necesidad de un cambio de estrategia? ¿Qué peso tienen los actores
internacionales en la mediación y resolución del conflicto vasco?
Todos estos interrogantes son investigados desde la disciplina de la Historia
del Mundo Actual para construir una pequeña crónica desde nuestro presente
sobre cómo han sido los últimos años de la confrontación entre ETA y el estado
español (2007-2011).
Este libro, además de incorporar un prólogo de Martxelo
Otamendi (director del diario Berria) y una introducción
de Antoni Segura (catedrático de Historia Contemporánea de la Universitat de
Barcelona), ha sido galardonado con el premio Temps, Espai i Forma de ensayo en catalán que otorga la Facultad
de Geografía e Historia de la Universitat de Barcelona en la edición de 2015,
avalando y garantizando el rigor de la investigación.
Pau Pérez Duato. Nacido en Valencia en 1988,
es licenciado en Historia por la Universitat de València,
ex-miembro del grupo de investigación de la Fundación Salvador Seguí, graduado
en el Máster de Historia Contemporánea y Mundo Actual por la Universitat de
Barcelona, y doctorando de la Universitat de Barcelona dentro del programa
Sociedad y Cultura en el departamento de Historia Contemporánea.
Actualmente está realizando una tesis doctoral sobre el debate y la evolución
estratégica del Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) a lo largo del
conflicto armado y, por otro lado, también trabaja dentro del programa Èxit escolar del Consorcio de Educación de Barcelona como
profesor de refuerzo, con la finalidad de mejorar la atención a la diversidad y
combatir el fracaso escolar en las aulas de Cataluña.
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